ERNST HAAS

Ernst Haas (Viena, 1921 – Nueva York, 1986) fue un fotógrafo y artista plástico austríaco. Nació en Viena el 2 marzo de 1921. Comenzó a estudiar medicina y después pintura. A principios de 1940 comenzó a trabajar con la fotografía y después de la guerra en el campo del fotoperiodismo. En 1947 se hizo muy popular un reportaje que hizo sobre el retorno de los prisioneros de guerra. En 1949 entró en la agencia Magnum presentado por Robert Capa.

Se fue a vivir a Estados Unidos y realizó su primera fotografía en color en el desierto de México. Éste fue el comienzo de su investigación personal sobre el uso de la fotografía en color. Desde 1951 se convirtió en fotógrafo independiente para publicaciones como Life, Vogue, Esquire y Look. Tomó fotografías de Nueva York y otras grandes ciudades como París y Venecia. En 1957 realizó un reportaje sobre las corridas de toros en España que supusieron una sorpresa para el público.

En 1962 realizó una exposición de fotos en color en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, al año siguiente publicó su primer libro, Elements, que trataba sobre Nueva York. Desde 1964 trabajó en cine y televisión y en 1971 realizó su obra titulada La creación de la que vendió 350 000 copias, en 1975 publicó su libro América. A lo largo de su vida recibió varios premios, entre los que se encuentran el Premio de cultura de la asociación alemana de fotografía, recibido en 1972 y el Premio internacional de la Fundación Hasselblad en 1986. Murió en Nueva York el 12 de septiembre de 1986.

MICHAEL YAMASHITA

Michael Yamashita, uno de los fotógrafos más influyentes de nuestro tiempo, ha pasado gran parte de su carrera de casi cinco décadas viajando por Asia, capturando imágenes verdaderamente extraordinarias que destilan la esencia de este continente vasto y diverso.


Nacido en San Francisco en 1949 y criado en Montclair, Nueva Jersey, Yamashita, un japonés-estadounidense de tercera generación, albergaba un profundo interés en su herencia desde una edad temprana, lo que lo llevó a obtener una licenciatura en Estudios Asiáticos en la Universidad Wesleyan de Connecticut.

Su camino hacia la fotografía fue fortuito; tras graduarse emprendió un viaje a Japón en busca de sus raíces y adquirió una cámara para documentar sus vivencias, decisión que alteraría el curso de su vida. A pesar de que en ese momento no albergaba ninguna pasión particular por la fotografía, Yamashita se enamoró inmediatamente del proceso. Se unió a un club de fotografía con el objetivo de conocer a tantos fotógrafos como fuera posible para desarrollar sus habilidades y explorar su pasión y, a medida que mejoraba y exploraba más Japón, comenzó a soñar con cómo sería fotografiar profesionalmente para National Geographic.


Sin dejarse intimidar por los escépticos que etiquetaban sus aspiraciones como un «sueño imposible», Yamashita se mantuvo firme. Cuatro años después de su crucial viaje a Japón, su sueño se hizo realidad después de acercarse al Director de Fotografía de National Geographic Revista, Bob Gilka, con su portfolio. Después de revisar sus trabajos, Gilka le entregó algunos rollos de Kodachrome y le encargó fotografiar National Geographic Los niños. Yamashita aceptó y escribió una historia convincente sobre una escuela de esquí y montañismo en los Alpes franceses que, según sus propias palabras, «pasó la prueba».


Su propuesta posterior para una historia sobre Japón inicialmente fue rechazada debido a que otro fotógrafo ya estaba trabajando en el tema. Sin embargo, el destino intervino cuando el fotógrafo en cuestión enfermó, lo que llevó a Gilka a invitar a Yamashita a asumir el encargo. El artículo resultante de 32 páginas sobre la última frontera de Japón, la isla de Hokkaido, marcó un punto de inflexión en su carrera, lo que le llevó a una asociación de larga data con la revista, que ha engendrado un trabajo verdaderamente extraordinario.


Si bien a lo largo de su carrera, Yamashita ha Fotografiado en seis continentes diferentes, es sus trabajos en Asia por el que es más conocido. Yamashita dice que le debe «todo a su herencia japonesa» y se siente más cómodo trabajando en Asia, bromeando diciendo que «sólo filma en países donde el arroz es el plato principal».

Él ha propuesto consistentemente historias que tienen un significado personal y cubren un amplio espectro, desde temas bien conocidos hasta temas algo oscuros. Además de numerosos viajes por su tierra natal, ha seguido los caminos de los personajes históricos Marco Polo y del explorador chino Zheng He, explorando casi todo el continente asiático, mientras que, en las últimas dos décadas, su atención se ha centrado principalmente en China. y el Tíbet, acumulando posiblemente los archivos fotográficos más extensos del mundo sobre estas regiones.

Ya sea impresionante pasajes, representaciones íntimas de la vida cotidiana, ceremonias religiosas y culturales, o retratos captados en entornos cotidianos, las impresionantes imágenes de Yamashita se caracterizan invariablemente por la sensibilidad, el respeto y una profunda pasión por sus sujetos. Junto con su destreza técnica, su ojo para la composición y el color y su ingenio creativo, sus fotografías crean una narrativa convincente que atrae a los espectadores a las escenas representadas, evocando tanto una sensación de pasión por los caminos como de fascinación.


