D.F. Phedon Papamichael

Fotografiar en blanco y negro no es una tarea fácil y de no tener el más grande de los cuidados, es muy fácil que las texturas se pierdan y todo parezca “aplastado” al no tener algo que nos ayude a definir la profundidad de campo.

Phedon Papamichael, galardonado director de fotografía, nació en Atenas, Grecia y se trasladó con su familia a Alemania, donde en 1982 completó su educación en Bellas Artes, en Munich. Trabajando como fotoperiodista trajo Phedon a Nueva York en 1983, donde comenzó a cruzar en la cinematografía.

Su primer cortometraje, el SPUD de 35mm en blanco y negro, le valió el Premio a la Mejor Fotografía en el Cork Film Festival en Irlanda. Después de una llamada de John Cassavetes, su primo y colaborador posterior, Phedon se trasladó a Los Ángeles. Mientras continuaba trabajando en películas cortas y experimentales, comenzó su carrera como director de fotografía para Roger Corman, para quien fotografió siete películas en dos años.

Phedon ahora cuenta con más de 40 largometrajes en su haber como Director de Fotografía, incluyendo a los primeros block-busters mientras dormías con Sandra Bullock y COOL RUNNINGS, así como PHENOMENON, protagonizada por John Travolta, dirigida por Jon Turteltaub. Sus créditos incluyen muchas películas aclamadas por la crítica, como UNSTRUNG HEROES (Un Certain Regard, Cannes 1995), dirigida por Diane Keaton, y UNHOOK THE STARS, protagonizada por Gena Rowlands y dirigida por Nick Cassavetes. THE MILLION DOLLAR HOTEL, dirigida por Wim Wenders, fue elegida como la película inaugural del Festival de Berlín 2000 y ganó el Gran Premio del Jurado, el Oso de Plata, así como la Cámara de Oro.

THE MONUMENTS MEN, una película de época dirigida por George Clooney y protagonizada por Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchett y Jean Dujardin, que fue filmado en Alemania e Inglaterra. El trabajo de Papamichael también incluye varias incursiones en la televisión. Recibió una nominación a un Premio ASC a la Mejor Fotografía por la innovadora mini-serie WILD PALMS de Oliver Stone, así como su segundo Premio ASC a la Mejor Fotografía por el piloto de Francis Ford Coppola, WHITE DWARF. Phedon reside en Los Ángeles y Atenas, Grecia y habla Inglés fluido, alemán, francés y griego. Es ciudadano alemán, griego y estadounidense.

Fotogramas de las películas: The monuments men, Nebraska, Noche y día, en busca de la felicidad:

 

D.F. Michael Balhaus

«Uno puede hacer cualquier cosa que se proponga.
A veces bnecesitas más tiempo, más esfuerzo
o más dinero, pero al final siempre lo consigues…»

Nacido en 1935 en Berlín hizo su aprendizaje como fotógrafo para posteriormente aprender dirección de cámara en la emisora de radio y televisión Südwestfunk en Baden-Baden. Gracias a su amistad con el director Peter Lilienthal se incorporó como docente en 1968 a la recién creada academia berlinesa de cine y televisión. Las discusiones con los estudiantes, la vivencia de las confrontaciones del movimiento estudiantil, así como la libertad para experimentar que ofrecía la escuela superior de cine terminaron siendo para Ballhaus experiencias extraordinariamente fructíferas en su trabajo con la cámara.

Ballhaus ideó junto con Fassbinder en 1973 durante el rodaje de Martha, el legendario desplazamiento de cámara en 360 grados, en el que la cámara se va moviendo circularmente alrededor de los actores. Este procedimiento llegaría a convertirse luego en su signo distintivo.

Ballhaus emprendió una nueva carrera en los EE.UU. a principios de los años 80. Su primera película en este país, Dear Mr. Wonderful, la filmó junto al director Peter Lilienthal y a un equipo integrado completamente por americanos. En películas como After Hours y GoodFellas hasta llegar a Gangs of New York Ballhaus fue revelándose como un plasmador congenial del mundo de imágenes de Martin Scorsese. Fue así como llegó a convertirse en uno de los camarógrafos más solicitados de Hollywood.

Ballhaus trabajó en los EE.UU. no sólo con Scorsese sino también con directores como John Sales, James Foley, Paul Newman, Peter Yates, Jim Brooks, Frank Oz, Steve Kloves, Francis Ford Cóppola, Wolfgang Petersen, Robert Redford y Mike Nichols.
Ballhaus cultiva una marcada preferencia por la cámara emplazada sobre rieles pero ha sabido perfeccionar también de forma sorprendente los desplazamientos de tipo Steadycam. En el empleo de la cámara manual opta siempre por dejarla «respirar». Maneja a la perfección el efecto de vértigo que se logra al retirar la cámara pero acercando al mismo tiempo la imagen mediante la lente zoom. En un solo plano Ballhaus hace hasta cinco aperturas del diafragma de la cámara y en algunas escenas recurre a veces al Speed-Change, mediante el cual se puede aumentar o reducir la velocidad con la que corre la cinta. En estas técnicas – siempre subordinadas a las historias narradas – consiste la singular estética de Ballhaus.
Se suele sostener que una película de Ballhaus parece siempre más cara de lo que realmente fue.

Ayudó a crear el ambiente terrorifico y aterrador que domina la adaptación de Drácula de Francis Ford Coppola.

Fotogramas de los films: Pandillas de Nueva York, After Hour, La última tentación de cristo, Los fabulosos baker boys y La edad de la inocencia y Drácula:

 

«Una mujer, una pistola y una tienda de fideos»

Jean Oppenheimer

Fotos de Bai Xiaoyan

Cortesia de Picturs Classics

 

El cineasta Zhao Xiao Ding, HKSC, trabajó primero con el director Zhang Yimou en Hero ( AC , septiembre de 2003), actuando como operador de cámara y camarógrafo de segunda unidad bajo Christopher Doyle, ASC, HKSC. En la siguiente película de Zhang, House of Flying Daggers ( AC , enero de 2005), Zhao fue director de fotografía. Las colaboraciones subsiguientes incluyen Curse of the Golden Flower ( AC , enero de 2007), Riding Alone for Thousands to Miles y la Ceremonia de Apertura del Juego de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 . Su última colaboración es A Woman, a Gun and a Noodle Shop , que Zhao describe como un homenaje a la película debut de Coen Brothers 1985 Blood Simple . «Un homenaje, no un remake», afirma. Las tramas son similares: un marido celoso, dueño de una tienda de fideos en la versión china, sospecha de infidelidad de su esposa y contrata a un inspector de policía para que la mate a ella y a su amante. Sin embargo, el amplio humor físico y las caracterizaciones exageradas de la película están diseñadas en Er ren zhua, un género de teatro popular en las áreas rurales del noreste de China. Es tan específico de la región que algunos de los diálogos están en dialecto local. El operador de Steadicam, Raymond Lam, quien tradujo la conversación para AC , comenzó su propia asociación con los dos cineastas de House of Flying Daggers y desde entonces ha trabajado en cada una de sus películas.

AC: Esta es la primera película que has filmado en digital. ¿Por qué optó por lo digital y por qué eligió el Sony F-35? 

Zhao Xiao Ding: He estado filmando comerciales en formato digital por un tiempo, aunque nunca con el Sony F-35. Disfruto del medio y quería probarlo en una función. Las mejores cámaras digitales del mercado son las Arri D-21 y la Sony F-35. Y decidimos probar el F-35. Las cámaras digitales en general son fáciles de usar, y en realidad puedes ver lo que tienes de inmediato, en lugar de esperar a los diarios. Lo digital también ahorra dinero porque no tienes que comprar una película. Otra consideración importante en esta película fue que, si bien tres de los personajes principales, la esposa, su esposo y el inspector de policía, son actores cinematográficos experimentados, los otros tres provienen del mundo de Er ren zhuan y no tienen experiencia cinematográfica. Su actuación es muy espontánea. Hacen algo diferente en cada toma, lo que tiende a causar estragos en la continuidad. Sabíamos que estaríamos filmando muchas imágenes. Además, filmamos casi toda la película con dos cámaras, capturando la acción desde diferentes ángulos (para facilitar la edición).

Hicimos pruebas exhaustivas con el F-35 durante la pre producción y descubrimos que no es diferente de una cámara de película en términos de color, latitud y textura, aunque se puede ver un poco más en las áreas de sombra. Al ajustar las cosas en el DI (en Technicolor Beijing), obtuvimos a estos negros muy profundos. La cámara tenía solo unos seis meses cuando filmamos la película. Lo vi cuando se lanzó en NAB y hablé con la gente de Sony allí.

¿Cómo llegaste a una relación de aspecto y formato? 

Zhao Xiao Ding: El chip CCD del F-35 es del mismo tamaño que el formato de película Super 35 mm, por lo que estábamos filmando el formato Super 35 mm. (La cámara también viene con una clasificación de 450 ASA.) ¿Relación de aspecto? Sony China, donde tengo una relación de larga data, suministra la cámara. Las lentes vinieron de Cinerent Ldt. en Beijing. Teníamos un conjunto completo de números primos maestros (10 mm – 135 mm) y dos zooms Optimo, un T2.8 de 24-290 mm y un T2.2 de 17-80 mm. La imagen está recibiendo tanto un lanzamiento digital como una película.

Describe el estilo visual de la película. 

Zhao Xiao Ding: La película no está ambientada durante ningún período histórico específico. De hecho, Zhang no quería referencias de tiempo. Más bien, quería que la película tuviera un sentimiento misterioso y una especie de aspecto extraño, incluso antinatural. Cada película que hace Zhang es colorida, y esto no fue una excepción. Filmamos en la parte occidental de China, donde los paisajes cambian constantemente de color, dependiendo de la luz y las condiciones climáticas. Todos los paisajes eran ubicaciones reales, y un buen viaje de tres horas desde el estudio. Solo llovió una o dos veces durante el rodaje, pero hubo días en que esperamos y esperamos a que aparezca el sol.

Construimos los escenarios en el lugar, pero filmamos los interiores en el nuevo Estudio de Cine de Beijing del China Film Group. Zhang quería sombras duras durante el día, un alto contraste para las escenas nocturnas, todas las escenas nocturnas se filmaron día por noche y mucha profundidad de campo. Con la excepción de una luna llena CGI, todos los efectos se lograron en la cámara. ¿Las imágenes de lapso de tiempo de las nubes corriendo por el cielo? Las sombras en el suelo no eran disparos;Nos levantamos a las 4a.m. Al principio establecimos la luna llena como la fuente de luz para todos los interiores (nocturnos); Aparentemente, la luz se filtra hacia los edificios a través de listones en los techos. El sol motiva los interiores de todo el día (con la luz que también se filtra por el techo).Para obtener las sombras exactas que queríamos en los exteriores del día, esperamos que el sol alcance ciertos ángulos. Si era demasiado brillante afuera, agregamos NDs. Para las escenas al atardecer, especialmente las tomas de la unidad policial a caballo a galope a lo largo de las carreteras sinuosas, utilizamos un graduado azul y luego aumentamos el azul en el poste. En los exteriores del día por la noche, usamos filtros de graduación para oscurecer el cielo, pero a menudo lanzamos un par de 12K y 18K para resaltar los bordes de los actores. Todo el equipo de iluminación y agarre fue suministrado por Cinerent Beijing. El F-35 en realidad tiene filtros internos, pero encontramos que los filtros de vidrio funcionan mejor.Independientemente de si estuviéramos filmando un día o una escena nocturna, si era demasiado brillante, agregamos NDs.

Solíamos repetir tiros pero siempre con algo diferente. Por ejemplo, en una escena al final de la película, vemos a la esposa corriendo por las escaleras, tratando de escapar del inspector. Usamos una cámara de mano para sugerir su ansiedad. Cuando el detective sube las mismas escaleras detrás de ella, él está casi inhumanamente tranquilo, así que usamos el Steadicam. El mismo disparo pero diferentes tratamientos reflejan los diferentes estados emocionales de los personajes.

Gran parte de la acción de la historia tiene lugar en la oficina del marido, que solo estaba iluminada por la luz de la luna y la luz del sol que se filtraba por el techo. 

