ALEALEXIS ZABÉ: LA POESÍA DE LO FORTUITO
Texto: Daniela Valdez
Fotografía: Katherina Acevedo
Es uno de los directores de fotografía con más renombre en nuestro país (México). Desde hace un par de años vive en Los Ángeles, pero en el camino se ha encontrado con directores como Carlos Reygadas, Fernando Eimbcke, Jonás Cuarón y Harmony Korine; con rmas como Samsung, American Express o Skittles, y en su tiempo libre, imprime una carga visual creando videoclips con músicos que admira, como Pharrell Williams, Yeah, Yeah, Yeahs o Die Antwoord. Conocimos por primera vez su trabajo, una manifestación de la vida a la que se enfrenta día con día, con la multipremiada opera prima de Eimbcke en blanco y negro, “Temporada de patos”, hace ya más de una década (2004), y fue capaz de llenarnos de emociones inexplicables pos-teriormente con Lake Tahoe, Silent Light y Post Tenebras Lux.
Alexis Zabé no cree en el fracaso, ya que no permite que sus expectativas corrompan la realidad. En esta entrevista, que respondió antes de comenzar un día de grabación, platicamos sobre su más reciente película al lado de Sean Baker, que podremos ver el próximo año, y sobre la magia de lo cotidiano.
Daniela Valdez (DV): ¿Qué me puedes platicar del proyecto en el que estás trabajando?
Alexis Zabé (AZ): En este momento estoy grabando una película dirigida por un chavo que se llama Sean Baker, quien estrenó anteriormente Tangerine (2015) y Starlet (2012). Me gusta su trabajo porque Baker reacciona a ciertas partes de la sociedad en Estados Unidos que mucha gente no ve; está un poco tras bambalinas. Es la tercera película que hace sobre el tema del trabajo sexual y los estigmas y la marginalización de la sociedad alrededor de este oficio, que, aunque es muy aceptado, se pone de lado. Esta vez toca el tema desde un punto de vista distinto, porque la historia se cuenta desde la perspectiva de unos niños. Todavía falta como un año para que se estrene, pues apenas comenzaremos con la edición. Tengo tres meses en esto y ha habido de todo; viéndolo con un poquito de distancia y con la óptica más abierta, veo los fracasos, los éxitos, y del conjunto agradezco los fracasos. Creo que va a quedar muy bien tanto visual como narrativamente, y como proceso de producción. Siempre he trabajado en películas que se hacen de manera poco ortodoxa, y es una historia que ha cambiado y evolucionado en el proceso; no terminamos filmando el guión con el que empezamos.
DV: Ya habías trabajado con Baker en un cortometraje para Kenzo, Snowbird.
AZ: Lo filmamos muy cerca de la frontera con México en California, en un lugar que se llama Slab City, una ciudad entera de gente que ha huido de la civilización, que vive afuera del sistema en medio del desierto, con energía solar. La podría describir como una realidad entre Burning Man y Mad Max, con una población estable bastante grande y que en los inviernos se alimenta de vagabundos y gente que baja del norte a escapar del frío y vivir en un tráiler. Tienen bares, restaurantes, librerías, estas, pero todo es totalmente autónomo. Cuando llegas hay un letrero que te dice: Bienvenido a Slab City, el último lugar libre. Es un lugar sin ley. Snowbirds es el nombre que le dan a las personas que se van ahí en el invierno, que no son los residentes permanentes.
DV: ¿Cómo describirías un mal día en tu trabajo?
AZ: Podría darte mil respuestas, pero en el proceso que vivo cuando estamos trabajando, para mí un mal día es una disincronía con los elementos externos. Es muy loco, a veces todo se alinea para crear un momento de poesía: una sincronía de eventos que tienen que ocurrir a veces en una escena que estás recreando para que adquiera un nivel mayor de carga narrativa y emocional.
Tiene mucho que ver con estar en el buen lugar, en el buen momento y con cierta sincronía de todas las variables con las que estás trabajando, y mucho también tiene que ver con la manera en que trabajo, que es muy abierta a la luz natural, al mundo natural de alguna manera. Te puedo poner como ejemplo un par de experiencias que vivimos ayer. Estábamos filmando una escena de unas niñas bajo un árbol. En la peli se supone que está lloviendo y se refugian bajo el árbol, y de pronto deja de llover, sale un arcoíris y las dos niñas salen a correr. Empezamos a filmar la escena: tenemos un par de camiones generando lluvia y empieza a caer una tormenta de verdad, y todo iba encaminado a ser una cosa increíble. De pronto cae un relámpago muy cerca de nosotros; las niñas se asustan, se ponen a llorar muy mal, y de pronto se desata el caos. Donde estamos filmando es común que los relámpagos golpeen a la gente, y hay leyes al respecto; por eso, en cuanto pega uno, generalmente paramos todo el trabajo por seguridad. Entonces una escena que parecía que iba a ser una maravilla, de pronto pega el relámpago, las niñas lloran y te sientes frustrado, pues paramos labores durante una hora y nos refugiamos.
Al final del día estábamos grabando una escena donde está el personaje principal con su hija al lado de una carretera. De pronto se abrieron las nubes y salió el Sol: estábamos siguiéndolas por la carretera, y se volvió una escena con otra calidad de luz, y mientras caminaban, el Sol se ponía en el horizonte. Éstos son dos ejemplos de disincronía, y es muy interesante cómo la gran mayoría de las veces los fracasos son éxitos disfrazados; lo que puedes considerar fracaso es simplemente que la realidad difiere radicalmente de la versión que tenías. Lo que he aprendido con el tiempo es estar abierto a los fracasos y a no dejarte llevar por esto, sino de alguna manera aceptarlo. Eso hace que el discurso a veces nos lleve a cosas más interesantes, y tal vez el hecho de que la escena que en teoría iba a ser de felicidad y al final termina con las dos niñas llorando, sea el giro que mejoró la escena. Aunque salió diametralmente opuesta a lo que queríamos, tal vez termine siendo una de las escenas más fuertes de la película.
