Hablar de ‘Blade Runner’ es hacerlo de un glorioso punto de inflexión en la historia no sólo de la ciencia ficción, sino también del cine. Esta adaptación de la novela ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’ de Philip K. Dick, que dirigió Ridley Scott en 1982 —suponiendo su tercer largometraje tras ‘Alien’ y ‘Los duelistas’—, supone una muestra de dos horas de duración que explica con maestría en qué consiste eso de «la magia del séptimo arte».
Por encima de su magnífico guión, su magnético reparto, su impecable narrativa o esa eterna banda sonora compuesta a golpe de sintetizador por Vangelis, considero —y no soy el único— que el verdadero encanto de ‘Blade Runner’ es su capacidad de estimular nuestros cerebros a través de nuestras retinas mediante un tratamiento visual futurista sobrecogedor y espectacular a partes iguales.
Un poderío técnico y artístico cuyo reconocimiento en la temporada de premios del año de su estreno se antoja injustamente insuficiente, destacando el caso de la academia de cine norteamericana, que sólo la distinguió con dos nominaciones al Oscar a mejor dirección artística y a mejores efectos visuales, ninguneando por completo el impecable trabajo del director de fotografía Jordan Cronenweth.
No obstante, estatuillas y entregas de premios no son en absoluto necesarias para saber valorar cada uno de los planos que conforman este film noir de corte cyberpunk protagonizado por Harrison Ford. Para ello tan sólo necesitamos nuestros globos oculares y la voluntad de zambullirnos en el oscuro futuro que envuelve la Los Angeles distópica de 2019.
Los referentes que dan forma al futuro
Ridley Scott, como no podía ser de otro modo, tenía muy clara su idea sobre cómo debía tratarse la estética de su nueva obra, y cómo se desmarcaría radicalmente de sus congéneres coetáneas. Esto se lo transmitió a Syd Mead, el artista conceptual cuyo arte dio forma al universo de ‘Blade Runner’ sobre el papel con la siguiente frase: «Esto no va a ser ‘La Fuga de Logan’. No quiero que sea una estética blanca y limpia con gente correteando con pulcras togas.»
Con esta premisa grabada a fuego, Scott, Mead y el resto del equipo artístico se pusieron manos a la obra a dar vida y forma a las calles de la superpoblada urbe y a los diversos interiores en los que transcurriría la acción; y lo hicieron tomando como base una lista de inmejorables referentes, de entre los que destacan tres piezas clave.
- ‘Metropolis’ (Fritz Lang, 1927)
Tiene toda la lógica del mundo que Ridley Scott abrazase como una de sus principales fuentes de inspiración la que es, sin lugar a discusión, la obra más importante del expresionismo alemán, una de las más trascendentes de la historia, y un auténtico manual de instrucciones para cualquiera que ose adentrarse en los entresijos del género de la ciencia ficción.
‘Blade Runner’ bebe de la ‘Metropolis’ de Fritz Lang no sólo en lo que respecta a su antiutopía futurista y a su base robótica. También exprime hasta la útlima gota del jugo de su apuesta arquitectónica, dibujada entre avenidas abarrotadas de gente y vehículos, escenarios industriales, letreros luminosos y unos edificios erigidos sobre una influencia más que obvia del arquitecto futurista italiano Antonio Sant’Elia.
- Nighthawks (Edward Hopper)
«Estaba constantemente meneando una reproducción de esta pintura en la cara del equipo de producción para ilustrar el aspecto y el estado de ánimo que estaba buscando.». Con esta declaración, Ridley Scott deja más que clara la importancia de la icónica pintura del artista neoyorquino Edward Hopper para ejemplificar la atmósfera de ‘Blade Runner’.
El tratamiento de la iluminación de la obra, muy contrastado y algo deprimente, sumado a sus personajes y posiciones dentro del encuadre sugieren una sensación de aislamiento dentro de la cafetería que podría extenderse a la gran ciudad que parece engullirles en la oscuridad. Una representación de la soledad de esencia noir, inquietante e indudablemente urbana.
- ‘The Long Tomorrow’ (Dan O’Bannon, Moebius)
El tercer pilar fundamental sobre el que se edifica la estética de ‘Blade Runner’ se encuentra localizado en la revista francesa Heavy Metal —Metal Hurlant—; más concretamente en el cómic ‘The Long Tomorrow’, escrito por Dan O’Bannon —guionista de ‘Alien, el octavo pasajero’— e ilustrado por el artista Moebius, y considerado como uno de los más influyentes —si no el que más— de la historia del cine.