Desde aquel viaje trascendental a Japón hace décadas, cámara en mano, el camno de Yamashita ha sido nada menos que extraordinario. Desde esa asignación inicial para National Geographic Revista en Hokkaido en 1980, ha contribuido con casi cuarenta historias a la publicación, y produjo dos largometrajes documentales inspirados en su extensa cobertura de Marco Polo y Zheng He.


Ha publicado dieciséis libros, ha realizado numerosas exposiciones en todo el mundo y ha recibido numerosos premios y reconocimientos prestigiosos de la industria. Más allá de sus logros, Yamashita se ha convertido en un solicitado profesor y conferencista, impartiendo talleres y conferencias en universidades y apareciendo como un gran vocero. Siempre generoso con orientaciones y consejos, está ansioso por ayudar a los profesionales de distintos puebles.

Yamashita es un fotógrafo verdaderamente único. Una de las figuras más influyentes del medio y un maestro moderno, cuya pasión, percepción y dedicación inquebrantable a su oficio pueden servir de inspiración para todos nosotros.

EDUARD LACHMAN ASC

El director de fotografía Edward Lachman es el protagonista de este blog. En este artículo, analizaremos su estilo, filosofía, técnicas y equipos utilizados. El df no tiene un estilo visual concreto. Se adapta a la historia que necesita ser contada en cada película, por ello no suele utilizar la misma semántica ni el mismo lenguaje en sus distintas obras. Es capaz de explorar diferentes formas de contar cada historia.

Nació el 31 de marzo de 1948 en Nueva Jersey, Estados Unidos. Hijo de Edward Lachman, distribuidor y propietario de salas de cine, fue a la Universidad de Harvard y estudió en Francia en la Universidad de Tours. Finalmente se acabó licenciando en pintura en la Universidad de Ohio.

Nuestro protagonista cuenta con más de 60 películas en su filmografía, aunque comenzó en el mundo de la industria haciendo documentales de la mano de los hermanos Maysles dirigiendo la oficina, haciendo el sonido o manejando la segunda cámara.

Todd Haynes, Sofia Coppola, Larry Clark o Pablo Larraín han sido algunos de los directores con los que ha trabajado. Conocido por trabajos como «Ken Park» (Larry Clark y Edud. Lachman, 2002), «Lejos del cielo» (Todd Haynes, 2002) y «Carol» (Todd Haynes, 2015). Gracias a estas dos últimas películas fue nominado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.

Su último largometraje, por el cual ha sido nominado al Oscar a Mejor Fotografía, ha sido «El Conde» (Pablo Larraín,2023). Al ser una producción en blanco y negro la elección de la cámara fue muy importante. El director trabajó con un Supertechno15 y la película fue filmada con la cámara monocromática Arri Alexa Mini LF, producida específicamente para el proyecto, con lentes Ultra Baltar de 1930. También utilizó un sistema de mapeo inspirado en Ansel Adams.

Además, uno de los factores más importantes para Edward Lachman fue usar El Zone System, clave a la hora de lograr el lenguaje visual de la película.

La escena de Paula Luchsinger volando era principalmente a una distancia focal más amplia, de 24 o 28, incluso 21. Querían la relación espacial donde estaba ella. No querían mostrar a ella en el cielo y ya está, sino que pretendían que se viera todo el rancho para crear la sensación de estar viendo algo real y no creado en posproducción. Para ello, rodaron la escena con una grúa de 90 pies. Esto provoca mucha libertad visual y te conecta emocionalmente con el espíritu del personaje.

En esta producción el director de fotografía hizo una excepción al trabajar con Pablo Larraín. Según ha comentado varias veces, él no suele trabajar con directores nuevos, pero esta vez quiso darle una oportunidad a Larraín, puesto que había seguido de cerca su trayectoria.

La filosofía de Lachman es ver el cine como un arte y no como un producto comercial. Se encarga de buscar una metáfora visual para cada narración porque piensa que las imágenes son realmente el lenguaje del cine. Realiza un símil de los directores de fotografía como arquitectos de la luz y el espacio, debido a que a diferencia de otras obras culturales en las películas somos capaces de movernos en el espacio-tiempo.

Considera que los personajes son una parte crucial de cada película, por lo tanto, la historia debe ser guiada por éstos. Gracias a su estilo intenta imprimir las emociones en las imágenes. El mayor reto para Edward Lachman es intentar arriesgarse y superarse en cada película como si fuera la primera. Siempre intenta hacer cosas distintas que no haya probado anteriormente en otras obras.

 Cada película y cada actor es diferente y él como director de fotografía debe encontrar lo que es importante para el director y cómo puede implementarlo a la hora de contar la historia.

 Como hemos mencionado anteriormente, Lachman comenzó en el mundo de los documentales, un buen sitio para empezar debido a la inmediatez de la imagen y cómo te adaptas a las distintas condiciones.

En los documentales que aprendió realmente el oficio de director de fotografía fue en «Chrstos Valley Curtain» (1974) y «Grey Gardens» (1975). Pero no fue hasta que conoció a Werner Herzog en el Festival de Berlín cuando comenzó su carrera profesional con el documental de la erupción de un volcán en la isla de Guadalupe.

