D.F. Diego García

Entrevista con el director de fotografía Diego García

por Cédric Lépine – 14/6/2016

 

Diego García fue invitado en diciembre 2015 del Costa Rica Festival Internacional de Cine para presentar su trabajo en la película «Cemetery of Splendour» de Apichatpong Weerasethakul. Hace parte de la nueva generación de los directores de fotografía mexicanos los más talentosos. Hablamos en esta entrevista de su trabajo con Gabriel Mascaro por su peli «Boi neón».

Cédric Lépine: ¿Cuál fue tu aprendizaje al arte de la fotografía del cine?

Diego García: El primer acercamiento a la fotografía fue en foto fija blanco y negro. Aprendí con una cámara pequeña pentax y construí mi propio laboratorio para conocer la técnica de la película y la ampliación y así comencé a experimentar con la imagen.
Después estudié en el CCC (Centro de Capacitación Cinematográfica), escuela de cine en la ciudad de México

L.: ¿Como encontraste a Gabriel Mascaro, el director de la película Boi neón

G.: La película de Boi neónes una coproducción entre Brasil, Holanda y Uruguay. El productor uruguayo Sandino Saravia nos puso en contacto.

Conocí a Gabriel a larga distancia y desde el primer momento hubo una buena energía y siento una atracción y curiosidad que nos llevó a querer colaborar uno con el otro

L.: ¿Antes de filmarla, tenías imágenes en cuenta de lo que debe ser la película?

G.:Seguramente a través de las pláticas con Gabriel, la búsqueda de referencias y acabados de la imagen, investigándolos sobre las lentes que creíamos correctos para la película y un trabajo extenso de preparación visual. Me fui formando algunas ideas.

Me parece muy interesante que muchas veces uno se imagina como puede contar un guión a través de imágenes que al final la ficción o el resultado final puede sobrepasar y sorprender con algo muy distinto a la idea original, pero con la misma esencia.

L.: ¿Sabes si Gabriel Mascaro espera de ti un trabajo similar a lo que hiciste en Fogoo también en Cemetery of Splendour?

G.: Gabriel vio Fogoy le gusto el trabajo de luz natural y alto contraste. Le gusta los negros profundos y conecto con eso. Pero sobre todo menciono que le parecía importante el trabajo del personaje en su entorno natural. Cemetery of Splendour la filme justo después de Boi neón.

 

 

 

 

L: «Cemetery of Splendour» de Apichatpong Weerasethakul : ¿Cuál fue la comunicación entre ti y Gabriel Mascaro antes y durante el rodaje? 

G.:Gabriel tiene una creatividad desbordada y siempre lo sentí con ganas de hacer ciertas cosas que tenía en la cabeza, imágenes, colores, situaciones y sobre todo sensaciones. Creo que siempre teníamos eso como punto de partida, pero siempre estuvimos muy abiertos para adaptarnos a lo que fuéramos encontrando en el camino.

L.: ¿Gabriel Mascaro tenía una idea muy clara de lo que quiere como imagen o esperaba muchos de tus iniciativas?

G.: Creo que siempre me escucha y toma en cuenta las propuestas de los demás, es un director generoso, y le gusta formar el lenguaje de la película en colaboración.

L.: ¿Trabajaste con la estética de Ventos de agosto?

G.: Nada de Ventos de agosto: quería hacer algo totalmente distinto y con su propia personalidad. Aunque siempre se imprime la misma sensibilidad del director en los trabajos.

L.: Trabajaste en USA (Without), en Canada (Fogo), México (Manto acuífero,etc.), Tailandia (Cemetery of Splendour), Brasil (Boi neon)… ¿Cambiar de país, de cultura, de referencias, te apoya mucho para inspiración? 

G.: Por supuesto, considero muy enriquecedor poder trabajar en distintas latitudes y culturas. Pienso que una visión externa siempre puede aportar algo fresco y original. A mí me encanta llegar a lugares con otros idiomas y costumbres. Me parece increíble e inspirador la combinación creativa de trabajar con distintos climas, sensibilidades y preocupaciones en la vida.

L.: ¿Podrías trabajar en cualquier país? 

G.: Si. Estoy abierto a trabajar en cualquier país sin excepción. Para mi depende más sobre el proyecto y el director.

L.: ¿Comunicas a la vez con una cultura y un cineasta cuando haces la fotografía de una película?

G.: Siento que cada película imprime y proyecta a la ves una cultura y un haber humano o natural, no importa donde, sino que.

L.: ¿Como fue tu creación en Boi neón? ¿Experimentaste reglas nuevas?  

G.:Totalmente, el método creativo de esta película fue una experiencia nueva que nunca antes había probado. Fue un proceso muy bonito compartir una idea previa con el director y desarrollarla poco a poco.
Muchos directores son muy cerebrales con ideas fijas. En esta ocasión había que trabajar con sensualidad y soltura. Siempre muy abiertos a la improvisación y cosas que sucedían en el momento. Esto lo digo por el ambiente del lugar, el trabajo con actores entre ellos, niños y con animales.

L.: ¿Que te inspira los más en Boi neón?

G.: Me gusta mucho lo que logra transmitir la película y me siento orgulloso en general con el trabajo en equipo que se formó guiados todos por Gabriel.

L. : FogoCemetery of SplendourBoi neonson historias de personajes muy relacionadas por un lugar: ¿cómo trabajas la luz, la composición de los cuadrados para que las locaciones sean igualmente importantes que los personajes en su capacidad de contar historias?

G.: Me inspira mucho trabajar en entornos naturales pero cada película, personaje o lugar tiene un sabor diferente y en parte el reto. Lo lindo es poder traducirlo en imágenes y que hablan por sí mismos.

 

 

 

 

Fogo

D.F. Óscar Faura

Entrevista a Óscar Faura, Premio Goya 2017 a Mejor Fotografía
06/02/2017 Por su trabajo en «Un monstruo viene a verme», de J Bayona

Autor: Daniel Hernández

Foto Fija: José Haro

Después de adentrarse en el mundo televisivo con los dos primeros episodios de Penny Dreadful (trabajo galardonado en la pasada edición del Camerimage), y el emotivo documental 9 días en Haití, J. A. Bayona vuelve a la gran pantalla para dirigir el último capítulo de su trilogía conceptual sobre las relaciones materno filiales que inició con El Orfanato (2007) y continuó con Lo Imposible (2012). En esta ocasión, adapta la novela homónima de Patrick Ness, quien también firma el guion.

Es la segunda ocasión en la que Bayona sale de nuestras fronteras para conseguir una de las películas españolas más internacionales de nuestra época. Con un reparto estelar y una historia conmovedora, los temas que han inspirado al director desde que estrenó su opera prima siguen aquí más vivos que nunca. Y de nuevo, el equipo que le acompaña detrás de la cámara se mantiene. Oscar Faura firma por tercera vez la fotografía del realizador catalán. Mantuvimos una interesante charla con el director de fotografía y colaborador habitual de Bayona, Oscar Faura, sobre su trabajo en Un monstruo viene a verme (A monster calls), un trabajo brillante que le ha valido el Premio Goya 2017 a Mejor Fotografía.

ENTREVISTA A OSCAR FAURA (A.E.C.), DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA

PREPRODUCCIÓN

Ésta es ya la tercera película que ruedas con Bayona, ¿cómo es la relación de trabajo después de todo este tiempo?

Oscar Faura: Bayona y yo estudiamos juntos en la ESCAC, y hace ya muchos años que trabajamos en anuncios y videoclips hasta que rodamos juntos El Orfanato (2007). Yo diría que nuestra relación se caracteriza porque a él le gusta mucho planificar las cosas con tiempo, de ahí que en las tres películas que hemos hecho juntos la preparación haya sido más larga que en otras producciones en las que he participado.

También es una persona que no impone sus ideas como algo cerrado, sino que plantea unas directrices generales sobre cómo debe ir el proyecto, dejando libertad para que propongamos ideas propias de forma que, con esa base, cada uno de los departamentos funcione de forma independiente y le pueda aportar.

Dices que has tenido más tiempo de preparación con Bayona en comparación con otros directores, y en películas anteriores ya has tenido que diferenciar un mundo onírico de la realidad de los personajes. ¿Planteasteis una separación de los dos mundos presentes en esta historia?

Oscar Faura: Nuestra intención fue que a nivel estético el mundo interno del niño se representara del mismo modo y con las mismas herramientas que el mundo real, ya que el punto de unión entre ambos mundos es este monstruo interactuando con su entorno, destrozando una valla o sentándose en un tejado y rompiéndolo. Mostramos a un monstruo que está ahí. Sí que hay una diferencia visual con el resto de escenas, pero es más bien porque el monstruo suele aparecer de noche, no porque quisiéramos enfatizar la realidad onírica.

Por otro lado están los cuentos del monstruo, en los que sí queríamos romper completamente la estética. Ahí sí que trabajamos las transiciones, mediante el uso de planos cortos para pasar a las partes de animación. Luego en uno de los cuentos el niño se acaba integrando en este mundo de fantasía, y en ese momento sí que había un factor de mezcolanza entre ambas realidades.

¿Hubo algún proceso de aprendizaje a la hora de preparar una producción como ésta, en la que es tan importante la interacción entre lo físico y los efectos digitales?

Oscar Faura: En esta película sí ha sido un reto todo lo referente a los efectos digitales, en cuanto a que uno de los personajes está formado en su mayoría por dichos efectos. Tuvimos que aprender a mezclar diferentes técnicas, ya que queríamos que los efectos digitales funcionasen a partir de una base analógica y corpórea, puesto que si cada tres planos, uno es real, los otros dos cobran realidad por comparativa, mientras que si los tres son digitales, no funcionan tan bien. Bayona defendió mucho esta disciplina e insistió en hacer numerosas reuniones de los diferentes departamentos para poder compaginar todos estos elementos y hacerlos viables.

LUZ

Sé que rodasteis entre Barcelona e Inglaterra ¿Qué me puedes contar acerca de las localizaciones?

Oscar Faura: En Inglaterra hubo tres localizaciones principales: el pueblo, donde grabamos los diferentes recorridos del niño de la casa a la escuela o al hospital; la escuela y el cementerio. También cabría destacar la escena del paso a nivel, con el niño y su abuela en el coche, básicamente porque los rodajes en esos sitios pueden llegar a ser una pesadilla. Necesitas permisos, comprobar muchos factores para la seguridad de la secuencia… Tuvimos la suerte de que el tren funcionaba con diésel, con lo que pudimos acercarnos, porque por temas de seguridad, si el tren es eléctrico no te puedes acercar con ciertos aparatos o cableado, porque se podrían formar arcos eléctricos.

¿Y pudisteis trabajar cómodamente en ellas?

Oscar Faura: Sí, la verdad que tuvimos la suerte de que nos hizo un tiempo casi perfecto. No tuvimos sol en casi todo el rodaje en Inglaterra, pero tampoco nos llovió. Nos encontramos con un cielo completamente nublado que nos ayudó no solo con la luz, sino que también apagaba los tonos y suavizaba los contrastes (aunque luego utilizamos palios negros para subir un poco este contraste), lo que nos daba ese look inglés tan tópico pero que tanto sirve para ubicarte en la historia.

En una ocasión nos hizo sol cuando tuvimos que grabar uno de los enfrentamientos entre el protagonista y el grupo de matones que hay en su escuela. No fue un contratiempo mayor porque estábamos bien situados y el sol no les daba directamente, pero sí que jugó en contra de mis intenciones, ya que yo pretendía que la primera vez que se percibiera el sol fuese al final de la película, cuando el niño vuelve por fin del hospital a casa de su abuela. Puede que el significado de ese sol siga ahí, pero queda un poco más escondido.

Lo más importante para nosotros era la creación de un espacio único mediante la conjunción de todos estos lugares diferentes, en los que mezclamos localizaciones reales pero separadas, y plató. Luego cuando rodamos en España el gran reto fue encontrar un espacio donde pudiéramos estar al aire libre pero completamente cubiertos para así recrear nosotros esa luz inglesa. Al final acabamos ideando una especie de pared inmensa formada por varios palios a la salida del Hospital del Torax, en Terrassa. Este sitio acabó abandonado y se empezaron a rodar un montón de cosas allí por lo interesante del lugar, y al final se acabaron montando los estudios del  Parc Audiovisual de Catalunya.

¿Cómo es iluminar para las escenas grabadas enteramente en entorno de croma? ¿Te tocó ingeniar alguna trampa o truco para afrontar estas secuencias?

