D.F. Slawomir Idziak

Entrevista: Slawomir Idziak

Por Yonca Talu el 27 de enero de 2017

Esta entrevista es parte de una serie con cineastas influyentes que asistieron al Festival Internacional de Cine de Camerimage 2016 de Bydgoszcz, Polonia, en noviembre.

El director de fotografía polaco Slawomir Idziak ha dejado una huella indeleble en el cine moderno con su trabajo en las películas atmosféricas metafísicamente cargadas de Krzysztof Kieślowski. La colaboración de los dos hombres, que comenzó con “Un cortometraje sobre la muerte”  (1988), y duró tres colores: “Azul” (1993), produjo imágenes voluptuosas, evocativas y únicas que reflejan las experiencias subjetivas de los personajes. En “Un cortometraje sobre la muerte”, una inquietante acusación de la pena capital impregnada de una sensación de muerte inminente, Idziak combina el color estilizado y la iluminación con la cámara de mano nerviosa para representar el descenso de un joven desencantado en el asesinato en la comunista Varsovia. La primera película de Kieślowski en francés, “La doble vida de Verónica” (1991), ve a Idziak experimentar con reflexiones y movimientos de cámara para transmitir el tema de la historia del vínculo metafísico, mientras que “Azul”, la primera entrega de la trilogía de tres colores del director polaco: el examen moderno de los valores de la Revolución Francesa-ofrece una exploración íntima y poética del duelo y el renacimiento a través de un uso simbólico del color titular. A finales de los años 90, Idziak se mudó a Hollywood, donde adaptó su sensibilidad visual y artesanía a las prácticas cinematográficas estadounidenses.

Film Comment habló con Slawomir  Idziak en el Camerimage Film Festival 2016 sobre su asociación creativa con Kieślowski y la transición del cine polaco al sistema de estudio de Hollywood.

                                                                      Un cortometraje sobre la muerte

Film Comment: Recientemente volví a ver A “Un cortometraje sobre la muerte” [1988] y realmente me sorprendió la manera casi apocalíptica en que se representa a Varsovia. Los primeros disparos de animales muertos-cucarachas, una rata y un gato ahorcado-combinados con el uso extensivo de filtros verdes, nos sumergen en el territorio del terror de inmediato. ¿Surgió esta estética oscura de la atmósfera de incertidumbre y desesperanza que reinaba en Polonia en ese momento?

Slawomir Idziak: Por supuesto, esta no era una visión realista de Varsovia. La película tiene un tema austero. Considera la pena de muerte como algo totalmente inhumano y hace fuertes comentarios sobre un determinado caso judicial, que el llamado mundo civilizado objetó como una tontería. Ya sabes, Polonia solía estar detrás de la Cortina de Hierro y ese era un tipo de realidad completamente diferente. Por supuesto, la realidad que experimentamos no se parecía a lo que se ve en la película, pero aún estábamos profundamente aislados. De alguna manera vivimos detrás de una ventana de vidrio y vimos la llamada realidad de las personas que pasaron sus vidas en un sistema y entorno completamente diferentes. Creo que es necesaria una cierta cantidad de exageración para describir esto. Esa historia es, una vez más, una representación gráfica de algo que no existe. Así que decidí usar un lenguaje visual muy fuerte para reflejar eso. Pero es un poco ridículo, porque esta película es una de las 10 entregas de la serie Decálogo, pero de alguna manera se destaca entre la multitud. Al final, creo que fue una buena cosa porque ayudó a promover a los demás. Ya sabes, Kieslowski no filmó las películas en orden. Empezamos con el número cinco, que es Un cortometraje sobre la matanza . El año siguiente, estaba listo para el Festival de Cine de Cannes [donde se proyectó la versión extendida], pero las otras películas no. Así que ser invitado a Cannes fue una promoción muy buena para el resto de la serie.

Film Comment: Usted habló sobre mirar la realidad detrás de una ventana, y como director de fotografía, parece que realmente tiene una obsesión con los efectos ópticos y las superficies reflectantes. Algunas imágenes que vienen a la mente son la esfera de vidrio en la mano de Veronica que refleja el paisaje fuera del tren en “La doble vida de Véronica”, o la escena sexual al final de Tres colores: Azul , filmada detrás de una pecera y destacando la sensualidad floreciente de Julie. ¿Usted y Kieslowski imaginaron este tipo de tomas como representaciones de los mundos internos de los personajes?

La doble vida de Verónica

Slawomir Idziak: Estos son dos ejemplos diferentes. En términos de las reflexiones en, “La doble vida de Verónica” de alguna manera es mucho más simple que eso, diría una metáfora simplista de existir en un cuento de hadas: estamos lidiando con algo que es irreal.

La doble vida de Verónica

Film Comment: Quizás también sea una metáfora de la fragmentación o duplicación de la identidad.

Slawomir Idziak: Los reflejos parecían una forma natural de representar esto; fue un instinto hacerlo de esa manera. La película en general tenía una cualidad muy metafórica y tenía como objetivo conectar al público con la forma de pensar de los personajes y resaltar el tipo de vínculo metafísico que tienen estas dos mujeres: lo que afecta una vida de alguna manera afecta a la otra.

En términos de “Azul”, Kieslowski me dio tres guiones antes de comenzar a trabajar en tres colores, y me preguntó cuál me gustaría fotografiar. Instintivamente elegí Azul. Pero hay otra razón: porque Azul fue la primera entrega de la trilogía que se filmará. Y al recordar cómo Kieslowski estaba al final de Decálogo, lo había conocido cuando estaba a punto de terminarlo y estaba extremadamente cansado, tenía un poco de miedo de tratar con un director agotado, así que no quería hacer “Blanco” o el último, “Rojo”. Me preocupaba que no sería una buena colaboración, sino una situación estresante que podría llevar a malentendidos. Esa fue la primera razón detrás de mi decisión de dispararle a “Azul”.

Azul

Pero muy pronto me di cuenta de que el peligro era diferente y que con “Azul” estábamos lidiando con una historia muy similar a “La doble vida de Verónica”. La música jugó un papel muy importante en ambas películas. Y entonces Kieslowski y yo teníamos miedo de que de alguna manera copiáramos nuestro número de “La doble vida de Verónica”. Ya sabes, a menudo haces esas cosas instintivamente, especialmente cuando trabajas bajo la presión del tiempo. Así que, en “Azul”, estábamos tratando desesperadamente de encontrar cosas que fueran lo opuesto a lo que habíamos hecho en “La doble vida de Verónica”.

Para ser sincero, el estilo de la película surgió por coincidencia. Recuerdo que, al comienzo de la película, cuando la periodista visita a Julie [Juliette Binoche] y le pregunta sobre su marido, la música la ataca y aparece una luz azul. Este efecto se logró totalmente por accidente, lo que significa que tenía algo en mente, pero mi plan no funcionó. Era sábado y la cantidad de luz era demasiado débil para lograr un efecto decente. Así que puse el negativo en el plato y tenía los geles azules en la cámara, luego abrí la puerta de la placa y sucedió por milagro honestamente. Y la primera edición de la película fue realmente mala …

Azul

Film Comment: ¿Malo desde un punto de vista estructural?

Slawomir Idziak: No, era una cuestión de género. El guión fue escrito como un drama psicológico, casi como una historia de detectives. La periodista era el tercer personaje más importante y apareció tres o cuatro veces en el guión, pero ahora solo está allí una vez al principio. Kieslowski la cortó por completo. Así que, de alguna manera, el guión cambió durante esta edición final de un drama psicológico a un tipo de película más operística y musicalmente dirigida. Y funciona, ya sabes … En la edición, Kieslowski repitió este número con la luz azul varias veces. Entonces, en el medio de una escena, por ejemplo, se vuelve negro y luego la música entra, seguida por la luz azul. Y este fue el comienzo de una idea que lo puso patas arriba; de repente, la película fue completamente diferente; era atractivo y todavía funcionaba bien. Kieslowski fue un genio en términos de edición. Nunca conocí a un director que sea tan buen editor como él. Él era bueno porque había pasado millones de horas editando documentales en el pasado. Y ese fue un verdadero trabajo físico y manual. Le gustaba cortar todo él mismo. La edición fue un proceso completamente diferente en aquel entonces; fue muy mecánico porque tenía que empalmar la imagen y el sonido. Pero Kieslowski necesitaba la mitad del tiempo que un editor profesional necesitaba hacer un corte. Él era muy rápido, como un mago. Sabía cómo experimentar y cambiar las cosas rápidamente.

Film Comment: Su trabajo con Kieslowski se basa en una exploración visual de las vidas internas de las personas: es una cinematografía emocionalmente vibrante y altamente impresionista. En este sentido, es interesante comparar esas películas con las que rodó en Hollywood. Por ejemplo, en una película como Gattaca [1997], el lenguaje visual evocador de las películas de Kieslowski es reemplazado por una estética desprendida, casi congelada: la cámara está afuera, nunca dentro de los personajes. ¿Cómo navegaste esa transición estilística?

Slawomir Idziak: En primer lugar, era un tipo de colaboración completamente diferente, como se puede imaginar. Es una película de género muy típica. Mi opinión es que no es una gran película, no creo que sea una mala película, pero está lejos de ser algo grandioso. En Polonia, solíamos colaborar estrechamente con el director a partir de la etapa de guión. Como director de fotografía, te obligaste a trabajar en el guión. Y de manera automática, esta colaboración resultó, no solo en el guión de rodaje, sino muy a menudo en una nueva versión del guión. Por lo tanto, es absolutamente imposible hacer algo así en el sistema de estudio. Todavía tengo una relación bastante buena con Andrew Niccol [el director de Gattaca ], y creo que la película es mejor de lo que se supone que es. Porque es Hollywood, ¿sabes? Las películas se hacen de forma diferente que en Polonia: tienes jefes de estudio, productores, etc., que controlan diferentes etapas de la producción. Y eso no siempre es positivo, especialmente cuando estás haciendo algo que es un poco inusual. Cuando haces algo que no está tan claramente definido como un estilo, un género, es difícil lograr lo que quieres.

Film Comment: El trabajo de cámara en una película como “La caída del Alcón negro” [2001] parece centrarse principalmente en generar tomas desde tantos ángulos como sea posible para fines de corte. Cuando trabajabas con 15 cámaras y dirigías la mayor cantidad de operadores de cámara, ¿alguna vez sentiste que mirabas el mundo desde el punto de vista de los dioses en lugar de desde el de la humanidad?

                                                        Halcón Negro 

Slawomir Idziak: Este es, nuevamente, un ejemplo completamente diferente. Ridley Scott es un director muy visual, y es famoso por idear sus propios guiones gráficos. Así que mi trabajo consistía principalmente en averiguar dónde colocar las otras cámaras. Siempre obtuve un guión gráfico para la primera cámara, y necesitaba mantener lo que se me pedía que hiciera. Ridley se parece mucho a un niño: le gusta jugar con los juguetes del cine. Una respuesta muy característica que obtuve de él cuando le presenté mis ideas -aunque, por supuesto, a veces las compró- fue: «Oh, esta es una muy buena idea. Pero sabes, prefiero la mía «. Así que esta es la forma en que él trabajaría.

Mi trabajo es ajustarme. Tengo que entender con qué clase de socio estoy trabajando, porque el cine es una especie de ping-pong y tengo que jugar en consecuencia. Estos tres ejemplos, Kieslowski, Andrew Niccol y Ridley Scott, tienen mundos completamente diferentes, y es muy difícil compararlos.

Film Comment: ¿Estuviste presente durante la postproducción de “La caída del Alcón Negro”?

Slawomir Idziak: No. Hoy en día eso es un gran problema, porque lo que estamos haciendo como directores de fotografía es solo la mitad del producto. La segunda mitad se está realizando en postproducción, y no tenemos autoría de nuestro trabajo. Lo que está tratando en esos casos es la autoría del grupo, y ese es un mal aspecto de la forma en que se están haciendo las cosas hoy. Espero que eso cambie La técnica todavía es complicada, pero creo que las herramientas serán mucho más simples muy pronto. Es como un círculo, ¿sabes? Si comenzamos con Technicolor, ahora estamos al final del mega período. Hemos tenido mucha libertad en los últimos años porque finalmente fue muy fácil lograr lo que queríamos. Y hoy estamos de nuevo en manos de especialistas, ilusionistas por así decirlo. En mi caso, ya no quiero trabajar como director de fotografía; Estoy enseñando y construyendo cosas. Por ejemplo, construí un cine-bus, puedo mostrarte … [ Él me muestra un folleto.]

Film Comment: ¿Qué es un cine-bus?

