Accesibilidad es el conjunto de características que debe disponer un entorno urbano, edificación para ser utilizado en condiciones de comodidad, seguridad, igualdad y autonomía por todas las personas, incluso por aquellas con capacidades motrices o sensoriales diferentes.
Una buena accesibilidad es aquella que pasa desapercibida a los usuarios. Esta “accesibilidad desapercibida” implica algo más que ofrecer una alternativa al peldaño de acceso: busca un diseño equivalente para todos, cómodo, estético y seguro.
En estos años hemos aprendido que muchas veces la posibilidad de una persona con discapacidad de sentirse ciudadano pleno, con posibilidad de participación, de circular libremente, constituirse en un actor social.
Las bibliotecas y los archivos no pueden cumplir totalmente con esta finalidad si no son capaces de asegurar el acceso seguro y disfrute de sus servicios a todos sus usuarios, sin importar sus características físicas, sociales o de cualquier otra índole. Para ello, no basta con realizar unos cuantos ajustes en los edificios; es necesario también un cambio en las mentalidades y en la concepción de las estructuras con las que se viene organizando el funcionamiento bibliotecario.
En la actualidad más del 90% de las bibliotecas y archivos que se encuentran en el país no tienen una estructura para que una persona con movilidad reducida pueda desarrollar sus actividades. En la mayoría de los casos se observa que existe un alto desconocimiento en materia de accesibilidad.
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