Oscar Faura: Cuando estás rodando en entorno de croma de repente hay momentos en los que no tienes a qué agarrarte. En una secuencia en la que el niño está hablando con el monstruo desde el tejado de su casa, ya no solo por motivos de seguridad, sino que también porque era una escena larga ambientada en exterior noche en la que los fondos son inabarcables, se decidió rodar en entorno de croma. Aunque primero se preparen unos concepts para que todo el mundo tenga una idea del resultado final, y aunque yo me basara en que en los planos generales tuviésemos una luna como fuente de luz principal, sí que es verdad que a la hora de rodar se siente uno un poco perdido. Evidentemente luego cuando la secuencia está acabada sí que ves el producto terminado, pero tanto para nosotros como para los actores resulta un pequeño acto de fe en rodaje.

También hubo otra secuencia importante rodada con croma en la que el niño se introducía en el mundo de fantasía del monstruo. Para esta secuencia hicimos pruebas exhaustivas de iluminación con unos colores más fantasiosos para este mundo, de forma que al iluminar al niño con los mismos colores planteados, facilitásemos su posterior incrustación por parte del departamento de ‘postpro’.

¿Cuál dirías que es el aparato o accesorio con el que más contento te has quedado en este rodaje? Tanto de cámara como de iluminación.

Oscar Faura: Ya hemos comentado la secuencia en que la abuela conduce el coche camino al hospital y hay un momento en que paran en un paso a nivel. En esa secuencia tuvimos que llevar a cabo una intervención enorme en toda una calle del pueblo con grúas cherry picker y campanas de luz sobre la zona de las vías.

Pero lo interesante fue grabar los interiores. Lo hicimos como antiguamente, con una retroproyección. La misma noche en que grabamos la parte exterior aprovechamos también para grabar los fondos, y luego en el estudio de Terrassa procedimos a grabar a los actores con la retroproyección, pero con la particularidad de que añadí unas pantallas LED a las que puedes cargar las imágenes grabadas, de forma que si tienes fuentes de luz moviéndose en el fondo, estas pantallas recrean cómo incidirían esas luces sobre el coche y los personajes. Lo bueno es que son como secciones que tú puedes ir uniendo para crear un video wall. Se parecen a los anuncios animados que hay ahora en tiendas o en alguna marquesina, que están también hechos con LEDs. Es una opción enfrentada al ‘poor man process’, de coger un foco y moverlo manualmente de lado a lado, que tuve la suerte de encontrar cuando estaba investigando aparatos para la película.

También, para manejarnos en la casa de Connor o de su abuela, que son espacios relativamente pequeños, utilizamos otros aparatos de LED, que debimos usar en el 90% de los planos de interiores. Son una especie de prototipos diseñados por el gaffer, José Luis Rodríguez, que se componen por una plancha de más o menos 1’2 x 1’2m y unos 2cm de ancho, muy similares a un bastidor para difuminar la luz, pero que servía como fuente de emisión por sí misma y además teníamos una mesa de control con la que regulábamos la temperatura de color. De esta forma, teníamos de entrada una fuente de luz difusa muy interesante, a la que añadíamos un eggcrate (rejilla que se pone frente a la lámpara para direccionar el haz) para controlarla y que no contaminase las partes del set que no correspondían. Entre nosotros lo llamábamos ‘Flat LED’, pero dudo que el nombre esté registrado.

Otra idea que tuvo José Luis y que nos simplificó mucho la disciplina de trabajo fue, a través de una aplicación, controlar todas las luces del plató con una tablet, de forma que cuando teníamos que volver a una secuencia por lo que fuese, no había más que volver a uno de los ajustes guardados en la memoria de la tablet, y luego ya establecíamos los aparatos específicos para cada plano y situación.

EFECTOS ESPECIALES

También trabajasteis con animatronics. ¿Qué partes del monstruo se crearon con esta técnica? ¿Cómo os coordinabais con ellos durante el rodaje?

Oscar Faura: Del monstruo se construyó el torso del pecho hacia arriba, las manos y un pie, porque eran las partes que interactuaban físicamente tanto con el niño como con el entorno. Además la cabeza estaba animada y permitía hablar y gesticular al monstruo. Esto nos afectó a varios departamentos y especialmente al de arte, que tuvo que diseñar los decorados para que pudiésemos rodar sin el monstruo y al mismo tiempo que luego se pudiera incluir toda la estructura cuando había que contar con él en escena.

Por ejemplo una de las secuencias más bonitas con él para mí es cuando están en la habitación del hospital, y fue bastante complicada porque primero hubo que rodar las partes que no lo incluían y luego, mientras el equipo rodaba otras secuencias, se condicionó todo el decorado con el monstruo ya dentro, se volvió a iluminar exactamente como estaba antes y se rodó la parte con él. Por eso diría que la relación con el monstruo ha sido más bien multidisciplinar, ya que no se limitaba a los efectos digitales.

¿Y qué me dices del departamento de motion capture? ¿En qué aspectos cambia la mecánica de rodaje cuando se trabaja con ellos?

Oscar Faura: La verdad es que yo en esa fase no estuve involucrado. Todo lo de motion capture se grabó previo al rodaje, en Londres. Es una tecnología completamente distinta, que lo que hacía era capturar la interpretación de Liam Neeson para luego exportarla al monstruo. Yo me documenté sobre los procesos de trabajo pero era algo que no afectaba a la fotografía principal, ya que al final con lo que te quedas es con datos con los que luego trabajará el departamento de CGI en postproducción.

Hay una escena espectacular en la que una iglesia se colapsa y acaba destruida. ¿Cómo afrontasteis esta parte de la grabación?

Oscar Faura: Durante la fase de preparación hicimos diferentes pruebas con 3D y con diferentes maquetas y al final nos decidimos por grabar el derrumbamiento de una maqueta de escala 1:3, creo, que colocamos en Barcelona. Finalmente, utilizamos 10 Arri Alexa y unas Go Pro para poder recurrir a esta secuencia en varios momentos de la película sin tener que repetir siempre los mismos planos. Lo que buscábamos era que el comportamiento de los elementos que se colapsaban fuese lo más cercano posible a la realidad y también a la manera tradicional de rodar estas secuencias.

En realidad combinamos diferentes técnicas, desde rodar la localización real, en Manchester, hasta luego calcular angulaciones y alturas de cámara para replicar estos planos en la maqueta a escala. De esta forma tenemos tres capas: la real, la de la maqueta que se derrumba y todas las incrustaciones hechas en ‘postpro’. También nos sirvieron de mucho, por ejemplo, las Go Pro, ya que las introdujimos dentro de la maqueta y nos consiguieron diferentes planos en movimiento desde el interior de la misma, sumergiéndote por completo en el derrumbe de la iglesia.

¿Entonces el entorno de la iglesia y el árbol también fueron parte de esta localización en Manchester?

Oscar Faura: Rodamos en un cementerio real, con una iglesia que existe, pero tuvimos que llevar a cabo una gran labor de separación de estos elementos de su entorno, ya que lo que ves en la película no se parece en nada a los alrededores de la localización real. Luego el árbol fue construido en parte por el departamento de arte. Sólo la parte de las raíces y el tronco, con una altura de unos tres metros, que es con lo que interactuaba el niño. El resto se decidió crear por ordenador, ya que era demasiado laborioso de la otra forma.

La verdad es que fue una parte delicada del rodaje, ya que estás trabajando encima de tumbas reales y requiere un respeto y un cuidado absolutos.

 

Serie de imágenes superiores: Parte del material usado para preparar la secuencia del cementerio, en la que se usaron 10 unidades de Arri Alexa y unas Go Pro. Se hicieron pruebas en 3D con diferentes maquetas. Cortesía de Oscar Faura.

 

CÁMARA

Ésta es la primera película que ruedas en digital. ¿Cuáles fueron tus razones para elegirlo?

Oscar Faura: Desde un principio estuvimos haciendo pruebas, con los datos que recopilamos de las sesiones de motion capture, y descubrimos un software (Solid Track) que nos permitía ver en los monitores al monstruo ya animado cuando tocaba rodar las secuencias con el niño. De esta forma podíamos ver cómo grabar a ambos personajes, o qué iba a hacer el monstruo dentro del encuadre. Y así estuvimos haciendo pruebas tanto con digital como con fotoquímico. Al final resultó que en las secuencias nocturnas teníamos problemas para ‘trackear’ al monstruo en fotoquímico, y esa fue una de las principales razones para que eligiésemos el digital.

¿En qué momento de la producción te decidiste por los anamórficos? ¿Por qué?

Oscar Faura: Llegados al punto en que habíamos decidido el formato de grabación, hicimos más pruebas para encontrar los objetivos. Ya que con el digital perdíamos la textura y el grano que te da el fotoquímico, quisimos darle una textura con las lentes. Por eso acabamos incorporando el anamórfico. Testeamos diferentes marcas de anamórficos y al final las que más nos gustaron fueron las más imperfectas, las que tenían mayor cantidad de aberraciones cromáticas, te dan un foco menos nítido o estallan más las altas luces. Por eso nos decidimos por las Hawk Vintage ’74, que son ópticas modernas aunque construidas a la antigua usanza, y que por tanto tienen más ‘personalidad’.

Pero estas ópticas, que para rodar en localizaciones reales, son una maravilla, suponían un problema a la hora de grabar en entorno de croma. En ese momento empecé a investigar sobre cómo combinar ópticas diferentes. Al final me decidí por otras Hawk anamórficas, que se diferenciaban de las Vintage en el multicoating que tenían.

Luego los planos con lentes más angulares se grabaron con lentes esféricas (Zeiss Master Prime), y en vez de grabar a Full Frame y luego expandir horizontalmente la captura, lo que hacíamos era utilizar la parte sobrante de lo que se capturaba en el sensor para darle más puntos de tracking al departamento de postproducción. Fíjate que yo, que siempre había sido muy pulcro en proyectos anteriores en cuanto a no mezclar lentes, he tenido que “lanzarme a la piscina” y hemos acabado haciendo mezclas salvajes que luego mediante el filtraje y la postproducción hemos intentado aunar para tener un look coherente.

A José Luis Rodríguez, el gaffer, se le ocurrió controlar todas las luces del plató a través de una aplicación, algo que simplificaba mucho la disciplina de trabajo.

¿Qué nos puedes contar sobre el uso de los detalles tan cercanos en las secuencias en las que el niño dibuja?

Oscar Faura: Bayona quería introducir al espectador en la mente del niño en los momentos en los que dibuja, porque son algunos de los más íntimos que se viven con este personaje. Su intención era transmitir esa necesidad de desahogo que sufre el niño y que solo se cumple en estas contadas ocasiones. Y la idea era representar todo esto de forma muy cercana. Para lograrlo utilizamos, hasta donde pudimos, los objetivos anamórficos con filtros Diopter (lentes de aproximación); y en otros planos tuvimos que mezclar estos filtros con objetivos macro.

También, en un par de ocasiones, creamos ficticios de algunos objetos a un tamaño mayor para poder falsear ciertos planos, ya que entre el macro y el Diopter se reducía tanto la profundidad de campo que era imposible conseguir el plano que teníamos en mente.

¿Y el uso narrativo de los desenfoques?

Oscar Faura: Pues sigue en la línea de lo que te he comentado con los dibujos. La idea principal es mantener el punto de vista de la narración, posicionarnos siempre con Connor durante este momento de su vida tan difícil. Es un niño que está aislado, por diferentes razones: la relación con sus compañeros, el interés nulo en el temario que se da en la escuela, o la relación fría que tiene con su abuela.

Hay secuencias que están rodadas siguiendo un esquema más clásico, pero cuando la escena se enfoca en él, utilizábamos un recurso de las lentes anamórficas, que es la distancia mínima de enfoque (es mayor que en las lentes esféricas). Por lo que cuando queríamos estar más cerca del niño con estas lentes, metíamos un Diopter en cámara y así podíamos hacer foco más cerca, aislándolo, sabiendo que si el actor se alejaba no íbamos a poder seguirle. Pero esto también creaba una cierta sensación de inseguridad y nos pareció que le daba un tinte incluso poético a los planos que nos gustaba mucho.

También pude percibir una evolución de una cámara más inestable, al hombro, hacia una más estática. ¿Cuál era la intención de esta progresión?

Oscar Faura: Sí que es verdad que hemos usado diferentes soportes de cámara según el estado mental y de ánimo del niño que queríamos reflejar. Lo que pretendíamos era seguir su progresión y trasladarla al planteamiento de cámara. Hemos hecho desde planos vertiginosos con grúa telescópica a planos mucho más estables con cabezas calientes y otras técnicas. También teníamos que tener cuidado con ciertos planos porque había que incluir al departamento de ‘postpro’, que está pendiente de que los puntos de tracking no se salgan de cuadro y no dañar así lo que será el producto final. Pero desde un principio la idea fue reflejar la psicología del personaje mediante estas herramientas.

