HÉLÈNE LOUVART DF de ‘La chimera’ de ALICE ROHRWACHER (2023)

Hélène Louvart visitó Madrid el pasado viernes para ofrecer una master class en el marco de ECAM Forum, antes de rodar la próxima película de Carla Simón en Vigo. Con ella mantuvimos una interesante charla entorno a la fotografía de ‘La chimera’.

La directora de Lazzaro Felice, Alice Rohrwacher, inicia la narración de La Chimera con el regreso de Arthur (Josh O’ Connor) a la ciudad en la que vivió después de una estancia en la cárcel, y se vale de diversas líneas temporales – flashbacks, donde la textura y el formato de la imagen cambia, así como la relación de aspecto–, para construir el retrato de un saqueador de tumbas en la Italia de los 80, un personaje sensible dueño de una herida y de un gesto que refleja el abandono de un amor que no regresará y que se expresa a través de una imagen crepuscular.

Rorwhacher, al igual que lo hiciera en Lazzaro Felice, construye unos personajes que encarnan cierta inocencia, y que añaden cierto tono de ligereza presente en el sentido del humor que se muestra a lo largo de toda la obra: si bien nos ofrece el retrato de una banda de ladrones –entre los que se encuentra Arthur –, estos poseen cierta sensibilidad y son capaces de maravillarse con la belleza del mundo clásico, de las figuras y las esculturas etruscas. Esta cualidad se expande también hacia una propuesta musical sobre la que se asienta la obra, donde a la manera de los antiguos trovadores, los compañeros de robo de Arthur, narran sus hazañas de forma festiva y ensalzan la belleza de este mundo que a veces parece sacado de un relato del Decamerón de Boccaccio.

El personaje, al igual que el de la carta del Tarot ‘El colgado,’ a la cual el también cineasta y tarotista Alejandro Jodorowsky define como la carta del ‘Don de uno mismo’, encarna lo inevitable, el ser que se encuentra atado de cabeza – como nos muestra por varias ocasiones Alice Rorwhacher junto a la directora de fotografía Hélène Louvart a través de un gesto expresivo de la cámara–, y que de alguna manera posee el mandato de enfrentarse con su destino, bien podría hacer alusión al artista y su obra, o al amante y su objeto amado, que viene a ser lo mismo: el personaje cuyo dolor vital se ve momentáneamente aliviado cuando encuentra al personaje de Italia, parece no tener más opción y deber en la tierra que llevar a cabo el destino de usar su sensibilidad para encontrar lugares donde se esconden tesoros y si bien admira su belleza, el hecho de la ‘búsqueda’ es lo que lo mueve. A fin de cuentas, le es totalmente indiferente el valor accesorio y monetario de los objetos que encuentra.

Alice Rorwhacher construye un mundo lleno de alegorías, en cierta forma festivo, y con una cámara que a momentos posee una cualidad expresiva – nótense los repentinos cambios de mirada cuando la cámara gira, los cambios de formato fílmico, los cambios en la velocidad de la imagen, la música–, volcando todo su esfuerzo en construir un universo propio atemporal en su forma, que dialoga con la fantasía, a través del sentido del humor, pero sobre todo con la idea de mostrarnos una mirada poética sobre el destino inevitable que traza el camino de Arthur.

HÉLÈNE LOUVART DF: No, no era consciente. Mientras yo preparaba el trabajo con Alice antes del rodaje, me incluyó en un trabajo de investigación muy importante sobre los etruscos, que yo desconocía por completo y, obviamente, no podía rodar una película sobre los etruscos sin conocerlos y sin comprenderles, con lo cual, bastante antes del rodaje estuvimos visitando museos, cuevas, viendo objetos, estatuas, leí libros sobre los etruscos, para precisamente comprender y poder rodar sobre el tema.

Sí fue muy importante un fragmento de la película de Roma de Fellini, cuando están terminando la construcción del metro y están excavando la galería principal y, al penetrar el oxígeno en la galería, todas las imágenes, todos los frescos, se difuminan y desaparecen. El impacto de los trabajadores que están ahí y ven cómo desaparecen ante sus ojos esas imágenes era muy importante para Alice y nos guió realmente en el trabajo.

Pero, si hubo otras influencias literarias u otras referencias, pues yo no fui consciente de ellas. Creo que las referencias pueden suponer un peso en tu trabajo y agradezco que Alice no las comparta conmigo, más allá de lo indispensable.

HÉLÈNE LOUVART DF: En ese sentido, Alice no ha cambiado y sigue sin gustarle planificar de manera precisa. Además, cuando trabajamos juntas, en realidad no lo necesitamos. Lo que necesitamos es crear un espacio. Es decir, si decidimos que vamos a rodar en un sitio, pues nos concentramos en crear un ambiente con cierta luz. Entonces, cuando Alice siente que se han creado las condiciones, ya le es muy fácil fijar los planos que vamos a rodar. A diferencia de otros directores, empieza primero por crear un ambiente, una atmósfera, y luego ya se empiezan a plantear planos. De hecho, esto es común en todas sus películas: para ella, lo importante es el ambiente y después ya se recorta en planos. Yo estoy de acuerdo con ella y la sigo en esa visión.

HÉLÈNE LOUVART DF: Tanto Alice como yo somos fans del Super 16 mm pero, hace dos años, Alice rodó un cortometraje en 35 mm, Las pupilas, y comprendió que es un formato magnífico, así que decidimos utilizar los dos formatos, de manera que rodamos en Super 16 mm todo lo que eran escenas de la vida cotidiana, y reservamos el 35 mm para las secuencias con los etruscos. De algún modo, era una manera de mostrar respeto y hacer una ofrenda a los etruscos. Además, Alice también tenía una cámara chiquitita de 16 mm, una Bolex, y la utilizaba un poco para divertirse, rodaba los pájaros y detalles así.

Utilizamos cámaras ARRIFLEX 416 de 16 mm y ARRICAM LT de 35 mm para la parte principal del rodaje, y la Bolex Paillard H16 REX3 Reflex de 16 mm para filmar los ensueños de Arthur. Las lentes utilizadas en las cámaras de 16 mm fueron Zeiss Ultra Primes. Por su parte, usé los zooms ARRI Alura T2.8 15.5-45 mm y Alura Studio T2.6 18-80 mm y T2.6 45-250 mm al rodar en 35 mm.

HÉLÈNE LOUVART DF: Bueno, yo no sé si Alice tenía esa referencia del tarot en la cabeza, pero yo desde luego no la tenía; yo muchas veces no sé si Alice tiene ciertas cosas en la cabeza, porque no me las suele comunicar mucho. Ella prefiere que busquemos juntas.

La idea de invertir la cámara fue idea suya. Cuando Arthur siente algo muy potente es cuando se produce el vuelco de la cámara, que hace que lo que estaba bajo tierra suba al cielo y lo que está en el cielo pase bajo tierra. Era una forma de devolver la vida a los etruscos, que solo tienen existencia bajo tierra, pero que al invertir la cámara se les ponía arriba, era como devolverles la existencia.

Alice quería que cada vez que esto pasaba sorprendiera al espectador, para que recordara el momento que marcaba. Y si le das la vuelta a la cámara, desde luego que se acuerda.

HÉLÈNE LOUVART DF: Pues fue complicadísimo, un procedimiento muy manual y mecánico en el que le dábamos la vuelta a la cámara y cada uno tenía que ir corriendo al otro lado. Pero también era divertido hacerlo, y a Alice le encantan las cosas hechas artesanalmente.

HÉLÈNE LOUVART DF: En las cuevas había una linterna o una vela, pero en cuanto se alejaba esa luz quedaba todo completamente a oscuras. Y eso funcionaba para los momentos en que los objetos etruscos estaban presentes, pero que solo veías a través del ojo humano.

Hay un momento, cuando entran en la cueva y está la estatua, que lleva ahí muchísimos años, como dicen en el diálogo, esa estatua no ha esperado a que llegaran esos seres humanos para existir, ha vivido muchísimo tiempo antes que ellos. Entonces, ahí necesitábamos una luz base bastante oscura para que se entienda que no está esperando la mirada humana para existir. Ahí tenemos una base de luz y las velas y las linternas no son la luz principal, sino que son una luz añadida a esa base. Por lo tanto, en esos momentos la luz no era natural, porque reconstruimos un nivel un poco mágico, que es que esa estatua para vivir no espera a que se la alumbre con una vela, lleva ahí desde la noche de los tiempos.

HÉLÈNE LOUVART DF: Alice trabaja siempre con una persona en diseño de producción que es excelente y ha sido realmente un trabajo conjunto. La casa donde vive Italia con la señora (Isabella Rossellini), tenía que ser una casa antigua y tener frescos, tenía que tener pinturas murales por el vínculo precisamente con los etruscos. Y, al ser una casa vieja, era bastante difícil rodar en el interior. Con respecto a la casa de Arthur, el emplazamiento tenía que mirar al norte, porque la idea de Alice es que a Arthur no le gustaba el sol y prefería permanecer siempre en la sombra o en las cuevas. Así que construimos la casa pegada a una pared de tal manera que no llegaba nunca la luz del sol.

HÉLÈNE LOUVART DF: El placer precisamente para nosotras es que siempre nos sorprende lo que hemos hecho, porque, por ejemplo, cuando rodamos a Arthur en una cueva alumbrado por una vela, Alice en el monitor no veía nada y yo en el visor veía un poquito, y realmente no sabíamos lo que estábamos haciendo. Entonces, después, cuando vemos el revelado, o te llevas un alegrón porque ha salido muy bien, o a veces te puedes sentir decepcionada porque no ha quedado como pensabas que iba a quedar. En cualquier caso, lo que te hace rodar en fotoquímico es que te mantiene constantemente despierto, o sea, no te puedes dormir con respecto a lo que estás haciendo.

HÉLÈNE LOUVART DF: Evidentemente, la cámara acompaña al personaje, porque es el que genera la historia. La forma de filmarle es muy sencilla, es un encuadre con el personaje en el centro. Y Alice no se plantea muchas cosas a ese respecto. No se preocupa mucho por la composición del encuadre y nunca te dice, pues un poco más a la izquierda, un poco más a la derecha, no; para ella, si el encuadre está centrado en el personaje, ya le va bien, porque también es su punto de vista. O sea, no es solamente la perspectiva del personaje, sino también la de Alice, y, por lo tanto, si está viendo a Arthur, pues está bien. Hay mucho de la mirada de Alice en la película también, y lo que a ella le preocupa no es el encuadre, sino el espacio donde se rueda y el personaje al que se rueda. Ella no percibe el encuadre como una composición.

HÉLÈNE LOUVART DF: Sí, pero eso no quita que me pueda pedir que repita algo porque está mal o está retrasado, o porque las cosas están mal colocadas. Si algo está mal me lo dice, y no hay ningún problema. Lo repito, intentando que salga mejor.

HÉLÈNE LOUVART DF: Bueno, yo creo que ese carácter atemporal viene más del decorado y de los vestuarios, porque la luz en sí es atemporal, no cambia. Lo que cambia es nuestra época, no la luz, con la salvedad de las ciudades, porque en las ciudades sí que cambia la luz, pero como esta película no transcurre en una ciudad, no se plantea. El trabajo consiste en crear contrastes diferentes de los de Lázaro feliz, por ejemplo. Pero la luz en sí no es diferente. Y, luego, lo que sí ocurre es que la luz cambia en función de la estación de invierno y verano y de la casa de Arthur a la casa de Italia. Y Alice cuenta con ello, si no, ¿para qué molestarte en rodar en dos estaciones diferentes?

En cuanto al etalonaje, jugamos un poquito con los colores, pero sin transformar para nada la imagen, porque Alice no lo comprendería, no es algo que funcione con ella, porque el ambiente de la luz no se consigue en el etalonaje, se consigue en el rodaje. Alice solo va a rodar cuando tiene toda esa atmósfera, todo ese ambiente de luz que comentábamos antes, la luz, el color, el polvo, cuando todo está ahí, y entonces la luz ya está hecha.

HÉLÈNE LOUVART DF: Una vez más la base está en el director, y en este caso Karim, con quien ya he hecho 3 películas, cada vez el trabajo es diferente. Esta vez quería hacer una película explosiva en Brasil, que es donde él nació. Y lo que me decía, sobre todo, era: «Vamos a pasárnoslo bien». La rodamos en Super 16 mm, fue su elección. Hicimos una explosión de color desde el principio, sin tener miedo a pasarnos. Porque Karim preguntaba, ¿dónde está el límite? El único límite, en realidad, es que el espectador sea capaz de seguirnos, y puede seguirnos perfectamente. Entonces, cargamos los colores, tenemos planos sobreexpuestos, hay un montón de sol; la verdad es que nos hemos divertido mucho. Yo siempre me divierto mucho con Karim, aunque hacemos un trabajo muy serio.

La película tiene un puntito vulgar, estetizante, un punto de exceso. Y la gente me dice: «Uf, la película está muy saturada». Y contesto: «Pues qué bien, es justamente lo que queríamos, tenía que ser excesiva». O sea, tenía que ser realmente una pasada. Otras veces buscamos algo más bonito, pero no es el caso, en este caso realmente buscábamos algo crudo. Por supuesto, porque todo esto está vinculado con la narrativa, y la imagen la acompaña.

BIEL CAPELLAS DF del cortometraje “Paris 70” de DANI FEIXAS (2023)

Desentrañamos la cinematografía de ‘París 70’, el cortometraje español más premiado del 2023:

‘París 70’ aborda la relación entre un hijo y su madre enferma de Alzheimer, presentando un viaje emocional de ida y vuelta a través de los recuerdos y las vivencias de una familia. Una historia del final de la vida, cruda y dura, pero también emocionalmente cautivadora e inspiradora, que no solo llega al corazón, sino que también rinde homenaje a los enfermos de Alzheimer y, sobre todo, a los cuidadores y cuidadoras de pacientes con enfermedades degenerativas, quienes suelen ser los más olvidados.

El elenco de ‘París 70’ está compuesto por Luisa Gavasa —ganadora del Goya por ‘La Novia’— y Alain Hernandez —’El fotógrafo de Mauthausen’—. «Se sostienen el uno al otro en un juego de miradas, silencios y cuidados que desprenden verdad» nos confiesa el director Dani Feixas. Entre los dos protagonistas, ya han acumulado más de 12 premios de interpretación, y junto con la también talentosa Neus Asensi —’La niña de tus ojos’— “dotan de realidad a esas interpretaciones que quedan grabadas en la memoria y en el corazón del espectador”, continúa Feixas.

La película de Dani Feixas, ha logrado en cinco meses 46 premios entre las secciones oficiales de los festivales del estado español, situándose en este momento, como el corto más premiado del año: no solo ha arrasado en los Premios Fugaz 2023, ganando en las categorías de Mejor Cortometraje, Mejor Director Novel, Mejor Actriz y Mejor Banda Sonora, sino que ha sido seleccionada en 56 festivales más —17 de los cuales son colaboradores de los Premios Goya—. Además, la película ha cruzado fronteras para estrenarse internacionalmente en el prestigioso Heartland Film Festival de Estados Unidos.

Debido al interés generado por parte de las fundaciones, asociaciones de Alzheimer, familiares de enfermos, cuidadores y cuidadoras, se ha creado un circuito de proyecciones paralelas a los festivales por las más importantes asociaciones y fundaciones del estado español. Hoy, jueves 21 de septiembre, en el Día Mundial del Alzheimer, analizamos la cinematografía de este corto tan comprometido y exitoso, y lo hacemos con las palabras de su director de fotografía, Biel Capellas.

BIEL CAPELLAS DF: Dani Feixas y yo ya nos conocíamos desde hacía bastante tiempo. Tenemos una forma muy cómoda de trabajar y nos entendemos muy bien. Después de haber leído el guion y escuchar los comentarios de Dani, vimos que lo que nos pedia la historia era una puesta en escena de estilo clásico. Y lo digo en sentido positivo, ya que estábamos planteado una historia de personajes y nos interesaba buscar posiciones de cámara al servicio de los personajes intentando buscar una puesta en cámara transparente para el espectador sin grandes trucos ni artilugios. En este contexto, decidimos que la cámara tenía que jugar un papel muy contemplativo, es decir, como si fuera un personaje más de la escena. Y muy cercana a las caras Luisa y Alain sin prácticamente movimientos. Al final, lo más importante para nosotros, era crear un ambiente cómodo y tranquilo para los actores y dedicar el máximo tiempo de rodaje para que Dani pudiera trabajar el texto con ellos.

BIEL CAPELLAS DF: A nivel de luz, durante todo el metraje apostamos por una luz muy cruda, que en la mayoría de los casos entraba por las ventanas de la casa. ‘Paris 70’ está dividida en 3 partes muy marcadas, a nivel de historia y a nivel de luz. En primer lugar, podemos ver y conocer a los personajes dentro un contexto rutinario de la vida de un paciente y un cuidador. En esta parte más triste y denigrante jugamos con una temperatura de color de unos 4800 K. Es donde el espectador tiene que entender de lo que va la historia y de lo dura y terrible que es esta enfermedad. En la segunda parte, podemos experimentar un cambio muy significativo ya que vivimos un momento mágico en la historia que nos pedía más calidez y decidimos trabajar la temperatura a 5600 k, obviamente esto va acompañado de una interpretación considerablemente distinta y un montaje y más dinámicos. A nivel de temperatura de color es un cambio sutil pero suficiente para denotar alegría sin romper la propuesta general del look.

BIEL CAPELLAS DF: Por otra parte, pretendíamos un look muy contrastado pero sin perder los matices de las sombras, valorando varias cámaras de cine digital -Sony Venice, Red V-Raptor y Alexa LF- Incluso en algún momento se habló de rodar con una Arriflex de 16mm, pero se descartó rápidamente por el flujo de trabajo extra que generaba. Al final de todo apostamos por utilizar una Alexa mini LF. Escogimos esta cámara porque tiene un sensor full frame y gran luminosidad. Nos daba la opción de poder separar cómodamente los personajes del fondo, dando un poco de más de presencia a la actuación. Además, el rango dinámico de estas cámaras es impresionante y con la poca luz que tendríamos en escena no permitiría poder tener información en las altas y las bajas luces.

BIEL CAPELLAS DF: Personalmente creo que el presupuesto no nos ha perjudicado mucho en el resultado que estábamos buscando. Obviamente, nunca viene mal tener más presupuesto. Siempre vas más cubierto en todos los sentidos por si tienes un imprevisto. Lo único que tuvimos que hacer fue preparar muy bien toda la organización a la hora de rodar. Por narrativa queríamos utilizar siempre la luz del sol, y cuando venían las nubes no podíamos hacer nada durante unos minutos. Después de ver el pronóstico atmosférico de los días de rodaje, que fueron tres, decidimos que rodar con la luz del sol sería posible y esta fue nuestra propuesta de luz. Para mi la luz del sol es la mejor luz, y si te puedes permitir introducirla en el set, es perfecto. Todo esto supuso, a nivel de equipo de cámara y luz, una organización extra. Ser más ágiles y rápidos para poder dejar el máximo de tiempo a Dani, el director, jugando con los actores.

BIEL CAPELLAS DF: Y es que prácticamente toda la luz que hay en set es luz del sol trabajada. En la habitación solo utilizamos la luz del sol. Por suerte la habitación tenía orientación norte y no entraba el sol por la ventana en ningún momento del día. Esto era bueno para nosotros porque es más fácil de crear una fuente de luz continúa rebotando la luz natural en espejos. Eso es lo que hicimos prácticamente en todas las secuencias de la habitación. También, en el lado opuesto de las ventanas pusimos telas negras colgadas para dar más contraste a la imagen. Al mover la dirección de los espejos de fuera creamos moods de luz distinta, jugado con el hard/soft del espejo. En la escena del comedor, cuando Luisa Gavasa está en la butaca sentada, tuvimos que añadir luz artificial para poder reducir el contraste que nos llegaba de los grandes ventanales del comedor. En esta secuencia hubo que compensar un poco la luz exterior con la luz interior, y utilizamos lux LED Amaran, que pusimos justo arriba de las ventanas para ganar ambiente en el interior. En todo el cortometraje solo se ve una vez la luz en plano: es en la última escena de la habitación, ya que la historia requería que fuera de noche y lo resolvimos con una bombilla de tungsteno en una lámpara de la mesita de noche. En todos los demás interiores lo queríamos hacer sin apliques, solo jugando con la luz exterior.

BIEL CAPELLAS DF: De los tres días de rodaje, trabaje dos días con el gaffer Albert Piñana y uno con el gaffer Oriol Rojas. Con Piñana discutimos inicialmente cómo afrontar este cortometraje y creamos los esquemas. Albert es un gaffer que lleva desde joven en esta industria y es uno de mis gaffers de confianza. La configuración lumínica que establecimos fue muy simple debido a las limitaciones de presupuesto. Utilizamos principalmente un Aputure 1200D, complementado con un par de Amaran f22, cuyo uso fue más bien discreto. Los Amaran se emplearon principalmente para rellenar sutiles áreas interiores, con el objetivo de equilibrar la exposición con las zonas exteriores. El 1200D, por su parte, se dispuso como luz de apoyo para cuando se ocultaba el sol; proporcionando una fuente de luz más dura cuando aparecían las nubes. Adicionalmente, en determinados contextos, lo equipamos con un domo de 120 cm para generar una luz de relleno más suave y difusa.

La mayoría de las escenas se iluminaron utilizando luz natural rebotada. Contábamos con un reflector reversible hard/soft y un palio de 3×3 metros con tela checker, ambos diseñados para maximizar y direccionar la luz solar. Además, incorporamos negativos con el fin de intensificar el contraste en ciertas tomas, creando así un juego de sombras más marcado.

BIEL CAPELLAS DF: Le propuse a Dani trabajar con las Zeiss Contax, que son unas lentes de fotografía de los años 70-80, que son poco comunes y apenas hay rentals que las tengan con montura PL. Napalm Rentals, uno de los colaboradores del cortometraje, nos ayudó ajustando el presupuesto en el alquiler del material de cámara, luz y lentes, y cómo las tienen en stock, aprovechamos la ocasión para probarlas. Dotan a la película de un look más orgánico y un poco más frio.

BIEL CAPELLAS DF: La mayoría del cortometraje ‘Paris 70’ está rodado con el 28mm t2 para los planos generales y en los primeros planos utlizé sobretodo el 50 y el 35 mm t1.4, con esto cerraba más el diafragma para centrarme en los personajes y desenfocar los fondos.