Slawomir Idziak: Es un autobús con una carpa y tienes una pantalla verde. Está completamente equipado: puedes viajar a lugares y filmar allí.

Film Comment: ¿En qué contexto se te ocurrió esto?

Slawomir Idziak: Hago un taller en Cracovia una vez al año. Llegan trescientas personas, es gratis y hablamos de realidad virtual, dramaturgia, el futuro del negocio.

Film Comment: En 2010, filmó la primera película en 3-D de Polonia, “Batalla de Varsovia 1920”, una narración épica del evento histórico titular. ¿Cómo fue tu experiencia trabajando con esa nueva tecnología?

Slawomir Idziak: Para mí, el futuro es importante, y me gusta trabajar en nuevos medios. Pero no creo que el potencial de 3-D se esté utilizando por completo. Hoy, cientos de películas se filman en 3-D porque los productores quieren ganar más dinero, y de alguna manera el efecto secundario es que el público no está listo para ver tantas películas 3-D. Solo unas pocas películas producidas con esta técnica realmente lo poseen. Si tuviéramos más directores como Tim Burton trabajando con esta tecnología, aún podríamos tratarlo adecuadamente. Pero desafortunadamente, tienes cientos de malos ejemplos de 3-D. Entonces esta técnica está siendo asesinada. Pero en realidad no murió, porque sabes en realidad virtual, estamos de vuelta en 3-D. No puedes imaginar la realidad virtual sin 3-D; es un elemento esencial de eso.

Me encanta el festival Camerimage, pero no hay cientos de personas de pie frente a los teatros como en el Festival de Cine de Berlín. Esa es una mala señal. Incluso otros grandes festivales, como Cannes, no están muriendo por completo, pero cuando estuve allí hace 20 años, era totalmente diferente. Hoy en día, hay mucha más gente que asiste a las reuniones de YouTube, por ejemplo. Si 50 millones de personas en todo el mundo miran videos de YouTube en sus computadoras, ¿cuál es el futuro del cine? ¿Cuántas personas seguirán viendo películas? Las películas de estudio todavía se están viendo, por supuesto, pero estamos enfrentando la muerte de las industrias cinematográficas nacionales, como polacas o escandinavas. En Finlandia, incluso si enviaras a toda la nación al teatro, nunca recuperarías el dinero.

 

Gabriel Figueroa: el cinefotógrafo que inventó México

«Estoy seguro de que, si algún mérito tengo, es saber servirme de mis ojos, 
que conducen a las cámaras en la tarea de aprisionar no sólo los colores, 
las luces y las sombras, sino el movimiento que es la vida». 
Gabriel Figueroa

Referirse a Gabriel Figueroa es hablar sobre un hombre que se volvió el significado mismo de la cinematografía mexicana. Su nombre siempre fue sinónimo de calidad y ahora es parte fundamental de la historia del cine nacional, convirtiéndose no sólo en el cinefotógrafo que ha realizado la mayor cantidad de películas en el país (alrededor de doscientas), sino que además es un icono internacional.

Este director de fotografía mexicano, pariente del ex presidente Adolfo López Mateos, era un artista por vocación y un fotógrafo de profesión, que se abrió camino en la industria de cine, prácticamente, desde sus inicios. Sin embargo, es mucho más que sólo un cinefotógrafo… ¿Quién es Gabriel Figueroa Mateos?

Figueroa el retratista de estrellas

Comenzó a trabajar con José Guadalupe Velasco en su estudio, en donde retrataba estrellas y personalidades. De él, Figueroa aprendió técnicas con luz artificial -que lo acompañarían por el resto de su vida-, las mismas que Velasco utilizaba a la perfección para realizar su trabajo. Aunado a esto, el después cinefotógrafo, iría articulando su comprensión y entendimiento de la gramática pictórica y fotográfica, que puliría con el paso de los años.

Figueroa: retratista, iluminador, camarógrafo y cinefotógrafo

Con el paso del tiempo, se fue integrando como fotógrafo de retratos en diversas producciones cinematográficas, lo que lo condujo irremediablemente a realizar iluminación en set y posteriormente a operar la cámara. Finalmente tras unas veinte películas en diversos puestos -entre las que destaca la inconclusa obra de Einsenstein ¡Qué viva México!– la vida lo llevaría a realizar su primer trabajo como cinefotógrafo: Allá en el rancho grande, que además es considerada la obra inicial de la Edad de Oro del cine mexicano, y la concepción de la industria como tal.

Figueroa el expresionista mexicano

El joven retratista, en su búsqueda por incursionar en el cine, fue enviado a Hollywood, por una nueva productora mexicana para poder aprender bien el oficio de manos de Gregg Toland. Figueroa creó vínculos con el cinefotógrafo americano, con quien compartía una visión importante sobre el cine: ambos estaban decididos a que la imagen funcionara como manifestación del mundo interior de la narrativa. Todo esto como resultado de la pureza y perfección del Expresionismo que se gestaba en Europa. Así, es posible observar en cada encuadre y en todas sus películas, un cuidado desmesurado por la composición, pero sobre todo por su trascendencia.

Figueroa: un hombre internacional

El peso de la figura de Gabriel Figueroa fue cobrando fuerza con el paso de los años, pero se gestó desde el momento en el que fue por primera vez a Estados Unidos. Figueroa llevaba el nombre de México consigo y le daba un impulso especial al cine nacional. Además, su trabajo traspasó las fronteras del país, llegando a trabajar con directores como John Huston o John Ford. Su nombre es uno de los más importantes, no sólo en México, sino en el mundo entero, como resultado de una espléndida obra, cuya fotografía está llena de significados, claroscuros, texturas y matices.

Figueroa: el gestor de la educación visual

Sin embargo, Gabriel no sólo se preocupaba por la belleza de cada uno de sus planos, también estaba consciente del poder de la imagen y el cine. Por tal motivo participó en diversos documentales sociales. Además, proyectó un ambicioso plan de educación visual en México, que apoyaría a los adultos analfabetos, brindando instrucción a través de películas. Esta propuesta integraba productos cinematográficos en diversos ámbitos y niveles educativos, como un apoyo preponderante para el país.

Figueroa y el ámbito social

Como artista y librepensador, el cinefotógrafo siempre estuvo a la cabeza de diversos movimientos sociales. Se le tachó de comunista y de anticomunista; luchó por los derechos de los trabajadores de la cinematografía, y lidió -desde su posición- por hacer de México un país digno. Figueroa, poco a poco, fue consolidando, no sólo su participación social, sino también su visión sobre el país.

Figueroa como un artista que se inspiraba en la fotografía, la pintura y el muralismo

Es posible describir toda la historia de Gabriel Figueroa, pero llegará un punto en el que su vida pasará a un segundo plano, opacado por la belleza de sus imágenes. Este cinefotógrafo es un artista que ha logrado transpolar la fotografía y la pintura al terreno del movimiento y la iluminación. Cada una de las participaciones cinematográficas del antes retratista  es una nueva oportunidad para mirar de cerca el significado del nacionalismo pictórico que se formó en México durante principios del siglo XX.

Gabriel fue capaz de comprender a sus colegas contemporáneos de las artes plásticas y traducir sus abstracciones al lenguaje de la cámara. Llegó incluso a copiar el trabajo de algunos de ellos para llevarlos a otro nivel, que hasta los mismos autores originales reconocerían. Una anécdota imposible de inadvertir es aquella que le sucedió con el muralista José Clemente Orozco:

«Ya terminada la película (Flor Silvestre), la proyectamos en una función especial con todos los pintores y amigos de Dolores (del Río) que tenían interés en ver lo que había estado haciendo. A mi me tocó (¡esas casualidades!) estar sentado junto a José Clemente Orozco. Hay una escena del exterior de un velorio en que se ve una puerta al fondo, algunos cirios, algunas personas. Cuando salió esa parte, Orozco se enderezó un poco reconociendo alguna paternidad en eso, y le dije:

-Maestro, soy un ladrón honrado. Eso es copia de la acuarela que usted tiene que se llama El réquiem.

-Pues sí, algo reconocí, pero me ha llamado la atención la perspectiva, y sobre todo la transparencia que esto tiene, que no llega a un fondo y se detiene, sino que sigue. Necesita usted invitarme a verlo trabajar para ver cómo logra la perspectiva.

A mí me halagó mucho oír una opinión así de una gente del tamaño de José Clemente»

Fueron ése, entre otros muchos detalles, aquellos que constituyeron una estética propia de Figueroa, que se volvió incluso su sello personal y que se transformaría eventualmente no sólo en algo emblemático para el fotógrafo, sino también significativo para la construcción del país que ahora conocemos.

Figueroa y la conciencia pictórica

Toda esta inspiración de las artes plásticas le dio a Figueroa la pauta para la definición de lo que él llamaba consciencia pictórica. Esto se refiere a que mucha de su obra, inspirada en otros textos, tanto en contenido como en forma y estilo, crearía poco a poco un lenguaje propio, basado en una manera específica de ver la realidad.

Es ese pensamiento el que conduce al cinefotógrafo a retratar cada plano de sus películas como una pintura que dice mucho más que lo que parece que muestra. Gabriel fue consolidando toda una realidad mexicana, en armonía con las otras manifestaciones artísticas de la época, que en conjunto fueron delineando una identidad visual y una realidad paralela que se mostraba a la luz del proyector en las salas de cine por todo el país.

Figueroa y la Industria Cinematográfica

Gabriel formó parte del cine mexicano toda su vida y él fue -en buena medida- responsable del éxito de éste. La industria nació con su trabajo y creció a su lado. Sus relaciones con Hollywood llevaron a la mexicanidad cinematográfica a otro nivel. Este vínculo con la posibilidad de una constante producción fílmica y su estética fueron la combinación perfecta para lograr el mayor logro de Figueroa.

Figueroa el inventor de México

Fue él, y su trabajo con Emilio «Indio» Fernández, lo que detonó un fenómeno visual que quizá apenas en la actualidad se ha comprendido del todo. Sus películas se caracterizan por mostrar el México que recordamos ahora en el país, y el que se mostró al mundo por años. Gabriel Figueroa creó los hermosos cielos mexicanos, llenos de nubes y matizados con un brillante color azul, que incluso a pesar del blanco y negro se pueden observar.

La mancuerna Fernández-Figueroa, junto al resto del equipo que colaboró durante años con ellos, fue capaz de distinguir muchas características del mexicano y su tierra y llevarlas a los ojos de los miles de espectadores que asistían a las salas constantemente. Ellos miraban la belleza del paisaje, las montañas, los magueyes, las flores, las artesanías. Tomaban en cuenta las tradiciones, la ropa, las costumbres y la belleza de las personas que, poco a poco, fueron creando su visión de la mexicanidad.

Figueroa fue muy cuidadoso en cada una de sus composiciones, en las que fue acuñando un estilo caracterizado por el pictorialismo y el claroscuro. La manera en la que lograba esto era a través de diversas técnicas que fue descubriendo y desarrollando con el tiempo y la práctica. Él mismo declaró en algún momento que, en su afán de construir cielos llenos de nubes: «me puse a estudiar ese sutil ambiente que registraba la cámara. Una cosa como smog muy ligero. Entonces, por medio de filtros infrarrojos logré quitarlo. De esta forma las nubes salían mejor porque el filtro oscurecía el azul del cielo y realzaba el blanco.1

Asimismo, de acuerdo a José Antonio Rodríguez,  el fotógrafo mexicano sugería que se utilizaran dos negativos, uno para la tierra y otro para el cielo y las nubes. Mucho de su trabajo fue realizado por su grado de dominio del uso de los filtros, la dirección de la luz, el manejo de la iluminación artificial, y otros trucos, como pintar las sombras de los objetos retratados, para hacerlas mucho más notorias.

En gran parte, toda esta visión se derivaba de la perspectiva que Fernández (considerado un recio nacionalista) tenía en la mente sobre el país y lo que lo constituía. Esto no quiere decir que sus películas eran un calco de la vida, sin embargo, se volvieron un emblema que pasó a la historia, y que jamás hubieran sido posibles sin la atinada mirada de Figueroa. «Sus cintas son significativas, no sólo porque tuvieron éxito en crear un espacio para la articulación de lo mexicano, sino porque dentro de ese espacio desafiaron a las tradiciones artísticas de Occidente y a la ideología dominante que traían consigo.

Gabriel Figueroa fue un maestro de la cinefotografía a nivel mundial y un elemento clave para el impulso de la industria mexicana. Es un representante del cine nacional y un artista inolvidable. Es un hombre que luchó por sus ideales y que evolucionó con su trabajo. Es un mexicano cuyo nombre es sinónimo de cinematografía.