 

POSPRODUCCIÓN

Supongo que la gente del departamento de VFX participó mucho en el rodaje para asegurar una buena postproducción. ¿Te involucraste tú con ellos en la última fase, más allá del etalonaje?

Oscar Faura: La postproducción la han llevado a cabo diferentes compañías: MPC, El Ranchito y finalmente Glassworks para las secuencias animadas de los cuentos. Mi relación con las tres se extendió desde la preproducción hasta las sesiones de etalonaje al final de la postproducción. En esta última parte sí que tenía más experiencia, pero en esta película ha habido un trabajo más constante durante lo que es todo el proceso.

Una cosa que he ido notando es que cada Supervisor de VFX tiene su propia forma de trabajar. Algunos te piden que ruedes con cromas, mientras que otros prefieren ‘rotoscopiar’ (dibujar sobre el plano grabado). En esta producción, se iban enviando planos a las diferentes empresas de efectos, y estas a su vez iban mandando cada semana los que estaban terminados al supervisor para que les diera el visto bueno. Yo estaba presente en estas sesiones de visionado; a veces no tenía nada que decir, y otras sí que daba ciertos apuntes para que volviesen a los estudios y los corrigiesen. Por ejemplo, en los planos nocturnos con el monstruo, en los que yo había planteado esa luz de luna como fuente principal, era necesario que esa intención de luz estuviese presente también en el monstruo.

Por otro lado, con la empresa Glassworks tuve mayor relación porque, al ser ellos los que se encargaban de la animación de los cuentos, y al tener una secuencia en la que el niño se adentra en uno de estos cuentos, tuvimos que hacer bastante trabajo de etalonaje. Teníamos muchas capas de material digital y era preferible cerrar el color lo máximo posible en ese momento del proceso, en vez de hacerlo de cero con el resto de la película en la fase de etalonaje final.

¿Y te involucraste de alguna forma en el planteamiento o desarrollo de las secuencias de animación? ¿Tal vez hiciste la planificación de luz de los cuentos, o ayudaste a definir el color final de estas?

Oscar Faura: En un primer momento me invitaron a colaborar en el diseño de estas secuencias, pero había tanta gente involucrada que yo no me puedo llevar el mérito. Pero aunque mi intervención fuese menor que la de otros compañeros, sí que tuve que implicarme bastante en esta escena en que Connor se adentra en el cuento. Una idea que trabajamos fue aunar esta secuencia, en la que destroza una casa imaginaria, y la secuencia análoga en el mundo real, en la que Connor ha destrozado el salón de su abuela. En este salón se pueden ver las diferentes lámparas esparcidas por el espacio, medio rotas, pero aún en funcionamiento. Como las lentes Vintage recogían muchos flares, lo que se nos ocurrió fue copiarlos y trasladarlos a la escena de animación, para crear un nexo entre los dos mundos, y plantar la idea de que lo que hace en un mundo se refleja en el otro.

Sinopsis

Tras la separación de sus padres, Connor (Lewis MacDougall), un chico de 12 años, tendrá que ocuparse de llevar las riendas de la casa, pues su madre (Felicity Jones) tiene un cáncer. Así las cosas, el niño intentará superar sus miedos y fobias con la ayuda de un monstruo (Liam Neeson), pero sus fantasías tendrán que enfrentarse no sólo con la realidad, sino con su fría y calculadora abuela (Sigourney Weaver).

Equipo Técnico

Director: J. A. Bayona

Guionista: Patrick Ness

Producción: Belén Atienza

Director de Fotografía: Oscar Faura

Diseño de Producción: Eugenio Caballero

Dirección de Arte: Jaime Anduiza, Ravi Bansal, Dídac Bono

Montaje: Jason Ballantine

Efectos especiales: DDT SFX (animatronics)

Efectos digitales: El Ranchito, Moving Picture Company (MPC), Glassworks

Ficha Técnica

Cámara: Arri Alexa XT, Go Pro

Ópticas: Hawk V-Lite, Hawk Vintage ’74, Hawk V-Plus, Zeiss Master Prime

Formato de grabación: SxS ProRes 4:4:4 (3.2K)

Proceso Cinematográfico: Hawk Scope anamórfico a Digital Intermediate

Formato de exhibición: Digital Cinema Package (DCP)

Relación de aspecto: 2.35 : 1

 

D.F. Slawomir Idziak

Entrevista: Slawomir Idziak

Por Yonca Talu el 27 de enero de 2017

Esta entrevista es parte de una serie con cineastas influyentes que asistieron al Festival Internacional de Cine de Camerimage 2016 de Bydgoszcz, Polonia, en noviembre.

El director de fotografía polaco Slawomir Idziak ha dejado una huella indeleble en el cine moderno con su trabajo en las películas atmosféricas metafísicamente cargadas de Krzysztof Kieślowski. La colaboración de los dos hombres, que comenzó con “Un cortometraje sobre la muerte”  (1988), y duró tres colores: “Azul” (1993), produjo imágenes voluptuosas, evocativas y únicas que reflejan las experiencias subjetivas de los personajes. En “Un cortometraje sobre la muerte”, una inquietante acusación de la pena capital impregnada de una sensación de muerte inminente, Idziak combina el color estilizado y la iluminación con la cámara de mano nerviosa para representar el descenso de un joven desencantado en el asesinato en la comunista Varsovia. La primera película de Kieślowski en francés, “La doble vida de Verónica” (1991), ve a Idziak experimentar con reflexiones y movimientos de cámara para transmitir el tema de la historia del vínculo metafísico, mientras que “Azul”, la primera entrega de la trilogía de tres colores del director polaco: el examen moderno de los valores de la Revolución Francesa-ofrece una exploración íntima y poética del duelo y el renacimiento a través de un uso simbólico del color titular. A finales de los años 90, Idziak se mudó a Hollywood, donde adaptó su sensibilidad visual y artesanía a las prácticas cinematográficas estadounidenses.

Film Comment habló con Slawomir  Idziak en el Camerimage Film Festival 2016 sobre su asociación creativa con Kieślowski y la transición del cine polaco al sistema de estudio de Hollywood.

                                                                      Un cortometraje sobre la muerte

Film Comment: Recientemente volví a ver A “Un cortometraje sobre la muerte” [1988] y realmente me sorprendió la manera casi apocalíptica en que se representa a Varsovia. Los primeros disparos de animales muertos-cucarachas, una rata y un gato ahorcado-combinados con el uso extensivo de filtros verdes, nos sumergen en el territorio del terror de inmediato. ¿Surgió esta estética oscura de la atmósfera de incertidumbre y desesperanza que reinaba en Polonia en ese momento?

Slawomir Idziak: Por supuesto, esta no era una visión realista de Varsovia. La película tiene un tema austero. Considera la pena de muerte como algo totalmente inhumano y hace fuertes comentarios sobre un determinado caso judicial, que el llamado mundo civilizado objetó como una tontería. Ya sabes, Polonia solía estar detrás de la Cortina de Hierro y ese era un tipo de realidad completamente diferente. Por supuesto, la realidad que experimentamos no se parecía a lo que se ve en la película, pero aún estábamos profundamente aislados. De alguna manera vivimos detrás de una ventana de vidrio y vimos la llamada realidad de las personas que pasaron sus vidas en un sistema y entorno completamente diferentes. Creo que es necesaria una cierta cantidad de exageración para describir esto. Esa historia es, una vez más, una representación gráfica de algo que no existe. Así que decidí usar un lenguaje visual muy fuerte para reflejar eso. Pero es un poco ridículo, porque esta película es una de las 10 entregas de la serie Decálogo, pero de alguna manera se destaca entre la multitud. Al final, creo que fue una buena cosa porque ayudó a promover a los demás. Ya sabes, Kieslowski no filmó las películas en orden. Empezamos con el número cinco, que es Un cortometraje sobre la matanza . El año siguiente, estaba listo para el Festival de Cine de Cannes [donde se proyectó la versión extendida], pero las otras películas no. Así que ser invitado a Cannes fue una promoción muy buena para el resto de la serie.

Film Comment: Usted habló sobre mirar la realidad detrás de una ventana, y como director de fotografía, parece que realmente tiene una obsesión con los efectos ópticos y las superficies reflectantes. Algunas imágenes que vienen a la mente son la esfera de vidrio en la mano de Veronica que refleja el paisaje fuera del tren en “La doble vida de Véronica”, o la escena sexual al final de Tres colores: Azul , filmada detrás de una pecera y destacando la sensualidad floreciente de Julie. ¿Usted y Kieslowski imaginaron este tipo de tomas como representaciones de los mundos internos de los personajes?

La doble vida de Verónica

Slawomir Idziak: Estos son dos ejemplos diferentes. En términos de las reflexiones en, “La doble vida de Verónica” de alguna manera es mucho más simple que eso, diría una metáfora simplista de existir en un cuento de hadas: estamos lidiando con algo que es irreal.

La doble vida de Verónica

Film Comment: Quizás también sea una metáfora de la fragmentación o duplicación de la identidad.

Slawomir Idziak: Los reflejos parecían una forma natural de representar esto; fue un instinto hacerlo de esa manera. La película en general tenía una cualidad muy metafórica y tenía como objetivo conectar al público con la forma de pensar de los personajes y resaltar el tipo de vínculo metafísico que tienen estas dos mujeres: lo que afecta una vida de alguna manera afecta a la otra.

En términos de “Azul”, Kieslowski me dio tres guiones antes de comenzar a trabajar en tres colores, y me preguntó cuál me gustaría fotografiar. Instintivamente elegí Azul. Pero hay otra razón: porque Azul fue la primera entrega de la trilogía que se filmará. Y al recordar cómo Kieslowski estaba al final de Decálogo, lo había conocido cuando estaba a punto de terminarlo y estaba extremadamente cansado, tenía un poco de miedo de tratar con un director agotado, así que no quería hacer “Blanco” o el último, “Rojo”. Me preocupaba que no sería una buena colaboración, sino una situación estresante que podría llevar a malentendidos. Esa fue la primera razón detrás de mi decisión de dispararle a “Azul”.

Azul

Pero muy pronto me di cuenta de que el peligro era diferente y que con “Azul” estábamos lidiando con una historia muy similar a “La doble vida de Verónica”. La música jugó un papel muy importante en ambas películas. Y entonces Kieslowski y yo teníamos miedo de que de alguna manera copiáramos nuestro número de “La doble vida de Verónica”. Ya sabes, a menudo haces esas cosas instintivamente, especialmente cuando trabajas bajo la presión del tiempo. Así que, en “Azul”, estábamos tratando desesperadamente de encontrar cosas que fueran lo opuesto a lo que habíamos hecho en “La doble vida de Verónica”.

Para ser sincero, el estilo de la película surgió por coincidencia. Recuerdo que, al comienzo de la película, cuando la periodista visita a Julie [Juliette Binoche] y le pregunta sobre su marido, la música la ataca y aparece una luz azul. Este efecto se logró totalmente por accidente, lo que significa que tenía algo en mente, pero mi plan no funcionó. Era sábado y la cantidad de luz era demasiado débil para lograr un efecto decente. Así que puse el negativo en el plato y tenía los geles azules en la cámara, luego abrí la puerta de la placa y sucedió por milagro honestamente. Y la primera edición de la película fue realmente mala …

Azul

Film Comment: ¿Malo desde un punto de vista estructural?

Slawomir Idziak: No, era una cuestión de género. El guión fue escrito como un drama psicológico, casi como una historia de detectives. La periodista era el tercer personaje más importante y apareció tres o cuatro veces en el guión, pero ahora solo está allí una vez al principio. Kieslowski la cortó por completo. Así que, de alguna manera, el guión cambió durante esta edición final de un drama psicológico a un tipo de película más operística y musicalmente dirigida. Y funciona, ya sabes … En la edición, Kieslowski repitió este número con la luz azul varias veces. Entonces, en el medio de una escena, por ejemplo, se vuelve negro y luego la música entra, seguida por la luz azul. Y este fue el comienzo de una idea que lo puso patas arriba; de repente, la película fue completamente diferente; era atractivo y todavía funcionaba bien. Kieslowski fue un genio en términos de edición. Nunca conocí a un director que sea tan buen editor como él. Él era bueno porque había pasado millones de horas editando documentales en el pasado. Y ese fue un verdadero trabajo físico y manual. Le gustaba cortar todo él mismo. La edición fue un proceso completamente diferente en aquel entonces; fue muy mecánico porque tenía que empalmar la imagen y el sonido. Pero Kieslowski necesitaba la mitad del tiempo que un editor profesional necesitaba hacer un corte. Él era muy rápido, como un mago. Sabía cómo experimentar y cambiar las cosas rápidamente.

