Foto Luis Sens
ojo de pez
Haciendo Cine
Cynthia Sabat, 2017
Acaba de filmar un corto con Alejandro González Iñárritu que abrirá el Festival de Cannes, y puede jactarse de haber trabajado en tres películas de Gus Van Sant. Matías Mesa es uno de los profesionales más requeridos a la hora de operar un steadicam, y de hacer tomas subacuáticas. En esta charla con HC, confiesa que tomar mate en rodaje tira más que Hollywood.
Haciendo Cine: ¿Cómo comenzó tu carrera, cómo te formaste?
Matías Sosa: Siempre tuve una fascinación por el cine, aunque al principio quería ser veterinario. Estudié dos años en la Universidad del Cine, en los cuales cursé Laboratorio que era de cuarto, y Fotografía de segundo. En el fondo no tenía intención de hacer la carrera. Trabajé en todos los cortos que hicieron Pablo Trapero, Ulises Rosell y Andrés Tambornino en la facultad. Trabajé como video-assist y foquista, e hice un curso de steadicam en Miami. Ahí me picó el bichito del steady. Empecé a trabajar en todas las películas en que hubiera empleo de operador de steady. Además, yo siempre fui buzo. Me gusta muchísimo el agua, y empecé a darme cuenta de una gran falta de elementos de filmación subacuáticos en la Argentina. Y empecé a facilitar esa posibilidad acá y en toda Latinoamérica. Me di cuenta de que, a partir de esa falencia, había una falta de experiencia en los fotógrafos argentinos a la hora de trabajar en el agua, algo que para mí es un medio muy orgánico. Entonces empecé a tratar de hacerme cargo de la fotografía subacuática, para deslindarle al DF la responsabilidad de tener que trabajar en ese medio. Así surgió el trabajo en Agua (Verónica Chen, 2006).
HC: Me contó Verónica (Chen), que cuando no estaban los elementos técnicos para hacer una toma, los creabas.
MM: Es lo que trato de transmitirle a los directores: se puede hacer cualquier cosa. Lo que va a determinar si podemos hacerlo o no, es el tiempo y la plata. Si hay que fabricar cosas se fabrican, porque tenemos una industria increíble con un potencial totalmente desperdiciado. Con Aníbal Cattaneo (un gran grip que trabaja en películas chiquitas) se dio esto de “podemos armar esto, podemos generar aquello”, para lograr que Vero pudiera contar la película como la había soñado.
HC: Las tomas subacuáticas de Agua son, creo yo, las imágenes más bellas del cine argentino del 2006. Y el sonido tiene también mucho que ver con eso.
MM: Creo que lo logramos entre todos. Martín Grignaschi es un increíble sonidista.
Eso es lo que logró Vero: juntar gente que quiere más. La percepción de las voces abajo del agua, que es lo que Martín quería lograr, se logró. La cosa es contar una historia, pero para poder contarla con sonido y colores hay que abrir la cabeza.
HC: ¿Qué plus le ponés a tu trabajo? ¿Por qué todo el mundo quiere en el steadicam a Matías Mesa?
MM: No sé, puede ser que me involucro mucho en el proyecto. Siempre estoy aportando cosas, es algo que nace de disfrutar lo que hago. Yo no soy un apretador de botones, no soy un operador. A mí me gusta hacer largos o comerciales donde pueda contar algo. Hace tres años fundé con un socio Karmavisión, una empresa que maneja toda la parte de servicios subacuáticos, en la que tenemos una grúa telescópica y todo tipo de elementos tecnológicos. Queremos que la gente de cine incorpore todas estas cosas, y se dé cuenta de la cantidad de cosas que se pueden hacer para contar historias.
HC: ¿Pensás que los directores aún no conocen o no tienen en cuenta estas herramientas?