Sus inicios en el cine comenzaron con la cámara Ariflex 35 BL II. Es la cámara con la que más cómodo se sentía, era ergonómica y, a pesar de que era ruidosa, el director piensa que es maravillosa. En los años 80 se pasó a la Arriflex 35 BL III y más tarde a la IV. Las Ariflex han estado muy presentes durante toda su carrera. Para el director las Arricam son la evolución de las Moviecam, y tienen lo mejor de ambas cámaras. La Arriflex 416 es la cámara de cine por excelencia, mientras que ahora la cámara digital a la orden del día es la Arri Alexa. Una de las películas grabadas con Arricam por Edward Lachman fue «Erin Brockovich» (Lawrence, Kansas 2000).

“»Carol» (Todd Haynes 2015) es uno de los largometrajes más importantes de la carrera del director. Querían documentar la fotografía que realizaban artistas como Helen Levitt, Esther Bubley y Ruth Orkin en el final de la 2º Guerra Mundial. El director Todd Haynes y Edward Lachman querían capturar la época concreta a través del grano de las películas 16mm, porque incluso las 35 mm llegan a perder textura.

El mayor reto de «Carol» fue la creación del mundo interior de los personajes. Lachman trató de documentar la época de forma visual. Para ello, se inspiró en los fotógrafos callejeros de ese momento, que comenzaban a experimentar la película de color. Por esta razón, el director rodó el largometraje en 16mm. El director también quiso inspirarse en la fotografía de Vivian Maier, focalizada en la vida cotidiana de la calle. Se retrataba a sí misma a través de los reflejos en los espejos, y sirvió como metáfora para explicar las emociones de Therese, más visibles por el espectador cuando este personaje abraza a Carol.

La cámara que usó Edward Lachman para filmar “Carol” fue la Arriflex 416 con los lentes Cooke Speed Panchro, Varopanchro, Zeiss Master Zoom y Angenieux HR Cooke S4/i. Después de «Carol», Edward Lachman adquirió una Arriflex 416, perfecta para él. Aún no sabía si iba a rodar otra película en 16mm, pero si lo hacía estaba seguro que iba a ser con esa cámara.

El aspecto de las películas a principios de los 50 no era el mismo, se hacía referencia al Kodak Ektachrome más que al color primitivo, por ello el df intentó crear esa paleta a través de un aspecto más frío que silenciaba los colores amarillos, verdes y magentas, un espectro de color mucho más limitado que la gama actual en un negativo de color. Uno de los métodos utilizados fue la incorporación de algo de color en el negativo y exposición mediante a través de la saturación. Además, trabajó con colores cálidos y fríos. Los saturó en la gradación para que continuase el color saturado en el negativo, de modo que el espectador pudiese seguir sintiendo el color.

La última película que Edward Lachman grabó con Todd Haynes, el mismo director de «Carol», fue «Wonderstruck» (2017). Una parte de la película es en silencio y la otra hace referencia a las calles de los años 70. Grabaron en el Museo de Historia Natural y no se pudo utilizar ninguna luz ya que las maquetas son sensibles a ésta. Por ello, decidieron grabar de forma digital, ya que facilitaba la rapidez del rodaje.

La cinematografía de Edward Lachman consiste en buscar una metáfora visual para cada largometraje que realiza, su visión del cine es percibirlo como un arte en vez de como un producto comercial. En cada película se adapta al estilo visual del director con el que trabaja. Por ello, intenta superarse a sí mismo en cada producción probando nuevas técnicas que no ha realizado antes.

BENJAMIN T. RICHARDSON, ASC 

Ben Richardson es el director de fotografía protagonista de este blog. Su fotografía ha evolucionado sutilmente a lo largo de los años. Ha pasado de un estilo orgánico, desenfadado y con cámara en mano, a un estilo más limpio y suave. Sin embargo, su fotografía también ha mantenido un aire naturalista que hace que parezca que lo que ocurre en la pantalla es fiel a la realidad. 

Ben Richardson nació el 21 de septiembre de 1975 en Inglaterra. Su primera aventura cinematográfica comenzó con el cine de animación. Se trasladó de Inglaterra a Praga, donde encontró una comunidad creativa muy unida y un bajo coste de vida. Esto le permitió trabajar y sobrevivir al margen del sistema de la industria cinematográfica. Allí dirigió y rodó el cortometraje de animación “Seed” (2009).

En Praga conoció a su primer gran socio creativo, el director Benh Zeitlin. Trabajaron juntos en el cortometraje de acción real “Glory At Sea” (2009), un precursor estilístico de su primer largometraje: “Bestias del sur salvaje” (2012).

Hay algunas similitudes entre el corto de animación que Richardson rodó y dirigió y el primer largometraje que fotografió. Ambos se rodaron en una película de 16 mm con textura. Contaban con una paleta de colores neutra con grises, azules y marrones. El trabajo de Ben Richardson en el largometraje también incorporó otro hilo conductor clave en su obra: la capacidad de trasladar visualmente a la pantalla el sentimiento de un personaje y su interpretación.

La creación de imágenes que capten realmente el sentimiento de la interpretación del actor es uno de sus principales objetivos. Ya sea con el rudo y suelto trabajo de cámara en mano en “Bestias del sur salvaje” (2012) que siempre perseguía al personaje. Manteniendo la cámara baja hasta el suelo a la altura de sus ojos para empatizar mejor con su perspectiva del mundo. O utilizando un trabajo de cámara más fluido y teleobjetivos largos para comprimir personajes más duros y calculados contra los paisajes. Consiguiendo hacerlos amenazantes y siempre presentes en “Yellowstone” (2018).

