LAS CÁMARAS PARA DOCUMENTALES HAN EVOLUCIONADO MAL

Las cámaras para documentales han evolucionado mal

LAS CÁMARAS PARA DOCUMENTALES HAN EVOLUCIONADO MAL

Autor:  Roland Denning  para RedShark 2015
Traducción y adaptación: Carlos Wajsman

“¿La mejor cámara documental de todas?” La Aaton XTR PROD Super16 – aún disponible para alquilar.

La mía puede resultar una mirada polémica en la actualidad, pero creo que la calidad de la imagen no resulta necesariamente el aspecto más importante a considerar en la elección de una cámara para documentales. Déjenme elaborarlo un poco: las modernas cámaras digitales pueden producir imágenes fantásticas, pero lo que distingue a los grandes documentales tiene poco que ver con la calidad de las imágenes sino más bien con el tipo de imágenes que seamos capaces de obtener. Por supuesto, apuntamos a obtener la mejor calidad de imagen que sea posible, pero una cámara implica mucho más que obtener las imágenes más bellas. Y francamente, desde esa perspectiva, la evolución de las cámaras para documentales ha ido por mal camino.

Comencé a trabajar en la industria de los documentales en la era de la película, donde la calidad de las imágenes dependía principalmente del material sensible y de los lentes. Esto significaba que los fabricantes de cámaras competían para hacer cámaras más livianas, silenciosas y refinadas desde el punto de vista ergonómico. Desde la Arriflex BL, prácticamente imposible de operar en mano, pasando por las Eclair NPR y la CP16, hasta llegar a la Arri SR y la Aaton, las cámaras de 16 mm fueron evolucionando radicalmente y en forma constante  desde los años 60 a fin de cumplimentar las demandas de los documentalistas.

Para los cineastas pioneros del cinema verité de los 60, esto significó que podían meter una cámara en la mochila, saltar a un avión e ir a hacer una película – algo simplemente imposible hasta ese momento. Una ruptura paralelamente similar ocurrió cuatro décadas más tarde, con la llegada de las cámaras DVCam, que crearon todo un nuevo género de documentales muy personales y de bajo presupuesto; y más recientemente, algo similar volvió a ocurrir con la llegada de la GoPro. Pero también hubo retrocesos.

Existe una cuestión crucial respecto de esta evolución – el desarrollo de cámaras de 16 mm livianas, que pudieran grabar sonido sincrónico, zooms muy luminosos y materiales más sensibles no tuvo tanto que ver con la calidad de las imágenes que pudieran obtenerse, sino la posibilidad de capturar imágenes que nunca antes se habían podido obtener.

El infortunado crecimiento de las DSLR

El crecimiento irresistible de las DSLR ha modificado la forma en que se hacen las películas y no necesariamente para bien, particularmente para cineastas jóvenes que se aferran a las réflex digitales como su camino para entrar al mercado. Las DSLR pueden crear hermosas imágenes con muy poca inversión, pero tienen limitaciones reales como cámaras para documental. De hecho, la movida hacia las DSLR ha impuesto sus propias limitaciones en las formas de documental: la escasez de profundidad de campo funciona muy bien para las entrevistas, pero si estamos tratando de seguir y registrar escenas de la vida real la profundidad de campo limitada resulta una amenaza (he visto demasiados documentales en TV donde solamente está en foco la punta de la nariz).

En el cine de los años 40, la gran profundidad de campo fue llamada “foco profundo” (deep focus) y funcionó como una gran ruptura para la forma de contar de la época.

La poca profundidad de campo tiene un atractivo indiscutible – pero también exagera una mirada esteticista y genera distanciamiento; en un documental, generalmente pretendemos ver lo máximo posible de lo que aparece en el cuadro a fin de permitir a los espectadores observarlo todo y llegar a sus propias conexiones (aquí existen ciertas implicancias políticas en las cuales no quiero entrar). Como las DSLR no fueron diseñadas para grabar imagines en movimiento sino fotografías, se ha desarrollado toda una industria dedicada a crear accesorios complejos y generalmente poco logrados para superar los problemas de ese “uso inadecuado”.

