Dos meses después de su estreno en el Festival de Málaga, donde se llevó la Biznaga de Oro a mejor película y las Biznagas de Plata a Mejor Dirección y Mejor Montaje, llega a nuestras salas de cine la película basada en la historia detrás del disco de Los Planetas ‘Una semana en el motor de un autobús’, coincidiendo con la gira de la banda granadina por festivales de música españoles. Y es que, aunque sus directores dejan claro que el grupo solamente les ha servido de excusa o inspiración para rodar esta película que habla de temas universales como la amistad o el trabajo en equipo, lo cierto es que el enfoque visual está completamente impregnado de la psicodelia y el noise marca de la casa de Jota, Florent, Eric y May.

Granada, finales de los 90. En plena efervescencia artística y cultural, un grupo de música indie vive su momento más delicado: la bajista rompe con la banda buscando su sitio fuera de la música y el guitarrista está inmerso en una peligrosa espiral de autodestrucción. Mientras, el cantante se enfrenta a un complicado proceso de escritura y grabación de su tercer disco. Nadie sabe que ese disco cambiará para siempre la escena musical de todo el país. Esta (no) es una película sobre los Planetas.

Tras trabajar durante dos años en el largometraje, Jonás Trueba terminó retirándose del proyecto al no lograr consensuar su visión con el grupo, y entregó la dirección a Isaki Lacuesta, quien escribió un guion a su estilo y, tras sortear todo tipo de obstáculos, codirigió el film en remoto con Pol Rodríguez como su extensión en el set. El largometraje es un antibiópic de ficción que cuenta la leyenda de Los Planetas y, al hacerlo, se piensa a sí mismo, en un proceso autorreferencial que brotó espontáneamente durante el rodaje, posiblemente imbuido de la energía planetera, que reflexiona sobre la creación colectiva. El director de fotografía de la película, Takuro Takeuchi, nos explica cómo, en ese proceso creativo, Isaki Lacuesta y él se valieron de herramientas propias para vestir a la imagen con la capa necesaria para realizar este viaje psicodélico.

TAKURO TAKEUCHI: Nos conocimos antes haciendo una larga campaña de publicidad donde rodamos mucho juntos y nos llevamos muy bien. Yo le transmití mis ganas de hacer ficción y, desde entonces, toda la ficción que he rodado ha sido gracias a él.

TAKURO TAKEUCHI: Yo le había hablado a Isaki de un rodaje de un spot en el que trabajé en Estados Unidos, donde el director no pudo viajar y tuvo que dirigir en remoto, y que había funcionado muy bien. Actualmente, el rodaje en remoto en publicidad está muy desarrollado, aunque es cierto que hay partes complicadas, como la comunicación del director con el resto del equipo.
Lo que ocurrió es que, un día antes de empezar a rodar, Isaki recibió la noticia de la enfermedad de su hija Luna. Entonces, recordó aquel rodaje y pensó que podría dirigir así, ya que teníamos muy preparada la película, porque se había retrasado varias veces por diferentes motivos. Así que contactamos con Javi Lacasa de Mimetik que desarrolló un sistema de streaming que funcionó muy bien, teniendo en cuenta lo que es tener a tu director lejos. Pol Rodríguez, el codirector, que estaba presente en el set, se comunicaba con Isaki y nos transmitía el camino a seguir.
El sistema consiste en que la cámara tiene un emisor que pasa por una centralita con 5 tarjetas SIM muy potentes y envía la señal al director en vivo a través de un ordenador. Él se comunica con el equipo a través de un intercom. También había una cámara que enseñaba el set, porque ver solo el cuadro sin saber lo que pasa alrededor puede ser muy frustrante.
Pero, sobre todo, funcionó porque habíamos preparado mucho la película, aunque tampoco era algo milimétrico, ya que Isaki siempre quiso dejar un espacio a la improvisación.

TAKURO TAKEUCHI: Grabamos en Granada, en Sevilla (2 semanas), en Madrid (3 días) y en Nueva York (casi una semana). En Sevilla reprodujimos partes de Nueva York y también partes de Granada.

TAKURO TAKEUCHI: Yo creo que Isaki quería que absorbiéramos toda la información y después nos olvidásemos, del mismo modo que los actores lo estudiaron todo y después hicieron su propia versión. Sí que encontré que la de los 90 es una época muy complicada de captar. ‘Segundo premio’ es una película de época, pero de una época muy reciente.
Cuando rodamos ‘Apagón’, me di cuenta de que hacía falta mucho diálogo con el director para crear el lenguaje visual, y que en los procesos normales de rodaje no nos dan todo el tiempo que nos gustaría. Así que, cuando me llamó para la película, empezamos a reunirnos inmediatamente, de manera que, cuando llegáramos a la preproducción, ya tuviéramos todo un background. Fue un proceso muy largo, pero precioso, en el que fuimos interiorizando un imaginario para la película de una manera orgánica y natural. No me di cuenta de que habíamos creado esta especie de diccionario tan claro para la película hasta que llegaron Gina Ferrer y Bernat Sampol, directora y director de fotografía de la segunda unidad, y les tuve que explicar cómo nos enfrentábamos a las secuencias.

TAKURO TAKEUCHI: Lo primero que me dijo, hablando de la imagen, es que, cuando veía películas últimamente, era como si estuviera viendo siempre lo mismo. Él quería hacer algo distinto. De alguna manera lo relacionaba con lo fílmico y lo digital.
En ese camino de buscar algo distinto pensamos en degradar la imagen, que no fuera limpia. Encontré un filtro llamado Color Con, parecido al que usábamos en fotoquímico para hacer lo que se llama un velado del negativo, en cámara, para aligerar el contraste. Era algo similar al Panaflasher de Panavision, un filtro que pones en cámara y te reduce el contraste añadiendo luz a las sombras (también puede añadir color). Como no lo encontramos en España en ese momento, creamos un prototipo en colaboración con Pedro Sánchez (el gaffer al inicio del proyecto), Juan Carlos Sandez, el foquista Mario Pérez y Welab.

TAKURO TAKEUCHI: Construimos un portafiltros con impresora 3D con una tira led alrededor de un filtro difusor estilo Glimmer Glass. Esto lo remoteábamos con una mesa de mezclas, que controlaba el DIT Juanlu Núñez y le dábamos el color y la intensidad que queríamos. Lo que hacía este filtro era preiluminar la imagen, es decir, le daba una capa de color por delante que además no podías eliminar en postproducción. Era algo que te llevabas en cámara y que alteraba los colores y el contraste y que no se podía deshacer. Pasar la imagen por ese filtro era como estrechar la imagen y pasarla por un tubo: por ahí pasaban cosas mágicas e inesperadas.

TAKURO TAKEUCHI: En las sombras a veces se ve más y a veces menos, porque en algunas secuencias provocábamos ciertos fallos en la imagen para después corregirlos en el etalonaje. Pero, aunque lo corrigiéramos, ya quedaba plasmada de cierta manera como una nueva personalidad, al estilo del negativo. Y eso creo que le ha dado una textura a la película, como mínimo, interesante, y sí que ha destruido un poquito esa nitidez, esa perfección, que, al fin y al cabo, era lo que buscábamos.
Volviendo al enfoque de la película, yo creo que Isaki siempre ha ido persiguiendo que tuviera mucha verdad. Y ese realismo yo diría que se ha transformado en una especie de expresionismo de una manera misteriosa. Pero yo sí perseguí ese realismo, por ejemplo, en la luz. Por ejemplo, el 90% de las secuencias no tienen luces de cine dentro del set, sino apliques o lámparas, luces de escena, aunque modificadas con bombillas más potentes, todo ‘tuneado’ con dimmers… esto no quiere decir que sea todo natural, pero las fuentes de luz que se ven en la película son las que realmente la iluminan.

TAKURO TAKEUCHI: Sí. En la sala de ensayos queríamos que se notara el paso del tiempo y para eso sí que usábamos los aparatos. Casi siempre, las luces ‘de cine’ se usaban desde fuera del set, entrando por las ventanas para cambiar la hora del día que queríamos representar.
En ese sentido, Isaki, al explicarme la película, me decía: “Para mí, esta es una película de vampiros”. Yo en el guion no lo veía tanto, pero cada vez fue adquiriendo más ese tono fantástico. Y, desde ese prisma, empezamos a pensar cómo narrarlo. Así pues, intentamos que los miembros del grupo casi nunca salgan de día al exterior; están dentro de casa, con las cortinas echadas y solo salen después de la puesta de sol.

TAKURO TAKEUCHI: Exactamente. Cuando salen, la luz les ciega. Para Isaki y Pol, ellos eran los vampiros y May era luz. Ella había abandonado el mundo de la sombra [había dejado el grupo] y estaba expuesta a la luz, como un vampiro que se ha reconvertido y ya no es alérgico al sol. Y ellos solo se exponen al sol con May. Van a visitar el universo de May, la van a visitar a la luz. Por eso, cuando el Guitarrista va a visitar a May, todo está mucho más distorsionado. En esas secuencias usamos una lente Petzval, que es una lente antigua de proyección que hace muy redondo el desenfoque y distorsiona mucho los bordes. Por ejemplo, en mi secuencia preferida, cuando el Cantante está con May en la terraza de la cafetería de la Universidad y mantienen una conversación telepática los planos de May están sobreexpuestos y con mucho flare; la sensación es la de un vampiro que sale de casa y la luz le molesta…

La ópera prima de María Valverde, rodada entre Caracas y Los Ángeles, ha sido fotografiada por Andrea Mezquida

Las productoras Quinchoncho y Forty Entertainment se complacen en compartir las primeras imágenes del documental ‘El canto de las manos’ (Song of the hands), dirigido por María Valverde.

La película narra la historia detrás de la producción de la ópera Fidelio desde la génesis del proyecto hasta su emocionante estreno en la ciudad de Caracas.

‘El canto de las manos’ recorre la vida de Jennifer, Gabriel y José, tres músicos sordos de Venezuela, que deben superar adversidades para dar vida a Fidelio de Beethoven, en su primera puesta en escena en lengua de signos, bajo la dirección del mundialmente reconocido director de orquesta, Gustavo Dudamel.

‘El canto de las manos’ es un proyecto audiovisual único, en el que intérpretes Sordos se convierten en actores y solistas para representar por primera vez la ópera Fidelio en lengua de signos.

La película propone un viaje que descubre el poder transformador que tiene la música para la comunidad Sorda y cómo la música y el arte pueden cambiar el mundo.

El rodaje ha transcurrido durante un año entre Venezuela y Los Ángeles.
Es una producción de Quinchoncho (fundada por Gustavo Dudamel y María Valverde) junto con la productora española Forty (integrada por Cristina Oliva y Martí Font Isern). El documental cuenta con un equipo técnico de jóvenes profesionales.

Una vez finalizada su postproducción, el documental tendrá un recorrido de festivales y estreno en salas de cine de España.

Sobre las dificultades y retos al rodar este documental, explica Mezquida: «Los sordos se comunican de manera puramente visual. Eso ha sido un reto y un regalo a partes iguales; rodar con ellos es un aprendizaje constante. Hemos conocido a personas con muchísima sensibilidad, detallistas, observadoras y muy expresivas. Necesitan luz para comunicarse: si no ven no pueden comprender, por lo que muchas escenas fueron un desafío lumínico interesante. A los sordos tampoco puedes taparles el ángulo de visión, por lo que rodar en eje de miradas era tremendamente difícil, sobre todo en la cantidad de escenas corales que tenemos».

Al referirse al estilo visual y sonoro de este documental que se encuentra en fase de posproducción, dice la directora de fotografía: “En muchas ocasiones también, teníamos que mantener planos medios cuando el cuerpo nos pedía cerrar más, ya que los sordos utilizan todo el torso y los brazos para expresarse; hay que dejarles ese espacio en el encuadre también. Enlazado con los fueras de campo: nos dimos cuenta de que el contraplano era prácticamente imprescindible ya que el fuera de campo sonoro no existe, y eso nos permitía desafiar la narrativa visual, a la par que nos obligaba a tener siempre planos correlativos aunque buscáramos, en un inicio, un cine más intimista y poético. Rodamos el documental estilo mosca en la pared: cazar instantes de realidad, encontrar un buen tiro de cámara y esperar a que ocurra la magia. Interveníamos lo mínimo, con equipo humano muy pequeño, y pasamos tantos días en la vida de nuestros protagonistas que normalizaron nuestra presencia y nos integraron en sus familias rápidamente”.

El documental se rodó en Venezuela el 90% de la película, donde se expresaba una dicotomía entre el mundo profesional de la música, un lugar casi inaccesible para una persona sorda de Barquisimeto, y el día a día de los personajes. Sobre esta diferencia afirma Mezquida: “Esto es una realidad que narrativamente apoyamos y subrayamos con luz y posteriormente en color, con Ignasi González. El primer mundo es cálido, con tonos de madera y de blancos rotos, e interiores en general más luminosos; el otro mundo que abarca la mayoría de la película, es muy colorida en espacios, pero fría y sobria en luz. En sus casas tienen normalmente una única bombilla fría de bajo consumo, pelada en medio de la sala. Es una luz característica, suave y contrastada que nos acompaña durante toda la peli y contrasta con el escenario de una ópera, por ejemplo. Los techos de la mayoría de hogares donde rodamos no eran del todo opacos, por lo que los interiores día tienen un ambiente general verdoso muy especial”.

Dado que la filosofía de trabajo era intentar que la presencia de la cámara no fuera evidente, Mezquida se limitó a prender o apagar luces y sobre todo encontrar el encuadre y el ‘mejor’ ángulo de luz. Para esto el documental se rodó en Los Angeles con la Canon C300 y zooms Sigma High Speed, dado buscaban situar al espectador en un proceso óptico, “haciendo ese viaje a la intimidad a través de teleobjetivos cuando están en ensayos y en grupo, buscando algo más coral y distanciado; y en su vida personal usar más angulares, pero estar también cercanos a ellos”.

De igual forma en Venezuela rodaron con una Alexa Mini y una Amira y el juego de zooms DZO 20-55mm y 50-125mm, que fue operada por Martín arrea, siempre con la cámara en mano para favorecer la rapidez y los planos largos.

Aprovechando el estreno este jueves día 8 de febrero de la segunda temporada de Tokyio Vice en HBO, publicamos la magnífica entrevista a los directores de fotografía de la primera temporada de esta adaptación de la novela Tokyo Vice de J.T. Rogers. En esta serie, el -magistral- episodio piloto fue dirigido por un director de prestigio. Se contó acertadamente con Michael Mann (Ali, Heat, El último Mohicano, Miami Vice), también productor de la serie, y con el director de fotografía John Grillo (Westworld, Snowpiercer, The Leftovers). Juntos cuentan la historia de un periodista americano que, a través de su trabajo en un periódico japonés, explora el peligroso mundo de los yakuza.

Recapitulación de la narrativa de la primera temporada que nos sirve para ilustrar nuestra recapitulación de la estética de la 1T: Inspirada libremente en el relato de no ficción contado en primera persona del periodista estadounidense Jake Adelstein sobre la Policía Metropolitana de Tokio, este drama criminal, filmado en localizaciones de Tokio, captura el descenso a los bajos fondos cubiertos de neón de Tokyo de Adelstein (interpretado por Ansel Elgort) a finales de los 90, donde nada ni nadie es realmente lo que parece.

La serie Tokyo Vice empezó a rodarse en el año 2020, durante los inicios de la pandemia, tras barajarse actores como Daniel Radcliffe y también operadores diferentes, de manera que la participación de John Grillo fue totalmente imprevista. Cuando Mann se incorporó para rodar el piloto, llevó a Grillo de director de fotografía. Ninguno de los dos continuó en los siguientes episodios, aunque su trabajo marcó la línea del resto de la serie. “El objetivo era que Michael diseñara el tono de la serie y que aportara su estilo visual”, dice Grillo, “para que el piloto fuera la base. Nuestra idea fue trabajar el episodio como si fuera una película de una hora”. El resto de la serie fue fotografiada por Diego García (Wildlife, Neon Bull), Katsumi Yanagijima (Battle Royale, Kikujiro) y Daniel Satinoff, quien también fue el DIT de todo el rodaje.

Las referencias visuales de Michael Mann no son las que cabría esperar habitualmente de un director, ya que no referencia a los grandes clásicos. Ni siquiera se remite a películas. Según nos cuenta Grillo, que ha colaborado con Mann en múltiples proyectos, “sus referentes vienen más de otras artes y de su propia experiencia personal”. Estos se componen de fotografías, pintura y también de la propia ciudad. En este caso, la ciudad de Tokio y su energía fueron una referencia fundamental, dado que “es un director muy interesado en la geografía, en el espacio”, dice su operador, quien cree que “no hay nadie que transmita mejor que él las sensaciones que generan”.

El interés del director por la arquitectura hace que se vuelque en la búsqueda de localizaciones. Antes de empezar el rodaje, visita los espacios para familiarizarse con las sensaciones que generan. “Lo que hace es visitar el lugar y hacer fotos por su cuenta que se convierten en referencias”, cuenta John. Estas imágenes pueden ser lugares que le resultan sugerentes, visualmente interesantes o que contienen algún elemento concreto que ha suscitado su atención. “A veces los elige por la vista que hay desde la ventana, quizá por un neón o algún elemento que le ha gustado”, explica Grillo.

John llegó a Japón un par de semanas antes de iniciar el rodaje y pudo dedicar ese tiempo a visitar las localizaciones elegidas por Mann. “Lo que más le gusta a Michael es la autenticidad, le gusta que se note que las localizaciones son reales”, dice Grillo. De hecho, afirma que puede contar con la mitad de los dedos de una mano las veces que ha rodado con Mann en plató. “Siempre nos vamos a rodar a los lugares más auténticos e incómodos que puedas imaginar”, bromea. “Con él, nunca se da el caso de quitar una pared para agrandar el espacio y poder poner la cámara más atrás, por ejemplo. Sabes que tienes que adaptarte a lo que encuentras, porque ha elegido ese espacio por un motivo, le ha gustado tal y como es. Nuestro trabajo es encontrar la manera de conseguir rodar en esas localizaciones”, dice Grillo.