Film Comment: Su trabajo con Kieslowski se basa en una exploración visual de las vidas internas de las personas: es una cinematografía emocionalmente vibrante y altamente impresionista. En este sentido, es interesante comparar esas películas con las que rodó en Hollywood. Por ejemplo, en una película como Gattaca [1997], el lenguaje visual evocador de las películas de Kieslowski es reemplazado por una estética desprendida, casi congelada: la cámara está afuera, nunca dentro de los personajes. ¿Cómo navegaste esa transición estilística?

Slawomir Idziak: En primer lugar, era un tipo de colaboración completamente diferente, como se puede imaginar. Es una película de género muy típica. Mi opinión es que no es una gran película, no creo que sea una mala película, pero está lejos de ser algo grandioso. En Polonia, solíamos colaborar estrechamente con el director a partir de la etapa de guión. Como director de fotografía, te obligaste a trabajar en el guión. Y de manera automática, esta colaboración resultó, no solo en el guión de rodaje, sino muy a menudo en una nueva versión del guión. Por lo tanto, es absolutamente imposible hacer algo así en el sistema de estudio. Todavía tengo una relación bastante buena con Andrew Niccol [el director de Gattaca ], y creo que la película es mejor de lo que se supone que es. Porque es Hollywood, ¿sabes? Las películas se hacen de forma diferente que en Polonia: tienes jefes de estudio, productores, etc., que controlan diferentes etapas de la producción. Y eso no siempre es positivo, especialmente cuando estás haciendo algo que es un poco inusual. Cuando haces algo que no está tan claramente definido como un estilo, un género, es difícil lograr lo que quieres.

Film Comment: El trabajo de cámara en una película como “La caída del Alcón negro” [2001] parece centrarse principalmente en generar tomas desde tantos ángulos como sea posible para fines de corte. Cuando trabajabas con 15 cámaras y dirigías la mayor cantidad de operadores de cámara, ¿alguna vez sentiste que mirabas el mundo desde el punto de vista de los dioses en lugar de desde el de la humanidad?

                                                        Halcón Negro 

Slawomir Idziak: Este es, nuevamente, un ejemplo completamente diferente. Ridley Scott es un director muy visual, y es famoso por idear sus propios guiones gráficos. Así que mi trabajo consistía principalmente en averiguar dónde colocar las otras cámaras. Siempre obtuve un guión gráfico para la primera cámara, y necesitaba mantener lo que se me pedía que hiciera. Ridley se parece mucho a un niño: le gusta jugar con los juguetes del cine. Una respuesta muy característica que obtuve de él cuando le presenté mis ideas -aunque, por supuesto, a veces las compró- fue: «Oh, esta es una muy buena idea. Pero sabes, prefiero la mía «. Así que esta es la forma en que él trabajaría.

Mi trabajo es ajustarme. Tengo que entender con qué clase de socio estoy trabajando, porque el cine es una especie de ping-pong y tengo que jugar en consecuencia. Estos tres ejemplos, Kieslowski, Andrew Niccol y Ridley Scott, tienen mundos completamente diferentes, y es muy difícil compararlos.

Film Comment: ¿Estuviste presente durante la postproducción de “La caída del Alcón Negro”?

Slawomir Idziak: No. Hoy en día eso es un gran problema, porque lo que estamos haciendo como directores de fotografía es solo la mitad del producto. La segunda mitad se está realizando en postproducción, y no tenemos autoría de nuestro trabajo. Lo que está tratando en esos casos es la autoría del grupo, y ese es un mal aspecto de la forma en que se están haciendo las cosas hoy. Espero que eso cambie La técnica todavía es complicada, pero creo que las herramientas serán mucho más simples muy pronto. Es como un círculo, ¿sabes? Si comenzamos con Technicolor, ahora estamos al final del mega período. Hemos tenido mucha libertad en los últimos años porque finalmente fue muy fácil lograr lo que queríamos. Y hoy estamos de nuevo en manos de especialistas, ilusionistas por así decirlo. En mi caso, ya no quiero trabajar como director de fotografía; Estoy enseñando y construyendo cosas. Por ejemplo, construí un cine-bus, puedo mostrarte … [ Él me muestra un folleto.]

Film Comment: ¿Qué es un cine-bus?

Slawomir Idziak: Es un autobús con una carpa y tienes una pantalla verde. Está completamente equipado: puedes viajar a lugares y filmar allí.

Film Comment: ¿En qué contexto se te ocurrió esto?

Slawomir Idziak: Hago un taller en Cracovia una vez al año. Llegan trescientas personas, es gratis y hablamos de realidad virtual, dramaturgia, el futuro del negocio.

Film Comment: En 2010, filmó la primera película en 3-D de Polonia, “Batalla de Varsovia 1920”, una narración épica del evento histórico titular. ¿Cómo fue tu experiencia trabajando con esa nueva tecnología?

Slawomir Idziak: Para mí, el futuro es importante, y me gusta trabajar en nuevos medios. Pero no creo que el potencial de 3-D se esté utilizando por completo. Hoy, cientos de películas se filman en 3-D porque los productores quieren ganar más dinero, y de alguna manera el efecto secundario es que el público no está listo para ver tantas películas 3-D. Solo unas pocas películas producidas con esta técnica realmente lo poseen. Si tuviéramos más directores como Tim Burton trabajando con esta tecnología, aún podríamos tratarlo adecuadamente. Pero desafortunadamente, tienes cientos de malos ejemplos de 3-D. Entonces esta técnica está siendo asesinada. Pero en realidad no murió, porque sabes en realidad virtual, estamos de vuelta en 3-D. No puedes imaginar la realidad virtual sin 3-D; es un elemento esencial de eso.

Me encanta el festival Camerimage, pero no hay cientos de personas de pie frente a los teatros como en el Festival de Cine de Berlín. Esa es una mala señal. Incluso otros grandes festivales, como Cannes, no están muriendo por completo, pero cuando estuve allí hace 20 años, era totalmente diferente. Hoy en día, hay mucha más gente que asiste a las reuniones de YouTube, por ejemplo. Si 50 millones de personas en todo el mundo miran videos de YouTube en sus computadoras, ¿cuál es el futuro del cine? ¿Cuántas personas seguirán viendo películas? Las películas de estudio todavía se están viendo, por supuesto, pero estamos enfrentando la muerte de las industrias cinematográficas nacionales, como polacas o escandinavas. En Finlandia, incluso si enviaras a toda la nación al teatro, nunca recuperarías el dinero.

 

Gabriel Figueroa: el cinefotógrafo que inventó México

«Estoy seguro de que, si algún mérito tengo, es saber servirme de mis ojos, 
que conducen a las cámaras en la tarea de aprisionar no sólo los colores, 
las luces y las sombras, sino el movimiento que es la vida». 
Gabriel Figueroa

Referirse a Gabriel Figueroa es hablar sobre un hombre que se volvió el significado mismo de la cinematografía mexicana. Su nombre siempre fue sinónimo de calidad y ahora es parte fundamental de la historia del cine nacional, convirtiéndose no sólo en el cinefotógrafo que ha realizado la mayor cantidad de películas en el país (alrededor de doscientas), sino que además es un icono internacional.

Este director de fotografía mexicano, pariente del ex presidente Adolfo López Mateos, era un artista por vocación y un fotógrafo de profesión, que se abrió camino en la industria de cine, prácticamente, desde sus inicios. Sin embargo, es mucho más que sólo un cinefotógrafo… ¿Quién es Gabriel Figueroa Mateos?

Figueroa el retratista de estrellas

Comenzó a trabajar con José Guadalupe Velasco en su estudio, en donde retrataba estrellas y personalidades. De él, Figueroa aprendió técnicas con luz artificial -que lo acompañarían por el resto de su vida-, las mismas que Velasco utilizaba a la perfección para realizar su trabajo. Aunado a esto, el después cinefotógrafo, iría articulando su comprensión y entendimiento de la gramática pictórica y fotográfica, que puliría con el paso de los años.

Figueroa: retratista, iluminador, camarógrafo y cinefotógrafo

Con el paso del tiempo, se fue integrando como fotógrafo de retratos en diversas producciones cinematográficas, lo que lo condujo irremediablemente a realizar iluminación en set y posteriormente a operar la cámara. Finalmente tras unas veinte películas en diversos puestos -entre las que destaca la inconclusa obra de Einsenstein ¡Qué viva México!– la vida lo llevaría a realizar su primer trabajo como cinefotógrafo: Allá en el rancho grande, que además es considerada la obra inicial de la Edad de Oro del cine mexicano, y la concepción de la industria como tal.

Figueroa el expresionista mexicano

El joven retratista, en su búsqueda por incursionar en el cine, fue enviado a Hollywood, por una nueva productora mexicana para poder aprender bien el oficio de manos de Gregg Toland. Figueroa creó vínculos con el cinefotógrafo americano, con quien compartía una visión importante sobre el cine: ambos estaban decididos a que la imagen funcionara como manifestación del mundo interior de la narrativa. Todo esto como resultado de la pureza y perfección del Expresionismo que se gestaba en Europa. Así, es posible observar en cada encuadre y en todas sus películas, un cuidado desmesurado por la composición, pero sobre todo por su trascendencia.

Figueroa: un hombre internacional

El peso de la figura de Gabriel Figueroa fue cobrando fuerza con el paso de los años, pero se gestó desde el momento en el que fue por primera vez a Estados Unidos. Figueroa llevaba el nombre de México consigo y le daba un impulso especial al cine nacional. Además, su trabajo traspasó las fronteras del país, llegando a trabajar con directores como John Huston o John Ford. Su nombre es uno de los más importantes, no sólo en México, sino en el mundo entero, como resultado de una espléndida obra, cuya fotografía está llena de significados, claroscuros, texturas y matices.

Figueroa: el gestor de la educación visual

Sin embargo, Gabriel no sólo se preocupaba por la belleza de cada uno de sus planos, también estaba consciente del poder de la imagen y el cine. Por tal motivo participó en diversos documentales sociales. Además, proyectó un ambicioso plan de educación visual en México, que apoyaría a los adultos analfabetos, brindando instrucción a través de películas. Esta propuesta integraba productos cinematográficos en diversos ámbitos y niveles educativos, como un apoyo preponderante para el país.

Figueroa y el ámbito social

Como artista y librepensador, el cinefotógrafo siempre estuvo a la cabeza de diversos movimientos sociales. Se le tachó de comunista y de anticomunista; luchó por los derechos de los trabajadores de la cinematografía, y lidió -desde su posición- por hacer de México un país digno. Figueroa, poco a poco, fue consolidando, no sólo su participación social, sino también su visión sobre el país.

Figueroa como un artista que se inspiraba en la fotografía, la pintura y el muralismo

Es posible describir toda la historia de Gabriel Figueroa, pero llegará un punto en el que su vida pasará a un segundo plano, opacado por la belleza de sus imágenes. Este cinefotógrafo es un artista que ha logrado transpolar la fotografía y la pintura al terreno del movimiento y la iluminación. Cada una de las participaciones cinematográficas del antes retratista  es una nueva oportunidad para mirar de cerca el significado del nacionalismo pictórico que se formó en México durante principios del siglo XX.

Gabriel fue capaz de comprender a sus colegas contemporáneos de las artes plásticas y traducir sus abstracciones al lenguaje de la cámara. Llegó incluso a copiar el trabajo de algunos de ellos para llevarlos a otro nivel, que hasta los mismos autores originales reconocerían. Una anécdota imposible de inadvertir es aquella que le sucedió con el muralista José Clemente Orozco:

«Ya terminada la película (Flor Silvestre), la proyectamos en una función especial con todos los pintores y amigos de Dolores (del Río) que tenían interés en ver lo que había estado haciendo. A mi me tocó (¡esas casualidades!) estar sentado junto a José Clemente Orozco. Hay una escena del exterior de un velorio en que se ve una puerta al fondo, algunos cirios, algunas personas. Cuando salió esa parte, Orozco se enderezó un poco reconociendo alguna paternidad en eso, y le dije:

-Maestro, soy un ladrón honrado. Eso es copia de la acuarela que usted tiene que se llama El réquiem.

-Pues sí, algo reconocí, pero me ha llamado la atención la perspectiva, y sobre todo la transparencia que esto tiene, que no llega a un fondo y se detiene, sino que sigue. Necesita usted invitarme a verlo trabajar para ver cómo logra la perspectiva.

A mí me halagó mucho oír una opinión así de una gente del tamaño de José Clemente»

Fueron ése, entre otros muchos detalles, aquellos que constituyeron una estética propia de Figueroa, que se volvió incluso su sello personal y que se transformaría eventualmente no sólo en algo emblemático para el fotógrafo, sino también significativo para la construcción del país que ahora conocemos.