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DANIEL SOSA AEC de miniserie “El Caso Asunta” de RAMON CAMPOS y otros (2023/24) Final del formulario

Este nuevo true crime español producido por Bambú para Netflix ha superado lo que parecía insuperable: el éxito de su predecesora ‘El cuerpo en llamas’, cuya producción y rodaje también revisamos  en su momento junto a su director de fotografía. En esta ocasión, hemos conversado con el responsable del enfoque visual de ‘El caso Asunta’, Daniel Sosa (AEC), quien nos ha contado cómo fotografió la serie apoyándose en los motores subterráneos de las escenas y cómo operó la Alexa 35 de manera intuitiva, dejándose llevar por la interpretación actoral, en la que destaca de manera superlativa la versión de Rosario Porto que nos entrega la actriz Candela Peña.

Miniserie de seis capítulos. El 21 de septiembre de 2013, Rosario Porto y Alfonso Basterra denuncian la desaparición de su hija Asunta, cuyo cuerpo es encontrado horas después junto a una carretera a las afueras de Santiago de Compostela. La investigación policial pronto desvela indicios que apuntan a Rosario y Alfonso como posibles autores del crimen. La noticia conmociona a toda la ciudad, e incluso al país. ¿Qué puede llevar a unos padres a acabar con la vida de su hija? ¿Qué se esconde detrás de esa fachada de familia perfecta?

Tras devorar de una sentada el nuevo True crime de Netflix, ‘El caso Asunta’, hablamos con su director de fotografía, Daniel Sosa, (‘Élite’, La zona’, ‘Las chicas del cable’) en un descanso del rodaje de otra serie también para Netflix, aunque esta vez de época, en el que se encuentra inmerso actualmente. Para Daniel, como nos comenta a continuación, todos los proyectos en los que trabaja son un capítulo más en su biografía, por lo que intenta tomarse cada uno de ellos como experiencias vitales enriquecedoras.

DANIEL SOSA AEC:En ese documental conocimos todos los entornos reales, dedicamos tiempo a coger confianza con los entrevistados y con abogados, fiscales y jueces. Rosario nos dio permiso desde prisión para entrar en su piso, que llevaba 3 años cerrado y parecía una cápsula del tiempo. Es como si sales de tu casa ahora y, sin saberlo, no vuelves. Estaban todas sus pertenencias: los DNI de Rosario y de la niña, los apuntes del cole, sus zapatillas… todo estaba como congelado. Por otro lado, la primera impresión que te daba la decoración era la de una niña querida, con cuadros con grandes fotografías de Asunta de todas las edades… Era casi un mausoleo en torno a la niña.

También fuimos a los calabozos de la comandancia de La Coruña y al chalet de Montouto. Es la primera vez que en una ficción conozco tan bien todos los detalles y lo que me deben sugerir los decorados. Cuando el director de arte, Antonio Pereira, nos presentó su versión del piso y atravesé el umbral, la impresión fue la misma, por los pequeños detalles, esa pintura de un azul profundo, estrafalario. Me ocurrió lo mismo con los calabozos: visitamos los originales, pero tuvimos que reproducirlos por disponibilidad y comodidad. La escala, incómoda y claustrofóbica, era importante. El boquetito por el que proyectan una luz de noche, y los plafones del techo, deteriorados, las manchas… todo eso lo conocíamos al dedillo, y también los hechos reales; si detenían a Rosario en el tanatorio y la metían en el coche por la puerta de atrás, nosotros sabíamos exactamente cómo había sido. Nuestro showrunner Ramón Campos llevaba años estudiando el caso, conocía la instrucción con detalle y tenía especial interés en recrear todo tal cual ocurrió, incluyendo el material de archivo. Para mi trabajo, el hecho de tener que usar los elementos idénticos, como la pamela que llevó Rosario o una chaqueta que llevara Alfonso, limitaba mis herramientas fotográficas, en cuanto a la elección tonal del vestuario y a dar una cohesión estética.  

DANIEL SOSA AEC:Cuando haces un documental, buscas ilustrar unos hechos y no proyectar mucho tu punto de vista sobre las cosas. En una ficción, rodar en lugares ‘calientes’ como la pista forestal donde se encontró el cadáver de la niña te plantea como cineasta cuestiones morales que debes responderte a ti mismo. En un documental no me supone un problema, porque debemos estar ahí e ilustrarlo, pero en una ficción me lo pienso mucho, a veces por respeto, por si siento que estoy invadiendo una zona delicada. Y, desde luego, en algunos momentos como ese sentí cierta incomodidad, pero no dimos con una pista que tuviese las mismas condiciones y decidimos rodar en la real. Esos son los sentimientos contradictorios que se me presentaban en la preparación. 

DANIEL SOSA AEC:En algunos casos, sí. Por ejemplo, en el piso de Rosario habían actualizado la puerta del portal, y en lugar de usar la de la izquierda usamos la de la derecha, pero era el mismo número. El portal exterior del piso de Alfonso es idéntico, el exterior de la farmacia es el real. Y, en la pista forestal, si a la niña la encontraron en un punto, nosotros rodamos 10 metros a la izquierda. 

En el caso del chalet de Montouto, lo habían vandalizado y no era viable rodar allí, pero encontramos una casa que daba la misma impresión en el exterior, que era lo que conocía el espectador por la prensa. También tenía una piscina que estaba descuidada, pues era una casa de campo que ya no estaba muy vivida por entonces. 

DANIEL SOSA AEC:Hace muchos años que colaboro con el director Carlos Sedes, y tenemos una relación de confianza y libertad creativa. Ambos veníamos del rodaje de una serie de Apple -‘Red wine’- más grande, con estrellas internacionales. Para ‘El caso Asunta’ queríamos un rodaje íntimo, de cercanía con los actores, movernos rápido y usar los recursos de producción para tener más tiempo de rodaje válido. Queríamos ir a una sola cámara y usar poco material de iluminación, y, sobre todo, que hubiese muy poca gente en el set.

A la hora de elegir el equipo y el material de cámara y de iluminación para esta serie, yo comparo el rodaje con hacer el Camino de Santiago. ¿Quiero ir con amigos o con personas desconocidas? ¿Quiero llevar ropa ligera o llevo tanto material que me pesa el segundo día? Deseo hacer cómodo el viaje, quiero un material versátil, que sea compacto, una cámara modular que pueda transformar de formas diferentes y quiero personas amigas que, si un día no tengo energía, me ayuden, y yo también les ayude a ellos, porque, al final, el Camino de Santiago que haces, que es este rodaje, se queda en tu biografía, va ligado a tus vivencias. Y, como encabalgamos un proyecto tras otro, a veces series que duran casi medio año, quiero recordarlo con alegría; me gusta no solo pensarlo como un trabajo, sino como un disfrute vital. 

DANIEL SOSA AEC:Sí, Diego hizo los capítulos 3 y 4 con Jacobo e iban preparando en paralelo mientras nosotros estábamos rodando.

DANIEL SOSA AEC:Ramón Campos hacía el ejercicio de poner las imágenes en paralelo para compararlas. En la secuencia en la que la prensa está presionando por la calle a Alfonso, hicimos todo el recorrido del tirón, que era calle abajo, unos 500 m. hasta la entrada de un garaje donde se mete con su abogado, que es el mismo garaje. Geográficamente, el trayecto es idéntico.

DANIEL SOSA AEC:Para Ramón y para Netflix, un referente era la serie ‘Happy Valley’ (BBC), porque sucede en un entorno pequeño. La sociedad de Santiago es muy particular, y servía para ilustrar sus comportamientos, las clases sociales. Los padres de Asunta tenían relevancia social en un entorno en el que todo el mundo se conoce y donde hay una presión por el qué dirán. Yo creo que el costumbrismo sí estaba en esa referencia, pero a mí me gustaba más, por ejemplo, la serie –de HBO- ‘I know this much is true’ (‘La innegable verdad)’, donde no se nota la realización, las interpretaciones son muy realistas, muy espontáneas. Además, la paleta de color me gustaba, y su nivel de negros lechosos. Y, también, por algo que decía el director de esa serie, que era como «documentar la ficción”. Un acercamiento observacional, como en nuestro capítulo 1, que es así, desde el momento en que Rosario y Alfonso entran en comisaría a reportar un pequeño incidente y donde no vamos con los padres, sino con un policía que oye algo que está contando una pareja en una mesa de al lado.  

Del mismo modo, tomamos el punto de vista de la policía y de la Guardia Civil: evalúan el entorno, entran en la casa, ven los cuadros de la niña, las notas de los post-it tras la puerta, las zapatillas, el comportamiento extraño de esos personajes… aquí la cámara no supone una intromisión, sino que está observando, al igual que los Guardias Civiles. Y así arranca la serie. 

También nos gustaba mucho el documental ‘El caso de la escalera’ (‘The Staircase’), por el acercamiento que tiene al entorno íntimo de la familia, y también la serie de ficción, que es más estética. No obstante, al final yo creo que nuestra serie ha adquirido su propia entidad.

DANIEL SOSA AEC:Ese es el capítulo que más me gusta, porque tiene grandes bloques visuales casi mudos en los que todo es trabajo de actor y de cámara y se trataba de estar en sincronía con las demandas del actor. En él, vemos dos versiones de lo que ocurrió. Por un lado, una primera versión que está más dentro de la psicología de Rosario, quien se va adentrando cada vez más en su propio caos. Es contradictoria en sus acciones, lo mismo llora que se mete en el coche y se esconde o da vueltas por la finca.  En esa versión, lo que ocurre no parece premeditado y es muy visceral. Se rodó liberando todo el espacio de alrededor de la finca de material, todo el interior y el exterior era set, y yo le indiqué solo una cosa a Candela. Le dije: “¿Podrías parar en algún momento por esta zona, que así te tengo con el dormitorio al fondo, donde se está apagando la vida de tu hija?” Y ella me contestó, amablemente, incluso con acento gallego: “Ay, Dani, pero si yo es que no sé lo que voy a hacer”. Creo que su interpretación se basaba en los estímulos que recibía. Por ejemplo, daba una mejor interpretación si tenía a Tristán delante. Y a nosotros, con la cámara, siendo una cosa tan viva, nos pasaba igual. Yo hago un mejor trabajo de cámara si me pongo en sincronía con esa concentración de la actriz, porque Candela parecía que estaba todo el rato metida en el personaje. Se creaba un ambiente en el set de silencio denso, porque, además, el tema es muy duro e, igual que ella sentía los estímulos, yo sentía la energía de los actores.

Por ejemplo, cuando ambos ven por primera vez el féretro de la niña en el tanatorio, planeamos que la cámara entrara con ellos para ver su primera reacción real. Sus actitudes eran espontáneas, y entonces tú también vas realizando casi en directo, sintiendo que debes quedarte con Rosario, que saca el móvil. Entonces escucho a Tristán y lo quiero ver; giro y tiene la mano en la boca porque se le saltan las lágrimas. Es algo muy vivo y estamos en un estado de mucha concentración. 

DANIEL SOSA AEC:Están muy trabajadas previamente por ellos, pero nuestra primera toma era un ensayo rodado, como también lo es una escena muy violenta en la que Alfonso amenaza en su piso a Rosario porque ella vuelve a ver a su amante y le dice que nunca se librará de él. Todo lo que ocurre en esa escena está improvisado y sucede en primera toma: Alfonso le tira las llaves, Rosario repta por el suelo para recogerlas, abre, se las vuelve a tirar.

En otra escena, Rosario ha dejado en la pista forestal el cuerpo de la niña y llama a Alfonso desde su piso. Cuando él acude, ella se ha encerrado en el dormitorio y le dice que se le ha ido de las manos. Toda esa escena fue dejarles hacer a ver qué pasaba. Yo me sentía a veces incómodo y pensaba: “No debo estar aquí rodando este dolor”. Lo discutía mucho con el director y le decía que creía que debíamos estar fuera, porque no veía el sentido de presenciar este dolor. Pero, en cualquier caso, creo que la escena resultó muy bonita porque es muy intensa, del mismo modo que algunas escenas de ellos dentro de los calabozos dicen mucho de esa pareja. 

DANIEL SOSA AEC:En estas escenas delicadas no había ensayos. Los actores me ponían en alerta y yo estaba súper receptivo a sus gestos. Por ejemplo, en la finca, sabemos que Rosario va a deambular por ella. Tiene a la niña moribunda en el dormitorio y Candela puede interpretarlo como lo sienta. Así que igual se sentaba junto a la piscina que se encerraba en el coche, volvía a salir, subía y bajaba la escalera, se iba a la cocina, salía, corría, golpeaba ramas. Me encantan esas tomas.

Cuando han tenido la discusión en el piso, contábamos con unas 5 calles controladas. Candela tenía libertad para ir por la calle deambulando, y cuando entra en su piso realmente no sabía qué iba a hacer. Ahí Rosario está llena de contradicciones y afectada por su enfermedad. Y entonces entra en el piso y escucha a Asunta decir “mamá”. Se asoma a la habitación de la niña, se va al salón, se sienta junto a un retrato de su hija. No sabe qué hacer, se va corriendo. Y todo eso es intuitivo. Yo voy detrás de ella por el pasillo, paneo rápido y veo en el suelo una silueta –la niña estudiando- y vuelvo a no mirar. Se mete en la cocina, intuyo que me debo parar y la veo al fondo, llena de rabia, haciendo aspavientos con el bolso. Coge un cuchillo para remover el zumo. Todo eso es espontáneo y, cuando vamos al dormitorio, seguimos el vaso que deja en una encimera de la niña. Cuando volvemos, recuerdo que yo quería hacer esa elipsis tipo ‘Días sin huella’ de Billy Wilder, con los ‘culitos’ de agua que van dejando los vasos en una barra. Quería que hubiera una marquita de agua de humedad en el sitio. Entonces, vemos que el vaso no está y, cuando paneo, está medio vacío junto a la niña en el suelo. Todo ello para ilustrar que no es nada premeditado, que esta mujer se mueve dentro del caos.

DANIEL SOSA AEC:Elegí la Alexa 35, sobre todo, por la gran variedad de lentes que podía tener y por su latitud. Sabía que iba a rodar en calles de noche y me hacía falta tener controlado el ruido que genera el ir a ISOs altos. Quería contar con toda la iluminación válida posible en una calle, si no me vale anularla o recrearla, pero que no se note que ha habido una intervención. Y la cámara me daba eso. Aunque la cámara posee texturas propias, como todas las referencias me llevaban a materiales de Super 16mm, aparte del ISO 1600 hicimos una recreación de grano con el Live Grain en postproducción y no usé la estructura de grano que tiene la propia cámara.  

En cuanto a las lentes, yo buscaba unas ópticas con un recorte suave. Quería el nivel de negros no muy pegado y una paleta de colores con baja saturación, tirando a cianes verdosos. Así que usé las Canon K 35 en la mayor parte del rodaje. Como me gusta estar cerca de los actores, usé un 25mm y un 32mm para una sensación muy inmersiva. Además, utilicé dos zoom Angenieux serie EZ, que son muy suaves y ‘matchean’ muy bien con estas lentes fijas. Luego, hubo un control de las luces altas en postproducción para darle esa textura de celuloide, añadiendo Halation y limitando su brillo máximo. En líneas generales, me he quedado contento con la textura, que yo creo que parece muy casual y poco intervenida.  

DANIEL SOSA AEC:También promoví la comunicación entre el interior y el exterior en cada decorado natural, porque aporta veracidad. Cuando a Alfonso, en su piso, de noche, le dan la noticia de que han encontrado el cadáver de una niña y se va hacia la ventana, vemos el exterior de la ciudad. En el piso del juez Malvar se ve toda La Coruña al fondo con su faro girando. Como esta cámara tiene una latitud tremenda, no había nunca ningún riesgo de perder detalle de altas luces.  

DANIEL SOSA AEC:Sí. A mí además, me gusta ser minimalista, con la edad intento llevar el mínimo equipo y que, si el fin del mundo llega mañana, me pille con todo lo que me hace falta en la cámara: monitor, batería, y ya puede fallar el combo, la video asistencia, incluso el sonido, que yo puedo seguir grabando imagen. También me gusta la cercanía con el actor, y esa inmediatez en la comunicación se pierde si estás lejos en un monitor. Me gusta operar para no viajar todo el rato de un monitor grande al set. Es como un espíritu de documentalista, pero a mí me es cómodo. 

DANIEL SOSA AEC:En la preparación, me encanta que Carlos Sedes, el director, sugiera sentarnos a leer el guion y hablar de los motores de cada escena. Carlos hace lo mismo con los actores y les propone lo que le interesa resaltar en cada escena. Yo pongo en marcha mis herramientas para ilustrar esas ideas visualmente, y ellos hacen su trabajo en paralelo para ir por los mismos caminos. Es una forma de no quedarse en la primera capa, sino siempre un poquito más abajo. De ese modo, el motor y el germen es el subtexto que alimenta lo de arriba, que es la primera capa que ves. Por eso, en el rodaje del juicio convenimos que no fuera aburrido, ya que repetíamos los datos -la cuerda roja, la visibilidad de la pista- que ya sabíamos. Aquí el interés y el motor debía ser otro. Por tanto, cuando la agente Cruces va a testificar sobre la cuerda roja, esa sería la primera capa, y nosotros teníamos que estar más abajo y sentir con Rosario que esta chica con la que había tenido una conversación fumando en una azotea, donde le dijo que tenía un amante que la hacía feliz, que Alfonso era muy bueno, pero había cosas que no le daba… en su declaración en el juicio, ella siente que la ha traicionado. Nosotros tenemos que estar con ese sentimiento de traición de Rosario. Por eso la escena tiene fuerza y no se hace repetitivo tener otra vez toda esa información, porque lo visual va por otros derroteros.

DANIEL SOSA AEC:La cámara cada vez se hace más viva, vive el tiempo real con ella, por ejemplo, entrando en el calabozo, donde finalmente le rodea la oscuridad. Sentimos progresivamente más presión dentro del encuadre. En los vis a vis, las líneas y otras formas se van superponiendo a ella, le dejan respirar poco. En ella brotan la enfermedad, la culpa, el caos; estas personas, o no sabían cómo iban a obrar, o, desde luego, si lo planificaron, eran un poco chapuzas. Parece que están improvisando todo el rato, son contradictorios, caóticos, cambian sus testimonios, y todo esto se dispara en el capítulo 5, en estos bloques casi mudos donde usamos lentes Petzval, que son unas lentes de 1839 a las que TLS han hecho un rehousing (las que utilizaron en ‘Blonde’). Te aconsejan utilizarlas en planos fijos, porque se hacen notar mucho si te mueves. Usamos un 58mm y un 85mm. Estas lentes vienen muy bien cuando esta mujer se está evadiendo de la realidad, escuchando ecos de las voces del marido. Los usamos en todo ese bloque de deambular, del interior del piso, de lo del zumo de naranja, y también en Montouto, en los recorridos en torno a la piscina, con esos flares extraños y esa nebulosa en torno a ella.  

DANIEL SOSA AEC:En la versión del juez Malvar claramente somos más ‘peliculeros’. Como este hombre ha construido una historia, decidimos usar las herramientas de thriller clásicas y la cámara se traslada con grúas, con travelling. Es ‘más Fincher’, por así decirlo, y cada plano debe narrar. Por ejemplo, llegan en coche a Montouto. Pues ese plano dice que van a traspasar la frontera de la finca y las puertas se nos cierran sobre la cámara, porque aquí hay una intimidad que no quieren que sobrepasemos. El segundo plano es un plano de grúa que baja con teleobjetivo. Así estamos viendo entre manchas vegetales que están sacando el cuerpo de la niña, de pie todavía pero drogada, y todos los planos posteriores tienen mucha intención. 

DANIEL SOSA AEC: En esta versión, al componer en la cocina de Alfonso cuando van a drogar a la niña, partimos del plato, donde en teoría hay droga, algo que también es ‘muy Hitchcock’. Le ponen el plato y la niña está de espaldas con los padres a los lados. Todo el tiempo se están componiendo planos, un poquito más de thriller, como el perfil de Rosario sentada en la cocina, donde van a empezar a machacar las pastillas y Alfonso está cocinando y sostiene un cuchillo en la mano. En estos planos la cámara tiene autonomía, no va con los personajes. Llaman a la puerta y la cámara va paneando sola, llega tarde. Todas eran herramientas para contar una película, la película que se montó el juez Malvar para inculpar a Alfonso.  

DANIEL SOSA AEC:En general, se trataba de que no se notara que estamos iluminando y, o bien utilizar todo lo que hubiera y me fuera útil, ya fuera en la comisaría o en un exterior / noche, o bien anular lo innecesario, así como añadir fuentes propias para llevar la secuencia por donde interese. No había grandes entradas de luz, debía ser suave en general, que es la imagen que tenía yo de Santiago de luz suave, plomiza y también cambiante. Debía generar un contraste suave, sin entradas fuertes de sol. Por ejemplo, cuando suben al dormitorio del chalet de Montouto donde está la papelera, pusimos solo tubos Astera e hicimos una fuente suave controlable sobre la lámpara para compensar un poco interiores y exteriores. Se trataba de recrear fuentes reales, también en la calle, donde la cámara tiene tanta sensibilidad que de noche en la fachada del piso de Rosario a veces metía ND 6 interno, porque había demasiada luz y protegía la exposición de puntos altos como lámparas y farolas.

DANIEL SOSA AEC:En todo el proyecto recurrimos a muchas fuentes LED compactas. Las Velvet 2×2 Evo RGB de 60cmx60cm y las Velvet 2 EVO RGB son muy versátiles y funcionan muy bien por Galicia al soportar humedad y lluvias imprevistas. También usamos pantallas LED Falcon Eyes de varios tamaños, tubos Asteras LED y ARRI HMI de la serie M en diferentes intensidades, desde el M90 al M8. 

DANIEL SOSA AEC:En el piso de Rosario podemos ver diferentes configuraciones de luz para que no tenga siempre el mismo aspecto y percibamos en qué momento del día estamos. En una escena, Rosario está muy medicada y la madrina le trae algo de la cocina. Decidimos dejar las persianas bien cerradas, como cuando tienes jaqueca y la luz diurna te molesta, siempre buscando conseguir ambientes realistas, detalle en las sombras y no un excesivo contraste. Ya de por sí los acontecimientos son tan dramáticos que no hace falta enfatizarlos mucho.   

