El ojo de un nómada: Gil Kreslavsky

El fotógrafo Gil Kreslavsky es un nómada: un observador silencioso que ha pasado la mayor parte de dos décadas viajando por el mundo y convirtiendo momentos fugaces y cotidianos en composiciones cautivadoras, sustentadas por el instinto, la curiosidad y una sensibilidad innata.

La fotografía ha formado parte de su vida desde hace mucho tiempo, aunque, como él mismo explica, no siempre estuvo tan centrada.

Pero hace unos 15 años, tras dejar su Israel natal y viajar más extensamente, algo cambió. Se fascinó por otras culturas, no solo de pasada, sino a través de una inmersión real, pasando largas temporadas en lugares desconocidos, observando, aprendiendo y conectando.

A lo largo de los años, ese camino lo ha llevado de África a Asia —cuatro años en África y el resto en Asia— y es en Asia donde se siente más a gusto, fotográficamente.

Las imágenes de Kreslavsky son estratificadas y observacionales, resultado de un proceso creativo que equilibra la intuición con la intención. 

Hay una paciencia en sus trabajos —una voluntad de esperar, de vagar, de regresar— que habla de años de experiencia y un profundo compromiso con el oficio.

Cita una amplia gama de influencias del mundo de la calle, los travels y el fotoperiodismo, pesos pesados ​​como Steve McCurry, Bruno Barbey, y Michael Yamashita, Bruce Dorado, Martin Parr, Joel Meyerowitz y Alex Webb. En lugar de emularlos, se inspira en cada uno, estudiando cómo componen, cómo ven.

Trabajar en culturas distintas a la propia, sobre todo, puede conllevar desafíos éticos, personales y creativos. Para Kreslavsky, la clave para superar estos obstáculos reside en la humildad.

Este enfoque generoso y abierto se extiende a su enseñanza. Tras haber impartido talleres por todo el mundo, lo ve como una forma de retribuir, además de mirar hacia dentro y analizar su propio proceso.

Fue su cautivadora imagen, que representa un momento tranquilo de humanos y animales coexistiendo en las orillas del Ganges, lo que atrajo nuestra atención por primera vez, ganando el tercer premio en nuestro Street Photography Premio en septiembre del año pasado.

Es una imagen que encarna su enfoque: hermoso, sensible y atmosférico. También fue finalista en nuestro Premo Blanco y Negro el mes pasado, un mayor reconocimiento a su talento, dedicación y quizás lo más importante, la profunda pasión que tiene por su oficio.