Sea cual sea la perspectiva cinematográfica que utilice, el enfoque de Ben Richardson nunca es pesado ni depende de trucos visuales estilizados, una técnica que utiliza a menudo para encuadrar es incorporar elementos del primer plano a la toma. Así, en lugar de hacer una toma «limpia» sin ningún elemento entre el sujeto y la cámara, a menudo coloca algo en primer plano mientras mantiene el enfoque en el sujeto. Esto tiene dos funciones: por un lado, crea más profundidad en el encuadre y hace que las imágenes parezcan menos planas y más dimensionales. Por otro lado, puede crear una sensación de objetividad. Como si la cámara, y por tanto el público, fuera un observador silencioso, agazapado en la hierba o sentado al otro lado de la habitación viendo cómo se desarrolla una escena. 

Ben Richardson casi siempre rueda e ilumina de un modo muy naturalista e intenta que el espectador se sumerja en la historia, de modo que la presencia de la cámara sea imperceptible y ofrezca la menor distracción posible.

Sus películas suelen rodarse en lugares reales y no en estudios. Utiliza paletas naturales que no son excesivamente vibrantes. Ilumina los espacios de forma naturalista, lo que representa realmente la sensación que transmiten los lugares en la vida real, del mismo modo que intenta captar la sensación que transmiten las interpretaciones de los actores.

Este proceso de observar cómo interactúa la luz natural con cada lugar de rodaje y utilizarlo para programar el momento de rodaje perfecto para cada escena es una forma estupenda de controlar las condiciones de iluminación sin necesidad de tener focos. 

Como las ventanas de rodaje eran muy cortas en “Bestias del sur salvaje” (2012), cada vez que se sobrepasaba el tiempo previsto se reducía considerablemente el tiempo de rodaje disponible. 

Cuando se trabaja con un equipo reducido y un material limitado, la mejor forma de iluminar es manipular la luz ya presente en un espacio haciendo pequeños ajustes para equilibrarla. En otras palabras, controlar la intensidad de la luz en determinadas partes del encuadre.

Para preservar la continuidad y mejorar el aspecto naturalista de otros proyectos como “Mare of Easttown” (2021), utilizó fuentes de luz de tungsteno más grandes para recrear la sensación de luz solar. En concreto 10K y 20K. 

En lugar de iluminar directamente a través de las ventanas, utilizó reflectores de rebote de aluminio CRLS. Estos pequeños paneles actúan como espejos que se pueden utilizar para rebotar fuentes de luz intensas. Pero, como están hechos de aluminio pulido en lugar de cristal, reflejan la luz con una calidad ligeramente más suave.

También puedes utilizarlos para aumentar la distancia entre la fuente y el sujeto colocando los reflectores fuera de la ventana y, a continuación, la lámpara lejos de la ventana apuntando al reflector. De este modo se reduce la caída de la luz y se obtiene la calidad de la luz solar natural.

Dado que la luz solar ambiental real en interiores procede del rebote del sol en los distintos objetos de una habitación. Tiene una intensidad bastante amplia, suave y baja. Por eso, la mayor parte de su iluminación interior diurna trata de imitar esta calidad suave y dispersa.

Mientras que sus exteriores diurnos suelen utilizar la luz natural que haya, ya sea luz solar directa o una nubosidad más tenue y difusa. Como la mayoría de los directores de fotografía, cuando filma con luz solar directa, suele bloquear a los personajes y colocarlos de modo que el sol los ilumine desde un lado o desde atrás.

En cuanto a las cámaras, la mayoría de sus largometrajes se han rodado con una sola cámara. Sin embargo, las series de televisión suelen tener que rodarse con bastante rapidez y cobertura, por lo que recurre a varias cámaras. 

Para “Yellowstone” (2018) utilizó tres cámaras ARRI Alexa Mini. Normalmente, cuando se utilizan tantas cámaras, resulta prácticamente más fácil utilizar objetivos con zoom. Esto se debe a que puede ser necesario cambiar la posición de una o dos cámaras para que las otras no las vean. Tener un objetivo zoom, en lugar de uno de focal fija, permite a los operadores de cámara ajustar el encuadre acercándose o alejándose un poco para evitar que las otras cámaras salgan en la toma.

Sin embargo, a Ben Richardson le gusta rodar con objetivos fijos, los Zeiss Ultra Prime. Saber qué objetivo primario tenía cada cámara le ayudaba a estructurar las escenas con más facilidad y a conocer la cobertura que obtendría, aunque no estuviera viendo cada toma en un monitor. 

A Richardson le suele gustar elegir focales de teleobjetivo más largas. Esto se nota especialmente en series como “Yellowstone” (2018). Pues hacía primeros planos de los personajes con objetivos de 135 mm o incluso 180 mm.

Incluso en las tomas amplias, que suelen hacerse con objetivos gran angular, Ben Richardson utiliza teleobjetivos. Esto comprime la imagen y hace que parezca que los paisajes de fondo están más cerca de los personajes de lo que están en realidad. Utilizar una distancia focal más larga significa situar la cámara más lejos de los actores para conseguir un plano amplio. También significa que estas tomas incorporarán a menudo algunos elementos de primer plano entre la cámara y los actores, algo que ya hemos mencionado antes.    