Zhao Xiao Ding: El F-35 puede disparar en niveles de muy poca luz. La oficina se construyó en el estudio, aunque la tratamos como un escenario real. Era un espacio pequeño, no más de 400 pies cuadrados, aunque solo quitamos las paredes una vez para disparar algo. Construimos una rejilla de iluminación en lo alto del conjunto y colgamos accesorios de tungsteno con un poco de escarcha; Luego, colocamos cestas, redes y piezas de madera contrachapada (no vistas por el espectador) debajo de las luces para crear patrones de luz irregulares y sombras nítidas en el piso.

Varias imágenes fueron ligeramente alargadas. 

Zhao Xiao Ding: Sí, principalmente las tomas en el patio, donde usamos la lente de 10 mm para crear imágenes distorsionadas. Recuerde, esta es una película intencionalmente irrealista, y está bien si las cosas (no parecen) el mundo real. Utilizamos una lente de 8 mm para algunos de los paisajes con el fin de lograr una distorsión aún mayor.

¿Usaste algún equipo especial en la película? 

Zhao Xiao Ding: Sí, una cámara digital Phantom de alta velocidad para la secuencia al final de la película cuando el inspector está afuera disparando flechas al edificio.El Phantom sube a 1000 cuadros por segundo, aunque solo usamos 500 fps.

¿Qué pasa con la postproducción? 

Zhao Xiao Ding: Captura toda la información que puedas, y lo que quieras cambiar o ajustar lo haces en la publicación. Sony recomienda usar el S-log para películas, así lo hicimos. Es una curva de datos que ya está en la cámara.

¿Cuáles son las desventajas del F-35? 

Zhao Xiao Ding: Debido a que es una cámara electrónica, debe esperar a que se encienda la alimentación para ver a través del visor. Y había muchos cables largos para conectar desde la cámara a la grabadora Sony SRW-1. (La grabadora se puede conectar a la cámara, como una revista, o se puede colocar dentro de la tienda DIT. Lo tuvimos en la tienda el 90 por ciento del tiempo.) Cuando Zhang habló en el walkie-talkie, obtuvimos interferencias. Una vez que usamos cables más cortos y alejamos el DIT del director, se resolvió el problema. El problema también podría haberse resuelto con un cable de fibra óptica, pero, en ese momento, Sony no tenía uno. Ahora lo hacen. Las cámaras digitales siempre son más difíciles para el tirador de enfoque porque él o ella está mirando a través de un visor electrónico, en lugar de uno óptico. Cuando estábamos en el estudio de sonido haciendo primeros planos, el técnico de DIT Stephen Poon tenía que decirnos si estábamos enfocados. Stephen nos lo recomendó Cinerent. Él era genial. Zhang quería mucha profundidad de campo en esta película, y estábamos filmando con una apertura muy pequeña, por lo que el enfoque no fue un gran problema.Finalmente, la cámara utiliza mucha potencia. La mayoría de las veces lo ejecutamos con corriente alterna, en lugar de baterías, porque era más estable. Además, necesitarías reemplazar las baterías cada hora. Yo diría que tomó una semana o dos para que todos se acostumbraran al sistema.Después de eso, todo estaba bien.

¿Usarías la cámara de nuevo? 

Zhao Xiao Ding: Ya tengo. Después de The Noodle Shop , filmé mis siguientes tres películas con ella.

 

Zhao Xiao Ding: Direc. de Fotografía

 

Director de fotografía Zhao Xiao Ding, trabajó por primera vez con el director Zhang Yimou en héroe (AC, septiembre de 2003), que actúa como operador de cámara y cámara de 2da unidad bajo Christopher Doyle, ASC, HKSC. En la siguiente película de Zhang, Casa de las dagas voladoras (CA, enero de 2005), Zhao fue director de fotografía.

Colaboraciones posteriores incluyen maldición de la flor dorada (CA, enero de 2007), montar a caballo de 2005 Alone de miles de millas y el juego de las Olimpiadas de Beijing Ceremonia de Apertura de 2008.
Su última colaboración es una mujer, una pistola y una tienda de fideos, que Zhao describe como un tributo a la de los hermanos Coen 1985 debut Blood Simple película.
«Un homenaje, no una nueva versión,» afirmó.

Fotogramas de las películas: de Zhang Shimou: «La casa de las dagas voladoras», «La maldición de la flor dorada», «De regreso a casa», «Las flores de la guerra», «Un largo y doloroso camino»:

 

La Fotografía detrás de “El peso de la ley”

La fotografía detrás de “El peso de la ley”

LA FOTOGRAFÍA DETRÁS DE “EL PESO DE LA LEY”

Habla Mariana Russo (ADF), Autora de Fotografía de El peso de la ley.

Entrevista: Carlos Wajsman.

¿Cómo entraste en contacto con  el proyecto?

M.R.: Me conectaron Juan Iribas y Celeste Gonzalez  ¡5 días antes de empezar el rodaje! Fue una locura hermosa (ríe). Yo estaba haciendo un documental y me llama Celeste: “Mari, necesito un DF; estoy en preproducción, el DF se fue y necesito que vengas ya”. Les dije que no tres veces antes de aceptar.  Mientras tanto yo estaba filmando muchas horas y hasta terminar el rodaje no podía moverme de Buenos Aires. Les dije que sí un miércoles, usé jueves y viernes para arreglar todo lo pendiente y el sábado estaba viajando para Necochea. Del equipo no conocía a nadie más: mucha gente era de Mar del Plata y yo pude llevar solamente a la gaffer Virginia Rojas, y la foquista Anabel Leandro.

¿Cuál fue tu primera impresión cuando leíste el guión?

M.R.: Fue algo increíble, porque el guión lo leí arriba del micro, viajando para Necochea; lo único que sabía era que el director (que también encarnaba un personaje importante) era Fernán Mirás, que era su primera película, que había un elenco increíble que el director tenía muy clara la idea de lo que quería hacer. La primera impresión del guión fue que era muy complejo. Me pasó algo particular: en el guión no está presente ni el tono ni el espíritu de la película y era algo complicado encontrar ese tono.  La película narra la defensa de un supuesto violador, el descubrimiento de un mal procedimiento judicial, de un caso complicado. Hay un personaje (que es el que protagoniza Fernán) que resulta difícil de contar y había que encontrarle el tono visual a ese personaje con su entorno.

La historia tiene parte de misterio, transcurre al mismo tiempo en el pueblo donde sucedió el supuesto hecho y en la ciudad donde está preso el acusado. Tiene un montón de cosas del género policial, pero no termina de ser un policial, en todo caso es un policial muy extraño. Había que tratar de no caer en lo obvio… podría compararla con Fargo, de los hermanos Cohen: que es un policial, pero tiene unos tiempos de pueblo que resultan extraños.

¿Qué fue lo primero que hablaron con el director? ¿Qué es lo que te pidió?

Contamos con un día para charlar y ponernos de acuerdo antes de empezar el rodaje: lo primero que hicimos fue sentarnos para tratar de entender cómo Fernán quería contar la película. Desde muy temprano recorrimos los decorados de Necochea que se filmarían en la primera semana ¡Esa jornada duró como cinco días para mí! Salimos en el auto y charlamos todo el camino; Íbamos parando en distintos paisajes – que él ya tenía vistos y había seleccionado previamente. Me fue contando toda la película desde su percepción, desde su mirada. Pude ver claro lo que quería contar, la diferencia entre el pueblo y la ciudad. La relación de esos personajes con el paisaje. Los lugares que me mostraba Fernán eran bellos, teníamos que mostrar esa belleza y al mismo tiempo, la desolación que sentían los personajes.

Fernán tiene una formación plástica previa a su carrera de actor, tiene una forma de diálogo con las imágenes que puso al servicio de la película. Esa fue una herramienta maravillosa con la que yo conté: no solamente contaba con un actor detrás de la cámara, sino que también contaba con un artista plástico y eso le hizo muy bien a la película. Él tenía una idea muy clara de lo que quería a nivel plástico, tenía puntos de vista muy precisos y eso lo habilitó para que pudiera pedirme muchas cosas concretas.

¿Qué referencias usaron para comunicarse?

M.R.: Es algo muy loco: no hubo una referencia concreta… ¡no tuvimos tiempo! Nohubo tiempo para sentarnos a deleitarnos con referencias como hice con otros directores u otras películas…

Pero tampoco te dijo ‘me gustaría que esto se viera como en tal película’…

M.R.: No tengo ese recuerdo. Probablemente sí; ese día – y también después – hablamos de cine, de pintura,  pero no tuvimos tiempo de profundizar en un pintor o una imagen… más bien fue mechándose con el relato, porque cuando él me habla de planos generales, yo tengo mi formación, mi imaginario de planos generales y él tiene el suyo. Quizás no pueda hablarse de una referencia concreta, pero yo entendí lo qué me quería pedir; seguramente hubo referencias inconscientes, fue tan rápido todo que las referencias concretas no me las acuerdo… Pero nos pasó algo llamativo: después de haber hecho la película nos reunimos en su casa para ver correcciones del primer corte. En la casa hay una escalera con la pared llena de reproducciones chiquitas de muchos pintores… te puedo asegurar que más de dos tercios de esos pintores son mis preferidos. Hablamos de pintores, pero esas charlas fueron posteriores a la filmación; teníamos un montón de cosas en común, pero las descubrimos en el trascurso del trabajo.

Siempre chequeo con mis directores cuán cerca estoy de lo que se imaginaron, porque es difícil lograr interpretarlos si no hay referencias concretas a determinado color, óptica o técnica. Las referencias te dan un marco: vos te decís: “Ah, acá hay mucho plano general o mucha profundidad de campo; evidentemente a este director le gusta esa forma, ese marco”. Entonces tenés un punto de partida… En el trascurso de esta película pasó varias veces de prender las luces y que Fernán se acerque diciendo “Mariana, ¡esto era lo que yo quería!”

No tuvimos tiempo previo de encuadrar el trabajo en un marco de referencias, pero , de alguna manera, el Fernán Miras pintor encontró la forma de comunicarse conmigo.

Contame cómo se integró el equipo de cámara y luz.

M.R.: Fueron Juan Celestino, el camarógrafo; Antonio de la Garma, el operador HD y Anabel Leandro la asistente de cámara.  Yo operé la segunda cámara, Virginia  Rojas fue la gaffer y los técnicos locales Ariel Vasallo fue el jefe de eléctricos; Ibrian Azzi fue el grip y Daniel Besoytaurube fue el eléctrico. Trabajamos a dos cámaras con un equipo muy reducido y teniendo que superar bastantes inconvenientes técnicos.

¿Qué cámaras y lentes usaron; pudiste intervenir en esa elección?

M.R.: No pude elegir ni las cámaras ni los lentes: las cámaras fueron 2 SONY F3 y lentes de fotografía con un aro controlador MTF  para regular el diafragma, que yo no conocía.

La elección de usar dos cámaras fue acertada, porque teníamos poco tiempo de rodaje; el problema cuando se usan dos cámaras es que tenés que cuidar cómo iluminar para las dos y auto limitarte para que no quede una imagen ‘televisiva’. Entonces generalmente las usamos en el mismo eje, con dos opciones de tamaño de plano distintos. Es como si trabajaras con una sola cámara, pero tenés dos planos en cada toma. En general, trabajar de esta forma no me planteó problemas para la puesta de luz; hubo algunas situaciones donde estábamos muy cortos de tiempo y se trabajó con las cámaras en ángulos diferentes; cuando se trabaja así, siempre una de las dos se ve perjudicada. En general optimizamos la imagen para una cámara y la otra – como digo yo – ‘robaba’ planos. Por lo general, yo hacía la cámara 2, garantizaba la imagen para la cámara 1 y yo captaba lo que podía.

Tuvimos bastantes problemas técnicos con el controlador electrónico: desde el principio no funcionaban bien, entonces teníamos que diafragmar los lentes con una cámara réflex, antes de montarlos en la F3 y no podíamos corregir la apertura una vez montados y este procedimiento retrasaba los tiempos de rodaje. Después lograron que funcionara, pero a final de la primera semana dos lentes se quedaron ‘congelados’ en f2, 8. Entonces tomé la decisión de trabajar con todas las ópticas fijo a f2, 8; así ahorramos bastante tiempo, se solucionó el problema al no tener que diafragmar para cada toma.