Figueroa y la conciencia pictórica

Toda esta inspiración de las artes plásticas le dio a Figueroa la pauta para la definición de lo que él llamaba consciencia pictórica. Esto se refiere a que mucha de su obra, inspirada en otros textos, tanto en contenido como en forma y estilo, crearía poco a poco un lenguaje propio, basado en una manera específica de ver la realidad.

Es ese pensamiento el que conduce al cinefotógrafo a retratar cada plano de sus películas como una pintura que dice mucho más que lo que parece que muestra. Gabriel fue consolidando toda una realidad mexicana, en armonía con las otras manifestaciones artísticas de la época, que en conjunto fueron delineando una identidad visual y una realidad paralela que se mostraba a la luz del proyector en las salas de cine por todo el país.

Figueroa y la Industria Cinematográfica

Gabriel formó parte del cine mexicano toda su vida y él fue -en buena medida- responsable del éxito de éste. La industria nació con su trabajo y creció a su lado. Sus relaciones con Hollywood llevaron a la mexicanidad cinematográfica a otro nivel. Este vínculo con la posibilidad de una constante producción fílmica y su estética fueron la combinación perfecta para lograr el mayor logro de Figueroa.

Figueroa el inventor de México

Fue él, y su trabajo con Emilio «Indio» Fernández, lo que detonó un fenómeno visual que quizá apenas en la actualidad se ha comprendido del todo. Sus películas se caracterizan por mostrar el México que recordamos ahora en el país, y el que se mostró al mundo por años. Gabriel Figueroa creó los hermosos cielos mexicanos, llenos de nubes y matizados con un brillante color azul, que incluso a pesar del blanco y negro se pueden observar.

La mancuerna Fernández-Figueroa, junto al resto del equipo que colaboró durante años con ellos, fue capaz de distinguir muchas características del mexicano y su tierra y llevarlas a los ojos de los miles de espectadores que asistían a las salas constantemente. Ellos miraban la belleza del paisaje, las montañas, los magueyes, las flores, las artesanías. Tomaban en cuenta las tradiciones, la ropa, las costumbres y la belleza de las personas que, poco a poco, fueron creando su visión de la mexicanidad.

Figueroa fue muy cuidadoso en cada una de sus composiciones, en las que fue acuñando un estilo caracterizado por el pictorialismo y el claroscuro. La manera en la que lograba esto era a través de diversas técnicas que fue descubriendo y desarrollando con el tiempo y la práctica. Él mismo declaró en algún momento que, en su afán de construir cielos llenos de nubes: «me puse a estudiar ese sutil ambiente que registraba la cámara. Una cosa como smog muy ligero. Entonces, por medio de filtros infrarrojos logré quitarlo. De esta forma las nubes salían mejor porque el filtro oscurecía el azul del cielo y realzaba el blanco.1

Asimismo, de acuerdo a José Antonio Rodríguez,  el fotógrafo mexicano sugería que se utilizaran dos negativos, uno para la tierra y otro para el cielo y las nubes. Mucho de su trabajo fue realizado por su grado de dominio del uso de los filtros, la dirección de la luz, el manejo de la iluminación artificial, y otros trucos, como pintar las sombras de los objetos retratados, para hacerlas mucho más notorias.

En gran parte, toda esta visión se derivaba de la perspectiva que Fernández (considerado un recio nacionalista) tenía en la mente sobre el país y lo que lo constituía. Esto no quiere decir que sus películas eran un calco de la vida, sin embargo, se volvieron un emblema que pasó a la historia, y que jamás hubieran sido posibles sin la atinada mirada de Figueroa. «Sus cintas son significativas, no sólo porque tuvieron éxito en crear un espacio para la articulación de lo mexicano, sino porque dentro de ese espacio desafiaron a las tradiciones artísticas de Occidente y a la ideología dominante que traían consigo.

Gabriel Figueroa fue un maestro de la cinefotografía a nivel mundial y un elemento clave para el impulso de la industria mexicana. Es un representante del cine nacional y un artista inolvidable. Es un hombre que luchó por sus ideales y que evolucionó con su trabajo. Es un mexicano cuyo nombre es sinónimo de cinematografía.

Figueroa es un retratista de personajes importantes de la ciudad, y un cinefotógrafo que iluminó a estrellas como Dolores del Río y María Félix. Es el responsable de películas tan emblemáticas como: NazarínEl Ángel Exterminador, Los Olvidados (de Luis Buñuel), Macario (de Roberto Gavaldón), Flor SilvestreSalón MéxicoEnamorada (de Emilio Fernández), El bolero de Raquel (de Miguel Delgado), El fugitivo (de John Ford) y hasta Bajo el Volcán (de John Huston).

En un arte que depende de la luz, él decidió invertir la fórmula y siempre trabajar con sombras, con la especial dialéctica de la imagen proyectada, que sólo existe porque hay luz brillante y luz oscura. Todo lo que nos muestra en su fotografía es expresivo y único y se adapta a toda historia y cualquier director. Figueroa es un maestro que nos reveló a México.

«Puedo decir que jamás he sido ajeno a mi tiempo. Al transfigurar la realidad con un implemento mecánico, la realidad me transfiguraba a mí mismo y me hacía crecer como un hombre entre todos los hombres. Contar historias, evocar historia, inventar historias: mi vida no ha sido más que un accidente en este universo poblado ya con seres intemporales».

Por Cristina Bringas

 

Rodrigo Prieto D.F. de «Silencio»

 

Rodrigo Prieto utilizo película y video para ‘Silencio’ de Martin Scorsese para recrear el Japón del siglo XVII.

En su raíz, el ”Silencio” desafía lo que significa apostar-renunciar a la fe. La historia, adaptada por Jay Cooks y basada en la novela de 1966 de Shusaku Endo, examina el Japón del siglo XVII cuando los funcionarios se sienten amenazados por la propagación del cristianismo entre los pueblos campesinos, forzándolos a abandonar su fe o enfrentar un sufrimiento inminente.

Después de la desaparición del Padre Christavao (Liam Neeson), dos misioneros portugueses, Rodrigues (Andrew Garfield) y Garrpe (Adam Driver), emprenden un viaje para encontrar a su mentor desaparecido y difundir el evangelio del cristianismo.

Martin Scorsese había estado tratando de conseguir el “Silencio” durante 27 años. Después de 15 años de reescrituras, múltiples demandas y talento que abandonó, la película finalmente entró en producción a principios del año pasado.

Filmado en Taipei, Taiwán, en los estudios cinematográficos de CMPC y en sus alrededores, el director de fotografía Rodrigo Prieto combinó películas y formatos digitales, utilizando cámaras ARRI con lentes Hawk, Zeiss y Angenieux Optimo para pintar paisajes exuberantes y capturar la pasión por el triunfo emocional de Scorsese.

Prieto recientemente se sentó con No Film School para compartir su experiencia.

No Film School: Tuviste un año muy ocupado. ¡Tanto Morten Tyldum’s Passengers como Scorese’s Silence están siendo lanzados en el mismo mes!

Rodrigo Prieto: Lo ha sido. De hecho, los coloree uno después del otro. Fue interesante para mí, no sólo preparar y hacer las dos películas – no podría haber sido más diferente. La calificación de “Silencio” fue Japón del siglo XVII y luego pasó a 600 años en el futuro en los pasajeros … ambos tenían apariencias completamente diferentes. Fue bastante divertido.

No Film School:  El silencio era casi 30 años en la fabricación para Scorsese. ¿Cuáles fueron algunas de las primeras conversaciones como con el director?

Rodrigo Prieto:
Marty estaba realmente abierto a todo lo que estaba sucediendo. Evidentemente, había escudriñado diferentes lugares en Japón y Canadá, muchas veces se iba a hacer la película, pero se acercó a la película con el corazón abierto.
Terminé empujando digitalmente a ASA 1600, lo que lo hace un poco más ruidoso, pero de alguna manera ayudó a igualar la estructura de grano de la película».

No Film School: Con Scorsese tan cerca del tema, ¿cómo se materializaron algunos de los primeros elementos visuales?

Rodrigo Prieto: Scorsese es muy meticuloso con su plano de lista y diagramas. Se convierte en parte de la Biblia de lo que estamos rodando. Es interesante porque los hace incluso antes de ver los lugares. Terminó haciendo la mayoría de ellos en Taiwán, donde esta película fue filmada. Algunas de las localizaciones no eran absolutamente fijadas todavía. En el día, nos volveríamos a terminar ajustando como nos fuimos.

Si Marty imagina algo -una cierta toma o movimiento de cámara en su mente- le resulta difícil dejarlo de lado. Diga que algo se mueve de derecha a izquierda en su imaginación, pero la ubicación no funciona de esa manera. Todavía tenemos que encontrar una manera de hacer que funcione de la manera que él lo ha imaginado. Otras veces él sería flexible con lo que la ubicación presentada. Nos mantuvo desafiados.

No Film School: ¿Cómo querías pintar la paleta de colores de la historia?

Rodrigo Prieto: Hay una progresión de color en la película. Nos inspiraron los pintores barrocos, partiendo de tonos más fríos -blues y cyans- y avanzando hacia el verde de la naturaleza, ya que es un personaje importante de la historia. Entonces, pasamos a una sensación más japonesa, si me permite. Fuimos con matices más ámbar, amarillo y oro que representarían el mismo arte de pantalla japonés durante el período Edo.

Marty es conocido por su elaborado lenguaje cinematográfico … Sintió que esta historia requería un lenguaje más sencillo».

No Film School: ¿El período inspiró las composiciones de la cámara?

Rodrigo Prieto:
Desde el principio, hablamos de las restricciones en términos de tiro. Marty es conocido por su elaborado lenguaje cinematográfico; El diseño de tiros complejos le viene naturalmente. Sentía que esta historia requería un lenguaje más sencillo. Esto no significa que el rodaje no fuera extremadamente técnico y desafiante: las tomas son más silenciosas visualmente. Sólo había ciertos casos en los que la cámara se encontraba en una posición extraña o un movimiento repentino de la cámara. Nunca hay un movimiento aleatorio de la cámara para Martin Scorsese. Cada toma proviene del contenido emocional de la historia.

No Film School: ¿Más de un enfoque documental que crear un estilo visual?

Rodrigo Prieto: En cierto modo, pero es más que eso. Marty elige cada ángulo de la cámara, y si la cámara se mueve o no es el resultado de una profunda comprensión de lo que quiere expresar en cada escena. Nunca hay un movimiento aleatorio de la cámara. Cada toma que surge con el contenido emocional de la historia. La cámara está impulsando la energía y si la tensión de la escena requiere que usted sea estático, él irá de esa manera.
Utilizamos la película para lo que es mejor en el tono de la piel y el matiz en las caras y el color del paisaje, a continuación, digital para situaciones de poca luz.

 

D.F. Phedon Papamichael

Fotografiar en blanco y negro no es una tarea fácil y de no tener el más grande de los cuidados, es muy fácil que las texturas se pierdan y todo parezca “aplastado” al no tener algo que nos ayude a definir la profundidad de campo.

Phedon Papamichael, galardonado director de fotografía, nació en Atenas, Grecia y se trasladó con su familia a Alemania, donde en 1982 completó su educación en Bellas Artes, en Munich. Trabajando como fotoperiodista trajo Phedon a Nueva York en 1983, donde comenzó a cruzar en la cinematografía.

Su primer cortometraje, el SPUD de 35mm en blanco y negro, le valió el Premio a la Mejor Fotografía en el Cork Film Festival en Irlanda. Después de una llamada de John Cassavetes, su primo y colaborador posterior, Phedon se trasladó a Los Ángeles. Mientras continuaba trabajando en películas cortas y experimentales, comenzó su carrera como director de fotografía para Roger Corman, para quien fotografió siete películas en dos años.

Phedon ahora cuenta con más de 40 largometrajes en su haber como Director de Fotografía, incluyendo a los primeros block-busters mientras dormías con Sandra Bullock y COOL RUNNINGS, así como PHENOMENON, protagonizada por John Travolta, dirigida por Jon Turteltaub. Sus créditos incluyen muchas películas aclamadas por la crítica, como UNSTRUNG HEROES (Un Certain Regard, Cannes 1995), dirigida por Diane Keaton, y UNHOOK THE STARS, protagonizada por Gena Rowlands y dirigida por Nick Cassavetes. THE MILLION DOLLAR HOTEL, dirigida por Wim Wenders, fue elegida como la película inaugural del Festival de Berlín 2000 y ganó el Gran Premio del Jurado, el Oso de Plata, así como la Cámara de Oro.