DANIEL SOSA AEC:Prácticamente iluminamos el piso en su totalidad para dar movilidad a los actores, controlando los apliques de la casa, simulando las lámparas y en escenas nocturnas metiendo a veces algo de ambiente desde la calle.

DANIEL SOSA AEC:En el documental vimos las pantallas LED que emplearon realmente, pero eran de menor intensidad y no estaban calibradas. La oscuridad era muy importante en el entorno de Rosario y en la pista. Nosotros usamos una pantalla Velvet que generaba como una islita brillante rodeada de oscuridad. También sabíamos, cuando llegó la Guardia Civil, que usaron los faros de sus coches y linternas en un primer momento, y cuando bajan los chicos que encuentran el cadáver, supusimos que usaron el móvil para ver en la oscuridad. Así que iluminamos siempre buscando la verosimilitud. 

DANIEL SOSA AEC:Sí, es el formato Univisión que planteó Storaro entre formatos menos panorámicos y un 2,35:1 que nos gusta tanto a todos a la hora de componer planos grupales y tener una sensación de espacialidad. El 2,00:1, ahora que hay tantos dispositivos y las pantallas de los móviles tienden a lo panorámico, es un buen compromiso con todas las ventanas de exhibición. En este caso, me gustaba además que el espectador pueda mirar la reacción de uno u otro personaje y no le estemos indicando dónde mirar.  

DANIEL SOSA AEC:Aunque me han preguntado por el estabilizador, se hizo cámara al hombro (casi todo se rodó así, excepto algún plano con estabilizador. El maquinista llevaba una dolly Super Falcon 1 Cinetech, una grúa Movimach y estabilizadores DJI Ronin + Force Pro). Me encanta la sensación de tiempo real que da ese plano secuencia.

DANIEL SOSA AEC:Después, nos metemos en el calabozo, es la primera vez que le rodea la oscuridad a Rosario: le cierran la puerta y se queda en ese ambiente. Esa oscuridad era un leitmotif, como cuando vuelve a su piso, después de haber dejado a la niña en la pista, entra en su garaje y para el coche. Yo tenía pensado también rodearla de oscuridad, que se quedara en el coche, se le apagara la luz del garaje y solo mantener encendido el pilotito del retrovisor. Y va y, justo entonces, Candela empieza a rezar el ‘Padre Nuestro’. Todo eso también es muy vivo e improvisado. Así te sorprendía todo el rato.

DANIEL SOSA AEC:En esos planos usamos cámaras Handycam de Sony para que se viera que era otro sensor, otra profundidad de campo, e intentar calcar la textura, el momento y el lugar originales. Por ejemplo, ese equipo de televisión hizo unos recursos mientras la niña corretea por una verja. Se te ponían los pelos de punta, porque eran los mismos sitios. La entrevista ocurre en el mismo lugar junto al Obradoiro, pero tuve que simular que la luz venía de la misma dirección tapando con palios, porque ellos tenían el rebote del sol en la piedra de esa fachada. Esa era la luz que tenía el material original. 

DANIEL SOSA AEC:Sí. Tenemos, por un lado, las cámaras de seguridad, que deben tener su propia textura y, por otro, material de cámaras de televisión y el material fotográfico y el de vídeo del trabajo policial. Cada uno con su propia textura. Lo rodamos con cámaras Sony PXW-Z190 y Sony PXW-Z90. 

DANIEL SOSA AEC:Sí, están en un puerto marítimo, y la idea era comunicar interior y exterior con el entorno, y transmitir además que este señor está pasando la información a la prensa, y, en ese sentido, el sentimiento de indefensión de esta pareja por el tratamiento mediático, que en realidad fue un juicio público paralelo.  

DANIEL SOSA AEC:La corrección de color se hizo con Pablo Valera en Picnic y de nuevo con esta idea de no hacernos notar. Yo intento tener una LUT en cámara que no me distancie mucho del material final, que me limpie tendencias de color del sensor, que me deje el nivel de negros como lo quiero, pero no la hago muy forzada. No me gusta tampoco tener una LUT que me altere mucho la imagen que estoy grabando. Prefiero hacerlo luego en postproducción. Y aquí el etalonaje se hizo muy rápido: una vez que el colorista entendió el tono de la serie se dedicó a unificar el conjunto y luego lo revisamos todo, porque a veces se hacen reencuadres y debes supervisarlo. Lo ideal es poder revisar hasta los rodillos y los planos de VFX que haya, como los borrados, para no tener sorpresas después.  

DANIEL SOSA AEC Es un tema candente para hablar largo y tendido. La frontera entre un hecho de relevancia pública amparado por la libertad de expresión donde una ficción televisiva sería un formato más para abordarlo o la vulneración de derechos básicos como el honor, la intimidad o la imagen de un niño que, con más razón aún, necesita de la protección de unos padres o tutores. En causas abiertas, los posibles juicios paralelos pueden tener consecuencias fatales, como en muchos casos que nos vienen a la mente. 

Personalmente, creo que una ficción enmarcada dentro del «True Crime» no tiene mucho sentido si se limita a describir hechos más o menos conocidos, oscuros y truculentos. Recrearse en el sufrimiento por el sufrimiento es simplemente morboso, más cercano a un reportaje televisivo de mal gusto que a una ficción. Como siempre, la forma de abordarlo y la sensibilidad de sus autores es determinante. Aportar una nueva mirada sobre datos conocidos, hablar de grandes temas para extraer conocimiento, dar voz a una víctima o generar empatía con nuestras herramientas son solo unas pocas de las muchas virtudes de nuestro medio. 

En ‘El Caso Asunta’ intentamos no ser morbosos y proteger a la pequeña sacándola muy poco, ejerciendo desgraciadamente su papel de víctima directa. De haber narrado nuestra serie desde la mirada de Asunta, sería bien distinta. A veces, el paso del tiempo te da objetividad. Más bien esta historia real es la excusa para abordar temas como la familia, la paternidad, el matrimonio, la maquinaria legal, la locura, la presión mediática y social. No juzgar a nuestras víctimas y verdugos era importante, hacerlos parecer de carne y hueso, también. Al final, estas historias nos acaban retratando como sociedad. 

DANIEL SOSA AEC:Yo no me fui a bocata tampoco, porque la vi con los ojos cerrados y le hice muchas fotos mientras estaba super concentrada esperando a testificar, y también, cuando va a testificar, que le coge la mano a Tristán [Ulloa], como si fuera su marido.

Entrevista a ERIK MESSERSCHMIDT ASC sobre la película de MICHAEL MANN (2023)

A Michael Mann le salió un biopic de estilo muy clásico al adaptar en su nueva película la novela de Brock Yates: Enzo Ferrari: El hombre y la máquina, tras intentar llevar a cabo este proyecto desde hace más de veinte años.

Verano de 1957. Detrás del espectáculo y el peligro de la Fórmula 1, el expiloto Enzo Ferrari (Adam Driver) está en crisis. La quiebra acecha a la empresa que él y su esposa, Laura (Penélope Cruz), construyeron de la nada hace diez años. Su inestable matrimonio se ve aún más fracturado por el dolor de la muerte de su único hijo. Ferrari lucha contra el reconocimiento de su otro hijo con Lina Lardi. La pasión de sus pilotos por ganar los lleva al límite. Todos sus destinos convergen en una carrera, la que atraviesa 1.000 millas a lo largo de toda Italia, la icónica Mille Miglia

La película se presentó mundialmente en el Festival de cine de Venecia. El director de fotografía Erik Messerschmidt ASC, que competía en Sección Oficial del pasado Festival Camerimage por este trabajo, nos explicó cómo fotografió los bellos primeros planos de Penélope Cruz y cómo diferenció visualmente las mortales carreras de coches de la década de los 50 de las secuencias relativas a su vida privada, en un periodo especialmente complicado de la vida de Enzo Ferrari.

Adam Driver es Enzo Ferrari, a quien vemos a la izquierda de esta foto fija del comienzo de la película tomada por Lorenzo Sisti.

En cuestión de tres meses tuvimos la oportunidad de charlar con el director de fotografía Erik Messerschmidt ASC largo y tendido. Desde hace un tiempo con un pie en nuestro país, disfruta enormemente rodando en localizaciones del sur de Europa como España, Francia o Italia, lugares donde la luz del sol ‘golpea’ en la arquitectura histórica, una luz que, especialmente en Italia, tiene para él “un color especial”.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Michael me comentó que estaba interesado en hacer referencia a la pintura italiana, concretamente a Caravaggio. A mí me encanta ese período de la historia del arte, así que me sumergí en una investigación profunda y pensé que la escuela veneciana, con pintores como Tiziano y Tintoretto, y sus retratos en particular, eran buenas referencias. Creé una carpeta de imágenes de referencia y se las envié. A Michael le gustó, y decidimos que esa sería la dirección inicial que íbamos darle a la película.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Sony Venice 2 y ópticas Panavision Panaspeed, además de una variedad de lentes con zoom, como Panavision Primo o Fujinon Premier. Hay mucho trabajo con ópticas de distancias focales largas en la película, particularmente en las secuencias de carreras de coches. Trabajé con el equipo de Panavision para lograr que toda esa diversidad de ópticas coexistiera en el mismo mundo. Para Michael es muy importante que la película exista, que todo surja de algún lugar de la realidad.

Fotograma

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Sabía que estaríamos en situaciones con muchas cámaras rodando y, en ese momento, era la única cámara con el filtro ND interno de ocho pasos; la Alexa los tenía, pero con solo tres opciones y yo necesitaba mayor control. Por otro lado, RED Raptor no existía en ese momento. Al rodar con Venice no tenía que preocuparme por los cambios de filtro en medio de una carrera, y eso es particularmente útil cuando tienes 6,7, y 8 cámaras trabajando al mismo tiempo.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Lo usamos bastante. Hay mucha cámara en mano en el interior de los coches durante las carreras, y necesitábamos poder hacerlo de manera segura, por lo que el Rialto fue una gran elección, porque significaba que el operador, Roberto De Angelis, podía colocar la cámara justo en frente de la cara del piloto y captar todos estos ángulos con bastante rapidez, algo muy difícil con las otras opciones que hay en el mercado.

Las carreras de coches se rodaron con hasta 8 cámaras (Sony Venice, Red Komodo y Red V. Raptor), repartidas entre la pista, el interior de los vehículos y los drones. Foto fija de Lorenzo Sisti.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Usamos muchas cámaras. En algunas de las carreras teníamos cámaras montadas en los coches. También teníamos 5 o 6 cámaras en la pista. Michael quería que la película tuviera dos estilos muy diferentes, de manera que, cuando estamos en la casa, en el espacio personal de Enzo, es un estilo más clásico, la cámara es más fluida, las tomas son más largas, las ópticas son más angulares, mientras en las carreras las ópticas son más largas y el estilo de cámara es frenético y rápido. Él quería explorar esa idea de contraste.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: La mayor parte de la película se hizo en Módena, que es donde se desarrolla la historia, en general en Emilia Romana, las regiones entre Parma y Bolonia, que es donde nació y creció Enzo Ferrari y donde levantó la compañía. Después, parte de la secuencia de carreras y la secuencia de la comida que transcurre en el pasado tienen lugar en Gran Sasso, que son las montañas del norte de Roma. También rodamos otras carreras cerca de Turín. Así que viajamos bastante, pero la mayor parte de la película se hizo en Módena.

Gabriel Leone subiendo a su vehículo interpreta al piloto español Alfonso de Portago, cuyo accidente en la carrera Mille Miglia de 1957, que Acabó con su vida, la de su copiloto Edmund Nelson y otras 9 personas, terminó con esta carrera, que no volvió a disputarse en su formato original. Unido a la tragedia de Le Mans en 1955, cerró una era en el automovilismo bañada de muertes en la carretera.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: En Italia en particular la arquitectura afecta a la luz más que en cualquier otro lugar en el que he estado. En España también, pero el sol en verano en Italia es muy fuerte y tiene mucho color. En Los Ángeles hay un sol muy neutro y duro, mientras que en Italia simplemente se siente más suave por alguna razón, quizás sea el propio romanticismo del lugar. Pero lo cierto es que el sol golpea estos edificios, en Módena los edificios tienen esos tonos crema, paja, miel, amarillo; la luz golpea esos edificios y luego se filtra en el interior. Y siempre hay color en la luz. Luego, pasa al anochecer y por la noche obtienes un azul realmente intenso. El color de la luz cambia mucho y particularmente en esa parte del mundo. Pasé mucho tiempo sentado en las plazas de Módena con un café observando cómo cambiaba la luz.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Es un prólogo que no estaba en el guion original, pero Michael pensó que sería una forma interesante de comenzar la película. Así que fue una especie de decisión espontánea. Habíamos estado investigado, mirando imágenes de carreras durante toda la preparación, por lo que ya teníamos muchas de esas imágenes, y Michael sintió que era una muy buena manera de situar la historia y mostrar la importancia del automovilismo en Italia en la década de 1950. Era un deporte muy importante para la gente. El coche que conduce Adam [Driver] en esa secuencia es una réplica real que se colocó en el metraje con efectos visuales.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Bueno, creo que a los directores de fotografía a menudo se les da crédito por el look de la película cuando debería recaer en el diseñador de producción. Realmente, nosotros solo podemos interpretar lo que está delante de la cámara. En este caso, nos centramos en la exposición, el tratamiento del color y la iluminación, pero todo estaba en relación y fuertemente influenciado por el trabajo previo de Maria Djurkovic, la diseñadora de producción. Además, Módena -y el norte de Italia- es un personaje de la película y no ha cambiado mucho desde los años cincuenta. Era un lugar extraordinario para filmar y poner los coches de época en la calle y a la gente con su vestuario, e inmediatamente estabas allí y era extraordinario. Para Michael es muy importante que la película exista, que todo surja de algún lugar de la realidad.

Penélope Cruz, al estilo de las voluptuosas mujeres italianas de la época, como Sofía Loren, interpreta a Laura, la esposa de Enzo Ferrari que, para el director de fotografía, es la verdadera heroína en esta historia. Foto fija de Lorenzo Sisti.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Sí. Y creo que también hay parte del estilo que estuvimos haciendo con la cámara que pretende hacer referencia un poco al cine italiano de ese período.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: ‘La dolce vita’ (Federico Fellini, 1960), pero más bien para ponernos en ese mood. Vimos particularmente las películas de carreras de entonces y también secuencias de películas estadounidenses sobre el mundo del automóvil. Pero la película existe en dos lugares muy diferentes. Por eso, también revisamos películas de los 70 como ‘El Padrino’ (Francis Ford Coppola, 1972) o ‘Klute’ (Alan J. Pakula, 1971), películas sobre personajes en interiores, porque eso es lo que sucede en la película, que gran parte del drama ocurre en los interiores. Y además con dos enfoques muy distintos: tienes la casa de Ferrari, que es oscura, fría y sobria, y luego está la casa de la granja donde vive su amante, que es brillante, acogedora y cálida. Queríamos que esos lugares se sintieran diferentes porque representan cosas distintas en la vida de Ferrari.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: De hecho, en esos planos la envejecimos. Para mí fue un placer rodar con Penélope, fue increíblemente generosa conmigo, siempre dispuesta a correr riesgos. Yo veo a su personaje como la heroína de la película, una especie de matriz que realmente salva a la familia, mientras Enzo es casi el villano. Para su personaje, y creo que para la película en general, era muy importante no darle glamour. Ella es de por sí muy glamurosa, es increíblemente hermosa, pero habría sido un error iluminarla de esa manera en esta película. Penélope es una gran profesional y encajó perfectamente en el personaje con su forma de caminar, su vestuario y toda su interpretación. Me dijo: “Haz lo que creas que es correcto” y nosotros hicimos lo que pudimos. Experimentamos mucho con la luz superior sobre ella, porque a Michael le gustó la idea de que a veces su rostro se escondiera como si llevara puesta una capucha. Por ejemplo, hay momentos en la secuencia de la cena en los que casi no está iluminada en absoluto y luego levanta la vista hacia él. De repente, la luz aparece en su rostro.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Realmente esas son las escenas en las que ella lleva menos maquillaje. La luz de la película pretende apoyar la interpretación del personaje. Por tanto, cada vez que estamos en el mundo de Laura con Enzo, él está en un lugar oscuro, en un lugar dramático. Entonces, la iluminación tiene más contraste, es más oscura, simplemente está más subexpuesta. Y luego, cuando Enzo está en un lugar más feliz, como en la casa de la granja o en los flashbacks, cuando estaba más lleno de vida, hay más luz sobre todos en la escena, incluida Laura. Y por eso debe estar influenciado por lo que sucede emocionalmente en la escena. No creo que haya un look RED, un look ARRI o un look Sony. De hecho, me rebelo contra esa idea.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Sí, solo le vemos a través del reflejo de un espejo que hay en el armario mientras están hablando sobre el apellido de su hijo. La escena trata sobre la incapacidad de Ferrari para verse a sí mismo, por eso le captamos a través del espejo. Nunca vemos un primer plano de Enzo. La escena es un reflejo de su personalidad y es lo que intentábamos representar.

Enzo Ferrari con su segunda mujer, Lina Lardi (interpretada por Shailene Woodley), con la que mantenía una familia paralela en la sombra.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Creo que todas las cámaras ahora mismo son excepcionales, ya no asocio la cámara con la imagen resultante. Creo que es una herramienta, como lo es un palo de golf o una raqueta de tenis, y ahora todas son competitivas. Dicho esto, la cámara funcionó extraordinariamente bien y pudimos manipular mucho el color durante el etalonaje de la película.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: No. El color tiene mucho que ver con la forma en que procesas la imagen hoy en día, con el espacio de color y la LUT que utilizas. Personalmente, no creo que haya un look RED, un look ARRI o un look Sony. De hecho, me rebelo contra esa idea y la considero casi un insulto para el director de fotografía. En el caso de la Venice, los ND la convierten en una herramienta muy valiosa para mí. Pero no la elijo por razones estéticas, sino por razones prácticas. La óptica tiene un efecto mayor, particularmente en los rostros y en cómo maneja el contraste y las luces. Pero la cantidad de control que tenemos ahora es extrema.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: La iglesia fue difícil. Fuimos a localizar a algunas iglesias y terminamos en la más grande. Las iglesias son a menudo de tonos muy fríos o de color neutro, y pensé que sería interesante si esa escena tuviera una especie de sensación verde. Sobre todo, porque debía intercalarse con la secuencia de la carrera del coche rojo. Toda la secuencia es un montaje paralelo entre el servicio en la iglesia con este tono verde, casi sucio, y la secuencia del automóvil. No hay ningún trabajo en plató en la película, todo se rodó en localizaciones, así que intenté hacer una iluminación muy simple. Me gusta mantener las cosas al mínimo, y en esta película, según las referencias, la idea era tener la luz frontal superior suave, no muy embellecida, sin luces en el suelo o en gradas que llenen los rostros de la gente. Una luz muy minimalista y simple, y eso también es por necesidad, porque estábamos en lugares reales donde no podemos instalar luces.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Generalmente están en el techo o con luz (natural o artificial) a través de las ventanas. Quería tener una única fuente tanto como pudiera, así que en la mayoría de las escenas hay una o dos luces, y eso es todo.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Michael nos había mostrado imágenes de noticiarios de un accidente brutal en Le Mans de principios de los 1950 que mató a muchas personas y fue filmado simplemente desde una cámara de noticias. Él pensó que era una buena manera de mostrar la brutalidad y la tragedia del accidente sin ser demasiado indulgentes. Entonces, rodamos toda esa secuencia y la programé en torno a la idea de filmar el accidente en sí en el atardecer, porque luego tiene que pasar a la noche, apoyando cómo Enzo llega al final de la película. Durante toda la historia, la hora del día es un personaje, porque los momentos más oscuros ocurren durante la noche. Por el contrario, los momentos de esperanza y felicidad suceden durante el día. Cuando les está yendo bien en la carrera, todo es brillante y está soleado. Pero cuando se acerca la tragedia, el sol está bajo, hasta que llega el momento de mayor tristeza, que es de noche. Así que estuvimos experimentando con eso. Por lo demás, la escena del accidente es una combinación de plates, efectos visuales y maniquíes de referencia, pero el coche es real y en realidad está pasando por esa acción.

El icónico color rojo Ferrari. Este color solo se ve en la película en los planos donde aparecen los coches de la Scudería Ferrari. Foto fija de Lorenzo Sisti.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Los coches son fantásticos, procedían de toda Europa. Los Ferraris y Maseratis fueron construidos para la película, porque los pocos que existen son muy caros y teníamos algunos, pero no los poníamos a correr como lo hicimos en la película. Así que se hicieron réplicas y fue fantástico para nosotros porque participé en el proceso de diseño desde el principio y pudimos colocar puntos de montaje muy robustos en el bastidor del coche, de modo que pudimos montar la cámara muy rápidamente en cualquier lugar.

ERIK MESSERSCHMIDT ASC: Desarrollamos una serie de LUTs para la película con un amarillo intenso, pero queríamos resaltar las altas luces, queríamos mantener el blanco. Así que tomamos ciertos valores de brillo y los cambiamos a amarillo, pero nos aseguramos de que fueran elementos individuales -no cambiamos toda la imagen a amarillo-. El otro elemento importante es que no ves color rojo en la película hasta que ves los coches, y además es el único lugar donde hay rojo. Pero no etalonábamos toda la imagen, porque los colores son realmente importantes en sus sutilezas. Así que tomábamos ciertos tonos y los exagerábamos, manteniendo otros más atenuados o aislados.

La fotografía de GORKA GÓMEZ ANDREU AEC en “Las buenas compañías” de SLVIA MUNT (2023)

ERRENTERIA, Gipuzkoa: Verano de 1977. Bea tiene 16 años y se suma a los aires de cambio que recorren el país; colabora con un grupo de mujeres para visibilizar la causa feminista, así como para ayudarles a abortar en condiciones dignas. La rebeldía que siente en la sangre se mezclará con un sentimiento inesperado y que pondrá su vida patas arriba: se enamora de una chica algo mayor que ella y de buena familia. Lo que no sospecha es que esta enigmática chica, Miren, guarda un secreto que obligará a Bea a adentrarse sin tapujos en el doloroso mundo de los adultos.

