MAURICIO ASIAL DF de «Barcos y catedrales» de Nicolás Araos, 2024
ADF, 14/05/2024
Nuestra asociación participó del 25° BAFICI 2024 con el Premio ADF a la Mejor Dirección de Fotografía. El jurado integrado por Alejandro del Campo (ADF), Cecilia Madorno (ADF) y Nicolás Gorla (ADF) premió a Mauricio Asial por su trabajo en el film “Barcos y catedrales”.
“Se destaca la profundidad con la que se ha trabajado el claroscuro para acompañar la transformación del largometraje ampliando la profundidad en la que se invita a navegar”
Entrevista a MAURICIO ASIAL por su trabajo en «Barcos y catedrales», ganador del Premio ADF en el 25° BAFICI 2024
Nací en Tucumán – Argentina en 1983, provincia donde actualmente resido. Mi fascinación por la fotografía viene desde la adolescencia, donde empiezo a descubrir la Historia de la Fotografía por medio de libros y revistas. En la secundaria me inscribo a una materia optativa de Fotografía que dictaba Walter Monjes y empecé a entender el funcionamiento de una cámara, velocidades de obturación, sensibilidad; empiezo a tomar mis primeras imágenes con una Nikon FM que me regala mi viejo y empecé a revelar mis primeros negativos.
En esa época (año 1999) también lo conozco a Nicolás Araoz, que daba talleres de teatro, proyectaba cine los viernes y luego hablábamos sobre las películas. Nico, en su grupo teatral «La Lupa», fue un guía y espacio de contención para muchos adolescentes y jóvenes que querían formarse en el teatro o les atraía el cine, ya que en sus obras hay un diálogo constante de ambos mundos. El cine clásico y de autor que se lograba ver en Tucumán se proyectaba en copias VHS en cine-clubes como «La Linterna Mágica», recuerdo ir con entusiasmo a esas proyecciones de los días jueves a la noche, en Facultad de Derecho. Ahí lo conozco a Manuel «el loco» Dávila, quien fue un cinéfilo pionero en el cine y de una cultura vastísima (capítulo aparte, dirigió un corto 16mm en 1985 llamado «Muerte Conjetural», basado en el poema de J.L. Borges y un largometraje denominado «Bazán Frías»). Antes de la formación universitaria, estos fueron algunos de los catalizadores que determinaron mi elección de hacer fotografía ligada a la imagen en movimiento.
Estudíe la Tecnicatura de Fotografía en Facultad de Artes de Tucumán y en el 2004 me voy a Buenos Aires a estudiar en Iluminación y Cámara en la Universidad del Cine; fueron años de mucho aprendizaje sobre todo en la realización de cortometrajes y con la calidez de varios amigos que nos fuimos encontrando gracias al cine. Por suerte varios de esas obras audiovisuales fueron realizadas en fílmico, que considero tiene otra disciplina de trabajo. De ese período agradezco las enseñanzas de Gerardo Silvatici y Germán Drexler quien me abrió la posibilidad de aprender a revelar 16mm en el laboratorio de la FUC.
A partir de 2009, decido volver al Norte y encarar un proyecto de vida ligado un poco más al campo, pero alternando con la ciudad y las posibilidades de hacer cine, en la medida de las posibilidades que tenemos en la región. A partir del año 2011 (con la serie «Muñecos del Destino» (dir Patricio García) se empieza a activar la escena local, ligado principalmente a los concursos federales, de series de ficción y documentales; donde comienzo a formar equipos de trabajo y se produce cierta continuidad laboral, algo que es fundamental para el sostén de la actividad audiovisual.
En la provincia de Tucumán suelen producirse altibajos en la producción audiovisual. La gran mayoría de los proyectos en los que estuve involucrado, tienen apoyo del INCAA y algunos de Cultura de la Provincia. Es frecuente trabajar en la pre de algunos guiones y a la hora de grabar sucede que las producciones se solapan, debido a que largan los fondos de la primera cuota y coinciden los cronogramas, en esas semanas todos los técnicos estamos trabajando en algo distinto y luego -pum- se corta.
Con respecto al trabajo de la peli en sí, con Nico además de haber participado en varios de sus proyectos teatrales, ya habíamos grabado el corto «Vamos a cocinar fuego y a detener pescados» en el que se prefigura algunos recursos que luego usamos en el largo. Nico venía trabajando hace diez años en la idea y el guión de su película y estaba bastante ensimismado en la forma de contarla. El proceso de lecturas de guión estuvo acompañado de visitas a las locaciones. Y se realizaron varios página a página donde se planteaban las necesidades estéticas, lumínicas y técnicas. Valoro el trabajo en conjunto que se dio con Daniel Elías y Sandra Mora quienes fueron los responsables del arte y vestuario, además que durante toda la previa hubo un compromiso y conexión con todas las áreas. En cuanto a las referencias para la peli, creo que puedo nombrar a Tarkovsky en el uso del plano fijo sostenido, el trabajo con el montaje interno en el cuadro y la búsqueda del plano secuencia, desde lo pictórico y lumínico a Edward Hopper.