Fue un verdadero desafío trabajar como se hacía antiguamente: establecer un diafragma arbitrario y respetarlo para todos los lentes y las tomas. Siempre me había parecido una locura el planteo de trabajar toda una película a un diafragma único, me parecía un capricho. Es un verdadero desafío: tenés que llevar todas las fuentes allí, apantallar las fuentes de luz, usar relleno negativo. Es un trabajo que uno hace habitualmente – siempre tratamos de mantener un contraste óptimo – pero trabajando de ésta forma hay una exigencia de precisión y un desafío mucho mayores, porque tenés que ir a un exterior y usar muchos filtros delante del lente para poder respetar esa apertura única.

¿Pudieron hacer pruebas de cámara?

M.R.: No tuvimos la posibilidad por falta de tiempo. Por suerte yo ya conocía la F3, conocía bien su rango dinámico. Si tengo que trabajar con una cámara que no conozco sí, hago una prueba en todas sus curvas y posibilidades, pero con la F3 ya lo había hecho para otras películas, así que estaba tranquila. Lo que no conocía era ese controlador de apertura… En la mayoría de las películas que hago trabajo en el formato nativo de la cámara, la idea es contar con una curva lo más amplia posible. Trabajamos a ISO 800 y f2, 8; por supuesto, el desafío mayor fue trabajar en esas condiciones en exteriores día…

¿Qué filtros utilizaron?

M.Muchos ND, ND degrade, polarizadores y no mucho más que eso. Nada de filtros de corrección de color, solamente los necesarios para controlar la exposición.

¿Aplicaste algún tipo de LUT?

M.R.: Yo los LUT los aplico según el director, no son para mí. Yo uso los monitores de rodaje más para obtener información sobre el encuadre, que sobre la exposición, el color… De hecho, digo muchas veces en rodaje “esto no va a ser cómo lo ves ahora”. Si el director necesita ver el material de una determinada manera, aplico un LUT para él. Y en ésta película no fue necesario usar LUT.

¿Cómo controlaste la exposición?

M.R.: Como herramienta fundamental de la cámara uso el histograma: lo uso desde hace mucho y lo entiendo bien. Desde mi primera película de ficción en 2010 me resultó útil el histograma, me sirve para chequear dónde estoy parada y así entiendo bien lo que estoy viendo. También uso el spotmeter: sigo usando fotómetros, tanto de luz incidente como de reflejada, porque fue mi primera herramienta y me permite interpretar la escena más allá de la cámara que use o de la curva que aplique. Considero esa herramienta como una extensión de mi ojo; lo tengo siempre en rodaje, circula; en general lo tiene mi gaffer y se lo pido cada tanto para echar una mirada o le pido que me dé la información. En general uso el diafragma que me da el incidente – salvo que esté haciendo algo demasiado extremo – y trato de mantener el contraste dentro de los parámetros que me interesan.

¿Cómo te planteaste el diseño de la puesta de luz?

M.R.: Lo que hago naturalmente, con todas las películas, es mirar lo que me brindan los espacios: hay algo que te lo da solamente cada espacio y yo tengo una manera instintiva de pararme fotográficamente frente a cada decorado. Por supuesto, depende de la película, del guión, de lo que querés contar…y de los ámbitos. En éste caso en particular había dos espacios a contar: el espacio de la ciudad y el del pueblo. La gran diferencia que yo veía – y que estaba marcada no solamente desde el guión, sino desde la historia y la intención de Fernán – era que había dos mundos. Y se planteaba también desde los ritmos: él quería que todo lo que pasara en el pueblo fuera más lento. Entonces teníamos naturalmente dos ámbitos a narrar: la ciudad y el pueblo; La ciudad era el mundo de los abogados, con una cierta verticalidad; y el pueblo, con un ambiente de cierta belleza, de horizontalidad. Contábamos con escenas de bosque donde los personajes se perdían y se encontraban; entonces, ya empezamos a hablar de espacios desde ahí, ¿no? Horizontalidad, verticalidad… ritmos rápidos y lentos, eso ya te empieza a marcar una forma de puesta, es un condicionamiento para todo lo demás. Entre esos dos universos también hay caminos y también hay diagonales; trabajar con la dirección de la luz me permitió explorar ese imaginario.

¿Y cómo influyó todo esto en la fotografía?

M.R.: Primero la selección de los objetivos, de cómo iban a ser narrados esos espacios: más abiertos o cerrados, con más o menos profundidad de campo y fueras de foco… Usamos mucho el lente 35mm. Para mí, la fotografía – antes que la luz – depende del encuadre. Porque me resulta natural pensar primero en el encuadre; la relación que tienen los personajes con el espacio. Cuando llego a los espacios, aplico esa intención: esto será el “bar de campo” y me pregunto  ¿qué me puede dar éste lugar, que puedo usar o qué le tengo que imponer con mí puesta de luz?  Tengo que ver si tiene coherencia con lo que va a pasar acá. A veces inventás una ventana donde no la hay – ahí le estás imponiendo algo al espacio y a veces, con solo elegir el horario y simplemente reforzar lo que hay, el mismo espacio te da lo que buscás…

¿Y tuviste oportunidad de elegir los horarios?

M.R.: Sí, eso fue casi lo único que pude elegir (ríe). Y para mí resulta fundamental poder elegir los horarios y es algo que trato de defender lo máximo posible. Trato de comunicarme con el lugar: no son cuatro paredes nomás, cada lugar tiene su alma y me llevo bien con eso. En todas mis películas, los lugares me dieron algo y creo que lo supe aprovechar.

¿Qué luminarias usaste?

M.R.: Fundamentalmente fresneles; el mayor de 5000w, 2 de 2000w, 3 de 1000w, 3 dinkies de 350w, luces de tubo de 2, de 4 y de 6 tubos, pantallas y difusores. Y muchos dimmers: los dimmers fueron mis mejores amigos en ésta película – especialmente cuando no podía modificar el diafragma. Elegimos los horarios precisos para los exteriores y así los decorados también fueron mis amigos.

¿Cómo construiste tu relación con un equipo humano que no conocías?

M.R.: Mi gran soporte, mano derecha, izquierda y emocional fue Virginia Rojas, la gaffer. Ella fue la gran comunicadora, la que más conoció al equipo de eléctricos. Trabajábamos la puesta antes de entrar a los decorados, la planificación, lo soñado y lo ideal. Y una vez en el lugar, yo sabía que si le pedía algo y ella me decía “esperá”, yo tenía que esperar y explicarle esos tiempos ala dirección. Sabía que tenía que ‘bancar’ determinada situación y mientras tanto con Fernán hablábamos de lo siguiente. Funcionamos perfectas como una dupla, no tuve tiempo humano de conocer en profundidad a los eléctricos del equipo, nos fuimos conociendo, pero la que manejabaesa relación era Virginia, ella sabía lo que podía pedir a nivel humano sin romper a nadie. Yo conocí más rápido al equipo de cámara porque al operar la segunda cámara, era un terreno más cercano.

¿Qué utilizaron para los movimientos de cámara?

M.R.: Usamos mucho carro, kilómetros de vía  y utilizamos un dron un par de días. Había siempre una cámara principal y la otra se ponía donde se podía. Cuando se pone una cámara estás limitando todo: a los actores, a la puesta de luz y a una eventual segunda cámara. Por eso, el diseño lo pensamos siempre desde la cámara y junto con el director. Fernán al principio no tenía claro qué lente utilizar, sabía qué quería ver, yo le ofrecía posibilidades y la diagramación se iba charlando. Era su primer experiencia en la dirección,  entonces muchas veces no hablábamos de distancia focal,  pero sabía con precisión qué quería ver y los movimientos de cámara. Y aprendió muy rápidamente a manejar ese lenguaje, a pedirme: “Necesito un 50mm”.

¿Cómo fue tu relación con la dirección de arte?

M.R.: La mayoría del trabajo del área ya estaba hecho. A mí me encanta trabajar con los directores de arte cuando se parte de la nada, cuando te podés imaginar lo que quieras ¡porque soñar es gratis! Y después te enfrentás con la realidad… Pero acá el trabajo fue distinto. El trabajo fue cuidar el recurso, fue contar con los recursos que teníamos y prestar atención a lo que no teníamos, ver que se hacía con esos vacíos sin perder la magia.  Por ejemplo: todo lo que es cárcel, todo lo que se ve como cárcel en la película, se hizo en un geriátrico. Y vos como DF podés ser el mejor amigo o el peor enemigo del director de arte: podés deschavar todo lo que falta, podés destacar, hacer brillar lo poco que hay o disimular lo que no sirve. Podés matarle una propuesta de color o iluminar en función de su propuesta. Generalmente yo me potencio trabajando con el DA; en éste caso, fue un diálogo difícil, porque pasó más por ver los vacíos, ver lo que no se podía hacer, ambos nos enfrentábamos con el límite de los espacios y los tiempos… Eso generó situaciones curiosas donde inventás cosas: teníamos que hacer la cárcel: “Mariana, tengo una reja que no pude terminar” “No te preocupes, ponela igual y la dejo en sombra, la ponemos a contraluz”. Lo que tratamos de hacer entre los dos era aprovechar lo que había. Más que soñar fue un trabajo de optimizar los recursos.

Por ejemplo: el espacio de la cárcel donde está encerrado el acusado era un garaje lleno de cosas imposibles de mover. Yo sabía que si le pedía que me moviera ese motor de máquina ¡lo mataba! Porque el director de arte no tenía forma, no contaba con recursos ni posibilidad humana de hacerlo… Entonces quedaba un solo punto de vista para poner la cámara: era un espacio cuadrado y una puerta con una reja. Pero en verdad, no se necesitaba mucho más que eso. Por supuesto, había que evitar de ver todo lo que había alrededor de ese espacio de ficción… y pretendíamos que el personaje quedara pequeño en el cuadro. Hubiera sido fácil hacer solo un plano corto con las rejas fuera de foco delante de la cámara, pero necesitábamos contar su soledad, necesitábamos ir más atrás. Fernán quería acercarse con la cámara; si alrededor todo quedaba negro no importaba, mientras lográramos tener el tamaño adecuado de ese personaje en el cuadro. Entonces pusimos un tramo y medio de vías – que era todo lo que entraba en el espacio– empezamos en un plano abierto y nos fuimos acercando hasta un PP. Lo que encontramos desde la luz para agregar tensión a la situación fue poner un tubo fluorescente que parpadeaba. Entonces lo único que tiene esa escena fue una persona en un cuadrado, con la luz de tubo que parpadea, la cámara que se acerca muy lenta ¡y una actuación de puta madre! Hacíamos lo que podíamos con lo que había – pero sin dejar de soñar; nunca dejamos de soñar. Y el actor  hizo una actuación que atravesó el lente; todos nos quedamos en silencio… terminamos de grabar y fuimos a felicitar a Daniel Lambertini, porque la verdad es que habíamos hecho magia, con dos elementos ¡y una persona que sufría de verdad delante del lente!

¿Cómo se encaró la post producción?

M.R.: Trabajamos en Cinecolor con Roberto Zambrino; yo sabía que no tenía un material demasiado prolijo, entonces lo primero que hicimos fue empatar todo el material. Roberto es muy ordenado, entonces empezamos eligiendo dos o tres tomas de cada escena como base y él se dedicó a empatar todo, a poner la luz de cada escena en el nivel adecuado.  Después se trató de acentuar el carácter de contraste de cada escena. Ese carácter estaba bastante claro desde el principio – hay cosas que te pide la misma escena: por ejemplo, en la cárcel había una serie de conos de luz, entonces lo único que había que hacer era acentuar eso que ya estaba propuesto.

Después nos abocamos fundamentalmente a lograr el color.  En las primeras charlas manejamos la posibilidad de color de des saturar las escenas del pueblo, trabajar los sepias, los ocres y si bien eso ya estaba trabajado desde el vestuario, a medida que avanzamos en rodaje nos dimos cuenta que el color tenía que estar presente en esos paisajes: los azules, los verdes, la luz dorada del bosque. El trabajo más complejo fue trabajar con los verdes, controlar los verdes y trabajar las escenas con una progresión hacia una cierta calidez, que es hacia donde tiende la película a medida que la abogada se va adentrando al mundo del pueblo. Fue un trabajo hermoso donde inclusive el colorista propuso sus ideas.

