F. Dilek Yurdakul

Entre las extensas tierras altas del sudeste de Turquía, un pastor solitario guía su rebaño a través de un corredor de polvo.

Tomada desde una perspectiva ligeramente elevada, la sinuosa formación de ovejas crea una línea principal dinámica que atrae la mirada del espectador hacia lo profundo del cuadro, hacia la única figura recortada a caballo, con el cayado en alto, una encarnación del mando y la soledad.

Seleccionada como finalista en nuestro Premio de Viajes 2022 por el legendario fotógrafo Steve McCurry, es una representación evocadora de la vida rural, atemporal pero cada vez más frágil, y que tipifica el trabajo del fotógrafo turco F. Dilek Yurdakul, una de las voces fotográficas más perspicaces y convincentes que trabajan hoy.

Yurdakul siempre ha sido una narradora. Sus primeras narraciones fueron escritas a mano: páginas llenas de emoción, detalles y recuerdos, algunas de las cuales fueron publicadas. Pero con el tiempo, dice, el proceso comenzó a desgastarla emocionalmente. Anhelaba una forma diferente de expresarse. Fue entonces cuando la fotografía entró en su vida.

En aquel entonces, trabajaba como abogada, una profesión que al principio le apasionaba, pero que con el tiempo empezó a resultarle asfixiante: los gruesos muros del juzgado, los interminables expedientes, las capas de formalidad y las máscaras institucionales. La fotografía le ofreció un nuevo camino, uno que le permitió buscar la verdad, la conexión y la autenticidad.

Turquía es un lugar fascinante, complejo y complejo, donde la historia, la geografía y las culturas se fusionan. Para Yurdakul, capturar su esencia y contar las historias de su gente, su tierra y su pasado es la esencia de su práctica. Su obra busca preservar lo que se desvanece y amplificar las voces que rara vez se escuchan.

Desde artesanos tradicionales de Capadocia hasta caballos salvajes que vagan por las llanuras de Anatolia central, o aldeanos rurales que mantienen costumbres centenarias, sus imágenes documentan la riqueza y complejidad del tejido cultural de Turquía. Pero, aunque sus fotografías son aparentemente simples, encierran un significado más profundo.

Tomemos, por ejemplo, su serie sobre el lago Tuz y sus habitantes. A primera vista, los llamativos tonos rosados ​​y los paisajes salinos resultan fascinantes, pero bajo la superficie se esconde una cruda realidad. Antaño el segundo lago más grande de Turquía, ahora contiene solo el 2% del agua que contenía hace cinco décadas, debido al cambio climático, el uso excesivo del agua y la mala gestión ambiental.

Bilecik, Turquía

Representadas con su característico ojo para la luz, el color y la composición, las imágenes poseen una belleza pictórica, pero a la vez hablan con urgencia de las crisis ambientales que transforman la tierra y amenazan sus tradiciones. Su reverencia por las personas y los lugares que documenta es evidente, impregnando la obra de ternura y una discreta llamada a la acción.

Más recientemente, ha comenzado a trabajar a nivel internacional, dirigiendo su mirada sensible y perspicaz hacia historias globales que resuenan con los mismos temas: degradación ambiental, condiciones laborales, identidad y justicia. Si bien las geografías pueden diferir, las preocupaciones subyacentes se hacen eco de las de su tierra natal, recordándonos su significado universal.

A lo largo de los años, Dilek ha recibido numerosos premios y reconocimientos. Además de ser seleccionada en múltiples ocasiones en nuestros Premios Mensuales, ganó el primer premio en los Sony World Photography Awards (Open, Street Photography) y también ha sido reconocida por National Geographic, revista a la que también contribuye regularmente.

Sin embargo, a pesar de todo el reconocimiento, su obra se mantiene arraigada en la sinceridad, guiada por la necesidad de ser honesta, empática y de servir a algo superior a ella misma. Es este compromiso inquebrantable lo que hace que su voz sea tan vital, especialmente ahora, en una era de desinformación e imágenes sintéticas, donde la autenticidad es cada vez más escasa.

Cuando se le pregunta qué consejo daría a los fotógrafos emergentes, su respuesta sirve tanto de consejo como de manifiesto, reflejando los mismos valores que definen su propia práctica.

Mantente fiel a tu perspectiva. Deja que tu sensibilidad, cariño, fortaleza e inteligencia emocional guíen tu visión. No imites: tu identidad es tu poder. En un ámbito donde persisten los prejuicios de género, la persistencia y la autenticidad son clave. Nunca comprometas tu integridad por visibilidad o validación. El mundo necesita ver a través de tus ojos.