Gorka Gómez Andreu AEC, de quien hemos hablado recientemente por su trabajo en la fantástica -en su amplio sentido-, nos ha contado cómo fue el rodaje en localizaciones de Euskadi y Francia de su primera colaboración con la actriz y directora Silvia Munt para llevar a la gran pantalla una historia real sobre la lucha de un grupo clandestino de mujeres de Errenteria que se dedicaron durante las décadas de los 70 y 80 a luchar por los derechos de la mujer y traspasarlas a Francia para darles un aborto digno. 

(GORKA GÓMEZ AEC): Jorge Gil, el coguionista, era profesor de unos talleres en Donosti, donde conoció a sus autoras, que presentaron como proyecto este documental, lo que les sirvió para conocer la historia y empezar a tirar del hilo. Jorge y Silvia escribieron el guion y luego Silvia viajó a Errentería a conocer personalmente a estas mujeres, que siguen en activo, y entre la documentación que había, el corto, pero, sobre todo, al conocer la realidad de estas mujeres, que era muy desconocida, se genera una historia de ficción que contiene parte de la vida real de algunas de ellas. En concreto, la historia de Bea está basada en una de las chicas que vinieron al rodaje, donde las actrices se conocieron con las personas reales, que estaban encantadas; les gustó mucho el guión y desde el primer momento tanto ellas como los habitantes del pueblo estaban muy contentos de que lo contáramos.

(GORKA GÓMEZ AEC): Sí, la vi preparando esta película.

(GORKA GÓMEZ AEC): Sí, pero en Francia se legalizó antes el aborto que en España, aunque también tuvieron muchos años de prohibición. En nuestro caso, las mujeres adineradas se podían ir a Londres, pero la gente de clase obrera tenía que ir por la vía más sencilla, que era Biarritz. Silvia y yo vimos El acontecimiento porque había algunas semejanzas en la manera de acercarnos a la película, no tanto en el guión. Nosotros también teníamos esa idea de seguir al personaje principal, estar muy pegados a ella. Además, El acontecimiento tiene un acercamiento moderno, es decir, no pretende ser una película de época, la época es como un trasfondo detrás del personaje y no es nada costumbrista. Silvia tenía la misma idea: son los 70, pero queríamos trasladarlo a la actualidad, porque hablamos de una lucha que llega hasta hoy. No queríamos que se quedara como una anécdota del pasado, sino que fuera una película actual, que es el mismo enfoque que usaban ellos en ese sentido de centrar la historia en los personajes y actualizarlos. Compartíamos con esa película esa exclusión voluntaria de la época como elemento costumbrista que deja la historia como una anécdota del pasado. En El acontecimiento ves que están en los 60, pero casi exclusivamente por el vestuario. 

(GORKA GÓMEZ AEC): Ellos en ese sentido son más ‘radicales’ que nosotros, que a veces nos abrimos un poco para respirar, mientras en esa película no respiras ni un segundo, hay momentos hasta que resulta un poco agobiante, pero es algo que les funciona muy bien. Además, en Las buenas compañías hay otras capas narrativas, como por ejemplo la relación de madre e hija y lo emocionante a ese nivel que resulta la secuencia final (que, por supuesto, no desvelamos).

El personaje de la madre de Bea, interpretado por Itziar Ituño, representa a todas esas madres que tenían, como me contaba Silvia, quien lo ha vivido más que yo, unas vidas grises, eran totalmente sumisas y estaban totalmente perdidas. Mujeres que no van a salir de donde están en toda su vida, que se han resignado a tener una vida horrible y además tienen esa especie de bloqueo emocional que les impide solidarizarse desde el primer momento con sus hijas, porque estaban anuladas emocionalmente. Esta mujer sabe lo que está sucediendo, pero no lo quiere hablar hasta que no queda más remedio.

(GORKA GÓMEZ AEC): Sí, a Silvia le interesaba mucho contar la oscuridad de aquella época. Estamos en un pueblo de origen muy industrial, donde llegó mucha inmigración a trabajar, pero eran zonas muy tristes y estéticamente oscuras, sucias, desangeladas. A ella le interesaba transmitir eso como una metáfora de la época que se vivía. En el vestuario también, intentamos quitar los colores y dejarlo todo muy tenue. Tampoco queríamos resultar expresionistas, pero sí conseguir un tono bastante bajo en general en cuanto a la luminosidad. Y eso que es una peli que transcurre en verano, y había una pequeña contradicción, por ejemplo, en algunas escenas en las que sí que se abre un poquito la película y tiene un poquito más de luz, como cuando el grupo de mujeres sale con el autobús. Pero, en general, como estamos casi siempre en interiores, intenté tener oscuro sobre todo el piso de Bea [Alicia Falcó], y diferenciarlo del piso de Miren [Elena Tarrats] por la luz. El de Miren es un piso burgués con ventanales por donde entra el sol; en cambio, Bea vive entre dos callejones, donde la luz solo entra a ciertas horas del día, lo que hace que el ambiente sea tenso y oscuro.

(GORKA GÓMEZ AEC): Es exactamente la misma época. Buscamos un montón de viviendas donde poder poner la casa de Bea, porque no era fácil, tenía que tener ese feeling de la época. Y no íbamos a construir nada, teníamos que encontrarlo. Al final fue una suerte, porque encontramos un piso abandonado donde nos dejaban hacer lo que quisiéramos. Era perfecto, porque era como una «T» que daba a dos callejuelas donde no entraba nada de luz. Y tenía ese pasillo central que conectaba las dos estancias que hay en la cocina y la habitación y no había más. Representaba muy bien aquellos pisos de obreros de aquella época, con pasillo y pequeños habitáculos donde se aislaba la madre de la hija, porque van casi huyéndose por el pasillo.

(GORKA GÓMEZ AEC): Silvia tenía este concepto clarísimo y desde el primer momento ya trabajamos en esa línea. Ella quería estar muy centrada en el personaje principal, en Bea, tener sus reacciones muy cerca de la cámara. Quería seguirla continuamente con los menores cortes posibles, de manera que el fondo y la época quedara difuminada en un segundo espacio, y que ella fuera claramente el personaje principal, por la cercanía de la cámara. Entonces, lo que se ve siempre es el punto de vista del personaje, es una película muy subjetiva. Y, si quieres acompañar tanto al personaje, eso te lleva a la cámara al hombro, para tener esa libertad de seguirla, de sentarte con ella, de levantarte…

(GORKA GÓMEZ AEC): Sí, excepto 2 planos. Queríamos hacer un hombro respetuoso y un poco estabilizado para la peli fluyera y así transmitir la espontaneidad de esta chica que va descubriendo cosas, y la cámara las va descubriendo con ella. Cuando ella mira, la cámara da la vuelta y ve lo que ella está observando y descubriendo. Y eso nos llevó a hacer planos muy largos.

Silvia quería secuencias coreografiadas largas que describieran toda la acción, y eso lo hacemos mucho en la casa. Si alguna vez nos quedábamos sin alguna reacción y necesitábamos un plano de apoyo, pues lo hacíamos, porque no se plantea hacer plano secuencia por el hecho de hacerlo, pero en todas las coreografías la voluntad era hacer planos lo más largos posible que describieran toda la acción. Así que planificamos toda la película, antes de rodar pudimos ir a las localizaciones principales varias veces con un teléfono, viendo lo que funcionaba, lo que no, y vimos que nuestra idea era factible y así lo hicimos, con pocos planos y largos; a veces las escenas cubiertas por uno o dos tiros de cámara, y nada más.

(GORKA GÓMEZ AEC): En el piso de Bea era complicado, a veces tenías que llevar las luces por mesa para bajar algunas, encender otras, porque a veces cuando daba la vuelta me venía la luz de frente. Esto lo hace todo más complicado, pero también más espontáneo y real, y al equipo le suele gustar, porque cada plano es un pequeño reto para las luces en un piso tan pequeño, la gente tenía que andar escondiéndose por todas partes. Y a los actores, a la vez, les da mucha libertad. A mí me daba miedo que en la primera película de Alicia Falcó como protagonista se sintiera agobiada por tener la cámara tan cerca todo el rato, pero Silvia, que es actriz, me decía que es todo lo contrario, que tener tan cerca la cámara te aísla del mundo, te haces uno con la cámara y se convierte en un baile entre 2 elementos, ya no ves tanto todo el lío de las luces. En un esquema más tradicional, de máster, cortos y repeticiones, creo que hubiera resultado más artificial, sobre todo para un actor que no tiene toda la experiencia. Por eso, tampoco le poníamos marcas. Queríamos reducir el dispositivo del cine al mínimo posible para que estuviera más libre.

(GORKA GÓMEZ AEC): Ensayando mucho, y si a veces caía un paso más atrás o adelante, yo lo corregía con el cuerpo o con el foco. Además, al hombro tienes la facilidad de que si ves que la actriz no ha llegado, apoyas un poco.

(GORKA GÓMEZ AEC): Con la Alexa Mini LF y ópticas Signature, bastante abiertos de diafragma -f/2, f/2.8-. Casi siempre usé la lente 37mm, con un filtro para quitar un poco de definición a la imagen. Después, en postproducción, le añadimos un poco de grano.

(GORKA GÓMEZ AEC): Llevo ya unos años usando siempre la misma, que en cada proyecto voy modificando un poco. Funciona muy bien en los rostros, algo muy importante en una película en la que estamos tan cerca de las pieles. Simplemente la desaturé un poco y usé siempre la misma LUT. Si hacía cambios era ya con la luz del set. Trabajé haciendo color en set con el DIT, tocando día a día y siendo súper fieles a lo obtenido en rodaje. Luego, con Juan Hernando en color mejoramos ciertas cosas, pero sin salirnos del look de la película. 

(GORKA GÓMEZ AEC): Pues la rodamos en pleno julio y al sol, pero la LUT al ser bastante mate y además desaturada igual te quita un poco de ese brillo cegador del verano. Tiene el feeling de sol, pero sin tonos demasiado cálidos. Tampoco queríamos hacer una escena de felicidad, estamos en un espacio industrial en el post-franquismo donde pasa lo que pasa. 

(GORKA GÓMEZ AEC): Sí, no es una película con la belleza que te da la calidez del verano. También los veranos del norte son más grises…

(GORKA GÓMEZ AEC): Esa la ensayamos mucho, porque, además, Alicia tuvo que aprenderse la canción y era un plano secuencia de 4 minutos y medio, y arrancabas con ella, luego se iba a la ventana, luego aparecía su tía, y encima no cabíamos por ese pasillo. Yo me tenía que hacer a un lado para que ella pasase, que no se notase en cámara que ella me esquivaba… Y luego estaba el tema de que ella tocaba realmente la canción, yendo con la guitarra por ahí, mientras fuma, mira por la ventana… tenía su complejidad, pero salió bien. No creo que hiciéramos más de 3 tomas. En la película es la primera vez que dentro de la casa veíamos esa propuesta de plano secuencia. A esa escena luego le añadimos un poco de punto de vista para poder contarla. La rodamos de principio a fin y luego rodamos el punto de vista, cuando Alicia está hablando por teléfono con su padre y ve que su tía y su madre se meten en la habitación.

(GORKA GÓMEZ AEC): En esa secuencia dejé la ventana de la cocina solo con la luz natural, porque estaba ya muy suave, había una hora que se iba el sol y se quedaba todo igualado. En general, mi concepto lumínico era que en la casa solo entraba la luz por la cocina por la mañana y luego por el salón, donde está la madre tejiendo por la tarde. Amanece por un lado y atardece por otro; por tanto, el salón iba a ser un poco más cálido y la cocina más fría. Así que en esa escena no iluminé por la ventana de la cocina, lo dejé frío. Y luego, en cambio, cuando se gira la cámara y vemos la fuga del pasillo con el salón al fondo, por ahí puse una luz de sol de atardecer que le da la continuidad a toda la escena. 

Ese mismo esquema lo mantuve bastante: atardeceres por el salón, por la noche, la cocina tiene una luz fría, y en cambio, por el salón se cuelan sodios de la calle y le da un tono más cálido. Contraste frío y calor, de noche y de día. Sin embargo, en la escena donde Bea se despierta, su tía está desayunando y mientras están haciéndole la cama, es un amanecer y es la única vez en que entra luz cálida por la cocina. Pero bueno, intentaba mantener ese esquema de frialdad y calidez dentro de la misma casa tanto de día como de noche, que también servía un poco para simbolizar así a la madre y a la hija.

Teníamos que entrar con Cherry pickers por las calles, bloquearlas, porque casi no cabían, pero siempre usé las ventanas y en el interior, si no recuerdo mal, iluminé un poquito de base la habitación de Bea y lo demás lo dejé sin nada. En principio puse una luz y luego vi que no me gustaba y quité todo. Por tanto, las luces entran solo por los lados. Así que cuando entraba con la cámara por el pasillo, había que tapar la luz de la cocina. Y al revés, cuando me giraba para el otro lado, venía un eléctrico y hacía un negativo.

(GORKA GÓMEZ AEC): 1280, casi siempre ruedo así. Creo que, en general, no uso demasiada luz, pero esta peli me pedía no pasarme y dejarlo todo muy natural. Simplemente reforzaba por las ventanas en la casa de la otra chica, Miren, que daba a la playa de la Concha, cuando nosotros estábamos contando que era el centro de Errentería. Tuvimos que tapar las ventanas por el otro lado con unas celosías y puse toda la luz por las ventanas. Tanto ahí como en el salón de abajo, donde está la abuela de Miren, solo usé las fuentes de ventana. Todo desde fuera.

Y también recuerdo en el plano del arranque de la película, un plano en que había que estar encima de ella. Queríamos empezar y terminar la película del mismo modo, con el primer plano de la protagonista. Silvia quería escuchar toda la conversación de las chicas en off y estar con ella, se trataba de estar 2 minutos y medio sobre la cara de la actriz. Para ver cómo lo hacíamos, estuvimos haciendo pruebas en las pruebas de cámara a ver si yo aguantaba y no me temblaba el pulso, porque no queríamos usar una steady, queríamos empezar ya con el lenguaje de la peli. Y salió bien. Te levantas con ella y fuera de foco, porque no vemos a las demás, ya entiendes un poco que hay un fondo, que hay unas amigas, pero que nosotros vamos a estar conviviendo con esta chica toda la peli, la primera secuencia te mete directamente en el tono. Me gusta que está bien marcado lo que luego vas a ver desde el primer momento. Fue una idea de Silvia de que me parece muy acertada.

(GORKA GÓMEZ AEC): Esa fue compleja también, porque no es una peli con mucho presupuesto y en esa escena tenía que haber extras, porque el autobús iba a cruzar toda la parte vieja de Errentería. La dividimos, era inevitable que fuera ‘troceada’, porque era imposible hacerla en plano secuencia; la rodamos creo que en dos días diferentes y con un tercero donde hicimos un par de pasadas. Requirió mucho ensayo y planificación, así como quitar muchas pintadas que estaban fuera de época, tapar un montón de cosas… Casi siempre, lo que hacíamos era posters del estilo de la UGT, que es muy sufrido (bromea).

(GORKA GÓMEZ AEC): Hay muy poca postproducción, el único plano de repuesto real es cuando, al comienzo, Bea camina con la navaja en la pared y abre a un plano general donde pone Errentería y era todo fuera de época. El agua de la ría es de post, los fondos son de post, las fábricas, pero necesitábamos un plano abierto donde vieras la época. El resto lo hemos hecho todo analógico: posters, mantas oscuras que tapaban cosas directamente…hay fondos donde directamente tapamos por la poca profundidad de campo.  

(GORKA GÓMEZ AEC): Sí. Por un lado estaba muy buscada, por la idea de Silvia de una sensación de la época, pero sin la profundidad suficiente para restar protagonismo a la protagonista. Y, por otro lado, fue estupendo para aliviar el presupuesto, porque muchas cosas las solucionó el diafragma. 

Entrevista a ÁLEX DE PABLO, Premio Goya a la Mejor Fotografía por “As bestas” de RODRIGO SOROGOYEN (2022)

“Queríamos que la imagen no tuviera un protagonismo especial, que fuera sobria y que a la vez provocara cierta tensión en el espectador”. ÁLEX DE PABLO DF

As Bestas, dirigida por Rodrigo Sorogoyen (Que dios nos perdone, El Reino), cuenta la historia de Antoine (Denis Ménochet) y su esposa Olga (Marina Foïs), quienes cumplen el viejo anhelo de vivir de la tierra en un pueblo alejado en Galicia. Al contrario de sus expectativas, allí sufrirán el acoso y el rechazo de los hermanos Anta, Xan (Luis Zahera) y Lorenzo (Diego Anido), quienes harán todo lo posible para alejar del pueblo a la pareja de franceses. Es en este contexto donde se desarrolla este potente thriller con tintes de western donde, a través de la exploración de las relaciones entre los personajes, se abordan conflictos tan antiguos como el rechazo a lo extranjero y las fronteras del diálogo, pero, sobre todo, se ilumina un aspecto tan oscuro y humano como la idea de que el hombre, detrás de la cultura y la civilización, esconde también una parte animal que parece surgir con violencia en los momentos donde se han agotado todas las posibilidades de comunicación racional. 

(ÁLEX DE PABLO): Siempre leo las primeras versiones de cada proyecto desde que Rui [Sorogoyen] empieza a escribirlos, compartimos mucho y hablamos de cómo entiende cada uno el proyecto. Leí la primera versión del guion de As Bestas antes de rodar El Reino, y después hubo unas cuantas versiones más de guion, por lo que ya llevaba bastante tiempo con este tema. Eso ayudó mucho, porque cuando empezamos a rodar, ya teníamos la película en la cabeza y habíamos pasado por diferentes maneras de verla desde el punto de vista estético.

Al final es un viaje, desde lo que piensas al principio hasta lo que haces, ya que hay muchos cambios y eso es lo bonito. Así es como me gustaría trabajar siempre con cualquier director, luego obviamente es más difícil porque enganchas con otros proyectos que ya han arrancado o con gente que no conoces o con quienes no tienes esa confianza. 

(ÁLEX DE PABLO): Pienso en lo que sentimos al ver por primera vez una Rapa en Sabucedo, que es una de las más antiguas de España. Esta se originó con la promesa que hicieron unas señoras de cuidar a los caballos salvajes si el pueblo en el que vivían se libraba de la peste. Desde entonces, la gente del lugar, los aloitadores, reúnen una vez al año a todos estos caballos que viven libres en los montes, les encierran en una especie de ruedo donde cortan sus crines y les desparasitan, con el fin de mantenerlos saludables. 

Aunque desde nuestra perspectiva urbanita nos pueda parecer salvaje, ya que los aloitadores solo usan su fuerza y destreza para reducir a los caballos, creo que es una práctica más cercana a la esencia del ser humano que la vida en una gran ciudad. En la película funciona como una metáfora, porque dentro del mundo rural hay gente muy dura, acostumbrada a un tipo de vida solitaria, que se relaciona mucho con animales, que se dedican a la caza, al ganado: un tipo de vida que poco tiene que ver con la nuestra y que de alguna manera alberga un aspecto más primitivo del ser humano. 

En ese sentido, queríamos que la imagen no tuviera un protagonismo especial, que fuera sobria y que a la vez provocara cierta tensión en el espectador. Asimismo, queríamos que la cámara no se moviera como en otras películas, que fuera un personaje neutro: que la tensión, la agresividad y la ansiedad que provoca la situación de los personajes tenga que ver más que ver con lo que realmente estamos viendo. Muchas veces, la gente cree que la fotografía más naturalista es más fácil, que tiene menos luz, y es todo lo contrario.

(ÁLEX DE PABLO): Al principio, no trabajamos con referencias, pero sí hablamos de algunas películas para saber si realmente coincidíamos con el lenguaje que estábamos diseñando, porque es fácil comentar cosas, creer que piensas lo mismo, pero luego la imagen no coincide tanto como creías y nosotros siempre queremos llegar a los rodajes con todo lo más claro posible, para no perder tiempo. Sin embargo, el western, a grandes rasgos, era una buena referencia y pensamos también en Pozos de Ambición (Paul Thomas Anderson, 2006), que realmente no es un western, pero que podría ser algo parecido. Esta ‘peli’ conectaba con un sentir mutuo entre el director y yo, con una imagen que teníamos en nuestras cabezas. Muchas veces, la gente cree que la fotografía más naturalista es más fácil, que tiene menos luz, y es todo lo contrario.

(ÁLEX DE PABLO): Queríamos marcar una diferencia entre la primera y la segunda parte: la primera parte de la película está rodada en anamórfico y la segunda en esférico. Esto nos permitía jugar con cambios en la profundidad de campo y con una diferencia entre la distancia del personaje con la cámara. Además, durante la primera parte contemplamos más lo que ocurre y después entramos en la psicología del personaje de Olga. 

Hasta que sucede el cambio en la historia relacionado con Antoine, que es el artífice del proyecto que comparten, me sentí como un mero espectador, ya que siento que la historia gravita sobre el personaje de Olga; pero esto no cobra sentido hasta que avanzamos gran parte del metraje. Desde mi punto de vista, la historia previa nos ayuda a entender su transformación, la fortaleza y determinación que adquiere. Me interesaba, en la segunda parte, estar más cerca de ella, entrar en su mente, en sus emociones, y esto lo quise expresar a través del cambio entre objetivos anamórficos y esféricos.

(ÁLEX DE PABLO): Sí, la primera parte es más estática, la cámara siempre va sobre un trípode, un travelling con grúa o un charriot, y en la segunda la cámara siempre está sobre una steady. En la transición entre la primera y la segunda parte usamos Arri Trinity. Creo que la transición es sutil. 

(ÁLEX DE PABLO): Hicimos un parón de casi un mes para que cambiase el paisaje. Para nosotros era muy importante, porque en las ciudades no se percibe mucho el cambio de estaciones, más allá de si hace frío o calor. En el campo, que para nosotros era un protagonista más, el cambio se percibe con mucha claridad porque afecta a la vida de las personas. De hecho, el director luchó mucho por hacer ese parón, que no es nada fácil en una producción, ya que supuso un esfuerzo importante por parte de los productores porque implicaba mantener a un equipo, un elenco, así como dificultades económicas. También dudábamos si el paisaje podía cambiar durante ese mes y al final tuvimos mucha suerte porque nevó, algo que fue muy complicado para el rodaje, pero que también mereció la pena.

