Sitio 1

Se encontraba ubicado al oeste de “La Vuelta del Río”, sobre la alta barranca. Montes señala en este sitio, la existencia de los cimientos de piedra de varias casas indígenas, las de mayor tamaño llegaban a los siete metros de longitud. Mientras que otras habían sido sepultadas por el derrumbe de la barranca.

Estos cimientos se encontraban enterrados,  lo único visible eran algunos vestigios que sobresalían del suelo, en la parte superior del sitio. Las viviendas estaban constituidas por grandes muros de piedras encastradas y asentadas en seco, es decir  sin mezcla o argamasa. Sus formas eran cuadrangulares, en su mayoría de 3×4 metros aproximadamente. Los pisos eran de tierra apisonada, ubicados a poco menos de un metro bajo el nivel del terreno circundante. Así mismo, el lugar donde éstas viviendas estaban agrupadas formaban una pequeña colina. Estos “huecos de vivienda” actualmente suelen recibir nombres como “casa-pozo” o “tapera”.

El terreno circundante estaba repleto de material arqueológico: trozos de alfarería, manos de mortero y de conana, cuarcitas trabajadas y huesos, especialmente de ganado vacuno. Entre las cuarcitas halladas abundan las puntas de flecha.

Material arqueológico del Sitio 1

La alfarería desplegada en el terreno contenía muestras de diferentes tipos y formas. Entre ellas algunas pintadas con guardas rojas y otras con impresiones de cestería. Se destaca especialmente un pequeño trozo de alfarería muy fina y bien cocida, con enlucido rojo de gran lustre.

Cerámica roja bruñida y pintada

Montes propone que la presencia de todos estos materiales reunidos sobre la superficie del yacimiento, indicaba  la ocupación reciente del sitio, y, por lo tanto, la zona habría sido habitada luego de que los “huecos” de las casas fueran rellenadas con tierra. Así, el arqueólogo sugiere que el sitio fue abandonado al llegar los españoles al valle, y tanto el hundimiento del techo y sus materiales, sumados al aporte de tierra generado por el viento, habrían rellenado “los hoyos” de las viviendas. Posteriormente, el lugar habría sido ocupado por los indígenas que dejaron, en la realización de sus actividades cotidianas (como el consumo de vacas, yaguarinos y guanacos), el abundante registro material recolectado por Montes.

Finalmente, en la misma localidad de Panaholma, Montes pudo observar el mismo sistema de construcción semi-enterrada con muros de piedras y techos compuestos de pelos, ramas, paja y tierra. Los techos sobresalían del suelo en forma de túmulo y desde afuera no se apreciaba la importancia del “hueco” que estaba bajo tierra. En base a esta observación, el arqueólogo dedujo que era muy probable que esa fuera la forma de los techos y el “dispositivo del abrigo subterráneo” de los cimientos de las viviendas primeramente mencionadas.