Figueroa es un retratista de personajes importantes de la ciudad, y un cinefotógrafo que iluminó a estrellas como Dolores del Río y María Félix. Es el responsable de películas tan emblemáticas como: NazarínEl Ángel Exterminador, Los Olvidados (de Luis Buñuel), Macario (de Roberto Gavaldón), Flor SilvestreSalón MéxicoEnamorada (de Emilio Fernández), El bolero de Raquel (de Miguel Delgado), El fugitivo (de John Ford) y hasta Bajo el Volcán (de John Huston).

En un arte que depende de la luz, él decidió invertir la fórmula y siempre trabajar con sombras, con la especial dialéctica de la imagen proyectada, que sólo existe porque hay luz brillante y luz oscura. Todo lo que nos muestra en su fotografía es expresivo y único y se adapta a toda historia y cualquier director. Figueroa es un maestro que nos reveló a México.

«Puedo decir que jamás he sido ajeno a mi tiempo. Al transfigurar la realidad con un implemento mecánico, la realidad me transfiguraba a mí mismo y me hacía crecer como un hombre entre todos los hombres. Contar historias, evocar historia, inventar historias: mi vida no ha sido más que un accidente en este universo poblado ya con seres intemporales».

Por Cristina Bringas

 

Rodrigo Prieto D.F. de «Silencio»

 

Rodrigo Prieto utilizo película y video para ‘Silencio’ de Martin Scorsese para recrear el Japón del siglo XVII.

En su raíz, el ”Silencio” desafía lo que significa apostar-renunciar a la fe. La historia, adaptada por Jay Cooks y basada en la novela de 1966 de Shusaku Endo, examina el Japón del siglo XVII cuando los funcionarios se sienten amenazados por la propagación del cristianismo entre los pueblos campesinos, forzándolos a abandonar su fe o enfrentar un sufrimiento inminente.

Después de la desaparición del Padre Christavao (Liam Neeson), dos misioneros portugueses, Rodrigues (Andrew Garfield) y Garrpe (Adam Driver), emprenden un viaje para encontrar a su mentor desaparecido y difundir el evangelio del cristianismo.

Martin Scorsese había estado tratando de conseguir el “Silencio” durante 27 años. Después de 15 años de reescrituras, múltiples demandas y talento que abandonó, la película finalmente entró en producción a principios del año pasado.

Filmado en Taipei, Taiwán, en los estudios cinematográficos de CMPC y en sus alrededores, el director de fotografía Rodrigo Prieto combinó películas y formatos digitales, utilizando cámaras ARRI con lentes Hawk, Zeiss y Angenieux Optimo para pintar paisajes exuberantes y capturar la pasión por el triunfo emocional de Scorsese.

Prieto recientemente se sentó con No Film School para compartir su experiencia.

No Film School: Tuviste un año muy ocupado. ¡Tanto Morten Tyldum’s Passengers como Scorese’s Silence están siendo lanzados en el mismo mes!

Rodrigo Prieto: Lo ha sido. De hecho, los coloree uno después del otro. Fue interesante para mí, no sólo preparar y hacer las dos películas – no podría haber sido más diferente. La calificación de “Silencio” fue Japón del siglo XVII y luego pasó a 600 años en el futuro en los pasajeros … ambos tenían apariencias completamente diferentes. Fue bastante divertido.

No Film School:  El silencio era casi 30 años en la fabricación para Scorsese. ¿Cuáles fueron algunas de las primeras conversaciones como con el director?

Rodrigo Prieto:
Marty estaba realmente abierto a todo lo que estaba sucediendo. Evidentemente, había escudriñado diferentes lugares en Japón y Canadá, muchas veces se iba a hacer la película, pero se acercó a la película con el corazón abierto.
Terminé empujando digitalmente a ASA 1600, lo que lo hace un poco más ruidoso, pero de alguna manera ayudó a igualar la estructura de grano de la película».

No Film School: Con Scorsese tan cerca del tema, ¿cómo se materializaron algunos de los primeros elementos visuales?

Rodrigo Prieto: Scorsese es muy meticuloso con su plano de lista y diagramas. Se convierte en parte de la Biblia de lo que estamos rodando. Es interesante porque los hace incluso antes de ver los lugares. Terminó haciendo la mayoría de ellos en Taiwán, donde esta película fue filmada. Algunas de las localizaciones no eran absolutamente fijadas todavía. En el día, nos volveríamos a terminar ajustando como nos fuimos.

Si Marty imagina algo -una cierta toma o movimiento de cámara en su mente- le resulta difícil dejarlo de lado. Diga que algo se mueve de derecha a izquierda en su imaginación, pero la ubicación no funciona de esa manera. Todavía tenemos que encontrar una manera de hacer que funcione de la manera que él lo ha imaginado. Otras veces él sería flexible con lo que la ubicación presentada. Nos mantuvo desafiados.

No Film School: ¿Cómo querías pintar la paleta de colores de la historia?

Rodrigo Prieto: Hay una progresión de color en la película. Nos inspiraron los pintores barrocos, partiendo de tonos más fríos -blues y cyans- y avanzando hacia el verde de la naturaleza, ya que es un personaje importante de la historia. Entonces, pasamos a una sensación más japonesa, si me permite. Fuimos con matices más ámbar, amarillo y oro que representarían el mismo arte de pantalla japonés durante el período Edo.

Marty es conocido por su elaborado lenguaje cinematográfico … Sintió que esta historia requería un lenguaje más sencillo».

No Film School: ¿El período inspiró las composiciones de la cámara?

Rodrigo Prieto:
Desde el principio, hablamos de las restricciones en términos de tiro. Marty es conocido por su elaborado lenguaje cinematográfico; El diseño de tiros complejos le viene naturalmente. Sentía que esta historia requería un lenguaje más sencillo. Esto no significa que el rodaje no fuera extremadamente técnico y desafiante: las tomas son más silenciosas visualmente. Sólo había ciertos casos en los que la cámara se encontraba en una posición extraña o un movimiento repentino de la cámara. Nunca hay un movimiento aleatorio de la cámara para Martin Scorsese. Cada toma proviene del contenido emocional de la historia.

No Film School: ¿Más de un enfoque documental que crear un estilo visual?

Rodrigo Prieto: En cierto modo, pero es más que eso. Marty elige cada ángulo de la cámara, y si la cámara se mueve o no es el resultado de una profunda comprensión de lo que quiere expresar en cada escena. Nunca hay un movimiento aleatorio de la cámara. Cada toma que surge con el contenido emocional de la historia. La cámara está impulsando la energía y si la tensión de la escena requiere que usted sea estático, él irá de esa manera.
Utilizamos la película para lo que es mejor en el tono de la piel y el matiz en las caras y el color del paisaje, a continuación, digital para situaciones de poca luz.

 

D.F. Phedon Papamichael

Fotografiar en blanco y negro no es una tarea fácil y de no tener el más grande de los cuidados, es muy fácil que las texturas se pierdan y todo parezca “aplastado” al no tener algo que nos ayude a definir la profundidad de campo.

Phedon Papamichael, galardonado director de fotografía, nació en Atenas, Grecia y se trasladó con su familia a Alemania, donde en 1982 completó su educación en Bellas Artes, en Munich. Trabajando como fotoperiodista trajo Phedon a Nueva York en 1983, donde comenzó a cruzar en la cinematografía.

Su primer cortometraje, el SPUD de 35mm en blanco y negro, le valió el Premio a la Mejor Fotografía en el Cork Film Festival en Irlanda. Después de una llamada de John Cassavetes, su primo y colaborador posterior, Phedon se trasladó a Los Ángeles. Mientras continuaba trabajando en películas cortas y experimentales, comenzó su carrera como director de fotografía para Roger Corman, para quien fotografió siete películas en dos años.

Phedon ahora cuenta con más de 40 largometrajes en su haber como Director de Fotografía, incluyendo a los primeros block-busters mientras dormías con Sandra Bullock y COOL RUNNINGS, así como PHENOMENON, protagonizada por John Travolta, dirigida por Jon Turteltaub. Sus créditos incluyen muchas películas aclamadas por la crítica, como UNSTRUNG HEROES (Un Certain Regard, Cannes 1995), dirigida por Diane Keaton, y UNHOOK THE STARS, protagonizada por Gena Rowlands y dirigida por Nick Cassavetes. THE MILLION DOLLAR HOTEL, dirigida por Wim Wenders, fue elegida como la película inaugural del Festival de Berlín 2000 y ganó el Gran Premio del Jurado, el Oso de Plata, así como la Cámara de Oro.

THE MONUMENTS MEN, una película de época dirigida por George Clooney y protagonizada por Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchett y Jean Dujardin, que fue filmado en Alemania e Inglaterra. El trabajo de Papamichael también incluye varias incursiones en la televisión. Recibió una nominación a un Premio ASC a la Mejor Fotografía por la innovadora mini-serie WILD PALMS de Oliver Stone, así como su segundo Premio ASC a la Mejor Fotografía por el piloto de Francis Ford Coppola, WHITE DWARF. Phedon reside en Los Ángeles y Atenas, Grecia y habla Inglés fluido, alemán, francés y griego. Es ciudadano alemán, griego y estadounidense.

Fotogramas de las películas: The monuments men, Nebraska, Noche y día, en busca de la felicidad:

 

D.F. Michael Balhaus

«Uno puede hacer cualquier cosa que se proponga.
A veces bnecesitas más tiempo, más esfuerzo
o más dinero, pero al final siempre lo consigues…»

Nacido en 1935 en Berlín hizo su aprendizaje como fotógrafo para posteriormente aprender dirección de cámara en la emisora de radio y televisión Südwestfunk en Baden-Baden. Gracias a su amistad con el director Peter Lilienthal se incorporó como docente en 1968 a la recién creada academia berlinesa de cine y televisión. Las discusiones con los estudiantes, la vivencia de las confrontaciones del movimiento estudiantil, así como la libertad para experimentar que ofrecía la escuela superior de cine terminaron siendo para Ballhaus experiencias extraordinariamente fructíferas en su trabajo con la cámara.

Ballhaus ideó junto con Fassbinder en 1973 durante el rodaje de Martha, el legendario desplazamiento de cámara en 360 grados, en el que la cámara se va moviendo circularmente alrededor de los actores. Este procedimiento llegaría a convertirse luego en su signo distintivo.

Ballhaus emprendió una nueva carrera en los EE.UU. a principios de los años 80. Su primera película en este país, Dear Mr. Wonderful, la filmó junto al director Peter Lilienthal y a un equipo integrado completamente por americanos. En películas como After Hours y GoodFellas hasta llegar a Gangs of New York Ballhaus fue revelándose como un plasmador congenial del mundo de imágenes de Martin Scorsese. Fue así como llegó a convertirse en uno de los camarógrafos más solicitados de Hollywood.

Ballhaus trabajó en los EE.UU. no sólo con Scorsese sino también con directores como John Sales, James Foley, Paul Newman, Peter Yates, Jim Brooks, Frank Oz, Steve Kloves, Francis Ford Cóppola, Wolfgang Petersen, Robert Redford y Mike Nichols.
Ballhaus cultiva una marcada preferencia por la cámara emplazada sobre rieles pero ha sabido perfeccionar también de forma sorprendente los desplazamientos de tipo Steadycam. En el empleo de la cámara manual opta siempre por dejarla «respirar». Maneja a la perfección el efecto de vértigo que se logra al retirar la cámara pero acercando al mismo tiempo la imagen mediante la lente zoom. En un solo plano Ballhaus hace hasta cinco aperturas del diafragma de la cámara y en algunas escenas recurre a veces al Speed-Change, mediante el cual se puede aumentar o reducir la velocidad con la que corre la cinta. En estas técnicas – siempre subordinadas a las historias narradas – consiste la singular estética de Ballhaus.
Se suele sostener que una película de Ballhaus parece siempre más cara de lo que realmente fue.

Ayudó a crear el ambiente terrorifico y aterrador que domina la adaptación de Drácula de Francis Ford Coppola.

