Recomendaciones

En este trabajo se analizan, desde una perspectiva comparativa, dos áreas con arte rupestre emplazadas en las vertientes sureste y suroeste de las sierras de Guasapampa: Ciénaga del Coro y La Playa. En tal sentido, su lectura aporta nueva información a la proporcionada en los tres artículos anteriores, que suma mayor variabilidad a los paisajes culturales del noroccidente cordobés.

Este ejercicio comparativo se centra en diferentes evidencias identificadas en los sitios con representaciones rupestres y en el paisaje circundante, con el objetivo de definir las estrategias de significación en las cuales participó esta materialidad. En el área de La Playa se reconocieron 36 sitios con representaciones pintadas y grabadas, casi siempre ubicadas en abrigos rocosos. Entre estos predominan los tafones, que son un tipo de formación que se caracteriza porque el abrigo no es abierto, sino que se desarrolla en el interior de un bloque rocoso. Esta particularidad obliga a ingresar al mismo para apreciar las imágenes. Por lo tanto, el arte rupestre era accesible para aquellos que ocupaban los sitios, en directa interacción con las figuras. Las tareas de excavación permitieron identificar que los sitios fueron ocupados fundamentalmente durante el verano, por grupos reducidos, que pudieron o no estar vinculados con unidades domésticas, y realizaron tareas vinculadas con el procesamiento y consumo de alimentos.

En los alrededores, fundamentalmente en las márgenes del río Guasapampa, se documentaron ocupaciones de baja intensidad, a partir de unos pocos artefactos vinculados con la realización de actividades restringidas, como el consumo de animales y la molienda en pequeña escala. Estos datos permiten plantear que el paisaje de La Playa fue construido como un entorno de uso estacional, y que los hallazgos en el río se corresponden con el traslado hacia los sitios con arte, ocupados como refugios transitorios.

Por el contrario en Ciénaga del Coro se identificaron 16 sitios, de los cuales solo dos contienen arte rupestre pintado y grabado: El Pintado y Estancia La Petra. El primero es un pequeño tafón que cuenta con nueve motivos pintados en blanco que corresponden a zo­omorfos, geométricos y un objeto. El segundo está emplazado en la cabe­cera de una quebrada a menos de 500 m del río Ciénaga. La particularidad de este soporte es su posición horizontal, con 23 hoyuelos aso­ciados a dos morteros sobre una estrecha superficie rocosa. Los motivos permiten marcar vínculos con la sección sur del valle de Guasapampa para El Pintado, y con la sección norte de Guasapampa y las sierras de Serrezuela para Estancia La Petra.

Con base en la dispersión y tipo de materiales identificados en las márgenes del río (cerámica, artefactos líticos) y la relación de estos con terrenos potencialmente cultivables, se propone que se trata de ocupaciones residenciales marginales, diferentes a las establecidas en los fondos de valle, donde se cuenta con superficies mayores para este tipo de prácticas. El tipo de paisaje de Ciénaga del Coro se vincula con la evidencia recuperada hasta el momento en la mayoría de los valles serranos, que indica el desarrollo de una agricultura a secano de pequeña escala, en la cual una de las estrategias empleadas fue la dispersión de las parcelas a los fines de enfrentar situaciones de riesgo.

En concreto, el análisis comparativo de tipos de ocupaciones y el arte rupestre en ambas zonas permiten plantar la hipótesis de una ocupación diferencial de los dos paisajes, objetivada en el desarrollo de prácticas sociales y económicas distintas. La Playa fue un entorno compartido y reocupado por diferentes unidades familiares o grupos reducidos a lo largo del tiempo, y allí el arte rupestre jugó un papel fundamental en las estrategias de integración, reproducción y renovación de estos pequeños grupos a través de la reafirmación de sus sentidos de identidad y pertenencia, centrado en la circulación de motivos comunes, la restricción de la visibilidad de lo ejecutado y de las prácticas cotidianas asociadas. Esta situación generaba un espacio sin restricciones para todo aquel que circulaba, mediante la construcción y significación de un paisaje social “abierto”, sin imposición de límites para la circulación.

Por el contrario, en Ciénaga del Coro se identificaron ocupaciones residenciales, probablemente vinculadas a prácticas agrícolas. En este paisaje el arte rupestre se repliega y prácticamente desaparece, lo que pone en evidencia los cambios sufridos en la valoración por parte de las comunidades, sobre sus sentidos o roles sociales. Las particularidades del arte permiten plantear que las semejanzas de diseños y temas entre estos paneles y los documentados en el valle de Guasapampa y las sierras de Serrezuela, darían cuenta de la interacción con los grupos que ocupaban estos entornos de uso estacional, o incluso, el traslado de los habitantes del paisaje agrícola de Ciénaga del Coro hacia aquellos sectores.

El ejercicio comparativo permite identificar las diferentes respuestas y prácticas sociales desplegadas por las comunidades originarias durante el Período Prehispánico Tardío (400-1550 d.C.), y fundamentalmente el papel del arte rupestre en la construcción de los paisajes sociales.

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