La serie abre con una secuencia de apertura in media res situada dos años en el futuro de la narración principal. En ella, Jack (Ansel Elgort) y Katagiri (Ken Watanabe) acuden a una reunión con miembros de la yakuza japonesa. El lugar elegido en un exclusivo restaurante situado en lo más alto de un rascacielos desde el que se ve la ciudad. Cuando se sientan con ellos, los gánsteres les informan de que deben dejar su investigación. En caso de que publicaran algo, no tendrían dónde esconderse. Es una apertura tensa, llena de conflicto entre los personajes, y que sitúa en el ambiente la historia que nos van a contar a lo largo de los próximos diez episodios.

Lo primero que llama la atención son los tonos dorados de luces de tungsteno, combinados con tonos fríos y luces de neón a través de las ventanas. “Son los colores de Tokio. Es una ciudad muy brillante y llena de luces”, explica John. “Hoy en día hay pantallas LED por todas partes, que llenan todo de color, pero he estado en Japón varias veces desde los años 80 y, de una manera extraña, diría que no ha cambiado mucho. La ciudad ya estaba saturada de luces, es solo que la tecnología las ha hecho más brillantes. Antes se usaban imágenes fijas y ahora hay vídeos, pero la esencia es la misma. A veces jugábamos a realzar los colores de Tokio, dentro de los límites de cada ambiente. En otras ocasiones, teníamos que eliminar luces cuando eran demasiado brillantes”.

Michael Mann está muy interesado en el espacio. Nuestro trabajo es encontrar la manera de rodar en las localizaciones que ha elegido el director. En el caso de la secuencia del restaurante, se trata de un espacio real. A un extremo está la barra del bar y, en el que están sentados los miembros de la yakuza, los rascacielos de noche. Este fondo, rodado a través del cristal de los ventanales, adquiere un tono frío. El contraplano, con la barra, era un espacio que John podía controlar más, y decidió añadir luces amarillentas para darle algo de calidez y así crear contraste cromático. “Esto daba a cada plano una personalidad propia para la escena”, dice Grillo.

Tras esta secuencia, la historia retrocede dos años, a 1999. Es un pasado reciente que se recrea sobre todo a través del control de decorados, vestuario y atrezo. “Se buscaron los teléfonos, lámpara y vestuario de ese periodo. Sin embargo, al rodar la ciudad no hay mucho que puedas hacer para adaptarla a los años noventa pero, como decía antes, no ha cambiado tanto”, dice John.

La estética de los años noventa se resaltó con una LUT específica hecha junto con Daniel Satinoff. “Al hacer pruebas optamos por una LUT con bastante contraste y color”, dice David. “No queríamos que diera la sensación de ser una película rodada en los años noventa, se buscaba la sensación de una historia contada en la actualidad pero que transcurre en otra década. Es decir, la estética es contemporánea, pero la acción se sitúa en el pasado. Es un equilibrio muy delicado”.

Jake está en Japón estudiando para presentarse a los exámenes que le permitirán trabajar en el periódico más importante del país, el Meicho Shimbun. Aunque el diario es ficticio, el autor de la novela en la que se basa la serie trabajó en el periódico Yomiuri Shimbun en los años noventa, por lo que seguramente sea su fuente de inspiración.

Mientras prepara los exámenes, vemos su día a día sin apenas diálogo que nos explique qué está haciendo. Sin embargo, la cámara nos cuenta perfectamente quién es. Vemos a Jake en el autobús, practicando un arte marcial, en un bar… John Grillo cree que esta es la introducción perfecta a una historia. “Es un medio visual, y si eres capaz de contar una historia sólo con imágenes, entonces sabes que eres un maestro de ese medio. Michael Mann es un maestro de contar historias visuales”, dice John.
A lo largo de todo el piloto, la cámara se convierte en un personaje más que nos va mostrando el mundo conforme Jake lo descubre. A diferencia de muchas series actuales, que pueden seguirse mientras se tienen los ojos en el móvil y se envían comentarios a Twitter, es imposible seguir la trama de Tokyo Vice si se deja de mirar la pantalla. Igual que en la vida real no nos explican qué está pasando ni qué estamos viendo, tampoco lo hacen aquí. La cámara nos desvela la historia, pero ninguna voz en off nos la traduce. “La cámara tiene mucha energía”, explica John. “Es la marca de autor de Michael, contar la historia con la cámara, pero sin ser autorreferencial. Michael toma muchas notas”, explica John. “Tiene un libro de anotaciones con todas las secuencias y localizaciones. En él también incluye sus impresiones al localizar y cómo quiere incorporar a los personajes a ese espacio. Sin embargo, quiere que la cámara esté suelta, que dé sensación de realidad”.

Esto se traduce en gran cantidad de planos cámara en mano, con un poco de improvisación, aunque de forma excepcional puede moverlas con una dolly o una steadicam. “La dolly es muy restrictiva, solo puedes ir del punto A al punto B en línea recta y a Michael le gusta la libertad de movimiento”. La steadicam se utilizó cuando era necesaria para sustituir a la cámara en mano por motivos técnicos. Por ejemplo, se recurrió a ella cuando alguien corría y había que perseguirlos con la cámara, o si un personaje subía escaleras. “Creo que Mann hubiera preferido usar siempre cámara en mano”, dice Grillo, “pero usamos la steadicam cuando nos hacía falta.”

El operador de cámara es otro colaborador habitual de Mann, Roberto de Angelis (Birdbox, El libro de la selva, The undoing). “Su trabajo es increíble, tiene muchísimo talento. La gran mayoría del trabajo que se puede ver en Tokyo Vice es suyo”, dice John.

El piloto se rodó con la cámara Sony Venice. Esta cámara permite separar la parte frontal del resto del cuerpo de la cámara. De esta manera, el resultado que se obtiene es un bloque muy ligero con la óptica mientras el resto del cuerpo va en una mochila. “Al hacer esto, alguien lleva el cuerpo en una mochila y tú estás operando una cámara muy ligera que te da mucha libertad para moverte en todos los ejes y para acercarte mucho al actor”, explica. El resto se la serie de rodó con la Alexa Mini LF, incluyendo algunas jornadas de rodaje del piloto que no hizo John Grillo.

El piloto se rodó a dos cámaras, con preferencia por focales largas. “A Michael le gusta la compresión y acercarse a las caras de los actores”, dice John. Para conseguir la cercanía que pedía el director, usaron un accesorio llamado Skater Scope, un adaptador periscópico que se monta en la cámara con la óptica en su otro extremo. Esto extiende la parte frontal de la cámara con respecto al cuerpo, consigue una distancia mínima de foco más cercana y permite una mayor proximidad al actor. “Los planos extremadamente cercanos, acompañando a Jake cuando estudia o cuando come, que dan la sensación de que estás con él, están hechos con el Skater Scope”, explica John.

La serie empezó a rodarse en noviembre del 2020, con las dificultades que supuso el inicio de la pandemia. “Nos hacíamos pruebas tres veces por semana y el protocolo de mascarilla era muy estricto”, recuerda. “A veces teníamos un positivo y teníamos que detener el rodaje y ponernos en cuarentena unos días. Todo esto era nuevo entonces, ahora estamos más acostumbrados”.

Satinoff cree que quizá el propio espacio de Japón hizo que la pandemia cobrara una dimensión diferente. “La realidad es que el espacio no permitía distanciamiento social, mientras que, en ese momento, muchos rodajes sí que lo imponían. Se limitaba el número de personas que podían estar en una localización o en un set. Pero en los espacios en los que rodábamos, los metros cuadrados que se usarían en Los Ángeles para calcular cuántas personas podía haber, nos obligarían a solo tener una persona en la habitación. Creo que por eso el régimen de pruebas fue más intenso”, recuerda. “Pero, de hecho, también nos ayudó a rodar en algunas localizaciones, ya que había poca gente en la calle. Quizá algunos de los planos que rodamos no hubieran podido hacerse, como el cruce de Shibuya“.

Esto añadió una capa más de complicaciones a las dificultades intrínsecas de rodar en Japón. “No hay una Film Comission centralizada, como en otras partes del mundo. En el mismo Tokio hay que pasar por tres oficinas gubernamentales para conseguir un permiso de rodaje. Sin embargo, merece la pena, porque es una ciudad emocionante”. Grillo nos comenta que es habitual que los rodajes se desplacen a las afueras de Tokio, donde los permisos son más sencillos de obtener y se mantiene la sensación de estar en el país, “pero Michael se negó a hacer eso. Para él, la serie era sobre Tokio y tenía que rodarse ahí”.

Otra dificultad al rodar en Japón fue el equipo humano. El primer y segundo ayudante de cámara vinieron de Los Ángeles, pero alrededor de un 70% del equipo eran japoneses. Tanto el gaffer como el key grip eran del país y Grillo notó que el idioma dificultaba la comunicación. A pesar de esto, Grillo resalta la profesionalidad de todo el equipo.

John indica que el paquete de luces que usó no era muy amplio. En la medida de lo posible intentó aprovechar la luz disponible en las localizaciones y realzarla con practicables. En ocasiones también recurrió a fuentes difusas como Litepanels o tubos Astera. “Estas luces eran fáciles de esconder”, argumenta, “podía tirarlas al suelo para conseguir una luz de ojos para algún personaje, por ejemplo”.
En general, el director de fotografía no utilizó grandes luces “aunque a veces sí que utilizaba un 4Kw HMI para una ventana. En Tokio es muy difícil subir una luz a una grúa. Por una parte, las calles son muy estrechas. Por otra, es muy difícil conseguir permisos para montar luces por fuera de un edificio. Además, en algunas localizaciones hubiera sido imposible hacerlo, porque eran rascacielos”, explica. “El resto era estudiar cómo se comportaba la luz a diferentes horas del día y planificar en función del sol. Por ejemplo, en la oficina del periódico Meicho Shimbun, elegíamos el momento en que el sol entraba por las ventanas. Allí hubiera sido imposible montar una luz por fuera, porque era un decimotercer piso.”

La sala del examen de acceso a la redacción del periódico y la oficina de redacción del Meicho Shimbun destacan por sus luces practicables. En estos espacios puede verse el techo, lleno de fluorescentes, que crean unos halos de luz horizontales. Podrían parecer producidos por lentes anamórficas o filtraje, pero se rodó en esférico. El efecto se debe al Skater Scope. “Había más de cien luces en el techo,” recuerda John. “Me recordaba a los famosos planos con fluorescencia en el techo de Todos los hombres del presidente (Pakula, 1976). Decidimos dejarlas como estaban y cambiar los tubos. Usamos fluorescentes en muchas localizaciones, sobre todo los Astera. A veces los colocábamos para conseguir reflejos en los cristales,” cuenta John.

Si durante el día dependía del sol, de noche la estrategia era apagar luces. En una secuencia, Jack anda por una calle de noche y llega al exterior de un bar en el que está entrando la yakuza y se queda observándoles. “Esa calle tenía muchas luces que venían de diferentes edificios”, recuerda John. “Pequeñas luces, por todas partes. Mi gaffer y yo nos fuimos a dar una vuelta por la calle y yo le iba diciendo qué luces necesitábamos apagar. Básicamente, Tokio es una ciudad que se ilumina a sí misma. Al estar rodeado de luces, el truco es apagarlas para poder moldear la luz. Pones una bandera para eliminar un neón muy brillante, hablas con un vecino para pedirle que apague una luz o tapar alguna más.”

Jake vive en un apartamento diminuto, rodeado de libros. Se trata de un espacio realmente pequeño e íntimo compuesto por una habitación principal donde duerme y estudia, y una sala aparte con una pequeña cocina y un baño pequeñísimo que nunca se ve en cámara. “Es quizá una de las localizaciones más pequeñas en las que he rodado”, dice Grillo. “Incluso diría que en cámara parece más grande de lo que es en realidad. Al ir de un lado a otro de la habitación tenías que ir con cuidado; de hecho, nos pegábamos con la cabeza en el techo todo el rato”. La escala del espacio impidió montar luces en el techo y se recurrió de nuevo a luces practicables, como la lámpara que puede verse en algunos planos, o luz natural entrando por las ventanas. Esto se complementó con una lámpara china en el suelo y, de nuevo, tubos Astera.

El plano favorito de John Grillo transcurre en este espacio [TC 35:03], en el que Mann puso un póster gigantesco de una mujer por fuera de la ventana. Jake ha estado siguiendo de cerca la primera muerte violenta de la que le piden que escriba, pero su artículo no es bien recibido por el editor del periódico. Tras una fuerte discusión con él, Jake vuelve a su habitación, frustrado y enfadado. Se sienta, la cámara está detrás de él y, por la ventana, se ve el ojo gigantesco de la mujer, observándole.
En episodios posteriores, esta localización y algunas otras, como la casa de Samantha y la estación de policía, se trasladaron a platós.

La maleta de ópticas se componía de lentes fijas Sigma Classic Prime, zooms Angenieux y Panavision. El trabajo se Mann se caracteriza por la gran abundancia de movimientos de zoom. “Le gustan mucho”, dice John. “Le gusta hacer zooms muy lentos sobre los personajes durante los diálogos, prácticamente imperceptibles”. Grillo atribuye esto a su pasado como documentalista, género con el que relaciona esta técnica, especialmente porque “hay una energía diferente cuando estos movimientos se hacen a mano, hay una cierta imperfección que es más real, que da una sensación de realidad aumentada”. Algunas de estas ópticas presentaron dificultades para caber en los espacios tan reducidos de los interiores naturales. Por ese motivo, los zooms se reservaron para exteriores.
Satinoff también indica que en otros episodios se usaron ópticas Panavison adicionales, como las Super Speed y Ultra Speed. Nos explica que, por ejemplo, David García prefería las focales entre el 35 y el 65. “Teníamos un Primo Classic de 65mm. Es una óptica que da un efecto muy suave y la usamos mucho para planos cortos en el resto de la serie”, explica Satinoff.

Varias secuencias del piloto transcurren en bares, todos ellos interiores naturales. En general, Grillo no usó difusión en las ópticas, ya que querían que la ciudad tuviera un aspecto eléctrico. Sin embargo, para suavizar y añadir textura a algunos espacios, se utilizó humo. Uno de ellos es el bar al que invitan a los nuevos periodistas aceptados por el periódico para celebrar su primer día. Esta técnica se repite en el bar en que Jake conoce a Samantha (Rachel Keller) o al que acude con Miyamoto (Hideaki Ito).
De entre los diferentes espacios nocturnos cabe destacar uno en el que Jack está con Miyamoto y hay una serie de paneles LED en las paredes [TC 44:16]. “Este bar estaba en un área de Tokio llamada Kabukicho. Está como en un callejón y, si lo buscas, no lo encuentras con facilidad. Es una de esas localizaciones que Michael encuentra junto con su localizadora, Janice Polley (Tenet, Heat, Man on Fire), con la que ha trabajado desde hace muchos años. Ella sale, visita una ciudad y encuentra los lugares más increíbles”, nos cuenta. “Y así fue cómo encontró este bar con una pared de pantallas LED. Michael creó los gráficos y reforcé la luz existente con algunas luces extra, pero la luz del lugar es la que es, y es la que tenía que ser”. Los pequeños detalles técnicos marcan la diferencia entre la imagen final de una película y la de otra

Trabajaron con el técnico de luces para afinar las luces móviles del local para el rodaje. “La secuencia tiene dos partes”, explica. “En la primera, quería destacar un color azul cian que se reflejara en los rostros de los actores. En la segunda, las LED son más oscuras y tienen tonos más cálidos”. Esta combinación de contrastes cromáticos puede relacionarse, de nuevo, con la secuencia inicial y se encuentra en todo el episodio.

El policía al que Jake acompaña sale del bar para atender una emergencia. En la calle, un hombre se ha empapado en gasolina, perfectamente quieto. A pesar de los intentos de hablar con él, toma una caja de cerillas y se prende fuego. “Rodamos esta secuencia en dos partes,” explica John. “La primera parte la rodamos en la localización natural con el actor. El supervisor de VFX mapeó el movimiento de cámara. Mann quería un movimiento semicircular alrededor del personaje. Empezamos detrás de él y nos desplazamos hasta estar delante y, entonces, se prende fuego. En esta sección lo rodamos hasta que enciende la cerilla. Después rodamos unos planos de la gente, de Jake y de Miyamoto viendo el suceso”. En estos planos, John añadió luces para simular el efecto del fuego sobre los rostros y sobre el entorno. Un par de días más tarde rodaron al actor sobre chroma con las mismas ópticas del rodaje. Esto se hizo para conseguir imágenes de su rostro que superponer sobre las del especialista que se prendió fuego.

Grillo apenas participó en la postproducción, porque inmediatamente se incorporó a un nuevo proyecto. “Michael es un artista, en el sentido más pleno de la palabra”, dice Grillo. “Le gusta terminar sus proyectos, la postproducción es también parte de sus dominios. Le gusta poner su sello a la música, al etalonaje…”.

La serie tuvo diferentes directores de fotografía para diferentes episodios. Daniel Satinoff se incorporó como director de fotografía para los episodios seis y siete. Cuando se terminó de rodar el quinto episodio, Satinoff tuvo lo que llama su ‘momento de suerte’. “El gobierno no estaba dando visados, así que no podían buscar a nadie que no estuviera ya en el país. Yo tenía experiencia como operador, había estado durante todo el rodaje y decidieron contar conmigo”, explica Daniel. Su incorporación fue una transición sencilla para el equipo, ya que había sido el DIT del resto del rodaje y había colaborado previamente con uno de los operadores, Diego García. Su continuidad en el set ayudó a mantener la coherencia cromática entre operadores, aunque cada director de fotografía aportara su propia personalidad y estilo. Para Satinoff, esta historia incluye temas e ideas universales, reflejados en la belleza e intriga de Tokio.