Nicolás tenía la película muy estructurada desde la forma de contarla y los encuadres; y a mí en lo particular cuanto más claro es un director en eso, me da más libertad para ahondar en la luz de una puesta o en poner más atención a los elementos del cuadro. Me gustó mucho la posibilidad de jugar con los primeros planos, de perfil, de espaldas. Veo ahora las imágenes de los rostros en «Barcos y Catedrales» y me impacta la fuerza de los gestos, el lenguaje no verbal, los silencios. El guión técnico y el plan de rodaje fue posible llevarlo a cabo bastante bien. El asistente de dirección Tulio Billone tuvo ahí gran mérito. La posibilidad de graban casi todo en una locación rural (pueblo Macomitas) fue un punto a favor a la hora del rodaje, pese a surfear en medio de una ola de Covid que agarró a varios del equipo (director incluído) y que fue un gran desafío por los protocolos sanitarios.
La cámara usada fue una RED Epic-W, con lentes Zeiss Compact Prime CP.2 y para algunos planos un zoom Tokina 50-135mm. El ratio elegido fue 4:3, que en lo particular lo considero un homenaje a las horas de cine que miramos en VHS. Nicolás propuso en un principio el uso del ratio 1:1, pero yo consideraba que nos limitaría mucho la disposición de los actores en cuadro y las puestas en los espacios. Así que terminamos eligiendo el clásico 4:3.Desde lo presupuestario usamos prácticamente todos los recursos que teníamos, hubo que traer algunos accesorios de Buenos Aires, como transmisor inalámbrico y grip de auto, pero con lo demás nos dimos vuelta con los recursos que hay en Tucumán. En cuanto a gimbal se usó un Movi M15 para planos de seguimiento, carro de travelling para los movimientos en trípode. De parque de luces usamos 1 led Nanlite Forza 500 luz día, 1 HMI 2500, 1 HMI 1200w, 1 led RGB120w, 6 Powerflo 4x55w, algunos fresneles de tungsteno, y paneles LED bicolor. Aparte de los props de iluminación, que siempre que podíamos fueron usados. Una escena que me gustó como quedó fue la del baile.
Un día desde la ruta vi un cumpleaños donde habían colocado unas guirnaldas que reflejaban la luz y me quedó esa imagen, al director de arte le gustó la idea y le di a la escena color y brillo. Usamos unas pantallas reflectivas desde los costados para reforzar los destellos. En las escenas más intimistas procuré usar poca luz, y trabajar en los límites de la clave baja, por una cuestión de clima actoral. Nos tocaron algunos días de lluvia y acomodamos el plan de rodaje para grabar los interiores, que por suerte logramos mantener la continuidad. En los exteriores aprovechamos al máximo las horas de luz, eligiendo en la medida de lo posible los mejores horarios y hora mágica. Usamos pantallas reflectivas 1×1, tamiz 1.8×1.8 y 4x4mts, sumados a fuentes LED luz día y HMI.
En el proceso de la realización hubo mucho compromiso y entrega de todas las áreas. Compartiendo desde el oficio y lo artesanal, que es parte de esta actividad. Creo que eso está presente en esta peli, que para mí tiene mucho de cuento atemporal.
La corrección de color fue llevada a cabo por Sebastián Suárez, con quien venimos trabajando en conjunto desde hace algunos años. Elegimos tonos más bien pasteles, haciendo cierta distinción entre los interiores, el espacio del campo y los exteriores ciudad. Sumamos grano digitalmente a la imagen para emular o tener la reminiscencia al fílmico. Corregimos algunos encuadres y estabilizó las tomas que lo precisaban. El colorista siempre es la mano derecha del director de fotografía y siempre que puedo, estoy en esa etapa de la postproducción.
Hablando un poco de Tucumán, es una provincia que siempre está en ebullición. Salís a la calle y pululan imágenes: motociclistas transportando una hormigonera o un espejo de placard; carros tirados a caballo al lado de una Dodge RAM, las veredas todas desiguales y la naturaleza que tarde o temprano todo lo invade. Es una provincia que creció mucho en los últimos años en cuanto actividad audiovisual, con mucha actividad teatral, con una Escuela de Cine que ayudó en la formación en varias áreas. Desde la perspectiva de un director de fotografía, lamentablemente no existe continuidad laboral, pese a haber trabajado en proyectos muy gratificantes con Lucrecia Martel, Luis Sampieri, Agustín Toscano, y otros realizadores locales.
Para mí ADF siempre fue una fuente de lecturas y referencias, de lo que se estaba haciendo a nivel país. Estuve suscrito a la revista varios años y conservo los ejemplares. Agradezco el reconocimiento que se hizo a Barcos y Catedrales en el marco del BAFICI y es un aliciente a seguir produciendo con sabor local.