Edward Hopper y el cine

                                 Edward Hopper 

 

Edward Hopper, uno de los pintores que más ha influido en la historia del cine y que, a su vez, mejor ha plasmado en sus lienzos los códigos de la gran pantalla.

La carrera de Hopper (1882-1967) comenzó prácticamente con los orígenes del séptimo arte, y su obra fue desarrollándose paralelamente al lenguaje cinematográfico. El artista estadounidense, gran narrador visual del modo de vida americano, nunca escondió su fascinación por las películas. “Cuando no tengo ganas de pintar”, aseguraba, “voy al cine durante una semana o más. Me doy una panzada de cine”.

‘New York Movie’, una obra que demuestra la afición de Hopper por el cine

 

Este trasvase de influencias empieza a quedar muy claro en los años 30 y 40, la edad de oro de Hollywood, con películas como Días sin huella (Billy Wilder), Los amantes de la noche (Nicholas Ray) o La ciudad desnuda (Jules Dassin), grandes joyas del cine negro que inspiraron a Hopper y que a su vez beben de la obra del pintor.  

Forajidos, de Robert Siodmak, es el gran ejemplo de hasta qué punto el cine y la obra del artista son vasos comunicantes. En 1942, Hopper pintó Nighthwaks (su famosa obra localizada en un diner americano), inspirándose en Los asesinos, un relato de HemingwayCuatro años más tarde, Siodmak adaptó el relato al cine y no dudó en utilizar como inspiración para el principio del filme la composición utilizada por Hopper.

Uno de los planos iniciales de ‘Forajidos’ 

 

A partir de aquí, y hasta nuestros días, los casos de concomitancias entre el cine y Hopper son tan abundantes que sería imposible nombrarlos todos. El propio Museo Thyssen ha elaborado un ciclo con películas de distintos directores (David Lynch, Terrence Malick, Todd Haynes…) en el que quedan patentes estas influencias. Nos limitaremos aquí a reseñar de forma aleatoria algunas de las más famosas.

La Casa junto a la vía del tren de Hopper ha sido llevada al cine en varias ocasiones. Hitchcock la convirtió en el hogar de Norman Bates, George Stevens la transformó en la mansión de un hacendado (Gigante) y Malick la eligió como escenario para su drama Días de cielo.
Algunos planos de El grito, de Antonioni, son muy parecidas a las escenas dibujadas en cuadros como Gas Four Lane Road.
A la izquierda, el cuadro de Hopper. A la derecha, el filme de Wim Wenders

 

De manera menos sutil que Siodmak en Forajidos, Wim Wenders también homenajeó la obra Nighthawksen, El final de la violencia. Wenders solía decir que “hay sitios en Estados Unidos donde pones la cámara y te sale un cuadro de Hopper”.

El director de fotografía de Camino a la perdición, Conrad Hall, recibió un Oscar por convertir esta historia dirigida por Sam Mendes en un auténtico Hopper en movimiento.

Los ejemplos, como se puede ver, de cineastas y artistas visuales marcados por Hopper son infinitos. Además, la capacidad evocadora del pintor americano ha influido a los autores de otras formas que no se pueden cuantificar ni plasmar en imágenes. Y es que cuando uno se planta junto a alguno de los protagonistas de sus cuadros (mujeres solitarias que miran por la ventana, parejas incomunicadas) no puede dejar de imaginar la historia que hay detrás de sus desvalidos rostros. ¿En qué piensan? ¿De dónde vienen? ¿A dónde irá esa mujer con esas maletas?

Es más que probable que muchos de los sugerentes lienzos de Hopper hayan inspirado, e inspirarán en el futuro, muchos guiones, pero eso, ya nunca lo sabremos.

TCM Madrid