¿SABE USTED ILUMINAR PELO?
Aunque, por el título, pareciera que esta nota proviene de la revista “Para ti”, no es tal.
El cabello femenino representa el más importante fetiche del que se haya ocupado el mundo comercial. Sobre él se abalanzaron todas las corporaciones con sus infinitos productos para: lavar, enjuagar, suavizar, teñir, oxigenar, nutricionar, resaltar, irrigar, regenerar, masajear, enrular, alisar, curar, fortalecer, ondular, proteger, colorear, abrillantar, tonificar, aclarar, estimular, purificar, desenredar, hidratar, reparar, humectar, revitalizar, restaurar, flexibilizar, vigorizar . . . y detrás de ellos se acopló el mundo publicitario con todo su plantel: marketing, medios, psicólogos, redactores, creativos. . . y al final de esta cadena el coletazo nos pega a los DF.
“Ud., ¿sabe iluminar pelo?” me preguntaron en Miami en una reunión en vísperas de realizar un comercial para un producto de uso masivo. No sé si la sorpresa de la pregunta me permitió responder algo. Pero, ipso facto, la gente que me contrató me tiró in situ un par de dibujos en donde estaban diagramados unos esquemas de iluminación que habían realizado en Japón, entre todas las filmaciones que ellos hacían en el mundo, y consideraban como el mejor resultado obtenido.
No se me consultó sobre óptica (ya tenían reservados los Superprimos que vienen con Panavision). Ellos evitan el empaste, definen pelo por pelo. Ni les cuento las instrucciones que recibió el peinador. . . Estuve advertido de antemano de todas estas historias cuando de cabello se trata, que me hicieron acordar a otra experiencia similar con un rodaje para Mc Donald’s. Aquí el problema era como se debía mostrar en las tomas de primerísimos primeros planos de los Combos, los pequeños ingredientes que asomaban entre las dos mitades de pan: carne, queso, lechuga, tomate, mayonesa, etc.; había un experto controlando solo eso.
Días antes de filmar fui observador en otro estudio del rodaje de pruebas que dirigía un francés, top en comerciales de cosmética, tratando de encontrar un nuevo movimiento de cabello, algo original, para lo cual repetía infinitas tomas con infinitos movimientos de la modelo en velocidades de 40, 60 y 120 fps. Bueno, de ahí surgen esos deslumbrantes rulos que se desenvuelven y caen en cámara lenta.
Comencé armando el esquema que me pedían, pero el cabello de la modelo no se dejaba ver con la prolijidad soñada ya que los contraluces resaltaban ciertos pelos cortitos y rebeldes, imposibles de disimular. Consultas varias. Resultado, corte de los contraluces.
Después continuó con el análisis del brillo frontal; tenía que aproximarse al efecto espejo, y a pesar de haber respetado el diagrama impuesto, no les convencía el resultado. Hice apagar toda la luz y experimenté diversos cambios, cada uno expuesto a juzgar y analizar por ellos en el video-assist. Finalmente aprobaron uno: un único farol HMI de 4 K, arriba cerca de la lente de cámara, a la manera de un flash de cámara fotográfica. ¡Y la verdad es que se veía bien! (entre nosotros, la modelo era tan bella que resistía cualquier cosa).
En ese afán de lograr calidad, definición y brillo, se me ocurrió estar preparado para una próxima convocatoria y a la pregunta de “¿Sabe Ud. Iluminar pelo?”, responder “¡Sí, por supuesto!”, relojear el storyboard y contraatacar: “¡Esto, para que tenga definición, hay que rodarlo en 70 mm.!”
Rogelio Chomnalez
Revista ADF, Nro.20 – Enero 2007