CORTO GANADOR: “EVELYN”
“Evelyn” fue antes que nada, un hermoso problema. O desafío, que queda mejor, un proyecto que surgió de la cabeza y esfuerzo de Andrea Braga (El Tano de ahora en más) que le puso la espalda a su guión y que le puso la cabeza para que funcione en una narración audiovisual.
El desafío del proyecto en sí mismo, encerrado en el guión, donde “Evelyn” se enfrenta a su realidad y a sus fantasmas, en el proceso de abandonar la casa paterna para ser ella misma. Este desafío intelectual (armar una propuesta estética), más los materiales (no teníamos tantas cosas), así como también personales (etc) y grupales (etc, etc) me hicieron entusiasmar mucho primero y estresarme poco después, pero sobre todo resolverlos me hicieron sentir muy feliz.
Por un lado era mi primer corto como DF fuera del ámbito académico, fuera del confortable respaldo de un equipo técnico poblando todos los roles del escalafón y la disponibilidad de equipamiento surtido. Ya el solo hecho de viajar todo el equipo técnico desde Buenos Aires a Leones nos limitaba bastante el presupuesto, pero allí nos encontramos con una predisposición muy grande. El lugar mismo era un paréntesis de la rutina de Capital Federal: Las casas tenían banquitos jardineros en las veredas para tomar mate y los vecinos (sobrinos, tíos, amigos de…) estaban siempre más que dispuestos a ofrecernos un flete, una cómoda, unos sillones, una perforadora o cualquier cosa que necesitáramos a último momento. Estamos enormemente sorprendidos y agradecidos por esa disposición.
En síntesis, partimos con 4 pampas (prestados por la escuela de cine Eliseo Subiela), varias bolas chinas y un rejunte de filtros debidamente mangueados a varias compañeras. Filmamos con una cámara Sony A7 con lentes Nikon Ai, la cual rindió bastante bien, dentro de los márgenes que nos dieron las pruebas.
Por otro lado, además de lo modesto de nuestros recursos la dinámica de trabajo fue un poco diferente a lo que estaba habituado en la Enerc, ya que los chicos que venían trabajando desde el Subiela con una metodología más parecida al documental por lo compacto del equipo y yo que venía de una organización de los equipos de trabajo muy escalafonada, donde en el equipo de foto éramos más de 10 personas y aquí generosamente éramos 4. Esta forma de trabajo fue muy buena ya que Nano (Mariano Bevacqua) cumplió en rodaje el doble rol de Asistente de dirección y de camarógrafo hizo muy fluido el rodaje.
Planificamos (mucho) con la misma persona que después ponía la cámara en su lugar y nos metía una presión particular. En esta situación multirol, con Mariana Bomba nos ocupábamos a full de las luces (y las sombras) y en planos complicados haciendo foco. Mientras no filmamos Diego Castro (Sonidista) era ascendido a video assist, reflectorista o doble de luces, según se necesitara. Joaco Camino era cariñosamente el Factotum (el que hace de todo), iba y venía con la cámara, los lentes, las memorias, algún mandado para las chicas de arte (Pato Celesia y Lore Dolce) o con las luces, claro. Pocos hacíamos mucho, la filosofía.
Estuvimos una semana en Leones, con 5 días de rodaje muy planificados, tanto por agenda de los actores que iban y venían sino también por las necesidades lumínicas de cada escena. Más allá de las jornadas nocturnas, atardeceres y algunos interiores teníamos que hacerlos en un horario particular por direccionalidades del sol, por lo cual planificamos concienzudamente cada jornada para que obtener lo mejor de cada momento del día.
La casa en la que filmamos, estuvo sin habitar varios años, por lo que fue una muy buena base para representar un concepto que veníamos hablando el Tano acerca del espacio vacío y la potencialidad dramática de la ausencia. Luego de visitar la casa en la pre-producción, la idea de la ausencia me quedó dando vueltas. De este proceso, se formaron los conceptos que son la base de la propuesta estética, o bien, de forma más humilde, las consignas lumínicas que rigieron en cada puesta.
La ausencia está representada por la luz, en este caso el origen de la misma. En el presente la casa está siempre iluminada por luz que proviene del exterior, o dicho de otra manera, la casa carece de luz propia. En los recuerdos por otro lado, se priorizó siempre tener una fuente de luz dentro de la habitación, en cuadro o no, pero siempre justificada desde el interior. De la mano de esto, se jugó con las temperaturas de color siendo los recuerdos más cálidos, asociados con el tungsteno y el presente más neutro, con una tendencia a los tonos más fríos.
El trabajo de cámara también tuvo su proceso de conceptualización, sobre todo los planos con movimiento que (casi) siempre tienen una función dramática más que estética. Los planos más complicados, sin duda fueron los improvisados en la terminal corriendo colectivos (con luces y todo), pero las anécdotas las dejamos para otro día.
Toda esta planificación hizo que la postproducción de imagen fuera un proceso divertido y conflictivo a la vez: Me tocó cumplir el rol de colorista y fue una semana de contradicciones. En frente del Scratch se debatían el colorista y el DF que ocupaban el mismo cuerpo. Por un lado, en algunas situaciones, mi yo colorista elegía traicionar la propuesta conceptual de mi yo DF con una finalidad pragmática. La contradicción dolía pues algunas decisiones caprichosas pasaban por encima de criterios conceptuales planteados en la preproducción. Luego de varias versiones y pruebas, fue empate, aunque siempre estuvo presente la opinión del Tano para el desempate.
Ya el corto terminado (hasta que el Tano diga lo contrario), con las intenciones más/menos concretadas, la satisfacción más grande es haber superado todos los desafíos que surgieron, haber crecido en el proceso y sobre todo, haber hecho grandes amigos.