¿Debo escribir para satisfacer una necesidad artística o para conformar a la industria? Cuantas veces se habrán hecho esta pregunta sin llegar a obtener una cabal respuesta a ese interrogante.
Y es lógico que esto suceda, ya que el acto volitivo de ponerse a escribir implica, además de una actitud mental creadora a través del pensamiento lúdico, una formulación más racional y conservadora sobre el destino final de la obra.
Esta dicotomía entre arte e industria muchas veces nos obliga a transitar por el camino de la ambigüedad y por lo tanto, a escribir obras que estén insertas en esa inconducente disyuntiva.
En muchos casos, escribir para cine nos permite una mayor lucidez de ideas y la posibilidad de hacer películas de “autor”, en donde se pueden expresar los pensamientos de manera más libre y creativa. En cambio, redactar libretos televisivos nos obliga a trabajar sobre la inmediatez y el gusto popular, por lo cual las necesidades artísticas deben apuntar en esa dirección.
El cine y la televisión, como industrias que son, mueven mucho dinero en todo el mundo y, por lo tanto, necesitan generar ingresos que recuperen el capital invertido. Los autores profesionales no pueden estar ajenos a esto y, de una u otra manera, deben adecuarse a las situaciones que impone el mercado.
Saber adaptarse forma parte del entrenamiento que los guionistas tienen que aprender para poder sobrellevar mejor el peso que la industria impone sobre los artistas y crear historias que puedan conjugar ambos criterios.