Recomendaciones
En este artículo se focaliza sobre el contexto de significación de las imágenes rupestres. Muchas veces, en relación a esta materialidad, se les pregunta a los arqueólogos: ¿qué significa?, ¿qué quiere decir?, ¿qué comunica? Y en realidad, en los tipos de problemas que analizamos, no es que estas preguntas estén suspendidas, pero sí aparecen subsumidas o relegadas ante la prioridad que representa aclarar previamente otros puntos.
En este caso, sobre la base de la comprensión de algunos aspectos contextuales o formales, se presenta un ensayo sobre el antiguo mito o creencia, de amplio arraigo sudamericano, de la transformación o transmutación de humano a felino.
El mito o creencia acerca de este proceso de metamorfosis, presente en innumerables sociedades originarias sudamericanas, encuentra espacios de representación iconográfica en algunos paneles con arte rupestre, donde fueron dibujados seres humanos vestidos con atavíos de piel de jaguar, o con máscaras felínicas, también reconocibles en figurinas de arcilla.
El conjunto iconográfico permite una introducción a esta temática, en conexión a toda la información etnográfica referida, pero también en base a datos etnohistóricos locales que señalan la importancia de este tipo de creencias en la construcción significativa de lugares, paisajes, objetos y subjetividades.
Para la construcción de hipótesis o saberes sobre este tipo de temática, como la significación del arte rupestre, pero en general para todo el conocimiento arqueológico, estamos frente a una disciplina que tiene flexibilidad y variabilidad metodológica.
Hay campos o terrenos de análisis donde se conecta más con formas hipotético-deductivas de conocer. En efecto, muchas saberes o temáticas conectan con campos como la biología, la geología o las ciencias naturales en general, y en este caso podemos hablar de hipótesis, deducciones y demostraciones. Y un fitolito de maíz no es de zapallo, y una roca con una determinada traza o signatura, proviene de tal cantera riojana y no de aquella catamarqueña. En esos terrenos podemos hablar de un paradigma de tipo hipotético-deductivo y de demostraciones.
En otros aspectos, como los que aludimos recién, estamos más cerca de un paradigma indiciario y de interpretaciones. En cuanto al grado de certeza, desde ya que no es lo mismo una interpretación basada en un indicio, que una basada en 10, que a la vez sean independientes y confluyentes.
Para el tema de la trasformación humano-felino, podemos apelar a diferentes versiones del mito, tal como ha quedado plasmado en fuentes etnográficas, desde el runa-uturunco andino, el yaguaraté-avá de los guaraníes, o el tigre-capiango en distintas zonas de nuestro noroeste. En todos los casos y como arquetipo, vamos a notar la eficacia o la potencia simbólica del cuero del animal en el proceso de metamorfosis.
Cuento la historia del tigre-capiango. Se trataba de dos hermanos que vivían en el monte, trabajando como hacheros. Uno de los hermanos notó que el otro desaparecía por las noches y que después, en campos vecinos, aparecían animales de hacienda muertos. Entonces se preguntó qué estaba pasando, sí había una relación entre las escapadas nocturnas del hermano y los animales muertos. Entonces una noche decidió seguirlo escondido al monte. Allí encontró que en un algarrobo el hermano tenía colgado un cuero de jaguar, el cual extendía sobre el piso para luego revolcarse encima. Con esa operación se producía la transformación, y de este modo, convertido en felino, salía a hacer sus correrías. Así es que decidió ir al día siguiente hasta el algarrobo y quemar el cuero. De regreso al rancho vio a su hermano tendido en la cama moribundo, quien lo increpó:
– “Pero qué hiciste hermano, ahora me estoy muriendo…”.
– “No quise hacerte daño, pero también ¿qué estabas haciendo vos?”
– “Por favor tráeme un pedacito de cuero, con un poquito nomás me alcanza para restituirme y no morir”.
Entonces se dirigió al monte y trajo un pedazo de cuero que había quedado sin quemarse. Cuando el hermano lo vio, pegó el salto de la cama, tomó el cuero y comenzó a revolcarse sobre el mismo. Inmediatamente se transformó en tigre, saltó por la ventana y huyó hacia el monte, donde ya no se lo volvió a ver…
El objeto mágico, el que posee la potencia simbólica, es claramente el cuero. Todas las versiones del mito lo expresan de alguna manera. En el único caso registrado etnohistóricamente en Córdoba, en el pueblo de Quilino a comienzos del siglo XVII, mujeres ancianas oficiantes de rituales estaban vestidas con cueros de jaguar. Cuando un oficial de justicia encabezó un allanamiento en la casa de una de estas mujeres, pudo hallar y secuestrar cueros de este animal.
Algunas representaciones rupestres y figurinas de arcilla enfatizan sobre atuendos con características felínicas. Allí encontramos entonces otro indicio. En la medida en que una mayor cantidad de indicios puedan ser conectados, tendremos mayores certezas. Uno de los paneles rupestres en cuestión es un soporte horizontal, el piso de un alero de las sierras de Serrezuela, donde se entremezclan motivos de pisadas humanas y de felinos. De alguna manera podemos imaginar que, en un baile ritual, la persona en proceso de transformación comenzaría dejando sobre el piso huellas humanas y terminaría dejando huellas de felino.
En otro caso de la misma serranía, un sujeto con cuerpo humano y máscara de felino parece tener conexión con un segundo sujeto, en un mayor grado de transformación. El primer personaje es claramente un humano enmascarado y el segundo es híbrido, mitad humano y mitad felino, como si ambos motivos en una lectura secuencial mostraran instancias sucesivas en el proceso de metamorfosis.
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