THE MONUMENTS MEN, una película de época dirigida por George Clooney y protagonizada por Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchett y Jean Dujardin, que fue filmado en Alemania e Inglaterra. El trabajo de Papamichael también incluye varias incursiones en la televisión. Recibió una nominación a un Premio ASC a la Mejor Fotografía por la innovadora mini-serie WILD PALMS de Oliver Stone, así como su segundo Premio ASC a la Mejor Fotografía por el piloto de Francis Ford Coppola, WHITE DWARF. Phedon reside en Los Ángeles y Atenas, Grecia y habla Inglés fluido, alemán, francés y griego. Es ciudadano alemán, griego y estadounidense.

Fotogramas de las películas: The monuments men, Nebraska, Noche y día, en busca de la felicidad:

 

D.F. Michael Balhaus

«Uno puede hacer cualquier cosa que se proponga.
A veces bnecesitas más tiempo, más esfuerzo
o más dinero, pero al final siempre lo consigues…»

Nacido en 1935 en Berlín hizo su aprendizaje como fotógrafo para posteriormente aprender dirección de cámara en la emisora de radio y televisión Südwestfunk en Baden-Baden. Gracias a su amistad con el director Peter Lilienthal se incorporó como docente en 1968 a la recién creada academia berlinesa de cine y televisión. Las discusiones con los estudiantes, la vivencia de las confrontaciones del movimiento estudiantil, así como la libertad para experimentar que ofrecía la escuela superior de cine terminaron siendo para Ballhaus experiencias extraordinariamente fructíferas en su trabajo con la cámara.

Ballhaus ideó junto con Fassbinder en 1973 durante el rodaje de Martha, el legendario desplazamiento de cámara en 360 grados, en el que la cámara se va moviendo circularmente alrededor de los actores. Este procedimiento llegaría a convertirse luego en su signo distintivo.

Ballhaus emprendió una nueva carrera en los EE.UU. a principios de los años 80. Su primera película en este país, Dear Mr. Wonderful, la filmó junto al director Peter Lilienthal y a un equipo integrado completamente por americanos. En películas como After Hours y GoodFellas hasta llegar a Gangs of New York Ballhaus fue revelándose como un plasmador congenial del mundo de imágenes de Martin Scorsese. Fue así como llegó a convertirse en uno de los camarógrafos más solicitados de Hollywood.

Ballhaus trabajó en los EE.UU. no sólo con Scorsese sino también con directores como John Sales, James Foley, Paul Newman, Peter Yates, Jim Brooks, Frank Oz, Steve Kloves, Francis Ford Cóppola, Wolfgang Petersen, Robert Redford y Mike Nichols.
Ballhaus cultiva una marcada preferencia por la cámara emplazada sobre rieles pero ha sabido perfeccionar también de forma sorprendente los desplazamientos de tipo Steadycam. En el empleo de la cámara manual opta siempre por dejarla «respirar». Maneja a la perfección el efecto de vértigo que se logra al retirar la cámara pero acercando al mismo tiempo la imagen mediante la lente zoom. En un solo plano Ballhaus hace hasta cinco aperturas del diafragma de la cámara y en algunas escenas recurre a veces al Speed-Change, mediante el cual se puede aumentar o reducir la velocidad con la que corre la cinta. En estas técnicas – siempre subordinadas a las historias narradas – consiste la singular estética de Ballhaus.
Se suele sostener que una película de Ballhaus parece siempre más cara de lo que realmente fue.

Ayudó a crear el ambiente terrorifico y aterrador que domina la adaptación de Drácula de Francis Ford Coppola.

Fotogramas de los films: Pandillas de Nueva York, After Hour, La última tentación de cristo, Los fabulosos baker boys y La edad de la inocencia y Drácula:

 

«Una mujer, una pistola y una tienda de fideos»

Jean Oppenheimer

Fotos de Bai Xiaoyan

Cortesia de Picturs Classics

 

El cineasta Zhao Xiao Ding, HKSC, trabajó primero con el director Zhang Yimou en Hero ( AC , septiembre de 2003), actuando como operador de cámara y camarógrafo de segunda unidad bajo Christopher Doyle, ASC, HKSC. En la siguiente película de Zhang, House of Flying Daggers ( AC , enero de 2005), Zhao fue director de fotografía. Las colaboraciones subsiguientes incluyen Curse of the Golden Flower ( AC , enero de 2007), Riding Alone for Thousands to Miles y la Ceremonia de Apertura del Juego de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 . Su última colaboración es A Woman, a Gun and a Noodle Shop , que Zhao describe como un homenaje a la película debut de Coen Brothers 1985 Blood Simple . «Un homenaje, no un remake», afirma. Las tramas son similares: un marido celoso, dueño de una tienda de fideos en la versión china, sospecha de infidelidad de su esposa y contrata a un inspector de policía para que la mate a ella y a su amante. Sin embargo, el amplio humor físico y las caracterizaciones exageradas de la película están diseñadas en Er ren zhua, un género de teatro popular en las áreas rurales del noreste de China. Es tan específico de la región que algunos de los diálogos están en dialecto local. El operador de Steadicam, Raymond Lam, quien tradujo la conversación para AC , comenzó su propia asociación con los dos cineastas de House of Flying Daggers y desde entonces ha trabajado en cada una de sus películas.

AC: Esta es la primera película que has filmado en digital. ¿Por qué optó por lo digital y por qué eligió el Sony F-35? 

Zhao Xiao Ding: He estado filmando comerciales en formato digital por un tiempo, aunque nunca con el Sony F-35. Disfruto del medio y quería probarlo en una función. Las mejores cámaras digitales del mercado son las Arri D-21 y la Sony F-35. Y decidimos probar el F-35. Las cámaras digitales en general son fáciles de usar, y en realidad puedes ver lo que tienes de inmediato, en lugar de esperar a los diarios. Lo digital también ahorra dinero porque no tienes que comprar una película. Otra consideración importante en esta película fue que, si bien tres de los personajes principales, la esposa, su esposo y el inspector de policía, son actores cinematográficos experimentados, los otros tres provienen del mundo de Er ren zhuan y no tienen experiencia cinematográfica. Su actuación es muy espontánea. Hacen algo diferente en cada toma, lo que tiende a causar estragos en la continuidad. Sabíamos que estaríamos filmando muchas imágenes. Además, filmamos casi toda la película con dos cámaras, capturando la acción desde diferentes ángulos (para facilitar la edición).

Hicimos pruebas exhaustivas con el F-35 durante la pre producción y descubrimos que no es diferente de una cámara de película en términos de color, latitud y textura, aunque se puede ver un poco más en las áreas de sombra. Al ajustar las cosas en el DI (en Technicolor Beijing), obtuvimos a estos negros muy profundos. La cámara tenía solo unos seis meses cuando filmamos la película. Lo vi cuando se lanzó en NAB y hablé con la gente de Sony allí.

¿Cómo llegaste a una relación de aspecto y formato? 

Zhao Xiao Ding: El chip CCD del F-35 es del mismo tamaño que el formato de película Super 35 mm, por lo que estábamos filmando el formato Super 35 mm. (La cámara también viene con una clasificación de 450 ASA.) ¿Relación de aspecto? Sony China, donde tengo una relación de larga data, suministra la cámara. Las lentes vinieron de Cinerent Ldt. en Beijing. Teníamos un conjunto completo de números primos maestros (10 mm – 135 mm) y dos zooms Optimo, un T2.8 de 24-290 mm y un T2.2 de 17-80 mm. La imagen está recibiendo tanto un lanzamiento digital como una película.

Describe el estilo visual de la película. 

Zhao Xiao Ding: La película no está ambientada durante ningún período histórico específico. De hecho, Zhang no quería referencias de tiempo. Más bien, quería que la película tuviera un sentimiento misterioso y una especie de aspecto extraño, incluso antinatural. Cada película que hace Zhang es colorida, y esto no fue una excepción. Filmamos en la parte occidental de China, donde los paisajes cambian constantemente de color, dependiendo de la luz y las condiciones climáticas. Todos los paisajes eran ubicaciones reales, y un buen viaje de tres horas desde el estudio. Solo llovió una o dos veces durante el rodaje, pero hubo días en que esperamos y esperamos a que aparezca el sol.

Construimos los escenarios en el lugar, pero filmamos los interiores en el nuevo Estudio de Cine de Beijing del China Film Group. Zhang quería sombras duras durante el día, un alto contraste para las escenas nocturnas, todas las escenas nocturnas se filmaron día por noche y mucha profundidad de campo. Con la excepción de una luna llena CGI, todos los efectos se lograron en la cámara. ¿Las imágenes de lapso de tiempo de las nubes corriendo por el cielo? Las sombras en el suelo no eran disparos;Nos levantamos a las 4a.m. Al principio establecimos la luna llena como la fuente de luz para todos los interiores (nocturnos); Aparentemente, la luz se filtra hacia los edificios a través de listones en los techos. El sol motiva los interiores de todo el día (con la luz que también se filtra por el techo).Para obtener las sombras exactas que queríamos en los exteriores del día, esperamos que el sol alcance ciertos ángulos. Si era demasiado brillante afuera, agregamos NDs. Para las escenas al atardecer, especialmente las tomas de la unidad policial a caballo a galope a lo largo de las carreteras sinuosas, utilizamos un graduado azul y luego aumentamos el azul en el poste. En los exteriores del día por la noche, usamos filtros de graduación para oscurecer el cielo, pero a menudo lanzamos un par de 12K y 18K para resaltar los bordes de los actores. Todo el equipo de iluminación y agarre fue suministrado por Cinerent Beijing. El F-35 en realidad tiene filtros internos, pero encontramos que los filtros de vidrio funcionan mejor.Independientemente de si estuviéramos filmando un día o una escena nocturna, si era demasiado brillante, agregamos NDs.

Solíamos repetir tiros pero siempre con algo diferente. Por ejemplo, en una escena al final de la película, vemos a la esposa corriendo por las escaleras, tratando de escapar del inspector. Usamos una cámara de mano para sugerir su ansiedad. Cuando el detective sube las mismas escaleras detrás de ella, él está casi inhumanamente tranquilo, así que usamos el Steadicam. El mismo disparo pero diferentes tratamientos reflejan los diferentes estados emocionales de los personajes.

Gran parte de la acción de la historia tiene lugar en la oficina del marido, que solo estaba iluminada por la luz de la luna y la luz del sol que se filtraba por el techo. 

Zhao Xiao Ding: El F-35 puede disparar en niveles de muy poca luz. La oficina se construyó en el estudio, aunque la tratamos como un escenario real. Era un espacio pequeño, no más de 400 pies cuadrados, aunque solo quitamos las paredes una vez para disparar algo. Construimos una rejilla de iluminación en lo alto del conjunto y colgamos accesorios de tungsteno con un poco de escarcha; Luego, colocamos cestas, redes y piezas de madera contrachapada (no vistas por el espectador) debajo de las luces para crear patrones de luz irregulares y sombras nítidas en el piso.

Varias imágenes fueron ligeramente alargadas. 

Zhao Xiao Ding: Sí, principalmente las tomas en el patio, donde usamos la lente de 10 mm para crear imágenes distorsionadas. Recuerde, esta es una película intencionalmente irrealista, y está bien si las cosas (no parecen) el mundo real. Utilizamos una lente de 8 mm para algunos de los paisajes con el fin de lograr una distorsión aún mayor.

¿Usaste algún equipo especial en la película? 

Zhao Xiao Ding: Sí, una cámara digital Phantom de alta velocidad para la secuencia al final de la película cuando el inspector está afuera disparando flechas al edificio.El Phantom sube a 1000 cuadros por segundo, aunque solo usamos 500 fps.

¿Qué pasa con la postproducción? 

Zhao Xiao Ding: Captura toda la información que puedas, y lo que quieras cambiar o ajustar lo haces en la publicación. Sony recomienda usar el S-log para películas, así lo hicimos. Es una curva de datos que ya está en la cámara.

¿Cuáles son las desventajas del F-35? 

Zhao Xiao Ding: Debido a que es una cámara electrónica, debe esperar a que se encienda la alimentación para ver a través del visor. Y había muchos cables largos para conectar desde la cámara a la grabadora Sony SRW-1. (La grabadora se puede conectar a la cámara, como una revista, o se puede colocar dentro de la tienda DIT. Lo tuvimos en la tienda el 90 por ciento del tiempo.) Cuando Zhang habló en el walkie-talkie, obtuvimos interferencias. Una vez que usamos cables más cortos y alejamos el DIT del director, se resolvió el problema. El problema también podría haberse resuelto con un cable de fibra óptica, pero, en ese momento, Sony no tenía uno. Ahora lo hacen. Las cámaras digitales siempre son más difíciles para el tirador de enfoque porque él o ella está mirando a través de un visor electrónico, en lugar de uno óptico. Cuando estábamos en el estudio de sonido haciendo primeros planos, el técnico de DIT Stephen Poon tenía que decirnos si estábamos enfocados. Stephen nos lo recomendó Cinerent. Él era genial. Zhang quería mucha profundidad de campo en esta película, y estábamos filmando con una apertura muy pequeña, por lo que el enfoque no fue un gran problema.Finalmente, la cámara utiliza mucha potencia. La mayoría de las veces lo ejecutamos con corriente alterna, en lugar de baterías, porque era más estable. Además, necesitarías reemplazar las baterías cada hora. Yo diría que tomó una semana o dos para que todos se acostumbraran al sistema.Después de eso, todo estaba bien.

