Jhon Alcott

PREGUNTA: Usted ha trabajado con Stanley Kubrick en tres películas: «2001: Una odisea del espacio», «La naranja mecánica» y ahora «Barry Lyndon». ¿Puedes contarnos un poco sobre esa relación de trabajo?

ALCOTT: Tenemos una muy estrecha relación de trabajo, que comenzó en «2001». Yo había estado ayudando Geoffrey Unsworth en esa imagen y luego, cuando Geoff tuvo que abandonar después de los primeros seis meses me pidieron que continuar – por lo que fue Stanley Kubrick que me dio esa oportunidad. Nuestra relación de trabajo es cercana porque pensamos exactamente iguales fotográficamente.

PREGUNTA: ¿Qué pasa con la fase de planificación previa de «Barry Lyndon»?

ALCOTT: Hubo una gran cantidad de pruebas de posibles enfoques fotográficos y efectos – el uso luz de las velas, por ejemplo. En realidad, habíamos hablado de filmar únicamente con luz de las velas ya en «2001», pero las lentes rápidas necesarias no estaban disponibles en el momento. En la preparación para «Barry Lyndon» se estudiaron los efectos de iluminación alcanzados en las pinturas de los maestros holandeses, pero parecían un poco plana – así que decidimos colocar la luz más de costado.

PREGUNTA: Usted fotografió tanto «La naranja mecánica» y «Barry Lyndon» de Stanley Kubrick y, obviamente, los estilos fotográficos de estas dos imágenes eran bastante diferentes entre sí. Comparando las dos, simplemente como un punto de interés, ¿cómo describiría las diferencias de estilo?

ALCOTT: Bueno, «La naranja mecánica» era una historia en un periodo avanzado de la década de 1980 – aunque el período nunca fue señalado en la imagen. Se emplea un estilo de fotografía, obviamente, más oscura, más fría, más dramática; mientras que «Barry Lyndon» es una película con un estilo más sutil, más suave, en las luces y sombras en general. La historia de «Barry Lyndon» tuvo lugar durante un periodo romántico – aunque no necesariamente tiene que ser una película romántica. Digo «un período romántico» con respecto a la calidad de la ropa, el tipo de vestuario, y la arquitectura de la época. Todos ellos tenían una especie de sensación suave. Creo que probablemente podría haber fotografiado «Barry Lyndon» de la misma manera como en la «La naranja mecánica», pero simplemente no lo veía así.

PREGUNTA: ¿Cómo se traduce «esa sensación suave» en términos cinematográficos, y qué medios técnicos usaste para lograrlo?

ALCOTT: En la mayoría de los casos estuvimos tratando de crear la sensación de luz natural dentro de las casas, en su mayoría casas señoriales, que utilizamos como lugares de rodaje. Esa fue prácticamente la única fuente de luz durante el período de la película. Todavía existen esas casas, con sus pinturas y tapices colgando. Toda la luz natural en realidad entraba por las ventanas. Las escenas esenciales, se rodaron en invierno entre las nueve de la mañana y las tres de la tarde para aprovechar la luz del sol. Puse papel calca en las ventanas e instalé reflectores con el fin que en el momento que el sol se acostara pudiésemos pasar a la luz artificial y continuar el rodaje. Pero esta iluminación (seis reflectores flood) estaba basada sobre la iluminación natural. Tratábamos de reproducir situaciones de luz producto de la investigación que hicimos sobre dibujos y pinturas de la época para ver cómo eran iluminadas esas habitaciones. Las composiciones reales eran en base a esa referencia estética.

PREGUNTA: En otras palabras, usted tomo como referencia el transcurso del tiempo de la luz natural utilizando unidades de iluminación con el intento de obtener el mismo efecto que producía la luz natural?

ALCOTT: Sí. En algunos casos, lo que hemos creado se veía mucho mejor que la cosa real. Por ejemplo, hay una secuencia que tiene lugar en el comedor de Barry, cuando su niño le pregunta si su padre le ha comprado un caballo. Esa habitación particular tenía cinco ventanas, con una ventana muy grande en el centro que era mucho mayor en altura que las otras. Encontré que era más adecuado para la secuencia tener la luz proveniente de una fuente única, en lugar de varias luces a su alrededor. Así controla-mos la luz de tal manera que cayó sobre el centro de la mesa en la que estaban teniendo su comida, con el resto de la habitación en bonito color tenue, sutil.

PREGUNTA: En la creación de ese efecto particular, usaste la luz natural que entraba por las ventanas?

ALCOTT: No, fue simulado por medio de Mini-Brutos. Solía usar Mini-Brutos todo el tiempo, con papel de calco en las ventanas – material plástico, en realidad. Me parece que es un poco mejor que el papel de calco.

PREGUNTA: ¿La mayor parte de la imagen se filmó en lugares reales, o se reconstruyo alguno de los ambientes?

ALCOTT: Oh, no – cada filmación es un lugar real. Todas las habitaciones existen dentro de las casas reales en Irlanda y en el sudoeste de Inglaterra.

PREGUNTA: ¿Qué pasa con los tiro de cámara dentro de esas casas señoriales reales?

ALCOTT: Bueno, tenía problemas, a pesar de que no me afectó demasiado. Por ejemplo, muchas de esas casas señoriales están abiertas al público. No podíamos restringir el paso del público. A veces nuestro plan de rodaje se limitaba hasta el punto en que teníamos que trabajar cuando no pasaban por allí. En muchos de los lugares, sin embargo, tuvimos una libertad total de la casa. Nosotros realmente no teníamos demasiados problemas, a excepción de tener que construir en algunas habitaciones grandes tribunas para la iluminación. También tuve tribunas construidas alrededor de las ventanas exteriores.

PREGUNTA: ¿Usted tiene que filtrar las ventanas, o estabas usando un equilibrio luz del día?

ALCOTT: En los interiores reales, la mayor parte del tiempo, pusimos filtros en las ventanas, aunque había muy pocos casos en los que no lo hicimos. Teníamos filtros neutros de densidad ND3, ND6 y ND9 – para utilizar en cualquier situación fuera de las ventanas. Además, en todos las tomas de exterior nunca utilicé un filtro 85.

PREGUNTA: ¿Cuál fue la razón para no usar la 85?

ALCOTT: Una de las razones era conseguir un equilibrio coherente global en toda la imagen completa. La segunda razón era simplemente que la luz exterior era a veces tan baja que yo necesitaba los dos tercios de luz que me iba a quitar el filtro 85.
A pesar de que la mayoría de las veces utilizamos el zoom al aire libre, en muchos momentos terminamos el rodaje con el diafragma T1,2 de la lente Canon.

PREGUNTA: En otras palabras, la luz era a veces tan baja, tan nublada que había que usar el diafragma más abierto de esa lente. ¿Está bien?

ALCOTT: Oh, sí. Eso fue especialmente cierto en la secuencia de la emboscada y atraco. Comenzamos con un buen día y había mucha luz en el principio, pero la última parte de esa secuencia se rodó con el T / 1.2 con el fin de que coincida con el brillo de la luz del día normal. Necesitaba ese objetivo rápido.

PREGUNTA: ¿Puede decirme en qué medida ha utilizado difusión en el rodaje de «Barry Lyndon»?

ALCOTT: Cuando fui en busca de lugares, con Stanley discutimos la difusión entre otras cosas. El período de la historia parecía exigir la difusión, pero por otro lado, se estaba utilizando una gran cantidad de difusión en la cinematografía en ese momento. Así que decidimos no utilizar la difusión:. no hicimos uso de gasas, por ejemplo. En vez utilicé un filtro de Bajo Contraste No.3 en todo el rodaje, a excepción de la secuencia de la boda, donde quería controlar un poco más los aspectos más destacados en los rostros. En ese caso, el filtro No.3 Bajo Contraste se combinó con una red de color marrón, que le dio una calidad ligeramente diferente.
Optamos por el filtro de bajo contraste, en lugar de la difusión real, debido a la claridad y definición de la luz en Irlanda que es muy parecido a un paraíso para los fotógrafos. El aire es tan refinado, creo, porque Irlanda se encuentra en la corriente del Golfo. El ambiente es realmente perfecto y pensamos que sería una pena destruir esa luz con la difusión, especialmente para la fotografía de paisaje.

PREGUNTA: Eso es bastante refrescante. Parece que hay una tendencia en estos días, a pesar de los buenos lentes con mucha definición que están disponibles, hacer todo suave como una cuestión de rutina.

ALCOTT: Sí, se usa mucho. Incluso lo he usado yo mismo en el rodaje de anuncios publicitarios. Discutimos la posibilidad de utilizarlo en «Barry Lyndon», pero luego pensamos, “bueno, que se ha hecho antes muchas veces, vamos a probar algo diferente, vamos a entrar en bajo contraste». Hemos probado muchos filtros y de todos aquellos que hemos probado los filtros de bajo contraste Tiffen demostraron la mejor calidad. Con esos filtros no perdimos ninguna cualidad en la imagen, ellos eran los mejores.

PREGUNTA: ¿Utilizó película negativa color 5247, o fue todo 5254?

ALCOTT: Se utilizó el 5254, debido a que el 5247 no estaba disponible, incluso en el momento de terminar el rodaje. Salió algo así como dos meses después de haber terminado el rodaje principal de la película. Ahora me parece que, debido a la finura del grano con el 5247, habría tenido que utilizar un filtro de contraste bajo No.5 Tiffen con el fin de obtener el mismo efecto que conseguí con el número 3 con el viejo 5254.

PREGUNTA: ¿Ha encontrado, como muchos otros cineastas han encontrado, que el negativo 5247 tiene un contraste superior 5254?

ALCOTT: Bueno, ellos dicen que es un contraste más alto, pero realmente creo que no es tanto el contraste como el hecho de que el grano es mucho más fino. Si el grano es más fino, esto aumentará el contraste aparente. La cosa es tratar de hacer que funcione derribando el contraste de alguna manera. Debemos o bien modificar la iluminación o diseñar el conjunto de manera que disminuya. Por ejemplo, en algunos de los interiores utilizados para el rodaje de «Barry Lyndon» había un montón de áreas blancas – chimeneas y tal. Si usted pone una luz a través de una ventana éstos se sobreexpondrán. Así, la mayor parte del tiempo, los cubrí con una red de color negro que tiene aproximadamente una malla de media pulgada – el mármol blanco de las chimeneas, los grandes paneles blancos de tres pies de ancho en las paredes, y los marcos de las puertas eran blancos. Nunca se podían ver fotográficamente, a menos que estuvieras muy cerca de ella – pero en los tiros largos no eran visibles en absoluto. Hizo maravillas atenuando el blanco. También se utilizó filtros de densidad neutra graduados en ciertas partes de la luz cuando la iluminación provenía de una fuente de luz natural y no había manera de bajarla. Por ejemplo, si la fuente de luz venia de la izquierda y golpeaba algo en donde no era posible poner una red, yo ponía un filtro de densidad neutra en el lado derecho – un ND3 o ND6, dependiendo de la luminosidad.

PREGUNTA: Usted realmente utilizo filtros de densidad neutra graduadas para el rodaje de interiores? Eso no se hace muy a menudo, ¿verdad?

ALCOTT: Yo no lo creo – no. Sé que cuando los utilizo ahora en diferentes tipos de trabajo que hago, algunas de las personas en el set se preguntan lo que estoy haciendo: usando de filtros graduados para interiores. Pero trabajan muy bien. De hecho, teníamos un portaflltro que aceptaba los tres filtros en la cámara Arriflex 35BL. Por cierto, hemos utilizado la Arriflex 35BL para todo el rodaje.

PREGUNTA: ¿Me puede dar algunas de sus impresiones de esa cámara?

ALCOTT: Creo que es una cámara fantástica. El sistema óptico es muy bueno. Otra característica que me gusta de la cámara es que tienes el control de apertura del diafragma, literalmente a tu alcance. Tiene una escala mucho mayor y, por tanto, un ajuste más fino que la mayoría de las cámaras. Esta característica es especialmente importante cuando se trabaja con Stanley Kubrick, porque a él le gusta seguir filmando aunque el sol se vaya dentro o fuera de las nubes. En «Barry Lyndon», durante la secuencia cuando Barry está comprando el caballo de su joven hijo, el sol iba entrando y saliendo a través de toda la secuencia. Tienes que atender a esta situación. Ese viejo dicho que dice que hay que cortar la toma porque el sol se ha ido, en él no va más.

PREGUNTA: En su lugar, vas variando la apertura del diafragma apertura el rodaje de la escena?

ALCOTT: Sí, esa es la razón porque la Arriflex 35BL ofrece tal ventaja. Tiene un ajuste más fino de apertura – más que la mayoría de otras cámaras – que te permite atender a las variaciones de luz, mientras estás realizando la toma. En la mayoría de los lentes no hay una gran distancia entre un tope de apertura y el siguiente. Tampoco en las lentes de Arriflex 35BL pero es el mecanismo de engranaje exterior que ofrece la mayor escala y, por lo tanto, la posibilidad de un ajuste más preciso. Es como convertir un movimiento de 1/4 de pulgada en un movimiento de 1 pulgada.

PREGUNTA: ¿Qué pasa con el uso de la lente zoom en esta película?

ALCOTT: Oh, sí – lo usamos mucho. El zoom Angenieux 10 s 1 se utilizó en la Arriflex 35BL, en conjunto con los productos Cine control de zoom «palanca de mando» (para hacer zoom manual) de Ed DiGiulio, que es excelente. Se inicia y se detiene con precisión lo cual es muy importante, y se puede manipular tan lentamente que casi se siente como que no pasa nada. Esto es muy difícil de hacer con algunos de los controles de zoom motorizados. Me parece que éste realmente funciona.

PREGUNTA: ¿Qué tipos de equipos de iluminación usaste?

ALCOTT: Se utilizó Mini-Brutos y utilizamos una gran cantidad de Lowel-Lights – todo el tiempo. Utilicé los Lowel-Lights en sombrillas para relleno en general. Yo siempre uso los paraguas – desde la «La naranja mecánica». Me parece que la Lowel-Light tiene un mayor ángulo de llegada de la luz que cualquier otra luz que conozco. También, cuando se pone una bandera delante de la mayoría de las luces de cuarzo se obtiene una doble sombra – pero no con los Lowel-Lights.