Después de la instancia del color hicimos algunas correcciones concretas con máscaras y efectos: por ejemplo, en una secuencia donde no pude controlar la luz  de las ventanas presentes en el fondo del decorado, se generaron cortinas, se generó cierta información donde no la había.

¿Pero fueron cosas que te encontraste en ese momento o las sabías desde el rodaje?

M.R.: En rodaje ya había visto los inconvenientes, pero con lo recursos con los que contábamos no podíamos controlarlos ahí. Trabajamos sabiendo por experiencias anteriores que teníamos otras posibilidades en post producción. Entonces primero empatamos la exposición, después encaramos el color de la película, después las escenas en las que necesitaban máscaras para corregir alguna zona específica y finalmente esos pequeños tratamientos. Y el resultado es precioso; es un placer ese trabajo.

¿Pero a vos te gusta ese tipo de trabajo, no lo vivís como un parche a lo hecho en el rodaje?

M.R.: Para nada: a mí me gusta entregar a la post el material prolijo, que se tenga que empatar lo menos posible. Esa es mi meta; y como en ésta película no pude hacerlo así, yo le pedía disculpas a Roberto… y él se reía y me decía: “No sabés lo que me traen”. Igual, nos divirtió abocarnos al color: me fascina esa etapa, podés terminar de darle la personalidad a la película; ya la tenía en el rodaje, pero es como poder darle el toque, la puntada final. Ahí se termina de encontrar el carácter que está latente en lo que se hizo durante el rodaje. Es hermoso.

¿Vos – por el hecho de ser una mujer  – te sentís de alguna manera especial en un rol técnico y trabajando con un director hombre?

M.R.: Sí, es algo que siento desde que estudio, pero en ésta película en concreto, lo que a mí me importa es la apertura… Hay algo que sucede, que me sucedió con todos los directores: está el ser humano antes del género. Yo me di cuenta que a lo largo de mi recorrido, trabajé con muchos directores que tenían un buen vínculo con su “lado femenino”… Y yo le aporto una mirada como mujer ¡y también tengo mi lado masculino! Entonces coexisten las dos miradas, tanto en mí como en el otro. Por suerte, me tocó trabajar bastante con gente donde eso está de alguna manera naturalizado. En este caso en particular estuvo naturalizado desde que entré a la película, mi relación con Fernán fue muy natural, óptima. Su mensaje fue “Mariana, vamos a trabajar juntos”. Y así fue.

¿Vos consideras que lograste lo que te propusiste al empezar?

M.R.: Si, a partir de lo que teníamos logramos un resultado hermoso. Y yo no dejé de soñar nunca; lo que a mí más me preocupaba era encontrarle el tono y siempre sentí – en todas las escenas – que nunca nos fuimos de tono; había una tranquilidad respecto a que la película se estaba contando como se tenía que contar; el ambiente y los recursos siempre se pusieron en función de la historia. Pusimos mucho esfuerzo y la película lo vale; hubo una sincronización en las tareas de todos, en un montón de decisiones que terminaron en un buen resultado. Cuando ves la película terminada, te cae la ficha, te das cuenta que estás viendo eso que viniste a hacer. Y eso es algo muy satisfactorio.

 

fotografía de “Hijos Nuestros»

 

La historia de Hijos Nuestros, guionada y dirigida en conjunto por Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez, narra el periplo de Hugo Pelosi (interpretado por Carlos Portaluppi), un ex jugador de fútbol e hincha fanático de San Lorenzo devenido taxista luego de que una lesión lo marginara de las canchas, y al que los años y los kilos se le vinieron encima. Un encuentro fortuito con Silvia (Ana Katz), una pasajera, y su hijo Julián (Valentín Greco), de once años y que juega al fútbol en torneos barriales, le abre la posibilidad de darle un volantazo a la vida apática que lleva.

Por Pablo Parra (ADF)

La génesis

El proyecto llegó hasta mí a través de la convocatoria de Juan, con quien habíamos coincidido en un rodaje en 2011 y en cuyas pausas charlamos bastante de nuestras preferencias cinematográficas y formas de encarar el trabajo. Surgió una afinidad y tres años después recibí su llamado convocándome a tener una reunión junto a Nicolás por la película. En esa primera charla hablamos del proyecto en general, el cual ya había ganado el concurso de óperas primas del INCAA y contaba con los recursos mínimos para realizarse, y también sobre algunas ideas visuales que ellos estaban barajando para la película, invitándome también a hacer los aportes que se me ocurrieran. En reuniones posteriores fuimos poco a poco dándole forma a la imagen de la película.

Ya desde el principio la intención fue contar la historia siempre desde el punto de vista de Hugo y en locaciones reales, con una cámara muy cercana que lo acompañara en todo momento, y dándole una cierta preeminencia al plano secuencia. Otra pauta importante que nos propusimos fue lograr distinguir claramente el entorno de la casa de Hugo del de la casa de Silvia a través del tratamiento del contraste y de la paleta de colores de la luz. En general nos inclinaríamos por un naturalismo en la iluminación, pero no un naturalismo a rajatabla sino uno que pudiéramos “forzar” a ser más expresivo en ciertas situaciones, como las noches en la casa de Hugo.

La pre y el rodaje

Tuvimos la oportunidad de hacer una suerte de ensayo general como equipo rodando antes un cortometraje, El Dorado de Ford, para Historias Breves 10, lo cual nos permitió a todos ganar confianza, establecer lazos fuertes y probar dinámicas de trabajo para encarar el largo.

Ya inmersos en la pre y abocados a cerrar el equipamiento con el que concretar las ideas visuales charladas antes sugerí plasmar la propuesta de la “cámara acompañante” de Hugo vía el uso de focales cortas y la cámara en mano, al menos hasta casi el final, donde una situación que atraviesa el protagonista precipita un abordaje de cámara distinto. El 24mm de la valija de Carl Zeiss ZF 2.1 se convertiría en el lente por default para casi toda la película, y el easy-rig en el accesorio más utilizado, dada la preeminencia de planos secuencias planteados. Desde el inicio se sabía también que una gran parte de la historia transcurriría dentro del taxi de Hugo, el protagonista. El vehículo es importantísimo en la trama porque es el entorno en el que Hugo desarrolla su cotidianeidad, es casi como una proyección de su cuerpo y la marca de identidad más fuerte del personaje a lo largo del film. Nos decidimos entonces por un paquete de cámara RED EPIC, cuyo tamaño nos convenía mucho para trabajar en el reducido espacio interior del taxi y que tenía un peso amigable para encarar los planos largos. Esto ya había tenido oportunidad de comprobarlo bien en 2 un largometraje que había fotografiado el año anterior, Zanahoria, el cual transcurría también en gran parte dentro de automóviles.

Dentro del taxi necesitaríamos mucha versatilidad con la cámara: debíamos poder panear, tiltear y hasta hacer travelings-in dentro con cierta libertad, todo ello mientras el auto se movía, y sin perder nunca la sensación de cámara en mano pero buscando a la vez que esta fuera prolija. Para resolver este planteo fue vital la colaboración del grip Darío Gugliotta, que hizo un trabajo excelente. Darío desarrolló un sistema muy práctico de cuerdas flexibles para suspender la cámara y que le permitía toda la movilidad necesaria, incluidos los travelings, a la vez que le sustraía la mayoría de los movimentos bruscos y desprolijos. Me dio la facilidad de manejar de manera muy fina el encuadre sin tener que soportar todo el peso del equipo, y ello nos animó a explorar y acentuar todas las sutilezas que fue brindando Carlos Portaluppi en su actuación: a medida que avanzábamos nos fuimos permitiendo acercarnos cada vez más a su rostro. Los primeros planos de Portaluppi en la película sin duda sugieren todo el recorrido de su personaje, todo el peso de los años de frustraciones que carga sobre sus espaldas.

El mismo Carlos fue quien manejó verdaderamente el taxi en todas sus escenas allí, ya que no tuvimos la posibilidad de contar con un cámara car. Su compromiso con la película fue realmente del cien por cien, y trabajar con él, tanto como con Ana Katz y Valentín Greco, fue un verdadero placer porque además de ser excelentes actores fueron en todo momento muy solidarios con el equipo técnico. Para rodar las escenas diurnas en el auto armábamos un itinerario procurando mantener siempre el sol de contraluz, aunque no lo pudimos lograr en todas las escenas. Allí el sistema HDR de la EPIC demostró ser una ayuda importante para manejar las diferencias extremas de exposición entre interior y exterior. Para las escenas nocturnas manejamos también itinerarios según la temperatura de color dominante que queríamos para los fondos. Actualmente en el alumbrado público nocturno de Buenos Aires nos podemos encontrar con mercurios de dominante verde, sodios de dominante ámbar o LEDs más fríos, lo que representa una diversidad muy interesante para explorar. Para los interiores del auto por la noche nos servimos de cintas de LEDs de temperatura de color y ángulo muy específicos que elegimos en la pre junto al gaffer Matías Lanatta de un amplio catálogo que él trajo, y que íbamos disponiendo según el encuadre donde más nos convenía.

La labor de Matías fue muy importante no sólo por el aporte creativo, sino también por la organización logística impecable y prolija que logró en una película que fue muy demandante, rodada de punta a punta en locaciones reales, a veces con varios traslados en una misma jornada. Fue una tranquilidad contar con él y con Manuel Juncker, su eléctrico de cabecera, Fabio Rodríguez como reemplazo y refuerzo en algunas jornadas y Joaquín Lucesoli como meritorio.

Para el diario devenir de Hugo fuera del taxi nos servimos también de la cámara en mano, casi siempre montada sobre un easy-rig. Se coreografiaron varios planos secuencia a lo largo de toda la película, con mayor y menor recorrido, en interiores y exteriores. Allí la labor de Julia Buratovich, la asistente de cámara, y de su segunda de cámara Camila Pozner fue invaluable. El trabajo con el foco fue muy fino, y Julia logró llevarlo a cabo en recorridos de mucha complejidad, todo dentro de los plazos de un plan muy exigente y ajustado.

En las dos locaciones más importantes de la película, la casa de Hugo y la casa de Silvia, se planteó para lograr la distinción entre esos espacios comentada más arriba un tratamiento diferente para cada uno. Se otorgó una calidez “otoñal” y una suavidad de contraste en la casa de Silvia vía el uso de la luz rebotada de 2 HMIs de 2,5Kw y 3 de 1,2kw filtrados con ½ CTO en una amplia tela blanca percal, todo desde el balcón, cuyo ventanal actuó como fuente principal en todas las escenas diurnas. Las cortinas de este ventanal, que el director de arte Ignacio Luppi eligió teniendo en cuenta la tonalidad a la que se quería llegar en el living de Silvia, tenían también un matiz cálido que se sumó al que brindaba el CTO, dando como resultado final la atmósfera que buscábamos. En la cocina utilizamos Kinoflos filtrados para obtener una calidez menor, casi neutra. En todo momento en la casa de Silvia la luz es siempre más envolvente. En la casa de Hugo por el contrario buscamos acentuar los contrastes, sobre todo en las escenas nocturnas, donde hay amplias zonas de penumbra. Allí utilizamos la luz directa de dedolights, y les dimos una dominante cálida pero optando por un filtraje de matiz más amarillo-verdoso, mucho menos “amable” que el de la casa de Silvia. Para las escenas diurnas en la casa de Hugo atenuamos el contraste pero siempre dejando un acento de luz directa fuerte, y con el matiz de color más frío que el blanco neutro.

Otra locación que Hugo frecuenta y donde hicimos varias escenas es el bar San Lorenzo. Intervinimos muy poco la luz fluorescente existente allí, reforzando con Kinos el área de las mesas donde los personajes se sientan a charlar y, apenas un poco de luz cálida directa desde el exterior, filtrada para dar un matiz de sodio ámbar, y que acentuamos ostensiblemente en la cena que comparte el trío protagónico. Siempre la presencia de Silvia y Julián le aporta un matiz extra de calidez a los entornos más fríos de Hugo; es una sensación que buscamos resaltar siempre que pudimos, procurando a la vez no ser demasiado ostensibles. Es la búsqueda de ese naturalismo forzado al que hacíamos mención más arriba.