(ÁLEX DE PABLO): Esa es un poco la imagen que nosotros tenemos desde nuestra vida urbanita, sin tener en cuenta que la naturaleza es muy salvaje y cruel. Nosotros, en cambio, vamos el fin de semana a dar un paseo, a tomar un cocido, un cordero, a estar a gusto. Yo vivo en el campo y muchas veces cuesta, estás mucho tiempo solo, lo que exige tener un control potente de tu vida, porque fácilmente puedes angustiarte al no estar acostumbrado a contemplar el paso del tiempo. Santiago Lorenzo, autor de Los asquerosos, comentó en una entrevista que la gente de ciudad se va a vivir a un pueblo entusiasmada y a los seis meses ya no sabe qué hacer allí.

Por un lado, la naturaleza es cruel, pero por otro te aporta mucha riqueza interior, y la gente del campo navega entre esas dos aguas. Ellos tienen los pies en la tierra de una manera bastante más real que la nuestra, tienen una relación diferente con la naturaleza, mientras que nosotros vivimos sobre asfalto toda nuestra vida. Es gente que no vive en un mundo ideal, porque, como describe la película, sus circunstancias son duras y eso también forja su personalidad, para bien y para mal.

(ÁLEX DE PABLO): En esta película nos parecía que esa tensión, hasta el momento en que cambia la historia, se conseguía con cierta distancia, contemplando lo que ocurre en ese pueblo, con cierta economía de planos, siendo sobrios en la fotografía y los movimientos de cámara. En la segunda parte, la tensión la vivimos más en la mente de Olga, en cómo afronta lo que le ocurre, ya que encuentra algo dentro de ella que hasta ese momento no descubre. Se comporta de una manera sosegada, vemos cómo habla con la guardia civil sin alterarse, discute con la hija, que es el reflejo del padre, pero no explota hasta que su hija le falta al respeto de manera cruel debido al dolor que siente al no entender a su madre. Sin embargo, desde un punto de vista fotográfico, hay más dinamismo, a pesar de que los movimientos de cámara no sean agresivos. Esa manera de contarlo, que a lo mejor puede parecer paradójica, aquí funciona muy bien. 

(ÁLEX DE PABLO): Cuando alguien no sabe lo que quiere, quiere rodarlo todo para luego en el montaje ver qué pasa. Antes, nosotros también teníamos esos miedos, pero cada vez tenemos más claridad sobre lo que necesitamos para una película. Por ejemplo, en la secuencia del bar, dudamos si realmente íbamos a conseguir albergar con ese plano largo toda la atención que buscábamos, y creo que fue una decisión valiente, porque es un momento muy importante de la película. 

Muchas veces se rueda mucho, desde un montón de ángulos, y al final a los proyectos les falta personalidad, es por eso que en el cine es muy importante construir el punto de vista. Hay que tener claro qué historia estás contando, y si hay un cambio en la historia, desde qué personaje la contarás. Todo eso, obviamente, tiene un riesgo, porque si tú te llevas la película hecha desde el rodaje, luego no tienes tantas opciones en montaje, y aunque puedas jugar con la estructura, las secuencias son lo que son.

Entiendo que debe ser muy difícil para un director hacer el ejercicio de saber qué es imprescindible en una escena. Por eso es importante apoyarse en los productores, en los montadores, en los fotógrafos, porque si todos coinciden en algo, eso debe iluminarte un poco. En el caso de Rodrigo, él va muy seguro de sí mismo, y gran parte de su seguridad se debe a que se apoya en sus colaboradores más cercanos.

(ÁLEX DE PABLO): De concepto yo creo que cero, soy muy accidental e instintivo trabajando. Procuro alejar la intelectualidad de mi trabajo, porque creo que es cuando te enredas. He visto que en ocasiones se trabaja con un enfoque muy intelectual y después uno se pregunta: ¿cómo se traduce eso en la imagen? Yo necesito sentirlo, necesito vivirlo físicamente, no en mi cabeza. Obviamente, me imagino la peli, leo el guion muchas veces, pero no diseño nada más allá de los conceptos generales.  

(ÁLEX DE PABLO): El acercamiento inicial hacia los caballos nos gustó y nos inspiró para hacer el acercamiento hacia Antoine después, pero luego ocurrió accidentalmente que el vaho que sale en esa escena de la boca del protagonista. A pesar de que ese punto lo encontramos rodando la escena de los caballos, no fue algo planeado sobre el papel, ni pensamos en acercarnos al hocico del caballo y que eso se una al momento en el que están sobre Antoine. Evidentemente, el concepto está encima de la mesa: ellos están sobre Antoine de la misma forma que aloitan a los caballos, pero el paralelismo surgió mientras rodábamos. Si tengo que frenar el ritmo, normalmente es porque pienso que, si no me creo lo que estoy viendo, no se lo creerá nadie.

(ÁLEX DE PABLO): Hay algo básico, y es que la mayoría de pantallas tienen una relación de aspecto panorámica, y cuando estoy en el cine me gusta ver la pantalla completa. Parto de esto que puede parecer muy simple, pero para mí no lo es, porque siempre esperamos que detrás de cada decisión de una película haya una explicación intelectual. Es cierto también que el paisaje es un protagonista más, así como la dureza de la naturaleza, por lo que, en ese sentido, el formato panorámico me proporcionaba la fuerza que buscaba. Cada historia tiene su relación de aspecto, es encontrarla y luchar por ella.

(ÁLEX DE PABLO): Rodamos con la Alexa Mini LF. La primera parte fue rodada con unos Master Anamorphic, que son unos objetivos que no poseen las típicas características de los objetivos anamórficos. Además, para que la transición fuese un poco más sutil, la segunda parte se rodó con ópticas Arri Signature Prime. También me propuse dar cierta estabilidad a las imágenes, cierta pesadez al intentar rodarlo todo con manivelas, aunque rodé mucho menos de lo que me hubiese gustado. Luego, esas cosas el espectador las siente sin darse cuenta, pero lo importante es que no sea algo obvio. Cuando un plano secuencia es necesario, el espectador no se da cuenta, y lo único que consigues, que es muchísimo, es que viva la historia como si estuviese ahí.

(ÁLEX DE PABLO): A José le conozco desde hace muchos años, pero nunca habíamos trabajado juntos. Nos entendimos muy bien intelectual y emocionalmente, ya que fue un trabajo bastante exigente por las circunstancias y por la historia que estábamos contando. El director de arte trabaja más tiempo en una película que el director de fotografía, entonces él nos iba mostrando cosas, lo comentábamos los tres; pero, obviamente junto al director, tenían la última palabra en estos temas. 

Cuando encontramos la casa de los protagonistas, así como el bar, tenían una verdad y una vida que era muy potente desde la base, pero más allá de la estructura, todo es un trabajo de Jose que se integra muy bien en la historia, ya que no resalta. Ese también era mi objetivo como fotógrafo: no estar por encima de la historia.

(ÁLEX DE PABLO): Esta película tiene un trabajo de luz también bastante laborioso, y secuencias como las de la cocina eran largas y muy complicadas, porque había un gran ventanal. A mí me encanta también la cocina, sobre todo el plano secuencia madre e hija tiene mucha fuerza. En este sentido, es muy difícil decidir en qué momentos rodar un plano secuencia, no solo por la obviedad técnica, sino porque es fácil dejarse llevar por la tentación y no reservarlo para los momentos en los que realmente cuenta algo, ya que es ahí cuando cobra una potencia narrativa que de otra manera no tendría. Cuando un plano secuencia es necesario, el espectador no se da cuenta, y lo único que consigues, que es muchísimo, es que se meta y viva la historia como si estuviese ahí.

(ÁLEX DE PABLO): Muchas veces, la gente ve las películas que he hecho y creen que la fotografía más naturalista es más fácil, que tiene menos luz, y es todo lo contrario. A veces, las fotografías más pictóricas son las que menos trabajo necesitan, ya que, con una simple luz, le das un contraste fuerte, le das volumen, y rápidamente puedes conseguir una imagen que se valora más entre la gente que más o menos sabe de fotografía. A mí me obsesiona eso, el creer lo que estoy viendo, y aunque creo que trabajo muy rápido, si tengo que frenar el ritmo, normalmente es porque pienso que, si no me creo lo que estoy viendo, no se lo creerá nadie. 

Como cineastas, estamos tentados a querer exhibirnos, a ser virtuosos, a gustar a los demás. Por otro lado, esta es una profesión donde se corre mucho riesgo, ya que ahora estás aquí y a lo mejor dentro de diez años quizá nadie te llame para hacer una película; es muy fácil querer hacer cosas para gustar. Como cineasta, pongo por delante el poder hacer lo que siento, antes que poder trabajar y ese punto es agobiante, porque ahora mismo tengo una situación en la que me llaman profesionalmente, que no me va mal, y puedo permitirme el pensar y actuar así, pero hubo otros momentos de mi vida donde, aunque había rodado Que Dios nos perdone (2016) y El reino (2018), no tenía mucho trabajo.  Soy muy instintivo trabajando. Procuro alejar la intelectualidad de mi trabajo, porque creo que es cuando te enredas.

(ÁLEX DE PABLO): Habitualmente, me gusta iluminar desde fuera y matizar desde dentro con cosas pequeñas. Siempre me ha gustado no condicionar el movimiento de los actores, que se sientan libres. Cada peli pide una cosa diferente, pero yo intento utilizar luces diegéticas que hay en los decorados, y esto lo trabajo junto al director de arte. A pesar de que en esta peli lo hay y está justificado, al ser la casa un lugar bastante oscuro, no me gusta cuando es interior- día y hay lámparas encendidas, aunque esto se ve constantemente en las películas. Este es otro de esos recursos fáciles, porque visualmente es potente, pero me cuesta hacerlo. 

Me gusta también trabajar con la menor cantidad posible de luz, aunque a veces no se puede. Al igual que en Antidisturbios, en ciertas escenas de As bestas, hay muy poca luz, pero si consigo que el actor sienta algo parecido a lo que va a sentir el espectador, me parece que es muy buen entorno para trabajar, ya que normalmente los actores trabajan en espacios sobreiluminados donde no hay intimidad y se sienten observados. 

Ahora, con la cantidad de luces LED que hay, que tienen un buen rendimiento de color, gran potencia, son pequeñas, ligeras, y super autónomas, procuro nutrirme de todo lo que sale. Normalmente, no me suele gustar llevar más allá de un Arri M90 en el camión como base, aunque me gustan mucho las fuentes grandes y que la luz tenga recorrido. Pero ahora, todos están acostumbrados a otro ritmo, el material nuevo permite ir más rápido. 

(ÁLEX DE PABLO): En ese momento consideré que lo que podía ayudar a contar esa secuencia era que entrase una luz fuerte, con color, que tuviese mucha presencia. Como era la primera secuencia en la que vemos a los personajes, quería presentarles de una manera dura, pero a la vez plácida, que es un poco lo que ocurre en la naturaleza: es cruel, pero también bella. De alguna forma, quería que esa secuencia produjese también esa sensación en el espectador y probablemente este sea el único momento en el que me permití la licencia de ser menos realista.

En relación a la luz, en la parte del bar usé tres 18kw Alpha, que son aparatos pequeños, compactos, a los que puedes poner lentes, pero que dan una luz abierta, muy bonita cuando cae directa. Es fácil trabajarla, a diferencia de un Arrimax, que da una cantidad impresionante de luz, pero que debes trabajarla mucho más

(ÁLEX DE PABLO): Etalonamos en Luciérnaga con Paulino Fernández, que hizo un grandísimo trabajo y su implicación fue total. Nos entendimos muy bien desde las pruebas de cámara, una relación así es lo soñado para cualquier director de fotografía. En el etalonaje potenciamos lo que tuvimos durante el rodaje. Hicimos un parón de un mes para que cambiase el paisaje y el clima, y tuvimos suerte porque así ocurrió. Cuando conocemos a nuestros protagonistas y el entorno en el que se han instalado, contamos con la belleza, la dulzura y la calidez del verano, que se van transformando en otoño hasta llegar a la dureza y frialdad del invierno. 

MANDY WALKER ASC ACS, sobre la fotografía de ‘Elvis’ de BAZ LUHRMANN (2022)Final del formulario

La película explora la vida y la música de Elvis Presley (Austin Butler) a través del prisma de su complicada relación con el coronel Tom Parker (Tom Hanks), su enigmático manager. La historia profundiza en la compleja dinámica que existía entre Presley y Parker que abarca más de 20 años, desde el ascenso de Presley a la fama hasta su estrellato sin precedentes, en el contexto de la revolución cultural y la pérdida de la inocencia en Estados Unidos. Y en el centro de ese periplo está Priscilla Presley (Olivia DeJonge), una de las personas más importantes e influyentes en la vida de Elvis.

 Cuando hablamos del Rey, nada puede ser menos que épico. La carrera hacia el estrellato, la música y la vida de Elvis constituye un drama plenamente cinematográfico. Luhrmann, un experto en contar grandes historias, narra la vida de Elvis a lo largo de varias décadas. Empezamos con su infancia en Beale Street en Memphis hasta terminar en Las Vegas.

Walker inició su relación con la producción a principios del 2019, cuando tuvo la primera reunión con Baz sobre el proyecto. En ese momento estaba construyendo la película, buscando que la aprobaran y todavía no tenía finalizado el guion. “El que tenía no era el definitivo, pero nos reunimos en ese momento porque ya llevaba diez años investigando para rodar este proyecto. Y, la verdad, había avanzado mucho en cuanto al lenguaje visual de la película y cómo la imaginaba”, nos explica. Ambos iniciaron su colaboración hablando de las referencias históricas que Baz había reunido junto con Catherine Martin, la Diseñadora de Producción. Martin tiene un peso fundamental en el diseño de las historias de Baz, y ha trabajado con él en seis largometrajes, también como productora y diseñadora de vestuario. 

Mandy nos cuenta que, en la preproducción, que duró alrededor de 16 semanas, se hicieron pruebas extensas y que abarcaron todos los departamentos. “Baz fomenta sobre todo la colaboración y la armonía entre departamentos. Hace que haya un trabajo muy fluido entre el Diseño de Producción, Diseño de Vestuario, Maquillaje, Peluquería y Fotografía”. Como ejemplo, nos explica que invirtieron mucho tiempo en crear diferentes LUTs para cada parte de la historia y que estas requirieron de muchas pruebas. “Cuando haces pruebas con Baz, no tienes solo a una persona delante de una carta de color. Lo que hicimos fue construir un pequeño decorado y traer a Austin [Butler] con vestuario para probar iluminación y texturas”, explica. “En las pruebas con el Vitaliner de Elvis, la casa motorizada que tenía en MGM, el Departamento de Arte construyó una versión de prueba, con las telas y tratamientos en las ventanas que iba a usar. Una vez lo tuvieron listo, rodamos pruebas con iluminación completa. De esta manera, cuando llegamos al set de rodaje, ya estábamos todos alineados y todos los departamentos sabíamos lo que íbamos a hacer”.

Al tratarse de una biografía, consideraron fundamental remitirse a material original. Además de metraje de conciertos y apariciones públicas, también trabajaron con películas caseras y fotografías que consiguieron reunir. “Con este material, lo que buscaba Baz era contar el viaje del personaje y su relación con la cultura americana de los años cincuenta, sesenta y setenta. Lo que hacía falta era encontrar la manera de plasmar esto en la pantalla”, cuenta Walker. “Llegado a ese punto, empezamos a hablar de cámaras y ópticas. Por un momento nos preguntamos si deberíamos rodar en celuloide, pero finalmente decidimos que no. Buscábamos tantas estéticas diferentes que optamos por el digital. Finalmente rodamos con una Alexa 65”.

La selección de las ópticas no fue sencilla. Walker entró en contacto con Dan Sasaki en la sede de Woodland Hills de Panavision para buscar las adecuadas. “Tengo muy buena relación con él y le conté la historia y el periodo de tiempo que cubría. Me ofreció diferentes ópticas ese mismo día. Nos decidimos por las Sphero 65 para la primera parte de la vida de Elvis y por anamórfico cuando va a Las Vegas y la parte final de la historia”, explica. Cuando la película pasa por diferentes periodos, el cambio visual te ayuda como espectador a situarte en el momento.

Las Sphero 65 se usaron para recorrer la parte inicial de la vida de Elvis, hasta su llegada a Hollywood y el Especial del 68 que rodó para la cadena NBC. Estas ópticas tienen una paleta más suave y menos contrastada. Según Mandy, “tenían una ligera aberración, una ligera cremosidad que hace que no sean tremendamente nítidas. No tienen en absoluto un aspecto digital. De hecho, están hechas de cristal antiguo. Son el mismo cristal que usaron en Lawrence de Arabia”.

Las ópticas anamórficas de los años 70 se eligieron para contextualizar más el periodo. Sin embargo, introdujeron algunas modificaciones.  Además de hacerlas más saturadas y contrastadas, “cambiamos el color de los flares para que no fueran la línea azul tradicional que todo el mundo está acostumbrado a ver en películas de ciencia ficción. Añadimos color a los flares. Había verde y magenta y amarillo y azul, todos mezclados a la vez”, nos explica. Estas lentes se hicieron a mano desde cero e incluso se añadieron pequeños símbolos de Elvis en ellas. “La manipulación que se hizo fue orgánica. Pasamos por tres iteraciones de estas ópticas”.

Para secuencias de flashback y ensoñaciones, Dan les preparó una óptica Petzval. “Estaba hecha del cristal de un proyector del siglo XIX. Por ejemplo, la usamos cuando Elvis se colapsa por el cansancio. También la usamos cuando ha tomado drogas, para enfatizar esos momentos. La lente crea una especie de viñeta en la imagen en la que solo el centro está enfocado y los bordes están desenfocados. También causa un viñeteado en la apertura. La usamos para resaltar las emociones de los personajes en las partes dramáticas de la historia”.

El color fue una conversación que también se inició en las primeras reuniones de preproducción. El material de archivo les proporcionó una excelente referencia para lograr conectar con los diferentes periodos que querían reflejar. 

“Catherine Martin, Karen Murphy (diseño de producción), maquillaje y peluquería y yo mantuvimos muchas reuniones con Baz para decidirnos por una paleta de color que uniera todos estos elementos. Lo que hacíamos Baz y yo era traer al DIT en cada secuencia, sentarnos en la tienda de campaña y asegurarnos de crear una LUT que funcionaba bien con lo que había delante de la cámara”, cuenta. El resultado son paletas cromáticas específicas para cada momento, aunque haya temáticas comunes. 

La primera parte de la vida de Elvis, que transcurre en Memphis entre Beale Street, la iglesia Pentecostal y su casa en Tupelo, utiliza lo que Baz llamó ‘color blanco y negro’. Esta elección proviene de algunos de los fotógrafos de referencia que utilizaron, como fueron Gordon Parks o Saul Leiter, quienes trabajaron durante el periodo en que Elvis estuvo en Memphis y cuyo trabajo antecede la fotografía en color. En este periodo utilizan colores similares al pastel, pero acentuando los blancos y negros. La intención de Luhrmann y Walker era poder conectar con el periodo, pero sin ser nostálgicos, ya que buscaban que la sensación fuera de actualidad. Una vez que Elvis llega a Hollywood, Mandy indica que el color es “Kodachrome, por supuesto”. 

Conforme la narración avanza y se quieren insertar imágenes que existen en archivo, se introduce lo que Luhrmann llamó trainspotting. Bajo este nombre se refieren a la reproducción de imágenes existentes, de la manera más fiel posible. Es decir, no buscaban rodar una nueva versión de un concierto, sino volver a rodar el que Elvis dio, imitando encuadres, focales e iluminación para crear una reproducción exacta. Esto afectó, por ejemplo, al Especial de Elvis del 68, sus conciertos en Las Vegas y otras actuaciones. “Tuve que investigar las luces y los conceptos de iluminación de la época. Por ejemplo, en el Especial estudiamos qué luces tenían en el momento.” No solo las analizaron para imitar su efecto, sino que las utilizaron en aquellos planos en que se ven en cámara. Mandy las combinó con luces LED modernas, las cuales usó sobre todo para reforzar planos cortos y embellecer la imagen. 

Este trabajo de análisis empezó en preproducción. Para el concierto de Las Vegas, se incorporó al operador de cámara y maquinista antes de lo habitual para analizar los ángulos de cámara, las ópticas utilizadas y así conseguir imitar los movimientos de cámara, los cuales también incluían zooms, que se rodaron con ópticas Primo, esféricas y anamórficas.

Los conciertos incluyen también secciones dramáticas en las que se avanza la historia. Por ejemplo, en el concierto de la NBC el Coronel está viendo la actuación desde la sala de control. Estos planos que conectan a ambos personajes emocionalmente son diferentes a los de trainspotting. Para diferenciarlos, Walker volvía a sus ópticas habituales y dejaba de utilizar las del trainspotting. Además, también, “cuando queríamos enfatizar algún momento concreto, reducía la profundidad de campo o movía la cámara de forma diferente”, para así separar los conciertos de la narración.

El trainspotting afectó mucho el lenguaje de la cámara, aunque “tuvimos mucha suerte de contar con grúas modernas”, nos explica. “Contamos con una Scorpio, que nos daba mucha flexibilidad para conseguir los ángulos y movimientos que buscábamos. Intentábamos reproducir algunos movimientos con dollies. Siempre era un poco ensayo y error. Hacíamos ensayos con vestuario y con todas las cámaras en posición. Buscábamos igualar las cámaras y los movimientos de zoom, haciéndolos más mecánicos. Intentábamos no tener una sensibilidad demasiado moderna”.

Toda la película se rodó en Australia, y alrededor de un noventa por ciento se rodó en platós de Queensland. Había dos platós exteriores: en uno de ellos se construyó Graceland. “De Graceland construyeron una fachada y la entrada en una localización que estaba a hora y media de los estudios de rodaje”, recuerda Walker. Debido al confinamiento, este set tuvo que recogerse y almacenarse durante casi un año, incluyendo las plantas y el césped. “También se construyeron cuatro manzanas de Beale Street. Esto también estaba como a hora y media, en un terreno muy plano. Tenía la ventaja de que podíamos poner chromas al final de cada calle. Allí rodamos de noche y de día”. Además de estas, había otra localización exterior, la de Shakerag, el lugar donde los músicos se quedaban cuando tocaban en Tupelo. Este espacio lo vemos al principio de la película, cuando Elvis tiene diez años. “Lo rodamos en una vieja granja de gambas”, cuenta Walker. “La usamos porque tenía el tipo de paisaje que representaba el lugar en el que creció”. 