PREGUNTA: ¿Qué pasa con el uso de la cámara en movimiento en «Barry Lyndon»?

ALCOTT: Lo usamos en ciertas secuencias, pero no demasiado. Tuvimos un tiempo muy largo en una misma toma en la secuencia de la batalla. Había tres cámaras en la puesta, que se movían con las tropas. Hemos utilizado un carro Elemack, con las ruedas de los bogíes, en plataformas de metal común, y una de cinco pies y en ocasiones de seis pies de distancia entre las ruedas, porque encontramos que esto funcionaba bastante bien en la eliminación de las vibraciones cuando se trabajaba en las distancias focales más largas del zoom.

PREGUNTA: ¿Entiendo que usted utilizo el final del zoom en esas tomas de seguimiento?

ALCOTT: Sí, prácticamente todos los primeros planos hechos durante esa secuencia de batalla estaban en la distancia focal de 250 mm del zoom.

PREGUNTA: Eso realmente es vivir peligrosamente.

ALCOTT: Hice una prueba de antemano con la cámara que viaja en una pista normal y uno con esta base, y la diferencia fue bastante sorprendente. Eso es lo que nos puso a la construcción de estas plataformas, y con el Elemack con las ruedas de los bogies en las cuatro esquinas. Son realmente muy útiles para hacer todo tipo de tomas.

PREGUNTA: ¿Qué dirías sobre la secuencia más difícil de rodar en esta película?

ALCOTT: Creo que el más difícil fue el escenario en el club cuando Barry se acerca a enfrentar al noble sentado en la otra mesa, le da la espalda y vuelve a su propia mesa. Implicó una toma de 180 grados y lo que hacía difícil era las fluctuaciones en el clima exterior. Había muchas ventanas y la luz exterior iba arriba y abajo. Esto fue más difícil de hacer, porque cada vez que cambiaba geles en las ventanas, que también hubo que cambiar las luces de afuera con el fin de evitar un exceso de luz en el interior y no lo suficiente en el exterior. Yo diría que fue la toma más difícil en todo el cuadro, en términos de iluminación. Lo complicado era aún más el hecho de que se trataba de una de esas casas señoriales que tenía público visitante que pasaba a través al mismo tiempo estábamos rodando.

PREGUNTA: ¿Utilizó mucha luz de color durante el rodaje?

ALCOTT: Sí, muchas veces. Un ejemplo que me viene a la mente es la escena en la habitación de Barry después de que él ha tenido su pierna amputada. He utilizado una luz que entra por la ventana con una media sepia adicional sobre él personaje con el fin de dar un efecto de calentamiento a la luz de fondo y lateral. Un efecto similar se utilizó sobre Barry en la secuencia en que su niño está muriendo. En algunos casos deje la luz del día natural azul pegue en el fondo sin corregirlo. El resultado parecía agradable y creó una especie efecto «luz del día».

PREGUNTA: No puedo recordar ninguna toma “noche por coche” en la imagen.
¿Hubo alguna, tal vez, que no apareció en el corte final de la película?

ALCOTT: No eran realmente tomas en la noche. Hay esa escena de un ocaso con Barry meditando pero se hizo la toma en la «hora mágica» y no era un verdadera toma de noche.

PREGUNTA: Ahora llegamos a las escenas que han causado más comentarios que cualquier otra cosa en esta hermosa película en general – es decir, las escenas de “luz de las velas”. ¿Me puede decir acerca de estas y la forma en que fueron realizadas?

ALCOTT: El objetivo era rodar estas escenas exclusivamente con la luz de las velas – es decir, sin usar cualquier luz artificial en absoluto. Como mencioné anteriormente, Stanley Kubrick y yo habíamos estado discutiendo esta posibilidad durante años, pero no habían sido capaces de encontrar las lentes lo suficientemente rápidas para hacerlo. Stanley finalmente descubrió tres 50 mm f / 0.7 lentes Zeiss que sobraron de un lote hecho para ser utilizado por la NASA en su programa alunizaje Apolo. Tuvimos una Mitchell BNC, no réflex, que fue enviada reconstruir a Ed DiGiulio para aceptar esta lente ultra rápida. Tuvo bastantes problemas para lograr el montaje de estas lentes debido a que el elemento posterior de esta lente f / 0.7 estaba algo así como a 4 mm al plano de la película. Le tomó bastante tiempo, y cuando llego la cámara y el lente hicimos pruebas muy extensas sobre profundidad de campo.

PREGUNTA: Usted dice que la distancia focal fue de 50 mm?

ALCOTT: Fue 50 mm, pero luego se adquirió una lente de proyección del tipo de reducción, que Ed DiGiulio coloco sobre otro objetivo de 50 mm para darnos una lente gran angular de un ángulo de cobertura de36,5 mm El objetivo de 50 mm original fue utilizado para prácticamente todos los planos medios y primeros planos.

PREGUNTA: ¿Y esas escenas se iluminaron por completo con las velas?

ALCOTT: Totalmente con las velas. En la secuencia donde Lord Ludd y Barry están en la sala de juego y pierde una gran cantidad de dinero, el conjunto estaba iluminado totalmente por las velas, pero yo había hecho poner reflectores de metal encima de las dos lámparas de araña, el objetivo principal es mantener el calor de las velas sin dañar el techo. Sin embargo, también actuó como un reflector de luz para proporcionar una iluminación general. Estábamos usando lámparas de araña de 70 velas, y la mayoría del tiempo también podíamos utilizar cualquiera de cinco velas

PREGUNTA: ¿Cuáles fueron otros problemas que surgieron al hacer tomas solo con la luz de las velas?

ALCOTT: Había, en primer lugar, el problema de encontrar un visor lateral que transmitiera la luz suficiente para mostrarnos que encuadrábamos El visor convencional nos permitía ver poco porque se trata de prismas que causan un alto grado de pérdida de luz y veíamos poco la imagen a niveles tan bajos de luz. En lugar de ello, hemos tenido que adaptar a la BNC un visor de una de las viejas cámaras de Technicolor de tres tiras. Funciona con un principio de espejos y simplemente refleja lo que «ve», dando como resultado una imagen mucho más brillante. Hay un poco de paralaje con ese visor, ya que no se monta tan cerca de la lente.

PREGUNTA: ¿Qué pasa con la profundidad de campo?

ALCOTT: Como sugerí antes, que era de hecho un problema. El punto de enfoque era tan crítico y prácticamente no había profundidad de campo con un lente de f / 0.7. Mi operador de foco, Doug Milsome, utilizaba una cámara de vídeo de circuito cerrado como la única manera de hacer un seguimiento de las distancias con algún grado de precisión. La cámara de video se colocó en un ángulo de 90 grados a la posición de la cámara de cine y se controló por medio de una pantalla de televisión montada por encima de la lente de la cámara.

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Traduccion del articulo en ingles: Hector J. Fontanellas

Llegar lo más lejos posible

 

A

Llegar lo más lejos posible
Algunos apuntes sobre “Los Salvajes”, ganadora del Premio ADF en el BAFICI
2012 y del Premio a la Mejor Dirección de Fotografía en el I Festival Internacional
UNASUR CINE

Después de haber hecho mis últimos trabajos en
estructuras de rodaje que podríamos llamar “clásicas”,
me interesó la idea de encarar una película independiente
como “Los Salvajes”. Los requerimientos técnicos
debían ser los mínimos, por presupuesto y practicidad.
Debíamos movernos por terrenos de difícil acceso,
lo que hacía necesario ser poco numerosos y tener
poca carga. Representaba todo un desafío a resolver.

B

Alejandro Fadel, el director, tenía la idea de abordarla
como una película sobre una fuga y su desenlace, cuyo
tono iba desde una introducción de género hacia la epifanía
mística de uno de los personajes. Esto debía sentirse
en la pantalla, teníamos que tener un cierto anclaje
realista para después dejarnos ganar por la fuerza emotiva
de la imagen, en el punto donde los diálogos iban
desapareciendo. El formato de encuadre 1:2,35 fue el
que elegimos para darle el toque de aventura épica y que
funcionó muy bien para la construcción más mística.

C

La concepción de los encuadres y los movimientos de
cámara nos fue llegando a medida que filmábamos.
Originalmente teníamos la idea de usar más cámara en
mano y acompañar con movimientos más agresivos la
violencia que los personajes despliegan. Pero a medida
que sumábamos escenas, fuimos encontrando que un
tratamiento más distante, con encuadres estáticos y
bien compuestos, nos daba una lectura y una relación
de los personajes con el entorno que nos permitía hilar
fino en lo sensorial. Creo que la película se fue haciendo
su propio camino, y ahí es cuando los proyectos
empiezan a tomar vida propia y se escapan de las concepciones
previas.

D

La cámara debía ser una Sony Ex3 que era propiedad de
la productora, la cual conocía y sabía que, sin ser la ideal,
podía dar una buena respuesta. Decidimos poner el foco
en conseguir equiparla con ópticas que nos permitieran
una textura distinta a la del lente que viene de fábrica.
Trabajamos con dos lentes DigiZoom Carl Zeiss, un 6-
24mm T1.9 y un 17-112mm T1.9, que usados con un
adaptador en una cámara de chip 1/2” nos dejaba con
poco angular pero con un tele interesante. Trabajando en
espacios abiertos, esto resultó útil ya que nos permitió
encontrar planos de los personajes a gran distancia, que
son parte integral de la imagen de la película.

E

Para asistirme tuve la suerte de contar con el apoyo de
Manuel Rebella, quien habitualmente trabaja conmigo
como foquista, pero en esta película cubría todas las
necesidades del rubro fotografía: hacer foco, poner
faroles o manejar la pickup de equipos, pasando por
todo lo demás (incluso hizo la fotografía adicional de
algunas escenas); con la colaboración del resto del
equipo y un poco de voluntad de mi parte. Me hubiera
sido imposible hacer esta película sin su aporte.

F

Con respecto a las luces, armamos un pedido que
pudiera ser manejado por nuestra modesta estructura.
Los exteriores noche que requerían iluminación se buscaron
en un radio de 100mts de la casa que funcionaba
como base, depósito, dormitorio y comedor. De esta
forma evitábamos el generador y se simplificaba
mucho la logística. El diseño de producción, aunque
con recursos modestos, nos permitió aprovechar bien
los recursos técnicos y sacarle el jugo a la locación,
con un esfuerzo enorme del equipo y actores.

M

El guión incluía varias noches, algunas de ellas con
fogata y otras en el medio del bosque sin fuentes de
luz. Donde no teníamos fuego, decidimos usar la noche
americana. Esta opción siempre es limitada en cuanto
a planos y fondos ya que se debe elegir la hora del día
de acuerdo al encuadre para conseguir mejor el efecto.
No siempre lo conseguimos, pero en general estoy
contento con como se resolvieron esas escenas que
hubieran sido imposibles de resolver con nuestros
recursos.

NN

Para las fogatas utilizamos la incidencia del fuego con
el apoyo de algunas bombitas de tungsteno a dimmer.
En los fondos apoyábamos con una luz fría de tubos
Dulux balanceados para un tono azul (casi cyan) como
para que se emparente visualmente con el tono de la
noche americana.

Ñ

Fue fundamental para la imagen de la película el trabajo
de corrección de color con Luisa Cavanagh, quien
hizo un trabajo muy sensible que nos ayudó a encontrar
un tono y respetar el material sin manipularlo en
exceso para que no pierda su textura.

OO

Lo interesante de trabajar en películas independientes
es que uno debe encontrar la imagen a partir de las
limitaciones y eso se constituye como punto de partida.
El desafío es tratar de llegar lo más lejos posible
para aprovechar cada recurso en todo su potencial, sin
perder de vista que la austeridad también es virtud. El
resultado son películas que serían imposibles en una
estructura tradicional, y cuya forma de producción termina
siendo determinante de su estética y su narrativa.
Son casi producto del trabajo artesanal: no sería igual si
se la ubica en un molde de producción industrial.

Julian Apezgteguia (ADF)
Fotogramas de la película gentileza La Unión de los
Ríos

FICHA TECNICA:
Dirección y guión: Alejandro Fadel
Dirección de Fotografía: Julián Apezteguia (ADF)
Foquista / eléctrico: Manuel Rebella
Corrección de color: Luisa Cavanagh
Montaje: Andrés Pepe Estrada, Delfina Castagnino
Producción: A. Fadel, Agustina Llambi-Campbell
Con Leonel Arancibia, Roberto Cowal, Sofía Brito,
Martín Cotari, César Roldán y Ricardo Soulé

 

 

 
FOTOGRAMAS DE LA PELÍCULA

Todos en la misma energía

A

Todos en la misma energía
Entrevista a Pigu Gómez (ADF) por su trabajo en “Pompeya”, de Tamae Garateguy

¿Cómo llegás a este proyecto?

Antes de convocarme, la directora había trabajado, en
teatro y en un cortometraje, con los tres protagonistas
(José Luciano González, Hernán Bustos y Federico
Lanfranchi, quienes en “Pompeya” interpretan respectivamente
a Dylan, Shadow y Timmy, tres amigos de
los bajos fondos, medio pungas), y quería generar una
historia fuerte sobre la amistad, la lealtad y las traiciones,
recreando esa cosa casi tanguera de los cuchilleros
y los burdeles. Paralelamente, empezó a crecer
una historia sobre las mafias rusa y coreana, con ellos
tres metidos en el medio, y surgió un choque entre eso
y lo tanguero: una película con estética coreana de
neón, sin presupuesto para mojar las calles, pero filmada
en Pompeya con lamparitas de tungsteno. Hubo
un largo desarrollo de búsqueda de personajes y relaciones,
y yo entré en esa etapa. Se empezaron a juntar
escenas y llegó un momento en que se abrieron tantas
puertas con tantos personajes en la historia que no
teníamos claro que hacía el ruso o Alex, el pelirrojo,
por ejemplo. Entonces hubo que empezar a definir el
material. Ahí Tamae se sentó junto con Diego Fleischer,
vieron lo filmado, se pusieron a escribir escenas y
armaron el guión. Diego sumó más dramatismo, peso y
fuerza. Entonces el personaje de Alex (Juan Manuel
Tellategui) se convirtió en el hijo del ruso Vladimir
(Vladimir Yuravel), sin haberlo sido al principio.
Habíamos comenzado a trabajar sin guión, y ya promediando
la filmación teníamos escenas de dónde
agarrarnos. Pero, si en un momento del rodaje, algo de
lo que habían escrito Diego y Tamae no funcionaba por
el texto o por la motivación, lo cambiábamos ahí
mismo y no había problema. Se descartaron escenas
enteras o puntas que iban por algún otro lado. Fue un
rodaje muy atípico, con una manera no tradicional de
trabajar, pero viendo la película terminada, fue más
que válida. Creo que no hay que tener miedo a grabar
ensayos e improvisar.