En el séptimo episodio, una de las localizaciones más interesantes es en la que transcurre el cumpleaños del jefe del clan Tozawa (Ayumi Tanida). La localización es una sala de banquetes en la que el techo está hecho de una delicada estructura de madera que recorre todo el espacio y que parece crear olas. A ambos lados de la sala hay espejos, de tal manera que parecen extenderse hasta el infinito. “Con una escala muy diferente, esta secuencia es como la apertura del El Padrino: es una reunión de mafiosos. Hay opulencia, elegancia y una sensación de escala que es importante mostrar. Este espacio lo encontramos de casualidad tras buscar durante semanas. Al localizar para otra escena, el director Joseph Wladyka (Dirty Hands, Narcos: México) estaba paseando por el lugar y encontró este espacio tan maravilloso que llevábamos semanas buscando, que no era lo suficientemente moderno como para estar fuera de lugar”, recuerda. “Pedimos al departamento de arte que nos hiciera pequeñas lámparas para cada mesa y esto lo gastamos como luz base”, dice Daniel. “En este lugar hicimos muchos zooms y movimientos de dolly. El personaje empieza en una habitación en la que está solo y entra a esta sala con doscientos invitados, toda su familia y un cantante. Queríamos ver el espacio al completo. Una pared eran todo ventanas y, al transcurrir de noche, se llenaría de reflejos. Tampoco podíamos montar luces sobre ese techo. Por ese motivo recurrimos a practicables y a lámparas chinas para conseguir una luz suave y cálida. Las poníamos a veces sobre pértigas para poder moverlas durante el plano e incluso les añadíamos más difusión.”

En gran medida, el trabajo también fue de posicionamiento de los personajes, dado que la fuente de luz principal provenía de las luces sobre las mesas. Para planos más cortos, usó como fluorescentes Astera Titan y Helios, dado que “van a baterías y son fáciles de añadir a un plano”.
El rodaje se planteó a cámara única y sólo se sumaba una segunda cámara si al director y a él les parecía que pudiera añadir algo. “En esto nos diferenciábamos del trabajo con Mann, al que le gusta trabajar con más cámaras. Es su estilo”, dice Daniel. “Cuando entraron otros directores viraron a un estilo más clásico de rodaje.”

Para construir la estética de la época, usaron filtros difusores de un cuarto o un medio de black satin. Además, usaron humo en todos los interiores para marcar los haces de luz. “Era una manera de darle algo de suavidad a la imagen y quitarle dureza al 4K. Creo que también ayuda a dar una sensación nostálgica de los años noventa. Satinoff configuró la Alexa LF a “1280 en vez de 800 ISO para darle un poquito más de textura. Básicamente estás subexponiendo 2/3 de diafragma, lo que te da un poco más de detalle en las altas luces, y creo que eso se nota. Suavizamos la imagen en captación, pero la LUT tenía bastante contraste, así que al final forzábamos las altas luces y le quitábamos latitud a las sombras. Me gusta que las cosas salgan de las sombras en vez de tener mucha información en ellas”. El operador indica que, a pesar de estas opciones, los negros no se empastaban en exceso, gracias a la difusión en la óptica y al humo en el ambiente, que levantaba los niveles de negros. “Creo que los pequeños detalles técnicos son los que marcan la diferencia entre la imagen final de una película y la de otra”, afirma.

‘Kinds of Kindness’ es una fábula en forma de tríptico que cuenta tres historias: la de un hombre atrapado que intenta tomar las riendas de su propia vida; la de un policía aterrado porque su mujer, que había desaparecido en el mar, ha vuelto y parece otra persona y por último, la historia de una mujer decidida a encontrar a alguien con un don especial, destinado a convertirse en un prodigioso líder espiritual.

‘Kinds of kindness’, está dirigida y escrita por Yorgos Lanthimos y coescrita por Efthimis Filippou. Esta obra está protagonizada también por Emma Stone, Jesse Plenos, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau, Mamoudou Athie, Joe Alwyn y Hunter Schafer. De igual forma, está producida por Ed Guiney de Element Pictures (Pobres criaturas, La favorita), Andrew Lowe (Pobres criaturas), Kasia Malipan (Pobres criaturas) y Lanthimos. 

El equipo técnico y creativo está otra vez conformado por su habitual colaborador, el director de fotografía Robbie Ryan, el diseñador de producción Anthony Gasparro, la diseñadora de vestuario Jennifer Johnsonla jefa del departamento de maquillaje Jessica Needham, el montador Yorgos Mavropsaridis, y la música del compositor Jerskin Fendrix.

Yorgos Lanthimos, el guionista, productor y director, ha colaborado anteriormente con el coguionista Efthimis Filippou en múltiples proyectos como ‘Canino’, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ y ‘Langosta’, que les valió a ambos una nominación al Premio de la Academia al mejor guion original.

La idea de ‘Kinds of kindness’ había adoptado múltiples formas narrativas a lo largo de los años y finalmente evolucionó hasta convertirse en una antología: “Habíamos empezado con una historia pero mientras trabajábamos en ella, pensamos que podría ser interesante hacer una película que tuviera una estructura diferente a lo que habíamos hecho antes”, explica Lanthimos. “A medida que íbamos escribiendo las historias posteriores, quisimos mantener un hilo temático, para que pareciera que todo estaba bajo el mismo paraguas”.

Surgieron retos, como reconoce Lanthimos, sobre todo por las limitaciones de tiempo, pero la propuesta narrativa del proyecto fue lo que terminó prevaleciendo: “Si en un largometraje que tiene una sola historia, el público puede participar más activamente porque hay espacio para pensar en lo que está pasando y aplicar su propia lógica (…) en una antología, trasladas todo lo que has estado pensando en la primera historia a la siguiente. Es más complejo y más atractivo, dado que existen diferentes personas que identificas con temas diferentes y eso constituye una estructura enormemente interesante”. 

Una vez que acabó el guion con Filippou y durante el proceso de producción, a Lanthimos se le ocurrió que los mismos actores interpretaran un personaje diferente en cada historia con el fin de crear una sensación de familiaridad con el público. 

En un inicio, Lanthimos quería que cada personaje fuera muy diferente visualmente, pero después decidió no hacerlo: “Cuanto más pensábamos en ello, menos queríamos que se convirtiera en un truco. Decidimos incluir ciertos cambios sutiles (en el cabello, el maquillaje y en su comportamiento y gestos) cuando el actor pasa de un personaje a otro. Son historias y personajes muy diferentes y eso es suficiente para que destaquen. Que el mismo actor pase de una historia a la siguiente añade una sensación de continuidad a nivel subconsciente, y en este caso en concreto se trataba sobre todo de que los actores cambiaran de velocidad y energía”.

Lanthimos quiso explorar un tema concreto a lo largo de las tres historias: la autoridad y cómo fluctúa el libre albedrío, junto con la lucha de las personas entre la libertad para elegir y la libertad que da elegir. “Creo que es interesante observar cómo uno cree que controla las cosas o que es libre de decidir las cosas”, afirma Lanthimos. “Después, cuando se nos da una libertad absoluta, nos resulta difícil lidiar con ella y salir adelante. Es un microcosmos de la vida real y de cómo personas que parecen no tener ningún poder controlan a personas que podrían parecer mucho más fuertes”.

Los temas de ‘Kinds of kindness’ prevalecen en toda la película, concretamente los relacionados con el poder, el control, la libertad de elegir y la dinámica de las relaciones humanas. Andrew Lowe, el productor lo explica también: “Gran parte de los trabajos de Yorgos exploran cómo las personas viven sus vidas de acuerdo con sus propias reglas, las de la sociedad o las de una autoridad superior. A menudo, estos temas toman un cariz absurdo (pero oscuramente divertido) y ese es también el caso de esta película”.

Este proyecto reunió nuevamente a Lanthimos con Robbie Ryan ISC BSC, director de fotografía en trabajos anteriores como ‘La favorita’ y ‘Pobres criaturas’, por las que fue nominado al Premio de la Academia en ambas ocasiones. 

A lo largo del proceso de preproducción, Lanthimos y Ryan hablaron sobre cómo utilizar la cámara de forma diferente y más sencilla que en las otras películas, tal y como lo explica Lanthimos: “Quería hacer algo nuevo con Robbie pero sin dejar atrás lo que habíamos hecho antes. Como íbamos a filmar en un mundo contemporáneo, había que buscar la mayor sencillez posible para las tres historias. En este caso, se trataba de encontrar la forma más sencilla de abarcar una escena y centrarse en su verdadera esencia”.

Ryan recuerda que una de las primeras cosas que Lanthimos mencionó, fue la distancia que separaba el estilo de ‘Pobres criaturas’ del estilo de ‘Kinds of kindness’: “Yorgos tenía muchas ganas de probar un tipo diferente de lenguaje con ‘Kinds of kindness’. Quería que fuera una pantalla ancha y con lentes anamórficas. A partir de ahí nos dedicamos a realizar pruebas para conseguir este tipo de fotografía”. Es por eso que Ryan decidió usar la cámara Arricam ST combinada con los objetivos anamórficos Panavision C series, logrando un set de cámara compacto y que no ocupaba mucho espacio.

Además de las técnicas de aspect ratio y uso de los objetivos, Ryan destaca la preferencia de Lanthimos por el uso del blanco y negro, que en esta película se utiliza para resaltar una parte oculta de la realidad: “El blanco y negro aparece cuando los personajes hablan de una historia o cuando hay una secuencia de sueños”.

Ryan señala que el propio Lanthimos es un gran director de fotografía, además de que posee un amplio conocimiento de estructura, montaje y diseño de producción. Ryan dice sobre esta faceta del director: “Su sensibilidad fotográfica siempre es mucho mejor que la de la mayoría de los directores de fotografía, incluyéndome a mí. Sabe perfectamente lo que puede hacer para que sus ideas visuales funcionen en la historia. Le encanta pasar de un plano amplio a un plano cerrado, sin demasiados planos intermedios, lo que al final funciona muy bien.’

Para mejorar la visión de Lanthimos, Ryan confirma que filmaron en película, específicamente las emulsiones 50D 5203, 250D 5207, 500T 5219 y Eastman Double-X 5222 de Kodak, lo que describe como el «ingrediente mágico» de las cintas de Lanthimos y que pone de manifiesto sus impresionantes cualidades visuales. “Sabes lo que obtienes cuando filmas en película: siempre habrá algo interesante”, añade Ryan. “Gracias a ese aspecto granuloso todo se captura muy bien. Los coloristas siempre están contentos de trabajar con película. Trabajar físicamente en una película es genial porque hay menos monitores y ordenadores. Solo hay un grupo de gente trabajando”. 

Como Lanthimos acababa de terminar proyectos con sets muy amplios, vestuarios de época y trabajo con prótesis, ahora quería abordar el diseño de producción de ‘Kinds of kindness’ de manera diferente, centrándose en opciones más matizadas, sutiles y contemporáneas en lo que se refiere al estilo visual de la película. 

Anthony Gasparro recuerda la conversación inicial con el director y afirma sobre su manera de trabajar que: “Yorgos no es nada obsesivo. Recuerdo que hablamos más de Olivia Colman en Broadchurch que de cualquier cosa relacionada con el trabajo. No hablamos sobre el contenido ni sobre nada visual. Se trataba de conocernos y saber cómo trabajábamos. Ha sido maravilloso trabajar con alguien de esa manera”.

La película se rodó en localizaciones de Nueva Orleans. Lanthimos y el equipo creativo querían un lugar que pudiera ser una ciudad sin nombre, un lugar que no se pueda identificar de entrada. Como recuerda el productor Ed Guiney, “La película está ambientada en una ciudad estadounidense anónima. No estábamos especialmente interesados en representar a ninguna en concreto”.

Basándose en esta idea, Lanthimos afirma que tenía que ser un lugar que tuviera hubiera los recursos que exigía la narrativa: “Nos pareció que la historia era norteamericana, pero también había que solucionar muchos temas logísticos. Uno de ellos era encontrar un lugar con un gran lago y una casa. Además de eso, había otras premisas como el clima, el feeling y la estética general del lugar en donde se sitúa la película. Nueva Orleans no es una parte importante de la historia. Nos limitamos a aprovechar la atmósfera general”.

Sobre la búsqueda de localizaciones, Gasparro recuerda que “la localización más importante era la casa del lago debido a su importancia en el guion. Era imprescindible que estuviera en un lago, pero nunca fue obligatorio que la historia tuviera una paleta específica o un tono visual determinado. Todo se fue gestando a medida que encontrábamos los sitios”.

Para el reparto, rodar en Nueva Orleans contribuyó a la atmósfera de la película por su arquitectura y su carácter único, tal y como comenta la actriz Margaret Qualley: “Yo diría que Nueva Orleans es casi tierra de nadie, no se parece a ningún otro lugar de Estados Unidos. Es culturalmente único y se podría decir lo mismo de la atmósfera de esta película y del mundo en general”.

En lo que se refiere a los sets, sobre todo los más importantes como la casa del lago y la casa de Raymond, Lanthimos quería que estos fuesen lujosos pero ligeramente distorsionados: «Ambos son muy diferentes, dado que la casa es una casa rica y decadente que este grupo de personas ha convertido en una especie de comuna”, explica Lanthimos. “Después está la casa de Raymond, que es un hombre rico y muy poderoso, con mucho gusto y amor por las cosas bonitas. Idear y diseñar las dos casas fue realmente interesante”.

JUANA JIMÉNEZ AEC: El look estilizado y afilado de la penúltima temporada de ‘ÉLITE’ (2023)

La DF Juana Jiménez y el colorista Chema Alba explican el enfoque visual de la serie de adolescentes de Netflix

A finales de 2023 se estrenó la temporada 7 de ‘Élite’, serie creada por Carlos Montero y Darío Madrona para Netflix. El final de esta historia de adolescentes españoles que se desarrolla en un instituto de élite ficticio y se centra en la dinámica y las relaciones entre tres estudiantes becados de clase trabajadora y sus compañeros acomodados, llegará a la plataforma de streaming durante este año.

Chema Alba, director de DI y colorista de la serie, la describe como una mezcla de thriller y misterio, con colores muy vivos que recuerdan «a una película de Almodóvar». Según Alba, un episodio destacado que resume la esencia de la serie es el tercero de la quinta temporada, titulado ‘Átame’.

La directora de fotografía, Juana Jiménez AEC, ha sido una de las principales responsables de la narrativa visual de la séptima temporada. Preguntada sobre los retos estilísticos y creativos que plantea esta temporada de la serie, Jiménez considera que ‘Élite’ está marcada por fuertes contrastes de color, con localizaciones muy iluminadas yuxtapuestas a otras más oscuras.

A nivel estético, la serie busca impactar a través de luces de colores, con una nota de fantasía tanto en la puesta en escena como en los movimientos de cámara.

La séptima temporada se caracteriza por secuencias en las que una explosión de color cobra protagonismo. Desde la fiesta de lentejuelas en casa de Sara y Raúl, el intercambio cultural con estudiantes sudafricanos y la presentación de Cloe, una chica pelirroja, y el okupa Eric con sus vaqueros viejos y camisas de cuadros.

“Las primeras temporadas tenían un enfoque más naturalista, en el que se utilizaban tomas de cámara en mano”, explica Jiménez. “Sin embargo, a medida que la serie evolucionó, empezó a adoptar una imagen más estilizada, especialmente con el énfasis en el colorido del vestuario y la escenografía. El cambio se acentuó cuando la producción se trasladó a los platós más grandes de Netflix a partir de la sexta temporada”, revela Jiménez.

“Las localizaciones de ‘Élite’, como el instituto y la discoteca, están preiluminadas con paneles LED de Astera y Falcon Eyes, entre otros”, explica Alba. “En postproducción, nuestra tarea consiste en afinar la iluminación a medida que marcamos el look, al tiempo que nos aseguramos de que todo el conjunto mantenga una sensación orgánica”.

Según Jiménez, trabajar en Deluxe con expertos como Alba es toda una experiencia, ya que ‘Élite’ permite una mayor libertad creativa con el color en comparación con otras producciones.

Alba añade que, en esta temporada, emplearon herramientas de reflexión de flares y brillos para afinar la iluminación, sobre todo en las escenas ambientadas en Isadora House y en el club nocturno que aparece en la serie.

“Las casas de ‘Élite’ son grandes espacios que pertenecen a gente adinerada”, continúa Alba. «Una escena clave de la séptima temporada, protagonizada por Carmen (Maribel Verdú) y rodada con la técnica freelensing, tiene lugar en la casa de Iván (André Lamoglia)”.

En contraste con estos opulentos escenarios está la casa del personaje de Omar Ayuso, en el barrio madrileño de Lavapiés. El reto para Alba era iluminar este espacio para que resultara tan atractivo visualmente como una villa de varios millones de euros con piscina.

Para lograrlo se utilizaron plugins de DaVinci Resolve como el Light Ray y el Fast Noise, creando una atmósfera suave y acogedora. “Con la última versión de DaVinci Resolve, podemos simular estos efectos sin necesidad de los tradicionales focos y humo en el plató”, comenta Alba.

Una de las localizaciones más difíciles de rodar y etalonar en esta temporada fue el hipódromo del segundo episodio, en el que se utilizaron varias cámaras, incluidas cámaras de acción GoPro a lomos de los caballos. ”La escena requirió un trabajo cuidadoso para mantener una luz de día consistente, lo que se logró utilizando herramientas secundarias básicas como rastreadores y selecciones de Resolve”, comenta Alba.