A diferencia de algunos directores de fotografía a los que sólo les gusta utilizar objetivos antiguos con interesantes características de remolino, bokeh anamórfico o fuertes destellos, Richardson suele preferir los cristales esféricos, que son un poco más modernos, consistentes, nítidos y conservan alguna forma del fondo en el bokeh. Entre estos objetivos se incluyen los Zeiss Ultra Prime, los Zeiss Master Prime o los Leica Summilux-C.

“Bestias del sur salvaje” (2012) se rodó en película de 16 mm. Pero casi siempre utiliza una Alexa Digital Super 35, como la Mini o la XT. Ha utilizado el mismo archivo LUT en sus últimos 5 proyectos con la Alexa, para conseguir un aspecto de color consistente y natural con el que está satisfecho.

Sin duda, Ben Richardson es uno de los directores de fotografía a los que seguirle la pista durante los próximos años. Los proyectos en los que trabaja cada vez son más grandes y cuentan con mayor presupuesto. Esto, unido a su talento innato.

El nuevo V-AF 20 mm de SAMYANG

Con el nuevo V-AF 20mm T1.9, la marca de lentes Samyang ha completado su gama de objetivos compactos autofoco V-AF. La gama de focales tiene una amplia oferta, desde ultra gran angular hasta teleobjetivo. El lente de 20 mm tiene la misma longitud que los anteriores (excepto el T2.3) y, además, es totalmente compatible con los accesorios de la marca.

Una de las novedades de este objetivo es su conector electrónico en la parte frontal del cilindro del lente. Esto permite colocar accesorios opcionales delante de los lentes. También han incorporado un nuevo adaptador MF anamórfico de 1,7 aumentos.

Samyang nació en Corea del Sur en 1972. Fabrican ópticas de cámara que exportan a 58 países a través de 39 agentes y distribuidores en el extranjero. El pasado julio de 2023 se fusionaron con la marca L-Mount Alliance. 

Los productos de la compañía se venden por otras marcas. Algunas de ellas son Rokinon, Bower, Opteka, Vivitar, Phoenix y Quantaray. 

LK Samyang está muy comprometida con el cuidado del medio ambiente y esto se ve reflejado en todo su proceso de trabajo y producción. La empresa cumple con unas prácticas ambientales sostenibles que se llevan a cabo gracias a su estricta política medioambiental. 

La serie V-AF está diseñada principalmente para la creación de contenidos de vídeo. Son lentes de enfoque automático para cine compacto, puesto que crean metraje cinematográfico con un rendimiento AF muy preciso. Las ópticas están unificadas y optimizadas para disparos con cardán y drones. La gama a su vez cuenta con una versatilidad de disparo extraordinaria a través de accesorios destinados a ello. 

Esta nueva óptica comparte las mismas características que las anteriores, que son las siguientes: 

  • Posee una amplia distancia focal. Se pueden retratar paisajes, paisajes urbanos, retransmisiones en directo y vlogging con cámara en mano. 
  • Este objetivo de 20 mm mantiene el tamaño compacto y el peso de la serie completa. Por esta razón, se adapta perfectamente al set para tomas con gimbal. 
  • Las ópticas cubren sensores de imagen full-frame con un círculo de imagen de 43.3 mm. 
  • Tiene el mismo tamaño y peso que sus compañeros: 280g/0.6Ibs y una longitud de 7.2cm/2.83”.
  • Todos los objetivos de la gama solo están disponibles en Sony E-Mount. Son de enfoque automático, el anillo gira 300º y tienen engranajes de enfoque estándar de 0.8 mod. 
  • Las ópticas están selladas para prevenir las condiciones climáticas. 
  • Como se mencionaba anteriormente, tienen un conector electrónico en la parte frontal para colocar accesorios opcionales y con una luz indicadora tally en la parte frontal.
  • El diámetro del filtro frontal es de 58mm y tienen nueve hojas de apertura. 
  • Todas las lentes están diseñadas para cubrir un sensor de hasta 8K y proporcionan un tono de color estandarizado que ahorra tiempo en la posproducción. 
  • Para finalizar, todos los Samyang V-AF tienen un botón de retención de enfoque y un interruptor personalizado. 

A la vez que la marca lanzaba el último objetivo integrante de la gama, presentaba un nuevo accesorio para estas lentes. El adaptador MF es compatible con las ópticas 24, 35, 45, 75 y 100, pero cuando se utiliza con el V-AF 24mm solo puede cubrir sensores de imagen APS-C/Super35.

Este adaptador proporciona un efecto bokeh ovalado a la imagen con efectos de destellos en ámbar. El adaptador ofrece una relación de comprensión 1.7x. Se debe configurar el enfoque de la lente al infinito y después enfocar con el adaptador.

El MF anamórfico cuenta con un modo de enfoque suave que da como resultado una imagen con un enfoque mucho más suave para looks creativos. 

Por último, el adaptador tiene un anillo de enfoque con engranajes de 0.8 mod. Esto facilita el uso del objetivo con un follow-focus. También incluye una luz indicadora en la parte frontal, como las ópticas V-AF. 

Ambos productos se comenzarán a comercializar a partir de este mes. El lente Samyang V-AF 20mm T1.9 se venderá por el precio de 629 euros, mientras que el adaptador anamórfico MF costará 1009 euros.  