¿Hubo ensayos antes de empezar a filmar? ¿Ese trabajo
previo con los actores se había hecho con
cámara?

Tamae fue ensayando con los actores, para encontrar
tonos y situaciones, pero sin nadie más. Cuando me
incorporé, lo hice directamente con la cámara.
Filmamos algunos ensayos estando ya en las locaciones,
con dos o tres actores, una cámara y un equipo
muy reducido. Algo de ese material quedó en la película,
y lo bueno es que no salta con el resto del metraje.
Las escenas que no quedaron fueron debido a que
se desvió la historia y tomó otra dirección, no porque
no tuvieran la calidad necesaria para estar en la película.
Traté que todo lo que se filmara tuviera un estándar.
A veces llegábamos al piso de ese estándar, ¡y yo
sufría! Filmamos cosas muy al límite, con 6 o 9 db de
ganancia: rogaba que fuera un ensayo o parte de la
búsqueda, y alguna que otra vez no lo fue. Pero en
general creo que se logró que el material tuviera uniformidad.

A pesar de ese planteo de trabajo concreto y abierto
de Tamae, ¿pudiste hacer una propuesta estética,
o sólo acompañaste y fuiste viendo como aportar
a esa idea?

Contar una historia me motiva siempre. No todas las
películas son grandes ó medianas y ésta era claramente
una búsqueda, lo cual estaba bueno. Por otro lado,
Tamae y yo nos conocemos mucho, tenemos confianza,
y si bien en esos primeros encuentros ella no sabía
bien hacia dónde iba la historia, confié en que llegaría
a buen puerto. Y ella confió en que, sin tener una
puesta de cámara muy definida, yo iba a poder aportar
algo a esa búsqueda. Hubo mucho ensayo y error, tal
vez más que el que hay en una película tradicional.
Pero al ser los tiempos de rodaje tan espaciados, nos
permitía -de un rodaje al otro, o de un fin de semana
al otro- reflexionar sobre el material, ver qué nos gustaba
y repetirlo para la jornada siguiente, o evitarlo si
sentíamos que nos habíamos equivoca

  • B

 

¿Vieron referencias estéticas?

Una de las primeras referencias de Tamae fue el cine
oriental: de hecho, el planteo inicial era con luces de
neón, las calles mojadas y los techos bajos de los negocios,
que obviamente no podíamos tener. Aunque,
igualmente, la idea no era reproducir Hong Kong en
Pompeya, sino buscar ese imaginario: si teníamos
tubos, que aparecieran en cuadro. Por otro lado, también
llevé algunos policiales argentinos en blanco y
negro, como “Nunca abras esa puerta” (Carlos Hugo
Christensen, 1952; DF: Pablo Tabernero), para ver los
claroscuros y cómo jugaban las sombras. “Boiling
Point” (Takeshi Kitano, 1990; DF: Katsumi
Yanagishima) fue una referencia para la escena final,
donde hay un enfrentamiento de día en un galpón,
pero los personajes se alejan tanto de la luz que que
dan a oscuras. Como teníamos pocos
recursos, la clave para las locaciones
grandes no era tratar de iluminarlas totalmente,
sino jugar con puntos de luz dentro
del encuadre. Automáticamente dentro
de ese planteo surgió que las sombras
y los negros iban a tener importancia, y
que los personajes se pudieran esconder
en las sombras aún estando en cuadro.
Queríamos llegar a esa situación en la que
en un momento lo único que le ilumina la
cara al personaje es el fogonazo del arma;
y que hubiera contraluces, casi como una
película de género. Sobre el final, el chino
Chang recorre con el arma la locación de
la fábrica IMPA. Durante el rodaje nos
surgía la duda sobre dónde se iba a
esconder Dylan, pero finalmente decidimos
que no debía estar escondido: debía
estar en cuadro, pero sin verse, ya que no
hay luz. Se escucha un disparo, él da un
paso y entra en la luz. A veces se utiliza el
recurso de que el personaje esté fuera de
cuadro, pero en este caso me parecía
importante que ya estuviera. Ahí me puse
firme porque ya habíamos encontrado ese
elemento de lenguaje.
A su vez, todo esto debía contrastar
mucho con la historia paralela de los tres
personajes que escriben el guión, contraste
que fuimos encontrando a medida que
avanzábamos, aunque desde la génesis
siempre estuvo la idea de tener dos mundos:
el de los guionistas y el de la ficción.
Pero no teníamos en claro cómo ni donde se iban a
unir los dos mundos. En un momento llegamos a pensar
que alguno de ellos fuera en blanco y negro, pero
eso nos planteaba el problema de qué pasaría cuando
los juntáramos. ¿Se volvería al color en alguno de los
dos? ¿Se iría perdiendo? No. Entonces, como era difícil
saberlo de antemano porque no había un guión definido,
empezamos a filmar…

¿Con qué equipo de luces trabajaste?

Filmamos toda la película con un kit bastante chico: el
pedido se iba adaptando para cada locación, pero en
general nunca usamos más que 1 Fresnel de 1000w,
dos Minipan y 1 Dinqui de 650w. Para las escenas de
día usé 2 luces frías de 4 tubos Dulux y pantallas: a
veces ponía el artefacto por fuera de la ventana, sin
filtrar la dominante verde que tiene, y esa era mi luz
día. Me gustaba que, para esta película, no todo estuviera
balanceado y equilibrado, me gusta el choque, la
mezcla entre lo frío y lo cálido. En IMPA, los tubos reales
ya daban ese verde, y sumando los Dulux, que
daban parecido, resultaba esa especie de luz día en ese
tono.
Para los interiores noche también usé bolas chinas
(con lámparas de 500w o 200w), con dimmer, que fui
ubicando en las diferentes locaciones de los guionistas,
aprovechando siempre la red domiciliaria y las
luces prácticas, reforzando para dar un clima muy realista
y de equipo de trabajo.
En las dos o tres jornadas en IMPA –debido a que teníamos
escenas de acción, tiroteo y persecuciones- usamos
HMI, 2 Par 1200w y dos 575w, además de lo que
ya teníamos de tungsteno, que se podían enchufar a la
pared. El problema que tuvimos fue que IMPA, al ser
una fábrica recuperada por los trabajadores, estaba en
un conflicto legal para funcionar, no tiene una buena
bajada de tensión y trabaja con generador (en horario
laboral, lo hacen con el generador adentro, y por la
noche, cuando cierran, quedan con la tensión mínima
para bombitas y tubos). Así que tuvimos que llevar un
generador chico porque no nos alcanzaba.

¿Usaste también barras de luces?

Si, dos o tres barritas de 4 bombitas de tungsteno de
40w, que me permitieron hacer rellenos, ponerlas
debajo de una mesa y hacer de velador, por ejemplo. En
la escena del bar del ruso con el fondo rojo, usamos los
dos o tres Par 300w que había en el lugar, un velador
en cuadro y barritas de luces por debajo.
El rodaje fue tan espaciado que incluso nos dimos el
lujo de rehacer escenas, como la del cabaret / milonga.
Originalmente la habíamos hecho muy chiquita y
con pocos extras pero, cuando la película creció,
Tamae necesitaba darle más importancia. Al rehacerla,
pude poner unas barracudas con Dinkis y fresnelitos de
300 o 150, y utilizamos más gente.

¿Cómo trabajaste la puesta en cada locación?

Hacíamos scouting y tratábamos de definir desde
dónde se iba a contar la escena, o por lo menos definir
qué no se vería de cada lugar. Después de decidir
eso, trataba de trabajar mucho con la luz real, cambiando
una lamparita, reforzando lo que había,
poniendo una cartulina a una lámpara de la casa o una
bola china donde hiciera falta. En general, Tamae
necesitaba ver “para todos lados”, así que traté de
darle esa libertad de movimiento, sin trípodes en cuadro.
Tuve un equipo (una asistente de cámara y un gaf
fer) con los que me entendía muy bien: hacíamos una
modificación de una escena a la siguiente con mirarnos
solamente. Mi asistente fue Belén Arana; mi gaffer
para la primera etapa fue Alejandro Padín y para la
segunda, Mariano Diluch.

  • C

 

¿Con qué cámara trabajaron?

En una primera etapa (un 30% del rodaje), usamos una
Panasonic P2 con tarjeta, pelada (sobre todo para las
escenas de los guionistas, que eran las más chicas).
Para el resto de la película, usamos una Sony EX1, tratando
de mantener una paridad en cuanto a la calidad.
Creo que, en la posproducción, cuando empezaron a
pegar las dos cosas, tuvieron algún problema de ajuste
de tamaño del archivo, pero nada grave. Finalmente
se logró una homogeneidad, gracias al criterio de
armado y montaje, y la habilidad de Tamae y Catalina
Rincón (montajista) para elegir entre el montón de
posibilidades de armado que había. Me pone contento
que, siendo una película con tantas variables en el
momento del rodaje, al verla terminada es homogénea,
creo. La película encontró un lenguaje y avanza. Si una
escena tiene más grano o hay un plano fuera de foco,
no distrae. Incluso eso: animarse a dejar algunos fuera
de foco o correcciones de encuadre, porque la película
va por otro lado y queda como una marca de estilo. Me
parece que le da una cierta frescura que, de otra
manera, la hubiera hecho solemne, y no iba por ahí. Me
relajé y creo que la película ganó. No hubiera podido
pedirle a Tamae no usar correcciones de foco.

¿Hiciste el foco?

Hice toda la cámara. Belén me ayudaba a setearla
cuando yo estaba con la puesta de luces. Salvo algún
plano muy complicado, operé siempre el foco, cámara
en mano. La Sony es cómoda con el LCD propio, no
usamos monitor aparte.
El hecho de haber tenido esta especie de investigación
previa con Tamae e ir filmando escenas chicas en
pocas jornadas, y empezar a entender cómo la película
crecía en complejidad y argumento, me permitió
también estar -desde la cámara- muy atento a los diálogos
y a lo que sucedía en la escena, y poder opinar
sobre las actuaciones o los tonos, lo cual era muy
motivante. Tamae me escuchaba y, en ese sentido,
hacíamos una buena dupla. Pero yo también contaba
mucho desde la cámara: al no haber una marcación
ajustada, decidía en el momento si me iba a alejar,
acercar o generar otro ángulo. Eso era improvisado,
casi intuitivo. Obviamente no quiero trabajar sin un
foquista, pero es difícil transmitir a alguien esas cosas:
en esta película en particular, donde la cámara tenía
una especie de búsqueda casi documental, buscaba
cosas dentro de la toma y me tomaba la libertad de
decidir si me acercaba o no, y por eso tenía que hacer
el foco. Por ejemplo, cuando Dylan está charlando con
el ruso, en un momento hicimos un primer plano de
éste y ahí mismo decidí enfocar a Dylan que se reflejaba
en el espejo por detrás del ruso. Quizás lo académico
hubiera sido cortar, hacer un contraplano y usarlo
como insert, pero me pareció que lograr todo en la
misma toma contaba algo distinto.

¿Sabías que la película se iba a ampliar a 35mm.?
En ese caso, ¿seteaste algo con ese fin?

Usé un seteo básico que me gustaba. Como conté, al
principio no estaba claro para donde íbamos a ir, pero
para mí había que cuidar un estándar mínimo, una
calidad que me permitiera estar tranquilo. No iba a
reventar la imagen sólo porque me divertía. Hice un
seteo básico de color y negros que tuvieran detalle,
pero definidos. En la EX1, partí del estándar y le fui
ajustando algunos parámetros: el nivel de negro en el
pedestal un poquito más alto, el balance para cada
escena (cada una con su particularidad de luz y tonos
cromáticos) y no mucho más. Si usaba tubos, podía
tenerlo en dominante verde y no me molestaba; si
estaba trabajando de día y estaba nublado, usaba algo
más frío; si tenía un velador de tungsteno cálido, algo
más cálido. No hice mucho más que corregir el balance
de blanco para cada escena. Lo que me gusta de
Sony es que confío mucho en el LCD de las cámaras,
sobre todo cuando trabajo en documentales. Cuando
no tengo un monitoreo, o monitores HD, estoy acostumbrado
a trabajar con esas cámaras y me gusta. Veo
el LCD y creo que está bien con los mínimos instrumentos
que tiene la cámara: el nivel de video y el
zebra, pero apenas los uso, confío en mi ojo y en lo que
veo en la pantallita. De la P2, no me gusta como se ve
el LCD, parece lavado, roto de definición, entonces uso
un seteo básico. Nunca había grabado la misma escena
con dos cámaras tan diferentes, pero confié en este
seteo que ya conocía. Las escenas iniciales de los guionistas
tienen un poco más de grano. Si hubiera tenido
que rellenar para trabajar todo en 0 db, lo podría haber
hecho, pero preferí hacerlo en 3 o 6 db, y poner meno
luz aún. No cambié la lamparita de ese ambiente para
que se pudiera ver un poquito más la casa o el living,
y que los personajes se pudieran mover. Me gustaba el
grano, no me molestaba que hubiera un poco de ruido,
creo que no debilita la historia.

En la escena de la corrida, al principio de la película,
parece que faltaran cuadros. ¿Está buscado eso?