Desde la cuarta temporada, ‘Élite’ se ha rodado con la Alexa Mini LF. La elección de los objetivos para cada temporada se deja en manos del director de fotografía que la estrena. Jiménez eligió para la séptima temporada un set Leitz, adecuado para rodar en gran formato en RAW a resolución 4K con una relación de aspecto 2:1.

Jiménez señala que la serie utiliza a menudo un diafragma relativamente abierto, que enfoca nítidamente al personaje principal y desenfoca el fondo, creando una escasa profundidad de campo que no suele extenderse a los personajes secundarios. Esto hace necesario frecuentes cortes de edición, ya que la serie suele rodarse con dos o tres cámaras y presenta largas secuencias. “Cada episodio puede tener unos 600 cortes”, dice Jiménez. “El uso de técnicas de cámara fija o en movimiento, como los planos de seguimiento por los pasillos del colegio, es un elemento básico de la serie”, afirma Jiménez.

Bajo la dirección de Inma Fernández Montes, supervisora de postproducción, la edición y el acabado en línea de ‘Élite’ también se realizan con DaVinci Resolve Studio, en un entorno colaborativo. Alba anticipa que el futuro de la gradación de color y la postproducción se basará cada vez más en la colaboración remota, reduciendo la necesidad de reunir a todo el talento en un solo lugar. Deluxe ya se ha embarcado en proyectos con equipos distribuidos por lugares como Los Ángeles y Barcelona.

RICARDO DE GRACIA AEC, DF de miniserie “El cuerpo en llamas” de JORGE TORREGROSA (2023)

Mayo de 2017. Se encuentran los restos carbonizados del agente de policía Pedro (José Manuel Poga) en un coche quemado en el pantano de Foix (Barcelona). El hallazgo despierta el interés del público, sobre todo cuando la investigación empieza a destapar una red de relaciones tóxicas, engaño, violencia y escándalos sexuales que involucran a Pedro y a otros dos agentes: su compañera, Rosa (Úrsula Corberó), y el exnovio de esta, Albert (Quim Gutiérrez).

El cuerpo en llamas se estrena en Netflix tras haber intentado ser silenciada desde la cárcel por la protagonista de la historia real, Rosa Peral, en la serie interpretada por Úrsula Corberó. A la actriz acompañan, entre otros, Quim Gutiérrez, en el papel de Albert, su cómplice y amante, José Manuel Poga, como Pedro, pareja y víctima, y Eva Llorach interpretando a la responsable de la investigación policial. Hemos hablado con el autor de la fotografía de la serie, Ricardo de Gracia AEC, quien, ayudado por Miquel Prohens, realiza una aproximación visual a la historia anclándose en una mirada antropológica y humana.  

RICARDO DE GRACIA AEC: Como Jorge [Torregrosa] y yo tenemos amistad, estuvimos en contacto antes de que el guion se hubiera terminado, me permitió aportar reflexiones al respecto, porque a ambos el tema, a nivel humano, nos interesaba mucho de partida. Primero hablamos de lo que no queríamos, la serie podía ser un thriller policíaco de un triángulo amoroso y nosotros no queríamos darle esas características que esperas de un thriller: tensión, velocidad, acción trepidante, etc. Intentamos apartar eso y fuimos a buscar lo que sí nos interesaba. Así fue surgiendo una especie de visión antropológica: ¿por qué los seres humanos pueden llegar a hacer algo así, descartando que tengan alguna patología? ¿qué procesos pueden haber llevado a desencadenar lo que ocurre? Esto es algo que, por supuesto, nunca sabremos, son conjeturas. Nosotros íbamos a hacer una ficción, no un documental, así que podíamos explorar esas conjeturas. Entonces, ese fue el corazón del tratamiento de la serie, la visión antropológica y desde la subjetividad -conjeturada- de los personajes: ¿cómo pudieron haber vivido esta historia? Esto genera además un interés que sabes que vas a poder mantener mucho tiempo, porque está en la capa de lo humano, no solo de lo cinematográfico.

RICARDO DE GRACIA AEC: Claro, es que el por qué es inabordable en un juicio o en los medios informativos, es más el territorio de lo que hacemos nosotros, me parece a mí. En ese sentido, yo creo que el guion es el punto fuerte de la serie.

RICARDO DE GRACIA AEC: Esa fue una de las estrategias que se adoptaron, evitar una narrativa lineal causa-efecto. Nosotros presentamos los hechos en general de forma no lineal, hay una especie de confusión y de pérdida de suelo que a mucha gente le incomoda. Queríamos hacer esto ya en el capítulo 1, incluso si quieres para descartar a quienes decidan que no quieren experimentar esa incomodidad. Esa era nuestra manera de representar la realidad, que es muy complicada. Creo que el cine, también la literatura, pueden hacer una presentación medianamente fidedigna de en qué consiste la realidd, no del por qué pasan las cosas, sino de presentar la realidad de una manera que entendamos que es muy compleja y que nos tenemos que rebajar las expectativas de querer entender. 

Por poner un ejemplo, esta mujer (Rosa Peral), al día siguiente de cometer ese crimen, tuvo un día de cotidianidad: llevó a la niña al colegio, quedó con las amigas… Como en The Staircase, nos puede explotar la cabeza con lo que es capaz de hacer el ser humano.

RICARDO DE GRACIA AEC: Pues mira, un poco sobre lo que estamos hablando ahora, nos afectó mucho El sacrificio de un ciervo sagrado (Yorgos Lanthimos, 2017). Esta película se convirtió también en una referencia estética, incluso en la planificación, pero también conceptualmente, en el sentido de estar presenciando algo y no prejuzgando, sino con ojos como los del antropólogo o etnólogo, para el que todo es interesante. No se fija en los eventos en que normalmente se fijaría un guionista, que son los climáticos, los conectores de causa efecto en la linealidad, sino que se fijan en todo lo que está entre esos puntos. Y de repente construyen la película, en vez de entre los puntos nodales, pues casi en la cotidianidad.

RICARDO DE GRACIA AEC: Jorge hablaba de la mirada etnológica, como si estudias a unos ratoncitos que estás observando en una caja, a ver qué hacen. Se convirtió en nuestra forma de entrar en muchas de las secuencias, ver esa cajita y mirar cómo se mueven.

RICARDO DE GRACIA AEC: En general, buscaba organicidad: colores no primarios, alejarme de la extra definición y de una imagen muy limpia y cosmética. Para mí eso es humanidad en la fotografía, en el sentido de abrazar lo imperfecto fotográficamente. 

Por ejemplo, a nivel de luz, intenté conseguir una sensación de naturalidad, es decir, que no se sienta iluminado, que cueste identificar las fuentes. El thriller tradicionalmente se ha basado en dureza de las fuentes y en el contraste, pero la serie no tiene negros profundos, se ve todo bastante. No queríamos hacer ver que estábamos en género noir, sino en algo más naturalista, aunque tenía el reto de entrar en casi todas las secuencias con un plano general que me obligaba a mantener unos niveles de contraste, sobre todo en planos medios, y lo tenía que tener en cuenta, porque no te puedes acercar tanto a los personajes. Tampoco quería tirar de fuentes grandes que me dieran dureza y entonces acababa en algo un poquito blando que yo identificaba como ‘Hanekiano’. 

RICARDO DE GRACIA AEC: Quizá alguien piense que la serie está estilizada, por esos planos generales tan grandes, o en determinados cuadros donde queríamos aportar subjetividad con angulaciones intimistas. Cuando hablo de naturalismo no me refiero a Ken Loach: al afrontar cualquier escena lo hacíamos partiendo de dónde estaba la fuente, y a partir de ahí construíamos todo. Trataba de generar esa asociación naturalista de que la fuente es la que se ha visto en plano, la diegética, y que de alguna manera no hay fuentes cinematográficas.

RICARDO DE GRACIA AEC: Aunque hemos usado algunas veces 4kw y 6kw HMI en situaciones día, hemos usado bastante las pantallas de reflexión CRLS de The LightBridge y mucho negativo, palios y telas en negro para hacer contraste sin tener que meter luz extra y poder usar la mayor luz natural posible.

RICARDO DE GRACIA AEC: La hice en colaboración con la DIT Thaïs Batlle y con la colorista, Diana Cuyás (Higgins). Estuvimos durante unos días intercambiando imágenes y dándole vueltas. Hubo varios conceptos con los que estábamos de acuerdo y que intentamos convertir en LUT, que vendrían a ser: psicologista, adulto, enfermo o podrido, y, por último, naturalista. Parecía que algunas cosas eran conflictivas entre sí, y ese fue el reto. Por ejemplo, para hacer compatible lo naturalista con lo demás, llegamos a la determinación de que las caras no podían estar tintadas: los tonos tenían que respetarse, menos cuando la localización tuviera un look muy rígido, por ejemplo, en una discoteca. Luego, otro parámetro era que, cuando haya luces altas, el blanco ha de ser blanco, la piel ha de ser piel y el negro último ha de ser negro. Entonces, ¿dónde meter los otros conceptos? En los negros penúltimos, que van a tener esa cosa un poco, sí, podrida o inquietante. Recuerdo que encontramos stills de The Starcaise que se parecían a lo que nos salía, esta especie de verde-azul, pero tirando casi más a verde. Y tampoco nos gustaba que aparecieran cabellos tintados. Ahí es donde se quedaba el naturalismo.

RICARDO DE GRACIA AEC: Era una cafetería de una Universidad de Arquitectura. A veces puedes caer fácilmente en el maniqueísmo de tu propuesta, porque nos poníamos todo el tiempo en modo ‘ciervo sagrado’, siempre con el angular puesto en el visor. De repente, se enciende el warning y esa localización la ves muy ‘ciervo sagrado’. Así que pensamos en este lugar para cuando Rosa habla con su superior en lugar de llevárnoslo a un despacho interior, porque realmente no está bajo interrogatorio. Y en este modo ‘ciervo sagrado’ estaba desactivado si este lugar era muy realista o no.

RICARDO DE GRACIA AEC: Sí, tiene que ver con lo que te comentaba de observar a los humanos desde fuera. Eso derivó en un gran angular. Rodamos con los zoom Angenieux de la serie EZ 1 y 2 (en la cámara ARRI Alexa Mini). Estábamos muy atados a estas simetrías y a esa visión de caja o urna donde están los personajes y empezamos a ver así todas las localizaciones. De repente, una habitación con un súper angular visto de forma simétrica, cuando esta escena normalmente la rodarías en planos medios, luce de forma espectacular, pero no es exactamente lo que estábamos buscando. Estábamos buscando ver a los humanos de manera analítica. De hecho, cuando ‘pitcheábamos’ a Netflix y a la productora sobre cómo queríamos afrontar la serie y -lógicamente- alguien mostraba algún miedo cuando usábamos palabras como psicologista o naturalista, a que se viera regular a nivel de factura, nosotros le decíamos: “Creemos que se verá espectacular”; hay una consecuencia del lenguaje que usamos que se va a identificar con algo espectacular, porque los grandes planos generales siempre tienen un componente de espectacularidad, ya que dentro hay mucho valor de producción. Da igual que estés en un bar cutre que en la playa. La espectacularidad yo creo que está especialmente en ver el mundo donde está esta gente.

RICARDO DE GRACIA AEC: Sí, y yo creo que además ahí se respira mucho de dónde salen estos chicos. Son gente de bar, de polígono, con todo lo que eso implica. Esa escena, por cierto, no la rodé yo, fue Miquel Prohens, que rodó con la directora Laura Mañás los capítulos 4, 5 y 6. Han hecho cosas chulísimas y con el mismo concepto.

RICARDO DE GRACIA AEC: Solo zoom. Hay muchísimo zoom, a veces no muy evidente, porque es muy lento, tanto que costaba ejecutarlo. Lo identificamos de nuevo con el concepto de caja de ratones, donde haces de investigador y te fijas cada vez más, poniendo toda tu atención en ver el comportamiento de estas personas.

RICARDO DE GRACIA AEC: Hemos rodado la serie con la cámara prácticamente siempre en una Peewee que se ha usado casi como trípode de lujo. Prácticamente no hay travellings, porque es un recurso un poco antitético a esta visión de mirar una urna. También desactivamos con ese mismo propósito las grúas, y si surgía alguna vez una steady o alguna cámara de mano tenía que ser atada al personaje, como hacía en Elephant Gus Van Sant; que el elemento no aparezca en sí mismo, sino que parezca que la realidad va con el personaje. Elephant fue también una referencia para la escala de los planos.

RICARDO DE GRACIA AEC: Esa localización era una oficina diáfana, sin cristales ni separadores. El 90% de las secuencias iban a ocurrir de día y, por presupuesto, no podíamos poner cortinas para controlar el diafragma, lo que me complicaba las cosas. Además, la orientación no era idílica, porque iba a cambiar muchísimo la luz y se podían ‘achicharrar’ los fondos. Yo daba el ok a la localización siempre que Jorge y el ayudante de dirección me dejaran intervenir mucho en el orden de rodaje para solventar esto. Y luego, de noche, todos esos plafones de luz que había -unos 80 en total- en el área que íbamos a rodar, no valían, así que los cambiamos por plafones CRI 95. 

RICARDO DE GRACIA AEC: Muy poco. Para esta localización vimos algunas casas de una escala tremenda, muy ‘Kubrickianas’, pero desde Arte y Producción alertaban de que era inverosímil, incluso aunque su padre le hubiera ayudado a comprarla. Entonces, buscaron casas que pudiera comprar alguien de esa gama social, y retratarla así de una manera que sea evidente que se han metido en algo excesivo para ellos, sin personal de limpieza ni muebles acorde…que es un poco desastre.

RICARDO DE GRACIA AEC: Todo es real. Quemamos un coche real pieza a pieza: primero una rueda, luego un volante… se quemaba con barritas de fuego en slow motion, se quemó un cuerpo construido y luego se trató en postproducción para que no se vea falso. Cuando aparece el cuerpo quemado en la vivienda, en esa especie de psicologismo de ella, se hizo la composición, lógicamente, pero los planos están rodados en sus ángulos a dos cámaras. 

Es muy difícil encontrar un sitio en el que se pueda quemar un coche, y como además lo habían hecho en una zona en la que quedaba terminantemente prohibido hacer cualquier tipo de fuego porque es una reserva natural, el sitio en el que aparece en la serie quemándose el coche no es el sitio real, por lo que no resulta realista, pero volvíamos otra vez al modo ciervo sagrado, situarnos en un punto mental. 

RICARDO DE GRACIA AEC: Esta secuencia ocurrió un poco como preferirías no haberla hecho. Yo tenía referencias de una película que eran incluso más oscuras, muy gráficas. Se veía solo media cara roja iluminada por un coche, todo era un círculo de una linterna, un ojo rojo, un humo moviéndose en cámara lenta con una figura delante… cosas así. Quise fijar ese story board con el director y el AD para montar la logística que necesitábamos para estos 8 planos. Pero el día que tocaba rodarlo se nos echó el tiempo encima. Los actores no llegaron a tiempo de procesos para hacer el ensayo de lo que tenían que hacer, había que rodarlo sí o sí, y entramos como se entra en tantas veces en rodajes, un poco en modo pánico y de salvar la secuencia. Y, de repente, me encontré con que íbamos a cubrir mucho más de lo que yo tenía en la cabeza. Yo quería hacer de alguna forma fotos o cuadros de la escena y de repente entramos en modo casi documental, con la cámara en mano a verlo todo. Pedí al director que se hiciera un trabajo de edición que no dejara ver que está rodado regular, porque está rodado regular, había tropiezos míos con el pie, fuera de foco, se ve un cable… En definitiva, el set no estaba preparado para ser rodado así. Al final salvamos la secuencia, pero yo lo comparo con lo que iba a ser y no estoy contento.

RICARDO DE GRACIA AEC: Sí, esa es quizá la única secuencia que quisimos que quedara bonita y es quizá la única vez que vemos una conexión de verdad, algo de amor, por lo que tenía que ser romántico. No podía ser una interacción más, y además hace que luego sea más duro todo lo que va a pasar. Ellos tienen familias e hijos, entonces aquí se les tiene que despertar algo de verdad, no solo un polvo, así que creamos esa especie de postal de dónde conocer a tu pareja ideal. El amor está en un atardecer, así que lo creamos.

RICARDO DE GRACIA AEC: Para mí, como DF, este proyecto ha supuesto sobre todo construir el lenguaje junto con el director, más que el look (que también). Queríamos que el espectador sintiera más ese lenguaje psicologista, incluso filosófico- en el sentido de crear preguntas y dudas sobre los personajes y su interioridad-, antes que la estética. Como ejemplo, te daría la secuencia en que Rosa y Albert están subidos a la noria y verbalizan por primera vez lo que van a hacer. Esa escena tiene un zoom larguísimo hacia la noria, en el que visualizamos que se sienten por encima del bien y del mal, pero, además, están en un parque de atracciones, elaborando de una manera muy infantil algo muy horrible. Esos 3 planos son casi el esquema de toda la serie, es decir, crear conceptos que nos fuercen un poco a participar, no solo a presenciarlo. Estoy muy contento de esa escena, no tanto a nivel de foto, porque ahí estás muy vendido de luz, sino como representación del lenguaje, no solo cinematográfico, también de las cosas que nos definen como humanos. En ese sentido, yo creo que el cine es una gran herramienta para trabajar lo abstracto.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF de “Secretos de un escándalo” de TODD HAYNES (2023)  Final del formulario

El dúo formado por el director Todd Haynes y el director de fotografía Edward Lachman tuvo que separarse durante la producción de Secretos de un escándalo (May December) por una situación sobrevenida que impidió a Lachman participar en la película. El director de fotografía Christopher Blauvelt tuvo entonces la posibilidad, y la enorme responsabilidad, de sustituir a Lachman. Detrás de esta película con título español de telefilm, historia de telefilm y hasta un cierto look de telefilm de sobremesa se esconde el nuevo prodigio de Todd Haynes: un juego de espejos y duplicidades donde el espectador camina por suelo resbaladizo, siendo todo el tiempo interpelado por una trama repleta de ambigüedades.