Fotogramas de los films: Pandillas de Nueva York, After Hour, La última tentación de cristo, Los fabulosos baker boys y La edad de la inocencia y Drácula:

 

«Una mujer, una pistola y una tienda de fideos»

Jean Oppenheimer

Fotos de Bai Xiaoyan

Cortesia de Picturs Classics

 

El cineasta Zhao Xiao Ding, HKSC, trabajó primero con el director Zhang Yimou en Hero ( AC , septiembre de 2003), actuando como operador de cámara y camarógrafo de segunda unidad bajo Christopher Doyle, ASC, HKSC. En la siguiente película de Zhang, House of Flying Daggers ( AC , enero de 2005), Zhao fue director de fotografía. Las colaboraciones subsiguientes incluyen Curse of the Golden Flower ( AC , enero de 2007), Riding Alone for Thousands to Miles y la Ceremonia de Apertura del Juego de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 . Su última colaboración es A Woman, a Gun and a Noodle Shop , que Zhao describe como un homenaje a la película debut de Coen Brothers 1985 Blood Simple . «Un homenaje, no un remake», afirma. Las tramas son similares: un marido celoso, dueño de una tienda de fideos en la versión china, sospecha de infidelidad de su esposa y contrata a un inspector de policía para que la mate a ella y a su amante. Sin embargo, el amplio humor físico y las caracterizaciones exageradas de la película están diseñadas en Er ren zhua, un género de teatro popular en las áreas rurales del noreste de China. Es tan específico de la región que algunos de los diálogos están en dialecto local. El operador de Steadicam, Raymond Lam, quien tradujo la conversación para AC , comenzó su propia asociación con los dos cineastas de House of Flying Daggers y desde entonces ha trabajado en cada una de sus películas.

AC: Esta es la primera película que has filmado en digital. ¿Por qué optó por lo digital y por qué eligió el Sony F-35? 

Zhao Xiao Ding: He estado filmando comerciales en formato digital por un tiempo, aunque nunca con el Sony F-35. Disfruto del medio y quería probarlo en una función. Las mejores cámaras digitales del mercado son las Arri D-21 y la Sony F-35. Y decidimos probar el F-35. Las cámaras digitales en general son fáciles de usar, y en realidad puedes ver lo que tienes de inmediato, en lugar de esperar a los diarios. Lo digital también ahorra dinero porque no tienes que comprar una película. Otra consideración importante en esta película fue que, si bien tres de los personajes principales, la esposa, su esposo y el inspector de policía, son actores cinematográficos experimentados, los otros tres provienen del mundo de Er ren zhuan y no tienen experiencia cinematográfica. Su actuación es muy espontánea. Hacen algo diferente en cada toma, lo que tiende a causar estragos en la continuidad. Sabíamos que estaríamos filmando muchas imágenes. Además, filmamos casi toda la película con dos cámaras, capturando la acción desde diferentes ángulos (para facilitar la edición).

Hicimos pruebas exhaustivas con el F-35 durante la pre producción y descubrimos que no es diferente de una cámara de película en términos de color, latitud y textura, aunque se puede ver un poco más en las áreas de sombra. Al ajustar las cosas en el DI (en Technicolor Beijing), obtuvimos a estos negros muy profundos. La cámara tenía solo unos seis meses cuando filmamos la película. Lo vi cuando se lanzó en NAB y hablé con la gente de Sony allí.

¿Cómo llegaste a una relación de aspecto y formato? 

Zhao Xiao Ding: El chip CCD del F-35 es del mismo tamaño que el formato de película Super 35 mm, por lo que estábamos filmando el formato Super 35 mm. (La cámara también viene con una clasificación de 450 ASA.) ¿Relación de aspecto? Sony China, donde tengo una relación de larga data, suministra la cámara. Las lentes vinieron de Cinerent Ldt. en Beijing. Teníamos un conjunto completo de números primos maestros (10 mm – 135 mm) y dos zooms Optimo, un T2.8 de 24-290 mm y un T2.2 de 17-80 mm. La imagen está recibiendo tanto un lanzamiento digital como una película.

Describe el estilo visual de la película. 

Zhao Xiao Ding: La película no está ambientada durante ningún período histórico específico. De hecho, Zhang no quería referencias de tiempo. Más bien, quería que la película tuviera un sentimiento misterioso y una especie de aspecto extraño, incluso antinatural. Cada película que hace Zhang es colorida, y esto no fue una excepción. Filmamos en la parte occidental de China, donde los paisajes cambian constantemente de color, dependiendo de la luz y las condiciones climáticas. Todos los paisajes eran ubicaciones reales, y un buen viaje de tres horas desde el estudio. Solo llovió una o dos veces durante el rodaje, pero hubo días en que esperamos y esperamos a que aparezca el sol.

Construimos los escenarios en el lugar, pero filmamos los interiores en el nuevo Estudio de Cine de Beijing del China Film Group. Zhang quería sombras duras durante el día, un alto contraste para las escenas nocturnas, todas las escenas nocturnas se filmaron día por noche y mucha profundidad de campo. Con la excepción de una luna llena CGI, todos los efectos se lograron en la cámara. ¿Las imágenes de lapso de tiempo de las nubes corriendo por el cielo? Las sombras en el suelo no eran disparos;Nos levantamos a las 4a.m. Al principio establecimos la luna llena como la fuente de luz para todos los interiores (nocturnos); Aparentemente, la luz se filtra hacia los edificios a través de listones en los techos. El sol motiva los interiores de todo el día (con la luz que también se filtra por el techo).Para obtener las sombras exactas que queríamos en los exteriores del día, esperamos que el sol alcance ciertos ángulos. Si era demasiado brillante afuera, agregamos NDs. Para las escenas al atardecer, especialmente las tomas de la unidad policial a caballo a galope a lo largo de las carreteras sinuosas, utilizamos un graduado azul y luego aumentamos el azul en el poste. En los exteriores del día por la noche, usamos filtros de graduación para oscurecer el cielo, pero a menudo lanzamos un par de 12K y 18K para resaltar los bordes de los actores. Todo el equipo de iluminación y agarre fue suministrado por Cinerent Beijing. El F-35 en realidad tiene filtros internos, pero encontramos que los filtros de vidrio funcionan mejor.Independientemente de si estuviéramos filmando un día o una escena nocturna, si era demasiado brillante, agregamos NDs.

Solíamos repetir tiros pero siempre con algo diferente. Por ejemplo, en una escena al final de la película, vemos a la esposa corriendo por las escaleras, tratando de escapar del inspector. Usamos una cámara de mano para sugerir su ansiedad. Cuando el detective sube las mismas escaleras detrás de ella, él está casi inhumanamente tranquilo, así que usamos el Steadicam. El mismo disparo pero diferentes tratamientos reflejan los diferentes estados emocionales de los personajes.

Gran parte de la acción de la historia tiene lugar en la oficina del marido, que solo estaba iluminada por la luz de la luna y la luz del sol que se filtraba por el techo. 

Zhao Xiao Ding: El F-35 puede disparar en niveles de muy poca luz. La oficina se construyó en el estudio, aunque la tratamos como un escenario real. Era un espacio pequeño, no más de 400 pies cuadrados, aunque solo quitamos las paredes una vez para disparar algo. Construimos una rejilla de iluminación en lo alto del conjunto y colgamos accesorios de tungsteno con un poco de escarcha; Luego, colocamos cestas, redes y piezas de madera contrachapada (no vistas por el espectador) debajo de las luces para crear patrones de luz irregulares y sombras nítidas en el piso.

Varias imágenes fueron ligeramente alargadas. 

Zhao Xiao Ding: Sí, principalmente las tomas en el patio, donde usamos la lente de 10 mm para crear imágenes distorsionadas. Recuerde, esta es una película intencionalmente irrealista, y está bien si las cosas (no parecen) el mundo real. Utilizamos una lente de 8 mm para algunos de los paisajes con el fin de lograr una distorsión aún mayor.

¿Usaste algún equipo especial en la película? 

Zhao Xiao Ding: Sí, una cámara digital Phantom de alta velocidad para la secuencia al final de la película cuando el inspector está afuera disparando flechas al edificio.El Phantom sube a 1000 cuadros por segundo, aunque solo usamos 500 fps.

¿Qué pasa con la postproducción? 

Zhao Xiao Ding: Captura toda la información que puedas, y lo que quieras cambiar o ajustar lo haces en la publicación. Sony recomienda usar el S-log para películas, así lo hicimos. Es una curva de datos que ya está en la cámara.

¿Cuáles son las desventajas del F-35? 

Zhao Xiao Ding: Debido a que es una cámara electrónica, debe esperar a que se encienda la alimentación para ver a través del visor. Y había muchos cables largos para conectar desde la cámara a la grabadora Sony SRW-1. (La grabadora se puede conectar a la cámara, como una revista, o se puede colocar dentro de la tienda DIT. Lo tuvimos en la tienda el 90 por ciento del tiempo.) Cuando Zhang habló en el walkie-talkie, obtuvimos interferencias. Una vez que usamos cables más cortos y alejamos el DIT del director, se resolvió el problema. El problema también podría haberse resuelto con un cable de fibra óptica, pero, en ese momento, Sony no tenía uno. Ahora lo hacen. Las cámaras digitales siempre son más difíciles para el tirador de enfoque porque él o ella está mirando a través de un visor electrónico, en lugar de uno óptico. Cuando estábamos en el estudio de sonido haciendo primeros planos, el técnico de DIT Stephen Poon tenía que decirnos si estábamos enfocados. Stephen nos lo recomendó Cinerent. Él era genial. Zhang quería mucha profundidad de campo en esta película, y estábamos filmando con una apertura muy pequeña, por lo que el enfoque no fue un gran problema.Finalmente, la cámara utiliza mucha potencia. La mayoría de las veces lo ejecutamos con corriente alterna, en lugar de baterías, porque era más estable. Además, necesitarías reemplazar las baterías cada hora. Yo diría que tomó una semana o dos para que todos se acostumbraran al sistema.Después de eso, todo estaba bien.

¿Usarías la cámara de nuevo? 

Zhao Xiao Ding: Ya tengo. Después de The Noodle Shop , filmé mis siguientes tres películas con ella.

 

Zhao Xiao Ding: Direc. de Fotografía

 

Director de fotografía Zhao Xiao Ding, trabajó por primera vez con el director Zhang Yimou en héroe (AC, septiembre de 2003), que actúa como operador de cámara y cámara de 2da unidad bajo Christopher Doyle, ASC, HKSC. En la siguiente película de Zhang, Casa de las dagas voladoras (CA, enero de 2005), Zhao fue director de fotografía.

Colaboraciones posteriores incluyen maldición de la flor dorada (CA, enero de 2007), montar a caballo de 2005 Alone de miles de millas y el juego de las Olimpiadas de Beijing Ceremonia de Apertura de 2008.
Su última colaboración es una mujer, una pistola y una tienda de fideos, que Zhao describe como un tributo a la de los hermanos Coen 1985 debut Blood Simple película.
«Un homenaje, no una nueva versión,» afirmó.

Fotogramas de las películas: de Zhang Shimou: «La casa de las dagas voladoras», «La maldición de la flor dorada», «De regreso a casa», «Las flores de la guerra», «Un largo y doloroso camino»:

 

La Fotografía detrás de “El peso de la ley”

La fotografía detrás de “El peso de la ley”

LA FOTOGRAFÍA DETRÁS DE “EL PESO DE LA LEY”

Habla Mariana Russo (ADF), Autora de Fotografía de El peso de la ley.

Entrevista: Carlos Wajsman.

¿Cómo entraste en contacto con  el proyecto?

M.R.: Me conectaron Juan Iribas y Celeste Gonzalez  ¡5 días antes de empezar el rodaje! Fue una locura hermosa (ríe). Yo estaba haciendo un documental y me llama Celeste: “Mari, necesito un DF; estoy en preproducción, el DF se fue y necesito que vengas ya”. Les dije que no tres veces antes de aceptar.  Mientras tanto yo estaba filmando muchas horas y hasta terminar el rodaje no podía moverme de Buenos Aires. Les dije que sí un miércoles, usé jueves y viernes para arreglar todo lo pendiente y el sábado estaba viajando para Necochea. Del equipo no conocía a nadie más: mucha gente era de Mar del Plata y yo pude llevar solamente a la gaffer Virginia Rojas, y la foquista Anabel Leandro.

¿Cuál fue tu primera impresión cuando leíste el guión?

M.R.: Fue algo increíble, porque el guión lo leí arriba del micro, viajando para Necochea; lo único que sabía era que el director (que también encarnaba un personaje importante) era Fernán Mirás, que era su primera película, que había un elenco increíble que el director tenía muy clara la idea de lo que quería hacer. La primera impresión del guión fue que era muy complejo. Me pasó algo particular: en el guión no está presente ni el tono ni el espíritu de la película y era algo complicado encontrar ese tono.  La película narra la defensa de un supuesto violador, el descubrimiento de un mal procedimiento judicial, de un caso complicado. Hay un personaje (que es el que protagoniza Fernán) que resulta difícil de contar y había que encontrarle el tono visual a ese personaje con su entorno.

La historia tiene parte de misterio, transcurre al mismo tiempo en el pueblo donde sucedió el supuesto hecho y en la ciudad donde está preso el acusado. Tiene un montón de cosas del género policial, pero no termina de ser un policial, en todo caso es un policial muy extraño. Había que tratar de no caer en lo obvio… podría compararla con Fargo, de los hermanos Cohen: que es un policial, pero tiene unos tiempos de pueblo que resultan extraños.