Sí, esta buscado. Está filmado con la obturación en
1/500, 1/250, en vez de 1/50. La noche anterior había
llovido (de hecho esa mañana casi levantamos el rodaje)
y cuando los protagonistas corren, el barro vuela
para todos lados. Originalmente iba a ser la secuencia
inicial de títulos, y por eso me animé a usarlo; sabía
que si no usaba ese efecto ahí, no lo usaba más, o iba
a costar mucho meterlo. En el montaje quedó mezclado
con las escenas de los guionistas. Creo que quedó
bien y la música reforzó ese momento de tensión, con
peleas a las piñas, un puñal, salpicaduras de barro…
Hay otras cámaras lentas que se hicieron pensando en
que fueran las presentaciones de los personajes.
Planeamos filmar a los chinos caminando a cámara, y
se me ocurrió hacerlo con cámara lenta, al estilo
Tarantino. De género. Son cosas que se dan en filmación
y, aunque hay que tener cuidado, en esta película hubo
pocos tropiezos. El rodaje tuvo energía, y todo
sumaba. Cuando la película se complejizó, el equipo se
consolidó. Empezamos siendo cuatro, luego seis, después
ocho: en más de un año de rodaje no se fue nadie,
la película nunca expulsó. Tamae tiene algo que hacía
que, cuando uno llegaba, ya pudiera participar.
Escucha realmente a todos, desde el utilero hasta el
gaffer, pero no por congraciarse con el equipo. El que
venía a ayudar un día, quería venir un segundo, aunque
la jornada siguiente se hiciera 4 semanas después.
Empezaron a haber escenas más complejas de arte, se
empezó a querer ambientar más. Eso da la pauta de
que todos estábamos muy concentrados con el proyecto,
y algo de ese espíritu, de estar todos en la misma
energía, se transmitió al rodaje e hizo que la película
fluyera.

Hay varias corridas que están buenas. Por ejemplo,
cuando Dylan corre por los negocios de Pompeya y
termina colgándose de un camión…

Ahí ya es cuando nos animamos a generar una secuencia
más elaborada. El camión estaba preparado por
nosotros, ¡no se subió al primer camión que pasó!
Aunque igualmente hubo situaciones jugadas en esa
secuencia, ya que ¡estábamos filmando a un tipo
ensangrentado corriendo con un arma por el barrio
coreano de Floresta, desde arriba de un auto, sin permisos!
¡La policía lo podría haber tiroteado! Fueron
momentos “de guerrilla”, que le dieron frescura a la
película.

D¿Cómo fue el trabajo de retoque de color?

Tamae lo hizo con los chicos de Raw (Facundo Pires y
Galel Maidana) en base a unas pautas que yo había
propuesto. De todas formas, ya estaba bastante cercano
a lo que yo quería, porque en general, salvo alguna
cosita muy particular, en filmación trato de verlo lo
más parecido a lo que quiero. Suelo trabajar así siempre,
sea en fílmico o video digital.
Cuándo hicieron ese trabajo de color, ¿tuvieron en
cuenta los negros y las bajas luces como si alguna
vez se fuera a ampliar, o lo hicieron para video y
luego funcionó también para 35mm.?
La primera corrección se hizo para un finish en HD. Los
chicos trabajaron un montón para llegar. La proyección
en el cine Colón en el Festival de Cine de Mar del
Plata 2010 se vio muy bien; la segunda, en la misma
sala, no estuvo tan bien: los blancos ‘clipeaban’ mucho
más, ya que se habían cambiado algunos parámetros
en el proyector HD (los blancos y las zonas altas son lo
más delicado en video). En Mar del Plata fue muy bien
recibida y ganó el Premio a Mejor Película en la sección
Competencia Argentina, premio que consistía en
la ampliación a 35mm. por parte de Cinecolor, la cual
se hizo este año en el Arrilaser y quedó impecable.
Realmente estoy muy contento con el look de la película.
También ganó un Free Spirit Award en el Festival
de Cine de Varsovia, estuvo en la sección “City to City”
(donde Buenos Aires fue la invitada) del Festival de
Cine de Toronto, y en julio pasado participó en el Pifan
– Festival Internacional de Cine Fantástico de Puchon,
Corea.

Reportaje por Lucio Bonelli (ADF), Guido Lublinsky
(ADF) y Ezequiel García. Adaptación: E. García. Fotos
gentileza Pigu Gómez, Crudo Films (Jimena
Monteoliva).

FICHA TECNICA:
Dirección: Tamae Garateguy
Guión: Diego Fleischer y Tamae Garateguy
Dirección de Fotografía y cámara: José María «Pigu»
Gómez (ADF)
Dirección de arte: Cristina Prieto
Música: Sami Bucella
Sonido: Lucas Pablo Ulecia, Damián Montes Calabró
Montaje: Catalina Rincón
Vestuario: Celestial Brizuela
Maquillaje: Cez Navotka
Gaffer: Alejandro Padin, Mariano Diluch
Asistente de cámara: Belén Arana
Asistente de dirección: Melissa Cordero
Asistente de arte: Melina Scioli
Producción: Jimena Monteoliva
Asistente de producción: Ariel Honigman
Colorista: Facundo Pires
Diseño gráfico: Agustín Torres
Efectos especiales: Lanfranco Burattini
Efectos visuales: Tino López Saubidet
Coordinación de posproducción: Romina Guillén

«Peter Capusotto y sus 3 Dimensiones»

A

La sencillez y el trazo grueso

«Peter Capusotto y sus 3 Dimensiones», dirigida por el
creativo Pedro Saborido y coproducida por TripleD y
Pampa, es una película que funciona como un original
mega programa de hora y media, con todos sus personajes,
pero en pantalla grande y en 3D. Según
Saborido, “‘Peter Capusotto y sus videos’ no tiene una
estética definida. Es un compendio de estéticas que
surgen de cada idea, que la mayoría de las veces se
desprenden de los géneros que parodian (el documental,
la publicidad, el cuento fantástico, el informe
periodístico).”
Al igual que el lenguaje de cada género, cada estética
en particular no se la ve de forma precisa. Solo aparece
un “aire”, una reminiscencia a la misma. El punto en
común en la que se encuentran es la sencillez y el
trazo grueso con la que se las resuelve. De este modo,
llevar al cine el espíritu del propio programa, sin que
pierda su esencia, fue un trabajo en dónde constantemente
hubo que elevar técnica y estéticamente la
imagen, sin dejar de lado la impronta casera que tiene
el ciclo televisivo. Por momentos puede ser bizarro,
grotesco, mágico o paródico de un género. Pero siempre
va a ser simple, poco pretencioso, y hasta inocente
e infantil.
Capusotto y Saborido siempre tuvieron un modo crítico
de analizar a los medios de comunicación, aún
desde adentro, y en este caso redoblaron la apuesta
riéndose en general del entretenimiento, y de la técnica
del 3D en particular.
Se combinan en una sola película varias formas estéticas
que manteniéndose fiel al género, varían según
cada segmento. De esa forma conviven sketches en
blanco y negro, formas ligadas al videogame, a lo onírico
y otras pero siempre sobrevoladas por la sátira que
lo caracteriza.

B

 

 

 

 

 

Hay una gran mezcla de texturas con fondos aplicados
que provienen de diversos orígenes, dejando ver en
muchos casos el artilugio de la realización. Una de las
premisas para mantener su estética fue realizar la película
casi en su totalidad en estudio y con tapones o
fondos similares a los que le pertenecen a cada personaje,
lo que nos condujo a una enorme cantidad de
tomas con fondo verde chroma. Una de mis dificultades
en ese punto fue, que salvo contadas excepciones,
no se sabía qué imágenes se aplicarían por detrás
hasta llegar a la postproducción. Un caso excepcional
es Jesús de Laferrere, segmento repleto de composiciones
con tomas 3D estereo, animaciones 3D, fondos de
maquetas grabadas estereoscópicamente (todo un
barrio fue construido para esa escena) y fotos aplicadas.
En este caso en particular, se generó una maqueta
virtual antes de grabar a los personajes y luego se
realizó la maqueta real, la cual decidí grabar con una
Cámara Panasonic AJ-HPX500 de 2/3″ con montura B4
para poder utilizar un snorkel con lentes C. La cámara
la montaba boca abajo sobre un CineSlider (que trae
marcaciones métricas) y exponíamos varias veces con
distintos espacios interfocales para luego elegir el
espacio estereoscópico más acorde a la toma.
El equipamiento de cámara utilizado para la película
fue fundamentalmente la Panasonic 3DA1 pero grabando
cada ojo en un AJA KIPRO mini, en ProRes 422
HQ, en lugar de usar la grabación nativa de la cámara
(AVCHD 4.2.0 8 bit). Como dicha cámara tiene dos bloques
de 3 pequeños sensores de 1/4”, nos entregaba
una amplia profundidad de campo, lo que -a diferencia
de cuando grabamos en 2D- era una ventaja operativa
y no una desventaja estética, ya que la profundidad
de la imagen estaba siendo lograda por la estereoscopía
y nos bajábamos de la eterna batalla por
reducir dicha profundidad de campo para asimilarnos
al fílmico. Por consiguiente, si los backgrounds de
maquetas o texturas a grabar no tenían una gran profundidad,
los registrábamos en fotos con una Canon
5DMII sobre una platina side by side, también realizando
varias exposiciones a distintas distancias interfocales,
pero cuando eran profundas, como en la escena
de Jesús, la diferencia de profundidad de campo
entre la Panasonic y la Canon seria enorme. Por ese
motivo y para empatar mejor las perspectivas elegí
utilizar el snorkel con los mini lentes C.
Entendimos gratamente que el desafío encarado de
lograr articular en un mismo espacio estereoscópico
tantas capas distintas, cada una con su textura, profundidad
y su espacio en el cuadro tridimensional, nos
había llevado a buen puerto.

C

 

D

E

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego de las primeras pruebas analizadas en DCP junto
al estereógrafo Cesar Lapidus y teniendo en cuenta la
no posibilidad de modificar la distancia interocular de
nuestra cámara, resolvimos trabajar la estereoscopía
de forma “cómoda” para el espectador, tratando de no
separar (campo positivo, donde los objetos se trasladan
hacia el fondo) o cruzar (campo negativo, donde los
objetos salen de la pantalla) las imágenes en más de
un 1,5 o 2% en lugar del 3% del tamaño de la pantalla,
máximo “autorizado” por los libros de estereoscopía.
Si teníamos un tapón o fondo real, comenzábamos
a preparar nuestro espacio estereoscópico desde ahí
hacia delante, delimitando por ende la distancia mínima
a cámara y eligiendo luego el punto de convergencia.
Pero tanto si teníamos un fondo Chroma o elementos
a aplicar por delante, debíamos contabilizar
ese espacio dentro de nuestros límites y reducir el de
acción.

F

 

 

 

 

 

 

Varias veces la necesidad de acercar mucho los personajes
a sus fondos me hizo lidiar con las sombras proyectadas
para que no aparecieran en cuadro y acordar
con el realizador los tonos de los tapones.

G

 

 

 

 

 

 

 

También, debido a la doble imagen que suele aparecer
en estereoscopía por altas diferencias de contraste,
debí asegurarme de no tener elementos aledaños que
produjeran dicho efecto. Se hicieron pruebas de vestuario,
se modificaron telas y se bajaron tonos de blancos.

H

 

 

 

 

 

 

A su vez, controlamos no tener texturas con líneas
verticales finas en vestuario o fondos, que pudieran
generar incomodidad ocular en 3D. La excepción fue
una jaula, que por guión era narrativamente importante
y trabajamos los barrotes por diferencia de luz,
dejando los de adelante más iluminados que los de
atrás, evitando la “confusión estereoscópica”.

I

 

 

 

 

 

 

 

Mas allá de los cálculos y medidas tomadas plano a
plano, nos fue de gran utilidad, para calcular la sepa-
ración de objetos, la grilla del 6% que trae incorporado
el monitor 3D Pasivo de 25” de Panasonic, que
luego de haberle calibrado el color a la par del monitor
del Scratch de In Post We Trust, donde posteriormente
hicimos la corrección de color, pasó a ser nuestra
referencia en el set.
El material ya backupeado, tanto en su formato nativo
como en prores 422 HQ, fue editado en Premier en la
postproductora TVD y ajustada la estereoscopía con
After
Entre 3 empresas fueron componiendo las imágenes
con sus correspondientes fondos y enviándolas por
actos en secuencia DPX a In Post We Trust, donde
corregimos color, y se envió también en secuencia DPX,
ojos separados, a Cinecolor para el armado del DCP
final. Durante el proceso de color fuimos visualizando
el 3D acto por acto en Sinsistema, por si hubiéramos
tenido que mejorar algo antes de enviar el material a
Cinecolor.
Cuando al fin vimos la película entera, ya proyectada
en pantalla con un DCP previo, notamos que a pesar de
haber ajustado los niveles en el Scratch con lentes
oscuros puestos, y haberse visto bien el DCP en monitores
dentro de Cinecolor, dicha proyección 3D aún
permanecía un poco densa y tuvimos que volver al
Scratch a levantar los niveles para hacer el DCP definitivo.
Fue muy interesante y divertido haber formado parte
de esta primera experiencia de largometraje 3D al lado
de Pedro Saborido y Diego Capusotto, quienes aún tienen
mucho por decir y eso es lo que hace efectiva a la
película, mucho más allá de sus 3 dimensiones.

DANIEL POMENARIEC (ADF 31)

FICHA TECNICA:
Dirección: Pedro Saborido
Guión: Pedro Saborido & Diego Capusotto
Dirección de Fotografía: Gabriel Pomeraniec (ADF)
Música: Jorge «Tata» Arias
Dirección de sonido: Diego Arancibia
Dirección de arte: Alfonso Sierra
Vestuario: Ana Sierra
Producción: Pablo Bossi, Daniel Morano, Juan Pablo
Buscarini
Jefe de Producción: Sebastián Martínez Toro
Ayudante de producción: Leonardo Corrado

 

Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe

 

A

Cambiar un tesoro por otro
Una coproducción entre Argentina, Chile y Uruguay:
“Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe”, dirigida por Walter Tournier

 ¿Quién es Selkirk?