Veinte años después de que su célebre romance saltara en todos los titulares y conmoviera a la nación, Gracie Atherton-Yu (Julianne Moore) y su marido Joe (Charles Melton), 23 años menor que ella, ceden ante la presión de la actriz de Hollywood Elizabeth Berry (Natalie Portman) que viene a investigar sobre su historia para hacer una película de su pasado.

Christopher Blauvert no es precisamente un principiante. Con más de 50 créditos a sus espaldas, ha firmado la fotografía de películas como Emma (Autumn de Wilde, 2020) o En los 90 (Jonah Hill, 2018) además de los últimos largometrajes de Kelly Reichardt (First cow, 2019). Pero, para lo que el director de fotografía californiano no se había preparado era para la llamada de auxilio de su ídolo Todd Haynes y para que su primer trabajo con él le haya llevado a competir en las secciones oficiales de festivales como Cannes y Camerimage. 

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Sí, fue mi primera vez con Todd. Lo que ocurrió fue que Ed [Lachman] se lastimó el fémur justo antes de que comenzara la preproducción. Entonces, Todd y Ed me llamaron. Ambos habían estado observando mi trabajo en los últimos años. Ellos son héroes para mí, forman un equipo legendario: les considero como a Ingmar Bergman y Sven Nykvist. Así que, para mí, recibir esa llamada fue increíble. En un principio, mi cometido era encargarme solo de la preproducción, lo cual para mí ya era algo estupendo. Aunque no me hubiera llevado el crédito, no me hubiera importado: para mí solo se trataba de saber cómo podía ayudar a mis héroes. Al cabo de unos días, los médicos le dijeron a Ed que no le iba a dar tiempo a curarse para el rodaje. Así que terminé haciendo toda la película con Todd, lo cual fue una experiencia increíble.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Hizo una gran investigación que plasmó en un look book y, además, vimos películas como Persona (1966) y Los comulgantes (1963) de Ingmar Bergman o El graduado, de Mike Nichols (1967). No obstante, creo que lo que más me afectó de las referencias que me dio fue la música de Michelle Degrand en The go between (El mensajero, Joseph Losey, 1971). De hecho, la música de esta película está tomada de aquella, y es algo que produce un efecto muy directo. Cuando estaba leyendo el guion, Todd me decía que escuchara esta música, y lo cierto es que hacerlo cambia tu percepción de las cosas, algo sucede tanto sonora como visualmente. 

Así que Todd llegó con muchísimas referencias y material de inspiración. En ese momento, Ed aún no había comenzado la preproducción. Yo le llamé y le estuve preguntando sobre el proyecto, porque quería saber si ya había elegido la cámara con la que quería rodar. Él me dijo que no, que lo hiciera como yo creyera conveniente. Yo le llamaba una vez a la semana para comentar el proyecto, y él me tranquilizaba diciéndome: “Hazlo tuyo, hijo”. Fue como un ángel de la guarda para mí durante el rodaje.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Nunca había trabajado antes con Todd, así que no había experimentado el ambiente de trabajo que crea. Se generó una energía de trabajo de grupo. Por supuesto, él es el cerebro detrás de todo eso. Todd nos transmitió sus inspiraciones a través de este libro de imágenes realmente hermoso al que todos prestamos mucha atención. Todo el equipo acabamos enamorados de la ciudad de Savannah y nos involucramos en esa comunidad; hasta los niños de la escuela participaron en la película como asistentes en mi departamento de cámara. Fue toda una experiencia colectiva. Yo aprecio esa forma de trabajar, porque adoro a mi equipo y cuando les das poder a tus jefes de departamento o a cualquiera en el equipo estás creando un ambiente que es muy colaborativo. En ese momento, todos remamos en el mismo sentido, todo el mundo está luchando para seguir sus instintos y usar la inspiración que él te ha dado para que la película tenga el resultado que ves en pantalla. Por el contrario, cuando creas jerarquías en el set y no incluyes a otras personas que tal vez tienen una respuesta o una reacción a lo que está sucediendo, te pierdes sus ojos y sus oídos. Por otro lado, en ese mismo contexto, la relación entre Todd y Julianne [Moore] es muy profunda. Son tan buenos amigos que su energía simplemente trasciende en el set. Sumado a esto, hay que añadir a Natalie [Portman], que además es productora de la película, y también al gran trabajo del actor Charles Melton, que interpreta a Joe Yoo, el joven marido de Gracie –creo que esta es una película revolucionaria para él-. El ambiente en el set fue de cooperación total.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: La inspiración inicial fue tomada de la realidad, pero fue modificada en el guion. La pareja real tuvo dos hijos, mientras que en nuestra película había tres. El marco temporal es diferente… Lo que hizo Todd fue adaptarlo para que funcionara con lo que quería hacer. Además, nuestra historia tiene lugar en Tybee Island, en Savannah, mientras la historia real sucedió en Washington. Creo que Todd tenía ideas muy específicas sobre cómo quería hacerlo y se basó en sus propias referencias. Luego, hay toques de humor en el drama, algo que no mucha gente puede conseguir. Pero, en lo que respecta a contar la historia a nuestra manera, nos basamos en las referencias que nos servían de inspiración, en las localizaciones y en la interpretación. De esta manera, lo dejamos evolucionar hasta convertirse en lo que se convirtió. Pero creo que la razón por la que esta película es tan especial es por el uso de elementos como la música y la seguridad de Todd en sus planteamientos.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: De nuevo, creo que es una influencia de todo el material de referencia que analizamos. Todd quería que la imagen estuviera muy texturizada, de la misma manera que la historia está muy texturizada y estructurada en capas, porque hay mucho significado en el subtexto de lo que está sucediendo. Él quería que se percibiera un look muy cinematográfico, y este tiene mucho que ver con esas capas y texturas. Además, nuestra localización estaba en el mar, por lo que todas las ventanas estaban superpuestas y había puertas mosquiteras. Hubo muchos elementos como ese que nos llevaron a inclinarnos hacia esa idea del texturizado. Adrian Seery, mi colorista en Harbour, estuvo trabajando con mi DIT Sean Goller durante la ‘pre’ para generar LUTs fílmicos personalizados que coincidieran con ese concepto. Entretanto, Todd y yo nos sentábamos en el cine de Tybee Island y yo le iba mostrando las pruebas con diferentes cámaras, lentes y filtros. Y así fue cómo elegimos lo que queríamos. Viendo las pruebas, un día Todd dijo: “Esa es nuestra película”. 

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Elegimos la cámara Alexa 35 con ópticas Kowa Prominar. Como filtración utilizamos Schneider Radiant Soft.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Por supuesto. Una de las cosas que más aprecio en este momento es que puedo obtener grano de película en mis etalonajes. En la actualidad, tener esa tecnología nos acerca mucho más al look que queremos en la fase final. Pasamos dos semanas en un cine con Adrian trabajando este material. Por mucho que estés enamorado de tus dailies,siempre puedes pensar: ¿y si empezamos de nuevo y le damos una vuelta? Así que tienes la posibilidad de quitar el grano, quitar el color y volver a estar en raw si así lo deseas. Porque ya sabes lo que ocurre, que Todd se pasa editando medio año y en ese proceso también se está enamorando de lo que está mirando. Y entonces, te dice: “Volvamos a como se veía en los dailies”, y tú tienes que ver cómo le transmites tu criterio, pero a veces llegas a un punto en el que también piensas: “Esto no funciona. Desmontémoslo y comencemos de nuevo”. Y tienes la posibilidad de hacerlo con tu material en bruto, con tu negativo, que está limpio. Así afinamos el grano nuevamente y es como si descubriéramos nuestra película otra vez. Lo mismo ocurre en el montaje. Hay varios momentos diferentes para hacer y rehacer tu película: el guion, la ejecución, luego la edición y finalmente tu color. Algo que caracteriza a esta obra es la presencia de la textura fílmica a pesar de ser una película rodada en digital.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Absolutamente, esa cámara es una herramienta mágica. Me refiero a la latitud que tiene. Es tan extrema que a veces pienso que tal vez no vaya a tener trabajo en el futuro (bromea). Parece tan fácil, casi podrías estropearlo mucho y aun así sacarlo adelante. Pero, además, la elección de esa cámara tuvo mucho que ver con la falta de recursos, porque fue un rodaje de 23 días. Es una película independiente de bajo presupuesto donde solo tienes los recursos mínimos y muy poco tiempo para hacer ciertas cosas. Por ejemplo, en una escena nocturna, en frente de la casa, tenía una sola luz y rodé con esa única luz para poder sacar el plano adelante. No tuvimos el tiempo necesario de hacerlo de otro modo, así que tener la latitud que te brinda esa cámara lo es todo en momentos como ese.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Sí. Creo recordar que tenía un 18K y luego el resto eran LEDs. Era un equipo muy pequeño, y esto es algo que debo reconocer a mi gaffer, Jesse Wine, que es un genio y entiende cómo trabajar con tan pocas herramientas. Pero también creo que las limitaciones son una bendición en cierto modo, porque nos obligan a ser minimalistas. Y esta película lo es, porque no nos cubrimos en absoluto. Rodábamos escenas en una sola toma o incluso en un solo plano. Pero, una vez que comprendes cuál es tu conjunto de herramientas, es increíble cómo haces tanto con tan poco. En cualquier caso, la simplificación de las cosas o el enfoque minimalista es lo que queríamos hacer de todos modos. Como, por ejemplo, con el uso de luz natural, y creo que esto es algo que se aprecia en la película.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Me alegra que lo aprecies, ya que yo también lo creo. En mi opinión, hacer que algo parezca hermoso, pero también real, es la mejor combinación.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Sí, de ese modo asistimos a cómo Elizabeth se está convirtiendo en Gracie. Estamos viendo suceder esa multiplicidad en tiempo real. Todd dijo una vez que la principal razón por la que eligió esta película fue porque adora Persona, de Bergman. Todd quería hacer lo mismo. Así que usamos espejos de múltiples maneras, como en esta secuencia que mencionas, donde la hija se prueba los vestidos, escondiendo la cámara. Para ello, necesitábamos que el departamento de cámara, el de diseño de producción y el de iluminación, junto al key grip Henry Locke, trabajaran juntos para descubrir cómo hacer que eso funcionara. ¿Dónde colocar los espejos? ¿Dónde esconder las luces? Porque estás viendo 360º en esa habitación. Nos llevó medio día descubrir cómo ocultar la cámara, pero creo que conceptualmente funciona, porque estás viendo la duplicación de los personajes en la escena. Y es algo de lo que estoy orgulloso, porque lo hicimos como equipo. Sam [Lisenco, diseñador de producción] hizo una maqueta de esta habitación y todos hablamos sobre dónde íbamos a filmar y cómo íbamos a hacer que esto funcionara. También es cierto que, hasta que no estás allí con los espejos reales, no lo entiendes realmente, no sabes qué va a pasar ni qué vas a ver. ¿Cómo los ilumino?, te preguntas. Así que requirió mucho esfuerzo y fue algo de lo que todos estamos muy orgullosos, de haber cumplir el sueño que tenía Todd. Era algo de lo que habló desde el primer día. Y, luego, creó tanta intimidad con los personajes, que era como si la audiencia se viera envuelta en la historia. Se vuelve todo muy íntimo, del mismo modo que ocurre con la escena final de Natalie en el dormitorio, haciendo su monólogo ante la cámara. Es como si esa perspectiva cambiara tu forma de entender lo que está pasando.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Es una secuencia muy especial, porque te convierte en participante de lo que está sucediendo: los personajes te miran directamente. Tú eres el espejo. Además, esa escena realmente evolucionó con el blocking entre Julianne, Natalie y Todd y casi se sexualizó. Eso fue algo que no creo que nadie se esperara. Creo que ocurrió durante sus ensayos, a través de su capacidad para expandir a sus personajes, que es otra cosa muy especial para mí como DoP: poder asistir a cómo este director experimentado y estas actrices legendarias consiguen que esa secuencia se desarrolle así. Mi equipo y yo pensábamos: ¿Qué está sucediendo? Y, luego, la forma en que se filmó, para darle al público la posibilidad de participar en la película. Te están mirando directamente y eso cambia tu percepción de lo que estás viendo.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: La cámara estaba en el lugar donde estaba el espejo en la habitación. Creamos marcas para que pareciera el punto donde se mirarían a sí mismas o entre sí, pero no estaban mirando un espejo real. Estaban mirando a ese punto, con tanto talento como para mirar a través de una marca de cinta en una pared y hacer que parezca que se están mirando a sí mismas o la una a la otra, lo cual es extraordinario.  

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Ese fue el momento más divertido. Usamos un zoom Optimo Angenieux 12x. Del mismo modo que con la música y el melodrama de la película, ahí es como si Todd te dijera que puedes reírte, y eso es algo que solo alguien como Todd puede lograr. Porque tiene muchas capas, es un drama, es oscuro, hay mucho subtexto con los personajes y su historia, pero también es divertido.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Eso proviene del material de referencia, de nuestras inspiraciones. Fuimos apoyándonos en la belleza texturizada del cine.

CHRISTOPHER BLAUVELT DF: Sé que puede parecer muy intimidante, porque son dos leyendas, pero no fue así. Al principio, mi gaffer y yo hablamos mucho sobre cómo hacerlas lucir. Después, desde el equipo de Julianne me enseñaron cómo hacerlo, porque, como ella es muy pálida, pecosa y pelirroja, veces la gente piensa que necesitas inclinarte hacia una calidez similar, pero la calidez no funciona para ella, sino el hacer una especie de contrapeso a eso. Y una vez que descubrimos cómo hacerlo, nos fue bien. Ambas son hermosas y sencillas, y en su interpretación, simplemente se convierten en personas. Y mientras rodamos y miramos a través de la cámara, nos creemos lo que está sucediendo. Ese era el día a día en nuestro set.

TODD HAYNES: Fue Natalie Portman quien me lo trajo, convirtiéndose en nuestro primer proyecto juntos. El guion era simplemente extraordinario, me causó una fuerte impresión. Además, es inusual tener dos personajes femeninos tan potentes en una misma historia, una mujer de 36 años y otra de unos 59 o 60 como protagonistas. En seguida le hablé a Julianne del proyecto: también era emocionante que ellas no habían trabajado antes juntas.

TODD HAYNES: Yo siempre quiero rodar en película, el problema es el coste, y en este caso fue un tema de presupuesto. En mi próxima película el formato será mi punto de partida. Partiré del negativo y elaboraremos el presupuesto en torno a eso. 

TODD HAYNES: Ed tuvo una lesión antes de empezar la preproducción, así que tuve que apurarme en encontrar a alguien para reemplazarle, algo que, por supuesto, es imposible. A Chris lo conocía porque ha hecho las últimas películas de Kelly Reichardt. Así que llamé a Kelly y le pregunté qué le parecía que llamara a Chris, y ella me dijo que le parecía bien. Y fue estupendo, me encantó trabajar con él. En este rodaje hubo algunas nuevas colaboraciones muy enriquecedoras, como también lo fue Sam Lisenco, el diseñador de producción, o April Napier, diseñadora de vestuario. Cuando eso sucede, tienes que abrirte y comunicarte aún más porque estás comenzando estas nuevas relaciones, y creo que eso contribuyó a que se generara una energía común en el set donde todos sentimos que éramos uno. Yo quería compartir cada idea con todos/as y que estuviéramos juntos/as en un lugar creativo. Teníamos muy poco tiempo y dinero para hacer la película, así que trabajar sincronizados era incluso una necesidad.

TODD HAYNES: Realmente el guion estaba ambientado en una época totalmente contemporánea y yo incluso lo moví algunos años atrás, a 2015, antes de la era Trump y de estos años de polarización política de Estados Unidos. Aunque la película mira hacia atrás, porque sucede 20 años después del evento, sentía que la época contemporánea tenía sentido para ambientar la historia, con toda la cultura sensacionalista. Además, cambiamos la ubicación de Camden (Maine), donde ocurrió originalmente, a Savannah, en Georgia. El motivo fue, en parte, económico, ya que solo teníamos el otoño para rodar por la agenda del equipo y la acción tenía lugar en mayo/junio (porque los niños se gradúan en la escuela al final de la película). Savannah es un lugar extraño e interesante: fui allí con Sam Lisenko en agosto del año anterior a localizar y comencé a experimentar cómo era ese lugar. Decidimos que Gracie viviría en Tybee Island, que está a 20 minutos del centro de Savannah. Después encontramos esa casa donde todo en ella era un poco inquietante. Creamos allí una sensación visual de luz muy impactante gracias a la manera en que Christopher filtró las lentes.

TODD HAYNES: Lo que más me gustó del guion es que te desestabiliza. No sabes realmente quién es quién: al principio te fías de Elizabeth [Natalie Portman] porque es una persona que viene de fuera y con ella parece que los problemas van a desaparecer, pero luego empiezas a ver que las cosas tampoco están claras con ella, que no sabes cuáles son sus motivaciones, como el hecho de seducir a Joe para ensayar su papel en el telefilm que está preparando sobre ellos…y todo eso es inquietante. La película obliga al espectador de algún modo a tener que reexaminar sus propios prejuicios.

