LA PRIMERA VEZ
Quiero aprovechar que hoy es el día del autor para expresarme, no como docente en guion, sino como escritor de televisión. Generalmente, la mayoría de mis escritos versan alrededor de las cuestiones ligadas a cómo escribir para Cine o para Tv y la referencia sobre distintos autores que han hecho de la profesión y la enseñanza un medio de vida a través de sus distintos libros, es un tema que ya está más que visto por quienes nos dedicamos a escribir o a enseñar guión. Por eso, hoy quiero hablar sobre eso que casi nunca se ve en los manuales de guión y que tiene que ver con contar un poco algunas experiencias personales, anécdotas y que en definitiva hacen a nuestra profesión.
Mi carrera como autor estuvo siempre orientada hacia la ficción. La necesidad de contar historias ha sido una constante en mí vida. Desde los 12 años o antes, que escribo y que imagino personajes, hechos, situaciones, antes en forma de cuentos, poemas y algunas novelas inconclusas y ahora, más afianzado en la redacción de guiones. Pero por esas cosas que tiene esta profesión mi relación de autor televisivo no fue por el lado de la ficción, fue por el camino menos pensado, aquel que jamás me hubiera imaginado.
El primer contacto que tuve con la televisión fue en 1998 a través de Claudio Villarruel, cuando era productor ejecutivo de “El show de Videomatch”. Recuerdo que en aquella entrevista en Telefé , en la pequeña oficina que tenía arriba, detrás de los camerines, Claudio fue muy concreto. Luego de que yo hiciera un descomunal esfuerzo en mi presentación diciéndole quien era, de dónde venía y que era lo que quería, él solo esperó a que terminara y me dijo: ¿Ves Buenos vecinos? Si – le dije algo asombrado. Bueno, escribime una parodia sobre el programa y traemela mañana, si me gusta, quedas. Eso fue todo.
¿Cómo iba yo a escribir una parodia sobre “Buenos vecinos”? Jamás había trabajado el género, no tenía idea de cómo lo iba a hacer, pero sabía que era una importante oportunidad para mí. Sea como sea, tenía que llevarle lo que él me había pedido.
Así fue, me senté en casa, papel en mano y empecé a imaginar situaciones cuyo eje central estuviera por el lado del humor absurdo, tan característico del programa en esa época. Unas horas después tenía un breve guión parodiando a la telecomedia que producía Marcelo Tinelli. No sabía si le iba a gustar, si estaba bien o si era una verdadera basura. Con el pequeño guión bajo el brazo me presente al otro día. Claudio lo leyó, y sin darme una ninguna opinión de lo que había escrito me dijo: Está bien, quedas. Así de simple como lo cuento, así de rápido, así de mágico, fue mi ingreso en la televisión.
Esto que acabo de contar, sirve como una reflexión para aquellos que quizá están empezando y que muchas veces no se animan a hacer cosas por miedo, por desconocimiento o porque creen que no lo van a poder lograr. Yo no conocía absolutamente nada de escribir parodias, es más, ni siquiera sabía que tenía cierto potencial para escribir humor. Simplemente fueron las ganas de estar allí, de ingresar al medio, las que me dieron ese coraje para lanzarme a la pileta sin saber si iba a poder flotar. Por suerte, el instinto de supervivencia fue más fuerte y nade, muchas veces dando manotazos de ahogado, pero siempre con la cabeza fuera del agua y lo hice durante dos años, escribiendo la mayoría de los guiones del genial Miguel Ángel Rodríguez.