¿Qué fue lo primero que hablaron con el director? ¿Qué es lo que te pidió?

Contamos con un día para charlar y ponernos de acuerdo antes de empezar el rodaje: lo primero que hicimos fue sentarnos para tratar de entender cómo Fernán quería contar la película. Desde muy temprano recorrimos los decorados de Necochea que se filmarían en la primera semana ¡Esa jornada duró como cinco días para mí! Salimos en el auto y charlamos todo el camino; Íbamos parando en distintos paisajes – que él ya tenía vistos y había seleccionado previamente. Me fue contando toda la película desde su percepción, desde su mirada. Pude ver claro lo que quería contar, la diferencia entre el pueblo y la ciudad. La relación de esos personajes con el paisaje. Los lugares que me mostraba Fernán eran bellos, teníamos que mostrar esa belleza y al mismo tiempo, la desolación que sentían los personajes.

Fernán tiene una formación plástica previa a su carrera de actor, tiene una forma de diálogo con las imágenes que puso al servicio de la película. Esa fue una herramienta maravillosa con la que yo conté: no solamente contaba con un actor detrás de la cámara, sino que también contaba con un artista plástico y eso le hizo muy bien a la película. Él tenía una idea muy clara de lo que quería a nivel plástico, tenía puntos de vista muy precisos y eso lo habilitó para que pudiera pedirme muchas cosas concretas.

¿Qué referencias usaron para comunicarse?

M.R.: Es algo muy loco: no hubo una referencia concreta… ¡no tuvimos tiempo! Nohubo tiempo para sentarnos a deleitarnos con referencias como hice con otros directores u otras películas…

Pero tampoco te dijo ‘me gustaría que esto se viera como en tal película’…

M.R.: No tengo ese recuerdo. Probablemente sí; ese día – y también después – hablamos de cine, de pintura,  pero no tuvimos tiempo de profundizar en un pintor o una imagen… más bien fue mechándose con el relato, porque cuando él me habla de planos generales, yo tengo mi formación, mi imaginario de planos generales y él tiene el suyo. Quizás no pueda hablarse de una referencia concreta, pero yo entendí lo qué me quería pedir; seguramente hubo referencias inconscientes, fue tan rápido todo que las referencias concretas no me las acuerdo… Pero nos pasó algo llamativo: después de haber hecho la película nos reunimos en su casa para ver correcciones del primer corte. En la casa hay una escalera con la pared llena de reproducciones chiquitas de muchos pintores… te puedo asegurar que más de dos tercios de esos pintores son mis preferidos. Hablamos de pintores, pero esas charlas fueron posteriores a la filmación; teníamos un montón de cosas en común, pero las descubrimos en el trascurso del trabajo.

Siempre chequeo con mis directores cuán cerca estoy de lo que se imaginaron, porque es difícil lograr interpretarlos si no hay referencias concretas a determinado color, óptica o técnica. Las referencias te dan un marco: vos te decís: “Ah, acá hay mucho plano general o mucha profundidad de campo; evidentemente a este director le gusta esa forma, ese marco”. Entonces tenés un punto de partida… En el trascurso de esta película pasó varias veces de prender las luces y que Fernán se acerque diciendo “Mariana, ¡esto era lo que yo quería!”

No tuvimos tiempo previo de encuadrar el trabajo en un marco de referencias, pero , de alguna manera, el Fernán Miras pintor encontró la forma de comunicarse conmigo.

Contame cómo se integró el equipo de cámara y luz.

M.R.: Fueron Juan Celestino, el camarógrafo; Antonio de la Garma, el operador HD y Anabel Leandro la asistente de cámara.  Yo operé la segunda cámara, Virginia  Rojas fue la gaffer y los técnicos locales Ariel Vasallo fue el jefe de eléctricos; Ibrian Azzi fue el grip y Daniel Besoytaurube fue el eléctrico. Trabajamos a dos cámaras con un equipo muy reducido y teniendo que superar bastantes inconvenientes técnicos.

¿Qué cámaras y lentes usaron; pudiste intervenir en esa elección?

M.R.: No pude elegir ni las cámaras ni los lentes: las cámaras fueron 2 SONY F3 y lentes de fotografía con un aro controlador MTF  para regular el diafragma, que yo no conocía.

La elección de usar dos cámaras fue acertada, porque teníamos poco tiempo de rodaje; el problema cuando se usan dos cámaras es que tenés que cuidar cómo iluminar para las dos y auto limitarte para que no quede una imagen ‘televisiva’. Entonces generalmente las usamos en el mismo eje, con dos opciones de tamaño de plano distintos. Es como si trabajaras con una sola cámara, pero tenés dos planos en cada toma. En general, trabajar de esta forma no me planteó problemas para la puesta de luz; hubo algunas situaciones donde estábamos muy cortos de tiempo y se trabajó con las cámaras en ángulos diferentes; cuando se trabaja así, siempre una de las dos se ve perjudicada. En general optimizamos la imagen para una cámara y la otra – como digo yo – ‘robaba’ planos. Por lo general, yo hacía la cámara 2, garantizaba la imagen para la cámara 1 y yo captaba lo que podía.

Tuvimos bastantes problemas técnicos con el controlador electrónico: desde el principio no funcionaban bien, entonces teníamos que diafragmar los lentes con una cámara réflex, antes de montarlos en la F3 y no podíamos corregir la apertura una vez montados y este procedimiento retrasaba los tiempos de rodaje. Después lograron que funcionara, pero a final de la primera semana dos lentes se quedaron ‘congelados’ en f2, 8. Entonces tomé la decisión de trabajar con todas las ópticas fijo a f2, 8; así ahorramos bastante tiempo, se solucionó el problema al no tener que diafragmar para cada toma.

Fue un verdadero desafío trabajar como se hacía antiguamente: establecer un diafragma arbitrario y respetarlo para todos los lentes y las tomas. Siempre me había parecido una locura el planteo de trabajar toda una película a un diafragma único, me parecía un capricho. Es un verdadero desafío: tenés que llevar todas las fuentes allí, apantallar las fuentes de luz, usar relleno negativo. Es un trabajo que uno hace habitualmente – siempre tratamos de mantener un contraste óptimo – pero trabajando de ésta forma hay una exigencia de precisión y un desafío mucho mayores, porque tenés que ir a un exterior y usar muchos filtros delante del lente para poder respetar esa apertura única.

¿Pudieron hacer pruebas de cámara?

M.R.: No tuvimos la posibilidad por falta de tiempo. Por suerte yo ya conocía la F3, conocía bien su rango dinámico. Si tengo que trabajar con una cámara que no conozco sí, hago una prueba en todas sus curvas y posibilidades, pero con la F3 ya lo había hecho para otras películas, así que estaba tranquila. Lo que no conocía era ese controlador de apertura… En la mayoría de las películas que hago trabajo en el formato nativo de la cámara, la idea es contar con una curva lo más amplia posible. Trabajamos a ISO 800 y f2, 8; por supuesto, el desafío mayor fue trabajar en esas condiciones en exteriores día…

¿Qué filtros utilizaron?

M.Muchos ND, ND degrade, polarizadores y no mucho más que eso. Nada de filtros de corrección de color, solamente los necesarios para controlar la exposición.

¿Aplicaste algún tipo de LUT?

M.R.: Yo los LUT los aplico según el director, no son para mí. Yo uso los monitores de rodaje más para obtener información sobre el encuadre, que sobre la exposición, el color… De hecho, digo muchas veces en rodaje “esto no va a ser cómo lo ves ahora”. Si el director necesita ver el material de una determinada manera, aplico un LUT para él. Y en ésta película no fue necesario usar LUT.

¿Cómo controlaste la exposición?

M.R.: Como herramienta fundamental de la cámara uso el histograma: lo uso desde hace mucho y lo entiendo bien. Desde mi primera película de ficción en 2010 me resultó útil el histograma, me sirve para chequear dónde estoy parada y así entiendo bien lo que estoy viendo. También uso el spotmeter: sigo usando fotómetros, tanto de luz incidente como de reflejada, porque fue mi primera herramienta y me permite interpretar la escena más allá de la cámara que use o de la curva que aplique. Considero esa herramienta como una extensión de mi ojo; lo tengo siempre en rodaje, circula; en general lo tiene mi gaffer y se lo pido cada tanto para echar una mirada o le pido que me dé la información. En general uso el diafragma que me da el incidente – salvo que esté haciendo algo demasiado extremo – y trato de mantener el contraste dentro de los parámetros que me interesan.

¿Cómo te planteaste el diseño de la puesta de luz?

M.R.: Lo que hago naturalmente, con todas las películas, es mirar lo que me brindan los espacios: hay algo que te lo da solamente cada espacio y yo tengo una manera instintiva de pararme fotográficamente frente a cada decorado. Por supuesto, depende de la película, del guión, de lo que querés contar…y de los ámbitos. En éste caso en particular había dos espacios a contar: el espacio de la ciudad y el del pueblo. La gran diferencia que yo veía – y que estaba marcada no solamente desde el guión, sino desde la historia y la intención de Fernán – era que había dos mundos. Y se planteaba también desde los ritmos: él quería que todo lo que pasara en el pueblo fuera más lento. Entonces teníamos naturalmente dos ámbitos a narrar: la ciudad y el pueblo; La ciudad era el mundo de los abogados, con una cierta verticalidad; y el pueblo, con un ambiente de cierta belleza, de horizontalidad. Contábamos con escenas de bosque donde los personajes se perdían y se encontraban; entonces, ya empezamos a hablar de espacios desde ahí, ¿no? Horizontalidad, verticalidad… ritmos rápidos y lentos, eso ya te empieza a marcar una forma de puesta, es un condicionamiento para todo lo demás. Entre esos dos universos también hay caminos y también hay diagonales; trabajar con la dirección de la luz me permitió explorar ese imaginario.

¿Y cómo influyó todo esto en la fotografía?

M.R.: Primero la selección de los objetivos, de cómo iban a ser narrados esos espacios: más abiertos o cerrados, con más o menos profundidad de campo y fueras de foco… Usamos mucho el lente 35mm. Para mí, la fotografía – antes que la luz – depende del encuadre. Porque me resulta natural pensar primero en el encuadre; la relación que tienen los personajes con el espacio. Cuando llego a los espacios, aplico esa intención: esto será el “bar de campo” y me pregunto  ¿qué me puede dar éste lugar, que puedo usar o qué le tengo que imponer con mí puesta de luz?  Tengo que ver si tiene coherencia con lo que va a pasar acá. A veces inventás una ventana donde no la hay – ahí le estás imponiendo algo al espacio y a veces, con solo elegir el horario y simplemente reforzar lo que hay, el mismo espacio te da lo que buscás…

¿Y tuviste oportunidad de elegir los horarios?

M.R.: Sí, eso fue casi lo único que pude elegir (ríe). Y para mí resulta fundamental poder elegir los horarios y es algo que trato de defender lo máximo posible. Trato de comunicarme con el lugar: no son cuatro paredes nomás, cada lugar tiene su alma y me llevo bien con eso. En todas mis películas, los lugares me dieron algo y creo que lo supe aprovechar.

¿Qué luminarias usaste?

M.R.: Fundamentalmente fresneles; el mayor de 5000w, 2 de 2000w, 3 de 1000w, 3 dinkies de 350w, luces de tubo de 2, de 4 y de 6 tubos, pantallas y difusores. Y muchos dimmers: los dimmers fueron mis mejores amigos en ésta película – especialmente cuando no podía modificar el diafragma. Elegimos los horarios precisos para los exteriores y así los decorados también fueron mis amigos.

¿Cómo construiste tu relación con un equipo humano que no conocías?

M.R.: Mi gran soporte, mano derecha, izquierda y emocional fue Virginia Rojas, la gaffer. Ella fue la gran comunicadora, la que más conoció al equipo de eléctricos. Trabajábamos la puesta antes de entrar a los decorados, la planificación, lo soñado y lo ideal. Y una vez en el lugar, yo sabía que si le pedía algo y ella me decía “esperá”, yo tenía que esperar y explicarle esos tiempos ala dirección. Sabía que tenía que ‘bancar’ determinada situación y mientras tanto con Fernán hablábamos de lo siguiente. Funcionamos perfectas como una dupla, no tuve tiempo humano de conocer en profundidad a los eléctricos del equipo, nos fuimos conociendo, pero la que manejabaesa relación era Virginia, ella sabía lo que podía pedir a nivel humano sin romper a nadie. Yo conocí más rápido al equipo de cámara porque al operar la segunda cámara, era un terreno más cercano.