TODD HAYNES: Yo lo vi como algo cohesionado. Aunque hay varios zooms durante la película, no hay muchos zooms más rápidos que el de ese momento. En cuanto al tema de los espejos y las duplicidades, me fijé mucho en cineastas como Ingmar Bergman, puesto que existen similitudes temáticas entre May december y Persona. Me fijé en el lenguaje visual, el encuadre, la sencillez y la austeridad en momentos compositivos de Sonata de Otoño, Los comulgantes u otras películas de Bergman que fueron muy influyentes en mis ideas visuales. También traté de ver ejemplos de películas de Jean-Luc Godard en las que los personajes se dirigen directamente a la óptica y supe que quería que ocurriera eso al final de la película, cuando Natalie hace su monólogo final. Y toda esta investigación me preparó en esta idea de utilizar los espejos como motive y las escenas que se construirían alrededor de espejos. Mi idea era ser siempre el espejo. No se trataba de situar el espejo en la habitación y ver al actor caminar hasta el espejo y luego cortar… no, simplemente estamos dentro del espejo. Y pensé que el público lo entendería. Sin embargo, incluso Chris [Blauvelt], a quien le entusiasma experimentar, me dijo, “Me encanta esa idea, pero tendrás que ubicar el espejo en esas escenas”. Pero yo me mantuve firme en mi idea de no hacerlo, de comenzar simplemente la escena directamente en el espejo. Esta idea se desarrolla en muchos tipos de espejos: están los espejos en la escena de la tienda de ropa que duplican a Julianne y triplican a la hija que va y viene mientras se prueba ropa, y luego entra en un espacio profundo, adquiriendo un sentido del espacio refractado. Esa secuencia requirió una enorme cantidad de planificación del escenario con los espejos, pero una vez que lo tuvimos vimos cómo esta asombrosa totalidad de la tienda de ropa podía desarrollarse en una sola toma. Pensé que estas escenas harían trabajar más al espectador y que eso sería estimulante para ellos. Pero lo que ha sido más interesante para mí es que la gente no se espera esto y, de repente, se meten en esta historia de personajes. Por eso creo que los diferentes aspectos tonales de la película te preparan y te permiten confiar en ella, para luego acabar sorprendiéndote. Ha sido muy emocionante escuchar las reacciones a la película, cómo la gente inmediatamente queda absorta en lo que está pasando.

HÉLÈNE LOUVART DF de ‘La chimera’ de ALICE ROHRWACHER (2023)

Hélène Louvart visitó Madrid el pasado viernes para ofrecer una master class en el marco de ECAM Forum, antes de rodar la próxima película de Carla Simón en Vigo. Con ella mantuvimos una interesante charla entorno a la fotografía de ‘La chimera’.

La directora de Lazzaro Felice, Alice Rohrwacher, inicia la narración de La Chimera con el regreso de Arthur (Josh O’ Connor) a la ciudad en la que vivió después de una estancia en la cárcel, y se vale de diversas líneas temporales – flashbacks, donde la textura y el formato de la imagen cambia, así como la relación de aspecto–, para construir el retrato de un saqueador de tumbas en la Italia de los 80, un personaje sensible dueño de una herida y de un gesto que refleja el abandono de un amor que no regresará y que se expresa a través de una imagen crepuscular.

Rorwhacher, al igual que lo hiciera en Lazzaro Felice, construye unos personajes que encarnan cierta inocencia, y que añaden cierto tono de ligereza presente en el sentido del humor que se muestra a lo largo de toda la obra: si bien nos ofrece el retrato de una banda de ladrones –entre los que se encuentra Arthur –, estos poseen cierta sensibilidad y son capaces de maravillarse con la belleza del mundo clásico, de las figuras y las esculturas etruscas. Esta cualidad se expande también hacia una propuesta musical sobre la que se asienta la obra, donde a la manera de los antiguos trovadores, los compañeros de robo de Arthur, narran sus hazañas de forma festiva y ensalzan la belleza de este mundo que a veces parece sacado de un relato del Decamerón de Boccaccio.

El personaje, al igual que el de la carta del Tarot ‘El colgado,’ a la cual el también cineasta y tarotista Alejandro Jodorowsky define como la carta del ‘Don de uno mismo’, encarna lo inevitable, el ser que se encuentra atado de cabeza – como nos muestra por varias ocasiones Alice Rorwhacher junto a la directora de fotografía Hélène Louvart a través de un gesto expresivo de la cámara–, y que de alguna manera posee el mandato de enfrentarse con su destino, bien podría hacer alusión al artista y su obra, o al amante y su objeto amado, que viene a ser lo mismo: el personaje cuyo dolor vital se ve momentáneamente aliviado cuando encuentra al personaje de Italia, parece no tener más opción y deber en la tierra que llevar a cabo el destino de usar su sensibilidad para encontrar lugares donde se esconden tesoros y si bien admira su belleza, el hecho de la ‘búsqueda’ es lo que lo mueve. A fin de cuentas, le es totalmente indiferente el valor accesorio y monetario de los objetos que encuentra.

Alice Rorwhacher construye un mundo lleno de alegorías, en cierta forma festivo, y con una cámara que a momentos posee una cualidad expresiva – nótense los repentinos cambios de mirada cuando la cámara gira, los cambios de formato fílmico, los cambios en la velocidad de la imagen, la música–, volcando todo su esfuerzo en construir un universo propio atemporal en su forma, que dialoga con la fantasía, a través del sentido del humor, pero sobre todo con la idea de mostrarnos una mirada poética sobre el destino inevitable que traza el camino de Arthur.

HÉLÈNE LOUVART DF: No, no era consciente. Mientras yo preparaba el trabajo con Alice antes del rodaje, me incluyó en un trabajo de investigación muy importante sobre los etruscos, que yo desconocía por completo y, obviamente, no podía rodar una película sobre los etruscos sin conocerlos y sin comprenderles, con lo cual, bastante antes del rodaje estuvimos visitando museos, cuevas, viendo objetos, estatuas, leí libros sobre los etruscos, para precisamente comprender y poder rodar sobre el tema.

Sí fue muy importante un fragmento de la película de Roma de Fellini, cuando están terminando la construcción del metro y están excavando la galería principal y, al penetrar el oxígeno en la galería, todas las imágenes, todos los frescos, se difuminan y desaparecen. El impacto de los trabajadores que están ahí y ven cómo desaparecen ante sus ojos esas imágenes era muy importante para Alice y nos guió realmente en el trabajo.

Pero, si hubo otras influencias literarias u otras referencias, pues yo no fui consciente de ellas. Creo que las referencias pueden suponer un peso en tu trabajo y agradezco que Alice no las comparta conmigo, más allá de lo indispensable.

HÉLÈNE LOUVART DF: En ese sentido, Alice no ha cambiado y sigue sin gustarle planificar de manera precisa. Además, cuando trabajamos juntas, en realidad no lo necesitamos. Lo que necesitamos es crear un espacio. Es decir, si decidimos que vamos a rodar en un sitio, pues nos concentramos en crear un ambiente con cierta luz. Entonces, cuando Alice siente que se han creado las condiciones, ya le es muy fácil fijar los planos que vamos a rodar. A diferencia de otros directores, empieza primero por crear un ambiente, una atmósfera, y luego ya se empiezan a plantear planos. De hecho, esto es común en todas sus películas: para ella, lo importante es el ambiente y después ya se recorta en planos. Yo estoy de acuerdo con ella y la sigo en esa visión.

HÉLÈNE LOUVART DF: Tanto Alice como yo somos fans del Super 16 mm pero, hace dos años, Alice rodó un cortometraje en 35 mm, Las pupilas, y comprendió que es un formato magnífico, así que decidimos utilizar los dos formatos, de manera que rodamos en Super 16 mm todo lo que eran escenas de la vida cotidiana, y reservamos el 35 mm para las secuencias con los etruscos. De algún modo, era una manera de mostrar respeto y hacer una ofrenda a los etruscos. Además, Alice también tenía una cámara chiquitita de 16 mm, una Bolex, y la utilizaba un poco para divertirse, rodaba los pájaros y detalles así.

Utilizamos cámaras ARRIFLEX 416 de 16 mm y ARRICAM LT de 35 mm para la parte principal del rodaje, y la Bolex Paillard H16 REX3 Reflex de 16 mm para filmar los ensueños de Arthur. Las lentes utilizadas en las cámaras de 16 mm fueron Zeiss Ultra Primes. Por su parte, usé los zooms ARRI Alura T2.8 15.5-45 mm y Alura Studio T2.6 18-80 mm y T2.6 45-250 mm al rodar en 35 mm.

HÉLÈNE LOUVART DF: Bueno, yo no sé si Alice tenía esa referencia del tarot en la cabeza, pero yo desde luego no la tenía; yo muchas veces no sé si Alice tiene ciertas cosas en la cabeza, porque no me las suele comunicar mucho. Ella prefiere que busquemos juntas.

La idea de invertir la cámara fue idea suya. Cuando Arthur siente algo muy potente es cuando se produce el vuelco de la cámara, que hace que lo que estaba bajo tierra suba al cielo y lo que está en el cielo pase bajo tierra. Era una forma de devolver la vida a los etruscos, que solo tienen existencia bajo tierra, pero que al invertir la cámara se les ponía arriba, era como devolverles la existencia.

Alice quería que cada vez que esto pasaba sorprendiera al espectador, para que recordara el momento que marcaba. Y si le das la vuelta a la cámara, desde luego que se acuerda.

HÉLÈNE LOUVART DF: Pues fue complicadísimo, un procedimiento muy manual y mecánico en el que le dábamos la vuelta a la cámara y cada uno tenía que ir corriendo al otro lado. Pero también era divertido hacerlo, y a Alice le encantan las cosas hechas artesanalmente.

HÉLÈNE LOUVART DF: En las cuevas había una linterna o una vela, pero en cuanto se alejaba esa luz quedaba todo completamente a oscuras. Y eso funcionaba para los momentos en que los objetos etruscos estaban presentes, pero que solo veías a través del ojo humano.

Hay un momento, cuando entran en la cueva y está la estatua, que lleva ahí muchísimos años, como dicen en el diálogo, esa estatua no ha esperado a que llegaran esos seres humanos para existir, ha vivido muchísimo tiempo antes que ellos. Entonces, ahí necesitábamos una luz base bastante oscura para que se entienda que no está esperando la mirada humana para existir. Ahí tenemos una base de luz y las velas y las linternas no son la luz principal, sino que son una luz añadida a esa base. Por lo tanto, en esos momentos la luz no era natural, porque reconstruimos un nivel un poco mágico, que es que esa estatua para vivir no espera a que se la alumbre con una vela, lleva ahí desde la noche de los tiempos.

HÉLÈNE LOUVART DF: Alice trabaja siempre con una persona en diseño de producción que es excelente y ha sido realmente un trabajo conjunto. La casa donde vive Italia con la señora (Isabella Rossellini), tenía que ser una casa antigua y tener frescos, tenía que tener pinturas murales por el vínculo precisamente con los etruscos. Y, al ser una casa vieja, era bastante difícil rodar en el interior. Con respecto a la casa de Arthur, el emplazamiento tenía que mirar al norte, porque la idea de Alice es que a Arthur no le gustaba el sol y prefería permanecer siempre en la sombra o en las cuevas. Así que construimos la casa pegada a una pared de tal manera que no llegaba nunca la luz del sol.

HÉLÈNE LOUVART DF: El placer precisamente para nosotras es que siempre nos sorprende lo que hemos hecho, porque, por ejemplo, cuando rodamos a Arthur en una cueva alumbrado por una vela, Alice en el monitor no veía nada y yo en el visor veía un poquito, y realmente no sabíamos lo que estábamos haciendo. Entonces, después, cuando vemos el revelado, o te llevas un alegrón porque ha salido muy bien, o a veces te puedes sentir decepcionada porque no ha quedado como pensabas que iba a quedar. En cualquier caso, lo que te hace rodar en fotoquímico es que te mantiene constantemente despierto, o sea, no te puedes dormir con respecto a lo que estás haciendo.

HÉLÈNE LOUVART DF: Evidentemente, la cámara acompaña al personaje, porque es el que genera la historia. La forma de filmarle es muy sencilla, es un encuadre con el personaje en el centro. Y Alice no se plantea muchas cosas a ese respecto. No se preocupa mucho por la composición del encuadre y nunca te dice, pues un poco más a la izquierda, un poco más a la derecha, no; para ella, si el encuadre está centrado en el personaje, ya le va bien, porque también es su punto de vista. O sea, no es solamente la perspectiva del personaje, sino también la de Alice, y, por lo tanto, si está viendo a Arthur, pues está bien. Hay mucho de la mirada de Alice en la película también, y lo que a ella le preocupa no es el encuadre, sino el espacio donde se rueda y el personaje al que se rueda. Ella no percibe el encuadre como una composición.

HÉLÈNE LOUVART DF: Sí, pero eso no quita que me pueda pedir que repita algo porque está mal o está retrasado, o porque las cosas están mal colocadas. Si algo está mal me lo dice, y no hay ningún problema. Lo repito, intentando que salga mejor.

HÉLÈNE LOUVART DF: Bueno, yo creo que ese carácter atemporal viene más del decorado y de los vestuarios, porque la luz en sí es atemporal, no cambia. Lo que cambia es nuestra época, no la luz, con la salvedad de las ciudades, porque en las ciudades sí que cambia la luz, pero como esta película no transcurre en una ciudad, no se plantea. El trabajo consiste en crear contrastes diferentes de los de Lázaro feliz, por ejemplo. Pero la luz en sí no es diferente. Y, luego, lo que sí ocurre es que la luz cambia en función de la estación de invierno y verano y de la casa de Arthur a la casa de Italia. Y Alice cuenta con ello, si no, ¿para qué molestarte en rodar en dos estaciones diferentes?

En cuanto al etalonaje, jugamos un poquito con los colores, pero sin transformar para nada la imagen, porque Alice no lo comprendería, no es algo que funcione con ella, porque el ambiente de la luz no se consigue en el etalonaje, se consigue en el rodaje. Alice solo va a rodar cuando tiene toda esa atmósfera, todo ese ambiente de luz que comentábamos antes, la luz, el color, el polvo, cuando todo está ahí, y entonces la luz ya está hecha.

HÉLÈNE LOUVART DF: Una vez más la base está en el director, y en este caso Karim, con quien ya he hecho 3 películas, cada vez el trabajo es diferente. Esta vez quería hacer una película explosiva en Brasil, que es donde él nació. Y lo que me decía, sobre todo, era: «Vamos a pasárnoslo bien». La rodamos en Super 16 mm, fue su elección. Hicimos una explosión de color desde el principio, sin tener miedo a pasarnos. Porque Karim preguntaba, ¿dónde está el límite? El único límite, en realidad, es que el espectador sea capaz de seguirnos, y puede seguirnos perfectamente. Entonces, cargamos los colores, tenemos planos sobreexpuestos, hay un montón de sol; la verdad es que nos hemos divertido mucho. Yo siempre me divierto mucho con Karim, aunque hacemos un trabajo muy serio.

La película tiene un puntito vulgar, estetizante, un punto de exceso. Y la gente me dice: «Uf, la película está muy saturada». Y contesto: «Pues qué bien, es justamente lo que queríamos, tenía que ser excesiva». O sea, tenía que ser realmente una pasada. Otras veces buscamos algo más bonito, pero no es el caso, en este caso realmente buscábamos algo crudo. Por supuesto, porque todo esto está vinculado con la narrativa, y la imagen la acompaña.

BIEL CAPELLAS DF del cortometraje “Paris 70” de DANI FEIXAS (2023)

Desentrañamos la cinematografía de ‘París 70’, el cortometraje español más premiado del 2023:

‘París 70’ aborda la relación entre un hijo y su madre enferma de Alzheimer, presentando un viaje emocional de ida y vuelta a través de los recuerdos y las vivencias de una familia. Una historia del final de la vida, cruda y dura, pero también emocionalmente cautivadora e inspiradora, que no solo llega al corazón, sino que también rinde homenaje a los enfermos de Alzheimer y, sobre todo, a los cuidadores y cuidadoras de pacientes con enfermedades degenerativas, quienes suelen ser los más olvidados.

El elenco de ‘París 70’ está compuesto por Luisa Gavasa —ganadora del Goya por ‘La Novia’— y Alain Hernandez —’El fotógrafo de Mauthausen’—. «Se sostienen el uno al otro en un juego de miradas, silencios y cuidados que desprenden verdad» nos confiesa el director Dani Feixas. Entre los dos protagonistas, ya han acumulado más de 12 premios de interpretación, y junto con la también talentosa Neus Asensi —’La niña de tus ojos’— “dotan de realidad a esas interpretaciones que quedan grabadas en la memoria y en el corazón del espectador”, continúa Feixas.

La película de Dani Feixas, ha logrado en cinco meses 46 premios entre las secciones oficiales de los festivales del estado español, situándose en este momento, como el corto más premiado del año: no solo ha arrasado en los Premios Fugaz 2023, ganando en las categorías de Mejor Cortometraje, Mejor Director Novel, Mejor Actriz y Mejor Banda Sonora, sino que ha sido seleccionada en 56 festivales más —17 de los cuales son colaboradores de los Premios Goya—. Además, la película ha cruzado fronteras para estrenarse internacionalmente en el prestigioso Heartland Film Festival de Estados Unidos.

Debido al interés generado por parte de las fundaciones, asociaciones de Alzheimer, familiares de enfermos, cuidadores y cuidadoras, se ha creado un circuito de proyecciones paralelas a los festivales por las más importantes asociaciones y fundaciones del estado español. Hoy, jueves 21 de septiembre, en el Día Mundial del Alzheimer, analizamos la cinematografía de este corto tan comprometido y exitoso, y lo hacemos con las palabras de su director de fotografía, Biel Capellas.