Aparte de estos espacios, todos los demás fueron interiores en plató, construidos expresamente. Esto incluyó tanto los interiores de Graceland como todas las secuencias de conciertos o clubs musicales. “Construimos todo en plató. Por ejemplo, el Club Handy es construido. En él ves a Elvis entrar y ver a B.B. King y otros músicos. Todo son platós interiores que luego vinculamos a los exteriores construidos. En la localización exterior teníamos una fachada y luego el interior se rodaba en plató”. En total, Walker indica que la película contó con alrededor de 126 localizaciones diferentes.

La historia de Elvis arranca en una rueda de feria, cuando el Coronel Tom Parker le descubre en su primera actuación pública en Hayride. El Coronel era un feriante de origen y es en una rueda de feria en la que le convence de que él sea su único cliente y que el Coronel sea su único manager. Esta secuencia marca el futuro del personaje de una manera que no podía prever en ese momento, con solo 19 años. “Queríamos que el Coronel le llevara en un viaje especial para explicarle qué es lo que va a hacer por él. Así que le lleva a lo más alto de la rueda de feria. Esto de alguna manera representa cómo le va a llevar a lo más alto de su fama y gloria. Cuando están en lo más alto, el Coronel convence a los que llevan la rueda de que la paren. Están en lo más alto del mundo y le explica a Elvis todo lo que va a hacer por él. Es un momento muy mágico, como un sueño”, cuenta Mandy. Para rodarlo se basaron en los carnavales y ferias de la época, con referencias de las ferias itinerantes del periodo.

Cuando le preguntamos a Mandy cuál fue su localización favorita, nos responde que, sin duda, fue la Sala de Baile del Hilton. “Pasamos mucho tiempo preparando este espacio y ensayando la secuencia”, recuerda. “Austin ensayaba su interpretación ahí y nosotros le seguíamos con la cámara. Al ser un espacio muy grande presentaba muchos retos”. Estos se debían al hecho de ser un espacio en el que hacía falta realizar trainspotting. Por ese motivo, no solo había que iluminar el lugar, sino que había que hacerlo de forma exacta a la iluminación que tuvo en el pasado. 

“Tenía que imitar la luz del escenario y también la que había entre bastidores, porque había una sección que transcurría allí”, nos dice. “Estudiamos y reprodujimos el lugar, imitando la luz y todos sus cambios durante el concierto. Por ejemplo, estaba sincronizado el encendido y apagado del cañón de seguimiento y todas las marcas de luz con la música. Lo trabajamos durante semanas. Fue el mayor reto que encontramos y, a la vez, es una de mis secuencias favoritas, porque fue un gran logro conseguir rodarla”. Una las razones por las que Mandy cree que consiguieron superar este reto fue que tuvo suficiente tiempo en preproducción para prepararla y estar listos para ella.

El Especial de la NBC del 68 es otra secuencia que fue un gran reto. “Fue un reto en el mismo sentido que el Hilton”, explica. “Aunque a una escala más reducida, el reto era igual de difícil por cómo teníamos que conseguir el efecto y el trabajo que hacía falta realizar. Tuvimos también que igualar las luces del concierto original. Creo que pedimos todas las luces de rock and roll y luces del periodo que podían conseguirse en Australia”.

Al reproducir la luz, intentó hacerla algo más halagüeña para los actores. “Si compararas un plano corto de Austin con uno de Elvis, verías que no tiene grandes sombras en los ojos. En esos casos, poníamos una luz de relleno. Era un baile entre reproducir el original y hacerlo más cinematográfico y fotogénico”, dice.

La preproducción es una vez más la clave, no solo del rodaje sino también de la postproducción. “Creamos LUTs para cada secuencia mientras estábamos en el set y en preproducción”, dice. “Cada noche visionábamos el copión, igualábamos las cámaras y nos asegurábamos de que el metraje de cada unidad fuera homogéneo. Como seguimos este proceso, para cuando llegamos al etalonaje final, no hicieron falta muchos retoques. Baz siempre supervisa todo a lo largo de toda la película, y cada secuencia tenía un look muy concreto. Las elecciones que hicimos eran las adecuadas para la narración y se quedó como estaba, no lo cambiamos. Solo suavizamos las transiciones, añadimos algo de desaturación en algunas escenas o realzamos los viñeteados. Cosas así. Pero, básicamente, la película se quedó como la rodamos en cámara”.

El etalonaje se llevó a cabo en Australia, mientras Many estaba en Warner Brothers en Los Ángeles. Para trabajarlo se realizó una conexión remota. “Yo estaba en una sala de etalonaje, viendo la imagen a resolución completa en tiempo real y hablando con el equipo a través de Skype”, nos cuenta. “Me parece increíble poder trabajar así. Después revisaba todo con Baz, porque tanto él como Catherine se involucran mucho en esta parte del proceso. Ella está muy vinculada al lenguaje visual de la película, y hablábamos mucho sobre ello conforme avanzábamos. Baz planifica las películas de forma muy meticulosa. Todas las secuencias de pantalla partida estaban dibujadas y diseñadas antes de rodarse. Y como teníamos material de archivo, podíamos verlo y estudiarlo. Por ejemplo, cuando rodamos la secuencia de Burning Love, igualamos los planos en que se arrodilla y se quita la capa”.

El trabajo con efectos fue fluido y colaborativo. “Para mí, gran parte de mi trabajo es tener una buena relación con ellos desde el inicio”, explica Walker. “Cuando me incorporé a la película ellos ya estaban trabajando en ella. Siempre entro en contacto con ellos muy pronto. Baz es muy inclusivo con el lenguaje visual, le gusta que todos nos juntemos en preproducción muchas veces para hablar sobre las secuencias y alinearnos en lo que vamos a rodar. Lo hicimos, por ejemplo, cuando rodamos escenas exteriores en plató. Hay una en que Elvis y Priscilla están hablando en la pista de aterrizaje antes de que se meta en un avión, al final de la película. Nos habíamos sentado con Baz y elegimos el cielo que iba a ser el fondo de esa escena. Así que la luz correspondía exactamente al cielo que íbamos a tener. Cada vez que íbamos a rodar exteriores en plató, Tom Wood [Supervisor de FX] y yo nos sentábamos y hablábamos de cómo sería el cielo, dónde estaría el sol y qué aspecto tendría el exterior”.

Otro ejemplo de esta estrecha colaboración es el trabajo realizado en la suite de Elvis en el Hilton, en la que vivió durante años. En ella había un neón muy cerca de la ventana de la habitación, por lo que ambos hablaron del efecto de la luz dentro y fuera de la habitación. Otro momento de trabajo conjunto se da cuando el Coronel está en la habitación de hospital y le dice que le ha conseguido una residencia en un hotel increíble. En ese momento, se abre la ventana y el sol brilla directamente sobre Elvis. “Es una luz muy brillante”, dice Mandy, “y es el reflejo del sol sobre el nuevo edificio del Hilton. Es también un reflejo de la primera vez que le encandiló en la feria. El Coronel, a lo largo de su vida, deslumbró a Elvis una vez tras otra. Así que planificamos que el sol brillara directamente sobre su cara, como reflejo del edificio. Son marcas dramáticas de iluminación en combinación con efectos. No hay sorpresas en postproducción, porque estamos siempre en contacto”.

Como reflexión final, Mandy nos cuenta que tuvo un gran equipo con el que trabajar. “Hubo gente con la que he trabajado antes que se vino conmigo a este viaje y me dio su apoyo. Algunos habían colaborado previamente con Baz. En una película como esta, en la que se trabaja con un director que es un visionario, sabes que va a ser un gran viaje y que va a ser emocionante. Baz es un gran colaborador, es tremendamente inclusivo. Es como un director de orquesta, se pone de pie junto a la grúa y la dirige con sus manos, para indicar cuándo debe subir, bajar o empezar a moverse. Está muy involucrado en todo el proceso e incluye a todo el equipo en él. Todos nos sentimos parte del proceso. Incluye a todo el equipo en los ensayos y en algunas discusiones sobre la producción para que todo el mundo sepa qué está pasando. Es su forma de trabajar. Se asegura de que todo esté en armonía. Él tiene una visión y esa visión se lleva a cabo gracias a que es un gran comunicador y a cómo involucra a todo su equipo”.

 Mandy Walker, primera mujer en recibir el premio ASC a Mejor Fotografía en largometraje por ‘Elvis’.

PAULA RUIZ y ELENA HUMANES: “Maestras del Color

Hablamos con las dos coloristas y profesoras del Máster en Color y Etalonaje Digital de la ECAM 

La corrección de color y el etalonaje son especializaciones creativas y técnicas altamente demandadas en todas las producciones audiovisuales. Hemos conversado sobre su profesión, sobre su labor como profesoras en la ECAM y sobre su carrera como mujeres coloristas con Paula Ruiz -primera mujer colorista en las salas de color de Madrid- y Elena Humanes, de la tercera generación de etalonadoras. Ambas son profesoras del Master de Color y Etalonaje Digital de la CAM. Paula Ruiz, anteriormente también tutora, imparte este año las clases de Creación de looks y Corrección de Color en Documental. Por su parte, Elena Humanes, que imparte habitualmente clases de conformado, masterización y gestión de color y HDR, es además una de las tutoras que llevan la práctica que los alumnos desarrollan durante el curso. Junto con otros cuatro coloristas, ayuda a los/las estudiantes a llevar a cabo el proceso de corrección de color de un material real en todas sus fases.  

PAULA RUIZ: Yo doy más teoría que práctica, porque creo que a los alumnos les hace falta una base teórica artística y sensorial. La técnica la tienen con otros profesores. A mí me llaman por mis años de experiencia, mi formación artística… ¡les cuento muchas “batallitas” y les mando al Museo del Prado! Pienso que lo primero que hay que hacer es aprender a leer la imagen; por eso, les puedo enviar a ver los cuadros de Goya si es necesario para entender lo que en un momento dado les puede estar pidiendo un o una directora de fotografía para un plano en concreto.  

ELENA HUMANES: Siempre intento que mis clases tengan un enfoque práctico, aunque es inevitable que, en ciertos temas, haya que volver a puntos técnicos para repasar o profundizar en otros aspectos que ya les han impartido de una manera teórica. Aunque mis clases no son teóricas en sí mismas, sí que son bastante técnicas, por lo que mezclan un poco los dos mundos. En cualquier caso, el enfoque siempre es desde el trabajo real y el día a día en una sala de color.   

PAULA RUIZ: Para mí, un colorista tiene que tener sobre todo buen gusto, sensibilidad, paciencia y psicología.   

ELENA HUMANES: Pienso que las aptitudes fundamentales de un colorista son la capacidad de observación (hacia la escena que tiene que retocar) y escucha (al director o directora de fotografía que tiene al lado), así como la capacidad para reinventarse y buscar nuevos estilos, formas e ideas que aportar a las producciones en las que trabaja. También veo muy importante estar al servicio de dicha producción y no del gusto personal de uno mismo, aunque esto sea intrínseco del trabajo de cada uno, pero que la estética sea lo que cada pieza necesite y no lo que al colorista “le guste”. 

PAULA RUIZ: Las nuevas tecnologías son fundamentales, obviamente, pero se asumen, se incorporan y ya está. Hay que mantenerse al día, cosa que a veces no es fácil, sobre todo si tienes mucho trabajo y no tienes tiempo para hacer cursos, o para investigar… pero bueno, al final se aprende todo cuando te viene un proyecto y tienes que actualizarte porque este lo requiere. 

ELENA HUMANES: En el mundo audiovisual las nuevas tecnologías se van implementando de una manera muy palpable en todos los departamentos. Los equipos siempre se van actualizando, al igual que los softwares, y poniendo al día con las últimas novedades. Esto puede afectar tanto en entornos de captación, como pueda ser con virtual production, donde los coloristas no tenemos un papel tan notorio como lo pueda haber en un rodaje, pero sí tenemos que conocer los posibles inconvenientes o dificultades, ya que al final somos los que vamos a finalizar esas imágenes. En el caso de la postproducción en general, lo que más está avanzando ahora mismo es la IA, que va estando en cada vez más procesos y que podemos ver por ejemplo implementada en cada vez más herramientas dentro de los softwares. En este sentido, según van saliendo y las vamos aprendiendo las vamos incluyendo también en nuestras clases para que los alumnos puedan ver el potencial de las herramientas y cómo cada vez podemos hacer operaciones más complejas en menos tiempo gracias a este machine learning. 

PAULA RUIZ: Supongo que poco a poco se irá introduciendo en el proceso de color. Ahora ya hay herramientas de IA que ayudan a ‘trackear’ con más precisión, mejoras en tema de máscaras muy precisas, etc., pero siguen siendo herramientas que tienen que ser puestas en marcha por una mente pensante humana. 

ELENA HUMANES: Yo no creo que la IA vaya a eliminar la figura del colorista, aunque sí modificarla. Creo que habrá determinados procesos que se puedan automatizar mucho más de lo que ya están, como puedan ser procesos puramente técnicos. En cualquier caso, si se eliminan puestos de trabajo por estas innovaciones, creo que esos puestos avanzarán y se convertirán en otra cosa. En el caso del colorista en particular, no considero que una máquina vaya a poder sustituir nunca la capacidad de comprensión y puesta en común entre dirección de fotografía y color, o la capacidad de innovación y de investigación, o el poder dirigir la mirada del espectador porque ahí entran en juego emociones e ideas que son puras del ser humano. 

Lo primero que hay que hacer es aprender a leer la imagen; por eso, puedo enviar al alumnado a ver los cuadros de Goya si es necesario para entender lo que en un momento dado les pueden estar pidiendo desde dirección de fotografía para un plano en concreto.  

ELENA HUMANES: Para mí, la herramienta más importante que debe conocer un colorista es la luz en sí misma. Me parece imprescindible observar cómo se comporta la luz en los distintos momentos del día, o dependiendo de los objetos en los que incida o con los ángulos en los que incida. Puede parecer una obviedad, pero esto es lo que más importante me parece para poder potenciar el trabajo de dirección de fotografía de una manera correcta y poder reconocer qué es lo que se buscaba sin necesidad de que el mismo ‘dire de foto’ te lo exprese textualmente, sino saber mirar su luz, sus direcciones, su dureza, y reforzarlo o matizarlo. Además de eso, me parecen importantes las ópticas y tipos de filtrado, porque van a generar un tipo de imagen más suave o más dura, con las altas luces de determinada forma, y si sabes observarlo ya sabes hacia dónde tienes que ir con tu corrección. 

ELENA HUMANES: Creo que la principal diferencia es que ahora tenemos muchas más opciones, que con la llegada del HDR se desplegó un abanico de infinidad de opciones que antes no era ni siquiera planteable. A mí me gusta mucho la enorme distancia que nos proporciona el rango dinámico del HDR, poder tener tanta separación entre las altas luces y las sombras, como absoluta fan del contraste que soy. Pero lo bueno es que, si no te gusta, no hay por qué tener todo ese rango. Y bueno, creo que actualmente contamos con todas las herramientas y soportes posibles para hacer combinaciones preciosas, esto ya lo demostraron los compañeros de Deluxe haciendo ‘La Sociedad de la nieve’ y mezclando los mundos del HDR y del fotoquímico. Eso antes simplemente no se podía hacer, y ahora puedes tener las ventajas de lo moderno y las texturas de lo antiguo, o emularlo, recrearlo, pero con toda la información que nos proporcionan las cámaras y monitores actuales. Es simplemente un tablero nuevo en el que podemos jugar con muchas más piezas. 

PAULA RUIZ: Además de lo técnico, yo creo que la mayor diferencia reside en el tiempo. Antes se necesitaba más tiempo para todo, y el tiempo te hace reposar más las cosas, tener más espacio de análisis.  

Por otro lado, antes te la jugabas mucho más, tenías lo que para mí es una cuestión de concentración y consciencia hacia lo que haces. El tiempo te permite poder poner más conciencia a una imagen, mientras que, ahora, todo es más rápido y no hay tanto tiempo para pensar. Pero, por otro lado, también vivimos mejor. Yo con el fotoquímico he pasado momentos súper estresantes: la sala de color era como un templo, aparte de ser carísima, era el primer momento donde la gente veía su imagen y, por tanto, había mucha tensión, era un momento súper delicado y se pasaba mal. El colorista era una persona muy importante también, se te valoraba mucho, pero sentías mucha responsabilidad. Ahora todo es más relajado, ha perdido importancia. Ya no te ‘odian’ porque vean su imagen mal y piensen que has sido tú que la has destrozado. Pero tampoco te aman, solo eres una persona más de una cadena. Los coloristas de la generación anterior a la mía eran como dioses, y eso ya no pasa, por suerte.  

ELENA HUMANES: Bueno, yo empecé en esto porque tengo una hermana 17 años mayor que era colorista cuando yo era adolescente. Luego lo dejó, pero yo me sentaba a su lado durante horas y la veía trabajar. Un día me llevaron de visita a un control de realización y supe que quería dedicarme al mundo audiovisual. Estudié en una escuela de cine y me especialicé en montaje. Y aunque arranqué en cosas pequeñitas de edición, empecé a estudiar algunos cursos de color y me surgió la oportunidad de entrar como ayudante en una empresa. Ahí descubrí que me gustaba mucho más el mundo del color que el de la edición. Estuve 5 años de ayudante, en los que iba haciendo mis primeros cortos, algunos programas de televisión e incluso alguna secuencia de alguna serie.   

PAULA RUIZ: Yo estudié Bellas Artes, en la especialidad de escultura en Salamanca, muy enfocada al videoarte, la instalación sonora… La directora de mi especialidad fue la artista sonora Concha Jerez, y, después de Bellas Artes, hice un máster de postproducción de sonido. Más tarde, en 1998, entré como runner en Molinare, creyendo que iba a trabajar en temas de sonido. Hasta que un día me metí en la sala de color sin saber nada. Allí conocí a Claudio Güell. Vi que tenía un hueco, porque, al final, mi formación tenía mucho que ver también con eso. Aunque todo lo demás era ya muy digital, la sala de color era lo único donde quedaba algo de negativo. Así que empecé con el telecine y al final me enganchó: dejé mi vena sonidista por la de colorista y me formé trabajando. Cuando acababa mi turno de runner empezaba mi formación como colorista; me daban los trabajos más pequeños y Claudio me iba enseñando.  

Después, Claudio y yo nos fuimos a Madpix, donde empecé a hacer anuncios grandes y tuve a mi gran padrino, el director Sebastien Grousset, que en aquel momento era un referente y apostó por mí. Él, que es muy sensible y nunca había visto a una chica colorista, tras trabajar conmigo opinaba que como mujer ponía mucho más de mis emociones en el color (en aquella época, muchos señores no querían saber nada de mujeres en las salas de color). Con él hice campañas enormes de marcas como Coca Cola o Volkswagen, donde introduje colores que en aquella época del ‘look Matrix’ no se usaban por los hombres coloristas, como puede ser el magenta o estéticas más coloridas. 

Más tarde, volví a Molinare porque compraron Madpix. Allí estuve unos años yo sola atendiendo 3 salas. En ese momento ya empezaba el digital para ficción e hice mi primera película con una cámara digital (Red One), que fue Mapa de Sonidos de Tokio (2009) de Isabel Coixet. Fue toda una aventura, porque empezábamos con el software Mistika que estaba todavía muy poco desarrollado y se iba mejorando sobre la marcha para que yo pudiera acabar la ‘peli’. El director de fotografía, Jean Claude Larrieu, tuvo mucha paciencia. Fue increíble trabajar con él y con Isabel Coixet, quien confiaba ciegamente en su director de fotografía y en mí y todo le pareció bien. 

PAULA RUIZ: Como freelance, he colaborado con muchos estudios. Desde 2011 tengo también mi propia sala de color, Color en Movimiento, y ahora he montado una en Miopía, para poder ofrecer color y VFX en la misma empresa. 

PAULA RUIZ: Dependiendo del proyecto, accedes de una manera u otra. Al principio, yo accedía a los trabajos porque estaba dentro de una postproductora muy potente, como Molinare o Madpix, donde no paraban de entrar anuncios, películas… era un momento de explosión total, entre los años 2000 y 2010. 

Otras veces entran porque el DF quiere poner su fotografía en tus manos porque confía en ti… lo mismo pasa con los directores, que están más a gusto con un colorista que con otro… Pero cuando no importa tanto quien haga el color, que también me ha pasado, puede ser porque estés colaborando en algún estudio y les encajas por presupuesto o porque eres la opción que tienen, ¡sin más! 

ELENA HUMANES: En mi caso siempre he trabajado para otras personas, generalmente en empresas grandes. Estuve en Grupo Ganga, trabajando para Tote Trenas, por lo que las producciones eran de la propia productora o entraban a través de Tote. Luego empecé a trabajar con Luis Ochoa en la Sala Contraluz, y el modelo era bastante distinto a una empresa grande, ya que nosotros éramos al principio solamente dos personas, y Luis (que era el propietario de la sala) se encargaba de la labor más comercial y de conseguir a los clientes. En este caso había una combinación de trabajos que entraban por ‘dires de foto’ y por productoras, pero al final siempre acaba teniendo la última palabra Producción. Actualmente trabajo en XPost Studios, de Grupo Secuoya, y hacemos muchas producciones que son internas. No obstante, también nos vienen trabajos externos de otras productoras, que pueden venir por recomendaciones de clientes antiguos, de DOPs que quieren trabajar con nosotros, de coordinadores de post o de productoras externas.   

PAULA RUIZ: Me gusta tener capacidad de decisión, pero jamás la impongo, solo la sugiero. Entiendo que la directora o la DOP han estado mucho más tiempo que yo con el proyecto en la cabeza, hablando, tomando decisiones…. Así que yo puedo proponer, pero la película es de ellas. En cuanto a la autoría, no me importa, aunque siempre es de agradecer que valoren tu trabajo.  

ELENA HUMANES: Siempre vamos a tener una parte de autoría en el trabajo, porque somos nosotros, y no otras personas, los que estamos manipulando el material, y al final cada uno ponemos de una manera más o menos consciente parte de nuestra ‘salsa’. Pero no considero que el trabajo de un colorista deba ser demasiado perceptible. Obviamente, va a haber producciones que tengan un look más marcado, menos realista que otras. Pero ese look para mí siempre debe estar marcado por la producción. Yo, por ejemplo, no me considero que tenga un estilo como colorista, porque el estilo va a depender siempre del tipo de producción y la narrativa que esté haciendo.  