Otra escena que nos dio pie para ejercer ese abordaje en la iluminación fue el la de la confirmación. Allí planteamos una leve sobreexposición en el personaje del obispo interpretado por Daniel Hendler y que lleva adelante la ceremonia. Tenía también sendos contraluces bastante altos, que pusimos para de algún modo resaltar su investidura religiosa.

Para la secuencia de la prueba en San Lorenzo nos tocó un día de nubosidad leve y ello nos vino bien porque atenuó la dureza del sol directo sin eliminar del todo la direccionalidad de la luz. Allí planteamos una cobertura a dos cámaras: la EPIC sobre las gradas con un lente zoom Varotal 25-250 para capturar los planos abiertos, y una Canon5D libre para recorrer todo el borde del campo con un zoom 70-300mm, buscando exclusivamente planos cortos para inserts.

Ya en el epílogo de la película un hecho que atraviesa el protagonista motiva un cambio en el planteo de cámara: se abandona el easy-rig para pasar a un uso estricto del trípode con cámara fija y focales más largas, favoreciendo un abordaje más tradicional de montaje por cortes en lugar del plano secuencia. La última toma larga es la del final de la película, que inmóvil sobre trípode toma al personaje de Hugo desde un plano general hasta un primerísimo primer plano. Allí volvimos a usar el Varotal, esta vez suplementado por un motor microforce para poder ir modificando la distancia focal a medida que Portaluppi se acercaba a la cámara. La toma se tiró muy poco antes de la caída del sol, con la intención de captar el alumbrado público que se encendía antes de que se hiciera de noche totalmente.

La postproducción

Una vez cerrado el montaje abordamos la etapa final de dosificación y conformado en SinSistema. Allí Bruno Fauceglia, una presencia clave en la organización de la postproducción y que realmente contribuyó muchísimo a la película en esta etapa, armó junto a la producción un cronograma para que junto al colorista Rodrigo Silvestri pudiésemos abordar la dosificación, mientras Nicolás Toler y Pablo Herrera finiquitaban los efectos visuales. Todos hicieron un trabajo soberbio.

Con Rodrigo nos concentramos sobre todo en afinar el planteo de color propuesto en el set. Empezamos por la escenas nocturnas de Hugo en su casa con la prostituta y mirando la TV para llegar a una suerte de patrón a partir del cual acomodar todo el resto. Una vez que cerramos claramente el entorno de Hugo fue más fácil abordar el tratamiento del entorno de Silvia, que tendría como vimos un contraste menor y una paleta cálida más suave. Seguimos por la pizzería, donde reforzamos el matiz verdoso de los tubos, y fuimos completando luego secuencia por secuencia todo el resto. Dedicamos un tiempo importante a afinar los niveles del HDR en los interiores diurnos del auto, y por último llegamos también a hacer algunas pruebas de proyección con agregado de grano, una idea que finalmente descartamos.

El debut

La película tuvo su estreno en el marco de la Competencia Oficial Argentina del 30° Festival Internacional de Mar del Plata, donde las proyecciones en DCP fueron impecables, se ganaron dos premios importantes de los jurados paralelos y hubo una muy entusiasta recepción del público que dio pie a un boca a boca que llenó todas las funciones. Quedamos muy contentos e ilusionados con el camino que se iniciaba. Se trató de un proyecto verdaderamente muy estimulante y donde la producción de Georgina Baisch y Sazy Salim, que se preocuparon en todo momento por el equipo y por la película, fue ejemplar. Les agradezco enormemente a ellas y a los talentosísimos Juan Fernández y Nicolás Suárez por haberme convocado, y a todo el equipo técnico que me acompañó en la aventura. Hoy todos estamos orgullosos de Hijos Nuestros.

 

Ficha técnica completa de Hijos Nuestros (Argentina, 2015)

Dirección: Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez. Dirección de fotografía y cámara: Pablo Parra. Foquista: Julia Buratovich. Segunda de cámara: Camila López Pozner. Grip: Darío Gugliotta. Gaffer: Matías Lanatta. Eléctrico: Manuel Juncker, Fabio Rodríguez (jornadas de reemplazo y refuerzo). Meritorio: Joaquín Lucesoli. Dosificación digital, VFX, conformado y DCP: SinSistema. Supervisión: Bruno Fauceglia. Colorista DaVinci: Rodrigo Silvestri. VFX: Nicolás Toler y Pablo Herrera.

 

Barbara Alvarez: La fotografía es un instrumento

BÁRBARA ÁLVAREZ

La fotografía es un instrumento

Texto: Martín Cajal

Fotos: Video:Sin video

Nombre: Bárbara Álvarez

Profesión: Directora de fotografía.

Filmografía: ’25 Watts’ (Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll, 2001), ‘Whisky’ (J.P. Rebella, P. Stoll, 2004), ‘El custodio’ (Rodrigo Moreno, 2005), ‘Acné’ (Federico Veiroj 2008), ‘La mujer sin cabeza’ (Lucrecia Martel, 2008), ‘Rompecabezas’ (Natalia Smirnoff, 2010), ‘La vida de los peces’ (Matías Bizé, 2010), ‘3’ (P.Stoll, 2012), ‘De jueves a domingo’ (Dominga Santomayor, 2012), ‘Carne de perro’ (Fernando Guzzino, 2012), ‘O Gorila’ (José Eduardo Belmonte, 2012).

Referentes: Cuando me tengo que acordar de alguien específico no me acuerdo, supongo que porque son muchos.

Proyectos: ‘Que horas ela volta?’ (Anna Muylaert, Brasil), ‘O hiptonizador’ (serie para HBO, dirigida por José Eduardo Belmonte y Alex Gabbasi, Brasil), ‘Las toninas van al este’ (Gonzalo Delgado y Verónica Perrotta, Uruguay), y dos películas chilenas para el segundo semestre de 2014.

 

Bárbara Álvarez  participó como directora de fotografía en varias publicidades, videoclips, cortos y largometrajes; varios de ellos multipremiados. Su nombre figura en películas uruguayas, argentinas, brasileñas y chilenas, como 25 watts (Pablo Stoll, Juan Pablo Rebella)Whisky (P.Stoll, J.P. Rebella), Acné (Federico Veiroj), El custodio (Rodrigo Moreno), La mujer sin cabeza (Lucrecia Martel), Rompecabezas (Natalia Smirnoff), La vida de los peces (Matías Bizé), 3 (P.Stoll)Carne de perro (Fernando Guzzoni)De jueves a domingo (Dominga Santomayor), O gorila (José Eduardo Belmonte). Le apasiona la fotografía porque le permite crear cosas nuevas, también por la posibilidad de traducir en una imagen concreta experiencias e imágenes alojadas en el inconsciente y, sobre todo, por esa experiencia colectiva, esa “especie de pequeña comunidad” escondida detrás de cada imagen cinematográfica.  

¿Cómo fue tu acercamiento al cine? ¿De joven ya querías dedicarte a la dirección de fotografía?

B.A: :Mi madre es artista plástica y desde muy chica siempre la acompañaba a todas las exposiciones y creo que fue ahí donde empecé a sentir una atracción por lo visual. Ya de adolescente, se formó el Cineclub en Maldonado y ella formó parte de la Comisión Directiva y yo, que ya tenía un interés más concreto por el cine, también la acompañaba todos los sábados a ver películas que no daban en el cine comercial. Mi trabajo era recibir las entradas en la puerta de la sala. En invierno hacía tanto frío en el Cine Cantegril que la gente llevaba mantas para taparse, porque si no era imposible aguantar.

Yendo para atrás en el tiempo, a los 11 ó 12 años vi tres películas que me impresionaron mucho y creo que sin saberlo en ese momento me marcaron: Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Pink Floyd: The Wall (Alan Parker, 1982) y Diva (Jean-Jacques Beineix, 1981). Igual, como hasta los 15 años pensaba que quería ser veterinaria, pero cuando me di cuenta de que iba a ver a muchos animales sufriendo desistí y se me cruzaron por la cabeza otras profesiones como arquitectura y psicología por un par de años. La idea de estudiar algo que tuviera relación con el cine en aquella época, 1987  más o menos, era medio rara, pero al mismo tiempo fue tomando fuerza en mí hasta llegar al punto de no querer estudiar otra cosa; por suerte tengo una familia que siempre me apoyó.

En aquella época quería ser directora, entonces a los 18 empecé a estudiar Ciencias de la Comunicación, porque todavía no existían las escuelas de cine en Montevideo. Las clases de fotografía y video eran mis preferidas y cuando me tocó hacer mis primeros trabajos me di cuenta de qué era a lo que me quería dedicar.

¿Qué te atrae de la dirección de fotografía, de la imagen cinematográfica?

B.A.: De la dirección de fotografía me atraen muchas cosas. Me da la posibilidad de crear algo nuevo, una imagen o un conjunto de imágenes que no son iguales a ninguna otra pero que al mismo tiempo están formadas por miles de imágenes y experiencias no visuales que tengo guardadas en el inconsciente y que se traducen en un momento preciso en una imagen concreta.

Mi trabajo tiene un componente racional muy grande empezando por la preproducción, que es cuando se planea, se calcula y se prevé todo lo necesario para la filmación, y también durante el rodaje mismo. Pero a la vez tiene un componente intuitivo e instintivo que es al que le doy más importancia y que generalmente termina funcionando mejor que lo que se planificó y se pensó con anterioridad.

Otra cosa que me gusta mucho es que atrás de la imagen cinematográfica hay mucha gente, el trabajo en equipo es fundamental para hacer una película. En cada rodaje se crea una especie de pequeña comunidad en donde todos tenemos un trabajo específico y la misma meta final. La imagen cinematográfica termina siendo creada por muchas personas que aportan su parte, desde el productor de locaciones, el utilero, los asistentes de producción, los asistentes de dirección, los asistentes de cámara, todos los asistentes de…; el catering, el microfonista, el gafferlos eléctricos y muchos más, hasta llegar a las cabezas de equipo, el director, el jefe de producción, el director de arte, el de fotografía, el sonidista, que son las personas que finalmente toman las decisiones. Todos los que formamos el equipo dependemos de todos para que el producto final sea el mejor posible.

Por lo general la composición de la imagen la realiza en conjunto el director, el director de arte y el director de fotografía, ¿cómo se llega en conjunto a una idea sobre cómo hacerlo?

B.A.: Se llega así mismo, conversando mucho e intentando interpretar una idea que puede ser muy abstracta en la cabeza del director, en imágenes que puedan traducir esa idea. Ahí, entre las propuestas que vamos haciendo, se elige la que narrativamente creemos que va a funcionar mejor para la historia.

¿Cómo hace un director de fotografía para también contar con imágenes? ¿Qué contiene una imagen como para también comunicar y ser parte de un relato?

B.A.: Cualquier imagen expresa algo por sí misma para cualquier tipo de relato, dependiendo de cuál es el relato. Lo que siempre se repite, pero al mismo tiempo también es diferente en cada relato, es la forma de iluminarla, el tiempo de cada plano, los movimientos de cámara, los movimientos de los actores, y el trabajo posterior de corrección de color.

¿Qué aspectos o elementos te encargás de dirigir durante el rodaje? ¿Cambian mucho tus tareas según las distintas películas?

B.A.: Mis tareas en un rodaje en general son siempre las mismas, comenzando por conversar con el gaffer y el primero de cámara sobre de qué se trata la historia y de cómo va a ser tanto el tratamiento de la luz como el de cámara. Durante el rodaje mismo, decido junto con el director cuál sería la mejor posición de cámara para una escena equis y después con el gaffer para iluminar esa escena. Mientras se va iluminando, vamos probando qué lente sería el mejor para usar y ensayando los movimientos de los actores durante la escena.

Hay directores que tienen muy claro lo que quieren hacer, la posición de cámara, el lente, los movimientos, todo; pero hay otros que no tienen idea y entonces es más trabajo para mí, pero al mismo tiempo me da más libertad para proponer y tomar decisiones.