BIEL CAPELLAS DF: Dani Feixas y yo ya nos conocíamos desde hacía bastante tiempo. Tenemos una forma muy cómoda de trabajar y nos entendemos muy bien. Después de haber leído el guion y escuchar los comentarios de Dani, vimos que lo que nos pedia la historia era una puesta en escena de estilo clásico. Y lo digo en sentido positivo, ya que estábamos planteado una historia de personajes y nos interesaba buscar posiciones de cámara al servicio de los personajes intentando buscar una puesta en cámara transparente para el espectador sin grandes trucos ni artilugios. En este contexto, decidimos que la cámara tenía que jugar un papel muy contemplativo, es decir, como si fuera un personaje más de la escena. Y muy cercana a las caras Luisa y Alain sin prácticamente movimientos. Al final, lo más importante para nosotros, era crear un ambiente cómodo y tranquilo para los actores y dedicar el máximo tiempo de rodaje para que Dani pudiera trabajar el texto con ellos.

BIEL CAPELLAS DF: A nivel de luz, durante todo el metraje apostamos por una luz muy cruda, que en la mayoría de los casos entraba por las ventanas de la casa. ‘Paris 70’ está dividida en 3 partes muy marcadas, a nivel de historia y a nivel de luz. En primer lugar, podemos ver y conocer a los personajes dentro un contexto rutinario de la vida de un paciente y un cuidador. En esta parte más triste y denigrante jugamos con una temperatura de color de unos 4800 K. Es donde el espectador tiene que entender de lo que va la historia y de lo dura y terrible que es esta enfermedad. En la segunda parte, podemos experimentar un cambio muy significativo ya que vivimos un momento mágico en la historia que nos pedía más calidez y decidimos trabajar la temperatura a 5600 k, obviamente esto va acompañado de una interpretación considerablemente distinta y un montaje y más dinámicos. A nivel de temperatura de color es un cambio sutil pero suficiente para denotar alegría sin romper la propuesta general del look.

BIEL CAPELLAS DF: Por otra parte, pretendíamos un look muy contrastado pero sin perder los matices de las sombras, valorando varias cámaras de cine digital -Sony Venice, Red V-Raptor y Alexa LF- Incluso en algún momento se habló de rodar con una Arriflex de 16mm, pero se descartó rápidamente por el flujo de trabajo extra que generaba. Al final de todo apostamos por utilizar una Alexa mini LF. Escogimos esta cámara porque tiene un sensor full frame y gran luminosidad. Nos daba la opción de poder separar cómodamente los personajes del fondo, dando un poco de más de presencia a la actuación. Además, el rango dinámico de estas cámaras es impresionante y con la poca luz que tendríamos en escena no permitiría poder tener información en las altas y las bajas luces.

BIEL CAPELLAS DF: Personalmente creo que el presupuesto no nos ha perjudicado mucho en el resultado que estábamos buscando. Obviamente, nunca viene mal tener más presupuesto. Siempre vas más cubierto en todos los sentidos por si tienes un imprevisto. Lo único que tuvimos que hacer fue preparar muy bien toda la organización a la hora de rodar. Por narrativa queríamos utilizar siempre la luz del sol, y cuando venían las nubes no podíamos hacer nada durante unos minutos. Después de ver el pronóstico atmosférico de los días de rodaje, que fueron tres, decidimos que rodar con la luz del sol sería posible y esta fue nuestra propuesta de luz. Para mi la luz del sol es la mejor luz, y si te puedes permitir introducirla en el set, es perfecto. Todo esto supuso, a nivel de equipo de cámara y luz, una organización extra. Ser más ágiles y rápidos para poder dejar el máximo de tiempo a Dani, el director, jugando con los actores.

BIEL CAPELLAS DF: Y es que prácticamente toda la luz que hay en set es luz del sol trabajada. En la habitación solo utilizamos la luz del sol. Por suerte la habitación tenía orientación norte y no entraba el sol por la ventana en ningún momento del día. Esto era bueno para nosotros porque es más fácil de crear una fuente de luz continúa rebotando la luz natural en espejos. Eso es lo que hicimos prácticamente en todas las secuencias de la habitación. También, en el lado opuesto de las ventanas pusimos telas negras colgadas para dar más contraste a la imagen. Al mover la dirección de los espejos de fuera creamos moods de luz distinta, jugado con el hard/soft del espejo. En la escena del comedor, cuando Luisa Gavasa está en la butaca sentada, tuvimos que añadir luz artificial para poder reducir el contraste que nos llegaba de los grandes ventanales del comedor. En esta secuencia hubo que compensar un poco la luz exterior con la luz interior, y utilizamos lux LED Amaran, que pusimos justo arriba de las ventanas para ganar ambiente en el interior. En todo el cortometraje solo se ve una vez la luz en plano: es en la última escena de la habitación, ya que la historia requería que fuera de noche y lo resolvimos con una bombilla de tungsteno en una lámpara de la mesita de noche. En todos los demás interiores lo queríamos hacer sin apliques, solo jugando con la luz exterior.

BIEL CAPELLAS DF: De los tres días de rodaje, trabaje dos días con el gaffer Albert Piñana y uno con el gaffer Oriol Rojas. Con Piñana discutimos inicialmente cómo afrontar este cortometraje y creamos los esquemas. Albert es un gaffer que lleva desde joven en esta industria y es uno de mis gaffers de confianza. La configuración lumínica que establecimos fue muy simple debido a las limitaciones de presupuesto. Utilizamos principalmente un Aputure 1200D, complementado con un par de Amaran f22, cuyo uso fue más bien discreto. Los Amaran se emplearon principalmente para rellenar sutiles áreas interiores, con el objetivo de equilibrar la exposición con las zonas exteriores. El 1200D, por su parte, se dispuso como luz de apoyo para cuando se ocultaba el sol; proporcionando una fuente de luz más dura cuando aparecían las nubes. Adicionalmente, en determinados contextos, lo equipamos con un domo de 120 cm para generar una luz de relleno más suave y difusa.

La mayoría de las escenas se iluminaron utilizando luz natural rebotada. Contábamos con un reflector reversible hard/soft y un palio de 3×3 metros con tela checker, ambos diseñados para maximizar y direccionar la luz solar. Además, incorporamos negativos con el fin de intensificar el contraste en ciertas tomas, creando así un juego de sombras más marcado.

BIEL CAPELLAS DF: Le propuse a Dani trabajar con las Zeiss Contax, que son unas lentes de fotografía de los años 70-80, que son poco comunes y apenas hay rentals que las tengan con montura PL. Napalm Rentals, uno de los colaboradores del cortometraje, nos ayudó ajustando el presupuesto en el alquiler del material de cámara, luz y lentes, y cómo las tienen en stock, aprovechamos la ocasión para probarlas. Dotan a la película de un look más orgánico y un poco más frio.

BIEL CAPELLAS DF: La mayoría del cortometraje ‘Paris 70’ está rodado con el 28mm t2 para los planos generales y en los primeros planos utlizé sobretodo el 50 y el 35 mm t1.4, con esto cerraba más el diafragma para centrarme en los personajes y desenfocar los fondos.

Principio del formulario

DANIEL SOSA AEC de miniserie “El Caso Asunta” de RAMON CAMPOS y otros (2023/24) Final del formulario

Este nuevo true crime español producido por Bambú para Netflix ha superado lo que parecía insuperable: el éxito de su predecesora ‘El cuerpo en llamas’, cuya producción y rodaje también revisamos  en su momento junto a su director de fotografía. En esta ocasión, hemos conversado con el responsable del enfoque visual de ‘El caso Asunta’, Daniel Sosa (AEC), quien nos ha contado cómo fotografió la serie apoyándose en los motores subterráneos de las escenas y cómo operó la Alexa 35 de manera intuitiva, dejándose llevar por la interpretación actoral, en la que destaca de manera superlativa la versión de Rosario Porto que nos entrega la actriz Candela Peña.

Miniserie de seis capítulos. El 21 de septiembre de 2013, Rosario Porto y Alfonso Basterra denuncian la desaparición de su hija Asunta, cuyo cuerpo es encontrado horas después junto a una carretera a las afueras de Santiago de Compostela. La investigación policial pronto desvela indicios que apuntan a Rosario y Alfonso como posibles autores del crimen. La noticia conmociona a toda la ciudad, e incluso al país. ¿Qué puede llevar a unos padres a acabar con la vida de su hija? ¿Qué se esconde detrás de esa fachada de familia perfecta?

Tras devorar de una sentada el nuevo True crime de Netflix, ‘El caso Asunta’, hablamos con su director de fotografía, Daniel Sosa, (‘Élite’, La zona’, ‘Las chicas del cable’) en un descanso del rodaje de otra serie también para Netflix, aunque esta vez de época, en el que se encuentra inmerso actualmente. Para Daniel, como nos comenta a continuación, todos los proyectos en los que trabaja son un capítulo más en su biografía, por lo que intenta tomarse cada uno de ellos como experiencias vitales enriquecedoras.

DANIEL SOSA AEC:En ese documental conocimos todos los entornos reales, dedicamos tiempo a coger confianza con los entrevistados y con abogados, fiscales y jueces. Rosario nos dio permiso desde prisión para entrar en su piso, que llevaba 3 años cerrado y parecía una cápsula del tiempo. Es como si sales de tu casa ahora y, sin saberlo, no vuelves. Estaban todas sus pertenencias: los DNI de Rosario y de la niña, los apuntes del cole, sus zapatillas… todo estaba como congelado. Por otro lado, la primera impresión que te daba la decoración era la de una niña querida, con cuadros con grandes fotografías de Asunta de todas las edades… Era casi un mausoleo en torno a la niña.

También fuimos a los calabozos de la comandancia de La Coruña y al chalet de Montouto. Es la primera vez que en una ficción conozco tan bien todos los detalles y lo que me deben sugerir los decorados. Cuando el director de arte, Antonio Pereira, nos presentó su versión del piso y atravesé el umbral, la impresión fue la misma, por los pequeños detalles, esa pintura de un azul profundo, estrafalario. Me ocurrió lo mismo con los calabozos: visitamos los originales, pero tuvimos que reproducirlos por disponibilidad y comodidad. La escala, incómoda y claustrofóbica, era importante. El boquetito por el que proyectan una luz de noche, y los plafones del techo, deteriorados, las manchas… todo eso lo conocíamos al dedillo, y también los hechos reales; si detenían a Rosario en el tanatorio y la metían en el coche por la puerta de atrás, nosotros sabíamos exactamente cómo había sido. Nuestro showrunner Ramón Campos llevaba años estudiando el caso, conocía la instrucción con detalle y tenía especial interés en recrear todo tal cual ocurrió, incluyendo el material de archivo. Para mi trabajo, el hecho de tener que usar los elementos idénticos, como la pamela que llevó Rosario o una chaqueta que llevara Alfonso, limitaba mis herramientas fotográficas, en cuanto a la elección tonal del vestuario y a dar una cohesión estética.  

DANIEL SOSA AEC:Cuando haces un documental, buscas ilustrar unos hechos y no proyectar mucho tu punto de vista sobre las cosas. En una ficción, rodar en lugares ‘calientes’ como la pista forestal donde se encontró el cadáver de la niña te plantea como cineasta cuestiones morales que debes responderte a ti mismo. En un documental no me supone un problema, porque debemos estar ahí e ilustrarlo, pero en una ficción me lo pienso mucho, a veces por respeto, por si siento que estoy invadiendo una zona delicada. Y, desde luego, en algunos momentos como ese sentí cierta incomodidad, pero no dimos con una pista que tuviese las mismas condiciones y decidimos rodar en la real. Esos son los sentimientos contradictorios que se me presentaban en la preparación. 

DANIEL SOSA AEC:En algunos casos, sí. Por ejemplo, en el piso de Rosario habían actualizado la puerta del portal, y en lugar de usar la de la izquierda usamos la de la derecha, pero era el mismo número. El portal exterior del piso de Alfonso es idéntico, el exterior de la farmacia es el real. Y, en la pista forestal, si a la niña la encontraron en un punto, nosotros rodamos 10 metros a la izquierda. 

En el caso del chalet de Montouto, lo habían vandalizado y no era viable rodar allí, pero encontramos una casa que daba la misma impresión en el exterior, que era lo que conocía el espectador por la prensa. También tenía una piscina que estaba descuidada, pues era una casa de campo que ya no estaba muy vivida por entonces. 

DANIEL SOSA AEC:Hace muchos años que colaboro con el director Carlos Sedes, y tenemos una relación de confianza y libertad creativa. Ambos veníamos del rodaje de una serie de Apple -‘Red wine’- más grande, con estrellas internacionales. Para ‘El caso Asunta’ queríamos un rodaje íntimo, de cercanía con los actores, movernos rápido y usar los recursos de producción para tener más tiempo de rodaje válido. Queríamos ir a una sola cámara y usar poco material de iluminación, y, sobre todo, que hubiese muy poca gente en el set.

A la hora de elegir el equipo y el material de cámara y de iluminación para esta serie, yo comparo el rodaje con hacer el Camino de Santiago. ¿Quiero ir con amigos o con personas desconocidas? ¿Quiero llevar ropa ligera o llevo tanto material que me pesa el segundo día? Deseo hacer cómodo el viaje, quiero un material versátil, que sea compacto, una cámara modular que pueda transformar de formas diferentes y quiero personas amigas que, si un día no tengo energía, me ayuden, y yo también les ayude a ellos, porque, al final, el Camino de Santiago que haces, que es este rodaje, se queda en tu biografía, va ligado a tus vivencias. Y, como encabalgamos un proyecto tras otro, a veces series que duran casi medio año, quiero recordarlo con alegría; me gusta no solo pensarlo como un trabajo, sino como un disfrute vital. 

DANIEL SOSA AEC:Sí, Diego hizo los capítulos 3 y 4 con Jacobo e iban preparando en paralelo mientras nosotros estábamos rodando.

DANIEL SOSA AEC:Ramón Campos hacía el ejercicio de poner las imágenes en paralelo para compararlas. En la secuencia en la que la prensa está presionando por la calle a Alfonso, hicimos todo el recorrido del tirón, que era calle abajo, unos 500 m. hasta la entrada de un garaje donde se mete con su abogado, que es el mismo garaje. Geográficamente, el trayecto es idéntico.

DANIEL SOSA AEC:Para Ramón y para Netflix, un referente era la serie ‘Happy Valley’ (BBC), porque sucede en un entorno pequeño. La sociedad de Santiago es muy particular, y servía para ilustrar sus comportamientos, las clases sociales. Los padres de Asunta tenían relevancia social en un entorno en el que todo el mundo se conoce y donde hay una presión por el qué dirán. Yo creo que el costumbrismo sí estaba en esa referencia, pero a mí me gustaba más, por ejemplo, la serie –de HBO- ‘I know this much is true’ (‘La innegable verdad)’, donde no se nota la realización, las interpretaciones son muy realistas, muy espontáneas. Además, la paleta de color me gustaba, y su nivel de negros lechosos. Y, también, por algo que decía el director de esa serie, que era como «documentar la ficción”. Un acercamiento observacional, como en nuestro capítulo 1, que es así, desde el momento en que Rosario y Alfonso entran en comisaría a reportar un pequeño incidente y donde no vamos con los padres, sino con un policía que oye algo que está contando una pareja en una mesa de al lado.  

Del mismo modo, tomamos el punto de vista de la policía y de la Guardia Civil: evalúan el entorno, entran en la casa, ven los cuadros de la niña, las notas de los post-it tras la puerta, las zapatillas, el comportamiento extraño de esos personajes… aquí la cámara no supone una intromisión, sino que está observando, al igual que los Guardias Civiles. Y así arranca la serie. 

También nos gustaba mucho el documental ‘El caso de la escalera’ (‘The Staircase’), por el acercamiento que tiene al entorno íntimo de la familia, y también la serie de ficción, que es más estética. No obstante, al final yo creo que nuestra serie ha adquirido su propia entidad.

DANIEL SOSA AEC:Ese es el capítulo que más me gusta, porque tiene grandes bloques visuales casi mudos en los que todo es trabajo de actor y de cámara y se trataba de estar en sincronía con las demandas del actor. En él, vemos dos versiones de lo que ocurrió. Por un lado, una primera versión que está más dentro de la psicología de Rosario, quien se va adentrando cada vez más en su propio caos. Es contradictoria en sus acciones, lo mismo llora que se mete en el coche y se esconde o da vueltas por la finca.  En esa versión, lo que ocurre no parece premeditado y es muy visceral. Se rodó liberando todo el espacio de alrededor de la finca de material, todo el interior y el exterior era set, y yo le indiqué solo una cosa a Candela. Le dije: “¿Podrías parar en algún momento por esta zona, que así te tengo con el dormitorio al fondo, donde se está apagando la vida de tu hija?” Y ella me contestó, amablemente, incluso con acento gallego: “Ay, Dani, pero si yo es que no sé lo que voy a hacer”. Creo que su interpretación se basaba en los estímulos que recibía. Por ejemplo, daba una mejor interpretación si tenía a Tristán delante. Y a nosotros, con la cámara, siendo una cosa tan viva, nos pasaba igual. Yo hago un mejor trabajo de cámara si me pongo en sincronía con esa concentración de la actriz, porque Candela parecía que estaba todo el rato metida en el personaje. Se creaba un ambiente en el set de silencio denso, porque, además, el tema es muy duro e, igual que ella sentía los estímulos, yo sentía la energía de los actores.

Por ejemplo, cuando ambos ven por primera vez el féretro de la niña en el tanatorio, planeamos que la cámara entrara con ellos para ver su primera reacción real. Sus actitudes eran espontáneas, y entonces tú también vas realizando casi en directo, sintiendo que debes quedarte con Rosario, que saca el móvil. Entonces escucho a Tristán y lo quiero ver; giro y tiene la mano en la boca porque se le saltan las lágrimas. Es algo muy vivo y estamos en un estado de mucha concentración. 