Lograr un sonido decente sin duda implica utilizar un grabador separado – lo que no es necesariamente el fin del mundo, pero que significa un retroceso en términos del video. Y no poder ir desde una mirada amplia a una muy detallada sin cambiar ópticas implica una gran restricción. Esto produjo la evolución hacia un estilo fotográfico particular en los documentales – con puestas en escena más estudiadas y diseñadas, con escasos movimientos de cámara (y si los hay, probablemente sean movimientos laterales con la cámara montada en un slider). En vez de capturar ciertos eventos en forma espontánea en el momento en que ocurren, crece la tendencia de poner en escena dichos eventos para la cámara.

Existen  grandes documentales hechos de esta manera – piensen en los trabajos de Errol Morris – pero para el documental observacional esta tecnología resulta inapropiada (y también para ciertos estilos de drama de improvisación, una forma de películas prácticamente perdida hoy en día). Cuando la tecnología determina la forma en la que se hacen las películas, algo está funcionando mal.

La Aaton XTR fue, para mi forma de ver, la cumbre de la evolución de las cámaras 16mm: una cámara que se acomodaba tan bien en tu hombre que parecía una parte de tu cuerpo, con una empuñadura de madera tallada a mano que era cálida en invierno y fresca en verano, una especie de inmaculada concepción.

Debo enfatizar que a pesar de mi amor por la tecnología de la película y la disciplina que implica (y habiendo sido dueño de una Arri SR y una Aaton XTR), no tengo ninguna nostalgia por los tiempos de la película; respecto al trabajo documental, las ventajas de las modernas tecnologías digitales exceden claramente los beneficios (tanto los reales como los imaginarios) de la película.

El problema es que, tal como lo veo yo, las cámaras de video han evolucionado a lo largo de trayectorias que no parecen coincidir con las necesidades de los documentalistas.

La ergonomía de las cámaras de video de calidad de transmisión aptas para trabajar a hombro ha cambiado muy poco desde los años de la Betacam, 30 años atrás. Otras cámaras profesionales de video han evolucionado partiendo de cámaras fotográficas (o en realidad, siguen siendo cámaras fotográficas) o son desarrollos de cámaras domésticas de video. Y algunas otras parecen haber evolucionado a partir de una especie alienígena, tal como por ejemplo la Black Magic Cinema Camera, que resulta impresionante en muchos sentidos, pero parece haber sido diseñada exactamente para encajar ¿con qué tipo de ser humano?

Con respecto a estos aspectos, el diseño de las cámaras parece haber retrocedido 50 años.

Por supuesto, en la actualidad existen maravillosas cámaras digitales: la ARRI Amira es una hermosa cámara con la cual es posible crear imágenes fantásticas y está diseñada para descansar cómodamente en el hombro, pero el sensor de gran tamaño implica que no podemos utilizar un lente zoom liviano, de gran alcance y muy luminoso, con el tipo de profundidad de campo adecuado para el documental.

(Si, ya sé que podemos colocar en la Amira un adaptador B4, pero eso resulta poco práctico y perdemos una importante cantidad de luz).

También es más grande y pesada de lo que me gustaría que sea una cámara para documentales. Y por supuesto, es cara.

En la otra punta de la escala, veamos la nueva Sony PXWX70: compacta, barata, con sensor único, mejorable a 4K – ¿qué podría tener en contra? Bueno, el anillo del zoom es al mismo tiempo el anillo de enfoque (tiene un botón al costado que controla el cambio de función) y el iris se controla a través de una ruedecilla para mover con el dedo. Para mí, esa es un diseño absurdo, que va en contra de la idea de la buena ergonomía. Aparenta provenir de una fusión entre tecnologías de cámaras profesionales y domésticas, antes de haber sido diseñada como un producto con un fin específico.