WT: Era un pirata escocés que en 1700 partió de
Inglaterra en busca del “Manila”, un barco que era el
objetivo de todos los piratas de la época ya que llevaba
oro y plata a Filipinas y traía, sedas, porcelanas,
especias, etc. Los piratas querían abordarlo en su trayecto
entre México y Filipinas, y Selkirk se embarcó
para ir en su búsqueda, para lo cual tenía que atravesar
el Cabo de Hornos antes de rumbear para México.
Luego de atravesar dicho Cabo, se peleó con el capitán
y fue abandonado en el archipiélago Juan Fernández,
frente a Chile, donde se quedó solo durante más de
cuatro años, hasta que fue rescatado por otro pirata
que pasaba por ahí y volvió a Londres. Allí, Daniel
Defoe se enteró de lo que había vivido Selkirk en las
islas y escribió “Robinson Crusoe” a partir de esas
vivencias, pero ambientando la novela en el Caribe.
Nosotros investigamos la vida de Selkirk y la ficcionamos,
dándole otro carácter que el que le dio Defoe.
Planteamos que era un pirata que, como todos, iba en
busca del dinero y la fortuna, era jugador y ambicioso
(su barco estaba lleno de esa gente) y, al ser abandonado
en la isla, el contacto con la naturaleza hace un
cambio en él, se reencuentra consigo mismo, ve que es
capaz de hacer un montón de cosas y da un giro.
Cambia un tesoro por otro.

¿Qué técnica usaron para la película?

WT: Stop-motion con muñecos, grabados con cámaras
digitales de fotografía en HD, con fondos en croma
(para el barco, el mar y el cielo). Fue una co-producción,
en la que Chile se encargó de los fondos digitales;
en Uruguay hicimos la animación de muñecos y el
entorno inmediato (o sea, el paisaje rocoso de la isla,
el camarote, la cubierta del barco, etc.), y en Argentina
se hizo la parte de sonido (voces y edición) a través de
Carlos Abbate, la música (de Carlos Villavicencio), el
storyboard (en el que trabajó Magalí Zadoff, aquí presente),
el ampliado a 35mm. y la coproducción general,
que fue de Maíz Producciones (Pablo Rovito). Ah, y
en el guión que hice con Mario Jacobs también colaboró
el argentino Enrique Cortese, o sea que es como
una “co-producción de guión”.
Magalí, ¿cuál fue tu trabajo en la película?
MZ: Participé en el storyboard haciendo algunos dibujos
y luego fui a Uruguay a trabajar en la animación,
donde estuve unos ocho meses.

B

¿Cuanto duro el trabajo de animacion?

WT: Un año y tres meses, solo de filmacion.

Walter, ¿como te sentis con los nuevos avances tecnologicos en
comparacion a cuando enpezaste tu carrera?

WT: Cuando hice mi primera película, en 1973, hacía
muñequitos de papel recortado que movía con agujas.
Después de eso continué haciendo animación, aunque
no de forma permanente (me tuve que ir del país), por
lo que a veces incursionaba en la animación y otras
veces no, vivía de la artesanía. A los seis años de irme
de Uruguay, retomé la animación estando en Perú, primero
con el papel recortado y luego, como la técnica
que podía hacer en aquel momento (dibujo sobre acetato)
era muy limitada debido a que los materiales no
se conseguían, llegué a la plastilina. Como soy artesano,
me manejo mucho con la manualidad, y sé soldar y
trabajar metales, empecé a utilizar todo eso en la animación,
y desde aquella época me metí con el volumen
de los muñecos. Las películas de aquel momento las
filmaba en 35mm. Cuando retorné a Uruguay, trabajé
un poco en animación, pero también tuve que hacer
otras cosas, y durante 6 años estuve viviendo de la
venta de antigüedades y muebles, hasta que volví a la
animación haciendo unos muñecos llamados “Los
Tatitos”, que tuvieron cierta repercusión en Uruguay.

¿Como trabajabaslos fondos en esos cortos?

WT: Eran fondos reales, hacíamos la maqueta completa
en estudio. Fue hace quince años, cuando todavía
no se había desarrollado lo digital. Luego, pasé de filmar
en 35mm. a hacerlo con cámaras de fotos digitales,
aunque eran las primeras que aparecían, y los software
no estaban bien aceitados (hace más de doce
años). Recuerdo una bruta cámara que teníamos, a la
cual le fallaba el software… Para varias complicaciones
que tuve en esa época, me salvaron las cámaras
35mm. por esa época en Argentina hacía el pasaje a
video de lo rodado con fílmico. En resumen, pasé por
distintas etapas, y me parece que actualmente lo digital
es una ventaja enorme. Por ejemplo, en aquel
momento, hasta no revelar, no sabía como había quedado
lo filmado; hoy en día, antes de sacar un fotograma,
veo si el movimiento está bien hecho, lo cual es
una ventaja enorme para el animador. De todas maneras,
la animación puramente digital no es lo que me
interesa ni lo que más me gusta como técnica, es como
cualquier otra. Tampoco me metí en el dibujo. Si puedo
usar lo digital para apoyar cosas, como en “Selkirk”,
seguiré haciendo stop-motion mezclado con otras técnicas.
Por ejemplo, el mar no lo pudimos lograr en
stop-motion, entonces lo resolvimos digitalmente.

C

¿Como iluminabas aquellos primeros muñequitos?
¿Como pensabas la luz?

WT: Al principio iluminaba todo yo mismo. En Uruguay
había trabajado en películas documentales (por esa
época no se hacía mucha ficción) y sabía algo de fotografía,
entonces aplicaba esos pocos conocimientos
el set, tomándolo como un set pequeño: usaba una luz
general, luces de relleno, luces cenitales, etc. Yo mismo
fabricaba las lámparas: recuerdo que agarraba los
tachos de los faroles de los autos, sacaba las bombitas
y usaba el espejo, y hasta le había incorporado un sistema
mediante el cual subía y bajaba la luz, para concentrar
o abrir el haz. A su vez, Mario Handler, un
amigo y documentalista uruguayo, me había dicho que
“sobre-voltando” las lámparas comunes de 220w,
lograba la temperatura de color, por lo que jugaba con
eso, llevándolas a 260 voltios para llegar a 3200º K. Era
algo que tenía a mano y no necesitaba comprar. Muy
Luego comencé a trabajar con fotógrafos de cine,
quienes trabajaban muy bien, pero de repente desaparecían
porque tenían un rodaje, y me mandaban a
alguien de reemplazo. Hasta que a alguien se le ocurrió
contratar profesionales de fotografía fija, con
quienes estoy trabajando hace años porque, claro, no
tienen esa urgencia de los DFs. Los llamamos el día
anterior y vienen. Son dos fotógrafos que trabajan muy
bien en equipo, se llaman “Dominó Fotografía”. Les
informamos donde están puestas las luces, armamos
un esquema y cada escena va con su planta de luces,
entonces saben donde está el sol, iluminan el set y por
detrás usamos croma.
A pesar de los altibajos, no me quejo de lo que he lo
logrado y vivido. Soy un privilegiado, incluso en
América Latina: no mucha gente puede hacer los trabajos
que quiere. No hago comerciales, por ejemplo.
He hecho algunos, a través de los años, en los que
pude hacer cosas que me colmaron y me interesaron, y
pude trasmitir determinados mensajes, todos -de alguna
manera- orientados a la superación del ser humano.
Y en los trabajos en que hago el guión, estoy convencido
de lo que estoy diciendo, como en “Selkirk”, o
las series “Mi familia” o “Tonky”, donde transmito
mensajes con los que estoy totalmente de acuerdo,
estoy tranquilo con mi conciencia y no hago nada que
esté en contra. Es lo que perseguimos todos los que
estamos en esto, ¿no? Comunicar cosas. Por algo nos
metimos en esta historia. Si hubiera algo que se me
encargara y no quisiera hacerlo, no lo hago.
Actualmente estoy haciendo una serie sobre los
Derechos del Niño (ya hicimos once cortos).

D

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Magali, ¿como fueron tus inicios en la animacion?
¿Ya conocias este arte cuando te integraste a «Selkirk?

MZ: Lo primero que hice en stop-motion lo hice ahí.
WT: Pero antes me habías mandado un muñequito
verde animado, donde pude ver las condiciones que
tenías. Ese tipito decidió que vinieras.
MZ: Ah, si, era una prueba realizada con plastilina.
Anteriormente había hecho unas cosas con cartoncitos
recortados y fondos fijos, que se las había mostrado a
Walter en Bs. As., y de paso le pregunté qué cámara
podía comprar para empezar a hacer algo en stopmotion,
y él me asesoró. La compré y la primer pruebita
que hice con ella fue ese tipito verde.
WT: La animación es muy chiquita pero está muy bien
hecha, ya nos dábamos cuenta que tenía aceleración,
desaceleración, y los movimientos eran muy fluidos, no
era lo que hubiera hecho cualquier otro. Ella había
aplicado sus conocimientos de animación en dibujo,
tenía condiciones para trabajar en eso.

Magali, vas a continuar haciendo animacion, ¿no?

MZ: Sí, aunque es difícil hacer stop-motion, hay que
tener un espacio y muchas más cosas que las que se
necesitan para animar en otras técnicas…
WT: Pero una vez que tenés armada la cosa, podés desarrollarla.
Creo que en el dibujo siempre está la limitante
de que hay que dibujar, en cambio al tener
muñecos podés rehacerlos o incorporarles otras cosas.
Lo bueno que tiene es que mientras uno va resolviendo
una animación (y me ha pasado en varias), de
repente surgen nuevas ideas para hacer…
Cuando uno se mete con algo y de alguna manera
llega a dominarlo, pasa a otra etapa, donde se olvida
de la limitación de los movimientos, y se mete en lo
que quiere narrar y decir, y entonces ahí es donde se le
ocurren cosas. Uno domina la herramienta, y después
es natural. Pero también es importante saber y conocer
cuáles son las limitaciones y las posibilidades. Creo
que cuando uno empieza a ver las limitaciones, se abre
el camino para las posibilidades de todo lo que se
puede hacer, que son un montón de cosas, desde
pequeños movimientos, como gestitos, en pocos fotogramas…
Mover no es lo mismo que animar. Mover lo
hace mucha gente, pero animan pocos. Mientras se
mueva, todo vale: si un tipo mueve un aparato, llama
la atención, y eso es lo que se usa a veces muy comercialmente
y no tiene el valor de la animación, de la vida.

E

F

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reportaje por Marcelo Iaccarino (ADF 31)
Fotos gentileza Tournier Animación
www.tournieranimation.com

FICHA TECNICA:
Dirección: Walter Tournier
Producción ejecutiva: Esteban Schroeder
Dirección de Producción: Mario Jacob
Dirección de Fotografía: Santiago Epstein, Diego
Velazco
Dirección de Arte: Lala Severi
Asistencia de Dirección: Juan Andrés Fontán
Diseño de Personajes: “Tunda” Prada
Dirección del Área de Construcción de Estructuras:
Martín De Rossa
Dirección del Área Construcción de Maquetas: Javier
Tournier
Coordinación de Informática y posproducción: Daniel
Márquez
Fotografía: Juan Manuel Ruétalo, Araí Moleri
Supervisión de posproducción: Alberto Rodríguez
Posproducción: Omar Izaguirre, María Podestá
Director de Animación Stop Motion: Juan Andrés
Fontán
Animadores: Pablo Turcatti, Juan Andrés Fontán, María
Podestá, Santiago Hermida, Ignacio De Marco, Pilar
Colasso, Magalí Zadoff (Argentina), Joel Ortiz (ICAIC,
Cuba)
Construcción de maquetas: Javier Tournier, Pablo Da
Silva, Sebastián Jiménez, Lucía Silva Daniela
Beracochea, Fabio Barreto
Construcción de muñecos / Estructuras: Martín De
Rossa, Camilo De León Escultura. Moldes: Andrea
Peveroni, Ricardo Rosa, Roberto González, Juan Andrés
Fontán, Rosario Scayola. Revestimiento: Lala Severi,
Andrea Peveroni, Lucia Silva, Daniela Beracochea.
Vestuario: Bettina Sanjinés, María Brum
Construcción de objetos: Andrea Borrazás, Andrea
Peveroni, Ricardo Rosa, Lala Severi, Lucía Silva, Roberto
González, Daniela Beracochea
Asistencia de iluminación: Matías Mangado, Santiago
Maggioli, Juan Manuel Harán
 

Vittorio Storaro: La psicologia del color en el cine

   VITTORIO STORARO: LA PSICOLOGÍA DEL COLOR EN EL CINE

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En esta práctica he decidido realizar un análisis de la carrera del prestigioso director de fotografía Vittorio Storaro (Roma, 24 de junio de 1940), centrándome en el uso que del color hace en algunos de sus trabajos. Storaro, quien comenzó su carrera en 1962 (“Il normanni”), se ha ganado el respeto del mundo del cine gracias a su colaboración en obras como “El último emperador”, “Rojos”, “Apocalypse Now”,  “Novecento”, “El último tango en París”, “Dick tracy” o “El conformista”, ganando el Oscar por las tres primeras (premios que, aunque no siempre representen la verdad absoluta, sirven en este caso como prueba de su maestría).

El hecho de que haya escogido centrarme en la figura de Storaro se debe a que personalmente estoy bastante familiarizado con la carrera del director Bernardo Bertolucci, con quien mantuvo una fructífera relación profesional (“El conformista”, “Novecento”, “El último emperador”,…), y a que la gran cantidad de información existente sobre el uso del color en sus películas me facilitó ampliamente el trabajo.

El color y su significado para Storaro

A lo largo de más de 30 años de carrera, Storaro fue incluyendo en una colección titulada “Escribiendo con la luz” estudios e investigaciones acerca de la pintura, la filosofía, la fotografía y cine, relacionados con los significados de la luz, los colores y los elementos, símbolos que lo han marcado a lo largo de su vida profesional. El primer libro de la citada colección se titula “La luz”. Sin embargo, el que más interés posee para esta práctica es el segundo (la “emoción cromática”), en el que trata los colores y la relación entre ellos, los cuales simbolizan las etapas de la vida a través de la luz. Cabe decir que la citada colección “Escribiendo con la luz” fue llevada a la pantalla por medio del documental “Writing with light: Vittorio Storaro” (David Thompson, 1992).