WING SHYA – Fotografía Cinematográfica

Wing Shya es un fotógrafo que necesita poca presentación, ya que su cuerpo de trabajo es bien conocido, sobre todo a través de su relación como fotógrafo exclusivo en el cine de Wong Kar-Wai (Happy, In the Mood for Love, Eros y 2046). Nacido en Hong Kong en 1964, el trabajo de Wing Shya transmuta entre el cine, el arte y la moda. 

Comenzaría su carrera como diseñador gráfico, después de estudiar en el Instituto Emily Carr en Canadá. A su regreso a Hong Kong, Wing Shya creó el Taller Shya-la-la Workshop, un estudio de diseño el cual ha sido repetidamente galardonado

Wing Shya comenzó su aventura en el cine colaborando con músicos y artistas como Karen Mok, Jacky Cheung y Vanessa Mae en videos musicales. En la primavera de 2010, Shya debutó con una película block-buster, Hot Summer Days y continuó trabajando en la secuela, Love in Space, lanzada en el otoño de 2011. Desde entonces sus incursiones en el mundo de la moda y el cine han sido constantes, así como su presencia en distintas revistas y editoriales donde sus fotografías han ocupado un papel importante hasta el punto de ser llevadas a distintas galerías y museos para ser expuestas. Con una gran cartera de clientes, el trabajo de Wing Shya brilla por sí solo.

Utilizando la fotografía de moda como su medio, Shya sigue representando el cine a través de la fotografía, e igualmente, impone la fotografía sobre el cine. Empuja y borra los límites entre los dos medios, y el resultado son imágenes que aparecen como imágenes fijas capturadas de una película. Las obras de Wing Shya posee una estética distinta: la belleza sin pretensiones y el patetismo de los temas y conjuntos cinematográficos construidos específicamente para su fotografía, así como su elección de colores, vivos a través de la fuerza del sentimentalismo o tonos melancólicos. No importa qué tipo de belleza retrata, sus imágenes son siempre poéticas, sensuales y emocionalmente cargadas.

La obsesión por el color de WONG KAR-WAI

Durante los años 90, el director de cine de Hong Kong Second Wave, Wong Kar-Wai, alcanzó prominencia en el mundo del cine, ganando el reconocimiento de los críticos de cine después de éxitos como Chungking Express, Fallen Angels e In the Mood for Love, que expresaban las complejidades del amor moderno en Hong Kong.

A finales de los 90, junto con su antiguo colaborador y amigo, el director de fotografía Christopher Doyle, Wong Kar-Wai había desarrollado un lenguaje cinematográfico basado en una paleta de ciertos colores, todos con sus propios significados y entonaciones.


Con películas saturadas de tonos profundos y significativos, metáforas visuales desarrolladas para enfatizar el melodrama de la historia, podemos leer la narrativa sin depender del diálogo como ayuda.

En este alambique de Chungking Express, por ejemplo, sin que se les diga explícitamente que los personajes se enfrentan a una separación, WKW usa un azul profundo junto con el apoyo visual de un pequeño avión para sugerir que los personajes no se verán durante mucho tiempo después de este encuentro; el azul aquí representa inminente melancolía.


La paleta en In the Mood for Love es también uno de los colores primarios distintos, cambiando entre rojos y negros. Es una historia sobre dos vecinos solitarios en un apartamento de Hong Kong que forjan una relación compleja construida sobre las cenizas de sus respectivos matrimonios, y los rojos y negros sirven para enfatizar la dolorosa moderación y pasión que los protagonistas experimentan y se niegan a actuar.

Estos se yuxtaponen con verdes y azules que enfatizan la tristeza y la comprensión de que sus respectivos matrimonios se están desmoronando. En el estado de ánimo para el amor Es una gran lección de improvisación: dado que no había guión para la película, todas las escenas y ubicaciones sirven como ayudas narrativas. A pesar de poco planeado, Wong Kar Wai y el director de fotografía Christopher Doyle logran entregar una historia sucinta rica en significado.


“Soy una persona muy temperamental. Encuentro lo tradicional un poco aburrido…. Los chinos son bastante conservadores con las imágenes, así que hay que abrirse paso desde adentro».
 Wong Kar-Wai


Inspirándonos en cineastas como Wong Kar-Wai, podemos ver cómo la fotografía ayuda a crear emoción con el uso del color. El trabajo de Nan Goldin es un buen ejemplo. Utilizando la luz natural y los colores reflejados de los interiores, Goldin es capaz de evocar sentimientos de alienación, melancolía y lujuria en sus imágenes.

En la que quizás sea su imagen más famosa, podemos leer mucho: tomamos estas sutiles colas de la mirada de Nan, la espalda de su amante hacia ella, el resplandor de la luz de la mañana que sugiere un lento cambio de regreso a la realidad y la partida de los amantes.


Del mismo modo, el fotógrafo canadiense Greg Girard, que también filmó extensamente en Hong Kong, captura los sentimientos de alienación que surgen de ser un extranjero en una gran ciudad. Sus vagabundeos nocturnos están saturados del resplandor de las luces de neón. Estos colores sirven para enfatizar que el espacio urbano se caracteriza por binarios en conflicto-contradicción que crean nuestras metrópolis, una alienación atractiva.