Pese a haber inspirado el diseño de producciones de la talla de ‘Star Wars’ o ‘Desafío total’, la historieta guionizada por O’Bannon guarda un parecido especialmente estrecho con ‘Blade Runner’ centrado en su condición genérica; compartiendo ambas obras no sólo coches voladores y ciudades atestadas, sino también una vocación noir futurista reflejada en el trabajo de Ridley Scott.
El noir cyberpunk de Jordan Cronenweth
El responsable de decir aquello de «hágase la luz» e imprimir sobre la película de 35mm y 65mm los claroscuros que marcan la tónica general del tratamiento visual de ‘Blade Runner’ fue el ya fallecido Jordan Cronenweth. Un director de fotografía al que definen como calmado y sin prisas; uno de esos capaces de sacar de los nervios al ayudante de dirección más paciente y que prefieren sentarse y esperar con calma hasta que todo esté correcto antes de que se entone «acción» en el set.
Llama especialmente la atención que una las máximas de la filosofía laboral de Cronenweth fuese que su iluminación debía ser lo más natural posible; algo que tenía como simple objetivo que su trabajo pasara totalmente desapercibido. Esto choca directamente con el lenguaje a nivel fotográfico de una ‘Blade Runner’ que grita a los cuatro vientos consignas como «expresionismo» y «fuentes de luz artificiales».
De entre todos los recursos utilizados en la dirección de fotografía del filme destaca especialmente uno de ellos, de suma importancia y gracias al cual todos y cada uno de los escenarios se revelan tan ricos, vivos y envueltos por un aura de misterio constante. Este no sería otro que el empleo de capas —o layering—: una técnica consistente en distribuir la luz con diferentes intensidades a lo largo de la profundidad del set, creando una gama de exposiciones que dota de un volumenespectacular a la imagen.
Cronenweth, obsesionado con usar las mínimas fuentes de luz posibles en cada plano —algo que llegó a definir como «iluminar sin luz»—, se sirvió, junto al layering, de técnicas como el contraste propio del cine negro y los contralucespara crear el particular look de la película, que podríamos definir como un noirclásico a todo color; arriesgando con jugadas tan peculiares como proyectar la fuente principal y el relleno desde la misma dirección.
Otro elemento particularmente llamativo, y que dota a los escenarios de un dinamismo envidiable, es la utilización de luces en movimiento; algo que Cronenweth sugirió a Ridley Scott, dejándole muy satisfecho después de una demostración del efecto. El director de fotografía habla así del efecto:
«Lo utilizamos una y otra vez con diferentes fines. Por un lado justificábamos su presencia constante con la intención de invnetar aeronaves flotando a través de la noche con potentísimos rayos de luz saliendo de sus partes inferiores. En lo que respecta a la ciudad, las luces móviles se usaban para los anuncios publicitarios y para el control del crimen. Los rajos de luz representan la invasión de la privacidad por una fuerza supervisora; una forma de control. Nunca tienes muy claro quienes son, pero incluso en la oscuridad de tu hogar, a no ser que bajes las persianas, vas a ser incomodado en cualquier momento.»
Alimentando el Los Angeles de 2019 con algo más que focos
Obviamente, un director de fotografía y un puñado de referentes, por muy buenos que sean, no construyen por si solos una atmósfera tan compleja y efectivacomo la de ‘Blade Runner’, encontrando Cronenweth unos aliados indispensables en el diseñador de producción Lawrence Paull y el director de arte David Snyder.
Podemos encontrar un curioso paralelismo entre la dirección de fotografía del largometraje y la aproximación a la construcción de los sets por parte del equipo de dirección artística. En ambos casos se utilizó el mencionado recurso del layering, traduciéndose en este caso en una interesante —e invisible— combinación de elementos construidos y matte paintings —pinturas realizadas sobre una superficie transparente y colocadas en perspectiva frente a la cámara al rodar—.
Junto a esto, elementos reconvertidos en leitmotiv de la producción como el humo, la lluvia, las luces de neón y las muchedumbres, todos ellos fusionados en un cóctel irrepetible con la precisa iluminación de la cinta y el pasado publicitario de Ridley Scott, conforman un tratamiento de la imagen imperecedero y vanguardista que continúa tan fresco como el primer día pese a los 35 años que arrastra ‘Blade Runner’ a sus espaldas.
Una auténtica joya de la ciencia ficción en la que trasfondos filosóficos y contextos futuristas quedan ensombrecidos por la lóbrega y a su vez colorida Los Angeles cyberpunk, vestida por los neones y por un extracto nipón latente en sus callejones y cartelería, y que alberga en sus parajes un ejercicio de estilo, forma y fondo que aún no ha conseguido replicarse con el mismo nivel de calidad y genio.
5 Octubre 2017 – Actualizado 14 Octubre 2017
VÍCTOR LÓPEZ G.@Meccus