Lo que varía es la adaptación con cada equipo con el que me toca trabajar, si es que estoy trabajando con gente que no conozco. Esa siempre es una tarea nueva en cada rodaje, adaptarse a las personas del equipo de fotografía y que ellos se adapten a mí y a veces entre ellos, porque a veces sucede que tanto en el equipo de cámara como en el de eléctricos no todos trabajan siempre juntos, que no es lo ideal. El proceso de adaptación lleva unos días, en el mejor de los casos pocos días y en el peor nunca…

En el cine el resultado de tu trabajo se ve recién al final, ¿cómo se entrena el ojo para anticiparte a cómo se verá? ¿Te ha pasado de equivocarte durante el rodaje y notarlo después?

B.A.: En esta época del cine digital ya no pasa tanto eso de no saber cómo va a ser la imagen final. Con la tecnología de hoy ya durante el rodaje se puede ir viendo una imagen muy parecida a la que se va a ver en el cine; hay un nuevo rol en el equipo de foto que se llama finalizador de imagen o algo así, que es como tener un colorista en el set con el que una se va comunicando durante el rodaje para que vaya trabajando en el color. Ya no es como antes, que sí, realmente era una sorpresa cuando se veía el material cinematográfico proyectado por primera vez.

Así, igual con toda la tecnología, siempre hay algún plano en el que siento que me hubiera gustado hacer algo diferente o que directamente me parece que quedó horrible, tanto es así que cada vez que veo esa película tengo que cerrar los ojos cuando aparece ese plano.

La primera película en la que trabajaste como directora de fotografía fue 25 Watts (2001), ¿cómo te llamaron o surgió esa posibilidad? ¿Qué recordás de esa primera experiencia?

B.A.: Ya había trabajado con Pablo Stoll en Tevé Ciudad y otras cosas y éramos medio amigos. Con Juan (Pablo Rebella) y Pablo juntos trabajé en Nico, un video clip de Exilio Psíquico. Un día fueron a casa y me llevaron el guión de 25 Watts, lo leí y aunque en ese momento no me entusiasmó mucho (no había leído muchos guiones antes) el rodaje iba a ser en febrero, no tenía nada que hacer e iba a ser mi primera película, así que aunque fuera gratis les dije que sí.

Yo me divertí pero sufrí bastante también porque si mal no recuerdo, sólo pudimos ver el material que estábamos filmando (16mm) dos veces durante todo el rodaje, en la mitad y al final. O sea que no sabía si estaba exponiendo bien o no hasta saber del laboratorio. También me acuerdo que teníamos tiempo para dormir la siesta después del almuerzo en una placita que quedaba en el barrio o donde fuera. Eso para mí se transformó en costumbre hasta hoy.

El blanco y negro de 25 Watts lo propusieron los directores ¿Qué te pidieron, cómo trabajaste la fotografía de esa película?

B.A.: Filmar en blanco y negro fue, creo, una decisión presupuestal, en todo caso a Juan y Pablo no les desagradaba la idea y a mí tampoco. Con la fotografía hice lo que pude, no lo que quise, que tampoco sabía muy bien qué era. Juan y Pablo estaban o parecían estar más seguros por suerte; éramos todos nuevitos. Me acuerdo de haberle dado mucha importancia a los encuadres y de morirme de miedo cada vez que tenía que pasarle el diafragma al primero de cámara.

Fuiste directora de fotografía en tres películas de la productora Control Z: 25 Watts (2001), Whisky (2004) y 3 (2012) ¿Cómo ha sido trabajar con los directores Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll? ¿Cuál de esas películas te implicó un mayor desafío?

B.A.: Trabajar con Juan y Pablo siempre fue un placer. De las tres películas la que me implicó el mayor desafío fue 3 (2012) por dos razones: la primera y más importante fue por una razón emotiva, la ausencia de Juan; la segunda y mucho menos importante fue el uso de una steadicam que seguía a los actores para todos lados y no había casi lugar para poner las luces porque casi siempre aparecían en cuadro.

Hasta ahora venís laburando en forma independiente, ¿te gustaría en algún momento formar parte de alguna productora, trabajar con ciertos cineastas y equipo de gente, o preferís seguir así, por la tuya?

B.A.: Prefiero seguir por la mía.

Dijiste en alguna entrevista que uno de tus proyectos más arriesgados fue durante el rodaje de La mujer sin cabeza (2008), con la directora argentina Lucrecia Martel, ¿cómo fue trabajar con ella? ¿En qué sentido fue la película más arriesgada?

B.A.: La ciénaga (2001) es una de mis películas preferidas de todos los tiempos. Trabajar con la persona que dirigió una de tus películas preferidas de todos los tiempos da miedo, porque una no sabe si va a estar a la altura de las circunstancias. Fue un desafío en ese sentido. También estaba el hecho de que al ser ella una de las directoras contemporáneas más interesantes resultara ser difícil filmar con ella, eso también me preocupó un poco antes de empezar. Pero una vez que arrancó el rodaje fue un alivio ver que es una mujer sin aires de grandeza, amable y abierta a sugerencias. De la gente que es muy talentosa se aprende mucho.

¿Fuiste quien planteó ese color amarillo que tiene La mujer sin cabeza

B.A.: La mujer sin cabeza no tiene una tendencia hacia el amarillo, lo que pasó fue que la propuesta inicial, antes de empezar a rodar y durante el rodaje, era esa tendencia hacia el amarillo y una leve sobreexposición del material. Hicimos pruebas y a Lucrecia, a María Eugenia Sueiro (directora de arte), y a mí nos gustó como propuesta visual, pero finalmente cuando empezamos a hacer la corrección de color Lucrecia prefirió descartar esa decisión y trabajar el color de un modo más neutro. Puede parecer que la película tiene un tono amarillo porque en agosto y setiembre en Salta el clima es particularmente seco y el paisaje tiene unos colores ocres y amarronados. Además, el color de pelo de la protagonista está muy presente todo el tiempo.

¿Cuánto laburo posterior al rodaje hay por lo general de parte del director de fotografía?

B.A.: Una vez que se edita la película, el fotógrafo/a hace lo que se llama la corrección de color. Es una parte muy importante del proceso ya que es cuando se le da el carácter final a la imagen. La imagen original que se filmó (si es negativo) llega a este momento lavada y sin mucho contraste, el trabajo del fotógrafo junto con el colorista es darle consistencia a ese material.

En general, a esta instancia se llega con una idea clara de lo que hay que hacer, porque ya se conversó durante la preproducción y el rodaje con el director/a y el director/a de arte sobre cómo nos gustaría que se viera la película, si un poco fría o más cálida, contrastada o no, con los colores desaturados o no, etc. Para el director de arte es fundamental, porque tiene que saber si por ejemplo el celeste con que va a pintar una pared va a verse igual o un poco más verde o más azul. Pero a veces en el momento de corrección surgen caminos nuevos por los que seguir; siempre depende de cada proyecto.

Además de en cine, trabajás en publicidad. Si bien son mundos muy distintos, gran parte de las publicidades se filman hoy en cine, ¿por qué pensás que a veces haya una tendencia publicitaria en la imagen cinematográfica de algunas películas? Encuadres casi de postal, imágenes súper vistosas y “lindas”, ¿sentís que el laburo en publicidad puede incidir en la estética cinematográfica?

B.A.: No sé, será porque el planteo para filmar algunas películas es ese, como también a veces algunos comerciales tienen un aire más cinematográfico. Ahí creo que las influencias vienen con las personas que hacen una película y también con las decisiones de esas personas de qué look quieren que tenga. No creo que necesariamente una película sea mala por tener un lookpublicitario, a veces es lo que necesita la historia que se está contando, que siempre es lo más importante. La fotografía es sólo un instrumento más que sirve junto con el arte, el vestuario, el maquillaje, el sonido, la actuación, la producción, etc., para que una historia sea contada de la forma que el director quiera.

Comentaste que la fotografía que realizás suele ser bastante austera y que preferís laburar así, para darle incluso más posibilidades a quien mira ¿Cómo se depura y llega a ese tipo de imagen menos recargada y más simple? ¿Influyen ahí los recursos técnicos con los que se cuenta?

B.A.: Siempre influyen los recursos técnicos que se tienen y que en general, nunca son muchos. Vengo de una escuela que aprendió a trabajar con pocos recursos y creo que eso y el gusto por la luz natural generaron un estilo que no sé si es bueno o malo, pero es el mío.

                                           

 

“Jackie”: la luz en función del personaje

                                   “Jackie”: la luz en función del personaje

Entrevista: Autor de fotografía Stéphane Fontaine, AFC

Autor: BenjaminB – The Film Book –ASC Magazine Enero 2017

Traducción y adaptación: Carlos Wajsman

 

               Natalie Portman como Jackie Kennedy en el decorado de la Casa Blanca.

 

Stéphane Fontaine es un importante autor de fotografía francés, cuyos trabajos incluyen tres películas con el director Jacques Audiard y, más recientemente, Captain Fantastic dirigido por Matt Ross y Elle dirigida por Paula Verhoeven. La conversación con Stephane fue hecha en francés.

  1. Jackie
    2. Preparación
    3. Cámara en mano
    4. Movimientos de cámara
    5. Iluminación
    6. Exposición
    7. Seguimiento de foco
     1. JACKIE

Jackie es una película conmovedora y poética que sigue a Jacqueline Kennedy (interpretada por Natalie Portman) en los cuatro días siguientes al asesinato de su marido, el presidente John F. Kennedy en 1963. La película combina icónicas imágenes históricas – tal como la jura del vicepresidente Lyndon Johnson en el Air Force One y la procesión funeraria en Washington D.C. – con otras escenas que imaginan momentos privados de la Sra. Kennedy en la residencia de la Casa Blanca, mientras ella enfrenta su dolor y asume con coraje su rol de Primera Viuda para guiar una doliente nación.

Está dirigida magistralmente por el chileno Pablo Larraín y se destaca por el perfecto diseño de producción de Jean Rabasse y la poética edición de Sebastián Sepúlveda. La dirección de fotografía de Stephane Fontaine es sumamente poderosa; en particular, su trabajo de encuadre e iluminación del personaje interpretado por Natalie Portman dentro de la Casa Blanca, que crea un impresionante retrato íntimo que está situado en el corazón del film.

Filmada mayoritariamente en Súper 16 con película Kodak 7219 y 7213; la mayor parte está rodada en decorados construidos en la Cité du Cinema, utilizando equipos Arri 416 con lentes Zeiss Super Speed provistos por Panavision France; el equipo de iluminación fue provisto por Transpalux; el proceso de laboratorio se realizó en Digimage Le Lab y la post producción se realizó en Technicolor París. Los exteriores se filmaron en el área de Washington D.C. y la entrevista con un periodista (interpretado por Billy Crudup) fue rodada en una mansión en Maryland. El material en video blanco y negro que simula el recorrido de la Casa Blanca realizado por Jackie para la TV fue grabada con una antigua videocámara Ikegami de 3 tubos.

De derecha a izquierda: el director Pablo Larraín conferencia con miembros del equipo junto al DF Stephane Fontaine, AFC en la cámara.

 

  1. Preparación

Benjamín B:¿Cuánto tiempo tuvo para preparar Jackie?

Stéphane FontaineTuvimos 2 meses y medio para el diseño y construcción del segundo piso de la Casa Blanca – un decorado de 53 metros de largo, una réplica exacta del original. Jean Rabasse fue el responsable del diseño de producción. También reconstruyó el Salón Oval, la Oficina Este – para un concierto de Pablo Casals – partes del hospital en Bethesda donde se declaró muerto al presidente Kennedy y el interior del avión presidencial, el Air Force One.

Decorado de la Casa Blanca construido en el estudio Cité du Cinema. (del making of).

 

                                       Decorado del Air Force One (del making of).

 

¿Cómo llegó a elegir el Súper16?

Fontaine: Fue una elección de Pablo Larraín, después de hacer diversas pruebas. Sabíamos que tendríamos mucho material de archivo de diversos orígenes: 16mm reversible, negativo 35mm y material de la visita a la Casa Blanca – presentado por Jackie- grabado en cinta de video de 2 pulgadas. Estas fuentes tan diversas tenían una cosa en común: una textura muy marcada. Así que pareció natural utilizar 16mm – por su grano tan presente y también por su paleta de color. Era muy importante que los espectadores no notaran los saltos entre material de archivo y las imágenes que filmaríamos nosotros.