¿Usarías la cámara de nuevo? 

Zhao Xiao Ding: Ya tengo. Después de The Noodle Shop , filmé mis siguientes tres películas con ella.

 

Zhao Xiao Ding: Direc. de Fotografía

 

Director de fotografía Zhao Xiao Ding, trabajó por primera vez con el director Zhang Yimou en héroe (AC, septiembre de 2003), que actúa como operador de cámara y cámara de 2da unidad bajo Christopher Doyle, ASC, HKSC. En la siguiente película de Zhang, Casa de las dagas voladoras (CA, enero de 2005), Zhao fue director de fotografía.

Colaboraciones posteriores incluyen maldición de la flor dorada (CA, enero de 2007), montar a caballo de 2005 Alone de miles de millas y el juego de las Olimpiadas de Beijing Ceremonia de Apertura de 2008.
Su última colaboración es una mujer, una pistola y una tienda de fideos, que Zhao describe como un tributo a la de los hermanos Coen 1985 debut Blood Simple película.
«Un homenaje, no una nueva versión,» afirmó.

Fotogramas de las películas: de Zhang Shimou: «La casa de las dagas voladoras», «La maldición de la flor dorada», «De regreso a casa», «Las flores de la guerra», «Un largo y doloroso camino»:

 

La Fotografía detrás de “El peso de la ley”

La fotografía detrás de “El peso de la ley”

LA FOTOGRAFÍA DETRÁS DE “EL PESO DE LA LEY”

Habla Mariana Russo (ADF), Autora de Fotografía de El peso de la ley.

Entrevista: Carlos Wajsman.

¿Cómo entraste en contacto con  el proyecto?

M.R.: Me conectaron Juan Iribas y Celeste Gonzalez  ¡5 días antes de empezar el rodaje! Fue una locura hermosa (ríe). Yo estaba haciendo un documental y me llama Celeste: “Mari, necesito un DF; estoy en preproducción, el DF se fue y necesito que vengas ya”. Les dije que no tres veces antes de aceptar.  Mientras tanto yo estaba filmando muchas horas y hasta terminar el rodaje no podía moverme de Buenos Aires. Les dije que sí un miércoles, usé jueves y viernes para arreglar todo lo pendiente y el sábado estaba viajando para Necochea. Del equipo no conocía a nadie más: mucha gente era de Mar del Plata y yo pude llevar solamente a la gaffer Virginia Rojas, y la foquista Anabel Leandro.

¿Cuál fue tu primera impresión cuando leíste el guión?

M.R.: Fue algo increíble, porque el guión lo leí arriba del micro, viajando para Necochea; lo único que sabía era que el director (que también encarnaba un personaje importante) era Fernán Mirás, que era su primera película, que había un elenco increíble que el director tenía muy clara la idea de lo que quería hacer. La primera impresión del guión fue que era muy complejo. Me pasó algo particular: en el guión no está presente ni el tono ni el espíritu de la película y era algo complicado encontrar ese tono.  La película narra la defensa de un supuesto violador, el descubrimiento de un mal procedimiento judicial, de un caso complicado. Hay un personaje (que es el que protagoniza Fernán) que resulta difícil de contar y había que encontrarle el tono visual a ese personaje con su entorno.

La historia tiene parte de misterio, transcurre al mismo tiempo en el pueblo donde sucedió el supuesto hecho y en la ciudad donde está preso el acusado. Tiene un montón de cosas del género policial, pero no termina de ser un policial, en todo caso es un policial muy extraño. Había que tratar de no caer en lo obvio… podría compararla con Fargo, de los hermanos Cohen: que es un policial, pero tiene unos tiempos de pueblo que resultan extraños.

¿Qué fue lo primero que hablaron con el director? ¿Qué es lo que te pidió?

Contamos con un día para charlar y ponernos de acuerdo antes de empezar el rodaje: lo primero que hicimos fue sentarnos para tratar de entender cómo Fernán quería contar la película. Desde muy temprano recorrimos los decorados de Necochea que se filmarían en la primera semana ¡Esa jornada duró como cinco días para mí! Salimos en el auto y charlamos todo el camino; Íbamos parando en distintos paisajes – que él ya tenía vistos y había seleccionado previamente. Me fue contando toda la película desde su percepción, desde su mirada. Pude ver claro lo que quería contar, la diferencia entre el pueblo y la ciudad. La relación de esos personajes con el paisaje. Los lugares que me mostraba Fernán eran bellos, teníamos que mostrar esa belleza y al mismo tiempo, la desolación que sentían los personajes.

Fernán tiene una formación plástica previa a su carrera de actor, tiene una forma de diálogo con las imágenes que puso al servicio de la película. Esa fue una herramienta maravillosa con la que yo conté: no solamente contaba con un actor detrás de la cámara, sino que también contaba con un artista plástico y eso le hizo muy bien a la película. Él tenía una idea muy clara de lo que quería a nivel plástico, tenía puntos de vista muy precisos y eso lo habilitó para que pudiera pedirme muchas cosas concretas.

¿Qué referencias usaron para comunicarse?

M.R.: Es algo muy loco: no hubo una referencia concreta… ¡no tuvimos tiempo! Nohubo tiempo para sentarnos a deleitarnos con referencias como hice con otros directores u otras películas…

Pero tampoco te dijo ‘me gustaría que esto se viera como en tal película’…

M.R.: No tengo ese recuerdo. Probablemente sí; ese día – y también después – hablamos de cine, de pintura,  pero no tuvimos tiempo de profundizar en un pintor o una imagen… más bien fue mechándose con el relato, porque cuando él me habla de planos generales, yo tengo mi formación, mi imaginario de planos generales y él tiene el suyo. Quizás no pueda hablarse de una referencia concreta, pero yo entendí lo qué me quería pedir; seguramente hubo referencias inconscientes, fue tan rápido todo que las referencias concretas no me las acuerdo… Pero nos pasó algo llamativo: después de haber hecho la película nos reunimos en su casa para ver correcciones del primer corte. En la casa hay una escalera con la pared llena de reproducciones chiquitas de muchos pintores… te puedo asegurar que más de dos tercios de esos pintores son mis preferidos. Hablamos de pintores, pero esas charlas fueron posteriores a la filmación; teníamos un montón de cosas en común, pero las descubrimos en el trascurso del trabajo.

Siempre chequeo con mis directores cuán cerca estoy de lo que se imaginaron, porque es difícil lograr interpretarlos si no hay referencias concretas a determinado color, óptica o técnica. Las referencias te dan un marco: vos te decís: “Ah, acá hay mucho plano general o mucha profundidad de campo; evidentemente a este director le gusta esa forma, ese marco”. Entonces tenés un punto de partida… En el trascurso de esta película pasó varias veces de prender las luces y que Fernán se acerque diciendo “Mariana, ¡esto era lo que yo quería!”

No tuvimos tiempo previo de encuadrar el trabajo en un marco de referencias, pero , de alguna manera, el Fernán Miras pintor encontró la forma de comunicarse conmigo.

Contame cómo se integró el equipo de cámara y luz.

M.R.: Fueron Juan Celestino, el camarógrafo; Antonio de la Garma, el operador HD y Anabel Leandro la asistente de cámara.  Yo operé la segunda cámara, Virginia  Rojas fue la gaffer y los técnicos locales Ariel Vasallo fue el jefe de eléctricos; Ibrian Azzi fue el grip y Daniel Besoytaurube fue el eléctrico. Trabajamos a dos cámaras con un equipo muy reducido y teniendo que superar bastantes inconvenientes técnicos.

¿Qué cámaras y lentes usaron; pudiste intervenir en esa elección?

M.R.: No pude elegir ni las cámaras ni los lentes: las cámaras fueron 2 SONY F3 y lentes de fotografía con un aro controlador MTF  para regular el diafragma, que yo no conocía.

La elección de usar dos cámaras fue acertada, porque teníamos poco tiempo de rodaje; el problema cuando se usan dos cámaras es que tenés que cuidar cómo iluminar para las dos y auto limitarte para que no quede una imagen ‘televisiva’. Entonces generalmente las usamos en el mismo eje, con dos opciones de tamaño de plano distintos. Es como si trabajaras con una sola cámara, pero tenés dos planos en cada toma. En general, trabajar de esta forma no me planteó problemas para la puesta de luz; hubo algunas situaciones donde estábamos muy cortos de tiempo y se trabajó con las cámaras en ángulos diferentes; cuando se trabaja así, siempre una de las dos se ve perjudicada. En general optimizamos la imagen para una cámara y la otra – como digo yo – ‘robaba’ planos. Por lo general, yo hacía la cámara 2, garantizaba la imagen para la cámara 1 y yo captaba lo que podía.

Tuvimos bastantes problemas técnicos con el controlador electrónico: desde el principio no funcionaban bien, entonces teníamos que diafragmar los lentes con una cámara réflex, antes de montarlos en la F3 y no podíamos corregir la apertura una vez montados y este procedimiento retrasaba los tiempos de rodaje. Después lograron que funcionara, pero a final de la primera semana dos lentes se quedaron ‘congelados’ en f2, 8. Entonces tomé la decisión de trabajar con todas las ópticas fijo a f2, 8; así ahorramos bastante tiempo, se solucionó el problema al no tener que diafragmar para cada toma.

Fue un verdadero desafío trabajar como se hacía antiguamente: establecer un diafragma arbitrario y respetarlo para todos los lentes y las tomas. Siempre me había parecido una locura el planteo de trabajar toda una película a un diafragma único, me parecía un capricho. Es un verdadero desafío: tenés que llevar todas las fuentes allí, apantallar las fuentes de luz, usar relleno negativo. Es un trabajo que uno hace habitualmente – siempre tratamos de mantener un contraste óptimo – pero trabajando de ésta forma hay una exigencia de precisión y un desafío mucho mayores, porque tenés que ir a un exterior y usar muchos filtros delante del lente para poder respetar esa apertura única.

¿Pudieron hacer pruebas de cámara?

M.R.: No tuvimos la posibilidad por falta de tiempo. Por suerte yo ya conocía la F3, conocía bien su rango dinámico. Si tengo que trabajar con una cámara que no conozco sí, hago una prueba en todas sus curvas y posibilidades, pero con la F3 ya lo había hecho para otras películas, así que estaba tranquila. Lo que no conocía era ese controlador de apertura… En la mayoría de las películas que hago trabajo en el formato nativo de la cámara, la idea es contar con una curva lo más amplia posible. Trabajamos a ISO 800 y f2, 8; por supuesto, el desafío mayor fue trabajar en esas condiciones en exteriores día…

¿Qué filtros utilizaron?

M.Muchos ND, ND degrade, polarizadores y no mucho más que eso. Nada de filtros de corrección de color, solamente los necesarios para controlar la exposición.

¿Aplicaste algún tipo de LUT?

M.R.: Yo los LUT los aplico según el director, no son para mí. Yo uso los monitores de rodaje más para obtener información sobre el encuadre, que sobre la exposición, el color… De hecho, digo muchas veces en rodaje “esto no va a ser cómo lo ves ahora”. Si el director necesita ver el material de una determinada manera, aplico un LUT para él. Y en ésta película no fue necesario usar LUT.

¿Cómo controlaste la exposición?

M.R.: Como herramienta fundamental de la cámara uso el histograma: lo uso desde hace mucho y lo entiendo bien. Desde mi primera película de ficción en 2010 me resultó útil el histograma, me sirve para chequear dónde estoy parada y así entiendo bien lo que estoy viendo. También uso el spotmeter: sigo usando fotómetros, tanto de luz incidente como de reflejada, porque fue mi primera herramienta y me permite interpretar la escena más allá de la cámara que use o de la curva que aplique. Considero esa herramienta como una extensión de mi ojo; lo tengo siempre en rodaje, circula; en general lo tiene mi gaffer y se lo pido cada tanto para echar una mirada o le pido que me dé la información. En general uso el diafragma que me da el incidente – salvo que esté haciendo algo demasiado extremo – y trato de mantener el contraste dentro de los parámetros que me interesan.