En Hong Kong, existe un marcado contraste entre el día y la noche, una lucha entre los rostros que mostramos al mundo y la lucha por ocultar la verdad detrás de la etiqueta social y la tradición.


Se pueden extraer muchas lecciones de fotografía de las películas de Wong Kar-Wai. Aunque trabajemos con herramientas limitadas, color, puede capturar la vitalidad de un paisaje, revelan el juego de la memoria e implantan enigmas en el subconsciente del espectador.

A diferencia del cine, la fotografía no tiene el poder del sonido o el movimiento en el que confiar, por lo que una imagen debe poder significar las emociones singulares que sienten los sujetos, donde falta el diálogo.


La forma magistral de Wong Kar-Wai de iluminar y tonificar una escena es un manifiesto sobre las connotaciones psicológicas y emocionales del color y las diversas formas en que se pueden emplear y manipular estas connotaciones.

Junto con el enfoque ingenioso y experimental de Christopher Doyle, podemos ver que si bien la planificación y la perfección técnica son típicamente un requisito previo para la fotografía comercial, la fotografía urbana puede prestarse a un enfoque más relajado e improvisado que refleje los infinitos defectos e idiosincrasias que conforman la vida de la ciudad.

NING KAI Y SABRINA SCARPA

La fotografía encapsula tanto la fugacidad como la permanencia: congela un momento singular y fugaz en el tiempo, uno que nunca volverá a ocurrir, y lo preserva eternamente. 

Esto es el núcleo de lo que hacen Ning Kai y Sabrina Scarpa. Los artistas visuales chino-holandeses, socios tanto en la vida como en el trabajo, crean imágenes cautivadoras que transmiten la belleza, la espiritualidad y la temporalidad de la naturaleza.

La pareja se conoció en 2013. Ambos habían descubierto su pasión por la fotografía unos años antes: Ning después de comprar su primera cámara analógica, mientras que Sabrina, que estudiaba diseño gráfico, se inspiró para cambiar su especialidad a la fotografía. Su encuentro transformaría sus prácticas, fusionándolas en una sola.

La relación creativa del dúo se basa en su apreciación del mundo natural. Sus imágenes retratan momentos hermosos y transitorios capturados en la naturaleza: la luz del sol brillando en las aguas del lago, una bandada de pájaros creando patrones en el cielo, formaciones de nubes etéreas.

Sus imágenes están solas, numeradas, pero libres de leyendas o anclajes contextuales. Se invita a los espectadores a explorar sin narrativas preconcebidas, fomentando un espacio abierto para que las interpretaciones personales se desarrollen orgánicamente.

La luz forma el núcleo de cada fotografía, pero hoy en día a menudo se pasa por alto su verdadero poder. Sin embargo, para Ning y Sabrina, sigue siendo la piedra angular de su arte, su cualidad en constante cambio da lugar a momentos completamente únicos.

Influenciadas por el impresionismo, un movimiento impregnado de la apreciación de la luz, sus imágenes poseen las mismas cualidades sutiles que las obras maestras creadas por las luminarias del estilo. Además, se inspiran en el arte asiático, en particular en la escuela japonesa Rinpa, conocida por su representación de temas y escenas naturales.

La clave de sus imágenes es el proceso de impresión. Buscan individualizar la impresión fotográfica como un objeto único, imprimiendo a mano cada una para crear imágenes táctiles y texturizadas que realzan aún más su belleza y calidad etérea. También aumenta el sentimiento de nostalgia. Las imágenes podrían haber sido tomadas casi en cualquier momento desde la invención de fotocromía, porque lo que se representa no está en absoluto impreso por la mano del hombre.

En nuestro mundo caótico y en constante movimiento, Ning Kai y Sabrina Scarpa nos invitan a reducir la velocidad. Para tomarse un momento y apreciar el mundo natural. sus trabajos es un antídoto a la saturación de la vida moderna, una especie de poesía visual que calma la mente y demuestra el poder duradero de la imagen fija.

DAIDO MORIYAMA: una retrospectiva

Londres Galería del fotógrafo presenta una retrospectiva histórica del trabajo del influyente fotógrafo japonés Daido Moriyama, quien ha pasado seis décadas capturando la vida en las calles de Tokio y más allá.


Con más de 200 obras que abarcan desde mediados de la década de 1960 hasta la actualidad, Daido Moriyama: una retrospectiva, narra la prolífica y extraordinaria carrera de uno de los fotógrafos más importantes de nuestro tiempo.

Nacido en Osaka, Japón, en 1938, Moriyama se interesó por la fotografía durante su adolescencia y realizó estudios formales, antes de trasladarse a Tokio una ciudad de la que se convertiría en sinónimo.


La carrera inicial de Moriyama estuvo fuertemente influenciada por provocado, un grupo de fotógrafos japoneses (liderados por los miembros fundadores Takuma Nakahira y Yutaka Takanashi) conocidos por sus imágenes crudas y a menudo desordenadas, que reflejaban la naturaleza del país durante esa época. El grupo publicó tres revistas a finales de la década de 1960, y Moriyama se unió a partir de la segunda. 


Aunque influenciado e inspirado en parte por fotoperiodistas occidentales como Henri Cartier-Bresson, Moriyama compartía el deseo de ser más expresivo, un sentimiento que también compartían sus compañeros. Provocado fotógrafos que sintieron que la fotografía podía ser radical, con espacio para la creatividad, la individualidad y la subjetividad.