¿Qué utilizaron para los movimientos de cámara?

M.R.: Usamos mucho carro, kilómetros de vía  y utilizamos un dron un par de días. Había siempre una cámara principal y la otra se ponía donde se podía. Cuando se pone una cámara estás limitando todo: a los actores, a la puesta de luz y a una eventual segunda cámara. Por eso, el diseño lo pensamos siempre desde la cámara y junto con el director. Fernán al principio no tenía claro qué lente utilizar, sabía qué quería ver, yo le ofrecía posibilidades y la diagramación se iba charlando. Era su primer experiencia en la dirección,  entonces muchas veces no hablábamos de distancia focal,  pero sabía con precisión qué quería ver y los movimientos de cámara. Y aprendió muy rápidamente a manejar ese lenguaje, a pedirme: “Necesito un 50mm”.

¿Cómo fue tu relación con la dirección de arte?

M.R.: La mayoría del trabajo del área ya estaba hecho. A mí me encanta trabajar con los directores de arte cuando se parte de la nada, cuando te podés imaginar lo que quieras ¡porque soñar es gratis! Y después te enfrentás con la realidad… Pero acá el trabajo fue distinto. El trabajo fue cuidar el recurso, fue contar con los recursos que teníamos y prestar atención a lo que no teníamos, ver que se hacía con esos vacíos sin perder la magia.  Por ejemplo: todo lo que es cárcel, todo lo que se ve como cárcel en la película, se hizo en un geriátrico. Y vos como DF podés ser el mejor amigo o el peor enemigo del director de arte: podés deschavar todo lo que falta, podés destacar, hacer brillar lo poco que hay o disimular lo que no sirve. Podés matarle una propuesta de color o iluminar en función de su propuesta. Generalmente yo me potencio trabajando con el DA; en éste caso, fue un diálogo difícil, porque pasó más por ver los vacíos, ver lo que no se podía hacer, ambos nos enfrentábamos con el límite de los espacios y los tiempos… Eso generó situaciones curiosas donde inventás cosas: teníamos que hacer la cárcel: “Mariana, tengo una reja que no pude terminar” “No te preocupes, ponela igual y la dejo en sombra, la ponemos a contraluz”. Lo que tratamos de hacer entre los dos era aprovechar lo que había. Más que soñar fue un trabajo de optimizar los recursos.

Por ejemplo: el espacio de la cárcel donde está encerrado el acusado era un garaje lleno de cosas imposibles de mover. Yo sabía que si le pedía que me moviera ese motor de máquina ¡lo mataba! Porque el director de arte no tenía forma, no contaba con recursos ni posibilidad humana de hacerlo… Entonces quedaba un solo punto de vista para poner la cámara: era un espacio cuadrado y una puerta con una reja. Pero en verdad, no se necesitaba mucho más que eso. Por supuesto, había que evitar de ver todo lo que había alrededor de ese espacio de ficción… y pretendíamos que el personaje quedara pequeño en el cuadro. Hubiera sido fácil hacer solo un plano corto con las rejas fuera de foco delante de la cámara, pero necesitábamos contar su soledad, necesitábamos ir más atrás. Fernán quería acercarse con la cámara; si alrededor todo quedaba negro no importaba, mientras lográramos tener el tamaño adecuado de ese personaje en el cuadro. Entonces pusimos un tramo y medio de vías – que era todo lo que entraba en el espacio– empezamos en un plano abierto y nos fuimos acercando hasta un PP. Lo que encontramos desde la luz para agregar tensión a la situación fue poner un tubo fluorescente que parpadeaba. Entonces lo único que tiene esa escena fue una persona en un cuadrado, con la luz de tubo que parpadea, la cámara que se acerca muy lenta ¡y una actuación de puta madre! Hacíamos lo que podíamos con lo que había – pero sin dejar de soñar; nunca dejamos de soñar. Y el actor  hizo una actuación que atravesó el lente; todos nos quedamos en silencio… terminamos de grabar y fuimos a felicitar a Daniel Lambertini, porque la verdad es que habíamos hecho magia, con dos elementos ¡y una persona que sufría de verdad delante del lente!

¿Cómo se encaró la post producción?

M.R.: Trabajamos en Cinecolor con Roberto Zambrino; yo sabía que no tenía un material demasiado prolijo, entonces lo primero que hicimos fue empatar todo el material. Roberto es muy ordenado, entonces empezamos eligiendo dos o tres tomas de cada escena como base y él se dedicó a empatar todo, a poner la luz de cada escena en el nivel adecuado.  Después se trató de acentuar el carácter de contraste de cada escena. Ese carácter estaba bastante claro desde el principio – hay cosas que te pide la misma escena: por ejemplo, en la cárcel había una serie de conos de luz, entonces lo único que había que hacer era acentuar eso que ya estaba propuesto.

Después nos abocamos fundamentalmente a lograr el color.  En las primeras charlas manejamos la posibilidad de color de des saturar las escenas del pueblo, trabajar los sepias, los ocres y si bien eso ya estaba trabajado desde el vestuario, a medida que avanzamos en rodaje nos dimos cuenta que el color tenía que estar presente en esos paisajes: los azules, los verdes, la luz dorada del bosque. El trabajo más complejo fue trabajar con los verdes, controlar los verdes y trabajar las escenas con una progresión hacia una cierta calidez, que es hacia donde tiende la película a medida que la abogada se va adentrando al mundo del pueblo. Fue un trabajo hermoso donde inclusive el colorista propuso sus ideas.

Después de la instancia del color hicimos algunas correcciones concretas con máscaras y efectos: por ejemplo, en una secuencia donde no pude controlar la luz  de las ventanas presentes en el fondo del decorado, se generaron cortinas, se generó cierta información donde no la había.

¿Pero fueron cosas que te encontraste en ese momento o las sabías desde el rodaje?

M.R.: En rodaje ya había visto los inconvenientes, pero con lo recursos con los que contábamos no podíamos controlarlos ahí. Trabajamos sabiendo por experiencias anteriores que teníamos otras posibilidades en post producción. Entonces primero empatamos la exposición, después encaramos el color de la película, después las escenas en las que necesitaban máscaras para corregir alguna zona específica y finalmente esos pequeños tratamientos. Y el resultado es precioso; es un placer ese trabajo.

¿Pero a vos te gusta ese tipo de trabajo, no lo vivís como un parche a lo hecho en el rodaje?

M.R.: Para nada: a mí me gusta entregar a la post el material prolijo, que se tenga que empatar lo menos posible. Esa es mi meta; y como en ésta película no pude hacerlo así, yo le pedía disculpas a Roberto… y él se reía y me decía: “No sabés lo que me traen”. Igual, nos divirtió abocarnos al color: me fascina esa etapa, podés terminar de darle la personalidad a la película; ya la tenía en el rodaje, pero es como poder darle el toque, la puntada final. Ahí se termina de encontrar el carácter que está latente en lo que se hizo durante el rodaje. Es hermoso.

¿Vos – por el hecho de ser una mujer  – te sentís de alguna manera especial en un rol técnico y trabajando con un director hombre?

M.R.: Sí, es algo que siento desde que estudio, pero en ésta película en concreto, lo que a mí me importa es la apertura… Hay algo que sucede, que me sucedió con todos los directores: está el ser humano antes del género. Yo me di cuenta que a lo largo de mi recorrido, trabajé con muchos directores que tenían un buen vínculo con su “lado femenino”… Y yo le aporto una mirada como mujer ¡y también tengo mi lado masculino! Entonces coexisten las dos miradas, tanto en mí como en el otro. Por suerte, me tocó trabajar bastante con gente donde eso está de alguna manera naturalizado. En este caso en particular estuvo naturalizado desde que entré a la película, mi relación con Fernán fue muy natural, óptima. Su mensaje fue “Mariana, vamos a trabajar juntos”. Y así fue.

¿Vos consideras que lograste lo que te propusiste al empezar?

M.R.: Si, a partir de lo que teníamos logramos un resultado hermoso. Y yo no dejé de soñar nunca; lo que a mí más me preocupaba era encontrarle el tono y siempre sentí – en todas las escenas – que nunca nos fuimos de tono; había una tranquilidad respecto a que la película se estaba contando como se tenía que contar; el ambiente y los recursos siempre se pusieron en función de la historia. Pusimos mucho esfuerzo y la película lo vale; hubo una sincronización en las tareas de todos, en un montón de decisiones que terminaron en un buen resultado. Cuando ves la película terminada, te cae la ficha, te das cuenta que estás viendo eso que viniste a hacer. Y eso es algo muy satisfactorio.

 

fotografía de “Hijos Nuestros»

 

La historia de Hijos Nuestros, guionada y dirigida en conjunto por Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez, narra el periplo de Hugo Pelosi (interpretado por Carlos Portaluppi), un ex jugador de fútbol e hincha fanático de San Lorenzo devenido taxista luego de que una lesión lo marginara de las canchas, y al que los años y los kilos se le vinieron encima. Un encuentro fortuito con Silvia (Ana Katz), una pasajera, y su hijo Julián (Valentín Greco), de once años y que juega al fútbol en torneos barriales, le abre la posibilidad de darle un volantazo a la vida apática que lleva.

Por Pablo Parra (ADF)

La génesis

El proyecto llegó hasta mí a través de la convocatoria de Juan, con quien habíamos coincidido en un rodaje en 2011 y en cuyas pausas charlamos bastante de nuestras preferencias cinematográficas y formas de encarar el trabajo. Surgió una afinidad y tres años después recibí su llamado convocándome a tener una reunión junto a Nicolás por la película. En esa primera charla hablamos del proyecto en general, el cual ya había ganado el concurso de óperas primas del INCAA y contaba con los recursos mínimos para realizarse, y también sobre algunas ideas visuales que ellos estaban barajando para la película, invitándome también a hacer los aportes que se me ocurrieran. En reuniones posteriores fuimos poco a poco dándole forma a la imagen de la película.

Ya desde el principio la intención fue contar la historia siempre desde el punto de vista de Hugo y en locaciones reales, con una cámara muy cercana que lo acompañara en todo momento, y dándole una cierta preeminencia al plano secuencia. Otra pauta importante que nos propusimos fue lograr distinguir claramente el entorno de la casa de Hugo del de la casa de Silvia a través del tratamiento del contraste y de la paleta de colores de la luz. En general nos inclinaríamos por un naturalismo en la iluminación, pero no un naturalismo a rajatabla sino uno que pudiéramos “forzar” a ser más expresivo en ciertas situaciones, como las noches en la casa de Hugo.

La pre y el rodaje

Tuvimos la oportunidad de hacer una suerte de ensayo general como equipo rodando antes un cortometraje, El Dorado de Ford, para Historias Breves 10, lo cual nos permitió a todos ganar confianza, establecer lazos fuertes y probar dinámicas de trabajo para encarar el largo.

Ya inmersos en la pre y abocados a cerrar el equipamiento con el que concretar las ideas visuales charladas antes sugerí plasmar la propuesta de la “cámara acompañante” de Hugo vía el uso de focales cortas y la cámara en mano, al menos hasta casi el final, donde una situación que atraviesa el protagonista precipita un abordaje de cámara distinto. El 24mm de la valija de Carl Zeiss ZF 2.1 se convertiría en el lente por default para casi toda la película, y el easy-rig en el accesorio más utilizado, dada la preeminencia de planos secuencias planteados. Desde el inicio se sabía también que una gran parte de la historia transcurriría dentro del taxi de Hugo, el protagonista. El vehículo es importantísimo en la trama porque es el entorno en el que Hugo desarrolla su cotidianeidad, es casi como una proyección de su cuerpo y la marca de identidad más fuerte del personaje a lo largo del film. Nos decidimos entonces por un paquete de cámara RED EPIC, cuyo tamaño nos convenía mucho para trabajar en el reducido espacio interior del taxi y que tenía un peso amigable para encarar los planos largos. Esto ya había tenido oportunidad de comprobarlo bien en 2 un largometraje que había fotografiado el año anterior, Zanahoria, el cual transcurría también en gran parte dentro de automóviles.