En lo referido a los colores, Storaro parte del negro (el cual simboliza para él la presencia y la negación del cuerpo, el principio y el fin)  seguido del rojo, naranja, amarillo, gris, verde, azul, añil, violeta y, finalmente, el blanco. El rojo es el color del contacto divino, el pasado, el principio ejecutor de todas las cosas, el primero de los colores primarios, el que forma la vida, la luz y la energía. El naranja, por su parte, ensalza la pasión, la sensación y la conciencia (es el color más empleado en películas como “El último emperador” o “El cielo protector”). El amarillo es el color del conocimiento, el cual representa ese paso fundamental en la vida que marca el abandono de la inocencia para llegar a la madurez; esto es, representa la intuición, sugerencia, afecto,… Este color se encuentra muy presente en la citada “El último emperador” o en “El pequeño Buda”.

El gris, por su parte, es un color indefinido, el cual marca la frontera entre dos áreas: es el color de la pérdida, la espera o la reflexión antes del principio de una nueva vida. El verde es la pasión y la razón, el pasado y el futuro. El azul expresa la forma máxima de la inteligencia, que es la libertad (y es, naturalmente, el color dominante de “La luna”), siendo el perfecto complemento al amarillo. El añil es el color de la madurez, la energía, el logro de la vida material. El violeta sería el color del ciclo de la vida. Por último, el blanco es el color del pasado: en él están todos los colores, es la suma de todas las edades y representa la unión y la minuciosidad de la vida.

En función del significado que los colores tienen para Storaro, éste ilumina la escena con uno o con otro tono cromático dependiendo de qué emoción se quiera transmitir a través de las imágenes. Es decir, se inspira en la teoría de los colores de Johann Wolfgang von Goethe, la cual se centra en el efecto psicológico que tienen los diferentes colores y la manera en que los mismos influyen en la percepción de las diversas emociones. En dicha teoría, el autor alemán intentó deducir leyes de armonía del color, incluyendo la forma en la que nos afectan los colores y el fenómeno subjetivo de la visión. Goethe, en sus investigaciones, propuso un círculo de color simétrico en contraste con el de Newton, el cual no exponía ni la simetría ni la complementariedad, elementos esenciales para el alemán. Esta teoría se puede observar en numerosas películas de Storaro: en el film “Dick Tracy”, por poner un ejemplo, la escena aparece iluminada con un color rojo si el protagonista corre peligro. En cambio, si se trata de una persecución, el color que ilumina los edificios de dicha escena son predominantemente azules y verdes.

                                              Círculo de color de Goethe

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EL USO DEL COLOR EN SUS PELÍCULAS


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Sus primeras películas con Bertolucci: “la psicología del color”

En la película “El conformista” (1970) de Bernardo Bertolucci, uno de sus primeros trabajos notables, destaca ya por su estilo, diseño, el uso de la luz, con sus contrastes (claro-oscuro) y la interpretación de los colores. El color azul es el predominante en esta película. Como declaró Storaro en una entrevista al diario “El País”, cuando comprende el sentido de cada uno de los films en los que interviene da a cada personaje o a cada emoción un color, un tono. En la citada “El conformista” se cuenta una historia en un país, Italia, sometido a un período histórico de claustrofobia y rigideces (se cuenta la historia de Marcello Clerici, un fascista con un pasado marcado por un asesinato que está dispuesto a combinar su luna de miel en París con un atentado a un exiliado político italiano que había sido profesor suyo). De repente, hay una secuencia en París: una secuencia filmada en un potente azul con el fin de dar la sensación de libertad.

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Sin embargo, el color de París, dos años después, en “El último tango en París”, película que cuenta la relación sexual entre dos desconocidos en la capital francesa, es tenue y naranja, al descubrir Storaro que la luz de la ciudad era apagada al mezclarse la luz natural y la artificial. Storaro encontró que el naranja irradiaba en esa frecuencia, y que eso justamente coincidía con la decadencia del personaje de Marlon Brando. Así surgió este color que expresa “la pasión y, a la vez, el refugio en el vientre maternal”, en palabras del propio Storaro.

De “Novecento” al Oscar por “Apocalypse Now”

Será con su tercer trabajo a las órdenes de Bertolucci cuando alcance la cima en el uso de la psicología del color y en su trabajo como director de fotografía en general. Hablo del film “Novecento”, el cual retrata la historia moderna de Italia desde 1901, año en el que muere Verdi, hasta 1945, fecha en la que el país se libra de la ocupación fascista tras varias décadas de sufrimiento. El film se centra concretamente en la relación existente entre un patrón, Alfredo Berlinghieri, y uno de los trabajadores de su hacienda, Olmo Dalcó. Tal y como se desprende de diversos análisis del film, la cinta se estructura en cuatro partes: la infancia de los dos protagonistas, su juventud, el ascenso del fascismo y, finalmente, la liberación. Con el fin de acentuar el contraste entre dichas partes, se adjudica a cada una de las mismas una estación diferente. Gracias al excelente trabajo de Storaro, cada una de dichas estaciones y momentos de la película tiene una tonalidad propia que arropa también a los personajes de este gran fresco que es “Novecento”.

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El verano (infancia), el otoño (la juventud), el invierno (el ascenso del fascismo) y la primavera (la liberación): el color en “Novecento” (de arriba abajo y de izquierda a derecha).

Gracias a estos trabajos, el salto de Storaro a Hollywood no se hizo esperar. Coppola, con quien también trabajaría en “Corazonada” (nueva muestra del uso de la psicología del color) o “Tucker” le contrató para “Apocalypse Now”. La película cuenta la misión de un grupo de soldados en plena guerra de Vietnam a los que se les ha encomendado acabar con el coronel Kurtz. Aunque en este film el uso de la luz destaca por encima del resto de aspectos técnicos, el color también juega un papel importante. Colores como el amarillo del Napalm o el naranja (propio de los parajes asiáticos que aparecen en el film) predominan en el film, al igual que el verde de la selva. Conforme avanza la película, los colores, fuertes y llamativos en un principio, se van tornando más débiles y pálidos con el fin de mostrarnos la locura en la que se embarcan los personajes a lo largo de su terrible viaje. Sin duda nos encontramos ante uno de sus mejores trabajos, merecedor, entre otros premios, del Oscar.

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El amarillo del napalm en “Apocalypse now”

Su obra maestra: “El último emperador”

A pesar de haber trabajado en grandes obras maestras, puede que la película cumbre de Storaro sea “El último emperador”. En esta cinta se narra la historia de Pu-Yi, el último emperador de China que gobernó la Ciudad Prohibida hasta que los republicanos lo encerraron en sus murallas. Después de eso se convierte en una marioneta de las fuerzas invasoras de Japón hasta que finalmente es encarcelado.

Hablar de la fotografía y el color de la película “El último emperador” es hablar, una vez más, de la inclusión de la teoría de Goethe en el cine. El uso del color como parte importante de la emotividad y las sensaciones fue en esta película un factor importantísimo para separar grandes momentos de la misma, es decir, como forma de transición, pero no solo entre diferentes escenas, sino también entre personajes en un mismo plano (sin necesidad de usar muchas otras técnicas como el contraluz o las luces de alto contraste).

Storaro plantea en el film lo que él llama una “ideología fotográfica”. En otras palabras, tuvo la idea de mostrar las diversas etapas que vive el emperador a partir del color, es decir, a través de las diferentes longitudes de onda del espectro electromagnético, Así, a cada uno de los siguientes colores se le asigna un significado concreto, partiendo del que representan para Storaro desde un punto de vista general:

o    Negro: símbolo de la pre-conciencia

o    Rojo: símbolo del nacimiento, cuando Pu-Yi rompe el cordón umbilical para convertirse en emperador.

o    Naranja: símbolo del crecimiento, cuando dentro de las murallas de la Ciudad Prohibida Pu-Yi vive dentro de otra familia.

o    Amarillo: símbolo de conciencia, cuando es coronado como emperador.

o    Gris: símbolo de espera, dentro de las paredes de la prisión, cuando comienza el camino de introspección.

También se definen otros colores como el blanco, el añil, el verde, el azul o el violeta. Al mismo tiempo que identifica los colores con diversos estados emocionales, ideológicos o momentos vitales, Storaro divide el film en tres partes por medio de los contrastes cromáticos:

   1º parte: cuando Pu-Yi es emperador el film aparece gobernado por colores cálidos.

   2º parte: cuando Pu-Yi es un prisionero son las tonalidades verdosas y grisáceas las     que predominan.

  3º parte: cuando Pu-Yi es liberado de la prisión la película adquiere una tonalidad más naturalista.

Toda la cinta está repleta de colores, cálidos y vivos durante la primera etapa del reinado de Pu-Yi, o fríos y apagados en momentos de la época comunista. La luz y este tipo de psicología del color (nueva referencia a Goethe), fue la que consiguió hacer que imágenes que pudieran haber enfadado a gran parte de la sociedad china (los problemas para rodar en este país son innumerables, sobre todo para los extranjeros), y especialmente a sus dirigentes, pasaran más desapercibidas (escenas de invasión, lucha, muerte,..).

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“El último emperador” y los tonos cálidos propios de la infancia y adolescencia de Pu-Yi

“Dick Tracy” y reflexión final

Para terminar el análisis de la obra de Storaro y el uso que hace del color en sus diferentes trabajos cabe hablar del film “Dick Tracy”, película con la que vuelve a trabajar con Warren Beatty tras su fructífera colaboración en el film “Rojos”. Aunque el trabajo del director de fotografía en esta cinta pueda parecer complicado debido a la limitada gama de colores que pueden utilizarse por exigencias de guión (se trata de la adaptación de un cómic, el cual ya cuenta con unos colores preestablecidos), Storaro optó por salir del paso asemejando los tonos de la película a los empleados por los expresionistas alemanes. Así, utiliza colores completamente contrarios y los junta en pantalla, creando un conflicto visual. Es decir, basó el film en “el conflicto entre los colores”.

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“Dick Tracy” y sus colores fuertes y llamativos

Con el este film termino mi breve análisis de la obra de Vittorio Storaro, maestro de la fotografía, cuyo uso del color y de la luz en el cine ha servido de referencia a numerosas generaciones de nuevos técnicos, y quien todavía sigue considerándose a sí mismo “un amateur, un principiante”. Sin él, muchos de los films que actualmente se consideran de culto, especialmente las obras de Bertolucci o Francis Ford Coppola, no serían tan grandes como lo son en la actualidad. Así es Storaro, uno de los grandes promotores de la “psicología del color” en el séptimo arte.

 

 

Emmanuel Lubezki, sencillez y luz natural

Lubezki se ha caracterizado por un estilo fotográfico elegante y con un uso de la iluminación naturalista que tiende a pasarse por alto a la hora de analizar sus películas. El visionado de sus obras se convierte en una experiencia visual llena de detalles en cada uno de los planos de sus largometrajes. Si por algo se caracteriza el mexicano, es por haber encontrado un equilibrio entre la tecnología y el gusto visual, consiguiendo a base de experimentación continua (no solo técnica, sino también estilística) distinguirse como uno de los directores de fotografía más personales de la industria, siendo imposible entender su sentido de la luz sin analizar sus colaboraciones con dos directores tan visuales como Alfonso Cuarón y Terrence Malick.

Nieto de una actriz rusa, que llegó a tierras mexicanas huyendo de la revolución bolchevique, comenzó su carrera a muy temprana edad. A pesar de no haber cumplido la cincuentena tiene en su haber cinco nominaciones a los Óscar y un BAFTA.

Mientras rodaba sus primeros largos coincidiría ya con Alfonso Cuarón en “Sólo con tu pareja” (1991), pero su primera gran oportunidad le llegaría a la temprana edad de 28 años con “Como agua para chocolate” (Alfonso Arau, 1992).

lubevski 1Iluminando esta bella historia de amor, Lubezki se convertiría en una joven promesa, saltando a la industria norteamericana en 1994 con “Reality Bites” (Ben Stiller). Será entonces cuando retome su relación con Cuarón en “La princesita” (1995) (que le valdría su primera candidatura al Óscar) y en “Grandes esperanzas” (1998). No es de extrañar que Tim Burton se fijara en él para fotografiar en 1999 “Sleepy Hollow”. Lubezki supo captar la mirada de uno de los directores más laureados de Hollywood, reinterpretando por completo la estética de películas anteriores del peculiar cineasta y logrando que el film fuese casi un libro de ilustraciones de una belleza inusual. Planos generales donde la luz y el color se pierden en la niebla y los personajes caminan en una penumbra propia de un cuento de hadas. Cualquiera podría haber esperado una película con cierta apariencia victoriana cercana a “Barry Lyndon” (Stanley Kubrick, 1975. Fotografiada por John Alcott), sin embargo Lubezki crea una atmósfera de cine negro con tintes mágicos sin necesidad de un despliegue de efectos visuales.

Tras su segunda nominación a los Óscar, y después de demostrar sus habilidades tanto técnicas como creativas, Cuarón volvería a cruzarse en el camino de su compatriota con un proyecto diametralmente opuesto a “Sleepy Hollow”. Un proyecto luminoso, sucio y realista como “Y tú mamá también” (2001), le daría la oportunidad a Lubezki de demostrar su versatilidad como fotógrafo. En esta road movie que retrata la experimentación adolescente de dos jóvenes mexicanos, Lubezki se aleja del recuerdo preciosista de “Thelma y Louise” (Ridley Scott, 1991) para facturar con Cuarón un veraz testimonio a base de planos muy abiertos. La cámara en continuo movimiento no hace más que adentrarse en la apatía y el hedonismo de los personajes, dejándonos una fotografía despojada de cualquier atractivo visual al servicio de la narración. Durante los cuatro años siguientes Lubezki dejó patente no solo su buen gusto a la hora de entender un guión “Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket” (Brad Silberling, 2004), sino su buen conocimiento del oficio y su profesionalidad en proyectos tan dispares como “El asesinato de Richard Nixon” (Niels Mueller, 2004) o “Alí” (Michael Mann, 2001).