Lista de deseos para la moderna cámara para documentales

Entonces, ¿cómo debería ser idealmente la cámara digital para documentales? Por supuesto, las ideas que siguen están seguramente influidas por mis propios perjuicios personales y pueden estar condimentadas con mi ignorancia. Estoy seguro que hay muchos esperando para saltar a rebatirme, diciendo que esa cámara ideal ya existe (más o menos) o que mi análisis es totalmente irracional y/o erróneo. De todas formas, aquí va:

  • Me gusta un sensor mayor a 2/3”, pero lo suficientemente pequeño para poder utilizar un lente zoom liviano, luminoso y de un rango decente. Quizás un poco mayor a Super 16 – digamos, micro 4/3 o hasta 1” – como para permitir mantener el fondo suavemente fuera de foco en una entrevista, pero con suficiente profundidad de campo para poder abrir a angular y lograr seguir un sujeto por una habitación sin obtener un conjunto de manchas desenfocadas. También me gustaría disponer de un zoom con un angular realmente amplio; si eso implica tener que usar dos lentes diferentes, que sea así. Lo importante es contar con un conjunto que pueda trabajar bien en condiciones de baja iluminación.
  • Quiero que la cámara sea pequeña y razonablemente liviana, pero lo más importante es que se balancee bien sobre el hombro. También debe poder sacarse del hombro y que ofrezca un visor cómodo, que permita utilizarla fácilmente en cualquier ángulo extraño en que necesite colocar la cámara.
  • Control directo de diafragma y enfoque. Contar con una buena función automática resulta invalorable, pero la mayor parte del tiempo prefiero ajustar el iris y el foco manualmente. Que estén colocados directamente en el lente y no a través de algún extraño mecanismo de servo; no me interesan los accesorios de seguimiento de foco salvo que trabaje con un foquista.
  • Esto puede ser una cuestión personal y un poco anticuada, pero realmente me gusta un anillo de zoom bien suave y fluido que se pueda operar con una varilla. Con la mano en la varilla del zoom se percibe inmediatamente la respuesta del lente y al visualizar el cambio de tamaño, resulta sencillo calcular el final del movimiento y suavizar el frenado del mismo. Es verdad que existen opciones, por eso lo de anticuado…
  • Y lo siguiente es quizás más anticuado y técnicamente irrealizable, pero me encantaba mirar a través de un perfecto visor óptico, que me mostraba un margen alrededor de la imagen impresa; de esa forma, podía pre visualizar los objetos antes de que entraran a cuadro. Ya sé que eso no volverá a ocurrir.
  • Me gusta disponer de cuatro canales de audio; mi Panasonic tiene cuatro canales, pero dos de ellos están restringidos a grabar los micrófonos internos. Me gustaría poder utilizar dos micrófonos inalámbricos en canales separados y un micrófono direccional mono o estéreo desde la cámara.
  • Asistencia de enfoque: a falta de un buen visor óptico, me gustaría un sistema de ampliación de imagen que funcione en todos los modos de grabación de la cámara.
  • Esto es algo menor, pero creo que sería fácil de implementar: me gusta poder cambiar entre dos balances de blanco guardados en la cámara, con un sistema de transición variable entre ambos. Cuando paso de una situación de temperatura color a otra (interior a exterior, por ejemplo) me gustaría que el balance se modificara suavemente en vez de un cambio abrupto.
  • Grabación y archivo- las tarjetas de alta capacidad, confiables y de precio razonable ya son una realidad. De todas formas, me gustaría poder copiar y hacer copias de respaldo de los medios de grabación sin tener que acarrear una computadora conmigo.
  • No he mencionado los códecs de grabación, ya que lo considero parte de otra discusión compleja, pero sería muy bueno poder elegir grabar directamente en ProRes 422. Si la BlackMagic Pocket Camera puede hacerlo, ¿por qué no podría hacerlo cualquier otra cámara?

¿Pido demasiado o directamente estoy equivocado o soñando despierto?