En cuanto al DF, sí me gusta que confíen en mí, claro, pero creo que al final es un trabajo conjunto, en el que el/la ‘dire de foto’ ha arrancado con una estética determinada, junto con Arte, Vestuario, y que nuestro trabajo es potenciar esa estética, ir a favor de Dirección de Fotografía y hacer que la imagen se vea lo mejor posible. Por lo que nuestra toma de decisiones tiene que ir siempre en esa dirección. Si en último lugar hay un desacuerdo entre el colorista y dirección de fotografía, creo que debemos tener claro que lo que vale es su palabra, igual que ellos se deben a Dirección y Dirección se debe a Producción ejecutiva; al final hay una cadena de mando. 

PAULA RUIZ: A mí me encantan. A veces me gusta que las cosas salgan de control, de repente ver que algo puede pasar sin que yo me lo espere. Al final es experimentar, es probar, es sacarlo un poco de lo que conoces. ¿Y por qué no? Las LUTs son una herramienta creativa más. Yo trabajo mucho con ellas, hago muchas LUTs y puedo mezclar LUTs en la misma película, cosa que antes parecía una locura. A mí me gusta que la cosa fluya, que tampoco hay que ser tan técnico y tan correcto.  

Lo que no acaba de funcionar es el tema de las LUTs en rodaje aplicadas luego directamente al color. Muchas veces, en una sala, con distintas condiciones de luz y con la calma, te planteas otras cosas. Normalmente, las LUTs de rodaje te sirven un poco de guía, pero yo luego las aplico y no me suelen funcionar. Pero bueno, sí que sirven para entender lo que han estado viendo en rodaje, lo que les gusta.  

ELENA HUMANES: A nivel personal estoy completamente a favor de las LUTs en el rodaje, las técnicas (LUTs de cámara a monitorización como pueda ser de Arri LogC a Rec.709) me parecen imprescindibles; y las artísticas (que direccionen el look de la producción) necesarias. Lo que no me gustan son los looks sacados de cualquier sitio de internet, porque muchas veces ‘artefactan’ colores o cambian demasiado el contraste o la exposición de la imagen y pueden ser muy confusos y engañosos. No siempre optamos por llevar LUTs con un look demasiado fuerte en rodaje, pero hay otras veces que, consensuando desde el principio, aunque el look sea potente, se decide llevar desde el arranque y así todos los departamentos pueden ver cómo será el tratamiento estético en todas las fases de la producción. Por ejemplo, en la última serie documental que hemos hecho (‘La Liga: Más allá del gol’, para Netflix), el tratamiento de color que hicimos con el DOP Ángel Iguácel era bastante marcado, por lo que se decidió que iría tanto al rodaje como a todos los procesos de laboratorio y edición para que todo el material que fuese posible se viese siempre con la LUT. 

Me gustaría destacar algunos trabajos que me gustan, en los que creo que el color es muy importante, por ser protagonista o justamente por lo contrario…Me siento muy orgullosa de muchos, pero te nombro 5, como ejemplo:  

5 lobitos (dir. Alauda Ruiz de Azúa / df Jon D. Domínguez, AEC). 2022 

Llevo trabajando con Alauda 20 años, porque ella lleva haciendo publicidad mucho tiempo. En esta película me encantó trabajar con el director de fotografía, Jon D. Domínguez, y la propuesta que llevamos adelante tiene un look muy interesante,pero que pasa desapercibido. Bueno, ese es un poco mi estilo, me gusta que no se note el color, soy muy moderada en ese sentido. Entonces, esta película tiene un punto para mí muy bonito, siempre tendiendo a que parezca orgánico. No me gusta la imagen demasiado digital y brillante; por ejemplo, con el HDR, estamos siempre intentando quitarle definición, ese aspecto tan digital.  

Ahora estamos trabajando en la nueva serie de Alauda, ‘Querer’, que va a ser de color muy sobria. Es esa idea del País Vasco, con un ambiente pesado, de opresión. Entonces, va todo muy bajito, muy contenido y va a quedar muy bien, la verdad, aunque es compleja. Hay un capítulo muy complicado que transcurre en un juicio, que se rodó en 13 días y me ha costado unificarlo.  Pero con Sergi Gallardo, que es el ‘dire de foto’ de la serie, también he colaborado mucho antes, y hemos estado trabajando juntos una semana por capítulo, marcando todo. Alauda, como ya confía tanto en Sergi como en mí, ha pasado por la sala de color, le hemos enseñado el resultado y le ha parecido todo bien.

Animales sin collar (dir. Jota Linares, dop. Junior Diaz). 2018 

Pasó por proceso fotoquímico y fue alucinante. Es una película que no tuvo mucho éxito de taquilla, pero que a mí me encantó, tanto la temática, muy oportuna en su momento, como los actores, la dirección de Jota Linares… y la foto de Junior, extremadamente delicada y muy hermosa.  

Anqa, (dir. Helin Çelik, dop. Raquel Fernández)

Con Raquel hago los trabajos más complicados, comprometidos, arriesgados…¡siempre es todo un reto! A nivel ético, trabajar en documental me da muchas satisfacciones personales. Y hacer que proyectos independientes tengan una factura profesional y cuidada es un orgullo.  En ‘Anqa’ están muy marcados los ambientes de las tres mujeres protagonistas, cada una un poco con su carácter. 

Hache, (dir. Verónica Fernández, dop. Julián Elizalde), 2019 

A nivel artístico, las series me gustan mucho. De todas las que he hecho tengo muy buen recuerdo… Es muy divertido todo el proceso de búsqueda del look que estará presente a lo largo de todos los capítulos, lo que marcará su carácter, su identidad….   Con la serie Hache, por ejemplo, fue un placer… a Julián Elizalde le encanta investigar, arriesgar, y el proceso fue muy enriquecedor.  

Las noches de Tefía (dir. Miguel del Arco, dop. Jon Aguirresarobe) 2023 

En esta serie, el color es fundamental para la narrativa, con una parte en blanco y negro espectacular que hizo Jon, bajo mi punto de vista, y que luego ganó aún más con el proceso de corrección de color. ¡Y otra parte súper colorida y muy elegante! 

Explota explota, (dir. Nacho Álvarez, dop. Juan Carlos Gómez) 2020 

También me parece una película donde el color tiene una importancia brutal en la historia y te posiciona en seguida en una época y un estado de ánimo. 

G.E.O. Más allá del límite (dir. David Miralles, dop. Hernán Pérez) 2021 

La fotografía de esa serie es impresionante. Al principio, me parecía que no pintaba yo nada haciendo esa serie tan ‘testosterónica’, pero luego, con Hernán, entendí que la foto iba por otro lado, por el lado de la suavidad y la estética clásica…. fue un placer trabajar con él, el resultado es sorprendente y creo que Hernán también quedó muy contento, fue un trabajo muy enriquecedor en ambas direcciones. 

Creo que de todos los trabajos sacas algo bueno. Al final, una de las cuestiones más bonitas de esta profesión, es que en cada producción hay cosas distintas, nunca es lo mismo y siempre vas aprendiendo, ya sea de la pieza en sí misma o de las personas que tienes al lado.  

Estoy orgullosa de varios trabajos, como por ejemplo ‘La noche más larga’, una serie para Netflix tipo thriller donde teníamos un capítulo y medio de noche que fue muy bonito de trabajar con Sergi Bartrolí, el dire de foto, porque no solemos poder trabajar mucho en la oscuridad.  

Hay muchos trabajos que he disfrutado mucho, como ‘Supernormal’, ‘Montecristo’ o ‘Muertos S.L’.  

‘Zorro’ (dir. Carlos Portela, dop. Johnny Yebra) 2024 

Creo que el más difícil, y también en el que más he disfrutado, ha sido la serie ‘Zorro’, con Johnny Yebra de DF. Lleva un look muy arriesgado, muy contrastado, muy saturado, y aprovechando el rango dinámico del HDR a más no poder. Generalmente no puedes hacer looks tan agresivos porque no son nada realistas, pero en esta serie la propuesta estética era “cómic”, por lo que podíamos ir un paso más allá. Fue muy divertido todo el desarrollo del look con Johnny y el trabajo de cada secuencia, aunque claro, este look tan extremo tenía sus complicaciones en la ejecución. También la serie lleva todo un tratamiento de altas luces de velas y ventanales que pasa desapercibido para el espectador, pero que nosotros sabemos que está ahí.  

En todos los trabajos que hago hay una intervención bastante cuidada, pero si tuviese que elegir una secuencia, quizás en la que más perceptible sea el tratamiento de color, serían los relatos del episodio 7 de ‘Zorro’. Era un capítulo en el que a través de un periódico se contaban partes de la historia de manera distinta a como habían sucedido. Se hizo un tratamiento de color en blanco y negro, aunque bastante tintado hacia los verdes en sombras, y también con cambios en la nitidez de la imagen, para endurecerla y hacerla más afilada. Determinados elementos se recuperaron de color, dándoles además un tono cobrizo. En general, estos elementos eran las caras de los actores, aunque también había salpicaduras de sangre, fuegos, copas de licor, etc. Todo esto se hizo con una combinación de técnicas de extracción, a veces, si el plano era sencillo, con un simple qualifier o una máscara era suficiente, mientras que para los planos más complejos tuvimos que trabajar en conjunción con el departamento de VFX. La gran mayoría de planos, a pesar de la dificultad, se consiguieron hacer desde color gracias a la Magic Mask del DaVinci, una herramienta que ya introduce IA para analizar el movimiento de los objetos y poder aislar de una manera bastante eficiente cualquier elemento del plano.   

Entre lo onírico y lo real: la fotografía de MICHAL BABINEC DF en “La mala familia” de NACHO A. VILLAR, LUIS ROJO (2022)

Es verano en Madrid y hace un calor insoportable. Como todos los chavales que no pueden permitirse unas vacaciones, Nata, Sebas, Jamel, Chimaira y el resto de los chavales de LA MALA FAMILIA deciden irse al pantano de San Juan para disfrutar el día y refrescarse. El grupo entero lleva un tiempo sin reencontrarse, y por eso han decidido aprovechar el permiso penitenciario de uno de ellos, Andrés, para darle la bienvenida y celebrar la amistad incondicional que les une y que les ha hecho superar tantas cosas juntos estos pasados años. Todos han cambiado mucho desde el juicio que les transformó la vida, y aunque todos luchan por labrarse un buen camino, la amenaza constante de la condena que les obliga a mantenerse unidos es una olla a presión que les recuerda todo el tiempo que los chavales como ellos no tienen posibilidad de redención.

El director de fotografía eslovaco Michal Babinec saltó, de sus inicios en el skate video, a la Berlinale Talents, tras su paso por la ECAM. Durante sus estudios de dirección de fotografía conoció, en los efervescentes pasillos de la escuela madrileña de cinematografía, a un grupo de personas ávidas por expresarse y crear. Entre ellas, Nacho A. Villar, uno de los directores de La mala familia e integrante junto a Luis Rojo del colectivo BRBR. Con ellos, Michal lleva 10 años colaborando en proyectos documentales, videoclips y también publicidad, género que más trabaja en la actualidad, ya de vuelta a Eslovaquia para poder conciliar trabajo y familia, trabajo que combina con proyectos más personales como Project Motherhood, corto producido por Tasio, uno de los productores artífices de La mala familia.

MICHAL BABINEC DF: Sí, es un proyecto bastante largo, el proyecto más vivo en el que he estado. Creo que empezamos a rodar alrededor de 2016. Los chavales que protagonizan la película tuvieron un incidente y cinco años después les llegó una citación judicial. Nacho y Luis les conocen y la película surgió como una forma de hacer algo para ayudarles. Ahí había una película que queríamos contar, que a lo largo de los años ha cambiado muchísimo, porque las vidas de los chavales cambiaron también mucho. 

MICHAL BABINEC DF: Como nuestros personajes no son actores, al final entendimos que la ‘peli’ tenía que estar más vinculada a su realidad, a lo que están viviendo en cada momento. Por eso hay tantos cambios. Hicimos una primera tanda de grabaciones en 2019, que era más ficcionada, de donde proviene la primera secuencia que comentas y el juicio. Había mucha prisa por grabar, porque se acercaba al juicio y existía la posibilidad de perder a algunos de nuestros protagonistas porque entraran en la cárcel. En ese inicio, el guion estaba más desconectado de la realidad, buscando símbolos y metáforas de lo que estaban viviendo nuestros personajes. Pero creo que de algún modo nos perdimos un poco a lo largo del proceso, porque iban surgiendo cosas y ellos no son actores, así que donde mejor funcionaban era haciendo de sí mismos. Después de esta primera tanda, llegó la pandemia y los directores estuvieron encerrados bastante tiempo con el material, del que solo se montó la primera secuencia, otra secuencia del personaje de Andrés cuando se dirige al juicio y la secuencia del propio juicio. 

Rodamos una segunda tanda en verano de 2021, donde había un guion mucho más vinculado a lo que estaba pasando en la vida de los chavales, que no se han visto en mucho tiempo y se juntan en la Sierra de Madrid para pasar un día de verano. Un mes antes de empezar a rodar encarcelaron al protagonista por una causa distinta, aunque finalmente le pasaron al tercer grado y le dejaron salir un fin de semana durante el rodaje. Por lo tanto, el guion cambió, ahora los chavales se juntaban para celebrar el primer permiso de su amigo de la cárcel. Eso creo que hizo que ellos se sintieran más identificados con la película. 

Como proceso de preproducción hicimos unas entrevistas personales a todos los protagonistas, de las cuales salieron algunas líneas de diálogo, algún tópico del cual podían hablar durante la película, y la verdad era un ambiente muy colaborativo. Tuvimos que hacer burbuja por el Covid y estar un mes encerrados en la Sierra de Madrid, algo que también ayudó a crear ese ambiente de colaboración en una peli que al final habla de amistad.

MICHAL BABINEC DF: Sí, al haber cambiado tanto el proyecto, y yo estar ya viviendo fuera, no tenía tanto contacto con los directores y era difícil saber por dónde cerrarlo conceptualmente a un nivel fotográfico, pero siempre tuvimos claro que tenía que ser un enfoque documental y libre. Iluminar con luz natural para ir más rápido y acercarnos a algo más realista. A nivel de imagen planteamos un dispositivo muy documental, con cámaras pequeñas, zooms y un equipo flexible, pero, por otro lado, también convenimos en que la imagen no debía ser muy realista. Siempre hablamos de este concepto de fábula, de algo un poco más onírico, para plantear la idea de si lo que vemos es verdad o ficción. La peli también se mueve un poco en ese margen, y a un nivel fotográfico queríamos trabajarlo suavizando mucho la imagen para intentar conseguir este tono de fábula, así que estuvimos probando distintos filtros de difusión y ópticas, y al final, optamos por poner unas medias [reales] a las ópticas, que en un primer momento me pareció muy exagerado, pero cuando proyectamos unas pruebas con los directores la textura les pareció muy interesante. 

En cuanto al movimiento de cámara, por ejemplo, en la parte final en el pantano, queríamos empezar un poco más tranquilos, más estáticos, y luego ir moviéndonos más según pasa el día y hay más libertad, cuando llega Andrés. No obstante, hice lo que pude teniendo estos conceptos un poco en mente, pero luego, a un nivel práctico, en un rodaje de solo 10 días, a un nivel fotográfico era bastante difícil mantenerlo, porque, por ejemplo, montaba un plano en una hora de luz que me parecía adecuada para la secuencia que íbamos a rodar, pero claro, con 19 no actores, cuando se había dado instrucciones a todo el mundo ya se había pasado la hora buena para rodar. Aún así, era un poco parte del concepto, intentar cuidarlo lo máximo posible, pero siempre dentro de ese elemento más documental.

MICHAL BABINEC DF: Solo algún estico y algún espejo, pero nada más. Las secuencias eran larguísimas, y mantener una luz artificial al final parecía falso, así que decidí no utilizar nada. Hay una secuencia al final de la película donde Andrés está en una furgoneta volviendo a la cárcel, donde se nos hizo bastante de noche, pero en lugar de iluminar, decidí subir el ISO a 3200, aprovechando que en la Canon el propio ruido de la cámara genera una textura que no es desagradable.Sí está un poco iluminada la primera secuencia, aunque al final montaron una parte donde los personajes estaban fuera de nuestra zona de control, por lo que lo que vemos es luz natural. Tampoco en el juicio pudimos intervenir, así que finalmente nos lo tomamos como un concepto y, además, creo que lo pedía la propia la propia película. 

MICHAL BABINEC DF: Sí, hay una mezcla de formatos, escenas rodadas con los móviles de los propios personajes, y también, por un lado, distintas secuencias de la primera tanda, como la primera secuencia más ficcionada, que se rodaron con Alexa Mini y ópticas Zeiss Super Speed, ientras que la segunda tanda, que es la mayor parte de la película, está rodada con cámaras de Canon, la C300 Mark 3 o, porque en su momento no tenían otra en la casa de alquiler, una C700, aunque la idea era ir con una cámara más flexible. Probamos distintas cámaras, y a mí Canon siempre me ha gustado por su textura y por la respuesta de color que tiene. Tengo que admitir que es una de mis texturas favoritas, porque me parece muy humana, siempre y cuando no se quemen las altas luces, que ahí es donde me parece que ha funcionado un poco peor. 

Estuvimos buscando zooms con personalidad para alcanzar ese concepto de fábula, y elegimos los Cooke Varotal, que a mí siempre me han gustado. En una cámara tuvimos un 18-100 mm y en otra cámara el 25-250 mm. Eso facilitó, por un lado, ir más rápido y, por otro, evitamos los problemas que podía darnos la media, pues al cambiar las ópticas se puede romper. Y era curioso, porque, como te dije al principio, la estética que daba esa media me pareció muy exagerada -aunque elegimos la menos densa y donde menos pronunciado era el efecto-. Pero al tercer día ya estaba preguntando al auxiliar si estaba puesta la media o no, porque me acostumbré tanto a la textura que ya no sabía si estaba puesta, y creo que eso pasa también en la película, que igual al principio choca un poco, pero creo que luego el espectador entra en el código y en el mundo de la película. 

MICHAL BABINEC DF: El concepto en la parte de la reunión en el pantano era hacer composiciones grupales de manera que pueda parecer que el cuadro no se termina, que es como una especie de celda; pero la vida sigue más allá del cuadro. El plano más largo y donde mejor se ve el arriesgado enfoque documental de la película es la secuencia final, en toma única, cuando el grupo de chavales habla de su delicada situación junto al lago y uno de ellos insiste especialmente en su complicada situación económica.

Esta persona estaba en busca y captura durante el rodaje y pasaba mucho miedo pensando que en cualquier momento podían venir por él. Y, como dice en la película, estaba intentando hacerlo bien, con un trabajo, una novia, queriendo formar una familia, pero con esa amenaza del pasado siempre presente que, desgraciadamente, le impidió estar en el estreno, porque finalmente ha tenido que entrar en prisión.

Respeto a la secuencia en concreto, este era el tema más delicado de toda la película, juntar a los que estaban en ese proceso judicial para que hablaran de su situación actual. Ese momento subraya la idea de amistad de la película, le aporta verdad. Vemos cómo se apoyan entre ellos en situaciones difíciles, porque muchas personas vienen de familias desestructuradas o de la inmigración, que han tenido que dejar atrás a sus seres queridos, y para ellos este grupo es como una familia. Cada uno tiene su situación y yo creo que esa escena relata muy bien que al final esto no tiene solución, la única solución es que lo puedan hablar y apoyarse entre ellos.

MICHAL BABINEC DF: Claro, esa es la otra cara de la película, la discriminación que hay hacia estos chavales en el sistema judicial. Es un círculo vicioso para ellos, porque para la gente sin medios es muy difícil salir de ahí.

MICHAL BABINEC DF: Trabajé con Andrés Lopetegui, con quien ya hice unos cuantos proyectos y nos entendemos muy bien. Como yo ya no estaba viviendo en Madrid, lo estuvimos etalonando a distancia y quedé contento con el proceso, creo que encontramos el look, ese concepto de calor de verano en Madrid, de sol directo. En cuanto a los distintos formatos, por ejemplo, de los móviles no hemos tocado nada, esa parte la dejamos muy cruda, creo que el material lo estaba pidiendo. Y al final se trataba solamente de trabajar el material de la Alexa y la Canon, cuyas secuencias están muy separadas y tienen distinto aspect ratio. No quise acercarlas, porque son secuencias distintas que hablan de momentos diferentes de la vida de los chavales: el material con Alexa lo hemos tomado más en el concepto documental, y el de Canon un poco más estilizado, no tan realista.

MICHAL BABINEC DF: Éramos cuatro. Yo operaba una de las cámaras, y tenía otro operador, Manu del Moral, con quien tuve muy buena colaboración. Como eran dos directores, nos dividíamos muchas veces e incluso dirigió la fotografía de la segunda unidad. Hubo muchísima confianza.  

Luego tuvimos a Pablo Ayala, que hizo de auxiliar de las dos cámaras, y un DIT, Iván Blanco, que era una parte fundamental, por los distintos dispositivos, era muy importante tener todos los datos controlados de la parte rodada con móviles.

En general, no solo de mi departamento, todo el mundo venía con muchas ganas y yo estoy eternamente agradecido a todos, pues intentamos aprovechar las limitaciones de este proyecto para hacer lo mejor posible, y creo que el hecho de que también haya esa amistad y amor, no solo entre los protagonistas, sino entre todo el equipo, al final se nota en el resultado final.

La fotografía de JOSÉ LUIS ALCAINE AEC en ‘Extraña forma de vida’, de PEDRO ALMODÓVAR (2023)

 Un hombre cruza a caballo el desierto que le separa de Bitter Creek. Viene a visitar al Sheriff Jake. Veinticinco años antes ambos, el sheriff y Silva, el ranchero que cabalga a su encuentro, trabajaron juntos como pistoleros a sueldo. Silva viene con el pretexto de reencontrarse con su amigo de juventud, y en efecto celebran su encuentro, pero a la mañana siguiente el sheriff Jake le dice que la razón de su viaje no es el recuerdo de su vieja amistad…

Saint Laurent by Anthony Vaccarello presenta esta producción de El Deseo protagonizada por Ethan Hawke y Pedro Pascal que llega a los cines españoles de la mano de BTeam Pictures. La firma de moda francesa inicia así su incursión en la producción cinematográfica, que continuará con otros grandes directores como Paolo Sorrentino o David Cronenberg. 