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La última vez que habíamos podido disfrutar de una película de Terrence Malick hasta 2005 fue en 1998 con “La delgada línea roja”. Malick tenía entre manos un nuevo proyecto, “El nuevo mundo” (2005), una adaptación más que libre y con cierto tono lírico del cuento de Pocahontas. El director había decidido trabajar con el aún joven pero ya consagrado Lubezki, que tendría la ardua y difícil tarea de sustituir a pesos pesados de la fotografía como Néstor Almendros (“Días del cielo”, 1978) y John Toll (“La delgada línea roja”, 1998). Malick y Lubezki estuvieron trabajando en un proyecto que finalmente nunca salió adelante, una biografía del Che Guevara donde establecieron unas directrices fotográficas que utilizarían en el nuevo mundo, y que serían la seña de identidad de su colaboración: uso de la cámara en mano, luz natural y planos aparentemente subjetivos en todo momento. Malick y Lubezki se entendieron a la perfección, resultando “El nuevo mundo” una película sumamente estética, oscura y misteriosa. Pese a los problemas de producción, Lubezki demostró su creatividad consiguiendo su tercera nominación al Óscar. Mientras, Malick había encontrado un aliado que estaba dispuesto a experimentar sin límites.

Un año después, Cuarón estaba preparando su proyecto más ambicioso hasta la fecha, “Hijos de los hombres” (2006). Un historia ambientada en un Londres desolador en el que la humanidad está llegando a su fin al no poder nacer niños. Planteado de forma directa y realista, Lubezki abusó de la cámara en mano con grandes angulares dejando que los personajes se desplazaran de un lado a otro del encuadre a lo largo de largos planos-secuencias magistralmente planificados. No importa que sean escenas de acción o diálogos, el tratamiento provoca una fluidez narrativa que te adentra en la historia sin dejarte escapar. Lubezki creó una atmósfera extremadamente realista gracias a su uso de la luz solar en los exteriores y la luz de las ventanas y elementos de las escena en interiores. Una película gris, fría y austera que le reafirmó como uno de los mejores operadores del momento y le valió su primer BAFTA y su cuarta nominación a los Óscar.

En su siguiente trabajo, “Quemar después de leer” (2008) sustituiría con éxito a su compañero Roger Deakins (habitual colaborador de los hnos. Coen), con una fotografía sencilla y acorde con una comedia negra desde el particular punto de vista de los directores de “El gran Lebowsky”.

En 2011 Lubezki y Malick se reunirían para consolidar el dogma cinematográfico particular que ya habían planteado en “El nuevo mundo”. “El árbol de la vida” (2011), un ensayo que se adentra en las conexiones del ser humano con el universo desde un punto de vista extremadamente poético, permitió a estos dos artistas colaborar estrechamente en un proyecto de un marcado carácter personal. Utilizando todas las técnicas a su alcance, Lubezki consigue con esta película una experiencia visual total.

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Rodada a lo largo de nueve meses y con más de 600.000 metros de película sobre la mesa de montaje, “El árbol de la vida” nos zambulle en imágenes que caminan entre lo costumbrista y lo onírico. La cámara se mueve como si corriera al lado de lo niños de forma sutil y precisa, mientras que la luz de los atardeceres y amaneceres nos impregnan de recuerdos, alternados con espectaculares imágenes recreadas por ordenador (por primera vez en la obra de Malick) del universo. Lubezki y Malick nos demuestran la conexión que existe entre ambos y su concepción de la imagen y la narración cinematográfica va más allá del propio cine y se adentra en el terreno de lo personal. Al mexicano le valió para recibir su quinta nominación al Óscar y demostrar que es uno de los directores de fotografía consagrados más prometedores del panorama actual.

por Carlos Terroso

Nestor Almendros: La hora magica

LA HORA MÁGICA
Nèstor Almendros: Days of Heaven, Dir. Terrence Malick


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A la Hora Mágica se la llama la hora mágica, pero, en realidad, no es una hora. Más bien son veinte minutos. De modo que tuvimos que limitar el rodaje a veinte minutos útiles al día, declaró el director de fotografía catalán Nèstor Almendros i Cuyàs a la cámara del documentalista Todd McCarthy en el documental de 1992 Visions of light (de visionado imprescindible para todo amante del cine) sobre el rodaje de la segunda película de Terrence Malick, Days of Heaven, de 1978, una durísima tragedia donde el argumento, la historia donde dos amantes que se hacen pasar por hermanos acuerdan que la mujer se case con un granjero tejano presuntamente moribundo, incorpora tanto la granja donde sucede la historia como la propia luz como un personaje más, sin los cuales sería imposible entender la acción.

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La Hora Mágica es el espacio de tiempo comprendido entre que el sol se pone y se hace de noche. El nombre escogido para nombrarla lo dice todo sobre sus cualidades: una luz estática, incorpórea, capaz de trascender cualquier acto de la vida cotidiana poniendo de relevancia cómo de importante es la cuestión de la repetición en todo ritual.

Days of Heaven está filmada casi exclusivamente en esta hora.

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 La película está ambientada en la Texas de 1913. Una época más oscura que la actual, sin electricidad. Sensación que los autores quisieron plasmar, inmersos en la corriente naturalista del cine que llevó a directores como Ridley Scott (The Duelists, 1977, Frank Tidy, director de fotografía) o Woody Allen (Annie Hall, 1977, Gordon Willis, DF) o al propio Terrence Malick (Badlands, 1973, Tak Fujimoto, DF) a trabajar con luz natural, o con la ilusión de luz natural, corriente que tiene su máxima expresión en la propia Days of Heaven y, sobre todo, en Barry Lyndon(1975), dirigida por Stanley Kubrick y fotografiada por John Alcott y el propio Kubrick, grabada exclusivamente a la luz del día o a la luz de las velas, tantas que ponían constantemente en peligro de incendio los decorados. Todas estas películas son hijas del celuloide, que presenta la doble cualidad de tener más definición y recibir peor la luz que las cámaras digitales con que directores como Michael Mann o Michael Winterbottom son capaces de rodar, en la actualidad, en las mismas condiciones de luz (o en condiciones todavía más extremas) que sus colegas sin tener que incrementar, a causa de esto, costes de producción.

foto 5Days of Heaven es una de las películas de las que más fácil resulta extraer una foto fija en toda la historia del cine. Los personajes de las película son más sensuales que reflexivos (excepto la niña que narra la historia, Linda, interpretada por la actriz debutante Linda Manz). A penas hablan. Sólo tres de ellos tienen nombre. El principal modo de expresar sus sentimientos y sus pensamientos es por contraposición a la naturaleza. Days of Heaven es, fundamentalmente, una película de exteriores, donde los ciclos de la naturaleza, el poder que emana de su silencio y de su calma, se contrapone a la sordidez de la historia, rasgo que se llevará al límite en la siguiente película del director, estrenada veinte años más tarde: The thin red line (fotografiada, muerto ya Almendros, por John Toll), donde se narra la batalla de Guadalcanal con el mismo recurso narrativo: la naturaleza versus la violencia más extrema de la que es capaz el ser humano. Esta contraposición es una de las obsesiones principales del director. En Days of Heaven encontrará su punto culminante en el clímax de la película, donde la aparición de una plaga de langostas que destruye la cosecha que alimenta todo el grupo humano simboliza la destrucción de toda la vida del Granjero, personaje interpretado por Sam Shepard. La secuencia representó un desafío capital para los directores, que no querían ningún tipo de postproducción: los planos generales de la plaga están simulados lanzando, desde helicópteros, decenas de miles de cáscaras de cacahuete, que planeaban suavemente hasta el suelo, y que obligaron a filmar la escena invertida: los actores debían caminar y moverse marcha atrás con tal que las cáscaras pareciesen langostas que suben al cielo. De noche, la lucha contra la plaga continúa con los jornaleros tomando las langostas a puñados para ponerlas en cestos de mimbre a la luz de unas farolas que realmente constituyen el único foco de luz en la escena después que Almendros convenciese al director para cambiar los farolillos de aceite por farolillos de queroseno, suficientemente potentes como para impresionar de manera solvente los negativos. Y mil detalles y anécdotas producto del modo circunstancial de trabajar que Malick y Almendros impusieron a la producción, huyendo de cualquier planificación. En Days of Heaven la luz es uno de los instrumentos narrativos principales.

foto 6La niña protagonista de Days of Heaven.

John Alcott/Stanley Kubrick: Barry Lyndon. Dir. Stanley Kubrick

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Stanley Kubrick: 2001 odisea visual

2001 ODISEA VISUAL

(pequeñísimo homenaje a un potencial Director de Fotografía: Stanley Kubrick)

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«Patrulla infernal», «Dr. Insólito», «2001: Odisea del espacio», «La naranja mecánica», «Barry Lindon», «El resplandor»… cada una de ellas nos deslumbró desde el punto visual con una innovación creativa.

Todos sabemos que el mayor o menor talento de un Director de Fotografía es bastante decisivo en el resultado de la imagen de un film, pero no juega solo y en el entramado de un equipo depende de la comunicación con otros participantes: el Director de Arte, el Escenográfo, etc., pero por sobre todo esto existe la persona a quien debemos responder en última instancia: el Director. Es él con su interés o no por la composición visual el que determina la calidad final de nuestro trabajo. Pero en el caso de Kubrick (me atrevería a incluir también a Orson Welles), va un paso mas allá.

Sus conocimientos adquiridos en edad temprana como fotógrafo de la revista Look le aportaron el sentido del encuadre y el interés por la plástica que se manifestó en todas sus películas, de las que llevó directamente el control de la imagen, en colaboración estrecha con su Director de Fotografía, amen del control total de la producción del film.
Planos armoniosos, simétricos, encuadrados con rigor, son, frecuentemente en función dramática, desequilibrados por los movimientos de una cámara en mano que en muchos casos no duda en operar él mismo. Otra de sus figuras favoritas: el travelling hacia atrás en un pasillo estrecho. Las trincheras en «Patrulla infernal» (1958), pasillos espaciales en «2001 …» (1968) y el camino seguido por Alex en el drugstore de «La naranja mecánica» (1971).

Siempre preocupado por los problemas de óptica e iluminación, en «Barry Lindon» (1975), adaptó uno de los dos únicos objetivos Zeiss de luminosidad 0,7 que existían en el mundo y que nunca habían sido utilizados para rodar una película. Esto obligaba a los actores casi a no moverse para no salir desenfocados. Las escenas fueron iluminadas con cientos de velas que constantemente había que sustituir cuando terminaban de consumirse.

En la sala de operaciones de «Dr. Insólito» (1963), dió instrucciones al Director de Arte para crear un sistema integrado al decorado para que los actores fueran iluminados con una fuente natural. De ahí se concibió ese gigantesco círculo que duplica la mesa y resulta la principal fuente luminosa.

En «2001…» fue la primera vez que se rodaba un film con iluminación natural. Es decir, una luz que corresponde a la situación en que uno se encuentra sin añadir lámparas suplementarias. No olvidemos la última secuencia en la habitación del siglo XVIII, donde la luz, que provenía exclusivamente desde el suelo, estaba integrada a la escenografía, y la primera secuencia de exteriores con los monos, que fue realizada en estudios con el método de front-proyecting de trasparencias fotográficas frente a una pantalla de 30 x 10 mts.

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Si no me equivoco, fue el primero en usar la steadycam, en el rodaje de «El resplandor» (1980), que fue operada en esa ocasión por su inventor Garret Brown.

A mí personalmente me ha tocado vivir los extremos: el Director que potencialmente era un Director de Fotografía en puestas de encuadre, movimientos y luz (aunque no conociera de gama ni densidades), usando mi aporte técnico como apoyo. Por otro lado, aquellos otros que te indican en que dirección vamos a rodar tal secuencia y tamaño de plano, luego se van a ensayar con los actores y vuelven cuando está todo preparado sin involucrarse demasiado con lo visual. Por último, el extremo de aquel «señor» (sin necesidad de dar nombres) para el que sólo existían dos posibles alturas de cámara, quedando ésta al nivel de su ojo estando él parado o sentado, cuando espiaba por el visor.

Sabemos que en nuestro caso también juega, debido siempre a la falta de presupuestos, nuestro carácter y poder de seducción para obtener de producción ciertos elementos, y organización de tiempos y horarios (sobre todo en rodajes de exteriores). Pero vuelvo sobre el principio: el interés visual del Director es el que puede convocarnos en una estrecha comunicación con él, permitiéndonos empaparnos desde los preparativos previos mucho antes del rodaje investigando, intercambiando puntos de vista, facilitando pruebas y asistiendo a locaciones, decorados y ensayos con bastante antelación.

…Y para finalizar este pequeñísimo homenaje quisiera contar una anécdota que pinta hasta qué punto un hombre obsesivo, riguroso y perfeccionista como Kubrick no dejó nunca nada librado al azar. Cuando «La naranja mecánica» iba a salir en Nueva York, descubrió que uno de los cines tenía el techo y paredes pintados con laca blanca y brillante, lo que implicaba reflejos molestos. Stanley quiso cambiar el color, pero todos objetaban que tan cerca del estreno era imposible que alguien lo hiciera. Desde Londres se ocupó personalmente y consiguió una empresa que instalando andamios cambió el color. Unos días mas tarde preguntó que tipo de negro utilizaron: nadie pensó que un negro brillante presentaría los mismos inconvenientes, e hizo que volvieran a pintarlo negro mate.

La siguiente lista corresponde a los Directores de Fotografía de los films mencionados:
«Patrulla infernal» – George Krause; «Dr. Insólito»- Gilbert Tylor ; «2001 …»- Geoffry Unsworth (ay. fot: John Alcott) y «La naranja mecánica», «Barry Lindon» y «El resplandor» – John Alcott.

Rogelio Chomnalez
Revista ADF, Nro. 9

Filmando «Pueblo chico»

Hernán Bouza (ADF) nos cuenta su labor fotográfica en el segundo largometraje de Fernán Rudnik

¿Cómo surgió y de qué manera te llego el proyecto?