                        Primer plano de Natalie Portman en el set del Air Force One.

 

  1. Cámara en mano

Gran parte de la película está filmada cámara en mano. ¿Usted operó la cámara?

Fontaine: Si, operé en la mayor parte de la película, excepto en las pocas tomas con Steadycam.

Su cámara está siempre muy cercana a Natalie Portman.

Fontaine: Extremadamente cercana, a unos 30 cm de distancia, con lentes muy angulares: 14, 18 y 25mm. Antes de comenzar la producción hicimos algunas pruebas con diferentes distancias focales y nos dimos cuenta que podíamos utilizar lentes muy angulares e igualmente favorecían al rostro de Natalie. Era muy importante para nosotros estar muy cerca de ella, pero aún tener registro del entorno. Si elegís captar un primer plano con un teleobjetivo, el actor resulta aislado de su entorno.
La única escena en la que utilizamos lentes realmente largos fue durante el juramento del vice presidente Johnson en el Air Force One. Es un momento muy importante que marca la separación de Jackie de ese mundo, así que elegimos mostrarla desconectada del ambiente. Nuestro encuadre replica la famosa fotografía que se le tomó en ese momento.

¿Cómo puso en escena las tomas cámara en mano? 

Fontaine: Cuando se filman escenas con mucho diálogo, uno tiende a hacer una gran cantidad de tomas con diferentes tamaños y ángulos, para después “encontrar” la película en la sala de montaje; no fue el caso con “Jackie”. La película está claramente construida en la sala de edición, pero fue absolutamente concebida durante el rodaje. La mayor parte de la película fue filmada con una sola cámara y Pablo les dio – tanto a los actores como a la cámara – una gran libertad de maniobra, pero hacíamos muchas tomas. Generalmente consumíamos un chasis completo (11 minutos) en cada toma.

Hay algo que se percibe mucho en la cinematografía contemporánea: escenas rodadas en largas tomas, aún si se pretenden editar posteriormente.

Fontaine: Si; Jackie se filmó a menudo en tomas largas y algunas veces se eligió conservar gran parte de esas tomas en la edición. Esa forma de filmar agrega cierta tensión, una energía que no se obtiene al componer una escena toma a toma con cada actor. Aquí todos actúan simultáneamente.

 

  1. Movimientos de cámara

¿Todos sus movimientos de cámara están motivados por el actor?

Fontaine: Si, aunque algunas veces se pretende contar la historia de una manera diferente: hay ocasiones cuando resulta adecuado sugerir otra emoción. Cuando se opera cámara en mano, a veces uno se aleja del actor a fin de darle otro color a la toma, otra tonalidad; como en este caso, buscando generar un sentimiento de fragilidad.

¿De modo que ella termine viéndose más pequeña en el cuadro?

Fontaine: Efectivamente; Pablo me dio mucha libertad – lo que resultó sumamente placentero. Yo usaba un audífono, así que él siempre podía dialogar conmigo durante la toma: algunas veces encuadraba “con los oídos”. El encuadre estaba dictado por lo que sentía que contaba esa escena en el momento, por la historia que estaban contando los actores.
Por supuesto cometí equivocaciones y hubo veces en que perdí algo que Pablo pretendía ver. Entonces hacíamos otra toma, ajustaba los tiempos y movimientos de otra forma; en esa segunda toma lográbamos contar otra parte de la historia.

¿Usted buscaba darle opciones para el momento de la edición?

Fontaine: Efectivamente, necesitaba darle diversas cosas a Pablo, a fin de que contara con muchas opciones creativas durante la edición. Pero no significaba hacer una cobertura de tipo televisivo. A Pablo le agradaba esa aproximación y nos entendíamos bien, así que podíamos trabajar muy rápidamente. Cuando me daba indicaciones, yo entendía inmediatamente qué habíamos perdido y qué necesitábamos captar.

Me imagino que ciertas veces, los movimientos de Natalie Portman guiaba los suyos…

Fontaine: Hubo mucha improvisación de su parte, así que la cámara tuvo que adaptarse a eso. Teníamos que superar esa improvisación, por lo que la toma parece estar pre diseñada, aunque siga manteniendo un amplio grado de libertad.
Realmente me gusta mucho cuando se produce un diálogo silencioso entre el actor y el operador, cuando puedo sentir intuitivamente cuál es el movimiento que ella piensa hacer y –sabiendo eso – dejarle el espacio para que concrete esos movimientos. Cuando funciona, se puede ver al actor moviéndose en el espacio que le dejamos libre: amo ese momento. También podemos sugerirle cosas al actor, llevarlo a un lugar donde se genere una situación interesante.

¿Dónde funcione la luz?

Fontaine: Si: uno no expresa esas cosas verbalmente, pero actrices como Natalie lo comprenden en forma intuitiva, se produce una suerte de pacto que resulta realmente sorpresivo.

                                                    La Casa Blanca interior día.

 

  1. Iluminación

¿Cómo fue su diseño de iluminación para las escenas de la Casa Blanca?

Fontaine: Traté de crear una iluminación en la cual los personajes se sintieran cómodos, que les pareciera lógico para desplazarse. Si situamos la historia de Jackie en contexto, ella vive un evento increíblemente violento – el asesinato – y dos horas más tarde, está en el avión, junto a alguien que toma el lugar de su marido. ¿Qué siente en esa situación? ¿Se siente segura? Me dije a mí mismo que la Casa Blanca debía parecerse a un capullo, un lugar donde ella se sintiera contenida, que sintiera esa suavidad. Es por eso que las tomas exteriores de la Casa Blanca son tan abstractos.

¿Las ventanas con luz blanca?

Fontaine: Voila: un mundo cerrado que es amable, cálido y la protege, con una luz extremadamente suave y en colores pastel. Elegí la luz más suave que hubiera e intenté hacerla aún más suave. Quería conseguir una iluminación sin sombras – y lo logré, pero resulta sumamente curiosa.

¿Cómo creó esa luz sin sombras?

Fontaine: Trabajé con el diseñador de producción Jean Rabasse y tuvimos la idea de utilizar los cielorrasos como fuentes de luz, creando una especie de gigantesca caja de luz.

                          Jackie regresa a la Casa Blanca después del asesinato.

 

¿Qué ocurre cuando el cielorraso aparece en cuadro?

Fontaine: Intentamos hacerlo de forma tal de que no fuera notable, que el espectador no pudiera decir: “La luz viene del cielorraso”. Por ejemplo, durante el concierto, la luz está enmascarada por candelabros. Y no debería notarse incluso cuando la luz del cielorraso está apagada.

No se nota en absoluto. ¿De qué están hechos los cielorrasos?

Fontaine: Utilizamos una tela de algodón muy gruesa; perdíamos por lo menos 2 puntos de intensidad cuando la luz lo atravesaba.

¿Qué artefactos utilizaron sobre el techo de algodón?

Fontaine: Dependiendo de la habitación, utilicé space ligths o PAR 64, que me permitían crear puntos de luz sutiles. También una gran cantidad de paneles híbridos LED DMG Lumiere SL1. Todos los decorados fueron iluminados con tungsteno, controlados desde un tablero de reóstatos a través de DMX, incluyendo las luces prácticas. Eso implicó una pre iluminación muy extensa, compensado por un rodaje muy rápido.

                         Decorado de la Casa Blanca durante la pre iluminación.

 

¿Qué luminarias utilizó detrás de las ventanas?

Fontaine: Para la Sala Este de conciertos tenía 2 10K a través de tela Full Grid en cada una. Era una interior noche; para los interiores día utilicé más 10K.

¿Utilizó “luz de ojos”?

Fontaine: Teníamos una pequeña unidad que fabriqué con LED cubiertos por tela Full Grid, que me permitían variar fácilmente la intensidad y el color. Muy cómodo cuando tenés que filmar en tomas de 360 grados.

                                    Travelling hasta un primer plano.

 

                                              Primer plano en el concierto.

 

  1. Exposición

¿Cómo encaró la exposición?

Fontaine: Una cosa a la que siempre le di mucha importancia es que la intención que uno pretende darle a la imagen tiene que estar presente en la exposición que se elige para realizarla.

¿Quiere decir que esa intención determina la apertura que se elige?

Fontaine: Sí; no hay una aproximación genérica para la exposición: si uno quiere obtener una imagen con una característica determinada, deberá exponer de acuerdo a eso. Si se quiere lograr una imagen muy clara, deberá sobre exponer; si se pretende una imagen muy densa, se deberá hacer lo contrario. No se puede descansar en la postproducción para lograr lo que se quiere.

                                                          Atardecer exterior.

 

¿Entonces la exposición depende de la escena?

Fontaine: Claro; yo lo decido escena por escena. Por supuesto, cuando se está filmando en exteriores existen otros problemas, como la extensión de la jornada. Filmamos conversaciones de Jackie con el cura en invierno: cuando se comienza un rodaje a las 7 de la mañana y se termina al atardecer, se trata de exponer para que esas variaciones no se sientan excesivamente.

  1. Siguiendo el foco

Fontaine: Ya hace cuatro o cinco años en que lo digital ha ocupado prácticamente todo el mercado de la producción audiovisual en todo el mundo; una de las cosas que he observado haciendo comerciales es que nunca vi un asistente de cámara que no siga el foco mirando el monitor. Pero en Jackie filmamos en película con un video assist de definición estándar y prácticamente es imposible seguir el foco a través del monitor. Es un oficio, una habilidad que va desapareciendo: un Asistente de cámara que sepa la distancia de enfoque evaluando la distancia entre la cámara y el actor.

Natalie Portman, la asistente de cámara Fabienne Octobre y el DF Stephane Fontaine con la Arri 416 sobre su hombro.

 

¿O sea que tenga la mano en el anillo del foco pero sus ojos estén en el actor? ¿Así es como trabajaba usted cuando era asistente de cámara?

Fontaine: Y la mano se mueve antes de mirar la escala de enfoque. Hay una relación muy fuerte entre el ayudante, la cámara y el actor.

¿Es algo especialmente importante cuando se traba en distancias muy cortas?

Fontaine: Y más importante aun cuando se trabaja cámara en mano. Tuve la inmensa fortuna de tener en París una asistente que era formidable, Fabienne Octobre.
El don de una asistente como Fabienne es que te da la libertad absoluta de hacer la toma como querés hacerla, sabiendo que siempre va a estar a foco. ¡Es algo realmente maravilloso! Y eso genera un buen ambiente en el rodaje.

  1. Agradecimientos

¿Quiere agregar algo más?

Fontaine: Quisiera agradecer a todo mi equipo, particularmente a mi asistente en USA Erik Swanek, mi gaffer de toda la vida Xavier Chollet, mi key grip y Dolly grip Antonin Gendre y mi fabulosa colorista, Isabelle Julien. Y especialmente quiero agradecer a mi brillante director, Pablo Larraín.

Link de YouTube: https://youtu.be/g9pW3B8Ycc4

 

Diego Jiménez, director de fotografía de “Siempreviva”

Entrevista a Diego Jiménez, director de fotografía de “Siempreviva”

El primero de octubre se estrenó el primer largometraje del director Klych López, “Siempreviva”, basado en la obra de teatro “La Siempreviva” de Miguel Torres. Hablamos con una de las personas más influyentes en el resultado de la cinta.

                              Andrés Parra en una de las escenas de Siempreviva.

En Radiónica tuvimos la oportunidad de conversar con su director de fotografía, Diego Jiménez, acerca de los retos del rodaje, la labor del gremio y el papel de las nuevas tecnologías en la realización cinematográfica en la actualidad

   

Es inevitable pensar en “Birdman” a la hora de ver una película en plano secuencia en pleno 2015. ¿Cuál fue el mayor reto a la hora de lograr este resultado en “Siempreviva”?