DANIEL SOSA AEC:Están muy trabajadas previamente por ellos, pero nuestra primera toma era un ensayo rodado, como también lo es una escena muy violenta en la que Alfonso amenaza en su piso a Rosario porque ella vuelve a ver a su amante y le dice que nunca se librará de él. Todo lo que ocurre en esa escena está improvisado y sucede en primera toma: Alfonso le tira las llaves, Rosario repta por el suelo para recogerlas, abre, se las vuelve a tirar.

En otra escena, Rosario ha dejado en la pista forestal el cuerpo de la niña y llama a Alfonso desde su piso. Cuando él acude, ella se ha encerrado en el dormitorio y le dice que se le ha ido de las manos. Toda esa escena fue dejarles hacer a ver qué pasaba. Yo me sentía a veces incómodo y pensaba: “No debo estar aquí rodando este dolor”. Lo discutía mucho con el director y le decía que creía que debíamos estar fuera, porque no veía el sentido de presenciar este dolor. Pero, en cualquier caso, creo que la escena resultó muy bonita porque es muy intensa, del mismo modo que algunas escenas de ellos dentro de los calabozos dicen mucho de esa pareja. 

DANIEL SOSA AEC:En estas escenas delicadas no había ensayos. Los actores me ponían en alerta y yo estaba súper receptivo a sus gestos. Por ejemplo, en la finca, sabemos que Rosario va a deambular por ella. Tiene a la niña moribunda en el dormitorio y Candela puede interpretarlo como lo sienta. Así que igual se sentaba junto a la piscina que se encerraba en el coche, volvía a salir, subía y bajaba la escalera, se iba a la cocina, salía, corría, golpeaba ramas. Me encantan esas tomas.

Cuando han tenido la discusión en el piso, contábamos con unas 5 calles controladas. Candela tenía libertad para ir por la calle deambulando, y cuando entra en su piso realmente no sabía qué iba a hacer. Ahí Rosario está llena de contradicciones y afectada por su enfermedad. Y entonces entra en el piso y escucha a Asunta decir “mamá”. Se asoma a la habitación de la niña, se va al salón, se sienta junto a un retrato de su hija. No sabe qué hacer, se va corriendo. Y todo eso es intuitivo. Yo voy detrás de ella por el pasillo, paneo rápido y veo en el suelo una silueta –la niña estudiando- y vuelvo a no mirar. Se mete en la cocina, intuyo que me debo parar y la veo al fondo, llena de rabia, haciendo aspavientos con el bolso. Coge un cuchillo para remover el zumo. Todo eso es espontáneo y, cuando vamos al dormitorio, seguimos el vaso que deja en una encimera de la niña. Cuando volvemos, recuerdo que yo quería hacer esa elipsis tipo ‘Días sin huella’ de Billy Wilder, con los ‘culitos’ de agua que van dejando los vasos en una barra. Quería que hubiera una marquita de agua de humedad en el sitio. Entonces, vemos que el vaso no está y, cuando paneo, está medio vacío junto a la niña en el suelo. Todo ello para ilustrar que no es nada premeditado, que esta mujer se mueve dentro del caos.

DANIEL SOSA AEC:Elegí la Alexa 35, sobre todo, por la gran variedad de lentes que podía tener y por su latitud. Sabía que iba a rodar en calles de noche y me hacía falta tener controlado el ruido que genera el ir a ISOs altos. Quería contar con toda la iluminación válida posible en una calle, si no me vale anularla o recrearla, pero que no se note que ha habido una intervención. Y la cámara me daba eso. Aunque la cámara posee texturas propias, como todas las referencias me llevaban a materiales de Super 16mm, aparte del ISO 1600 hicimos una recreación de grano con el Live Grain en postproducción y no usé la estructura de grano que tiene la propia cámara.  

En cuanto a las lentes, yo buscaba unas ópticas con un recorte suave. Quería el nivel de negros no muy pegado y una paleta de colores con baja saturación, tirando a cianes verdosos. Así que usé las Canon K 35 en la mayor parte del rodaje. Como me gusta estar cerca de los actores, usé un 25mm y un 32mm para una sensación muy inmersiva. Además, utilicé dos zoom Angenieux serie EZ, que son muy suaves y ‘matchean’ muy bien con estas lentes fijas. Luego, hubo un control de las luces altas en postproducción para darle esa textura de celuloide, añadiendo Halation y limitando su brillo máximo. En líneas generales, me he quedado contento con la textura, que yo creo que parece muy casual y poco intervenida.  

DANIEL SOSA AEC:También promoví la comunicación entre el interior y el exterior en cada decorado natural, porque aporta veracidad. Cuando a Alfonso, en su piso, de noche, le dan la noticia de que han encontrado el cadáver de una niña y se va hacia la ventana, vemos el exterior de la ciudad. En el piso del juez Malvar se ve toda La Coruña al fondo con su faro girando. Como esta cámara tiene una latitud tremenda, no había nunca ningún riesgo de perder detalle de altas luces.  

DANIEL SOSA AEC:Sí. A mí además, me gusta ser minimalista, con la edad intento llevar el mínimo equipo y que, si el fin del mundo llega mañana, me pille con todo lo que me hace falta en la cámara: monitor, batería, y ya puede fallar el combo, la video asistencia, incluso el sonido, que yo puedo seguir grabando imagen. También me gusta la cercanía con el actor, y esa inmediatez en la comunicación se pierde si estás lejos en un monitor. Me gusta operar para no viajar todo el rato de un monitor grande al set. Es como un espíritu de documentalista, pero a mí me es cómodo. 

DANIEL SOSA AEC:En la preparación, me encanta que Carlos Sedes, el director, sugiera sentarnos a leer el guion y hablar de los motores de cada escena. Carlos hace lo mismo con los actores y les propone lo que le interesa resaltar en cada escena. Yo pongo en marcha mis herramientas para ilustrar esas ideas visualmente, y ellos hacen su trabajo en paralelo para ir por los mismos caminos. Es una forma de no quedarse en la primera capa, sino siempre un poquito más abajo. De ese modo, el motor y el germen es el subtexto que alimenta lo de arriba, que es la primera capa que ves. Por eso, en el rodaje del juicio convenimos que no fuera aburrido, ya que repetíamos los datos -la cuerda roja, la visibilidad de la pista- que ya sabíamos. Aquí el interés y el motor debía ser otro. Por tanto, cuando la agente Cruces va a testificar sobre la cuerda roja, esa sería la primera capa, y nosotros teníamos que estar más abajo y sentir con Rosario que esta chica con la que había tenido una conversación fumando en una azotea, donde le dijo que tenía un amante que la hacía feliz, que Alfonso era muy bueno, pero había cosas que no le daba… en su declaración en el juicio, ella siente que la ha traicionado. Nosotros tenemos que estar con ese sentimiento de traición de Rosario. Por eso la escena tiene fuerza y no se hace repetitivo tener otra vez toda esa información, porque lo visual va por otros derroteros.

DANIEL SOSA AEC:La cámara cada vez se hace más viva, vive el tiempo real con ella, por ejemplo, entrando en el calabozo, donde finalmente le rodea la oscuridad. Sentimos progresivamente más presión dentro del encuadre. En los vis a vis, las líneas y otras formas se van superponiendo a ella, le dejan respirar poco. En ella brotan la enfermedad, la culpa, el caos; estas personas, o no sabían cómo iban a obrar, o, desde luego, si lo planificaron, eran un poco chapuzas. Parece que están improvisando todo el rato, son contradictorios, caóticos, cambian sus testimonios, y todo esto se dispara en el capítulo 5, en estos bloques casi mudos donde usamos lentes Petzval, que son unas lentes de 1839 a las que TLS han hecho un rehousing (las que utilizaron en ‘Blonde’). Te aconsejan utilizarlas en planos fijos, porque se hacen notar mucho si te mueves. Usamos un 58mm y un 85mm. Estas lentes vienen muy bien cuando esta mujer se está evadiendo de la realidad, escuchando ecos de las voces del marido. Los usamos en todo ese bloque de deambular, del interior del piso, de lo del zumo de naranja, y también en Montouto, en los recorridos en torno a la piscina, con esos flares extraños y esa nebulosa en torno a ella.  

DANIEL SOSA AEC:En la versión del juez Malvar claramente somos más ‘peliculeros’. Como este hombre ha construido una historia, decidimos usar las herramientas de thriller clásicas y la cámara se traslada con grúas, con travelling. Es ‘más Fincher’, por así decirlo, y cada plano debe narrar. Por ejemplo, llegan en coche a Montouto. Pues ese plano dice que van a traspasar la frontera de la finca y las puertas se nos cierran sobre la cámara, porque aquí hay una intimidad que no quieren que sobrepasemos. El segundo plano es un plano de grúa que baja con teleobjetivo. Así estamos viendo entre manchas vegetales que están sacando el cuerpo de la niña, de pie todavía pero drogada, y todos los planos posteriores tienen mucha intención. 

DANIEL SOSA AEC: En esta versión, al componer en la cocina de Alfonso cuando van a drogar a la niña, partimos del plato, donde en teoría hay droga, algo que también es ‘muy Hitchcock’. Le ponen el plato y la niña está de espaldas con los padres a los lados. Todo el tiempo se están componiendo planos, un poquito más de thriller, como el perfil de Rosario sentada en la cocina, donde van a empezar a machacar las pastillas y Alfonso está cocinando y sostiene un cuchillo en la mano. En estos planos la cámara tiene autonomía, no va con los personajes. Llaman a la puerta y la cámara va paneando sola, llega tarde. Todas eran herramientas para contar una película, la película que se montó el juez Malvar para inculpar a Alfonso.  

DANIEL SOSA AEC:En general, se trataba de que no se notara que estamos iluminando y, o bien utilizar todo lo que hubiera y me fuera útil, ya fuera en la comisaría o en un exterior / noche, o bien anular lo innecesario, así como añadir fuentes propias para llevar la secuencia por donde interese. No había grandes entradas de luz, debía ser suave en general, que es la imagen que tenía yo de Santiago de luz suave, plomiza y también cambiante. Debía generar un contraste suave, sin entradas fuertes de sol. Por ejemplo, cuando suben al dormitorio del chalet de Montouto donde está la papelera, pusimos solo tubos Astera e hicimos una fuente suave controlable sobre la lámpara para compensar un poco interiores y exteriores. Se trataba de recrear fuentes reales, también en la calle, donde la cámara tiene tanta sensibilidad que de noche en la fachada del piso de Rosario a veces metía ND 6 interno, porque había demasiada luz y protegía la exposición de puntos altos como lámparas y farolas.

DANIEL SOSA AEC:En todo el proyecto recurrimos a muchas fuentes LED compactas. Las Velvet 2×2 Evo RGB de 60cmx60cm y las Velvet 2 EVO RGB son muy versátiles y funcionan muy bien por Galicia al soportar humedad y lluvias imprevistas. También usamos pantallas LED Falcon Eyes de varios tamaños, tubos Asteras LED y ARRI HMI de la serie M en diferentes intensidades, desde el M90 al M8. 

DANIEL SOSA AEC:En el piso de Rosario podemos ver diferentes configuraciones de luz para que no tenga siempre el mismo aspecto y percibamos en qué momento del día estamos. En una escena, Rosario está muy medicada y la madrina le trae algo de la cocina. Decidimos dejar las persianas bien cerradas, como cuando tienes jaqueca y la luz diurna te molesta, siempre buscando conseguir ambientes realistas, detalle en las sombras y no un excesivo contraste. Ya de por sí los acontecimientos son tan dramáticos que no hace falta enfatizarlos mucho.   

DANIEL SOSA AEC:Prácticamente iluminamos el piso en su totalidad para dar movilidad a los actores, controlando los apliques de la casa, simulando las lámparas y en escenas nocturnas metiendo a veces algo de ambiente desde la calle.

DANIEL SOSA AEC:En el documental vimos las pantallas LED que emplearon realmente, pero eran de menor intensidad y no estaban calibradas. La oscuridad era muy importante en el entorno de Rosario y en la pista. Nosotros usamos una pantalla Velvet que generaba como una islita brillante rodeada de oscuridad. También sabíamos, cuando llegó la Guardia Civil, que usaron los faros de sus coches y linternas en un primer momento, y cuando bajan los chicos que encuentran el cadáver, supusimos que usaron el móvil para ver en la oscuridad. Así que iluminamos siempre buscando la verosimilitud. 

DANIEL SOSA AEC:Sí, es el formato Univisión que planteó Storaro entre formatos menos panorámicos y un 2,35:1 que nos gusta tanto a todos a la hora de componer planos grupales y tener una sensación de espacialidad. El 2,00:1, ahora que hay tantos dispositivos y las pantallas de los móviles tienden a lo panorámico, es un buen compromiso con todas las ventanas de exhibición. En este caso, me gustaba además que el espectador pueda mirar la reacción de uno u otro personaje y no le estemos indicando dónde mirar.  

DANIEL SOSA AEC:Aunque me han preguntado por el estabilizador, se hizo cámara al hombro (casi todo se rodó así, excepto algún plano con estabilizador. El maquinista llevaba una dolly Super Falcon 1 Cinetech, una grúa Movimach y estabilizadores DJI Ronin + Force Pro). Me encanta la sensación de tiempo real que da ese plano secuencia.

DANIEL SOSA AEC:Después, nos metemos en el calabozo, es la primera vez que le rodea la oscuridad a Rosario: le cierran la puerta y se queda en ese ambiente. Esa oscuridad era un leitmotif, como cuando vuelve a su piso, después de haber dejado a la niña en la pista, entra en su garaje y para el coche. Yo tenía pensado también rodearla de oscuridad, que se quedara en el coche, se le apagara la luz del garaje y solo mantener encendido el pilotito del retrovisor. Y va y, justo entonces, Candela empieza a rezar el ‘Padre Nuestro’. Todo eso también es muy vivo e improvisado. Así te sorprendía todo el rato.

DANIEL SOSA AEC:En esos planos usamos cámaras Handycam de Sony para que se viera que era otro sensor, otra profundidad de campo, e intentar calcar la textura, el momento y el lugar originales. Por ejemplo, ese equipo de televisión hizo unos recursos mientras la niña corretea por una verja. Se te ponían los pelos de punta, porque eran los mismos sitios. La entrevista ocurre en el mismo lugar junto al Obradoiro, pero tuve que simular que la luz venía de la misma dirección tapando con palios, porque ellos tenían el rebote del sol en la piedra de esa fachada. Esa era la luz que tenía el material original. 

DANIEL SOSA AEC:Sí. Tenemos, por un lado, las cámaras de seguridad, que deben tener su propia textura y, por otro, material de cámaras de televisión y el material fotográfico y el de vídeo del trabajo policial. Cada uno con su propia textura. Lo rodamos con cámaras Sony PXW-Z190 y Sony PXW-Z90. 

DANIEL SOSA AEC:Sí, están en un puerto marítimo, y la idea era comunicar interior y exterior con el entorno, y transmitir además que este señor está pasando la información a la prensa, y, en ese sentido, el sentimiento de indefensión de esta pareja por el tratamiento mediático, que en realidad fue un juicio público paralelo.  

DANIEL SOSA AEC:La corrección de color se hizo con Pablo Valera en Picnic y de nuevo con esta idea de no hacernos notar. Yo intento tener una LUT en cámara que no me distancie mucho del material final, que me limpie tendencias de color del sensor, que me deje el nivel de negros como lo quiero, pero no la hago muy forzada. No me gusta tampoco tener una LUT que me altere mucho la imagen que estoy grabando. Prefiero hacerlo luego en postproducción. Y aquí el etalonaje se hizo muy rápido: una vez que el colorista entendió el tono de la serie se dedicó a unificar el conjunto y luego lo revisamos todo, porque a veces se hacen reencuadres y debes supervisarlo. Lo ideal es poder revisar hasta los rodillos y los planos de VFX que haya, como los borrados, para no tener sorpresas después.  

DANIEL SOSA AEC Es un tema candente para hablar largo y tendido. La frontera entre un hecho de relevancia pública amparado por la libertad de expresión donde una ficción televisiva sería un formato más para abordarlo o la vulneración de derechos básicos como el honor, la intimidad o la imagen de un niño que, con más razón aún, necesita de la protección de unos padres o tutores. En causas abiertas, los posibles juicios paralelos pueden tener consecuencias fatales, como en muchos casos que nos vienen a la mente. 

Personalmente, creo que una ficción enmarcada dentro del «True Crime» no tiene mucho sentido si se limita a describir hechos más o menos conocidos, oscuros y truculentos. Recrearse en el sufrimiento por el sufrimiento es simplemente morboso, más cercano a un reportaje televisivo de mal gusto que a una ficción. Como siempre, la forma de abordarlo y la sensibilidad de sus autores es determinante. Aportar una nueva mirada sobre datos conocidos, hablar de grandes temas para extraer conocimiento, dar voz a una víctima o generar empatía con nuestras herramientas son solo unas pocas de las muchas virtudes de nuestro medio. 

En ‘El Caso Asunta’ intentamos no ser morbosos y proteger a la pequeña sacándola muy poco, ejerciendo desgraciadamente su papel de víctima directa. De haber narrado nuestra serie desde la mirada de Asunta, sería bien distinta. A veces, el paso del tiempo te da objetividad. Más bien esta historia real es la excusa para abordar temas como la familia, la paternidad, el matrimonio, la maquinaria legal, la locura, la presión mediática y social. No juzgar a nuestras víctimas y verdugos era importante, hacerlos parecer de carne y hueso, también. Al final, estas historias nos acaban retratando como sociedad. 

DANIEL SOSA AEC:Yo no me fui a bocata tampoco, porque la vi con los ojos cerrados y le hice muchas fotos mientras estaba super concentrada esperando a testificar, y también, cuando va a testificar, que le coge la mano a Tristán [Ulloa], como si fuera su marido.