¿Cómo te planteaste el diseño de la puesta de luz?

M.R.: Lo que hago naturalmente, con todas las películas, es mirar lo que me brindan los espacios: hay algo que te lo da solamente cada espacio y yo tengo una manera instintiva de pararme fotográficamente frente a cada decorado. Por supuesto, depende de la película, del guión, de lo que querés contar…y de los ámbitos. En éste caso en particular había dos espacios a contar: el espacio de la ciudad y el del pueblo. La gran diferencia que yo veía – y que estaba marcada no solamente desde el guión, sino desde la historia y la intención de Fernán – era que había dos mundos. Y se planteaba también desde los ritmos: él quería que todo lo que pasara en el pueblo fuera más lento. Entonces teníamos naturalmente dos ámbitos a narrar: la ciudad y el pueblo; La ciudad era el mundo de los abogados, con una cierta verticalidad; y el pueblo, con un ambiente de cierta belleza, de horizontalidad. Contábamos con escenas de bosque donde los personajes se perdían y se encontraban; entonces, ya empezamos a hablar de espacios desde ahí, ¿no? Horizontalidad, verticalidad… ritmos rápidos y lentos, eso ya te empieza a marcar una forma de puesta, es un condicionamiento para todo lo demás. Entre esos dos universos también hay caminos y también hay diagonales; trabajar con la dirección de la luz me permitió explorar ese imaginario.

¿Y cómo influyó todo esto en la fotografía?

M.R.: Primero la selección de los objetivos, de cómo iban a ser narrados esos espacios: más abiertos o cerrados, con más o menos profundidad de campo y fueras de foco… Usamos mucho el lente 35mm. Para mí, la fotografía – antes que la luz – depende del encuadre. Porque me resulta natural pensar primero en el encuadre; la relación que tienen los personajes con el espacio. Cuando llego a los espacios, aplico esa intención: esto será el “bar de campo” y me pregunto  ¿qué me puede dar éste lugar, que puedo usar o qué le tengo que imponer con mí puesta de luz?  Tengo que ver si tiene coherencia con lo que va a pasar acá. A veces inventás una ventana donde no la hay – ahí le estás imponiendo algo al espacio y a veces, con solo elegir el horario y simplemente reforzar lo que hay, el mismo espacio te da lo que buscás…

¿Y tuviste oportunidad de elegir los horarios?

M.R.: Sí, eso fue casi lo único que pude elegir (ríe). Y para mí resulta fundamental poder elegir los horarios y es algo que trato de defender lo máximo posible. Trato de comunicarme con el lugar: no son cuatro paredes nomás, cada lugar tiene su alma y me llevo bien con eso. En todas mis películas, los lugares me dieron algo y creo que lo supe aprovechar.

¿Qué luminarias usaste?

M.R.: Fundamentalmente fresneles; el mayor de 5000w, 2 de 2000w, 3 de 1000w, 3 dinkies de 350w, luces de tubo de 2, de 4 y de 6 tubos, pantallas y difusores. Y muchos dimmers: los dimmers fueron mis mejores amigos en ésta película – especialmente cuando no podía modificar el diafragma. Elegimos los horarios precisos para los exteriores y así los decorados también fueron mis amigos.

¿Cómo construiste tu relación con un equipo humano que no conocías?

M.R.: Mi gran soporte, mano derecha, izquierda y emocional fue Virginia Rojas, la gaffer. Ella fue la gran comunicadora, la que más conoció al equipo de eléctricos. Trabajábamos la puesta antes de entrar a los decorados, la planificación, lo soñado y lo ideal. Y una vez en el lugar, yo sabía que si le pedía algo y ella me decía “esperá”, yo tenía que esperar y explicarle esos tiempos ala dirección. Sabía que tenía que ‘bancar’ determinada situación y mientras tanto con Fernán hablábamos de lo siguiente. Funcionamos perfectas como una dupla, no tuve tiempo humano de conocer en profundidad a los eléctricos del equipo, nos fuimos conociendo, pero la que manejabaesa relación era Virginia, ella sabía lo que podía pedir a nivel humano sin romper a nadie. Yo conocí más rápido al equipo de cámara porque al operar la segunda cámara, era un terreno más cercano.

¿Qué utilizaron para los movimientos de cámara?

M.R.: Usamos mucho carro, kilómetros de vía  y utilizamos un dron un par de días. Había siempre una cámara principal y la otra se ponía donde se podía. Cuando se pone una cámara estás limitando todo: a los actores, a la puesta de luz y a una eventual segunda cámara. Por eso, el diseño lo pensamos siempre desde la cámara y junto con el director. Fernán al principio no tenía claro qué lente utilizar, sabía qué quería ver, yo le ofrecía posibilidades y la diagramación se iba charlando. Era su primer experiencia en la dirección,  entonces muchas veces no hablábamos de distancia focal,  pero sabía con precisión qué quería ver y los movimientos de cámara. Y aprendió muy rápidamente a manejar ese lenguaje, a pedirme: “Necesito un 50mm”.

¿Cómo fue tu relación con la dirección de arte?

M.R.: La mayoría del trabajo del área ya estaba hecho. A mí me encanta trabajar con los directores de arte cuando se parte de la nada, cuando te podés imaginar lo que quieras ¡porque soñar es gratis! Y después te enfrentás con la realidad… Pero acá el trabajo fue distinto. El trabajo fue cuidar el recurso, fue contar con los recursos que teníamos y prestar atención a lo que no teníamos, ver que se hacía con esos vacíos sin perder la magia.  Por ejemplo: todo lo que es cárcel, todo lo que se ve como cárcel en la película, se hizo en un geriátrico. Y vos como DF podés ser el mejor amigo o el peor enemigo del director de arte: podés deschavar todo lo que falta, podés destacar, hacer brillar lo poco que hay o disimular lo que no sirve. Podés matarle una propuesta de color o iluminar en función de su propuesta. Generalmente yo me potencio trabajando con el DA; en éste caso, fue un diálogo difícil, porque pasó más por ver los vacíos, ver lo que no se podía hacer, ambos nos enfrentábamos con el límite de los espacios y los tiempos… Eso generó situaciones curiosas donde inventás cosas: teníamos que hacer la cárcel: “Mariana, tengo una reja que no pude terminar” “No te preocupes, ponela igual y la dejo en sombra, la ponemos a contraluz”. Lo que tratamos de hacer entre los dos era aprovechar lo que había. Más que soñar fue un trabajo de optimizar los recursos.

Por ejemplo: el espacio de la cárcel donde está encerrado el acusado era un garaje lleno de cosas imposibles de mover. Yo sabía que si le pedía que me moviera ese motor de máquina ¡lo mataba! Porque el director de arte no tenía forma, no contaba con recursos ni posibilidad humana de hacerlo… Entonces quedaba un solo punto de vista para poner la cámara: era un espacio cuadrado y una puerta con una reja. Pero en verdad, no se necesitaba mucho más que eso. Por supuesto, había que evitar de ver todo lo que había alrededor de ese espacio de ficción… y pretendíamos que el personaje quedara pequeño en el cuadro. Hubiera sido fácil hacer solo un plano corto con las rejas fuera de foco delante de la cámara, pero necesitábamos contar su soledad, necesitábamos ir más atrás. Fernán quería acercarse con la cámara; si alrededor todo quedaba negro no importaba, mientras lográramos tener el tamaño adecuado de ese personaje en el cuadro. Entonces pusimos un tramo y medio de vías – que era todo lo que entraba en el espacio– empezamos en un plano abierto y nos fuimos acercando hasta un PP. Lo que encontramos desde la luz para agregar tensión a la situación fue poner un tubo fluorescente que parpadeaba. Entonces lo único que tiene esa escena fue una persona en un cuadrado, con la luz de tubo que parpadea, la cámara que se acerca muy lenta ¡y una actuación de puta madre! Hacíamos lo que podíamos con lo que había – pero sin dejar de soñar; nunca dejamos de soñar. Y el actor  hizo una actuación que atravesó el lente; todos nos quedamos en silencio… terminamos de grabar y fuimos a felicitar a Daniel Lambertini, porque la verdad es que habíamos hecho magia, con dos elementos ¡y una persona que sufría de verdad delante del lente!

¿Cómo se encaró la post producción?

M.R.: Trabajamos en Cinecolor con Roberto Zambrino; yo sabía que no tenía un material demasiado prolijo, entonces lo primero que hicimos fue empatar todo el material. Roberto es muy ordenado, entonces empezamos eligiendo dos o tres tomas de cada escena como base y él se dedicó a empatar todo, a poner la luz de cada escena en el nivel adecuado.  Después se trató de acentuar el carácter de contraste de cada escena. Ese carácter estaba bastante claro desde el principio – hay cosas que te pide la misma escena: por ejemplo, en la cárcel había una serie de conos de luz, entonces lo único que había que hacer era acentuar eso que ya estaba propuesto.

Después nos abocamos fundamentalmente a lograr el color.  En las primeras charlas manejamos la posibilidad de color de des saturar las escenas del pueblo, trabajar los sepias, los ocres y si bien eso ya estaba trabajado desde el vestuario, a medida que avanzamos en rodaje nos dimos cuenta que el color tenía que estar presente en esos paisajes: los azules, los verdes, la luz dorada del bosque. El trabajo más complejo fue trabajar con los verdes, controlar los verdes y trabajar las escenas con una progresión hacia una cierta calidez, que es hacia donde tiende la película a medida que la abogada se va adentrando al mundo del pueblo. Fue un trabajo hermoso donde inclusive el colorista propuso sus ideas.

Después de la instancia del color hicimos algunas correcciones concretas con máscaras y efectos: por ejemplo, en una secuencia donde no pude controlar la luz  de las ventanas presentes en el fondo del decorado, se generaron cortinas, se generó cierta información donde no la había.

¿Pero fueron cosas que te encontraste en ese momento o las sabías desde el rodaje?

M.R.: En rodaje ya había visto los inconvenientes, pero con lo recursos con los que contábamos no podíamos controlarlos ahí. Trabajamos sabiendo por experiencias anteriores que teníamos otras posibilidades en post producción. Entonces primero empatamos la exposición, después encaramos el color de la película, después las escenas en las que necesitaban máscaras para corregir alguna zona específica y finalmente esos pequeños tratamientos. Y el resultado es precioso; es un placer ese trabajo.

¿Pero a vos te gusta ese tipo de trabajo, no lo vivís como un parche a lo hecho en el rodaje?

M.R.: Para nada: a mí me gusta entregar a la post el material prolijo, que se tenga que empatar lo menos posible. Esa es mi meta; y como en ésta película no pude hacerlo así, yo le pedía disculpas a Roberto… y él se reía y me decía: “No sabés lo que me traen”. Igual, nos divirtió abocarnos al color: me fascina esa etapa, podés terminar de darle la personalidad a la película; ya la tenía en el rodaje, pero es como poder darle el toque, la puntada final. Ahí se termina de encontrar el carácter que está latente en lo que se hizo durante el rodaje. Es hermoso.

¿Vos – por el hecho de ser una mujer  – te sentís de alguna manera especial en un rol técnico y trabajando con un director hombre?

M.R.: Sí, es algo que siento desde que estudio, pero en ésta película en concreto, lo que a mí me importa es la apertura… Hay algo que sucede, que me sucedió con todos los directores: está el ser humano antes del género. Yo me di cuenta que a lo largo de mi recorrido, trabajé con muchos directores que tenían un buen vínculo con su “lado femenino”… Y yo le aporto una mirada como mujer ¡y también tengo mi lado masculino! Entonces coexisten las dos miradas, tanto en mí como en el otro. Por suerte, me tocó trabajar bastante con gente donde eso está de alguna manera naturalizado. En este caso en particular estuvo naturalizado desde que entré a la película, mi relación con Fernán fue muy natural, óptima. Su mensaje fue “Mariana, vamos a trabajar juntos”. Y así fue.

¿Vos consideras que lograste lo que te propusiste al empezar?

M.R.: Si, a partir de lo que teníamos logramos un resultado hermoso. Y yo no dejé de soñar nunca; lo que a mí más me preocupaba era encontrarle el tono y siempre sentí – en todas las escenas – que nunca nos fuimos de tono; había una tranquilidad respecto a que la película se estaba contando como se tenía que contar; el ambiente y los recursos siempre se pusieron en función de la historia. Pusimos mucho esfuerzo y la película lo vale; hubo una sincronización en las tareas de todos, en un montón de decisiones que terminaron en un buen resultado. Cuando ves la película terminada, te cae la ficha, te das cuenta que estás viendo eso que viniste a hacer. Y eso es algo muy satisfactorio.