Dentro del taxi necesitaríamos mucha versatilidad con la cámara: debíamos poder panear, tiltear y hasta hacer travelings-in dentro con cierta libertad, todo ello mientras el auto se movía, y sin perder nunca la sensación de cámara en mano pero buscando a la vez que esta fuera prolija. Para resolver este planteo fue vital la colaboración del grip Darío Gugliotta, que hizo un trabajo excelente. Darío desarrolló un sistema muy práctico de cuerdas flexibles para suspender la cámara y que le permitía toda la movilidad necesaria, incluidos los travelings, a la vez que le sustraía la mayoría de los movimentos bruscos y desprolijos. Me dio la facilidad de manejar de manera muy fina el encuadre sin tener que soportar todo el peso del equipo, y ello nos animó a explorar y acentuar todas las sutilezas que fue brindando Carlos Portaluppi en su actuación: a medida que avanzábamos nos fuimos permitiendo acercarnos cada vez más a su rostro. Los primeros planos de Portaluppi en la película sin duda sugieren todo el recorrido de su personaje, todo el peso de los años de frustraciones que carga sobre sus espaldas.

El mismo Carlos fue quien manejó verdaderamente el taxi en todas sus escenas allí, ya que no tuvimos la posibilidad de contar con un cámara car. Su compromiso con la película fue realmente del cien por cien, y trabajar con él, tanto como con Ana Katz y Valentín Greco, fue un verdadero placer porque además de ser excelentes actores fueron en todo momento muy solidarios con el equipo técnico. Para rodar las escenas diurnas en el auto armábamos un itinerario procurando mantener siempre el sol de contraluz, aunque no lo pudimos lograr en todas las escenas. Allí el sistema HDR de la EPIC demostró ser una ayuda importante para manejar las diferencias extremas de exposición entre interior y exterior. Para las escenas nocturnas manejamos también itinerarios según la temperatura de color dominante que queríamos para los fondos. Actualmente en el alumbrado público nocturno de Buenos Aires nos podemos encontrar con mercurios de dominante verde, sodios de dominante ámbar o LEDs más fríos, lo que representa una diversidad muy interesante para explorar. Para los interiores del auto por la noche nos servimos de cintas de LEDs de temperatura de color y ángulo muy específicos que elegimos en la pre junto al gaffer Matías Lanatta de un amplio catálogo que él trajo, y que íbamos disponiendo según el encuadre donde más nos convenía.

La labor de Matías fue muy importante no sólo por el aporte creativo, sino también por la organización logística impecable y prolija que logró en una película que fue muy demandante, rodada de punta a punta en locaciones reales, a veces con varios traslados en una misma jornada. Fue una tranquilidad contar con él y con Manuel Juncker, su eléctrico de cabecera, Fabio Rodríguez como reemplazo y refuerzo en algunas jornadas y Joaquín Lucesoli como meritorio.

Para el diario devenir de Hugo fuera del taxi nos servimos también de la cámara en mano, casi siempre montada sobre un easy-rig. Se coreografiaron varios planos secuencia a lo largo de toda la película, con mayor y menor recorrido, en interiores y exteriores. Allí la labor de Julia Buratovich, la asistente de cámara, y de su segunda de cámara Camila Pozner fue invaluable. El trabajo con el foco fue muy fino, y Julia logró llevarlo a cabo en recorridos de mucha complejidad, todo dentro de los plazos de un plan muy exigente y ajustado.

En las dos locaciones más importantes de la película, la casa de Hugo y la casa de Silvia, se planteó para lograr la distinción entre esos espacios comentada más arriba un tratamiento diferente para cada uno. Se otorgó una calidez “otoñal” y una suavidad de contraste en la casa de Silvia vía el uso de la luz rebotada de 2 HMIs de 2,5Kw y 3 de 1,2kw filtrados con ½ CTO en una amplia tela blanca percal, todo desde el balcón, cuyo ventanal actuó como fuente principal en todas las escenas diurnas. Las cortinas de este ventanal, que el director de arte Ignacio Luppi eligió teniendo en cuenta la tonalidad a la que se quería llegar en el living de Silvia, tenían también un matiz cálido que se sumó al que brindaba el CTO, dando como resultado final la atmósfera que buscábamos. En la cocina utilizamos Kinoflos filtrados para obtener una calidez menor, casi neutra. En todo momento en la casa de Silvia la luz es siempre más envolvente. En la casa de Hugo por el contrario buscamos acentuar los contrastes, sobre todo en las escenas nocturnas, donde hay amplias zonas de penumbra. Allí utilizamos la luz directa de dedolights, y les dimos una dominante cálida pero optando por un filtraje de matiz más amarillo-verdoso, mucho menos “amable” que el de la casa de Silvia. Para las escenas diurnas en la casa de Hugo atenuamos el contraste pero siempre dejando un acento de luz directa fuerte, y con el matiz de color más frío que el blanco neutro.

Otra locación que Hugo frecuenta y donde hicimos varias escenas es el bar San Lorenzo. Intervinimos muy poco la luz fluorescente existente allí, reforzando con Kinos el área de las mesas donde los personajes se sientan a charlar y, apenas un poco de luz cálida directa desde el exterior, filtrada para dar un matiz de sodio ámbar, y que acentuamos ostensiblemente en la cena que comparte el trío protagónico. Siempre la presencia de Silvia y Julián le aporta un matiz extra de calidez a los entornos más fríos de Hugo; es una sensación que buscamos resaltar siempre que pudimos, procurando a la vez no ser demasiado ostensibles. Es la búsqueda de ese naturalismo forzado al que hacíamos mención más arriba.

Otra escena que nos dio pie para ejercer ese abordaje en la iluminación fue el la de la confirmación. Allí planteamos una leve sobreexposición en el personaje del obispo interpretado por Daniel Hendler y que lleva adelante la ceremonia. Tenía también sendos contraluces bastante altos, que pusimos para de algún modo resaltar su investidura religiosa.

Para la secuencia de la prueba en San Lorenzo nos tocó un día de nubosidad leve y ello nos vino bien porque atenuó la dureza del sol directo sin eliminar del todo la direccionalidad de la luz. Allí planteamos una cobertura a dos cámaras: la EPIC sobre las gradas con un lente zoom Varotal 25-250 para capturar los planos abiertos, y una Canon5D libre para recorrer todo el borde del campo con un zoom 70-300mm, buscando exclusivamente planos cortos para inserts.

Ya en el epílogo de la película un hecho que atraviesa el protagonista motiva un cambio en el planteo de cámara: se abandona el easy-rig para pasar a un uso estricto del trípode con cámara fija y focales más largas, favoreciendo un abordaje más tradicional de montaje por cortes en lugar del plano secuencia. La última toma larga es la del final de la película, que inmóvil sobre trípode toma al personaje de Hugo desde un plano general hasta un primerísimo primer plano. Allí volvimos a usar el Varotal, esta vez suplementado por un motor microforce para poder ir modificando la distancia focal a medida que Portaluppi se acercaba a la cámara. La toma se tiró muy poco antes de la caída del sol, con la intención de captar el alumbrado público que se encendía antes de que se hiciera de noche totalmente.

La postproducción

Una vez cerrado el montaje abordamos la etapa final de dosificación y conformado en SinSistema. Allí Bruno Fauceglia, una presencia clave en la organización de la postproducción y que realmente contribuyó muchísimo a la película en esta etapa, armó junto a la producción un cronograma para que junto al colorista Rodrigo Silvestri pudiésemos abordar la dosificación, mientras Nicolás Toler y Pablo Herrera finiquitaban los efectos visuales. Todos hicieron un trabajo soberbio.

Con Rodrigo nos concentramos sobre todo en afinar el planteo de color propuesto en el set. Empezamos por la escenas nocturnas de Hugo en su casa con la prostituta y mirando la TV para llegar a una suerte de patrón a partir del cual acomodar todo el resto. Una vez que cerramos claramente el entorno de Hugo fue más fácil abordar el tratamiento del entorno de Silvia, que tendría como vimos un contraste menor y una paleta cálida más suave. Seguimos por la pizzería, donde reforzamos el matiz verdoso de los tubos, y fuimos completando luego secuencia por secuencia todo el resto. Dedicamos un tiempo importante a afinar los niveles del HDR en los interiores diurnos del auto, y por último llegamos también a hacer algunas pruebas de proyección con agregado de grano, una idea que finalmente descartamos.

El debut

La película tuvo su estreno en el marco de la Competencia Oficial Argentina del 30° Festival Internacional de Mar del Plata, donde las proyecciones en DCP fueron impecables, se ganaron dos premios importantes de los jurados paralelos y hubo una muy entusiasta recepción del público que dio pie a un boca a boca que llenó todas las funciones. Quedamos muy contentos e ilusionados con el camino que se iniciaba. Se trató de un proyecto verdaderamente muy estimulante y donde la producción de Georgina Baisch y Sazy Salim, que se preocuparon en todo momento por el equipo y por la película, fue ejemplar. Les agradezco enormemente a ellas y a los talentosísimos Juan Fernández y Nicolás Suárez por haberme convocado, y a todo el equipo técnico que me acompañó en la aventura. Hoy todos estamos orgullosos de Hijos Nuestros.

 

Ficha técnica completa de Hijos Nuestros (Argentina, 2015)

Dirección: Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez. Dirección de fotografía y cámara: Pablo Parra. Foquista: Julia Buratovich. Segunda de cámara: Camila López Pozner. Grip: Darío Gugliotta. Gaffer: Matías Lanatta. Eléctrico: Manuel Juncker, Fabio Rodríguez (jornadas de reemplazo y refuerzo). Meritorio: Joaquín Lucesoli. Dosificación digital, VFX, conformado y DCP: SinSistema. Supervisión: Bruno Fauceglia. Colorista DaVinci: Rodrigo Silvestri. VFX: Nicolás Toler y Pablo Herrera.

 

Barbara Alvarez: La fotografía es un instrumento

BÁRBARA ÁLVAREZ

La fotografía es un instrumento

Texto: Martín Cajal

Fotos: Video:Sin video

Nombre: Bárbara Álvarez

Profesión: Directora de fotografía.

Filmografía: ’25 Watts’ (Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll, 2001), ‘Whisky’ (J.P. Rebella, P. Stoll, 2004), ‘El custodio’ (Rodrigo Moreno, 2005), ‘Acné’ (Federico Veiroj 2008), ‘La mujer sin cabeza’ (Lucrecia Martel, 2008), ‘Rompecabezas’ (Natalia Smirnoff, 2010), ‘La vida de los peces’ (Matías Bizé, 2010), ‘3’ (P.Stoll, 2012), ‘De jueves a domingo’ (Dominga Santomayor, 2012), ‘Carne de perro’ (Fernando Guzzino, 2012), ‘O Gorila’ (José Eduardo Belmonte, 2012).

Referentes: Cuando me tengo que acordar de alguien específico no me acuerdo, supongo que porque son muchos.

Proyectos: ‘Que horas ela volta?’ (Anna Muylaert, Brasil), ‘O hiptonizador’ (serie para HBO, dirigida por José Eduardo Belmonte y Alex Gabbasi, Brasil), ‘Las toninas van al este’ (Gonzalo Delgado y Verónica Perrotta, Uruguay), y dos películas chilenas para el segundo semestre de 2014.

 

Bárbara Álvarez  participó como directora de fotografía en varias publicidades, videoclips, cortos y largometrajes; varios de ellos multipremiados. Su nombre figura en películas uruguayas, argentinas, brasileñas y chilenas, como 25 watts (Pablo Stoll, Juan Pablo Rebella)Whisky (P.Stoll, J.P. Rebella), Acné (Federico Veiroj), El custodio (Rodrigo Moreno), La mujer sin cabeza (Lucrecia Martel), Rompecabezas (Natalia Smirnoff), La vida de los peces (Matías Bizé), 3 (P.Stoll)Carne de perro (Fernando Guzzoni)De jueves a domingo (Dominga Santomayor), O gorila (José Eduardo Belmonte). Le apasiona la fotografía porque le permite crear cosas nuevas, también por la posibilidad de traducir en una imagen concreta experiencias e imágenes alojadas en el inconsciente y, sobre todo, por esa experiencia colectiva, esa “especie de pequeña comunidad” escondida detrás de cada imagen cinematográfica.  

¿Cómo fue tu acercamiento al cine? ¿De joven ya querías dedicarte a la dirección de fotografía?

B.A: :Mi madre es artista plástica y desde muy chica siempre la acompañaba a todas las exposiciones y creo que fue ahí donde empecé a sentir una atracción por lo visual. Ya de adolescente, se formó el Cineclub en Maldonado y ella formó parte de la Comisión Directiva y yo, que ya tenía un interés más concreto por el cine, también la acompañaba todos los sábados a ver películas que no daban en el cine comercial. Mi trabajo era recibir las entradas en la puerta de la sala. En invierno hacía tanto frío en el Cine Cantegril que la gente llevaba mantas para taparse, porque si no era imposible aguantar.

