Los personajes son representaciones de personas reales, de carne y hueso. Personas que viven, comen, ríen, lloran, aman, sueñan, trabajan, imaginan, estudian y un sinnúmero de cosas más. Por lógica, cuando estamos sentados frente a la pantalla de la computadora o la hoja de papel y a punto de iniciar nuestra caracterización, es habitual que empiecen a aparecer más dudas que certezas respecto a cómo definir nuestro personaje. Es común, que nuestra mente comience a armar una infinidad de conexiones en busca de las acciones más adecuadas, las cualidades consideradas necesarias o el background socio político que fundamenta el accionar de nuestro personaje. Este “torbellino mental” hace que empiecen a surgir algunas preguntas de carácter valorativo, fundamentales para un resultado exitoso. Preguntas como por ejemplo: ¿Hacia dónde va? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su motivación? ¿Por qué actúa de esa manera y no de otra? ¿Cómo reacciona ante determinada situación? son algunas de las más comunes.
Para poder empezar una caracterización debemos expulsar todas nuestras dudas y temores más viscerales acerca de quién es nuestro personaje, que es lo que quiere y hacia dónde va. De esta manera lograremos que cada acción que realice, cada palabra que diga esté verdaderamente justificada.
Un buen personaje se construye a partir de cuatro elementos constitutivos: La necesidad dramática, el punto de vista, el cambio y a actitud. Veamos estos cuatro puntos en detalle.
La necesidad dramática: Es la necesidad que tiene el personaje para ganar, adquirir u obtener algo en el transcurso del guión. Poder conocer de antemano esta necesidad del personaje, ayuda a situar sus elementos constituyentes
El punto de vista: Se trata de cómo nuestro personaje ve al mundo. Todo buen personaje tiene un punto de vista bien definido. El punto de vista es la expresión de la manera de ver el mundo de una persona.
El cambio: Todo personaje debe experimentar un cambio a lo largo de la historia. Un personaje que no cambia es un elemento estático emocionalmente y por ende “aburrido” y “sin vida”, es un elemento frío e híbrido que se proyectará como un autómata y no como una persona real. Estos cambios tienen su razón en nuestra propia psiquis, muchas veces actuamos de diferentes maneras ante hechos similares, movidos por una racionalidad muy ligada a los estados de ánimo. El cambio implica movimiento, acción y crecimiento psicológico.
¿Cuántas veces nos hemos levantado de malhumor para luego de unas horas recuperar la alegría? ¿En cuantas oportunidades hemos pensado determinada acción y terminamos haciendo otra? Esta diversidad psicológica es la que nos caracteriza como seres únicos e independientes. Perderse de esta rica variante en la caracterización sería renunciar a la esencia misma del personaje.
La actitud: Poder conocer cuál es la actitud de un personaje nos permite darle una mayor profundidad psicológica. Puede haber diferentes tipos de actitudes, las hay negativas, positivas, de superioridad o de inferioridad, etc.
Es bueno, reflexionar sobre cuál es la actitud que motiva a nuestro personaje. Usando el método de las preguntas y respuestas se puede encontrar fácilmente cuál es la actitud. Más, en la próxima entrada.