En el 2000 me encontré con Fernán Rudnik, a quien conozco desde hace muchos años, quizás de la FUC –no recuerdo. Su primer película había sido “El nadador inmóvil”, fotografiada por Esteban Sapir. Para este momento, Esteban ya no hacía más foto porque estaba dirigiendo, así que nos encontramos con Fernán para su nuevo proyecto. Le confirmé que me interesaba hacer su film, el cual se rodaría en Cabo Polonio (Uruguay) -la idea era filmar a mediados del 2001. Nos vamos de scouting sólo tres o cuatro personas –gente de arte y producción, y nosotros dos- por tres días. Cada área empieza a expresar sus necesidades -yo también debo haber dicho que necesitaba un generador, ya que en Cabo Polonio no hay electricidad. No había un mango -era una película independiente-, pero las luces había que enchufarlas en algún lado.  Entonces, luego de dos semanas, Fernán decide postergar el proyecto un año -o un tiempo- porque los números no le cerraban por ningún lado. Entonces la película queda en stand-by durante todo el 2001.

Fernán es un verdadero cineasta independiente: no tiene apoyo absolutamente de nadie. Ni siquiera trabaja en cine: tiene otro tipo de trabajo, ahorra plata y con eso hace películas. O sea, es realmente independiente. No tiene fondos del INCAA, ni de Hubert Bals, Rotterdam ó FonSud. Cada peso que usó en sus películas lo ganó trabajando en otra cosa que no es el cine.

Es un outsider en serio.
Finalmente, en febrero del 2002 (o sea, en plena crisis económica, cuando no sólo nadie filmaba, sino que nadie se iba de vacaciones) filmamos en Cabo Polonio. Era la primer quincena de febrero y no había nadie. De hecho, en la película está la playa absoluta-mente vacía. La crisis económica era terrible.

Me parecía un desafío interesante el ir a un lugar donde no hay electricidad: no hay por una elección propia de los habitantes -en los pueblos aledaños hay luz y, es más, en el mismo Cabo (el faro, por ejemplo) también. Hay una red eléctrica, que llega por tendido. Siempre está la opción de no usar absolutamente nada de luces, pero no era mi idea. Terminamos llevando muy poco.

¿Qué es muy poco?

Tuve un HMI, creo que de 1200 ó 2500 w. Tenía un generador chiquito, de esos portátiles.

¿Y cuánto te sirvió?

15 o 20 días: toda la película.

Fernán es un director que filma uno ó dos planos para cada escena -filma sólo una ó dos retomas. Admira mucho el teatro, y eso lo notás cuando hablas con él. Va mucho al teatro y creo que eso se refleja en el cine que hace. Creo que lo fui entendiendo, y me di cuenta qué tipo de película quería hacer: su idea era hacerla con planos medianos y grandes que contaran una situación entera –entonces, había que tratar de encontrar la mejor manera posible de encuadrar esos planos para que se sostuvieran durante varios minutos. Pero, en general, él me decía desde donde la íbamos a contar.

Si bien había influencia del teatro, ¿qué referencias concretas hubo desde lo visual y narrativo?

Creo que el teatro no era una referencia -esto lo cuento para tratar de entender que es lo que a él le interesaba. Admira mucho a los actores, evidentemente. Me parece que es un director a quien le fascina sentarse en un lugar y tener a dos actores interpretando personajes, siguiendo un texto durante un rato.

Cuando empezamos a hablar de la película, después del scouting, las referencias que tuvimos siempre fueron de pintura y, básicamente, el elegido fue Edward Hooper. Creo que hay dos grandes famosas pinturas suyas: si tengo que pensar en un exterior día, pienso en “Lighthouse at two lights” (1941), y si pienso en una noche, “Nighthawks” (1942).

No conocía Cabo Polonio hasta que fui al primer scouting: al ver el faro, me remitió directamente a la pintura de Hooper. Se lo comenté a Fernán y le interesó mucho como referencia. Yo tenía unas cuantas diapositivas de Hooper que había comprado en el gift shop del Museo Metropolitan de Nueva York -siempre compro diapositivas de las pinturas que me gustan. Después, charlando y avanzando ya sobre Hooper, ese cuadro del faro deja de ser la gran referencia, y pasa a serlo otro, sobre unos bañistas. Hay algo de esa pintura en un encuadre que me gusta mucho, donde están los tres protagonistas de espalda en la playa, con el horizonte casi al medio–creo que podría ser una imagen representativa de la película.

Veo también una relación con Hooper en el tema del abandono, de la soledad, ó el vacío que se ve en sus cuadros – incluso creo que, en la película, los protagonistas son  los únicos tres personajes que se ven en el pueblo, aparte del pescador y los extranjeros.

La idea era hacer encuadres muy abiertos, desolados. El cielo era un punto muy importante, el color del cielo. No sé si llegamos. Pero se nublaba y se nublaba. Cuando se largó a llover, se me ocurrió quedarnos dos días más y esperar, ya que habíamos hablado de cielos celestes, pasteles… Pero Fabián no tenía más plata, así que tuvimos que filmar con lluvia, y hacer que el personaje usara un paraguas. El cine independiente es así, y sobre todo considerando que aquí era 100 % director –productor absoluto. Y, de hecho, en la escena con los tres personajes sentados en la playa, el clima está feo, hay como una resolana. No está ni nublado ni despejado sino ese término medio.

Para cerrar con lo de Hooper, creo que lo más interesante de mi trabajo fue hacer un revelado especial. Surgió originalmente porque, al ir a hacer el scouting, me encontré con que iba a tener sólo pocos colores: o sea, no me iba a poder divertir mucho, le tenía que buscar una vuelta para poder llegar a algo un poquito distinto a lo estándar, que no implicara grandes puestas de luz porque no las iba a tener: mis luces no llegaban ni a10 kilos -porque no había donde enchufarlas ó como alimentarlas. Usé alguno tubos fluorescentes, algunos kinos, algún HMI chiquito (de 1200 ó 2500 w como máximo), algunos dinkis y nada más.Combinamos esto con las referencias a las pinturas de Hooper: interpretamos (junto a Fernán) que las pinturas de Edward Hooper son en colores más pasteles que las demás. Y en realidad no es así, y vale aclarar esto, ya que al rever el trabajo en frío sé que no es así. Pero está esa sensación. No sé de dónde nos llegó, quizás del vino que nos tomamos esa noche cuando lo hablamos. Creo que se da esa sensación porque sus cuadros tienen muchos blancos, o porque no hay tanto azul, ó porque no son colores tan puros, sino que siempre están mezclados. Entonces de ahí desembocamos en que había que hacer algo más pastel, menos contrastado.

Sabía que, en “Sólo por hoy” (Ariel Rotter, 2000), [el DF] Marcelo Lavintman había forzado la película, cambiando la temperatura de los revelados, para lograr una imagen extremadamente contrastada. Un día, por mi cuenta, busco “pushing” en uno de esos diccionarios de términos cinematográficos (está en inglés) y dice que el forzado te da más contraste. Luego, abajo decía: buscar “pull”. Entonces avanzo en el diccionario y dice “under development” (subrevelado): se hace lo contrario a forzar. Y dice: “disminuye el contraste, en general no se usa”. En el diccionario decía que no se usa porque hay una degradación de la imagen. Y pensé que eso estaría buenísimo. Pero también pensé que podía ser un desastre, ya que la película se iba a rodar en Súper 16 mm para ampliar -o sea, ya ahí tendría cierta degradación.

¿Pero buscabas algún proceso en especial para darle textura a la película, ya que mediante la iluminación iba a ser poco lo que pudieras hacer?

Sí, y también porque quería llegar a esos colores pastel: una combinación de las dos cosas. Entonces, hablando con Lavintman antes del rodaje, le comento que me gustaría hacer algún proceso especial y llego a la conclusión que lo que él había hecho en “Sólo por hoy” era justamente lo contrario a lo que yo quería hacer. Y me sugiere ir a ver a Inés Cullen a Cinecolor y contarle mis ideas. La llamé, y creo que ya todos conocemos la predisposición absoluta de Inés en todo este tipo de cosas, fui a Cinecolor, me atendió como si fuera con una superproducción, y me dijo que tenía todo su apoyo para hacer las pruebas que quisiera. Y además se enganchó porque nunca había hecho algo así, ni sabía de nadie que lo hubiera hecho, y le interesaba investigarlo. Y ahí empezamos a hacer pruebas.

Tuve un pensamiento en cierto momento que me ayudó a  tomar la decisión de subrevelar: íbamos a filmar una película con un alto porcentaje de exteriores día, en la playa, en verano, al sol, con 50 ASA y un diafragma –por lo menos- 8 u 11. No quería usar 50 ASA porque buscaba menor contraste, y esta es la película que más contraste tiene de los stocks que hay en el mercado.

¿Qué marca de película usabas?

Kodak 250 D, toda la película. Había usado Kodak 50 D en “Animalada” (Sergio Bizzio, 2000) y había perdido en las sombras, debajo de los árboles -o sea, tenía demasiado ratio de contraste. Si a esto le sumaba que iba a ampliar y luego copiar en Premier, perdía mucho. Entonces, quería usar 250 ASA (no quería usar 500 ASA por la ampliación). Cuando filmo en 16 mm –y esto es una apreciación mía- me freno en 250 ASA: para mí el stock se acaba en 250 ASA, no considero la posibilidad de 500 ASA, salvo que busque directamente tener más grano o menos definición. En 35 mm sí, me parece excelente. Pero con 250 D iba a tener unos diafragmas muy cerrados: iba a tener que poner tantos filtros ND en cámara que no iba a ver nada. Entonces eso también influyó en la decisión de subrevelar.

Inés me explicó que, teniendo una película 250 D, la debía exponer a 125, y ella la subrevelaría con un punto de diferencia. Tenía dos posibilidades: hacerlo por tiempo o por temperatura. Terminamos haciendo las siguientes pruebas: subrevelado con película de 250 D y dos stops, un stop y dos stops de subrevelado, y a su vez en las de dos stops hicimos: dos stops por temperatura, dos stops por tiempo y uno por temperatura y uno por tiempo, lo cual sumaban los dos stops. O sea, usaba película 250 D y la exponía como 50, entonces tenía un diafragma más o menos lógico y normal para un exterior día.

¿Podemos decir como 64 mejor?

Bueno, pero lo que pasa que Kodak es 50 D. Pero es 64 para ser más exactos.

¿Y en las pruebas ibas viendo más detalle en las sombras?

Exactamente.

¿Cuánto sentís que ganaste en subrevelado?

No llegué a hacer una carta. Me manejé más con las sensaciones. Lo vi y se podía sentir más suave -se nota que no es 50 ASA.

¿Y viste pruebas ampliadas o en 16 mm?

Vi ampliadas -20 ó 30 segundos.

Qué bueno… ¿Y la variable grano? 

Fue muy bien porque lo compensé. Además en Cinecolor están ampliando muy bien -noto diferencia entre películas ampliadas diez años atrás con las de los últimos cinco años.

¿Y subrevelaste absolutamente toda la película? Porque nos sorprendieron la escena del bar y la escena final, que tienen un contraste brutal. Parece material reversible.

No había plata para ambientar absolutamente nada. Había sólo dos bares en Cabo Polonio: uno estaba cerrado, y el otro no estaba bueno estéticamente. Entonces, Fernán me propone que se vieran sólo los personajes, como en el teatro. Usando 250 D con luz de tungsteno, sin filtro 80 para corregir, y expuesto a 50 ASA, me dio esos colores de gran calidad. En esa escena el mayor trabajo fue dejar negro el fondo. Porque siempre hay un brillo: puse todas las (pocas) banderas que tenía, además de cartulinas, papeles y cartones en  las ventanas. Y encima se me cuela algo, una cosita, un detalle.

¿Y en líneas generales, pudiste elegir el diafragma y los lentes?

Si, salvo ciertas condiciones que te imponen algunas locaciones. Recuerdo que, antes de filmar mi película anterior, “Animalada” (también se haría en Súper 16 para ampliar), había hablado con Ramiro Civita, quien venía de hacer “Esperando al Mesías” (2000), con Daniel Burman. Me dijo que los lentes le habían rendido mucho mejor con la ampliación -los teles te rinden más porque tienen más definición, se parecen más al 35 mm. Luego, siempre está la cuestión del presupuesto, sino todas las películas las haríamos en 35 mm. O sea, si me ofrecen una película de gran presupuesto, y me piden una imagen más pobre, la hago en 35 mm y después le hago algún proceso para bajar la imagen.

La realidad es que el 35 mm te da muchas más posibilidades. Igualmente no descartaría otras posibilidades: me parece que con 35 mm no podes hacer “La celebración” (Thomas Vinterberg, 1998) ó, yendo al otro extremo, “Colateral” (Michael Mann, 2004). Consiguen unas cosas impresionantes que no se pueden conseguir con 35 mm…

Durante muchos años filmé en 16 mm, pero siempre fue para ir a transfer, hacer publicidades o lo que fuera. Ramiro estaba en la misma condición que yo, pero con mayor experiencia de haber hecho copias de largometrajes. En “Esperando al Mesías”, hay una secuencia inicial hecha enteramente con tele, y después el resto de la película pasa por distintos lentes. Eso es algo notable. Entonces, como me pongo de tope las 250 ASA para el 16 mm al ampliar, también me pongo, en la escala de lentes, el 12 mm como tope para angular.

¿No usaste el 9 ½ mm?

Bueno, creo que lo usé. Trato de no sacarlo ni de la valija, pero no me animo a no llevarlo directamente. Creo que lo usé en el correo. Yo no creo que es el tema que los teles tengan más definición sino que estás viendo menos… Tiene que ver con la percepción. Y esa percepción es la que tengo con respecto a los angulares cuando vas a ampliar. El 9  ½ mm empieza a caerse un poco, se va de mi escala de percepción -para ampliar. Y me parece que uno siempre trata de lograr la mejor calidad posible cuando hace una película.

Nota publicada en: Revista ADF 15 – Basado en un reportaje a Hernán Bouza realizado por Javier Juliá (ADF), Christian Cottet (ADF) y Ezequiel García en febrero del 2005.