Yendo para atrás en el tiempo, a los 11 ó 12 años vi tres películas que me impresionaron mucho y creo que sin saberlo en ese momento me marcaron: Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Pink Floyd: The Wall (Alan Parker, 1982) y Diva (Jean-Jacques Beineix, 1981). Igual, como hasta los 15 años pensaba que quería ser veterinaria, pero cuando me di cuenta de que iba a ver a muchos animales sufriendo desistí y se me cruzaron por la cabeza otras profesiones como arquitectura y psicología por un par de años. La idea de estudiar algo que tuviera relación con el cine en aquella época, 1987  más o menos, era medio rara, pero al mismo tiempo fue tomando fuerza en mí hasta llegar al punto de no querer estudiar otra cosa; por suerte tengo una familia que siempre me apoyó.

En aquella época quería ser directora, entonces a los 18 empecé a estudiar Ciencias de la Comunicación, porque todavía no existían las escuelas de cine en Montevideo. Las clases de fotografía y video eran mis preferidas y cuando me tocó hacer mis primeros trabajos me di cuenta de qué era a lo que me quería dedicar.

¿Qué te atrae de la dirección de fotografía, de la imagen cinematográfica?

B.A.: De la dirección de fotografía me atraen muchas cosas. Me da la posibilidad de crear algo nuevo, una imagen o un conjunto de imágenes que no son iguales a ninguna otra pero que al mismo tiempo están formadas por miles de imágenes y experiencias no visuales que tengo guardadas en el inconsciente y que se traducen en un momento preciso en una imagen concreta.

Mi trabajo tiene un componente racional muy grande empezando por la preproducción, que es cuando se planea, se calcula y se prevé todo lo necesario para la filmación, y también durante el rodaje mismo. Pero a la vez tiene un componente intuitivo e instintivo que es al que le doy más importancia y que generalmente termina funcionando mejor que lo que se planificó y se pensó con anterioridad.

Otra cosa que me gusta mucho es que atrás de la imagen cinematográfica hay mucha gente, el trabajo en equipo es fundamental para hacer una película. En cada rodaje se crea una especie de pequeña comunidad en donde todos tenemos un trabajo específico y la misma meta final. La imagen cinematográfica termina siendo creada por muchas personas que aportan su parte, desde el productor de locaciones, el utilero, los asistentes de producción, los asistentes de dirección, los asistentes de cámara, todos los asistentes de…; el catering, el microfonista, el gafferlos eléctricos y muchos más, hasta llegar a las cabezas de equipo, el director, el jefe de producción, el director de arte, el de fotografía, el sonidista, que son las personas que finalmente toman las decisiones. Todos los que formamos el equipo dependemos de todos para que el producto final sea el mejor posible.

Por lo general la composición de la imagen la realiza en conjunto el director, el director de arte y el director de fotografía, ¿cómo se llega en conjunto a una idea sobre cómo hacerlo?

B.A.: Se llega así mismo, conversando mucho e intentando interpretar una idea que puede ser muy abstracta en la cabeza del director, en imágenes que puedan traducir esa idea. Ahí, entre las propuestas que vamos haciendo, se elige la que narrativamente creemos que va a funcionar mejor para la historia.

¿Cómo hace un director de fotografía para también contar con imágenes? ¿Qué contiene una imagen como para también comunicar y ser parte de un relato?

B.A.: Cualquier imagen expresa algo por sí misma para cualquier tipo de relato, dependiendo de cuál es el relato. Lo que siempre se repite, pero al mismo tiempo también es diferente en cada relato, es la forma de iluminarla, el tiempo de cada plano, los movimientos de cámara, los movimientos de los actores, y el trabajo posterior de corrección de color.

¿Qué aspectos o elementos te encargás de dirigir durante el rodaje? ¿Cambian mucho tus tareas según las distintas películas?

B.A.: Mis tareas en un rodaje en general son siempre las mismas, comenzando por conversar con el gaffer y el primero de cámara sobre de qué se trata la historia y de cómo va a ser tanto el tratamiento de la luz como el de cámara. Durante el rodaje mismo, decido junto con el director cuál sería la mejor posición de cámara para una escena equis y después con el gaffer para iluminar esa escena. Mientras se va iluminando, vamos probando qué lente sería el mejor para usar y ensayando los movimientos de los actores durante la escena.

Hay directores que tienen muy claro lo que quieren hacer, la posición de cámara, el lente, los movimientos, todo; pero hay otros que no tienen idea y entonces es más trabajo para mí, pero al mismo tiempo me da más libertad para proponer y tomar decisiones.

Lo que varía es la adaptación con cada equipo con el que me toca trabajar, si es que estoy trabajando con gente que no conozco. Esa siempre es una tarea nueva en cada rodaje, adaptarse a las personas del equipo de fotografía y que ellos se adapten a mí y a veces entre ellos, porque a veces sucede que tanto en el equipo de cámara como en el de eléctricos no todos trabajan siempre juntos, que no es lo ideal. El proceso de adaptación lleva unos días, en el mejor de los casos pocos días y en el peor nunca…

En el cine el resultado de tu trabajo se ve recién al final, ¿cómo se entrena el ojo para anticiparte a cómo se verá? ¿Te ha pasado de equivocarte durante el rodaje y notarlo después?

B.A.: En esta época del cine digital ya no pasa tanto eso de no saber cómo va a ser la imagen final. Con la tecnología de hoy ya durante el rodaje se puede ir viendo una imagen muy parecida a la que se va a ver en el cine; hay un nuevo rol en el equipo de foto que se llama finalizador de imagen o algo así, que es como tener un colorista en el set con el que una se va comunicando durante el rodaje para que vaya trabajando en el color. Ya no es como antes, que sí, realmente era una sorpresa cuando se veía el material cinematográfico proyectado por primera vez.

Así, igual con toda la tecnología, siempre hay algún plano en el que siento que me hubiera gustado hacer algo diferente o que directamente me parece que quedó horrible, tanto es así que cada vez que veo esa película tengo que cerrar los ojos cuando aparece ese plano.

La primera película en la que trabajaste como directora de fotografía fue 25 Watts (2001), ¿cómo te llamaron o surgió esa posibilidad? ¿Qué recordás de esa primera experiencia?

B.A.: Ya había trabajado con Pablo Stoll en Tevé Ciudad y otras cosas y éramos medio amigos. Con Juan (Pablo Rebella) y Pablo juntos trabajé en Nico, un video clip de Exilio Psíquico. Un día fueron a casa y me llevaron el guión de 25 Watts, lo leí y aunque en ese momento no me entusiasmó mucho (no había leído muchos guiones antes) el rodaje iba a ser en febrero, no tenía nada que hacer e iba a ser mi primera película, así que aunque fuera gratis les dije que sí.

Yo me divertí pero sufrí bastante también porque si mal no recuerdo, sólo pudimos ver el material que estábamos filmando (16mm) dos veces durante todo el rodaje, en la mitad y al final. O sea que no sabía si estaba exponiendo bien o no hasta saber del laboratorio. También me acuerdo que teníamos tiempo para dormir la siesta después del almuerzo en una placita que quedaba en el barrio o donde fuera. Eso para mí se transformó en costumbre hasta hoy.

El blanco y negro de 25 Watts lo propusieron los directores ¿Qué te pidieron, cómo trabajaste la fotografía de esa película?

B.A.: Filmar en blanco y negro fue, creo, una decisión presupuestal, en todo caso a Juan y Pablo no les desagradaba la idea y a mí tampoco. Con la fotografía hice lo que pude, no lo que quise, que tampoco sabía muy bien qué era. Juan y Pablo estaban o parecían estar más seguros por suerte; éramos todos nuevitos. Me acuerdo de haberle dado mucha importancia a los encuadres y de morirme de miedo cada vez que tenía que pasarle el diafragma al primero de cámara.

Fuiste directora de fotografía en tres películas de la productora Control Z: 25 Watts (2001), Whisky (2004) y 3 (2012) ¿Cómo ha sido trabajar con los directores Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll? ¿Cuál de esas películas te implicó un mayor desafío?

B.A.: Trabajar con Juan y Pablo siempre fue un placer. De las tres películas la que me implicó el mayor desafío fue 3 (2012) por dos razones: la primera y más importante fue por una razón emotiva, la ausencia de Juan; la segunda y mucho menos importante fue el uso de una steadicam que seguía a los actores para todos lados y no había casi lugar para poner las luces porque casi siempre aparecían en cuadro.

Hasta ahora venís laburando en forma independiente, ¿te gustaría en algún momento formar parte de alguna productora, trabajar con ciertos cineastas y equipo de gente, o preferís seguir así, por la tuya?

B.A.: Prefiero seguir por la mía.

Dijiste en alguna entrevista que uno de tus proyectos más arriesgados fue durante el rodaje de La mujer sin cabeza (2008), con la directora argentina Lucrecia Martel, ¿cómo fue trabajar con ella? ¿En qué sentido fue la película más arriesgada?

B.A.: La ciénaga (2001) es una de mis películas preferidas de todos los tiempos. Trabajar con la persona que dirigió una de tus películas preferidas de todos los tiempos da miedo, porque una no sabe si va a estar a la altura de las circunstancias. Fue un desafío en ese sentido. También estaba el hecho de que al ser ella una de las directoras contemporáneas más interesantes resultara ser difícil filmar con ella, eso también me preocupó un poco antes de empezar. Pero una vez que arrancó el rodaje fue un alivio ver que es una mujer sin aires de grandeza, amable y abierta a sugerencias. De la gente que es muy talentosa se aprende mucho.

¿Fuiste quien planteó ese color amarillo que tiene La mujer sin cabeza

B.A.: La mujer sin cabeza no tiene una tendencia hacia el amarillo, lo que pasó fue que la propuesta inicial, antes de empezar a rodar y durante el rodaje, era esa tendencia hacia el amarillo y una leve sobreexposición del material. Hicimos pruebas y a Lucrecia, a María Eugenia Sueiro (directora de arte), y a mí nos gustó como propuesta visual, pero finalmente cuando empezamos a hacer la corrección de color Lucrecia prefirió descartar esa decisión y trabajar el color de un modo más neutro. Puede parecer que la película tiene un tono amarillo porque en agosto y setiembre en Salta el clima es particularmente seco y el paisaje tiene unos colores ocres y amarronados. Además, el color de pelo de la protagonista está muy presente todo el tiempo.

¿Cuánto laburo posterior al rodaje hay por lo general de parte del director de fotografía?

B.A.: Una vez que se edita la película, el fotógrafo/a hace lo que se llama la corrección de color. Es una parte muy importante del proceso ya que es cuando se le da el carácter final a la imagen. La imagen original que se filmó (si es negativo) llega a este momento lavada y sin mucho contraste, el trabajo del fotógrafo junto con el colorista es darle consistencia a ese material.

En general, a esta instancia se llega con una idea clara de lo que hay que hacer, porque ya se conversó durante la preproducción y el rodaje con el director/a y el director/a de arte sobre cómo nos gustaría que se viera la película, si un poco fría o más cálida, contrastada o no, con los colores desaturados o no, etc. Para el director de arte es fundamental, porque tiene que saber si por ejemplo el celeste con que va a pintar una pared va a verse igual o un poco más verde o más azul. Pero a veces en el momento de corrección surgen caminos nuevos por los que seguir; siempre depende de cada proyecto.

Además de en cine, trabajás en publicidad. Si bien son mundos muy distintos, gran parte de las publicidades se filman hoy en cine, ¿por qué pensás que a veces haya una tendencia publicitaria en la imagen cinematográfica de algunas películas? Encuadres casi de postal, imágenes súper vistosas y “lindas”, ¿sentís que el laburo en publicidad puede incidir en la estética cinematográfica?

B.A.: No sé, será porque el planteo para filmar algunas películas es ese, como también a veces algunos comerciales tienen un aire más cinematográfico. Ahí creo que las influencias vienen con las personas que hacen una película y también con las decisiones de esas personas de qué look quieren que tenga. No creo que necesariamente una película sea mala por tener un lookpublicitario, a veces es lo que necesita la historia que se está contando, que siempre es lo más importante. La fotografía es sólo un instrumento más que sirve junto con el arte, el vestuario, el maquillaje, el sonido, la actuación, la producción, etc., para que una historia sea contada de la forma que el director quiera.

Comentaste que la fotografía que realizás suele ser bastante austera y que preferís laburar así, para darle incluso más posibilidades a quien mira ¿Cómo se depura y llega a ese tipo de imagen menos recargada y más simple? ¿Influyen ahí los recursos técnicos con los que se cuenta?

B.A.: Siempre influyen los recursos técnicos que se tienen y que en general, nunca son muchos. Vengo de una escuela que aprendió a trabajar con pocos recursos y creo que eso y el gusto por la luz natural generaron un estilo que no sé si es bueno o malo, pero es el mío.