Moriyama desarrolló su estilo distintivo durante este período, capturando la vida en Japón durante e inmediatamente después de la ocupación estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial. Respaldado por un radicalismo distintivo y un rechazo de las «reglas» del medio, su estilo único rompió con los puntos de vista tradicionales sobre la composición y la nitidez. 


Sus imágenes eran a menudo temblorosas, borrosas y con texturas de grano pesado, lo que reflejaba la naturaleza a menudo cruda y tumultuosa de la época. Esta marca distintiva de street photography, que compartía similitudes con el trabajo de su provocado colega, ejercerían una influencia significativa en las décadas siguientes, dejando un impacto duradero en las generaciones posteriores de fotógrafos japoneses y ofreciendo una alternativa al estilo fotográfico occidental dominante.


Moriyama también fue único porque vio la capacidad de reproducir fotografías fácilmente como uno de los aspectos más fundamentales de la fotografía. A menudo usaba las mismas fotografías de diversas maneras, experimentando con diferentes tamaños e impresiones, y producía trabajos pensando en libros y revistas en lugar de galerías de arte exclusivas.


La exibición, Daido Moriyama: una retrospectiva, se divide en dos fases. La primera fase narra los primeros trabajos de Moriyama para revistas, incluidos sus experimentos para provocado. Muestra cómo desarrolló este estilo subversivo por el que ahora es famoso y es la primera exposición en el Reino Unido que incluye muchos de sus raros fotolibros y revistas, desde primeras ediciones raras y publicaciones japonesas descatalogadas hasta títulos más recientes.


La segunda fase comienza en los años 1980. Durante la década anterior, a medida que amplias reformas gubernamentales recorrían el país, Moriyama luchó con problemas personales y creativos, le resultó difícil ser productivo y concentrado, y se desilusionó con su práctica. Sin embargo, a principios de los años 1980, comenzó a superar estos problemas y se embarcó en la misión de explorar la esencia misma de la fotografía, desarrollando un nuevo lenguaje visual arraigado en su estilo característico, pero con mayor profundidad, usándolo para explorar la memoria, la realidad. y la historia.

Editorial: KIN COEDEL

Las imágenes cautivadoras y soñadoras de Kin Coedel capturan historias reales de humanos, con una sensibilidad y maestría propias del tema.

Primero se interesó por la fotografía mientras estudiaba bellas artes en Canadá. Aunque el enfoque principal de sus estudios fueron los medios impresos, a menudo colaboró ​​con fotógrafos en sus trabajos, lo que lo inspiró a comprar una cámara de película barata en un mercado de pulgas y fotografiar su entorno, mientras exploraba el cuarto oscuro y los procesos de impresión manual.


Su amor por la fotografía cinematográfica. sigue siendo una etapa clave de su práctica hoy. Está filmado exclusivamente con cámaras analógicas, una Minolta de 35 mm y una Pentax y una Contax de 120 mm, usando película Fujifilm o Kodak según su estado de ánimo, y es difícil imaginar que las imágenes tendrían el mismo impacto si se tomaran digitalmente.

Ahora basado en Paris, viaja mucho, tanto para encargos comerciales como para proyectos documentales personales que son sensibles, absorbentes y, en ocasiones, poéticos. Usando el lenguaje visual seductor, casi sensual, más comúnmente asociado con la moda que con el documental, transmite la historia de los que fotografía con claridad y perspicacia.

Kamman y Dhadda, su serie de 2020 documenta el Festival anual de Uttarayan, en Gujarat, India occidental. Celebrado para celebrar el solsticio de invierno, el festival se celebra tradicionalmente con el vuelo de cometas de bambú y papel hechas a mano y une a personas de todas las religiones y profesiones.

Coedel capta maravillosamente esta cordialidad. Hombres sikh con turbantes de colores brillantes que reflejan la miríada de cometas que marcan el cielo azul brillante; jóvenes musulmanes en monocromo y mujeres hindúes en atuendos de colores brillantes; escolares, policías y más. Todos están representados en una paleta de pasteles suaves, sutiles y táctiles gracias al formato analógico y su magistral apropiación del sol de la tarde.

Dyal Gracias, su serie más reciente es igualmente absorbente. Creado en 2021 en la meseta tibetana y sus alrededores, captura la belleza y la cultura de esta increíble región (a veces conocida como «El techo del mundo») que parece casi intacta por la mano arrolladora de la modernidad.

En tibetano, Dyal Thak se traduce como «un hilo común», y la mayoría de las imágenes de la serie representan la comunidad unida de artesanas lideradas por la mayoría de la aldea de Ritoma, muchas de las cuales son tejedoras generacionales, hilanderas y laneras fieltros, que han utilizado lo que el área circundante tiene para ofrecerles para construir una próspera industria basada en la aldea.

Su ojo para la luz, la forma y el tono están una vez más en exhibición, generando imágenes atmosféricas, parecidas a una pintura, que comunican colectivamente la profunda conexión entre las personas y su entorno. Su enfoque delicado y considerado es adecuado, ya que refleja tanto la finura del hilo que es fundamental para esta comunidad como la fragilidad del entorno natural del que depende.

Estéticamente hermoso, pero a la vez informativo, personifica su enfoque y demuestra por qué Coedel debe ser considerado uno de los narradores visuales más intrigantes de la actualidad.