Cuando empezó la propuesta del plano secuencia para “Siempreviva” no sabíamos nada de “Birdman”. El reto de contar una película de esta manera es algo complejo, bien arriesgado. Nos fuimos dando cuenta de todos los requerimientos, la disciplina, no sólo por parte de Dirección y Fotografía sino de todas las áreas, como Sonido y Arte, además de un compromiso con los actores; En un plano secuencia vos arrancás y si en el minuto 7 se te cae algo, el sonido está malo o un actor se equivoca, vuelves a empezar desde cero! El reto era ese, cómo contar una historia en plano secuencia.  Yo creo que se logró y me siento orgulloso del resultado.

¿En qué estado se encuentra la profesión del director de fotografía en Colombia? ¿Qué siente qué falta? ¿Admira el trabajo de algún colega?

Yo sigo diciendo que somos unos “bebés” a nivel cinematográfico en nuestro país, estamos en un proceso fuerte de aprendizaje; pero creo que en la evolución de estos últimos diez años, o un poco más, que se volvió a activar todo este boom cinematográfico en Colombia, y con el apoyo del Estado, creo que se ha llegado a un nivel alto y siento que hay muy buenos fotógrafos en nuestro país; yo los admiro porque antes de ser fotógrafo también fui cámara, incluso para muchos de ellos.

Si me preguntás por nombres están Juan Carlos Gil , Mauro Vidal, Paulo Pérez, Sergio Iván Castaño. Uno puede decir que están en un rango en el que se puede competir a nivel suramericano y, por qué no, hasta más alto.  Creo que estamos en un proceso muy bonito, estamos todos yendo por un buen camino y uno de los ejemplos está en todos los reconocimientos que se están dando por fuera, ¿no? Cuando competís afuera, aparte de un buen guión, una buena dirección, también hay ya una propuesta estética que está en competencia. Para mí, lo diré siempre, el cine es un colectivo, no se trata de la obra de un individuo sino de un equipo gigante y creo que vamos por un buen camino. Los premios lo reafirman.

R: ¿Qué tanto se ha facilitado el acceso a la tecnología de producción necesaria para lograr la calidad actual?

Hoy en día podemos trabajar con tecnología de punta y eso hay que agradecérselo a las casas de renta. Tenemos la oportunidad de trabajar con las últimas cámaras. Ahora estoy en un proyecto por fuera del país y veo que los equipos disponibles en Colombia no tienen nada que envidiarle a lo que se ofrece en otros países, y eso también facilita nuestro propio crecimiento.  Uno como cinematógrafo tiene que estar al día porque esto está un poco fuerte, que la cámara nueva, que 4K, 6K, hay que estarse actualizando y lo bueno es que estamos a la par, igual eso se demuestra en el crecimiento cinematográfico en todos los aspectos, en sonido, en todo. Yo creo que estamos muy bien.

Con películas colombianas nominadas en festivales internacionales y despertando un interés importante en la taquilla nacional, ¿a qué cree que se debe este boom del cine colombiano?

Creo que cada director, cada fotógrafo, cada sonidista y cada director de arte se está especializando, como que ya se tomó como una profesión seria. Digamos que antes salía mucho de la pasión, de la improvisación, de las ganas de hacer cine, pero tu ves que las escuelas y todos estos movimientos que hay ahora son muy fuertes y eso hace que inspire a otros y que la gente vaya a ver cine.  Hay buenas películas, historias bien contadas, buenos guionistas, todos están en un proceso de crecimiento y ahí se nota.

De pronto aquí no lo ves tan reflejado, pero es que también estamos empezando a educar un público de cine colombiano. Todo hace parte de un proceso, como te digo, somos unos “bebés” que estamos empezando ya a caminar y estamos dando pasos grandes, creo que más bien ya estamos “trotando”. Creo que este “boom” del cine colombiano se debe a las ganas de hacer cada vez mejor las cosas, de contar historias, y tenemos que hacer de todo: comedia, cine ligero, cine “inteligente” o de autor. Todo ese proceso que es lo que estamos viviendo ahora, ese “boom” y esa aceptación a nivel nacional e internacional.

Iván García

Martes, 24 Noviembre, 2015

 

Entrevista al director de fotografía Pablo Díez

Entrevista al director de fotografía Pablo Díez

Julio Gómez, ACTV, MBKS

Con motivo de la presentación del nuevo video-clip de Gordo Master (ft. La excepción) llamado “Los forajidos“, un pequeño western rodado íntegramente en localizaciones en la malograda “Sioux City” del sur de la isla de Gran Canaria, hemos aprovechado la oportunidad para entrevistar a su director de fotografía, Pablo Díez. La carrera de Pablo ha sido muy variada hasta la fecha e incluye películas, publicidad, televisión y video-clips (entre otras cosas). Por ese motivo hemos considerado muy interesante hablar con él acerca de sus experiencias, referentes y modos de trabajar.

Pregunta: Analizando tu carrera, enseguida se nota que eres un DoP muy versátil ¿Encuentras un hilo común en las producciones en las que has trabajado?

Respuesta: El hilo común es el fin. Intento que mis imágenes sientan y expliquen algo. Como digo siempre, que tengan alma. Si no es así no he hecho un buen trabajo. Cuando trabajas desde el interior, desde las sensaciones es cuando luego se construye la luz y el color. Imagino que como resultado último podemos encontrar producciones visualmente muy diferentes, pero intento que todas te hagan sentir.

P: ¿Cuáles son los profesionales cuya labor te ha influido más como director de fotografía?

R: Muchos, como director de fotografía vivo en una constante búsqueda. Parte de nuestro trabajo es observar y aprender, no solo de otros profesionales, sino también de la vida, de las cosas más cotidianas y de los momentos mas únicos. Profesionales que me han influido mucho… un director sería Tony Scott, quien me hizo abrir los ojos hacia un color que tenía abandonado, Wong Kar-wai, David Fincher… Directores de fotografía como Roger Deakins, Robert Richardson, Daniel Mindel, Darius Khondji, Christopher Doyle, Gordon Willis, entre otros… han marcado mucho mi trayectoria.

P: ¿En qué fase de la producción crees que debe empezar a colaborar el director de fotografía con el director?

R: Pronto, en cuanto el director tiene su historia y ya siente que puede compartirla es el momento de empezar a trabajar. El director de fotografía va ayudar al director a enriquecer visualmente su película. Hay diferentes tipos de directores. Hay directores que vienen de una formación más visual, hay otros que han crecido más con la escritura, con la interpretación… ahí es donde nuestro trabajo se amolda a la forma de trabajo de cada uno. Algunos directores ya tienen una realización visual muy clara y tu entras para reforzar y ayudar a concretar. Otros, en cambio, necesitan que su director de fotografía desarrolle la realización junto a ellos desde un principio.

P: ¿Consideras que tu trabajo es susceptible de muchos cambios dependiendo de la interpretación de los actores?

R: Los actores viven en un entorno donde todo resulta desfavorable para su trabajo, Deben rodar de forma no cronológica, ya que por cuestiones de producción suele ser imposible lo contrario. Tienen que adaptar sus emociones a un plan de rodaje sin importar día, hora o como te has levantado ese día…. y así infinidad de elementos que no favorecen su interpretación. Desde la fotografía intento que todo vaya a favor del actor y -evidentemente- adaptarme lo más posible al trabajo de los actores. Por eso, más que cambios, la experiencia te hace prever y de ese modo cubrir tanto las necesidades del actor como las de la fotografía de la película.

P: La cooperación de los directores de fotografía con el equipo de postproducción es cada vez más estrecha, en especial con el colorista. ¿Qué nivel de decisión consideras que debería tener cada uno sobre la imagen final?

R: La fotografía hoy en día no se entiende sin una postproducción. Por lo tanto el trabajo del director de fotografía sólo acaba el día que se estrena esa película. Tiene que haber un trabajo muy cercano no sólo con la corrección de color, sino con todo el proceso de posproducción. Y este trabajo empieza en la pre-producción donde, tras repasar todos los procesos de postproducción, se toman decisiones finales que afectan directamente al rodaje.

P: ¿Tienes preferencia por algún género o varios en concreto?

R: Del western he aprendido mucho, el thriller, la acción… A la vez que voy respondiendo voy pensando películas, y creo que al final pondría todos los géneros…. Todos tienen películas maravillosas. Sería injusto decir que tengo preferencia por alguno. Por ejemplo, rodar acción me ha ayudado mucho a dar más espacio a los actores, y eso favorece muchísimo a la hora de rodar un drama… Por eso, de todos los géneros tanto como espectador como director de fotografía hay que disfrutar y aprender.

P: ¿Cuál te parece la mejor manera de transmitir la personalidad de una banda o un solista a la hora de rodar un videoclip?

R: Estar muy cerca de su música, tener muy claro que quieren transmitir y hacer sentir con sus canciones. Si la música y la imagen van por caminos muy diferentes, nunca podrá salir un buen trabajo, un videoclip que emocione.

P: No eres el primer DoP que confiesa tener la “necesidad” de rodar un western al menos una vez en la vida. ¿A qué crees que se debe esa pasión nada disimulada en el gremio por un género que lleva años de capa caída?

R: En general no lo se. En mi caso concreto porque es parte de mi niñez, y un momento muy importante a la hora de descubrir que amas el cine. Es curioso, ese sentimiento viene con la madurez, me explico, con los años valoras el western. Cuando era un niño y los domingos por la tarde mi padre ponía películas de vaqueros en la tele me parecía un rollo. El western nos ha enseñado a encuadrar, a disfrutar del scope, a generar tensión, intriga, amor… Nos ha enseñado a hacer cine.

P: ¿En qué referencias visuales te apoyaste para rodar “Los forajidos”?

R: Principalmente en “Once upon a time in the west” (“Hasta que llegó su hora” – Sergio Leone, 1968). Tuvimos incluso la suerte de que a Juan Manuel Montilla “el langui “, cuando está en el suelo al principio del clip, se le posó una mosca en la cara, como en la primera secuencia de la película. También títulos como “El bueno el feo y el malo” o “Le llamaban Trinidad”. Intenté pensar en cómo se hubieran rodado esas películas con los medios técnicos de hoy en día, sobre todo en lo que aparatos de luz se refiere, pero para no perder ese espíritu de las pelis del oeste también intentamos emular las imperfecciones típicas de la época. Algún movimiento de cámara no pulido. Travellings que no fueran “finos” del todo, y -en especial- algún zoom manual en momentos cruciales.

 

P: ¿La manera en que te planteas la planificación es diferente cuando tienes que rodar material situado en una etapa histórica concreta?

R: Sí, sobre todo a la hora de buscar información y la máxima documentación posible. Necesitas de un trabajo previo para comprender y entender una época que, evidentemente, no has vivido. Como decía al principio de la entrevista, el trabajo de la luz es una consecuencia de mucho esfuerzo previo. No se puede diseñar una fotografía sin saber, y no basta con saber que fuentes de iluminación utilizaban. Hay que comprender cómo vivía la gente en esa época para poder recrear sus espacios, necesidades….

P: Algunos directores de fotografía terminan por pasarse a la dirección, aunque no son demasiados comparados con otro tipo de profesionales que intervienen en una producción. ¿A qué crees que se debe? ¿Sientes ese gusanillo?

R: En mi caso fue al revés, yo empecé en la dirección. Reconozco que soy un músico frustrado, nunca se me ha dado bien, aunque lo he intentado. Y el mundo del videoclip siempre ha sido donde he podido fusionar mis dos grandes pasiones. Cuando empecé hacía videoclips, que yo dirigía, de muy bajo presupuesto, tan bajo que a mi me tocaba hacerlo todo, Dirigir y fotografiar. Es en esa época donde descubrí la luz, y la pasión por ella. Dejé la dirección para dedicarme a la dirección de fotografía. Actualmente no siento la necesidad de dirigir, aunque si que realizo algún videoclip de vez en cuando, como es el caso de los últimos para “The last 3 lines“.

 

P: ¿Qué consejo le darías a una persona que quisiera dedicarse a la dirección de fotografía en estos tiempos turbulentos?

R: PACIENCIA

P: ¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos?

R: Mi proyecto más inmediato es seguir buscando la luz, y seguir en ese camino constante de crecimiento profesional, al cual un director de fotografía nunca puede renunciar. Intentar seguir explicando historias, aunque en nuestro país cada día es mas difícil.