Palabras de María Saleme, en el centenario de su nacimiento
Podemos rememorar a María de mil maneras: militante, por su enorme trabajo en defensa de los derechos humanos, madre, abuela, investigadora, educadora popular, decana, y más, pero elegimos aquella María que nos dejó su legado y su impronta en nuestra formación:
María Saleme, maestra.
Una maestra con una miranda profunda sobre la realidad, que enseñaba y enseña, a partir de sus textos, a desentrañar los nudos críticos de la educación. María escuchaba, habilitaba la palabra al otro, respetaba los tiempos y los conocimientos del otro. María orientaba a correr las cortinas de la realidad para identificar los distintos hilos que constituyen esa trama. Allí centraba su aporte para reflexionar sobre la intervención pedagógica, invitando a pensar a quién, con quién, qué y para qué enseñar.
Desde la Escuela de Ciencias de la Educación recordamos el centenario de su nacimiento y compartimos un fragmento de su libro Decires que orienta éticamente el trabajo intelectual, especialmente para nuestrxs jóvenes, con quienes tenemos el compromiso de transmisión:
“Recapturar el valor y proyección de la práctica desde la propia práctica, es tal vez lo que requiere mayor esfuerzo, puesto que es un quehacer al interior mismo del sujeto, es mirar la realidad -más bien “ver” la realidad- desde la raíz vivencial. Recapturar esta práctica, además, significa apropiarse del corpus teórico del propio campo, y esto no lo pueden hacer más que los mismos enseñantes, aunque haya corrido un poco la costumbre que otros expertos lo hagan por ellos. Apropiarse del corpus teórico significa abordar la teoría, la teoría del objeto de la educación y la teoría del conocimiento que se refiere a ese objeto. Porque -y esto lo sabemos- la teoría potencia la práctica a la vez que se constituye desde ella. Este esfuerzo por transitar también en la teoría, requiere que antes se aborde el análisis de la propia práctica: desde dónde se constituye, hacia dónde se dirige. ¿Tiene algo que ver, la constitución de la práctica, de nuestra práctica, con un proyecto político social encuadrado en este fin de siglo? Y ese gastado discurso de “la equidistancia a todo problema que no sea netamente educativo”, queda fuera de la historia, y aunque la práctica se asuma todavía con estos visos, se vuelve imposible no incorporar en la redefinición de su perfil, los más ríspidos problemas que vivimos”. (Decires, 2009)