‘Extraña forma de vida’ alude al fado de Amalia Rodríguez, cuya letra sugiere que no hay existencia más extraña que aquella que se vive de espaldas a tus propios deseos. Deseos que hicieron realidad en una lejana juventud nuestros dos protagonistas, interpretados por Ethan Hawke y Pedro Pascal, quienes se reencuentran años después por una razón muy distinta. 

Este cortometraje se rodó en parte en el desierto de Tabernas, en Almería, en el poblado que hace cincuenta años construyó Sergio Leone para rodar su trilogía del dólar con Clint Eastwood. La película, que goza de una calidad técnica sobresaliente, bebe del lenguaje establecido del género para desmontarlo conceptualmente.

Extraña forma de vida’ fue la primera producción en nuestro país rodada con la entonces recién lanzada Alexa 35, cámara de la que el director de fotografía se ha valido, con su amplio rango dinámico y su ciencia del color, para perfeccionar el enfoque visual-conceptual que comenzó en el último largometraje junto a Almodóvar, Madres paralelas (2021).

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): No me ha afectado en absoluto, y Pedro ha rodado como siempre. El deseo llevaba la organización de todo y no he sentido la presencia de Saint Laurent en el rodaje, salvo, claro está, en temas de Vestuario, donde yo no intervengo, salvo en casos muy excepcionales.

Antes, los directores de fotografía podíamos intervenir mucho en el rodaje con el vestuario, sobre todo en los blancos, porque la latitud de la película no daba para mucho y era crítica, sobre todo cuando hacíamos películas de hospitales o donde los personajes iban de blanco. Eso nos causaba ciertos problemas. Ya cuenta Néstor Almendros en su libro que él hacía teñir de té las prendas blancas para que no tuviesen un blanco rechinante. Yo terminé una película que empezó Néstor, ‘Cambio de sexo’ [Vicente Aranda, 1977]. Charlando con él sobre la preparación, me contó que generalmente en las sábanas de alguna secuencia importante él pedía que estas fueran más bien grises, no blancas, y eso tenía que ver con la latitud de la película. Pero con la latitud actual -y con el HDR más- que tiene el digital, yo ya no intervengo en este tipo de temas.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, es que Pedro realmente me sorprende, porque si uno repasa la filmografía de otros grandes directores que han llegado a una edad, como Woody Allen, Roman Polanski o Clint Eastwood, generalmente sus películas después de los 70 años de alguna manera están basadas en su propio cine y tratan de no crearse dificultades. Y, sin embargo, Pedro aborda nuevos retos de los que sale muy bien parado, como cuando introdujo un perro por primera vez en su carrera en ‘La voz humana’, que además le funciona muy bien en la narración.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, ese es un plano mítico que tiene algo que yo siempre trato de buscar en las películas, que es un plano que la sintetice. Ese plano de John Wayne alejándose por la puerta, en que todo queda en negro para nosotros, pero fuera solo está el desierto, aunque, curiosamente, no hay caballo, no hay nada. El personaje de John Wayne va hacia el desierto, es decir, viaja hacia la nada, y para mí eso sintetiza toda la película. Hay, por ejemplo, otro plano final que sintetiza ‘El tercer hombre’ [Carol Reed, 1949], con la actriz Alida Valli, en que viene de frente y parece que se va a encontrar en un romance hollywoodiense con Joseph Cotten, que está muy atraído por ella, pero pasa de largo sin ni siquiera mirarle.  Hay también un plano que sintetiza el western de Pedro. Es el plano amplio, también al final de la película, en donde uno de los protagonistas está de un lado y el otro personaje del otro; en medio está la cama, y el sol entra a chorros…

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Es solo una coincidencia, porque toda la preparación y el rodaje de este corto fue antes de que se estrenara la serie.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Absolutamente, y, además, creo que influye que en esta película está aún llevado un poco más lejos el uso del diafragma cerrado. Es decir, no es lo mismo un verde o un azul visto a un diafragma u otro. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Primero, porque tiene más foco, porque, de lo contrario, el color pierde fuerza porque no está definido. Mientras que, en esta película, casi todo está prácticamente a foco. Pero eso ya ocurría en ‘Madres paralelas’.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Ya sabes que Pedro cuenta que se refirió para justificar ese verde chillón de la chaqueta que lleva Pedro Pascal a una película [‘Horizontes lejanos’, de Anthony Mann] en donde James Stewart llevaba una del mismo tono, y por eso se atrevió con el color, porque los colores del western siempre son como pardos, grises y negros. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, pero eso tiene que ver con el suelo donde estábamos rodando, que era un suelo polvoriento y blanquecino. Y eso, evidentemente, para los planos exteriores, casi eliminaba los colores, que además casi no había. Normalmente nunca hay mucho color en lo que llaman las praderas en el western, pero, además, la extensión delante de la casa del rancho era una planicie blanquecina.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Es posible, pero además nos encontramos con una cosa que estuvo muy bien, que fue un exceso de viento cuando estábamos rodando la pelea en exteriores, algo que levantó mucho el polvo, con lo que esto se acrecentó. Porque claro, si tienes mucho polvo en el aire, como sabemos los de cámara, eso se convierte en un difusor en el medio que se extiende por el blanquecino. Y es curioso, porque el viento se paró cuando uno de los personajes cae herido y se convirtió en otra cosa; parecía que el viento acompañaba al dramatismo del enfrentamiento y luego se acababa.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, se rodó a 100 fps, un poco a lo Peckinpah, y ello dio lugar a un gran plano corto, magníficamente ejecutado por Joaquín Manchado en la cámara, de la herida de uno de los contrincantes.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): No usé texture; lo que he querido hacer aquí, que ya inicié en ‘Madres paralelas’, es insistir en conseguir una gran profundidad de foco y que eso estuviera incorporado a la narración, porque yo creo que hay una cosa que se olvida en la fotografía, y es que nosotros somos gran parte del lenguaje cinematográfico que el espectador ve e incorpora en su visión, donde mira y escoge lo que quiere ver, y no le damos importancia a cómo el diafragma influye en eso…de alguna manera, cuando se enseña cine se menosprecia un poquito el uso del diafragma, salvo el diafragma muy abierto, para lo que sí hay toda una escuela. Me han hablado de momentos en rodajes en que se chilla: “Más abierto, está demasiado enfocado todo”.

El diafragma tiene mucho que ver con cómo es contada la película, cómo puede dirigirla el director, y con el diafragma muy abierto se busca la forma más sencilla, sin apenas planos en que haya un personaje y otro al mismo tiempo que se estén cruzando en el mismo plano, qué es lo que ocurre en esta película; pero eso existía en el cine. Y existió por una cosa muy simple, y es que la película blanco y negro pasó de ser la Plus X, que era una película lentísima, a ser la Doble X, con 250 ASA y que además se podía forzar sin demasiado problema. Entonces, todo el thriller negro de serie B se hizo en blanco y negro, con gran profundidad de foco y además todo forzado. Es decir, en lugar de lo que marcaba las reglas de 250 ASA, se rodaba a 500, 600, para conseguir una gran profundidad. 

Esa es la historia de los años 40, 50, 60, pero entonces aparece el color y el Eastman color con 32 ASA. Yo, que empecé a rodar en el 65, con una película tan lenta, luchaba para conseguir rodar a 4 diafragma. Luego, hay que reconocer una cosa que ha sido importante también en este sentido, y es que los objetivos han sido cada vez mejores, y a partir de un cierto momento prácticamente se podía trabajar con casi todos los diafragmas. Y ahora el digital ya permite que vayas, como yo he ido, a 22 diafragma o puedas ir a 1.3, tienes todo ese margen. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Entre 11 y 22, sobre todo porque, si estamos en exteriores, puede haber cambios de luz, y yo estoy constantemente con el control del diafragma desde un monitor para poder cambiarlo según las distintas situaciones. La base sería 16-22, pero no a 22 clavado, porque entonces no me deja margen de respuesta si hay un aumento de la luz.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Eso es una manera de venderlo. Evidentemente, como yo trabajo se tarda un poco más, pero no mucho más si tienes experiencia. En ‘Madres paralelas’ se planteó que se necesitaría más luz porque yo iba a ir a más diafragmas y, por lo tanto, más tiempo, pero no fue así, sino al contrario, redujimos una semana el rodaje. 

Y en este caso cumplimos con las 3 semanas que había de presupuesto, pero sí es cierto que se necesita un poco más de preparación y pensar cómo hacer para que la luz tenga valor y conseguir lo que quieres. En general, yo no llevo mucha luz, y en esta película tampoco. Mis compañeros directores de fotografía dicen que se necesita mucha luz para este tipo de enfoque, pero no es así. Los gaffers suelen decir que llevo poco material, pero es porque sé el material que voy a necesitar en cada situación, y no quiero más que justo lo que se necesite. Pero esto depende de cada cual. Hay quien rueda con mucha luz y quien rueda con poca, pero en lo que quiero insistir es que conseguir un buen diafragma no necesita obligatoriamente mucha luz. Es un planteamiento mental más que otra cosa.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Donde se muele el grano es en el molino, no antes. De repente, cuando estás en rodaje, te das cuenta que tienes que hacer un tipo de luz; por eso no me gusta preparar mucho las películas, porque creo que en rodaje todo cambia, cuando se está con los actores y los movimientos de cámara. La apuesta que había en este western, que al segundo día para mí quedó clara, es que toda la luz estuviese a la altura de los actores y dentro de las habitaciones, pero no colgada. Al contrario de los que cuelgan la luz y así se dispara para todas partes, aquí sí se cambiaba la luz de sitio -rápidamente, porque iba sobre trípode- pero prácticamente toda la luz era LED difusa, no era aparato Fresnel o HMI.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, menos la luz que entraba por la ventana, que sí son HMI. En interior, toda la luz estaba al borde de cuadro, en trípodes, y eso crea un tipo de luz que me permitía llenar de luz el decorado, pero, además, que ellos tuviesen siempre un poco más de luz que los fondos. 

Es que yo he aprendido mucho de Gregg Toland: en ‘Ciudadano Kane’ casi toda la luz estaba puesta abajo. Es decir, salvo las noches y con luz eléctrica, pero con luz de vela no, la luz de vela está baja y la luz de la ventana es baja, no viene de arriba. Yo tengo que creerme la luz, tiene que estar bien puesta, porque me interesa la luz realista. Es decir, no la luz que busca el efecto y que, de repente, entra por la ventana e inunda el decorado y con el humo hace unos rayos…eso raramente ocurre en la vida real y, además, lo que no ocurre nunca es que un plano de una escena pueda tener ese tipo de luz, el contraplano otra luz y el siguiente plano otra. Yo trato de mantener la luz más o menos equilibrada y que el espectador pueda asumir y no le saque de la historia. Hay directores de fotografía que son buenos y que de repente ponen esa luz a través de las ventanas, con aparatos que entran casi de diferentes ángulos, y luego resulta que sales a la calle en la continuación de la secuencia y es mediodía y la luz está arriba. Yo creo que la luz cuando entra en los decorados en una angulación marca un tiempo, y si nos olvidamos de eso podemos hacer lo que queramos, claro. Pero, yo creo, eso queda en la mente del espectador y entra más en las películas si la luz es creíble.

Me gusta mucho marcar con mi luz la hora en que suceden las escenas de una manera realista; por eso, en los contraplanos de Pedro Pascal en la secuencia de la cena vemos el exterior en una especie de hora mágica. Quise así retratar cómo en aquella época, en que no había luz eléctrica, la gente era activa solo cuando había luz, y por ello cenan cuando aún queda luz natural.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, no soy muy partidario de los objetivos que tienen unos defectos que se convierten en la base de la película. Si la película está rodada bien, en postproducción puedes crear un efecto de luz que entra, lo que quieras. Sin embargo, si ya lo tienes incorporado, te ves obligado a cargar con ello toda la película. Por tanto, se trataba de encontrar los objetivos más adecuados que no causasen ninguna aberración. Yo detesto las secuencias de velas en que de repente aparece ese defecto que se llama ghost (fantasma) sobre todo con panorámicas o 2,35:1 como la nuestra, y podía ocurrir que apareciesen las velas en una parte izquierda de cámara y de repente, el fantasma apareciese a la derecha. Así que estuve haciendo pruebas con diferentes objetivos y encontré que la Signature es la que se defendía mejor con la limpieza del cuadro sin que hubiese tal cosa. Y, además de eso, había que tener en cuenta que yo, al contrario de las generaciones actuales, que ruedan las velas todo abierto de diafragma para aprovechar la luz que da la vela -que no es un mal sistema para trabajar en algunos casos como en películas románticas- en esta película no quería eso. Como quería profundidad de foco, quería rodar con las velas lo más cerrado posible. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí. Cuando Jake está herido, se me ocurrió colocar 4 o 5 velas juntas para que el otro personaje se viera mejor, porque le está curando. Es una idea que me vino al recordar que Edison contó en una biografía suya una cosa que a mí me llamó mucho la atención, y es que uno de sus padres cayó muy enfermo y llamaron al doctor, pero era una casa sin prácticamente luz, y entonces Edison llenó los balcones y la calle de todos los espejos que encontró de los vecinos y los puso para dirigir la luz dentro de la habitación. Aquí pensé lo mismo, concentrar todas las velas en la mesilla de noche, para dar más luz. Rodé casi a 11 de diafragma menos un tercio para que las velas estuvieran bellas pero limpias, sin ninguna luz desparramada.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Cierto. Primero, porque es el cine de Pedro, donde todo está en función de su dirección: el decorado, los objetos que hay, los cuadros, que son importantísimos y si los desenfocas pierdes; así que le puse bastante luz. Aparte de eso, yo soy de los que piensa que la oscuridad existe poco: tengas una o veinte velas, el ojo se adapta. A los cinco minutos todo está iluminado con una luz parecida.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Diafragmando 16, 22 se crea un efecto de relieve, como una tercera dimensión. Cuando la veas otra vez -porque es una película para ver varias veces, porque puedes escoger en cada momento lo que ves- te darás cuenta de que es como si estuvieras dentro de la habitación, porque tiene relieve. Eso ocurre en otro momento de la película, que es cuando el hijo de Silva [Pedro Pascal] está en la cama y entra Silva: hay un movimiento entre ellos y hay también un relieve. Al estar todo a foco, es casi como si estuvieses dentro del cuarto con ellos, pero al lado de la cámara viéndolo todo. O, al menos, esa es mi intención.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Hay una cosa que es cierta y, aunque a mí no me gusta hablar de las marcas, hay que decirlo. Casi todos los interiores en ‘Madres paralelas’ están rodados a 2500 ASA con Sony Venice. Entonces, la Alexa 35 no había salido, y la ARRI daba máximo 1280. Yo quiero tener siempre muchas posibilidades de poder jugar con un diafragma u otro, según me guste. Por eso, hice la prueba con la nueva cámara Super 35 y descubrí que podíamos ir a 6400 ASA. Y prácticamente todos los interiores de ‘Extraña forma de vida’ están rodados entre 3200 y 6200 ASA. 

Pienso que hay que sacarle partido en ese sentido a las cámaras y no quedarte en el ISO recomendado de la cámara para evitar ruido…Yo me olvido de eso absolutamente. Ya cuando rodaba ‘La pasión turca’, con una película que tenía 500 ASA, la forcé a 2000, pero no para conseguir más diafragma, sino para obtener unos colores más intensos, porque esa película me parecía que lo necesitaba y me lancé, y eso siempre crea un poco de desasosiego en los laboratorios. 

Yo me he criado etalonando fotos en color y eso me ha hecho aprender mucho. Por eso, aunque tengo mucho respeto a los etalonadores, siempre les doy sorpresas. Recuerdo que hay un plano en ‘Madres paralelas’, en el salón donde vive el personaje de Penélope Cruz en que se ven unas ventanas donde, como estábamos en estudio, se hicieron en croma para meter la imagen a posteriori. Después se rodaron unas imágenes para los fondos. Y cuando fui a ver la inclusión de la imagen en un primer etalonaje me llevé las manos a la cabeza, porque el fondo se había rodado bien, pero tanto el laboratorio como la empresa de efectos lo habían puesto desenfocado. Ambas empresas se defendieron diciendo que estaban acostumbrados a que lo que se está viendo por la ventana está más lejos y está desenfocado para dar más realidad. Al final me dieron la razón, porque los bordes de las ventanas también estaban enfocados, por tanto el fondo también debía estarlo.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Por el efecto del viento y la arena que subía, como te he contado antes, ocurrió que todo lo que rodamos durante la pelea estaba con viento, y luego se paró. Yo quise, en parte debido a mi cultura cinematográfica, que la empresa de VFX añadiera viento a todo, porque hay una película que es “El viento” de Víctor Sjöström (1928) que sucede en un lugar de Estados Unidos en donde el viento está siempre perenne y la gente vive casi bajo tierra. Vive arriba cuando no hace viento, pero en cuanto empieza a soplar se meten y cierran todo. Y yo pensé que podía ser un homenaje. Pero finalmente producción no dio luz verde y no pudo ser, aunque, al mismo tiempo no está mal tampoco que, de repente, cuando acaba la acción en la escena se acabe el viento, y parece que está planeado, cuando no lo estaba. Dicho esto, no podemos ignorar cómo esta secuencia de la pelea con el viento -y sus protagonistas- evoca a la célebre pelea en el polvo levantado de John Wayne y Montgomery Clift en ‘Río rojo’ [Howard Hawks, 1948].

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Mira, te voy a contar una cosa que explica que sea un apasionado del foco. Antes te contaba que hay todo un cine, sobre todo la serie B, que son thrillers negros y casi todos están forzados, consiguiendo eso que se llamaba ‘el grano de la Warner’, porque estaba forzado en blanco y negro y rodado a un diafragma bastante alto. Y entonces, como te explicaba, aparece el color y parece que se acaba eso, pero hay directores que siguen haciendo alguna película en blanco y negro, porque consideran que, como hay muchos personajes, tienen que seguir con la profundidad de campo. Pongo, por ejemplo, ‘El hombre que mató a meter Liberty Valance’ [1962], que es en blanco y negro, cuando John Ford ya había rodado en color. Pero esta quería que fuese en blanco y negro porque hay una secuencia que es fundamental, que es la muerte de Liberty Valance, porque se ve en planos cortos y luego pasa a un plano detrás de John Wayne, que es cuando mata a Lee Marvin. Y está todo a foco. Es decir, que en este caso sin la elección de diafragma el plano no se hubiera conseguido. 

Otro ejemplo es ‘Con faldas y a lo loco’ [1959], una película que tiene muchos personajes que van y vienen, y Billy Wilder también apostó por el blanco y negro a pesar de tener a la gran estrella del color que era Marilyn Monroe, porque, además de por otras razones, sopesó poder jugar con la profundidad de foco que tenía en blanco y negro y que no la conseguía con el color.

Hay muchos ejemplos: “Marnie la ladrona” [1964], que es una película en color, se debería estudiar en las escuelas de cine. Hay una secuencia de Sean Connery y otro personaje en que se nota que Hitchcock está desesperado por tener los dos a foco y así no cortar los planos. Puedes apreciar que él quiere continuar con el plano, pero no puede porque se va a desenfocar uno de los personajes. Es curiosísimo.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, por cómo se cuenta, evidentemente, pero es que nunca se ha hablado de la influencia del diafragma en la planificación de la película y en la puesta en escena. Y, sin embargo, es importante, aunque ahora han acostumbrado al público al desenfoque y a pasar el foco de un personaje a otro en el mismo plano. Antes eso no existía, y es algo que a mí me parece horrible en pantalla, al igual que estar muy abierto de diafragma. Y es que cuando ruedas con cuatro cámaras, la de en medio, generalmente, está dando un plano un poco amplio, que a lo mejor está hecho con un 32 o un 25 mm, y las otras dos cámaras están ocultas en el decorado, con grandes teles para sacar al otro personaje. Pero cuando empleamos tan grandes teles, para el espectador cambia la perspectiva, porque ya no está en el decorado, está fuera. Su visión se convierte en otra cosa y él no lo sabe, pero eso le influye muchísimo. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Se ha rodado con una cámara a excepción del duelo, con dos, para no repetir una pelea con actores que además está hecha por ellos mismos. Había especialistas de peleas, pero no hubo dobles. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): No, yo fotografío bien a las chicas porque me crie en un cine en que las chicas en pantalla eran diosas, en la época en que las actrices y los actores eran un capital importante de las productoras en Norteamérica y las cuidaban mucho, y los productores se enfadaban si no estaban bien fotografiadas, es decir, que intervenían mucho. Pero eso ha pasado a la historia. Lo que pasa es que yo siempre pienso, salvo la excepción famosa de ‘El padrino’ de Marlon Brando, que los ojos deben estar bien Iluminados, porque la expresión de los ojos es fundamental. 

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Sí, porque está llenísimo de luz y, en cierto sentido, era para salir de la atmósfera un poco pesada del resto, porque vemos la juventud y sus esperanzas, que luego con el tiempo se nos oscurecen. La película es más bien oscura, menos esa parte, que es muy luminosa y con colores también más fuertes todavía, con más contraste. Pero bueno, viene a ser lo mismo que yo hago de todas formas, y es tratar de conseguir que a los actores se les vea bien las caras y los ojos. Algo fundamental. Por ejemplo, ‘Dolor y gloria’ sería una película totalmente distinta si yo no hubiese iluminado los ojos de Antonio Banderas bien, porque hay unas sutilezas en la gran interpretación de Antonio que solamente son detallitos de un parpadeo, y si la dejamos a oscuras se pierde mucha fuerza.

De hecho, al final del rodaje, Ethan Hawke me dijo que había estado encantado de trabajar conmigo, porque era la primera vez que le habían iluminado tan bien en todas las secuencias. Me agradeció que se le vean tan bien las facciones, los ojos y con ello su interpretación esté llena de fuerza, porque yo le había puesto la luz.

JOSÉ L. ALCAINE (AEC): Para esta película utilizamos la nueva ciencia del color de ARRI creada para la Alexa 35. Fuimos los primeros en España en utilizar la nueva cámara Super 35 y tuvimos la suerte de poder testearla a fondo. Quedamos sorprendidos por la profundidad de color y por la sensación y textura fílmica que la cámara tiene. Utilizamos unas LUTs creadas por nosotros que le daban a la imagen una textura un poco nostálgica, que recordaba a las películas de la primera etapa de Sergio Leone. El etalonaje on set de la película se desarrolló con el sistema de Live Grade de Pomfort de retoque de color en directo y para la monitorización usamos monitores OLED de Sony.