¿Qué observamos en los manuales de Lengua respecto a la enseñanza de la argumentación que nos motivó para generar una propuesta alternativa?
Volviendo a los manuales de Lengua, es posible advertir muchas veces en sus propuestas referidas a la enseñanza de la argumentación:
-un énfasis muchas veces excluyente en el trabajo con la información explícita del texto, aquello que el autor o el texto explícitamente manifiestan sobre tal o cual cuestión; en detrimento de lo que no está dicho (aunque sea posible de inferir a partir de lo manifiesto): posicionamientos culturales e ideológicos, supuestos sobre el mundo natural o social, representaciones particulares o sociales, prejuicios naturalizados, etc.
-el predominio del “reconocimiento” o la “identificación” de elementos lingüísticos (conectores, recursos argumentativos, significados de palabras o frases, etc.) por sobre las actividades de inferencia de los marcos culturales o ideológicos desde o sobre los que el autor discurre.
-una marcada desconsideración de la experiencia, los saberes y las construcciones propias de los estudiantes destinatarios de la propuesta, en tanto sujetos del decir-argumentar, ante la hegemonía del discurso de otros autores-enunciadores jerarquizados (columnistas, autores reconocidos, publicistas, etc.).
-la presencia acrítica de supuestos ideológicos y culturales extendidos en cierta doxa colectiva o sentido común masificado, y que no se exponen para su interpretación ni deconstrucción: la vinculación de los jóvenes con la drogas, la relación de determinados sujetos sociales con la violencia o el delito, la asociación de la pobreza con la inseguridad, entre muchos otros, suelen circular como “ideas naturales” que no se ofrecen a deconstrucción alguna.