DV: Entonces, ¿cómo defines el fracaso?
AZ: Creo que lo que puede considerarse fracaso o éxito son ideas amarradas a expectativas, pero si estás abierto a lo que la realidad te ofrece, aunque parece de momento que es algo malo, acaba siendo mejor y le da a tu trabajo una dimensión que no estabas buscando. El fracaso es algo a lo que mucha gente le teme, pero para mí es parte de la evolución, pues si vives el fracaso de manera constructiva siempre vas a poder mirar desde otro punto de vista. Hay que darle tiempo al fracaso para ver en qué se convierte, porque por lo menos en mi experiencia varios fracasos se han terminado convirtiendo en éxitos. Hay que estar abierto al fracaso y recibirlo con la misma apertura con la que se recibe algo que consideras como exitoso en el momento. El fracaso es un estado de ánimo, y no uno en el que me gusta quedarme. Siento que es un punto de vista limitado, un estado mental, una subjetividad. Es ver las cosas con una óptica cerrada que no te permite apreciar más allá de tus expectativas. No creo en el fracaso. Si mides el fracaso a nivel social, ha habido grandes fracasos que han cambiado el mundo. Creo que todos formamos parte de un mismo organismo, y si empiezas con esa primicia, no hay forma de fracasar.
DV: ¿Cómo empieza un día en el set?
AZ: Generalmente buscando lo que la realidad te ofrece, porque contamos con una guía de lo que esperamos que suceda, pero finalmente no te puedes aferrar a eso hasta que llegas y ves lo que ofrece la realidad. No sólo hablo de cuestiones de clima, de luz, sino también la parte humana, pues una película es una gran coreografía de personas, con actores, director, asistentes de producción, productores, técnicos. Todo el mundo tiene una función específica y debes ser receptivo a todo lo que pasa, y entender la energía del momento, pues puede tener tantas variables que te generan capacidades infinitas y es imposible entenderlas hasta el final, después de que se desarrolla la escena, y el objetivo es reaccionar, ver cómo mejorar, si hay que mover la cámara, esperar a que algo cambie o volver a intentar. Hay un número específico de escenas que intentamos cumplir; trabajamos con los elementos que tenemos en el momento y tratamos de que se materialice de la manera más poética posible. Mi trabajo en específico tiene que ver con el encuadre, la luz, los elementos narrativos naturales del cine, la parte visual.
DV: ¿Cómo piensas que ha influido el cine en nuestra manera de narrar la realidad?
AZ: De alguna manera, la tradición visual empieza con las pinturas en las cuevas de Chauvet-Pont-d’Arc en Francia. La imagen, a diferencia del lenguaje hablado que requiere un código entre la gente, es más universal. En una imagen de una persona llorando o sonriendo, aunque tenga mil sutilezas y tintes, eres capaz de percibir el mensaje simplemente por tu naturaleza humana. Creo que ambas tradiciones siempre han ido de la mano, y el cine es solamente una evolución. Desde las pinturas rupestres hay un intento de narración, de contar una historia. Tal vez en el siglo xxi el cine ya es un arte viejo, incluso anticuado. La primera película de los hermanos Lumière, que era la escena de un tren, cuando la proyectaron ante el público, le causó susto. De alguna manera el cine es un primer intento de realidad virtual. El lenguaje elíptico y dramático… el punto de vista de la cámara como narrador va entendiendo las cosas a partir de una objetividad o subjetividad, arriba y abajo, con encuadres cerrados o abiertos, caras ensombrecidas o iluminadas, y todos esos factores le dan una calidad emocional y narrativa a la imagen.
Creo que este lenguaje ha evolucionado; la gente cada vez es más políglota visualmente, y siento que como cultura estamos tan acostumbrados a ver esos relatos y recibir esas narraciones, que estamos abiertos a nuevas maneras de narrar y crear historias con lo real, y las nuevas generaciones entienden con mayor facilidad que un público de hace 100 años. Esta evolución se ha alimentado de muchas artes, empezando por la escritura, pasando por la pintura, los cómics, los videoclips, la televisión, la publicidad, las películas caseras, y todas esas imágenes que hemos recibido a lo largo de nuestras vidas han ido aumentando nuestra capacidad de percepción. Creo que hoy cada persona tiene una cultura visual y un entendimiento enormes.
DV: ¿Cómo crees que se pueda de nir el cine hoy?
AZ: Creo que está cambiando. Por ejemplo, la gente ya no ve películas en el cine. Ahora puedes consumir una película en el teléfono, en la computadora, en la tablet, debajo de las cobijas, en el avión, metido en una tina… El cine salió de la gran pantalla, y eso ha contribuido a la evolución del lenguaje. El cine se está redefiniendo en este momento, se ha democratizado, pues se está haciendo cine en todo el mundo, en todas partes: tenemos mil realidades en cada pantalla, puedes ver a nativos del Amazonas en una barca o gente del Tíbet en las montañas o citadinos del DF o Nueva York en tu celular. Hoy tenemos la posibilidad de meternos virtualmente en mil realidades.
LAGO TAHOE
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LUZ SILENCIOSA
LUZ SILENCIOSA
POST TENEBRAX LUX