MM: Creo que todavía no lo entienden, le tienen miedo. Son equipos de primer nivel mundial, como la cabeza estabilizada, por ejemplo, que es una cabeza que tiene giróscopos. La cabeza aísla los movimientos de cualquier tipo de elemento sobre el cual se la monte. Se puede poner sobre el baúl de un auto, ir a 250 kilómetros por hora y lograr una imagen completamente estable.
HC: ¿Cómo llegaste a trabajar con Gus Van Sant?
MM: Gus vino a la Argentina a filmar Gerry. Enrique Bacher estaba haciendo el servicio de producción. Me entrevisté con Gus y su DF, y me dieron la película. Filmamos en el Valle de la Luna, y estaba planteada en un 90% de steady. Era una película con un presupuesto muy acotado, armaron un equipo muy chiquito (por ejemplo, no había vestuario, había un sólo eléctrico-gaffer). Todo era muy experimental, hubo que armar muy largos carros de travelling para lograr determinadas situaciones de diferencia de altura. Fue un trabajo duro, pero muy interesante y divertido. Gus es un tipo extremadamente creativo. Aprendí de él esto de no poner límites a la creatividad, la no limitación en el planteo de las ideas. En Gerry no se planteaba un recorrido puntual. Había una línea dramática, pero no había delimitaciones en lo que los actores iban a decir. A la noche se juntaban Matt Damon y Gus, charlaban y salía algo que al día siguiente resultaba el diálogo que tenían los dos personajes.
HC: ¿Cómo fue el rodaje de Las Days?
MM: Empezamos a filmar exteriores, caminatas por el bosque, cuando él (Blake) se mete en la cascada, cuando camina por un camino que se divide, cuando va caminando para la casa. Cuando nos metimos en la casa nos dimos cuenta de que teníamos que filmar todo fijo. Nos servía más un lenguaje más teatral, que empezar a mover la cámara. Me costó un poco entrar en esa idea: teníamos posiciones de cámara marcadas para cada ambiente, con altura y angulación, la cámara no se movía. Un planteo muy interesante. Es una película que no es para todo el mundo.
HC: Y en Babel, ¿qué hiciste?
MM: Hice steady en la secuencia de Puerto Peñasco, al norte de México, y toda la fotografía de la segunda unidad. Alejandro González Iñárritu es una persona que sabe lo que quiere, trabaja mucho con los actores y logra cosas muy interesantes. Fue mi primera experiencia con un director y un DF mexicanos (Rodrigo Prieto), de grandes películas. Los dos están inmersos en el sistema de Hollywood. Si bien es una película chica, es un film americano en parte filmado en México.
HC: ¿Hay algún DF que admires a nivel mundial?
MM: Admiro mucho el trabajo de Rodrigo Prieto, es un fotógrafo increíble y una increíble persona. También me gusta mucho Alwin H. Kuchler, un fotógrafo escocés que vive en Londres, e hizo Morvern Callar de Lynne Ramsay, 2002.
HC: Cuando leés un guión o tenés las primeras charlas con un director, ¿qué es lo que te engancha del proyecto?
MM: Lo primero que escucho en una charla es la pasión del director. Yo trabajé con Fabián Bielinsky, y cuando él te contaba la película realmente lo sentía, y te hacía sentir que lo que quería contar no era una historia más, sino una tremenda historia. Y Vero (Chen) con su película también hizo lo mismo.
HC: ¿Sos una estrella de la industria? Estás entre los más requeridos. Trabajaste con Gus Van Sant, con Iñárritu.
MM: (risas) ¡No! Para mí esto es una vuelta de la energía que yo pongo en todo. Yo no filmo bajo el agua en Argentina por un tema económico, sino porque me gusta. Quiero que los directores puedan decir “¡filmemos bajo el agua!” como si dijeran “filmemos en la esquina de Cabildo y Juramento.” Yo quiero vivir acá, no quiero vivir afuera. Además, me gusta la forma de filmar de acá. Reniego y peleo, me frustro, pero me gusta filmar acá. Tengo muchos amigos en esta industria. Poder tomar mate en rodaje me encanta.