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DARLE TIEMPO A LA ESCRITURA:

Sabemos que los modos de leer y escribir no son iguales en todos los ámbitos, y es esta variabilidad de temas, clases de textos, destinatarios y contextos los que exigen una continuidad en el proceso de aprender a escribir. Es decir, no es una habilidad que se logra de una vez y para siempre, ya que el aprendizaje de la escritura no acaba nunca.

Desde una perspectiva socio retórica, aprender a leer y a escribir para propósitos específicos no es incorporar técnicas ni practicar análisis discursivos, sino involucrarse en un proceso de enculturación, lo cual incluye adquirir herramientas para desenvolverse en una actividad social mientras se participa en ella. (Calino)

La alfabetización académica es el proceso de enseñanza que puede (o no) ponerse en marcha para favorecer el acceso de les estudiantes a las diferentes culturas escritas de las disciplinas. Conlleva enseñar a participar en los géneros propios de un campo del saber y enseñar las prácticas de estudio adecuadas para aprender en él; aprendizaje de un conocimiento disciplinar y de las formas específicas de transmitir y producir tal conocimiento.

“Quienes escriben […] están aprendiendo cómo “ser” tipos particulares de personas. Por ende, la escritura académica concierne también a la identidad personal y social” (Curry y Lillis, 2003:10)

Las actividades escritas producidas en las clases, el pedido de elaboración de textos (trabajos prácticos y parciales escritos), los estudios alrededor de un tema disciplinar planteado por la cátedra son algunos ejemplos de que las prácticas de escritura se aprenden por participación in situ.

Si bien las prácticas de escritura se aprenden participando de modo frecuente y sistemático, tienen mucho valor aquellas situaciones donde escribir tiene un sentido para quien escribe, es decir, hay un para qué del acto de escribir que puede ser reconocido por le autore de la producción. Escribir es una tarea desafiante e implica tiempo porque se trata de un proceso recursivo: escribir, releer, revisar y volver a escribir.  

El miedo al error muchas veces tiene un efecto paralizante en quien escribe, “el temor a la hoja en blanco”, pero ésto no es un asunto que concierne sólo a les estudiantes. Y tampoco puede lograrse desde una única asignatura ni en un solo ciclo educativo. Las alfabetizaciones académicas, entonces, incumben a todes les docentes, a las intervenciones que puedan hacer para acompañar en la apropiación de prácticas de escritura según el marco de la cátedra en la que trabajan.

2. Recomendaciones para organizar prácticas de escritura en los primeros años. La escritura como proceso discursivo: planificar, textualizar, revisar.

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